Jet Set (11)
Por la mañana desayunando le envió un mensaje a Helen...
Por la mañana desayunando le envió un mensaje a Helen, no podrían verse, tenía que ayudar a sus padres. Después llamó a su madre para comer con ella. Apareció su padre sentándose a su lado, Lorena le puso un servicio para que desayunara.
SANDRO: Te has levantado tarde, ¿has descansado bien?
CARLO: Estoy en el despacho hace horas, hoy hablaré con EEUU y viajaré para arreglarlo todo, sin tú hermano no lo podemos dejar en manos de cualquiera, tú te cuidarás del negocio aquí y de tú madre, es tú hora Sandro, el momento de demostrar de que estás hecho.
Sandro se dio cuenta que se le acababa la gran vida, el trabajo no le iba a matar pero tendría que dedicarle muchas horas, reuniones y viajes.
SANDRO: No te preocupes papá, estaremos en contacto y te iré informando de todo.
En una semana le cambio la vida, tuvo que estar más atento al negocio, su padre se fue a América, pasó más tiempo con su madre para ir animándola y se veía poco con Helen, daban una vuelta y hablaban un rato. Cenaba con Lorena explicándole como le había ido el día y dormían juntos, nada de copas ni de ver a Lady o a su amigo Adriano que le llamaba y tenía que ir dándole escusas. Estaba tan tenso que no tenía ganas ni de follar, bueno, alguna noche hacía alguna “cosilla” con Lorena para relajarse.
Carlo en EEUU se reunió con todo el equipo de su hijo, se quedó con uno que le pareció de fiar y a los demás los despidió a todos haciendo un equipo nuevo, se llevó de la central de Europa que tenía en Luxemburgo a tres personas de su confianza para que le ayudaran a seguir con el negocio, tenía que enterarse de todo lo que pudiera estar haciendo Vicenzo ilegal para “arreglarlo” o deshacerse de ello.
Se había acabado el verano y en el puerto quedaron amarres vacios para poder atracar el yate de la familia. Sandro decidió quedarse a vivir en el barco, trabajaba en el despacho de su padre y mantenía reuniones con el equipo de trabajo por video conferencia, de esta manera podía estar cerca de su madre. Una vez a la semana viajaba a Luxemburgo para hacerlo en persona y otra para alguna reunión importante que pudiera tener. Eran muchas horas pero al lado de Lorena estaba bien.
Con Helen se veían a ratos, a ella no le importaba, prefería ir despacio para asegurar la relación, o eso era lo que ella pensaba. En esos momentos Sandro no estaba para pensar en la relación con Helen, salía a pasear con ella cuando podía para distraerse del trabajo, no se preocupaba si follaban o no.
Un mes y medio más tarde volvió su padre, dejando a gente de confianza para llevarles los negocios que antes llevaba Vicenzo. Sandro organizó una reunión en la casa de Lucrezia donde Carlo les puso al día de cómo se había organizado de nuevo la delegación americana. A partir de ese momento Carlo volvió a coger las riendas del negocio, a Sandro le dio unos días libres por el trabajo realizado mientras él no estuvo.
El primer día fue a la inmobiliaria de la familia de un amigo para alquilar un apartamento que le gustara, fuera de la temporada de verano era más fácil, la misma mañana tenía las llaves en el bolsillo. Fue de compras y recogió a Helen cuando acabó su turno de trabajar, la llevó a un restaurante para comer juntos.
HELEN: Así que tú padre te ha dado días libres por trabajar un tiempecito, que suerte tienes.
SANDRO: Por favor Helen no te cachondees.
HELEN: No miento, ¿ahora que está él vas a trabajar igual o será diferente?
SANDRO: Será diferente, tendré algún viaje pero cuando esté aquí no estaré tan atado, me puedo organizar mejor.
HELEN: Traducido quiere decir que harás lo que quieras.
Sandro reía.
SANDRO: Más o menos.
HELEN: Que caradura.
SANDRO: Tengo un apartamento en la ciudad.
HELEN: ¿Qué?
