Jet Set (1)

Una estrellada noche de agosto en la Riviera Francesa se celebra el acontecimiento más importante del año en el casino...

Una estrellada noche de agosto en la Riviera Francesa se celebra el acontecimiento más importante del año en el casino, muchas de las fortunas más grandes del mundo se reunían en una fiesta donde se podían ver las caras más conocidas de la jet set, decenas de fotógrafos esperaban en la puerta detrás de unas cuerdas de seguridad para enviar a sus revistas las últimas fotografías de las caras conocidas del papel cuché.

Ese día en las mesas de la ruleta se jugaban las cantidades de dinero más altas de todo el año, los límites de las apuestas se subían a petición del jugador dando el visto bueno el jefe de sala.

Una mesa en el centro acaparaba las miradas, uno de los jugadores tranquilamente sentado había apostado cuarenta mil euros a final tres, es decir, había apostado en el, 3, 13, 23, 33, diez mil en cada número. Fue parando la bola, rebotó varías veces entre dos números y salió el 23, algunos gritos de admiración retumbaron en la sala, el crupier contó las fichas y arrastrándolas con el rastrillo le acercó las ganancias al joven que había hecho la apuesta, trescientos cincuenta mil euros en fichas que sin pensarlo en la siguiente jugada las volvió a apostar a los mismos números, ochenta y siete mil quinientos en cada número, algunas personas más se fueron acercando, alguien iba a ser valiente esa noche. El crupier dijo, “no va más”, las apuestas se pararon y la ruleta volvió a girar, todos los ojos miraban la bolita como daba vueltas, el joven apostador se distraía mirando algunas de las caras femeninas más bonitas de la noche sin prestarle mucha atención al juego, la bola fue perdiendo velocidad, rebotó y se paró en el 3, esta vez el grito fue más extenso y más fuerte, había ganado algo más de tres millones de euros.

Le estaban colocando las fichas delante mientras él notaba como le tocaban el hombro felicitándolo, algunas voces de chicas intentaban que les prestara atención. Sin inmutarse volvió a repartir las fichas por los mismos números, más de setecientos sesenta y cinco mil euros en cada número, él crupier miró al jefe de sala para saber si podía aceptar la apuesta, era la más alta que se había hecho en el casino desde que existía, si volvía a acertar con esa cantidad el premio sería de casi veintisiete millones de euros, el jefe de sala hablaba por un walki pidiendo permiso, le hizo una señal de confirmación al crupier, la actividad del casino se paró, la gente se levantó para rodear aquella mesa tan excepcional, las fichas se amontonaban en las casillas, algunas personas aprovecharon para hacer sus apuestas imitándolo, se escuchó el “no va más” y se hizo el silencio.

La bola giraba y todos estaban expectantes, muchas mujeres enfundadas en carísimos vestidos largos de los mejores diseñadores, con sus relucientes joyas y con sus copas de champagne en la mano se dejaban ver, era el día perfecto para demostrarle a todos lo bien que se conservaban y como habían mejorado su cuerpo con las operaciones del último año, otro grupo más joven lucían figura envidiables buscando esa pareja que estuviera a la altura de sus expectativas y las de sus millonarios padres.

Muchos pares de ojos seguían la bola, el crupier miraba al jefe y este se apartaba la camisa del cuello nervioso, podía ser una noche histórica en pérdidas del casino si ese tío tenía la suerte de volver a acertar. La ruleta bajaba la velocidad, la gente cada vez se apretujaba más para verlo, la bola fue rebotando de un lado para otro, la ruleta se paró del todo y la bola seguía dando saltitos sin pararse, rebotó en él número trece dos veces seguidas, se empezaba a oír algún grito de sorpresa, parecía que se iba a parar definitivamente y dio un último saltito colocándose en el número de al lado, el veintisiete, un gran “¡ooh!” de decepción de los asistentes retumbó, el jefe de sala cerró los ojos respirando profundamente, el crupier estaba alucinado de lo cerca que lo tuvo para dejar al casino en paños menores.

