[Jessica] Cumpliendo el trato. 3º Día. (Parte 7)
Último día de mi trato con Fabio. Haré que se lo pase bien, pero yo también quiero algo nuevo.
Me desperté bastante tarde, y cuando busqué a Fabio, lo encontré aun durmiendo. Por lo que en silencio me levanté del sofá y fui a la cocina a por algo de comida. Dentro de la casa hacia bastante calor, al igual que fuera de ella. El sol brillaba en lo alto del cielo, sin una sola nube que lo molestara. Le di un trago al tetrabrik de leche, y agradecí la sensación refrescante. Lo tenía decidido, un bañito antes de la comida me sentaría de lujo, por lo que subí al cuarto a por un bikini y bajé a la piscina en la cual me zambullí.
Deje que el agua tibia, me refrescara, con el contraste de afuera y me relajé, flotando sobre el agua. Al rato, escuché la voz de Fabio.
-¡Jessy! ¿Qué quieres para comer?- Me preguntó desde la puerta, por la cual se salía al jardín.
-Pasta.- Le respondí sin cambiar de posición.
Fabio volvió a introducirse en la casa y yo, me salí de la piscina para tumbarme en una tumbona. Me quité el sujetador del bikini, y dejé que el sol tostara mi piel. Cuando me estaba volviendo a quedar dormida, Fabio volvió a gritarme.
-¡La comida!- Esta vez lo escuché más alejado, ya que seguía dentro de la cocina.
Con tranquilidad y pereza, me levanté, y poniéndome la parte de arriba del bikini, volví a dentro de la casa. Fabio me esperaba en la cocina con dos enormes platos de macarrones con tomate y carne picada. Me relamí los labios, y Fabio sonrió.
-Que aproveche.- Dijo, sentándose frente a su plato.
-Igualmente.- Contesté yo, sentándome frente a mi plato y empezando a comer.
-Hoy es el último día…- Dijo con tristeza, Fabio, sin dejar de comer.
-Lo sé. Por eso tengo algunas ideas pensadas, jiji…- Le contesté, con una sonrisa pícara.
-¿El qué?- Preguntó dejando de comer y mirándome expectante.
-Aaaaa… Todo se verá si se puede. Pero si confías en mí, quédate en la piscina.- Fue mi única contestación, cosa que no convenció a Fabio, que se pasó el resto de la comida tratando de sonsacarme más información.
Yo no satisface su curiosidad, y tras agradecerle la comida me subí a mi cuarto. Una vez allí empecé a maquinar la sorpresa que quería darle. Obviamente, no solo disfrutaría él de la sorpresa.
A media tarde, recibí una llamada de Noe, diciéndome que llegaría sobre las 11:30 de la noche, ya que quería aprovechar más el tiempo, sobre todo tras saber que nuestros padres regresarían el lunes. Por lo que Fabio yo tendrías hasta las 11:30 más o menos, para terminar bien el fin de semana.
A media tarde, miré por la ventana de mi cuarto y vi a Fabio, en la piscina revoloteando bastante aburrido. Pero por suerte para él, no sabía que en menos de cinco minutos, la cosa iba a cambiar. Tal como había quedado, a las 6 de la tarde sonó el timbre y dado que Fabio estaba en la piscina fui yo a abrir la puerta. Aunque por si acaso no era la visita que yo esperaba, me puse unos shorts verdes y una camiseta de tirantes blanca. Tras la puerta esperaba Mara, con una minifalda con volates de color azul y una camiseta de un solo tirante de color rosa, acompañados por unas chancletas.
-Hola.- Saludo, Mara con una sonrisa.
-Hola, guapa.- Le saludé yo, dándole dos besos.- Pasa.- Le ofrecí, dejándole hueco para que entrara en casa. -¿Vienes con ganas?- Le pregunté en tono picante.
-Ya te digo.- Contestó ella. -Pero, ¿Cómo lo vamos a hacer?- Preguntó.
-Vamos a mi cuarto y te cuento todo el plan.- Le dije, y ella me siguió a mi cuarto, donde le conté todo lo que tenía pensado.
Serían las ocho de la tarde y el sol ya comenzaba a desaparecer, tiñéndose el cielo de un color anaranjado. Pero no por ello el calor descendió. Tal y como esperaba, Fabio se mantenía en la piscina aburrido, confiando en mí. Y entonces, Mara y yo, bajamos de mi cuarto, con dos toallas y en bikini. Yo mantenía el bikini azul de la mañana y Mara se había traído un bikini amarillo muy sexy, de braguita y sujetador.