SANDRO: Que saliendo de aquí te voy a enseñar el apartamento que he alquilado.
HELEN: No sé por qué lo has hecho si ya tienes donde vivir.
SANDRO: Para comerte de arriba abajo que ya hace mucho tiempo que no lo hago.
HELEN: ¡Sandro!
SANDRO: ¿Qué?, dime una cosa, ¿tú me deseas?, durante este tiempo no me ha parecido que tuvieras esa necesidad, dando un paseíto y cuatro besos ya te veía contenta.
Helen se ponía colorada bajando la cabeza de vergüenza.
HELEN: Ya me conoces, sabes que soy muy vergonzosa.
Sandro bajaba la voz avanzando la cabeza para estar más cerca.
SANDRO: ¿Pero te pica o no te pica el chichi?
HELEN: ¡Tío!
Se puso muy colorada y Sandro se moría de risa. Acabaron de comer y la llevó al apartamento.
HELEN: Muy bonito, lástima que estará tan desaprovechado.
SANDRO: Puedes venir tú a vivir cuando quieras.
HELEN: ¡Si hombre!, el tío con pasta que le pone el pisito a la amante, ¿de qué vas?
SANDRO: Vale, vale, no te enfades fiera.
La rodeó con sus brazos acercándosela dándole un piquito, Helen apoyó las manos en sus hombros.
HELEN: ¿Y tienes algo para tomar?, o no te has preocupado de eso.
SANDRO: Esta mañana he ido de compras y algo tengo, pero no para ahora.
Le puso la espalda contra la pared besándola con pasión, Helen le rodeó el cuello con sus brazos respondiéndole al beso, le agarró el culo por encima de los tejanos poniéndola tensa.
SANDRO: ¿Qué te pasa?, ya no te acuerdas de hacer estas cosas.
HELEN: Cállate joder y sigue besándome.
Se engancharon en un beso apasionado, una mano le acariciaba una teta por encima de la ropa y Helen le tocaba el culo, Sandro le quitó el jersey, la camiseta y el sujetador, la besó acariciándole suavemente un pecho y bajó la cabeza lamiéndoselo y chupándole el pezón, Helen soltó aire metiendo sus dedos entre el pelo de Sandro.
HELEN: Llévame a la cama por favor.
SANDRO: Espera un poquito que no tenemos prisa.
Se arrodilló delante de ella y le desabrochó el pantalón, se lo bajó un poco y le besó encima de las braguitas, Helen lo miraba sin perderse detalle, se los acabó de bajar quitándoselos y le separó los pies, le besó un muslo, después el otro y le metió la boca en el coño por encima de las bragas oliéndoselas.
HELEN: Eres un cerdo, no sé como estoy aquí contigo.
Sandro se las bajó de un tirón abriéndole las piernas y le pegó un lengüetazo en medio del chichi.
HELEN: Aaaah, cerdo, guarro, depravado, sigue, sigue joder…
Le había levantado y abierto una pierna para llegar bien con la lengua a lamerle y succionarle el clítoris, Helen gemía con las dos manos agarrándole la cabeza a Sandro mirando al techo. Estiró de la cabeza de Sandro poniéndolo de pie, se giraron poniendo la espalda de él contra la pared como estaba ella y se arrodilló Helen desabrochándole el pantalón, Sandro se quitaba el polo y sonreía de ver a Helen perdiendo los papeles de lo caliente que estaba desabrochándole la ropa, bajándosela y abrirle los boxes agarrándole la polla.
SANDRO: Marrana, ¿qué me haces?
HELEN: Cállate coño.
Se la metió en la boca chupándosela mirándole a los ojos, él los cerraba y le devolvía la mirada confirmándole que le gustaba, se la pajeaba, chupaba y succionaba haciendo gemir a Sandro.
SANDRO: ¿Vamos a la cama cariño?
HELEN: Ahora te esperas qué estoy ocupada.
