Jet Set (12)

Al día siguiente Sandro se despertó tarde...

Al día siguiente Sandro se despertó tarde, se duchó y arregló antes de desayunar, Lorena lo estaba esperando en el comedor con la mesa preparada y una sonrisa para recibirlo. Después lo acompañó para desembarcar, se miraron, Lorena le acarició y le dio un beso en la cara, mientras caminaba a buscar el coche pensó porque Lorena se había despedido así de él, nunca lo había hecho, era la primera vez y le pareció raro.

Fue a la reunión que se alargó casi tres horas, tuvo una dura negociación de donde salió muy contento, cerró un porcentaje de negocio acercándose al máximo que habían pensado con Carlo que podrían conseguir. Pensó en ir a ver a Helen para tranquilizarla por la cena de aquella noche, entró en el hotel y no había nadie en recepción, se acercó contento, iba a ser un buen día, salió un chico.

CHICO: ¿Le puedo ayudar señor?

SANDRO: Sí, quería ver a Helen.

CHICO: Perdone señor, ya no trabaja aquí.

Se le paró el cerebro y se puso nervioso levantando la voz.

SANDRO: ¿Cómo que no trabaja aquí?

En ese momento salió el jefe de recepción al oírle la voz y lo apartó para hablar con un poco más de intimidad.

JEFE: Señor, ayer se despidió, yo pensaba que lo hacía porque estaba con usted y no tenía la necesidad de trabajar.

Sandro se ponía las manos en la cabeza, ¿cómo podía ser, por qué no le había dicho nada, qué coño estaba pasando?

JEFE: ¿Quiere tomar algo?, hace mala cara.

SANDRO: No, no, pero tengo que pedirle un favor, quiero saber donde vive, su dirección.

El jefe se metió dentro y al poco salió con un papel.

JEFE: Tenga, esta es su dirección, yo no le he dado nada.

Sandro se metió la mano en el bolsillo sacando un fajo de billetes, el jefe le paró la mano.

JEFE: No, esta vez es un favor que le quiero hacer, que tenga suerte.

Sandro se lo agradeció y puso en el gps del coche la dirección, cuando llegó al lugar bajó para asegurarse que era allí, se quedó de pie sorprendido mirando un edificio abandonado y tapiado. Volvió al barco pensando que no le podía estar pasando eso a él, todo era muy extraño, que se despidiera el día anterior y que la dirección fuera falsa, ¿qué tendría que ocultar para dar una dirección falsa?.

Subió al barco, dio una vuelta y no encontraba a Lorena, le preguntó a un marinero.

MARINERO: Ha desembarcado esta mañana señor.

SANDRO: ¿Cómo que ha desembarcado?, si ella nunca lo hace.

MARINERO: Ha bajado con una maleta señor y no ha vuelto.

SANDRO: ¿Pero cuanto hace de esto?

MARINERO: Unas dos horas señor.

Bajó corriendo al camarote de Lorena, los armarios estaban abiertos y no quedaba nada de su ropa, eso ya era demasiado, ¿Lorena también?, ¿pero qué coño estaba pasando? Salió corriendo, subió al coche y fue disparado al aeropuerto, la estuvo llamando al teléfono una vez detrás de otra, lo tenía desconectado, la buscó y no la encontró, fue a la estación de tren y tampoco, dio varias vueltas por la ciudad buscándola de desesperación, hasta que se calmó y se dio cuenta que estaba haciendo una tontería, no la iba a encontrar.

Lorena volaba en esos momentos a otro país con los ojos llorosos, llegó el momento de hacerlo y lo hizo, ya sabía que tarde o temprano pasaría, se tenía que olvidar y pasar página si quería vivir sin amargarse.

Sandro volvió al barco, se sentó en popa con una botella de whisky y se metió los dos primeros lingotazos de golpe. Carlo cuando regresó lo encontró borracho sentado con la vista perdida, se acercó y se sentó a su lado.

