[Jessica] Cumpliendo el trato. 2º Día. (Parte 6)

Segundo día del trato. Aunque el trato sea con Fabio, eso no me impide de tener sexo con quien quiera...

Serian las diez de la mañana cuando me desperté. Hacía un calor tremendo y los rayos de sol entraban por la ventana. Me sentía descansada y relajada. Estaba sola en la cama, y con la puerta abierta escuchaba el agua de la ducha correr.  Me estiré y desperecé bajo las sabanas, para acabar levantándome. Me vestí únicamente con las braguitas amarillas que le cambie a Mara y bajé a la cocina a por una fruta para desayunar. Dejé que la luz que entraba por la ventana de la cocina acariciara mi cuerpo semi-desnudo, mientras comía la manzana. Poco después apareció Fabio con un bóxer.

-Ummm… Hermanita… Que sexy estas por las mañanas…- Me piropeo Fabio comiéndome con la mirada.

-Gracias.- Le contesté con una sonrisa. -¿Qué tal has dormido?- Le pregunté mientras él metía la cabeza en el frigorífico en busca de algo para desayunar.

-Increíble. Hacía tiempo que no dormía tan bien.- Me contestó sirviéndose un vaso de leche fría.

-Opino igual.- Comenté, lo que le sacó una nueva sonrisa.

-Por cierto, tapate mas, que hoy van a venir unos amigos a casa.- Me avisó mientras untaba unas galletas que había sacado de un armario.

-Vaya… Y yo que quería ir desnuda todo el rato.- Bromeé para picarle a Fabio, el cual me miró sorprendido. -Me voy a al cuarto.- Le dije mientras me marchaba.

-Vendrán antes de medio día. Se quedaran a comer.- Me avisó Fabio.

Subí a mi cuarto con una nueva manzana, a la cual ya le había propinado un mordisco. El resto de la mañana se me paso volando mientras andaba en internet y hablaba con Mara y Noe. Antes de darme cuenta, Fabio me avisó de la llegada de sus amigos y yo aun seguía con las braguitas. A toda prisa, fui al armario y me puse el primer bikini que encontré, el de color rojo del día anterior con el cual se veía la mitad de mis nalgas, y por encima una camiseta de tirantes  larga, a modo de vestido, de color verde clarito.

Al poco los vi aparecer. Fabio iba delante y detrás de él iban Juan y Kevin. Juan tenía un año más que Fabio, era de pelo negro y ojos marrones. Era un poco más alto que Fabio y más corpulento, pero nada exagerado. Había repetido hacía muchos años y siempre encajó en el grupo en el que andaba Fabio. Kevin, era más parecido a Fabio pero con el pelo castaño claro y ojos claritos.

Iban riendo y hablando y al llegar a las tumbonas se quedaron solo con el bañador y se metieron al agua. Sin saber en qué momento, me encontré mirándolos y excitándome. Por lo que sin pensarlo dos veces, bajé a la piscina.

Aparecí en el jardín sin mirar a los chicos, pero noté como se llamaban la atención Juan y Kevin, para mirarme de arriba abajo. Cogí una tumbona y me coloqué “lejos” de ellos, para estar más tranquila, pero en cuanto me quité la camiseta verde, sus ojos comieron mi cuerpo. Esta vez ni si quiera Fabio fue capaz de resistirse a mirar. Me sentía poderosa y excitada. Pero como si aquello no fuera conmigo me tumbé boca arriba y cerré los ojos.

-Joder, Fabio que buena esta tu hermana.- Le dijo Kevin.

-Ya te digo. –Confirmó Juan. –Yo le daba de todo.- Sentenció.

-Cállate, imbécil.- Le soltó Fabio haciéndole una aguadilla.

-Tranfilo… braf…abio. Que era broma.- Se disculpaba Juan, tratando de zafarse de su amigo.

Yo reía divertida imaginándome la situación mientras me hacia la dormida. Cuando acabaron los chapuzones abrí ligeramente el ojo derecho, y pude ver a Juan tirado en una tumbona mientras que justo, justo, veía a Kevin entrar en la casa, tratando de llamar a Fabio.

Con la piscina libre me levanté y sin hacer mucho ruido me metí. El agua refrescaba el cuerpo, y la piel se me ponía de gallina con el contraste del calor de afuera y del frio del agua. Me volví a fijar en Juan y se mantenía tumbado, por lo que me sumergí bajo el agua y disfruté buceando.

Cuando emergí me coloqué en el borde de la piscina, con la cabeza apoyada en los brazos para mayor comodidad mientras pataleaba con los pies bajo el agua. Una zambullida me sacó de mis pensamientos y me giré incomoda. Casi en el otro lado de la piscina, Juan emergía del agua y me lanzaba miradas furtivas a la parte superior de mi cuerpo. Aburrida, me volvía girar para apoyarme en mis brazos y descansar un rato como antes, pero no era posible, ya que podía notar a Juan acercarse y alejarse, sumergirse y emerger todo el rato para ver mi cuerpo, como si fuera una mosca cojonera. Asqueada de aquel comportamiento me giré completamente.