Cuando Fabio me vio aparecer en el jardín, estuvo a punto de reprocharme algo, pero al ver a Mara se calló. Sus ojos bailaban desde los míos, hasta el cuerpo de Mara y vuelta.
-Me voy a dar un baño.- Nos dijo Mara, en cuanto dejamos las toallas en la tumbona y tras saludar a Fabio, dejándonos solos a Fabio y a mí.
-¿Te gusta mi sorpresa?- Le pregunté mirando a Mara zambullirse en el agua.
-¿De verdad?- Preguntó mirándome con los ojos abiertos.
-Con varias condiciones.- Le avisé. -Ni una sola palabra a nadie. Como si nunca lo hubiéramos hecho.- Le dije medio amenazante. -Y ya que este fin de semana es para los dos, yo tendré mi propia sorpresa más tarde, ¿Entendido?- Finalicé.
-Más claro… Agua.- Rio, Fabio volviendo la mirada a Mara.
-Lo único se me ha olvidado decirte una cosa.- Le dije llamándole la atención. -Ella no está enterada del plan, asique… Tendrás que “ligártela”.- Aquello ultimo sorprendió a Fabio que pensaba que las cosas serían más fáciles. -Pero bueno, enseñándole ese pedazo de polla, no tendrás problemas.- Le sorprendí, acariciando su bulto a través del bañador.
-Jessy… ¿Qué te puede ver?- Trato de zafarse de mí, pero yo mantuve mi mano masajeando su miembro. Aquello casi se estaba convirtiendo casi en una masturbación, cuando paré de golpe.
-Vamos a cenar unas pizzas. Voy a llamar para que nos las traigan.- Le avisé levantándome y contoneándome para excitarlo un poco más. -Suerte.- Le dije, guiñándole un ojo, mientras me levantaba y me volvía a casa.
Una vez dentro de casa, cogí el teléfono y marque el número de la pizzería. La voz de una joven me sonó al otro lado.
-Buenos tardes, le atiende, Isabel. ¿Qué desea?- Me preguntó la chica.
-Hola, si mira, pues… Me gustaría que, si pudiera ser me trajeran tres pizzas medianas.- Le expliqué.
-Muy bien. Dígame nombre y dirección, primero, por favor.- Me pidió.
-Jessica. Y vivó en la c/Alejandro Lopez*, en la casa 35.- Le dije.
-Bien.- Dijo la chica mientras apuntaba los datos. -¿Y de que quería las pizzas?
-Pues una de jamón y queso, otra de barbacoa y la última… carbonara.- Le dije, mientras la escuchaba teclear el pedido.
-Muy bien, pues en veinticinco o treinta minutos estará allí.- Me aviso la chica. Ambas colgamos y yo me preparé para volver al jardín, cuando antes de salir me percaté que Fabio se acercaba a la piscina donde Mara aún seguía nadando. Sin hacer ruido y sin que me vieran salí de la casa y me escondí tras unos arbustos cerca de la piscina, desde donde podía verles y oírles.
-Hola Tamara.- Saludo, Fabio un poco tímido, metiéndose en el agua por la escalera.
-Hola Fabio.- Respondió Mara con una sonrisa.
-Se está bien en el agua, ¿Eh?- Le preguntó, metiéndose hasta el cuello.
-Ya lo creo.- Contestó Mara. -Pero se estaría mejor desnuda… Con este calorcito…- Rio Mara, moviéndose por el agua.
-Por mí no te cortes.- Dejo caer Fabio, para después sumergirse en el agua, y emerger en el otro lado de la piscina, lejos de Mara.
-Pero eres el hermano pequeño de mi amiga.- Contestó Mara, dramatizando un poco.
-¿Y? ¿Tienes miedo de que te vea desnuda?- Le picó Fabio.
-No… bueno, qué más da… De perdidos al rio.- Dijo Mara, quitándose la parte superior del bikini y tirándolo cerca de las tumbonas. -Aaaah… Que gusto no tener que aguatar el peso de las tetas.- Comentó Mara, relajando su cuerpo.
Desde mi posición pude ver como Fabio trataba de ver los pechos de Mara. Pero tengo que admitir, que se la había jugado bien, para que este empezara a desnudarse sola.
-Pensaba que te ibas a desnudar entera…- Dejo caer Fabio, como si no le importara.