CARLO: Alessandro, Alessandro, ¿estás bien, tan mal ha ido la reunión de esta mañana?

Sandro le miraba con una sonrisilla de “borrachuzo”.

SANDRO: No te preocupes, la reunión ha sido un éxito de puta madre, vamos a ganar una de pasta de la hostia, es lo único que ha salido bien hoy, por lo demás voy a ser el gilipollas más desgraciado que te puedas tirar a la cara, que puta mierda de día.

CARLO: ¿Pero qué te pasa?

SANDRO: ¿Qué qué me pasa?

Le iba a dar un trago al vaso y Carlo se lo quitó de la mano.

CARLO: Alessandro ya has bebido bastante, dime qué pasa.

Sandro empezó a reír con una risa de borracho torciendo los ojos.

SANDRO: Ayer tenía a dos mujeres con las que era el tío más feliz del mundo y hoy no tengo a ninguna, este es tú hijo, el capullo de tú hijo, no puede ser como la gente normal que pierden a las chicas de una en una, como tú que perdiste a mamá, no, yo tengo que ser el más gilipollas que las pierde de dos en dos, ¡oooolé! mis cojones.

CARLO: Va, que te acompaño al camarote que vaya mierda llevas encima, a ver si me entero qué coño ha pasado.

Sandro se levantó tambaleándose, su padre lo agarró por la cintura porque parecía que se iba a caer, le llevó al camarote, le quitó los zapatos y lo dejó en la cama.

Sandro se despertó, se duchó y se puso algo cómodo, salió caminando por la cubierta y se paró en la barandilla mirando al mar, era de madrugada, la luna se reflejaba en el agua, bajó la cabeza y se le escaparon unas lágrimas que se secó con la mano.

Al día siguiente Carlo le dijo que no había descubierto nada de Lorena, que todo parecía muy misterioso, pero que si había tomado esa decisión la tendrían que respetar.

SANDRO: ¿Respetar?, que respetar ni que respetar, ¿por qué no se ha despedido?, si hubiera hablado conmigo yo no le hubiera impedido hacer lo que quisiera.

CARLO: Mira, lo mejor que puedes hacer es olvidarte de este mal trago, ¿te quieres comprar otro coche?

SANDRO: Desde luego eres como dice mamá, un materialista de cojones, ¿te crees que así me voy a olvidar de todo?

CARLO: Bueno, puede que no, ¿pero tú quieres el coche o no?

SANDRO: Ya hace meses que pedí un McLaren.

Carlo le pasó un brazo por el hombro riendo, estaba orgulloso que su hijo se pareciera tanto a él, lo que intentaba es que tuviera ilusión por algo y se olvidara de los problemas.

A primera hora de la tarde lo llamó Adriano.

ADRIANO: Tío, ¿cómo estás?, me ha llamado tú padre diciéndome que estás hecho polvo.

SANDRO: ¿Y?

ADRIANO: Cómo que ¿y?, te pasaré a buscar, nos vamos a cenar y nos metemos unas copichuelas entre pecho y espalda, ya verás cómo te encontrarás mejor.

Sandro le iba a decir que no y ya le había colgado. Se había quedado traspuesto en un sillón de popa despertándolo el rugido de un coche con la música a todo trapo, se asomó y vio a Adriano en un Lamborghini descapotable levantando la mano saludándolo con una sonrisa de oreja a oreja, le hacía gestos para que fuera con él.

Sandro se sentó en el asiento del acompañante, Adriano le dio varios golpecitos en el hombro.

SANDRO: Puedes apagar la música por favor, la cabeza me va a estallar.

ADRIANO: Vamos a comer algo para aguantar bien esta noche.

Se sentaron en un restaurante.

ADRIANO: Ya sabía yo que te estabas complicando la vida, ¿me lo explicas todo?

