Jet Set (15)

Era la noche más importante del año en el casino...

Era la noche más importante del año en el casino, una noche cálida y estrellada, un coche elegante con chofer paró en la puerta, Sandro salió de la parte trasera del vehículo, estiró la mano y ayudó a Lorena a salir, llevaba un vestido de noche adornado con brillantitos, el pelo recogido y joyas en el cuello y la muñeca, unos zapatos con un taconazo y un pequeño bolso en la mano, pasaron entre las cuerdas que separaban a los periodistas del corazón a un lado y a otro haciéndoles fotografías, se pararon en el fotocool para que todos pudieran coger una buena instantánea sonriendo, Lorena estaba radiante, brillaba como una estrella más de la noche.

Se sentaron en la ruleta central del salón con unas copas de champán, a Sandro le pusieron delante el millón de euros en fichas para jugar aquella noche, Lorena a su lado se fijaba en todos los detalles, las señoras estiradas, estiradas de actitud y de piel pensó sonriendo de su propio chiste, las chicas jóvenes y guapísimas muy cuidadas que miraban a Sandro deseándolo, como le iba a prestar atención a ella cuando trabajaba para la familia teniendo delante de los ojos semejante fauna, chicas ricas de familias poderosas como él que seguro que se bajaban las bragas a su insinuación, le miró los ojos y lo besó, que fuera capaz de luchar por ella enfrentándose a su padre le hacía estar orgullosa de él, para Sandro hubiera sido más fácil olvidarse de ella y buscarse alguna de aquellas bellezas. Sandro apostaba poca cosa, calentando la ruleta lo llamaba él, vio como Lorena observaba el ambiente pensando y le besaba los labios.

SANDRO: ¿Qué te parece la noche?

LORENA: Me parece que eres un gran hombre, eso me parece.

Sandro le sonrió, notó un fuerte golpe en el hombro.

ADRIANO: Hola parejita, ¿cómo lo lleváis?

SANDRO: No te alejes mucho que pronto empezará el espectáculo.

Se sonrieron, Adriano se colocó con su pareja para aquella noche en un buen lugar para ver toda la ruleta. Lorena acercó la boca al oído de Sandro.

LORENA: Has visto los labios que tiene la chica que va con Adriano.

Sandro la miró disimuladamente.

SANDRO: Son operados Lorena.

LORENA: Ya, ya, pero le hacen una cara de chupona para morirse.

SANDRO: ¿Por qué te piensas que la ha escogido Adriano?

Disimulaban para no descojonarse de risa.

SANDRO: Bueno cariño ha llegado el momento, escoge todos los números que puedas acabados igual.

LORENA: ¿Yo?

SANDRO: Sí tú, esta noche estás radiante y nos vas a iluminar a todos.

Lorena miró los números del tapiz.

LORENA: 5, 15, 25 Y 35.

Sandro le pasó cien mil euros.

SANDRO: Apuesta veinticinco mil en cada casilla.

Cuando quedó la mesa limpia para que la gente apostara Lorena colocó las fichas mirando a Sandro con ilusión, era la primera vez que jugaba, de hecho nunca había estado en ningún casino. La gente se dio cuenta de la apuesta y empezó a acercarse, la bolita empezó a girar y Lorena la miraba con la ilusión de una niña, Sandro sonreía de verla, salió el 2.

LORENA: ¡Oooh!, ¿lo hemos perdido todo?

SANDRO: Sí cariño, vuelve a hacer la misma apuesta.

Apartó todas las fichas y le puso el montón delante de ella.

SANDRO: Hoy vas a jugarlas tú.

Perdieron un par de veces más.

LORENA: Me parece que yo no tengo suerte para esto, si nunca me ha tocado nada.

SANDRO: ¿Pero has jugado alguna vez a algo?

LORENA: No.

SANDRO: Pues entonces como te va a tocar mujer.

Se reían, Lorena se lo estaba pasando de miedo, volvió a colocar las fichas, apoyó la cabeza en el hombro de Sandro, mirando sin tanta ilusión la bolita dar vueltas pensando que volverían a perder, se paró la bola, el 15. Lorena pegó un salto poniéndose de pie aplaudiendo, la gente también aplaudió dejándose llevar por su entusiasmo, Sandro la abrazó volviéndola a sentar, no era muy amigo de dar el espectáculo pero esa noche dejaría a Lorena que se expresara como quisiera, faltaría más. Le pusieron delante el montón de fichas ganadas, ella se las miraba con los ojos abiertos.

LORENA: ¿Todo esto hemos ganado?

SANDRO: Has ganado tú amor, vuelve a repartirlo en los cuatro números.

LORENA: ¿Todo?

SANDRO: Sí, todo, ahora se pone interesante esto.

Lorena lo repartió con pocas ganas, con la ilusión que le había hecho ganar todo aquel dinero tener que volver a jugárselo le daba pena. Se puso seria mirando la ruleta.

El 5, le cambió la cara volviendo a levantarse aplaudiendo, más gente le hizo el coro con las manos, Adriano y Sandro se miraban muriéndose de risa por la que estaba liando Lorena. Ganar dos veces seguidas atrajo todas las miradas, una tercera vez con aquella cantidad se cargaban la banca.