La gente se fue separando de la mesa, el espectáculo se había acabado. Alessandro, el apostador, al que todos llamaban Sandro, se levantó tranquilamente sin inmutarse de su silla, como si hubiera perdido un céntimo de euro, caminó hasta la barra y le pidió un buen whisky escocés al camarero, apareció detrás suyo el jefe de sala, llamó al camarero para decirle que Sandro estaba invitado por la casa a todo lo que tomara, le estrechó la mano saludándolo, era un buen clientes desde hacía años y anteriormente lo fue su padre, aquella noche había estado a punto de reventar la banca, que menos que invitarlo pensando en la suerte que habían tenido de que la bolita saltara en el último momento. El camarero puso una servilleta posavasos y un vaso encima, le sirvió una buena cantidad y dejó la botella a mano, sabía que volvería a repetir.

Le dio un primer sorbito al whisky saboreándolo en su boca y lo dejó caer por la garganta, alguien le tocó, una morenaza espectacular se puso a su lado sin quitarle la mano del hombro.

MORENAZA: Bonito espectáculo, nos has amenizado la noche.

Sandro daba un segundo trago, de un golpe de vista sabía, que el bonito vestido negro de noche que llevaba la señorita con un escote que dejaba entrever unas tetas espectaculares y toda la espalda descubierta, no era de ningún diseñador de alta costura, los zapatos a juego estaban bien y no eran baratos, pero no lo suficientemente caros, la gargantilla y la pulsera eran bisutería, muy bien trabajada, pero no eran lo que querían aparentar.

SANDRO: ¿Cuánto?

La morena le miró los ojos, le llamó la atención el comentario tan directo.

MORENA: Dos mil.

SANDRO: Mil.

MORENA: Mil quinientos, ni para ti, ni para mí.

SANDRO: Mil trescientos como máximo.

La chica le miraba a los ojos pensando, le pareció un tío muy interesante.

MORENA: Mil trescientos y una copa.

Sandro le puso una mano en la cintura atrayéndola hacía él besándole los labios, ella pasó la mano del hombro a su espalda, el camarero les miraba de reojo con una sonrisilla.

SANDRO: De acuerdo.

Le hizo un gesto al camarero y la morena le pidió un bloody mary.

SANDRO: Tú ya sabes cómo me llamo, ¿cómo te llamo a ti?

MORENA: Cómo quieras, puedes escoger el nombre o decirte uno falso.

Sandro sonrió, la chica era clara y no se iba por las ramas.

SANDRO: Lady me gusta.

LADY: ¿Es porque te gusta su música?

SANDRO: ¿O porque es lo primero que me ha venido a la cabeza?

Rieron, hablaron un rato mientras se acababan las copas y se fueron, el camarero guardó la botella en su sitio con una sonrisa, aquella noche no le serviría más whisky a Sandro, subieron en ascensor a la suite presidencial que cada año reservaba su padre antes y ahora lo hacía él, siempre acababa follando con alguna belleza de padres millonarios que se había aburrido de buscar su pareja ideal, aquella noche se dio el gustazo de hacerlo con una espectacular profesional.

Entraron en la suite, Lady dejó el bolsito encima de una mesa, Sandro le cogió una mano llevándola al centro de un gran salón, le acarició la cara suavemente, ella le miraba los ojos con una sonrisa a la vez que le quitaba la americana dejándola encima de un sillón, se besaron, Sandro le acariciaba la espalda pasando la mano a la parte delantera rozándole con el reverso el pezón de una teta, separaron los labios y se sonrieron, con un dedo de cada mano le apartó los tirantes de los hombros dejando caer el vestido, delante de sus ojos tenía un cuerpo desnudo perfectamente esculpido totalmente depilado.

Lady le fue desabrochando la camisa con una sonrisa.

SANDRO: ¿Ahorras en bragas, o es que el sueldo no te llega para comprarte?

Lady soltó una carcajada sin parar de desabrocharle los botones de la camisa.

LADY: Para que perder el tiempo en bajarlas.