SANDRO: Al final te tendré que dar la razón, fue empezar a interesarme tener una relación y todo me ha ido como el culo, mi familia está cada día más en la mierda y dos personas que pensaba que eran importantes en mi vida han desaparecido.

ADRIANO: ¿Desaparecido, como que desaparecido?

SANDRO: Que ya no están, se han ido y sin despedirse, no lo entiendo Adriano, todo parecía ir bien, había quedado con Helen para presentarle a mi padre, la última noche con Lorena fue increíble, al día siguiente tengo una reunión que me sale bordada y saliendo de allí parece que pisé una mierda, todo se fue a tomar por culo en horas.

ADRIANO: Un momento, ¿quién es Lorena?

SANDRO: Es la chica que trabaja en el barco, bueno trabajaba, la que te ponía los cubatas cuando venías a visitarme.

ADRIANO: Vale, ¿y qué pasa con ella?

SANDRO: Pues que teníamos algo, dormía cada día conmigo.

Su amigo lo miraba como si hubiera perdido la cabeza.

ADRIANO: ¿Qué te estabas acostando cada día con una y buscabas una relación “seria” con otra?, ¡Jooder!, y yo que pensaba que el que estaba loco era yo. Te tenía que haber ingresado en la clínica que fue mi madre, como vuelvas a hacer algo parecido te encierro seguro tío.

SANDRO: Vale ya con la bromita hombre.

ADRIANO: ¿Bromita?, bromita lo tuyo, ¿pero tú que cabezas tienes?, y si llegas a presentarle esa chica a tú padre, ¿después le hubieras presentado a Lorena?, mira te presento a esta mujer tan guapa con la que duermo cada noche y follamos como locos.

SANDRO: Que sí, que tienes razón, Lorena me lo iba avisando y no la tomé en serio, en cuanto vio que se la iba a presentar a mi padre ella ha desaparecido.

ADRIANO: Para dormir contigo cada día tenía que quererte mucho Sandro, si no estás enamorado no puedes estar tanto tiempo con alguien.

SANDRO: Acabo de oírte lo más sensato que has dicho en tú puta vida cabrón, tenía tanta confianza en ella que no pensé que se atreviera a hacerlo, daba por hecho que siempre estaríamos juntos, si hubiera tenido que escoger nunca la hubiera dejado.

ADRIANO: La has cagado bien amigo, a mí no me van estos rollos pero teniendo a alguien como tenías que te permitía vivir sin problemas, no entiendo que pintaba Helen en todo esto.

SANDRO: Creo que fue algo que se me fue de las manos, no era consciente hasta donde podía llegar a perjudicarme.

ADRIANO: Eso te intentaba decir yo desde el principio y no me hiciste ni puto caso.

SANDRO: ¿Sabes lo que más me jode?, que nunca le he dicho a Lorena lo importante que era para mí, no la he cuidado como se merecía.

ADRIANO: Eso me extraña, tú cuidas a todos los que estamos a tú lado, no te das cuenta pero lo haces, seguro que era feliz contigo, si no se despidió fue porque tenía miedo de no poder dejarte mirándote a la cara.

SANDRO: Menuda mierda amigo.

Salieron de allí, Adriano lo llevó a tomar copas donde siempre iban, tenía la esperanza de encontrar a la otra amiga misteriosa, que nadie sabía si era puta o no y parecía que también tenía interés por Sandro, su idea era hablar con ella antes para que animara a su amigo pero no la vio en toda la noche.