Lorena miraba la cantidad de fichas que tenía delante con los ojos abiertos como platos.

LORENA: ¿No podríamos dejarlo ya?, con esta cantidad se pueden hacer muchas cosas, la de coches que te podrías comprar cariño.

SANDRO: No hemos acabado con esto, te queda una más, acierta una vez más y nos vamos a bailar y tomar una copa, ¿qué te parece?

LORENA: Que es una locura y tentar demasiado a la suerte.

Sandro reía mientras ella repartía las fichas, el crupier sudaba mirando al jefe de sala que hablaba por el walki, se acercó a la mesa y mirando a Sandro le confirmó que le habían aceptado la apuesta. La bola rodó, la gente se empujaba para verlo bien, Lorena se juntó a Sandro nerviosa, los ojos seguían a la bola que iba perdiendo velocidad, empezó a rebotar entre los números, parecía que se iba a parar dentro del 3 nerviosa, Lorena se tapó la cara y la bolita saltó quedándose encajada de forma definitiva en el 35, Adriano pegó un grito que se desgañitó, Sandro se puso de pie, Lorena miró la ruleta y pegó un bote abrazándose a su amor, la gente gritaba y aplaudía, el crupier se sujetaba la cabeza apoyando el codo en la mesa y el jefe de sala se quedó helado como una estatua con la vista perdida, jamás nadie había ganado tanto en una ruleta, Lorena no podía parar de gritar y saltar abrazada a Sandro.

Cerraron la ruleta y la gente se fue dispersando, se abrazaron con Adriano y su compañía, alguien les tocó el hombro, se giraron y vieron a Carlo y Lucrezia, se abrazaron con ellos, Lucrezia cogió de las manos a Lorena.

LUCREZIA: Hemos estado tantos años con Carlo sentados aquí mismo, nos quedamos varias veces a punto, pero ha tenido que venir alguien tan especial como tú para conseguirlo.

CARLO: Estábamos allí atrás observando, sabía que hoy podía ser un buen día, ya os dije que estaba seguro que alguien de la familia lo conseguiría.

Lorena miraba a Sandro.

SANDRO: Ya hace mucho tiempo que eres parte de esta familia amor.

Llegó el propietario del casino, miró a Carlo y le estrechó la mano con una sonrisa.

PROPIETARIO: Lo habéis conseguido, el casino es tuyo.

Sandro y Lorena los miraban sorprendidos.

CARLO: Hace muchos años nos jugamos que si alguna vez reventaba la banca en la ruleta me vendía el casino. Lorena, hoy has ganado bastante más que dinero, un casino con un hotel y el agradecimiento de tu suegro para toda la vida.

Se abrazaron emocionados, sus padres se fueron con los ex propietarios a tomar una copa a un reservado, ellos con Adriano y compañía fueron a bailar con una copa de champán en la mano, por una noche el casino dejó de ser el lugar sobrio y distinguido para convertirse en una gran fiesta para la familia.

Como era tradición Sandro había reservado la suite presidencial, entraron y se abrazaron comiéndose los labios, le iba subiendo el vestido lentamente por las piernas.

SANDRO: Esto lo vamos a celebra ahora y con las vacaciones que mi padre nunca nos llegó a pagar.

LORENA: ¿Ah sí, y como quieres celebrarlo?

Sandro ya tenía la mano en los muslos de Lorena, con un movimiento rápido se la metió en el coño, ella cerró los ojos buscándole la boca comiéndosela, le abrazó la cintura y la levantó llevándola a un ventanal qué tenía las mejores vistas sobre la ciudad y el puerto, giró un sillón y la arrodilló apoyándose Lorena con las manos en el respaldo mirando las vistas, le levantó la estrecha falda del vestido dejándoselo en la cintura y le arrancó el tanga de color negro de un tirón, se agachó quitándose la americana y le metió la cara en el culo lamiéndoselo, Lorena jadeó abriendo los ojos, le bajaba la lengua del ojete al coño, ella sacó el culo separando las rodillas para ofrecerle a Sandro lo que buscaba, comerle el coño, Lorena gemía agarrándose al respaldo del sillón notando la lengua de su amor como le lamía su parte más intima, le sabía encontrar sus puntos más vulnerables volviéndola loca de gusto, a la vez Sandro se iba quitando la ropa, los gemidos de Lorena le indicaban que estaba a punto para otra fase, se levantó quitándose toda la ropa, levantó el tronco de Lorena besándole el cuello acariciándole las tetas, le desabrochó el vestido quitándoselo y le acompaño suavemente con la mano por la espalda para que volviera a sacar el culito, ella se dejó caer bajando la cabeza todo lo que pudo y levantó al máximo el culo para ofrecerle a Sandro el coño hinchado por la excitación, le apuntó la polla en el agujero de la vagina y de un empujón la empaló hasta el fondo, Lorena pegó un buen grito cerrando los ojos del gusto.

LORENA: Así, párteme por la mitad amor.