Lady le acabó de quitar la camisa, se fijó en sus hombros, pecho y abdominales, debía ir al gimnasio pero no asiduamente como ella, pero todo estaba compensado pensó, él era unos cuatro dedos más alto que ella, entre rubio y castaño con unos ojos verdes muy bonitos, piel morena por lo que se podía entender que pasaba horas al sol bronceándose, si se podía permitir reventarse el dinero como lo hizo en la ruleta y una suite como aquella es que le sobraba, y mucho. Tenía toda la pinta de ser un buen “viva la virgen”, ese podía tener a la tía que le diera la gana y estaba con ella esa noche, lo que le sorprendió es que teniendo tanto dinero negociara el precio a la baja como lo hizo.

Sandro se acabó de desnudar mirándola con deseo, la estiró en un sofá, la besó, bajó su cabeza a las tetas para comérselas y acariciarlas sin prisas, se notaba que tenía experiencia con las mujeres, le ponía una punta de pasión controlada sabiendo muy bien lo que hacía, Lady jadeaba apoyando la mano en su cabeza enredando sus dedos en el pelo, pensaba que aquella noche pegaría un polvazo y encima ganaría dinero, aquel tipo sabía lo que hacía.

Sandro echó el cuerpo más atrás separándole las piernas, le besó y lamió el muslo subiendo por su interior, Lady seguía con la mano en su cabeza acariciándosela, le empezó a comer el coño y dio un gemido cerrando los ojos, pensó que se lo hacía bien, muy bien si lo comparaba con otros tíos que no sabían si se comían un coño o chupaban un helado, él sabía donde lamer y presionar, la estaba poniendo caliente.

Sandro la tenía a punto, se puso rápidamente y con destreza un condón, la agarró por el culo y la levantó, Lady rodeó con sus piernas su cintura, él caminó con ella encima, le metió la polla en el coño de un golpe y la empotró contra la pared sacándole un grito de placer tremendo, después la fue follando lentamente, ella se sujetaba con fuerza con las piernas a su alrededor y con sus brazos pasándoselos por el cuello, aumentaba el ritmo de las penetraciones, Lady lo abrazaba más fuerte colocando su cabeza al lado de la suya sin dejar de gemir y gritar, sentía el rozar de su polla en su interior, como sus flujos la hacían resbalar, sus gemidos en su oído y el tacto de sus manos agarrándola fuerte por el culo le hacían estar a punto de estallar, y estalló, un fuerte orgasmo se apoderó de ella, abrió la boca y cerró los ojos corriéndose, él la seguía penetrando a un ritmo lento y acompasado que le alargaba el orgasmo, cuando acabó jadeando él le besó la frente mirándola con ternura.

Sandro la separó de la pared y fue caminando con ella en la misma posición llevándola a la habitación estirándose en la cama, le quitó los zapatos y se deshizo del condón, Lady le acariciaba la cara y se miraban a los ojos, bajó su cabeza y le fue a buscar la polla metiéndosela en la boca, la agarró con firmeza, le pasó la lengua varias veces rodeando el glande, Sandro respiró profundo, aquella lengua sabía moverse, vio como se la iba metiendo más profundamente poco a poco llegando a metérsela entera, notaba como la punta le tocaba la garganta y le había desaparecido la polla dentro de su boca, los labios se la apretaban en la base, de golpe se la sacó dando una bocanada de aire, la tenía toda mojada de saliva, Lady la tocó con la punta de la lengua separándola dejando un hilo de saliva entre la polla y su lengua, reía mirándole a los ojos, él le devolvía la sonrisa, se la volvió a meter hasta el fondo levantándole el culo a Sandro de la cama del gusto, Lady se pasó la mano por la boca para secársela y se sentó encima de él, le agarró la polla, le puso un condón y levantando el culo se la apuntó en el agujero del coño dejándose caer ensartándose, los dos gimieron, se miraron a los ojos y entendieron que ahora empezaba la pasión de verdad, Lady se movía encima cabalgándolo con sensualidad, Sandro le acariciaba el culo y las tetas, fue aumentando el ritmo de sus movimientos y él lo seguía moviendo su cintura acompañándola, se dejó caer encima metiéndole la lengua en la boca, él la aceptó con pasión, seguían moviendo las caderas follándose.

Sandro se daba cuenta que el comportamiento de aquella chica no era el típico de las prostitutas, dudaba si es que ella trabajaba así o es que se estaba dejando llevar por la pasión.