Pasó la primera semana y Sandro no levantaba cabeza, pensaba y le daba vueltas al asunto, podía entender más o menos lo de Lorena, se acordaba de las veces que lo había avisado de que ella nunca se metería en medio de una relación, lo entendía, pero que desapareciera así, que la noche anterior y aquella mañana se despidiera de él sin decírselo, ¿Por qué no lo hizo?, aquel beso antes de desembarcar, ahora a toro pasado olía a despedida y él no supo verlo. Lo de Helen no sabía por donde cogerlo, se despidieron contentos, le iba a demostrar que se podía comprometer que es lo que ella buscaba desde el principio, ¿qué pasó?, ¿se acojonaría y prefirió romper con todo?, ¿por qué dejar el trabajo?, si no quería ir a la cena, o dejarlo con él, ¿por qué no lo hizo o se lo dijo?, ¿qué tenía que ver su relación con el trabajo?, no creía que se hubiera portado tan mal con ella, había intentado darle confianza y creía que iba por buen camino, las preguntas sin resolver eran demasiadas y le angustiaba no tener respuestas. Lo había hablado con su padre y comiendo con su madre el día que la visitaba, pero los dos intentaban que él estuviera bien quitándole importancia a los hechos.

Intentaba distraerse saliendo con Adriano, más que nada porque él lo pasaba a buscar sin avisarle, hablaba con amigas a las que no tenía la confianza para pedirles opinión, derivando las conversaciones en temas que a él no le interesaban lo más mínimo. Se hundía cada día más y no encontraba a nadie capaz de ayudarle.

Una noche tomando unas copas vio que pasó alguien por su campo de visión que reconoció, era Lady, se levantó y la vio caminar por la sala parándose en una barra, había pedido un bloody mary y estaba esperando que se lo preparan, se sentó a su lado y le dio un billete al camareto invitándola.

LADY: ¡Hostia Sandro!, cuánto tiempo sin verte.

SANDRO: Supongo que no hemos coincidido.

LADY: ¿Cómo estás?

SANDRO: Bueno, voy tirando, a ti te veo bien, las últimas veces que nos vimos no te fuiste muy contenta.

Lady le miró a los ojos.

LADY: ¿Quieres que nos sentemos?

Fueron a sentarse a una zona que la música no estaba demasiado alta y podían hablar con más naturalidad.

LADY: Ya sé que me enfadé contigo pero ya está superado, no vale la pena guardar rencor.

SANDRO: Gracias Lady, a mí las cosas no me van muy bien, he perdido a dos personas que las quería mucho y me siento mal.

LADY: Oye, quieres venir a mi apartamento cuando acabemos las copas y hablamos con tranquilidad.

SANDRO: Lady, no estoy muy motivado para enrollarme con nadie, lo siento.

LADY: No te pido que nos acostemos, solo quiero hablar contigo en un sitio cómodo y sin que nadie nos moleste, ¿somos amigos o no?

Sandro fue a hablar con Adriano.

SANDRO: Pásame las llaves del coche.

Adriano lo miró como si estuviera loco.

ADRIANO: Que lo he estrenado hace cuatro días tío.

SANDRO: Y a mí que me explicas, venga suéltalas, si no vuelvo ya te acompañara alguien a tú casa.

ADRIANO: Que sepas que lo hago porque no estás bien, lo hago por ti.

SANDRO: Ya lo sé, te lo compensaré no te preocupes, la próxima botella la pago yo.

Recogió el mando del coche, le soltó encima de la barra al camarero unos cuantos billetes para que no le faltara bebida a su amigo y salió con Lady. Se subieron al coche, Lady miraba para todos lados riendo.

LADY: Que discreto.

SANDRO: Ya cerraremos la capota para disimularlo cuando lo dejemos en la calle.

Los dos se morían de risa, Sandro pegó un acelerón y salieron de allí a toda hostia, mientras conducía a Lady le arrastraba la melena morena el viento, Sandro la miraba, que guapa era y como le atraía. Dejaron el coche en la calle y subieron a su apartamento, uno pequeño, con un salón que incorporaba la cocina y una habitación con el cuarto de baño, se sentó en un sofá. Lady preparó un par de whiskys con hielo y brindaron.

LADY: Así, como te van las cosas.

SANDRO: No muy bien, últimamente no me sale una a derechas.

LADY: ¿Te quieres quedar esta noche conmigo?

SANDRO: No estoy muy fino para fiestas.