-Tú lo quieres es verme desnuda, listillo.- Le contestó a Fabio, sorprendiéndolo porque le había pillado. -Y encima sin enseñar tu, jajaja… Que morro tiene el niño.
-Así que te desnudaras, si yo también lo hago, ¿Verdad?- Preguntó Fabio. Mara, respondió afirmativamente con la cabeza. -Qué mala amiga, tratando de ver desnudo al hermano pequeño de tu amiga.- Le reprochó Fabio.
-Como si tú no quisieras verme.- Le contestó Mara.
Ahí sí que le había pillado a Fabio. Podía ver a los dos realmente excitados, en aquel juego, tratando de conseguir desnudar al otro. Y la verdad es que yo también estaba empezando a encenderme.
-Bueno, pues si yo me quito el bañador, tú te quitas la parte de abajo, ¿De acuerdo?- Propuso Fabio, aceptando su “derrota” en aquel juego.
-Está bien, pero tu primero.- Aceptó Mara.
Ambas pudimos notar como Fabio, desataba su bañador, y se lo quitaba, para después lanzarlo hacia las tumbonas. Pero para nuestra sorpresa, a través del agua, aunque de normal no podríamos a ver visto su miembro, en su lugar, se veía una mancha oscura.
-¿Qué es eso? ¿Por qué no estas desnudo?- Preguntó Mara, algo mosqueada.
-Habíamos quedado en quitarme el bañador, no el bóxer.- Rio, Fabio, sintiéndose ganador.
-Eso es trampa.- Se enfadó Mara, y se giró hacia mi dándole la espalda a Fabio.
-Está bien, está bien.- Se rindió Fabio, mientras veía como se deshacía de sus bóxer, mientras Mara sonreía pícaramente. Y para sorpresa de Fabio, incluso mía, Mara se salió de la piscina sin quitarse las braguitas de su bikini, y se fue directa hasta la tumbona ante la atónita mirada de Fabio.
-Pero… ¿Me haces desnudarme y luego no lo vas a hacer tu?- Preguntó indignado.
-Si quieres verme desnuda…. Hazlo tú mismo.- Le provocó Mara desde la tumbona sin mirarle.
Fabio dudo en un principio, pero finalmente salió de la piscina, decidido y completamente desnudo. Su miembro se mantenía tieso entre sus piernas. No pude más que relamerme los labios, ante aquélla visión. Por su parte Fabio, a medida que avanzaba y se acercaba a Mara, que no le hacía ningún caso, iba disminuyendo la velocidad y perdiendo cierta confianza. Cuando se detuvo a su lado, parecía dudar de si seguir con aquello.
-¿Te ha entrado miedo, pequeño?- Se mofó Mara, tratando de provocarle.
-No.- Y como si aquello hubiese servido para darle energía a Fabio, este se agachó y llevó sus manos hasta las caderas de Mara. Agarró las braguitas y tiró de ellas hacia abajo. Mara, más que oponerse, le ayudó a Fabio en su tarea, y cuando la parte baja del bikini tocaba el césped, Mara abrió sus piernas y aprisiono la cabeza de Fabio entre ellas, pegándolo a su vagina.
-Venga, Fabio… Cómemelo… ¿Cuánto pensabas tardar?- Le preguntó Mara, completamente excitada y agarrándose los pechos ligeramente.
Fabio, se vio sorprendido, pero en cuanto comprendió la situación lo hizo lo mejor que pudo. Su lengua se movía por toda la vagina de Mara, haciendo que esta se arqueara ligeramente en la tumbona, mientras amasaba sus pechos y se mordía el labio inferior.
Cansada de mirar, salí de mi escondite y me dirigí hacia ellos. Me coloqué detrás de Fabio y disfrute de las vistas durante unos segundos.
-Ejem…- Tosí llamándoles la atención.
Mara me miró y me dedicó un débil saludo, ya que Fabio seguía a suyo. Estaba tan excitada, que simplemente me desnude y me dirigí hacia Mara, abriendo mis piernas y colocando mi vagina en su cara. Ella entendió mi petición me dedicó el mismo trabajo, que Fabio le estaba haciendo a ella.
Cuando me quedaba poco para llegar al orgasmo, el timbre de la casa sonó, deteniéndonos a los tres, en seco.
-¿Quién será?- Preguntó Mara, asomándose por mi entrepierna.
-No lo sé.- Contestó Fabio mirando hacia la casa.