-¿No vas a hacer nada?- Le pregunté directamente, dejándolo descolocado.

-Hacer, ¿Qué?- Quiso saber levantando los hombros.

-Es verdad lo que decían…- Finalicé con suspiró y dándome media vuelta.

-¿Decir el qué? ¿Quién?- Preguntó acercándose más a mí, curioso.

-¿Quién va a ser? Todas las chicas.- Le contesté volviendo a mirarle. -Perro ladrador, poco mordedor.

-¿Que insinúas?- Se le notaba ofendido.

-Lo que oyes. Delante de Fabio y Kevin, sugiriendo que ibas a hacerme cosas y ahora que estamos solos ni te acercas.- Aquello sonaba a proposición, pero no sé si Juan se daría cuenta.

-…- Juan se quedó callado y quieto mirándome. Parecía analizar mi frase. Cansada de esperar una respuesta por su parte me volví a recostar en el borde de la piscina.

Escuché el movimiento del agua y pensé que Juan se estaría saliendo de la piscina, pero cual fue mi sorpresa cuando sus brazos rodearon mi cuello agarrándome las manos, a la vez que clavaba un, ya mas que erecto, pene entre mis nalgas.

No habló, simplemente se quedó quieto. Yo tampoco hice nada, esperando algún movimiento suyo. Por fin, tras casi un minuto pegado a mi, empezó a mover su cadera haciendo que mis nalgas lo masturbasen. Estaba realmente excitada, pero al recordar a Fabio haciéndome lo mismo el día anterior con el mismo bikini puesto, me encendió aun más.

-¿Cuánto vas a tardar en meterla?- Le pregunté como si fuera lo mas normal del mundo.

Juan dudó, pero en seguida dio señales de ser un buen semental, al soltarme una de las manos para desatar su bañador, dejando libre su miembro. Tras eso, su manos comenzó a acariciar mi estomago bajo el agua, y yo aproveché para llevar mi mano libre hasta su miembro y masturbarlo un poco.

-Parece que al final va a ser mentira lo que dicen por ahí…- Reí sin soltar su miembro. El por su parte, sin decir nada soltó mi otra mano y me deslizó la braguita del bikini entre las piernas, hasta quitármelo, para luego llevar una de sus manos hasta mi vagina y empezar a tocarme.

Aquello provocó que yo acelerara el ritmo y el soltara un pequeño gemido. Aquello realmente me estaba excitando, pero necesitaba mas, por lo que rebajé el ritmo y tiré de su miembro hacia mi entrepierna. Juan lo entendió y detuvo su mano para apuntar su enorme pene en la entrada de mi vagina. Sin ninguna prisa empezó a presionar contra mí, mientras mi vagina se abría entera.

-Ufff… La tienes gorda, cabron.- Gemí a la vez que me giraba hacia él y pasaba uno de mis brazos por su cuello quedándome casi de cara a él.

-Te gusta, ¿Verdad?- Me preguntó, rompiendo su silencio, cuando tuvo el pene completamente dentro de mí, tratando de parecer que era él quien controlaba la situación. Me excitaba que el hombre creyera que tenía la situación. Pero me excitaba aun más, saber que era yo quien la tenía.

-Cállate y fóllame, de una vez.- Le ordené. Juan obedeció en el acto y arrancó en un rápido vaivén, propinándome fuertes penetraciones. Mis gemidos no se hicieron esperar, pero para no ser cazados ambos pensamos igual y empezamos a besarnos.

Juan ni corto ni perezoso estiró uno de sus brazos y agarró uno de mis pechos, amasándolo y sacándolo de la parte superior del bikini. Pronto sus movimientos se convirtieron en embestidas, en las cuales introducía su pene hasta el fondo y luego casi lo sacaba entero para volver a introducirlo entero de forma brusca, arrancándome gemidos, que quedaban ahogados en su boca.

Quizás fuera el hecho de que Juan tenia un buen miembro, el morbo de ser pillado teniendo sexo con Juan por Fabio, el que Juan fuera un amigo de Fabio o la suma de todas ellas, pero al final, tuve un orgasmo muy rápido. Y aunque Juan lo notó, no me dejo descansar y aceleró un poco mas sus embestidas, manteniendo mi grado de excitación por las nubes.

Parecía que a él todavía le quedaban energías, y para no terminarlo rápido, le obligue a detenerse, sacando su miembro de mi. Me giré hacia él y abrí mis piernas. Juan lo entendió y volvió a introducir su pene en mí, pero esta vez directamente me embestía. Volvimos a besarnos para acallar mis gemidos y él aprovechó para amasar aun más mis pechos. Incluso se atrevió a morder ligeramente mis pezones, hacia que varios gemidos se me escaparan.

