Jet Set (14)

Dejó el coche, subió la pasarela y saludó al marinero...

Dejó el coche, subió la pasarela y saludó al marinero que estaba de guardia para que no se colara nadie, se dirigió a popa, estaba su padre sentado con una sonrisa, de qué coño debe estar tan contento pensó Sandro, vio la mesa con una bandeja llena de fruta como siempre había y alguien detrás, a quien saludó sin mirar.

SANDRO: Buenos días.

Se dirigía a sentarse con su padre cuando le contestaron.

Buenos días, ¿no me vas a decir nada más?

Se dio la vuelta y vio a Lorena en su lugar de trabajo habitual con una sonrisa de felicidad, se abalanzaron uno sobre el otro abrazándose, un abrazo muy fuerte, con las cabezas encajadas una al lado de la otra y los pies de Lorena en el aire, la había levantado del suelo y la estaba estrujando, ella apartó la cabeza, se miraban a los ojos emocionados con la mano de Lorena acariciándole la cara.

LORENA: Que guapo estás.

Sandro no dijo nada besándola, cogiéndole los labios con los suyos, se fundieron en un beso eterno, de reencuentro, de felicidad. Carlo se tapaba la boca riendo, los había vuelto a juntar y esta vez le daba en la nariz que sería diferente. Sandro dejó apoyar los pies a Lorena en el suelo y pasándole el brazo por la espalda se sentaron los dos juntos al lado de Carlo.

SANDRO: La has encontrado papá.

CARLO: Ya sabes que a mí se me resisten muy pocas cosas.

Lorena dejaba ir alguna lágrima de la emoción y quería disimular.

LORENA: Será mejor que vuelva a mi trabajo, ¿qué queréis tomar?

Se iba a levantar y Sandro estiró de ella para que cayera encima suyo abrazándola.

SANDRO: Papá, Lorena no volverá a trabajar de asistente, búscate a otra persona.

CARLO: Ya la tengo.

LORENA: ¿Entonces qué haré?, yo no sé estar sin hacer nada.

SANDRO: No te preocupes que no dejaré que te aburras.

Lorena le dio un golpe en el hombro sonrojándose.

CARLO: Ya eres de la familia Lorena, si quieres trabajar te buscaremos otra función.

SANDRO: Trabajaras a mi lado, yo no me separo ni un metro de ti para que no vuelvas a desaparecer.

CARLO: Supongo que tendréis muchas cosas de que hablar, yo he quedado para comer, os dejo solos.

Carlo se fue, Sandro agarró a Lorena de la mano y la llevó a su camarote, no lo había pisado desde que se fue del barco, no se había atrevido a entrar porque sabía que le traería muchos recuerdos del pasado con Lorena y le haría daño, le pasó los brazos por la espalda apretándose, ella le tocaba la cara mirándole a los ojos.

SANDRO: ¿Por qué le hiciste caso a mi padre?, te tenías que haber despedido de mí si querías irte.

LORENA: A Carlo le di mi palabra hace años, nunca intentaría quedarme contigo, si hubiera sospechado lo más mínimo él me hubiera apartado de ti, hice lo que tenía que hacer para mantenerme a tú lado todo el tiempo posible, hasta que llegó el día que tanto había temido, no podía despedirme, entiéndelo, no hubiera podido irme, te quiero demasiado Sandro, años ocultándolo, sin poderte decir lo que sentía, lo enamorada que estaba de ti.

SANDRO: Y lo idiota que he sido yo, no ser capaz de verlo teniéndolo delante de mis narices.

La levantó del suelo dejándose caer en la cama, Sandro le puso la cabeza en el pecho y Lorena se la rodeó con sus brazos acariciándosela, aquella postura que tantas veces habían estado, la que le daba paz a Sandro.

SANDRO: Me dejaste un vacio muy grande Lorena, te quiero, te quiero mucho, eres mucho más que una relación sexual, eres parte de mí, no lo vuelvas a hacer por favor.

Lorena le acariciaba la cara llorando, cuánto tiempo había soñado en que Sandro le hablara así, lo veía diferente, más centrado, pensaba que cuando se reencontraran la metería en la cama y se la follaría con pasión, pero allí estaba, tranquilo disfrutando de volver a verla, abrazándola con fuerza dejando que ella le acariciara expresándole sus sentimientos. Lorena le levantó la cabeza y se besaron durante mucho tiempo, demostrándose el amor que sentían entrelazados con sus brazos para que ninguno de los dos se alejara nunca más.

Carlo dejó a la parejita en el barco, necesitarían intimidad para hablarse de muchas cosas, él tenía una cita importante para comer, llegó a un lujoso restaurante, le acompañaron hasta la mesa reservada y se sentó delante de la persona con la que se había citado, cogió la servilleta, la desplegó y se la puso encima de las piernas.

CARLO: Parece que al final todo ha salido bien.

LUCREZIA: Puede que nos hayamos pasado un poco de la raya, pero si ha funcionado no hay mal que por bien no venga.