Sandro le golpeaba el culo con su pubis con fuerza y firmeza, Lorena levantaba la cabeza por un placer que le atravesaba el cuerpo a calambrazos cada vez que la embestía, lo acompañaba tirando para atrás el culo para notar la polla lo más profunda posible, notaba un calor cada vez más fuerte en la cara, un gusto que le subía por el cuerpo y un orgasmo que estaba avanzando sin vuelta atrás, Sandro la sujetaba por las caderas con fuerza atrayéndola hacía él en cada penetración, oía a su pareja gritar de gusto, resoplaba y gritaba, Lorena llevó una mano para atrás agarrándole la cadera y se empezó a correr pegando unos gritos enormes, quedó relajada encima del respaldo escapándosele una risilla.

Sandro giró el sillón, le ayudó a levantarse y se sentó él con Lorena encima de lado, ella le pasó un brazo por el cuello apoyando su cabeza en la suya, estuvieron mirando las vistas desnudos y en silencio. Sentada encima de sus piernas notaba la polla tiesa tocándole el culo, Sandro estaba relajado mirándole a los ojos, metió la mano por debajo y agarrándosela movió un poco el culo metiéndosela en el coño, le besó los labios moviendo las caderas para follarlo lentamente, se acariciaban, se miraban a los ojos y se besaban entregándose toda la dulzura y el amor que sabían darse.

Sandro la giró sin sacarle la polla dejándola mirando para adelante, Lorena separó las piernas dejando las de él en medio y apoyo la espalda encima del pecho de Sandro, movía las caderas adelante y atrás follándoselo, él le agarraba las tetas jugando con ellas pellizcándole los pezones que los tenía hinchados y salidos, movía las caderas aumentando la velocidad dándose placer ella y dándoselo a Sandro que gemía sin parar, Lorena llevó un brazo para atrás agarrándole el cuello acercando su cabeza a la suya empezando una corrida a gritos, él le llenaba el coño de leche sin parar de correrse mientras ella continuó moviéndose, lo dejó seco.

Sandro le besó el cuello apretándola contras su cuerpo pasándole los brazos por la barriga, Lorena sonreía acariciándole el pelo con la mano hacía atrás.

Se ducharon y metieron en la cama, le puso la cabeza en medio de las tetas, le dio un beso a una por encima del camisón y Lorena se la rodeó con los brazos, él se quedaba dormido y ella le acariciaba el pelo con una sonrisa, más feliz no podía sentirse.

Vivían en el barco, se quedaron en el camarote de Sandro por los recuerdos que tenían los dos de aquella estancia, el camarote de Carlo no lo tocaron, algunos días pasaba por allí y dormía en el barco. Pusieron otra mesa en el despacho para trabajar los dos juntos, Lorena necesitaba ocupar el tiempo, eran muchos años trabajando y estar sin hacer nada no sabía hacerlo, se ocupaba del personal de barco, sabía el funcionamiento y quien mejor que ella para llevarlo. Sandro estaba contento, al principio dudó de si podría tener una vida ordenada con su pareja sin echar de menos las juergas desmadradas con Adriano, día a día se fue haciendo a la compañía de Lorena y no podía separarse de ella, si viajaba se la llevaba con él, si salían de copas lo hacían juntos, alguna vez Lorena le había dicho que fuera el solo con Adriano de fiesta pero él prefería quedarse con ella, pensar que en una de las borracheras podría hacer alguna tontería le ponía nervioso, quería serle fiel a Lorena, demasiados años haciendo el tonto con otras mientras ella le esperaba pacientemente en el barco para abrazarlo y acunarlo como a un niño, no quería ser como su padre que perdió a Lucrezia queriéndola como la quería porque se hartó de sus infidelidades, él quería ser mejor.

Lorena consiguió sin esperarlo cuando pensaba que había perdido a Sandro para siempre estar con él, mantener una relación de pareja que nunca llegó a pensar que pudiera tener. Carlo en su momento le habló muy claro y ella lo entendió, le parecía bien que mantuviera un lio como amante con su hijo pero su mujer tendría que ser alguien de su nivel, le prometió mantenerla en su trabajo incluso pagándole mejor con la condición que si Sandro tenía una relación estable con una chica ella tenía que desaparecer, al principio le pareció bien pero con el tiempo se dio cuenta que fue un error, se enamoró de él como no lo había hecho con nadie. Aquella conversación de Sandro con su padre quedando para presentarle a una novia fue el desencadenante, con una mirada entre Carlo y ella se entendieron a la primera, se había acabado lo que se daba. Le entregó un pasaje de avión para otro país con un dinero que le permitiría vivir un tiempo sin problemas, lo extraño fue que la llamara al poco tiempo al teléfono que él mismo le facilitó tirando el que tenía al mar para que volviera. No le dio ninguna explicación, solo que el trato que habían hecho estaba roto, que si se querían llevaran la relación adelante que él la bendecía. Eran felices y la relación con su suegro era excelente, al principio sobre todo cuando le pagó más por el trato, pensó que igual él también querría rollo con ella, pero no, jamás se le insinuó ni a ella ni a ninguna de las chicas que trabajaban en el barco, y eso que el tío las escogía bien el cabrón, no había ni una fea.