Sandro reía en medio del placer que le estaba dando Helen, se levantó sin dejar de pajearlo y se besaron, se metieron en la habitación estirándose en la cama, Helen se le subió encima agarrándole la polla, se la orientó al agujerito del coño y dejó caer el culo metiéndosela, Sandro se apoyó en los codos levantando la cabeza buscándole la boca, la besó, se miraron a los ojos. Sandro le susurraba.
SANDRO: ¿Qué me haces cariño?, pierdo la cabeza.
HELEN: Te hago el amor.
SANDRO: ¿El amor?
HELEN: Sííí, contigo no follo, te hago el amor.
Se volvieron a besar, Sandro se dejó caer y Helen siguió moviéndose, lo hacía contenta, todo iba según sus planes. Él la notaba más contenta, con más confianza, estaba ilusionado con ella, empezaba a pensar que podría ser una mujer importante en su vida. Parecía que Helen estaba a punto y él se había distraído pensando no consiguiendo excitarse lo suficiente, la giró poniéndola debajo y se movió dentro de ella bombeando a buen ritmo, Helen se excitaba cada vez más y se movía debajo de él, Sandro la penetraba con fuerza y ritmo, a ella le estaba llegando el orgasmo gimiendo fuerte, cuando se empezó a correr agarrándose a los brazos de Sandro le pegó el primer lechazo, Helen lo notó abriendo los ojos mirándolo fijamente, disfrutaba sintiendo como Sandro se vaciaba dentro de ella. Se pusieron uno al lado del otro recuperándose.
HELEN: ¿Tú estás bien conmigo?
SANDRO: Mucho, ¿por?
HELEN: Por saberlo cariño, solo quiero que estés bien.
Tomaron algo juntos y Helen se despidió acompañándola hasta la puerta.
SANDRO: Siempre que quieras podemos pasar la noche juntos aquí, solo tienes que pedírmelo.
Ella le acarició la cara besándosela y se fue. Sandro se duchó y vistió, miró la cama deshecha y pensó que tendría de contratar alguna empresa que le limpiara y ordenara el apartamento.
Fueron pasando las semanas viéndose más horas con ella, los días que Helen libraba del trabajo estaban todo el día juntos. Pocas noches dormían en la misma cama, a ella no le gustaba y prefería ir a su apartamento a dormir, a Sandro eso le tenía un poco mosqueado, le costaba entender porque no pasaba más noches con él y sobre todo porque se negaba a enseñarle donde vivía.
No dormir con Helen significaba poder dormir con Lorena, eso también le preocupaba, que Helen no fuera muy ardiente y no necesitara sexo cada día le daba la oportunidad de poder seguir teniéndolo con Lorena, pero recordaba sus palabras, “algún día tendremos que dejar de hacerlo”, por primera vez tenía la sensación que ese día podía estar llegando y le asaltaban muchas dudas, ¿podría dejar de tener sexo con Lorena, de dormir entre sus brazos?, tuvo que reconocer que tenía el corazón partido. Estaba empezando a pensar que le gustaría tener hijos y una familia, encontrar a la mujer idónea para ello y dejar de hacer el golfo como le decía Lorena.
Como mínimo un día a la semana almorzaba con su madre, hablaban de cómo iba el negocio, su trabajo y Lucrezia siempre le preguntaba sobre las chicas y si había encontrado alguna que le interesara, llegó el momento de hablarle de Helen.
SANDRO: Creo que es el momento de hablarte de alguien.
Lucrezia lo miró ilusionada.
LUCREZIA: ¿No me digas que tienes novia?
SANDRO: Es una chica por la que siento algo especial.
LUCREZIA: ¿Quién es?
SANDRO: No la conoces, es recepcionista en un hotel.
LUCREZIA: Eso ya sabes que me da igual, me gusta que te queden algunos de los valores que siempre he intentado inculcarte, ¿Cuándo me la presentarás?
SANDRO: No lo sé, no se la he presentado a nadie todavía.
LUCREZIA: ¿Tú padre no la conoce?
SANDRO: No, nadie de la familia.
LUCREZIA: Ya lo harás cuando lo creas conveniente.
Cuando volvía conduciendo pensaba que no tardaría mucho en hacerlo, si quería avanzar en la relación con Helen tenía que “oficializarla”, por eso se atrevió a hablarle a su madre de ella, era un primer paso para ir preparando el terreno.