CARLO: Tenías que haberlo oído cuando me pidió explicaciones, le puso unos cojones como un toro el cabrón, me tiró al pecho la tarjeta de crédito y las llaves del coche, nunca pensé que fuera capaz de desprenderse, me lo devolvió sin pestañear, seguro de lo que hacía. Tal vez le tenía que haber dicho la verdad a Lorena para que no sufriera y que también fuera cómplice nuestro.

LUCREZIA: No, teníamos que saber si ella tendría palabra y sería capaz de irse, y sobre todo que no le dijera nada a tú hijo de sus sentimientos, él se tenía que dar cuenta por si solo de lo importante que era Lorena para él.

CARLO: Todo se lio más de la cuenta pero no cambió el resultado, tú repentino interés por divorciarte pensé que tiraría al traste los planes…

LUCREZIA: Carlo, que no fue tan repentino, llevaba mucho tiempo avisándote de que me estaba hartando de tus líos fuera de casa, una puede ser cornuda hasta un punto hombre.

CARLO: Lo siento, ya me conoces.

LUCREZIA: Demasiado te conozco, por eso no quería que tú hijo fuera como tú, acabáis haciendo sufrir a mujeres que os quieren.

CARLO: Y en medio de todo tú con tus investigaciones, lo de Vicenzo si que fue una sorpresa.

LUCREZIA: No me hables de eso que todavía lo tengo clavado, de ti me podía haber vengado, de mi hijo no puedo, me lo trago y lo digiero lentamente.

Se hizo un silencio.

LUCREZIA: Sabes que envié a Sandro y Lorena de vacaciones a Italia para tener respuestas, para tener respuestas y haber si tú hijo se daba cuenta de lo que quiere a Lorena, ¡ja!, hasta le dije que era lo más parecido a una novia que tenía, pero ni así, pasaron las vacaciones como novios y el tonto no se dio cuenta, y mira que a la chica se le nota que está loca por él. Espero que cambie y que no sea tan idiota como tú.

CARLO: Que cabrón, no me dijo nada, ahora entiendo porque me preguntó sobre el pueblo y me dejó caer que iba a pasar unos días en Venecia, para ver mi reacción.

LUCREZIA: Bueno, dejemos eso a un lado, me tienes que explicar bien lo de la niña esa que tenía doble personalidad.

Carlo se descojonaba de risa.

CARLO: Te vas a mear de risa, la tía estaba como una puta cabra.

Lorena seguía enganchada a Sandro besándose, sintiendo sus labios y su amor.

SANDRO: ¿Tienes hambre?

LORENA: Sííí.

SANDRO: Antes vamos a que te cambies, tira ese uniforme que no te lo vas a poner nunca más.

Lorena lo miraba mordiéndose los labios de ilusión, se agarraron de la mano y fueron al pequeño camarote de ella para que se cambiara, Sandro se sentó y miró sin perderse detalle como Lorena se desnudaba quedándose en sujetador y braguitas.

SANDRO: Que guapa estás amor y que ciego he sido contigo.

Lorena sonrió y se sentó en su regazo, Sandro le acariciaba las piernas lentamente volviéndose a besar.

LORENA: Tú padre me ha explicado todo el plan que tenía.

SANDRO: ¿Ah sí?

LORENA: Sí, quería ver si estabas realmente enamorado de mí, y por lo visto lo convenciste. Cuando me llamó para que volviera no podía creérmelo.

SANDRO: ¿Tú no sabías nada de todo lo que pasó?

Lorena se lo negaba con la cabeza.

SANDRO: Vamos a comer que esta tarde te quiero enseñar muchas cosas.

LORENA: ¿Ah sí, que me quieres enseñar?

SANDRO: Mi habitación en la casa de mi madre.

LORENA: Gooolfo.

Se acabó de vestir y subieron a comer, se sentaron en la mesa y un camarero los sirvió con una sonrisilla, todo el mundo pensaba que algún día pasaría, sabían el lio que tenían.

Cuando acabaron se subieron al coche.

LORENA: ¿Lo del coche que ha sido, para no pensar en mí?

SANDRO: Hacía meses que estaba pedido, le dije a mí padre que se lo metiera en el culo pero no me hizo caso.

Lorena reía. Cuando llegaron a la casa de Lucrezia fueron a saludarla cogidos de la mano.

LUCREZIA: Ya era hora veros así.

SANDRO: Mamá, voy a enseñarle mi habitación.

LUCREZIA: Todavía no habéis tenido tiempo de…

Lorena se ponía roja.

SANDRO: No, hemos estado hablando de otras cosas.

LUCREZIA: ¿De boda?

Lorena la miró levantando las cejas.

SANDRO: No, pero puedes empezar a prepararla si quieres.

Estiró de la mano de Lorena llevándosela, se metieron en su habitación y se estiraron en la cama.

LORENA: Lo de la boda, ¿era broma no?

SANDRO: Me ves a mí haciendo broma sobre eso.

LORENA: Y tanto.

SANDRO: Pues no lo hacía, quiero casarme contigo, tener niños, vivir en una casa grande como esta.