LADY: Va, que me ducho y te presentaré a una amiga.

SANDRO: Lady guapa, que te he dicho que no estoy para muchos trotes y tú quieres que este con dos.

LADY: Tú no te preocupes, relájate, ahora vuelvo.

Se levantó con su caminar de persona segura de lo que hacía y se metió en la habitación, Sandro escuchó cómo caía el agua y el ruido típico de alguien duchándose, se cerró el agua y hubo un momento de silencio. Sandro le daba tragos al whisky, levantó la vista pensando que salía Lady de la habitación, se quedó de piedra con el vaso en la mano y los ojos abiertos como platos.

Delante de él con un albornoz puesto estaba Helen. Le miraba tímidamente en una postura de las piernas y el cuerpo muy típica de ella cuando estaba nerviosa.

HELEN: ¿Cómo estás cariño?

A Sandro le temblaba el labio, estaba en shock.

SANDRO: ¿Pe, pe, pero qué haces aquí, vives con Lady?

HELEN: ¿Lady, quién es Lady?, una de tus putitas.

Sandro vio que aquello no era normal, se levantó de un salto colándose en la habitación, no había nadie, entró en el cuarto de baño, abrió los ojos asustado al ver la ducha manchada de tinte negro y encima del lavabo unas lentillas de color negro. Ahora lo entendía, Lady y Helen eran la misma persona, pero, ¿por qué?

Salió parándose delante de Helen o quien fuera manteniendo una distancia.

HELEN: ¿Qué haces, que buscas guapo?

SANDRO: Por favor Helen, ¿qué significa esto?

Helen se puso recta, cogió otra actitud más agresiva mirando a Sandro con seguridad, cambiando la voz más ronca, como hablaba Lady.

…Sandro no te creas nada de esta frígida retrasada.

Volvió a encogerse tímidamente mirándolo, puso la dulce voz de Helen.

…Ella te quería engañar, es una puta asquerosa.

Volvió a cambiar.

…Ella fue quien te engañó, la hija de la gran puta se enamoró de ti la gilipollas, por eso fracasamos.

SANDRO: ¿Qué fracasasteis?, en qué coño fracasasteis. ¡Joder!, que estoy hablando con una y lo hago como fueseis dos coño.

HELEN: Yo no quise hacerte daño nunca, ella me obligó.

LADY: Y una mierda, estabas tan de acuerdo como yo.

SANDRO (gritando): De acuerdo en qué joder.

Se hizo un silencio, ella estaba con la mirada perdida, Sandro no sabía quién de las dos personalidades mandaba en ese momento.

HELEN: Nos contrataron para liarte.

LADY: No le digas nada lerda, ¿qué quieres?, que no nos vuelvan a contratar gilipollas.

SANDRO: ¿Para liarme, liarme, en qué?

HELEN: Ya estabas a punto de caer, me ibas a presentar a tú familia y todo.

LADY: Eso te lo crees tú imbécil, al final se arrepentiría y me habría venido a buscar a mí.

HELEN: Eso te hubiera gustado envidiosa.

LADY: ¿Envidiosa yo?, cállate o te pegaré una hostia que te giraré la cara zorra.

Se empezó a discutir con ella misma, se gritaba como si fuera dos personas diferentes, Sandro se fue de allí acojonado, nunca había visto nada igual, solo le quedó una cosa clara, alguien la había contratado, pero, ¿para qué?

Volvió con su amigo, agarró la botella de escocés y se llenó un vaso hasta arriba sentándose solo en un sofá, Adriano se sentó a su lado, Sandro sacó las llaves del coche y se las devolvió sin mirarle a la cara.

ADRIANO: ¿Estás bien?, haces una cara muy rara.

SANDRO: Son la misma persona tío, y no me di cuenta, que animal, ¿cómo no pude darme cuenta?

ADRIANO: ¿La misma persona, de qué me hablas tío?

Sandro le miró fijamente con el vaso en la mano.