Lorena como buena confesora de Sandro estaba al tanto de todo, ella también era consciente que estaba llegando el momento que tanto temía, era normal, Sandro tenía una edad que si quería tener familia no podía retrasarse mucho, parecía que había conocido a alguien que realmente le interesaba para poder hacerlo.
No pasó mucho tiempo que cenando en el barco con su padre se decidió a decírselo.
SANDRO: Papá, he conocido a una chica especial.
Carlo dejó de comer y le miró fijamente.
CARLO: ¿Cómo de especial?
SANDRO: Pues lo suficiente como para empezar a pensar que podría ser alguien importante.
Carlo miró a Lorena que desvió la vista seria.
CARLO: ¿Cuándo me la vas a presentar?
SANDRO: Cuando quieras.
CARLO: Tráela el viernes a cenar, tengo curiosidad por conocerla.
SANDRO: No es que tenga intención de casarme mañana mismo, todavía nos quedan pasos para conocernos mejor.
CARLO: Quedamos el viernes.
SANDRO: Vale.
El día siguiente era miércoles, eso quería decir que tenía muchas cosas que hacer. Por la mañana le envió un mensaje a Helen para que comiera algo en uno de los descansos, se verían cuando acabara el turno pero no tendrían tiempo de comer, ella se extrañó y quedaron que se lo explicaría todo cuando la fuera a buscar. Se encontraron, se dieron un beso y Sandro la agarró de la mano metiéndola en el coche.
HELEN: ¿Pero qué pasa?, todo es muy extraño hoy.
SANDRO: Helen, le he hablado a mi padre de ti, te quiere conocer el viernes cenando.
Le cambió la cara, no sabía ni que decir.
HELEN: Hostia, hostia, eso sí que no me lo esperaba, ¿Qué hacemos?
SANDRO: Helen coño, que vamos hacer, cenar con él.
HELEN: Joder, pero si no sé ni que ponerme.
SANDRO: Por eso quería quedar pronto contigo, te pido que me dejes hacer lo que tengo pensado y no protestes.
HELEN: Sandro que te conozco, ¿qué tienes pensado?
SANDRO: Decide, haces todo lo que te diga esta tarde o le digo a mi padre que ya te presentaré en otro momento, ¿No querías compromiso?
Helen asintió con la cabeza y Sandro puso el coche en marcha. La llevó a la mejor boutique que conocía, le hizo probarse diferentes vestidos y prendas que no fueran muy serias pero que tuvieran la suficiente categoría para esa noche, se decidieron por un vestido sobrio y unos zapatos a juego. Cuando salieron con las bolsas.
HELEN: Madre de Dios que precios.
SANDRO: No pienses en eso, lo importante es darle una buena impresión a mí padre. El viernes tendrías que ir por la tarde a la peluquería, que te hagan un peinado elegante y esas cosas, si no quieres que te pase a buscar por tú apartamento nos vemos en el mío y te cambias allí.
HELEN: Me parece bien, pero voy a necesitar mucho tiempo para la peluquería, será mejor que lo haga mañana, no creo que tuviera tiempo el mismo día. Nos vemos directamente el viernes, vale.
SANDRO: Por supuesto, como tú quieras.
La volvió a dejar en la puerta del hotel, él fue a dejar la compra en el apartamento para que se lo pusiera el viernes y volvió al barco. Cenó con su padre confirmando la presentación, Carlo le dijo que el mismo viernes por la mañana tendría que asistir a una reunión en la ciudad para negociar unos porcentajes de unos posibles negocios, tendría que ir solo porque él tenía una comida con unos clientes.
El jueves estuvo trabajando con su padre limando algunos detalles del negocio sobre el que tendría la reunión al día siguiente. Carlo le dijo que esa noche la pasaría fuera, había quedado para cenar y no volvería hasta el viernes después del almuerzo con los clientes, Sandro pensó que debió de quedar con alguna mujer.