Se dio la vuelta dejándola debajo, ella abrió las piernas y él la follaba moviéndose encima, Lady le agarró por el culo apretándoselo, le estaba volviendo a subir otro orgasmo, sabía moverse, cuando acelerar y cuando templar llevándola a la locura, se volvió a correr clavándole las uñas en la espalda. Se estiraron uno al lado del otro mirándose a los ojos, ella pensó en la cantidad de tías que debía de haberse follado aquel hombre para controlar de esa manera. Sandro le sonreía.

SANDRO: ¿Te lo pasas bien?

Lady se percató de que él se había dado cuenta que estaba perdiendo la cabeza dejándose ir y lo estaba disfrutando.

LADY: Se supone que quién tiene que pasárselo bien eres tú.

SANDRO: Me gusta que el placer sea mutuo, sino es como si faltara una mitad y no se acaba de redondear.

LADY: Pues te aseguro que mi mitad no falta.

Sandro le miraba los ojos comprobando que decía la verdad, Lady se incorporó besándolo agarrándole la polla haciéndole una paja, él le metía un dedo por el medio del coño comprobando que estaba mojada. La giró poniéndola a cuatro patas, la acercó al borde de la cama y él se puso de pie fuera, se la metió de un golpe seco, Lady gritó del calambrazo que le dio todo el cuerpo de placer, se sujetaba con las manos en la cama mientras él la penetraba con fuerza chocando contra su culo, el cuerpo se le movía en cada embestida de su amante, le volvía a subir el calor, se tensaba, arqueaba la espalda, apretaba las manos agarrando las sabanas, levantaba la cabeza y se le ponían los ojos en blanco volviendo a gritar de gusto corriéndose, Sandro había estado aguantando gimiendo hasta donde había podido, ver aquel cuerpo tan espectacular moverse, tensarse y volver a sentir los gritos empezando a correrse le hizo explotar, llenaba el condón de leche gritando los dos de placer.

Se quedaron quietos jadeando, ella con la cabeza baja cerrando los ojos recuperándose, él acariciándole la parte baja de la espalda y el culo. Se la sacó, le hizo un nudo al condón y fue a tirarlo a la papelera del cuarto de baño, se metió en la ducha, entró ella y Sandro la cogió de la mano metiéndola con él, se ducharon juntos sin que ella se mojara el pelo, tendría mucho trabajo para secárselo después y no era buena idea. Cuando se estaban secando el cuerpo.

SANDRO: ¿Te quedarás a dormir?

LADY: Has pagado por toda la noche.

Se sonrieron y se metieron en la cama desnudos.

Al día siguiente se despertó Lady sola en la cama, escuchó ruido fuera, se levantó, entró al cuarto de baño y se arregló un poco el pelo, se puso los zapatos que estaban al lado de la cama y salió al salón, Sandro estaba de pie con unos pantalones diferentes a los de la noche anterior y sin nada en la parte de arriba, miraba la televisión sujetando el mando en la mano, giró la cabeza para observarla, una belleza muy morena con los ojos oscuros en pelotas y con unos taconazos puestos cruzaba el salón buscando su vestido.

SANDRO: Que bonitas vistas tiene este hotel por la mañana.

Lady reía poniéndose el vestido, le miró a los ojos y él le hizo una señal con la cabeza indicándole una mesita donde había un sobre, lo cogió con una sonrisilla abriéndolo contando, dos billete de quinientos y tres de cien. Le miró confirmando con la cabeza que estaba bien.

SANDRO: En el cajón tienes la propina.

Lady abrió un cajoncito de la parte delantera de la mesa, y había otro sobre con “Propina” escrito a mano, lo cogió y lo abrió, contó setecientos euros más, se sorprendió.

LADY: ¿Me vas a pagar lo que te pedí al principio, entonces para que tanta negociación?

SANDRO: Por la emoción, y saber hasta dónde serías capaz de rebajar el precio.

Lady cogió el bolso de encima de otra mesa y metió los dos sobres dentro, pasó por el lado de Sandro y le acarició la cara despidiéndose.