-Tranquilos, seguid a lo vuestro, serán las pizzas.- Les tranquilicé mientras me levantaba, y cogía algo para ponerme mientras que Fabio volvía a lo suyo.
Al entrar en la casa me di cuenta que tenía la parte de abajo del bikini de Mara y la parte arriba del mío, y por no hacer esperar más al pizzero, me quedé así. Abrí la puerta tras confirmar por la mirilla que era el de las pizzas, y me apoyé sensualmente en el marco. El joven que tenía delante, no pudo decir nada, se quedó completamente sorprendido mirando mi cuerpo.
-¿Cuánto es?- Le pregunté con tono sensual.
-Cuarenta… y seis… con… setenta y cinco.- Respondió el joven tangando saliva y sin apartar su mirada de mi cuerpo. Estaba realmente excitada.
Me quedé mirando al joven. Era bastante mono, de la media por así decirlo. Con un cuerpo normal, sin músculos marcados pero sin grasa acumulada. Pelo corto y marrón y unos ojos verdes, muy bonitos. En su entrepierna no pudo esconder el bulto que comenzaba a crecer.
-¿Te importa pasar?- Le invité. -Es que tengo el dinero dentro.- Le mentí caminando hacia delante, moviendo mis caderas. Podía sentir su mirada clavada en mi trasero. Si ya estaba excitada por Fabio y Mara, provocar a aquel chico me estaba encendiendo aún más. Le señalé la mesa de la cocina para que dejara las pizzas. -Tengo la cartera en la otra habitación. -Le informé. - Ahora vengo.- Y tras eso salí de la cocina.
Poco después aparecí de nuevo con la cartera en la mano. En cuento entré en la cocina el joven clavó su mirada en mí. Me acerqué hasta quedarme a escasos centímetros de él. Podía sentir toda su testosterona salir por sus poros, mientras su mente debatía entre calmarse o lanzarse contra mí.
-¿Cuánto era?- Le pregunté con un tono seductor y una sonrisa pícara.
-Emm… Esto…- Aquella pregunta debió de pillarle completamente por sorpresa, y aunque parecía hacer un esfuerzo por recordar la cantidad, su mirada no se separaba de mis pechos. -Buff… No me acuerdo…- El joven parecía cada vez más nervioso pero eso no le impedía mirarme.
-¿Te gustan?- Le dije tras mirarme los pechos y apretarlos entre mis brazos.
Aunque sorprendido el joven asintió levente con la cabeza.
-¿Qué te parece si te pago las pizzas con estas?- Le propuse con un tono seductor y provocativo, a la vez que mantenía apretados los pechos entre mis brazos, y guiñándole un ojo.
-Bi… bien…- Contestó el sin llegar a creérselo.
Sin esperar a nada más llevé una de mis manos a su entrepierna mientras dejaba la cartera en la mesa. El pantalón parecía que iba a estallar con la presión de su miembro, por lo que me arrodillé y bajé su pantalón y su bóxer, descubriendo un miembro, de tamaño medio pero más grueso de lo normal. Lo miré a los ojos aprobando su miembro, y comencé a lamerlo. El chico llevó su mano hasta mi cabeza, pero sin forzarme a llevar ningún ritmo.
-Dios, que buena eres.- Gimió el chico arqueándose un poco hacia atrás, mientras introducía la mitad de su pene en mi boca a buen ritmo. La verdad es que tampoco podía llegar a introducirlo mucho más. Era muy grueso. Aun y todo hice disfrutar al chico y lo podía notar en su respiración, la cual se iba acelerando cada vez más rápido.
-Veamos qué podemos hacer con esto.- Comenté en alto, mientras me deshacía de la parte superior de bikini y dejando mis pechos al desnudo.
Tras acariciármelos un poco ante la mirada del joven, volví a introducirme su miembro en la boca, ensalivándolo. Después humedecí con mi saliva mi escote y la parte interna de los pechos. Sin hacerme mucho de rogar, acerqué el pene del joven hasta ponerlo entre mis pechos.
-Vaya pedazo de tetazas tienes…- Me felicitó el chico, mientras empezaba a masturbarlo con mis pechos mientras lo miraba a los ojos tratando de provocarlo.
Era un trabajo algo costoso pero era bastante gratificante sentir aquel enorme pene rozando mi piel. Entonces bajé la cabeza y abrí la boca para dejar que el miembro del joven entrara en mi boca cada vez que aparecía por la parte superior de mis pechos.
