Jesús y David
David lleva años enamorado de Jesús, por fin se le presenta la ocasión de declararse, aunque no tiene muchas esperanzas.
Por fin había llegado,¡¡¡ hoy me gradúo al fin!!!
No puedo más con estos nervios, apenas he comido y mi madre me está atacando yendo de un lado a otro preparándome la ropa para la ceremonia.
Aparte de por la graduación, era también un día especial por otra cosa. Jesús se quedaría a dormir en mi casa. Es de un pueblo cercano y no tiene donde quedarse así que le ofrecí quedarse en mi casa. Espero echar suficiente valor para entrarle…no puedo estar más enamorado de él.
Jesús es el tipo de tío con el que quieres estar siempre atento, cariñoso, gracioso… y encima es moreno y con unos ojazos verdes. ¿Qué se puede pedir más? Que fuese gay, es lo único que le falta.
A las 20 H empezó la ceremonia en el teatro. Mi compañera me decía que aflojase que de los tirones que le daba no me podía seguir el ritmo. Que se joda, nunca me cayó bien.
Después de la ceremonia y la entrega de orlas nos fuimos de cena y de fiesta. Yo no había bebido mucho pero Jesús llevaba una buena cogorza. Perfecto.
En cuanto llegamos a casa nos tiramos cada uno en una cama, una suerte eso de tener literas y nos pusimos a comentar la noche: que si esta es una guarra, que vaya el profesor de Filosofía que borrachera llevaba…
En un momento se me quedó mirando y me sonrió, no sé como ocurrió pero nos fuimos acercando y le besé. Me esperaba que se apartara, pero para mi sorpresa, me correspondió.
No había probado nunca unos labios tan dulces, Jesús era un experto besando me encantaba y cuando me mordía el labio me ponía a 100. Fue entonces cuando se separó y me miró con esos ojazos mordiéndose el labio inferior diciéndome: “¿Solo vamos a hacer esto?”. Acto seguido se tiró a mi cuello y nos fuimos desnudando poco a poco.
Él fue bajando poco a poco, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, hasta llegar a mis pantalones me los bajó y empezó a sobarme el paquete poco a poco, hasta dejar mi polla al descubierto. Después de mirar y sonreírme pasó la lengua por todo el tronco y fue subiendo poco a poco hasta llegar al capullo, despacio haciéndome morir de placer la introdujo en su boca y empezó una mamada bestial, hasta el punto de que creía que no aguantaba más, así que lo alcé y lo besé diciéndole que ahora me tocaba a mí.
Aunque estaba deseando comerme todo su cuerpo fui poco a poco descendiendo desde el pecho hasta las piernas evitando la entrepierna haciéndolo impacientarse. No podía evitarlo me encantaba la suavidad de su piel. Cuando llegué a sus pies empecé a subir igual de lentamente, hasta que al llegar prácticamente le arranqué los calzoncillos y dejé su verga al aire. Aquí no iba a ir nada de lento, mi deseo podía más, así que directamente me la metí en la boca, haciéndole gemir de placer, algo que era música para mis oídos. La recorrí toda con mi lengua chupando con fuerza el glande, lo llevé al séptimo cielo. Lo besé al terminar, me encantaba como olía a pesar de haber estado toda la noche de fiesta.
Me miró y me dijo que aún no habíamos terminado, dándose la vuelta y ofreciéndome ese culo redondo y duro que tiene. Le dije que si estaba seguro y dijo que si, así que le metí un dedo y luego dos para dilatarlo. No paraba de gemir hasta que me suplicó que se la metiese, no aguantaba más. Así que eso hice, empecé poco a poco, notaba en su cara que le estaba doliendo, así que empecé a darle flojito. Cuando en su cara empezó a verse el placer aumenté el ritmo, me encantaba tenerlo delante de mí a 4 patas, pero prefería verle la cara así que le dije que se pusiese encima de mí y me cabalgase cosa que aceptó encantado. Jesús no dejaba de gemir estaba desatado y además no paraba de botar mientras se pajeaba, para mí era increíble.
Cuando me dijo que no aguantaba más se la saque y ya que estaba yo quería probar esa experiencia también así que le ofrecí un condón y empezó a dilatarme el culo mientras me besaba. Era algo raro, pero placentero al principio dolía pero después gustaba. Después de eso me puse de lado y él detrás de mí me la empezó a meter poco a poco. ¡¡¡DIOS COMO DOLÍA!!! Parecía que me estaba atravesando una espada de fuego, pero aguanté hasta que me adapté a pesar de que Jesús decía que podía parar si se lo pedía. Yo no quería eso, quería que me follase. Cuando empezó a bombear sentía dolor, mucho dolor, pero la sensación fue cambiando, me entraban oleadas de placer, hasta que el dolor desapareció convirtiéndose en algo increíble. Después de eso me puse a cuatro patas y me folló mientras decía “Me encanta tu culo David” y me daba algún azote, yo estaba a mil.
Se puso encima mía y nos miramos cara a cara con una sonrisa mientras me follaba lentamente, le besé como nunca había besado a nadie y le dije que le quería a lo que el respondió diciéndome que también sentía lo mismo por mi y no me dejaría nunca.
Yo no aguantaba más así que empecé a pajearme frenéticamente hasta que exploté llenándome todo el pecho, al correrme apreté el culo haciendo que Jesús aullara de placer, lo que hizo que se quitase el condón corriendo y eyaculase encima de mí también.
Me empezó a besar diciéndome que era la mejor noche de su vida y que me… que me…
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Abrí los ojos repentinamente, no había pasado nada, no le había entrado a Jesús, estaba durmiendo a mi lado roncando plácidamente, no había hecho el amor con él, todo había sido un sueño, un maldito sueño.
Entonces comprendí que Jesús nunca sería mío, que no le gusto ni le gustaré, porque él no es gay ni nunca lo será. Así que lo único que pude hacer es acariciarle la mejilla y decirle que le quería, mientras una lágrima de dolor recorría mi cara lentamente, siguiéndole decenas de ellas, hasta que me dormí extenuado, cansado y sin esperanzas.