-Me voy… A correr…- Me avisó Juan, sin detenerse. Notaba como su ritmo era cada vez más rápido, y a la vez más desacompasado. Y justo en el último momento, sacó su miembro y se masturbó hasta eyacular. Me fijé en el agua, y pude ver una masa viscosa blanca moverse por el agua.

-Te has corrido mucho… ¿Tanto tiempo llevabas sin un buen coñito?- Le piqué colocándome bien el sujetador del bikini.

-Siempre me corro así.- Contestó con orgullo mientras se subía el bañador.

-Pues que pena que no lo hayas hecho en mi…- Le dije haciéndome la triste, pero con tono burlón. Después de eso, buceé para recoger la parte baja del bikini. Al salisteis del agua, me lo puse y busqué a Juan, el cual había salido del agua para ir a su tumbona.

Yo también salí de la piscina, pero tras coger mi toalla me metí en casa. Dentro de la casa me crucé a Kevin, que me escaneo el cuerpo entero antes de mirarme a los ojos.

-Ho... Hola Jessica.- Me saludo tímidamente.

-Hola Kevin.- Le salude sensualmente. -¿Después de comer, te importa subir a mi cuarto?- Le pregunté acercándome a él, tanto que nuestros labios casi se rozaban.

-S... S... Si...- Respondió tragando saliva.

-Nos vemos luego pues.- Le contesté separándome de él.

Kevin se mantuvo en el sitio, asintiendo con la cabeza mientras asimilaba la sugerencia que le acaba de hacer. No pudo evitar sonrojarse y excitarse al mismo tempo.

Tras la comida primero subí al baño y luego fui directa a mi cuarto. Estaba vestida con el bikini rojo y la camiseta larga verde y empecé a deambular por el cuarto hasta que alguien llamó a la puerta.

-¿Pu... Puedo pasar?- Preguntó Kevin, tímidamente, asomándose.

-Si claro.- Le dije con una sonrisa. -Ven aquí.- Le invité dando palmaditas a mi lado en la cama, donde me había sentado. Sin decir nada, él se acercó y se sentó a mi lado.

-Y... Yo...- Algo quería decir, pero lo silencié con un dedo en sus labios.

-¿Te parezco guapa?- Le pregunté con un tono triste.

-Claro que si.- Contestó él como un resorte.

-Y… ¿Crees que estoy buena?- De nuevo aquella voz tristona, como si me estuviera haciendo la victima.

-Estas muy buena, Jessica.- Contestó de nuevo rápidamente, y encantes se sonrojo dándose cuenta de sus palabras.

-Pero es que...- Entonces me levanté, colocándome en frente suyo, e hice que las tiras de la camiseta resbalaran por mis hombros cayendo al suelo, dejándome con el bikini. -Tengo poco pecho...- Dije agarrándome ambos pechos, apretándolos. La verdad es que no tenía poco, pecho, seguramente serian superiores a la media, pero quería jugar un poco con él. -Y un culo muy pequeño.- Seguí con mi teatro, esta vez dándome media vuelta y enseñándole mi trasero semi-tapado por aquel bikini. Esto también era mentira, ya que mi trasero era de un tamaño medio.

-No pienses esa cosa, Jessica...- Parecía dudar entre seguir o callarse. -Tienes unas tetas increíble y un culo precioso.- Consiguió decir del tirón, para luego desviar la mirada.

-¿En serio te gusta mi cuerpo?- Le pregunté acercándome a él. Kevin, simplemente asintió.

-No te creo. No me miras cuando me contestas.- Le piqué.

-Es verdad.- Trató de defenderse en seguida, fijando sus ojos en los míos.

-Demuéstramelo.- Le sugerí, casi al instante de que él hablara, trastocándole entero.

-¿Qui... Quieres que te... Que te enseñe... "eso”?- Contestó tartamudeando.

-Eso es. Si de verdad te gusta mi cuerpo, estarás excitado, ¿No?- Aquel razonamiento no era lógico, pero seguramente Kevin no estaba como para pensar en aquello. Dudó, miró en todas las direcciones y finalmente se levantó.

-Esta bien.- Contestó mientras empezaba a deshacer el nudo de su bañador. Sus manos temblaban por el nerviosismo, y por ello le costaba desatar el nudo.

-Que guay.- Solté de pronto, arrodillándome ante él, con la mirada fija en el bulto que asomaba en su bañador. Aquello sorprendió a Kevin, que se detuvo unos segundo, pero tras respirar de nuevo, finalizó con el nudo y dejó caer el bañador al suelo, dejando libre su miembro. Era grande, pero no tanto como el de Fabio o Juan. -Uauuu…- Exclamé haciéndome la sorprendida.