El chico debió de ver que me estaba empezando a cansar, porque para mi sorpresa, empecé a notar como movía sus caderas “follandose” mis pechos. Esta vez fui yo la que se dejó hacer, mientras el chico iba a acelerando cada vez más.
-Me voy… a correr…- Me avisó sin detenerse. Abrí bien la boca y pocos segundos después, junto con sus convulsiones, el semen salió disparado hacia mi boca, chocando contra mi paladar.
Junto con el tercer chorro que entró en mi boca, el joven se detuvo, pero yo me moví rápidamente, para introducir su miembro en mi boca y lamerlo, mientras seguía eyaculando. Tenía que ir tragando, ya que mi boca se iba llenando de forma alarmante, aunque no pude evitar que una pequeña parte se saliera por la comisura de los labios.
Cuando sus convulsiones terminaron, me separé de él tragando lo último que me quedaba de su esperma en mi boca. Cuando me levanté, me limpié con un dedo el pequeño chorro que caía de mis labios, lamiéndolo de forma sensual, provocando al joven.
-¿Qué tal? ¿Bien?- Le pregunté mirándole directamente a los ojos, aun lamiendo mi dedo.
-Increíble…- Contestó con la respiración todavía acelerada.
Cuando ambos nos relajamos un poco, él se vistió y yo me puse la parte superior del bikini. Sin pedirme el dinero de las pizzas el joven se marchó y yo recogí las tres pizzas y salí de nuevo al jardín, completamente excitada y con todos mis fluidos manchando el bikini de Mara, ya que había tenido un orgasmo.
-¡Oh! Vaya…- Susurré al llevar la mirada hacia las tumbonas donde había dejado a Mara y Fabio. Este último estaba de pie mientras ella, sentada en la tumbona, se introducía el miembro de Fabio en la boca sin parar. Sin molestarles me acerque a ellos y deje las pizzas en la tumbona mientras yo me sentaba al lado de Mara. -¿Me dejas que te ayude?- Le pregunté mientras le daba pequeños besos en el cuello.
-Umm… Sabes que si…- Me dijo en un ronroneo, a la vez que dirigía el miembro de Fabio hacia mi cara.
Agarré el pene que me ofrecía Mara y empecé a masturbarlo, pero para sorpresa de Fabio no me lo llevé a la boca, sino que simplemente seguí masturbándolo, y entonces me dirigí hacia Mara, la cual leyó mis intenciones, y también se acercó hacia mí. Nos besamos con ganas, mientras nuestras lenguas jugaban. Al separarnos Mara pareció notar un sabor raro en mi boca. Abrió los ojos como platos al creer entender lo que era.
-¿En serio?- Me preguntó disimuladamente mientras se acercaba a mi oreja y me daba pequeños lametones, provocando que varios escalofríos recorrieran mi cuerpo.
Asentí ligeramente ante su pregunta y me volví hacia Fabio, el cual no dejaba de mirar como su hermana y la amiga de estaba se besaban y se daban placer, y entonces volví al trabajo que había dejado Mara. Esta no tardo en unirse a mí, haciéndole una doble felación a Fabio el cual disfrutaba como nunca.
-Fabio… ¿Qué te parece si me follas un poco?- Le pedí, a lo que el accedió gratamente.
Me quité la parte de abajo del bikini, mientras que Mara se tumbaba en la tumbona. Yo me puse a cuatro patas sobre ella dejando mi culo en pompa justo al borde de la tumbona, para que Fabio me penetrara, mientras yo introducía la cabeza entre la piernas de Mara, con el fin de volver a saborear su vagina.
Ninguna de las dos tardamos en empezar a gemir, por el tratamiento recibido. Yo por las rápidas y fuertes embestidas de Fabio y Mara por mis irregulares pero intensos lametones.
-Me corro…- Avisó Mara sin dejar de gemir, mientras iba notando como se iba arqueando.
-Y… yo…- Dije como pude entre las piernas de Mara, justo antes de sentir como un orgasmo me recorría el cuerpo, y disfrutando de la cantidad de flujos que emanaban de Mara. Cuando Fabio salió de mí, quede tendida sobre uno de los muslo de Mara, con la respiración agitadísima, al igual que Mara que estaba tirada en la tumbona.
-Estáis hechas unas golfas…- Nos dijo Fabio mirando nuestro estado.
-Cállate.- Le dijo Mara recuperándose poco a poco. -Ahora me toca a mí, así que túmbate.- Le dijo.