SANDRO: ¿No te quieres quedar a desayunar?, lo suben ahora.

LADY: No gracias, tengo cosas que hacer, se feliz.

Salió al pasillo cerrando la puerta caminando en busca del ascensor, le he dicho “se feliz”, madre mía, si este tío no es feliz es para darle una paliza, pensó.

Sandro siguió mirando la tele apuntando con el mando subiendo el volumen, estaban dando las noticias, un magnate del petróleo, Carlo T… se había divorciado de su mujer, se veían imágenes de la ex pareja saliendo del juzgado, levantó las cejas mirando fijamente el televisor, en ese momento llamó el camarero a la puerta con el desayuno.

Después de desayunar bajó a la planta baja del hotel, su amigo Adriano lo esperaba sentado leyendo la prensa, Sandro se dirigió a la recepción con una bolsa en la mano donde llevaba cuatro cosas personales y el traje de la noche anterior, el jefe de recepción salió a saludarlo, al darle la mano le dejó un par de billetes. Estaba sacando la tarjeta de crédito para pagar y miró a la recepcionista, unos ojos preciosos de color azul con una melena rubia sujeta por detrás con una cola de caballo le estaban sonriendo de manera muy profesional, “Helen”, pudo leer en una chapita que llevaba enganchada en la camisa un poco torcida por el volumen de las tetas, la volvió a mirar a los ojos.

HELEN: Buenos días, ¿desea algo el señor?

SANDRO: Buenos días Helen, quiero pagar la habitación, ¿eres nueva, no te había visto nunca?

Helen tecleaba en el ordenador.

HELEN: No señor, llevo tres meses trabajando en el hotel.

SANDRO: Así, si que eres nueva.

Helen le dejó encima del mostrador la factura, él sin mirársela le enseñó la tarjeta de crédito, ella le acercó el datáfono, cuando salió el papelito ella lo cortó grapándolo a la factura metiéndola en un sobre, estiró el brazo entregándoselo, el metió la mano en la bolsa y sacó otro sobre, cogió el que la chica le ofrecía y dejó el suyo encima del mostrador.

SANDRO: Este es para usted, ha sido muy amable.

La chica con un dedo levantó la solapa y vio un fajo de billetes dentro.

HELEN: Gracias señor, pero no puedo aceptarlo.

Sandro se sorprendió, nunca se había encontrado en aquella situación, todo el mundo recogía el sobre con una sonrisa.

SANDRO: Es para ti, una propina.

HELEN: Perdone, pero es que hay demasiado dinero para ser una propina.

Sandro entendió que la chica se sentía que la estaban comprando y debía de tener unos buenos principios, recogió el sobre y le ofreció la mano para estrechársela, la recepcionista extendió la suya, como haciendo magia al darle la mano le colocó un billete doblado de cien euros, la chica lo miró, cuando reaccionó para decirle que no lo quería Sandro salía por la puerta acompañado de su amigo sonriéndole, Helen le devolvió la sonrisa, luego pensó que era tonta negándose a cogerle el sobre.

ADRIANO: ¿Le has hecho el truquito de la mano?

SANDRO (riendo): Sííí.

ADRIANO: Es guapa la chica.

SANDRO: Guapa es poco, tú no te la has mirado bien.

ADRIANO: Sí que la he mirado, pero es que una recepcionista, buff, las prefiero más pijas como la que ha pasado la noche conmigo, no paraba de hablarme de modelitos y tonterías, hasta que no me ha chupado la polla no se ha callado la cabrona.

Sandro sonreía pensando que su amigo era idiota, se subieron en un Aston Martin, Sandro apretó el acelerador saliendo de allí rugiendo el motor del coche. Acompañó a su amigo donde vivía con sus padres y volvió a la ciudad disfrutando de la conducción.

Estacionó el coche en el puerto, hizo que el motor rugiera un par de veces y lo paró. Una lancha le estaba esperando, le pasó la bolsa a un marinero y la embarcación salió dejando una estela detrás de ella llevando a Sandro hasta un yate enorme en medio de la bahía, tan grande que no había amarre con el suficiente espacio en el puerto.