Lorena le miraba seria.

SANDRO: ¿No te gusta la idea?

LORENA: Sí, me parece todo bien, lo que pasa es que eso de vivir en una casa, me he acostumbrado al barco y me gusta.

SANDRO: No te preocupes, echaré a mi padre y nos quedaremos nosotros en el.

Lorena se moría de risa.

LORENA: Y lo de casarnos, bueno, eso tendremos que hablarlo seriamente.

SANDRO: ¿Por qué?, no te hace ilusión.

LORENA: Claro que me hace ilusión, pero no quiero acabar como tú madre, hasta ahora no me han importado tus aventuras con las tías, pero si quieres que vayamos en serio…

Lo miraba fijamente.

SANDRO: Te entiendo, nada de tías, nada de rollos, solo para ti.

Lorena se le tiró encima besándolo.

LORENA: Ya está bien de hablar, si quieres que estemos juntos me tienes que demostrar que eres capaz de satisfacerme.

SANDRO: A estas alturas tengo que demostrártelo.

Lorena se lo confirmaba con la cabeza riendo, la estiró en la cama y le empezó a desabrochar el pantalón, en un momento estaba él en pelotas y ella en braguitas, se besaban abriendo las piernas Lorena para que Sandro le agarrara el coño bien agarrado mientras ella lo pajeaba, sus dedos se metían por dentro de las bragas acariciándola, Lorena gemía y lo besaba con un lengüetazo, lo había añorado tanto durante aquel tiempo que se mantuvo apartada. No entendía porque Carlo le entregó un billete de avión y dinero para que viviera sin problemas un tiempo, para que vivas tranquila hasta que encuentres un trabajo, le dijo, y a las pocas semanas la fue a buscar, se disculpó y le pidió que volviera, le dijo que se había equivocado y que Sandro la necesitaba, le confesó todo el plan para hacerlo reaccionar, ese hombre era más maquiavélico de lo que se pensaba. Sandro le había explicado en la cama del barco lo que hizo Carlo contratando a Helen y Lady, o como se llamara, estaba pensando si no hubiera sido más fácil llegar a la misma conclusión de otra manera más fácil.

Pegó un grito al sentir la lengua de Sandro que le estaba hurgando en el agujerito del coño, le había quitado las bragas y ni se había enterado liada con sus pensamientos, le agarró la cabeza apretándosela, se lo estaba comiendo a conciencia, le dejó que lo hiciera un rato y se movió para agarrarle la polla y chupársela, le estiró en la cama y ella se metió en medio de sus piernas agarrándosela, se la succionaba y amasaba los huevos a la vez, cuando se la ensalivo y le hizo gemir unas cuantas veces se puso encima metiéndose la polla hasta el fondo, movía las caderas lentamente follándoselo y lo besaba con dulzura, con cariño, degustándole los labios que tantos días estuvo sin probar, le acercó la boca al oído susurrándole.

LORENA: Te quiero mucho.

SANDRO: Y yo a ti mi amor, me arrepiento de no haberlo visto antes cariño.

Le acariciaba la espalda volviéndose a besar, Lorena le pasó un dedo por los labios levantando el tronco sentándose bien encima de la polla, apoyó las manos a los lados de la cabeza de Sandro y se empezó a mover adelante y atrás, fue acelerando los movimientos y pronto le estaba pegando un polvazo que movían toda la cama, Sandro veía balancear las tetas de Lorena de un lado a otro, había cogido un ritmo endiablado, se corrieron a gritos, siguió moviéndose hasta que él le dejó la última gota de leche dentro de sus entrañas. Lorena le acarició la cara estirándose a su lado, Sandro le pasaba una mano por la espalda suavemente.

LORENA: ¿Has hecho mucho el golfo mientras he estado fuera?

SANDRO: No he podido, no tenía ganas de pensar en chicas, bueno, en realidad sí que pensaba en una, en la que llevaba años cuidándome y dándome tanto cariño, perdóname Lorena, sé que no he cuidado de ti como te merecías.

LORENA: No, no, quien tenía que cuidarte era yo a ti.

SANDRO: No te hablo de trabajo Lorena, te hablo de sentimientos y saberlos demostrar, tenía que haber hablado con mi padre hace tiempo, me he estado dejando llevar por esta vida tan fácil sin pensar. ¿Sabes?, pensándolo bien y dentro de la mentira que fue Helen, me dijo muchas cosas que tenía razón, me abrió los ojos en muchos aspectos de mi vida, lo que no me dijo es que fuera tan ciego de no ver lo importante que era la persona que más cerca tenía, siempre has estado a mi lado Lorena, siempre, y yo fui tan imbécil que tuvieron que separarte de mí para darme cuenta.

Lorena le cogió la cabeza poniéndosela en su pecho, Sandro le besó una teta y cerró los ojos relajándose, se pusieron a reír a carcajadas, tantas veces habían estado en aquella postura, había derramado tantas lágrimas abrazándole la cabeza que ahora tenía ganas de reír.