SANDRO: Helen y Lady, son la misma persona.

Adriano le agarró el vaso dejándolo encima de la mesa.

ADRIANO: Mira tío, deja de beber que te está sentando fatal.

SANDRO: Las he visto Adriano, Lady me ha llevado a su apartamento y ha aparecido la otra después de ducharse.

ADRIANO: Así te has pegado una buena fiesta con las dos, que crack tío.

SANDRO: Que no son dos joder, es una haciéndose pasar por las dos.

ADRIANO: Anda ya.

SANDRO: Te lo juro, se comportan diferente, una es tímida, retraída, se mueve indecisa, habla dulcemente, insegura. La otra es fuerte, segura de ella misma, levanta la cabeza moviéndose con decisión, tiene la voz más ronca, una rubia, la otra morena, me estoy volviendo loco tío.

ADRIANO: No será que él alcohol te ha sentado mal y veías doble.

SANDRO: Que es al revés hombre, eran dos y veía una.

ADRIANO: Pues se habrá invertido el efecto tío, ¿cómo va a ser posible lo que me explicas?

Sandro se tapó la cara con las manos desesperado, miró a su amigo por encima de los dedos.

ADRIANO: Me lo dices en serio, ¿verdad?

Sandro movió la cabeza confirmándoselo, Adriano se acomodó a su lado, cogió el vaso de la mesa volviéndoselo a dar, bebieron a la vez.

SANDRO: Alguien la contrató pero no sé para qué, con qué intención, me parece que no lo sabían ni ellas, joder, todavía estoy liado, ella coño ella, es la misma.

ADRIANO: A ver, recapitulemos, conoces a Lady la noche del casino, se hace pasar por puta, ya te dije yo que no lo era porque si no la habría conocido, pegáis un buen polvo y por la mañana se va. Se supone que se cambia para trabajar a su hora en el hotel, cuando tú vas a pagar te la vuelves a encontrar en recepción tan cambiada que no la reconoces, las dos se interesan por ti, una provocándote sexualmente, una tía decidida, con carácter, hasta te declara que está enamorada de ti. Por la otra te interesas tú por ser tan diferente a lo que estamos acostumbrados, que hija de puta, te atacó con dos personalidades diferentes, esperaba que te interesaras por una de las dos.

SANDRO: Y por eso se largaba siempre temprano cuando pasábamos la noche juntos y la otra nunca quería salir de noche, eran terrenos diferentes para cada una sin mezclarlos. Lo que pasa es que está como una puta cabra tío, la he dejado discutiendo con ella misma como si fueran dos, cambiaba de voz como la niña del exorcista, he salido de allí acojonado.

ADRIANO: ¿Discutían, de qué?

SANDRO: Se culpaban una a la otra de haber fracasado en algo.

ADRIANO: Hostia, eso quiere decir que no acabaron con lo que tenían que hacer.

SANDRO: No lo sé, ¿qué es lo que tendrían que hacer?

Adriano se encogió de hombros y le dio un buen trago al whisky.

ADRIANO: Sabes lo que pienso, que por lo que sea se enamoraron las dos personalidades de ti, compitieron entre ellas a ver quien se quedaba contigo y se volvió loca, no debió de aceptar una mitad que la otra te conquistara.

SANDRO: Joder tío, lo que dices tiene sentido, tendrías de haberlas visto discutiendo, bueno a una discutir con ella misma, hostia es que todavía no me hago la idea. Cuando te centras dices cosas muy coherentes.

Adriano se moría de risa.

ADRIANO: De algo me han tenido que servir las sesiones con el psiquiatra que me obligaba mi madre a hacer, la hija de puta me hacía hacer lo mismo que hacía ella, no entiendo como no me vistió con bragas también.

SANDRO: Puede que se ponga calzoncillos en vez de bragas.

Se descojonaron los dos y brindaron, se acabaron la botella hasta la última gota y dejó a Sandro en el puerto.