Cuando su padre se fue le pidió a Lorena que cenara con él en su camarote, estuvieron hablando y riendo, aquella noche Lorena estaba guapísima, se había cambiado para cenar con él, llevaba un vestidito muy sexi con un escote que le dejaba a la vista todo el canalillo de las tetas, se había arreglado el pelo con un recogido que le sentaba genial.
SANDRO: Estás muy guapa esta noche.
LORENA: Me he vestido así para ti.
SANDRO: Que honor, muchas gracias.
Se miraron a los ojos con complicidad y siguieron cenando, cuando acabaron Sandro le ofreció una mano que Lorena le agarró, fueron a la habitación cogidos de la mano, él se puso delante pasándole las manos por la espalda rodeándole la cintura, ella le rodeó el cuello con los brazos pegándose uno al otro, bailaron agarrados al son de la música ambiental con la mano de Sandro acariciándole la espalda, Lorena le enganchaba la cara al cuello besándoselo, del cuello pasó a la cara y de la cara a la boca, eran besos tiernos y dulces sintiéndose los labios en medio de los del otro, se los chupaban y acariciaban con la lengua.
SANDRO: Dios Lorena, ¿qué pasará con nosotros?
Lorena le puso un dedo en la boca para que se callara, volvió a acercar sus labios, Sandro pensaba que sería otro dulce beso y ella le mordió un labio estirándoselo, empezó la guerra, él le atacó la boca comiéndosela, ella le abrió la camisa a lo bruto rompiéndole los botones deshaciéndose de ella, Sandro le bajó los tirantes y la cremallera del vestido dejándolo caer al suelo, Lorena le desabrochaba el pantalón con prisas, se arrodilló y se lo bajó quitándoselo, le agarró la ropa interior y de un tirón se la bajó, la polla le quedó delante apuntándole a la cara pegándole un “bocao” metiéndose la mitad en la boca, a la vez le agarraba los huevos amasándoselos, Sandro soltó el aire de gusto, Lorena se la estaba metiendo entera hasta la garganta sin parar de jugar con sus huevos, chupaba, succionaba y pajeaba poniéndolo como una moto de caliente.
Sandro la levantó apoyándola contra la pared, le metió la mano dentro de las bragas y de un tirón se las arrancó, se miraban como dos animales antes de atacarse, se comían la boca con las manos de él amasándole las tetas, ella lo pajeaba, se dio media vuelta con ella y la tiró encima de la cama, le abrió las piernas y se tiró a comerle el coño con desenfreno, con pasión, Lorena pegó un grito agarrándole la cabeza, notaba su lengua por todos lados, le lamía el culo, se la metía en la vagina, le chupaba los labios menores, colocaba la boca alrededor del clítoris succionándoselo con una fuerza que le hacía gritar y mover el cuerpo del gusto. Levantó la cabeza tirándose encima de ella, Lorena le rodeó la cintura con las piernas cruzándolas en la espalda, Sandro se agarró la polla y la dirigió metiéndosela de golpe, los dos gritaron mirándose a los ojos.
LORENA: Fuerte cariño fuerte, fóllame duro.
Sandro le daba pollazos chocando contra su coño enloquecido, Lorena hacía fuerza con sus piernas en cada penetrada sin parar de gritar, los dos sudaban resbalando sus cuerpos, ella se agarró con fuerza al cuello de Sandro poniendo los ojos en blanco, él le mordió el cuello y se corrieron a la vez, le inundó el coño de leche y fueron parando lentamente, apaciguando a las fieras en que se habían convertido, dejando que fuera decayendo la pasión del momento. Se pusieron de lado.
SANDRO: ¿Te ha gustado?
LORENA: Ha sido maravilloso como siempre.
Lorena le cogió la cabeza apoyándole la cara en su pecho, él le rodeo el cuerpo con un brazo besándole un pezón cerrando los ojos.
LORENA: Descansa cariño, descansa.
Sandro se durmió y Lorena lloró en silencio por la impotencia de no poder decirle lo que sentía, lo enamorada que estaba y lo que llegaba a quererlo desde hacía mucho tiempo.