Fabio obedeció y cuando ambas nos levantamos de la tumbona, el ocupo nuestro lugar con su imponente miembro mirando al cielo. Mara no se hizo esperar y se sentó a horcajadas sobre Fabio, a la vez que se introducía su pene dentro de ella.
Al principio con cierta lentitud, Mara comenzó a cabalgarlo, yo que de nuevo volvía a tener mi entrepierna al rojo vivo, no pude evitarlo y me senté sobre la cabeza de Fabio. No hizo falta decirle nada, ya que en seguida su lengua recorría toda mi vagina, a la vez que introducía uno o dos dedos dentro de mí.
-Ven aquí Jessy…- Me pidió gimiendo Mara. Yo me recliné hacia ella y me besó con pasión, sin detenerse en sus movimientos. Nos tocamos mutuamente sin separar nuestras bocas, mezclando nuestros gemidos.
-Chicas… no aguanto más…- Nos dijo Fabio, apartándome un poco.
Ambas nos bajamos y nos arrodillamos en el césped, mientras Fabio se ponía de pie en frente nuestro masturbándose. Para su sorpresa no solo nos quedamos deseando recibir su semen sino que empezamos a besarnos con ganas. Aquella visión debió de bastar para que alcanzara su orgasmo y en poco segundos nuestras caras quedaran bañadas por su esperma.
Aun y todo Mara y yo continuamos besándonos. Mis manos la agarraban por la cintura y ella había pasado sus brazos por mi cuello. Estábamos abrazadas como dos enamoradas. Fabio de mirarnos excitado y divertido, pero en seguida pareció aburrirse y sin molestarnos se metió en la piscina.
-No sé qué me ha pasado…- Me confesó Mara poco después de separarnos, aun con las caras manchadas y arrodilladas.
-Yo tampoco…- Admití desviando la mirada. “¿De verdad me estaba pasando aquello?”
Con delicadeza acerqué mi mano hasta el lado de su cara “limpia” y le acaricié suavemente, mirándole a los ojos. La veía radiante y preciosa, y como gesto nervioso ambas sonreímos. Volvimos a besarnos, ahora un poco más calmadamente y durante menos tiempo. Me levanté y le tendí una mano.
-Vamos a la ducha.- Le sugerí, a lo que ella aceptó. -Fabio, nos vamos a la ducha y luego a la cama, que hoy Mara se quedara a dormir.- Le avisé a Fabio, habiendo inventado yo aquel plan, aunque sabía que a Mara le apetecía. -Y ten cuidado que Noe volverá pronto.- Aquello ultimo pareció captar la atención del todo de Fabio, que mientras Mara y yo nos metíamos en la casa tras haber cogido nuestra ropa, Fabio iba a por su bañador para después volver a tirarse en la piscina.
Mara y yo nos duchamos y nos limpiamos la una a la otra con total ternura. Al secarnos, fuimos directamente a mi cuarto. Por un momento se me pasó por la cabeza bajar a por una pizza, pero como Mara no dijo nada, no bajé. Sin decirnos nada, y con una sola mirada, nos metimos en la cama.
EL roce fue inevitable, o más bien provocado. En pocos segundos nuestros labios volvían a estar unidos, pero nuestras manos simplemente acariciaban la espalda de la otra. Nos detuvimos un segundo cuando escuchamos la puerta de la calle abrirse y tras darnos cuenta que era Noe, volvimos a besarnos. Estuvimos alrededor de media hora sin separarnos, hasta que finalmente, Mara se dio media vuelta para que la abrazara.
“¿Cómo hemos llegado a este punto?” Pensaba mientras la recogía entre mis brazos y me pegaba a ella. Nuestras manos se entrelazaron y amabas cerramos los ojos, dispuestas a dormirnos.
-Te… quiero…- Susurró Mara, de forma casi inaudible.
-Y yo a ti…- Le contesté sin llegar a entender mis sentimientos.
Pero al parecer tras aquellas confesiones, ambas nos quitamos un peso de encima, haciendo que nos quedásemos dormidas en muy poco tiempo.
Nota del autor: Doy por finalizada esta serie, con la cual empecé a gusto pero al final no he sabido llevarlo bien. En un principio no tengo intención de tocar esta serie nunca, pero quizás un día de aburrimiento o de inspiración la vuelva a coger, para seguir con Jessy.
Espero que les haya agradado la serie, y que valoren y comenten todo lo que piensan.
Gracias por leerme.