Durante unos segundos, Kevin, sonrió. Seguramente que una chica cinco años mayor que él se sorprendiera por el tamaño de su miembro, le habría subido el ánimo, pero la vergüenza de estar enseñándomelo era superior.

-¿Me… Me… Crees ahora?- Preguntó mirando a la pared de la derecha.

-¿De verdad estas así por mi culpa?- Volví a fingir, a la vez que me acercaba más a él, sin que se diera cuenta.

-S… S… S… Si…- Consiguió contestar.

-La tienes muy dura… ¿No te hace daño?- Le pregunté, como si fuera ingenua.

-Un… Poco…- Respondió él con mucha timidez y completamente rojo.

-Entonces… Si estas así por mi culpa… Y te duele… Tendré que hacer algo para que no te duela, ¿No?

-Tran… Quila… No… Pa… Pasa nada…- Respondió aun con mas vergüenza, imaginándose que tipo de cosas podría hacerle para “relajarle”.

-Es que nunca antes un chico me ha dicho que le dolía por mi culpa…- Parecía una actriz de Hollywood. -¿Qué podría hacer para que no te doliera?- Sin duda, Kevin se imaginaria que yo había tenido sexo varias veces, pero en aquel estado y en aquellas circunstancias, mi imitación de chica ingenua funcionaba perfectamente.

-Pue… Pues no sé…- Kevin, estaba cada vez más nervioso, pero su erección no descendía un solo milímetro. -Con u… Una pa… ja, seria suficiente.- Respondió finalmente. Seguramente el morbo de que fuera la hermana mayor de su amigo y que me hiciera la ingenua, hicieron mella en Kevin, para que yo lo masturbara.

-¡Claro! Que tonta.- Exclamé con una sonrisa. -Si te hago una paja y te corres, seguro que te relajas, ¿No?

-S… Si… Eso es…- Respondió, cada vez un poco mas seguro de si mismo y viéndose capaz de manejar la situación hasta donde él quisiera. Y esa idea, me estaba excitando mucho.

-Muy bien, vamos a ello… Espero que te guste.- Le dije con una sonrisa, justo antes de agarrar su pene.

Estaba realmente caliente y duro, y Kevin dio un pequeño respingo al sentir mi mano fría en su ardiente miembro.

-¿Te he hecho daño?- Fingí sin soltarle.

-N… No.- Respondió con una sonrisa.

Yo le devolví la sonrisa y fijé mi mirada en el trozo de carne palpitante que tenia entre mis manos, y con cierta lentitud, empecé descubrir su prepucio. Cuando lo descubrí del todo, volví a subir la piel y lo escondí. Poco a poco fui subiendo la velocidad, hasta ser capaz de mantener un buen ritmo, ni rápido ni lento.

-¡Oh! Jessica…- Gemía de placer Kevin.

-¿Te gusta?- Le pregunté sin detenerme.

-Si…- Continuaba gimiendo.

-¿Te duele menos?- Quise saber alzando la mirada hacia la suya.

-No…- Me contestó él, con un gemido

-¿Entonces te lo estoy haciendo mal?- Le pregunté sollozando, reduciendo considerablemente el ritmo, pero sin llegar a detenerme.

-Veras… Es que… Me esta gustando tanto…- Se detuvo aun nervioso. -Que el semen se me esta acumulando en los huevos.- Me explico del tirón.

-Entonces… Si te saco todo lo que tienes en los huevos, ¿Ya no te dolerá?- De nuevo mi carácter ingenuo hizo mella en Kevin.

-Eso es.- Respondió, sintiendo de nuevo esa sensación de superioridad.

Entonces sin decirle nada, volví a coger el ritmo de antes, haciendo que Kevin se echara para atrás y soltara un nuevo gemido. Pero para su sorpresa esta vez, tras unos segundos masturbándolo acerqué mi lengua y lamí su prepucio. Pase la lengua por toda la punta, y después bajé por el tronco para volver a subir, y entonces me lo introduje en la boca, casi entera.

-Pero… Ufff… Jessica… ¿Qué… Haces?- Me preguntó sorprendido Kevin, sin poder dejar de disfrutar.

-Es que como tengo que sacarte el semen, se me había ocurrido que chupando, quizás saliera antes.- Le contesté con una sonrisa, tras sacar su miembro de mi boca y masturbándolo lentamente.

-Entonces… Sigue… Por… Favor…- Me pidió, superando poco a poco su vergüenza. La cual parecía ir y venir.

Yo, mas que hacerle el favor, lo tomé como una orden, y me introduje su pene en la boca, hasta el fondo, todo el rato. No se si alguna vez le habrían echo una mamada, pero seguramente esta seria la mejor que le había hecho.

-Jessica… Me… voy a correr…- Me avisó.

-Vamos córrete, Kevin…- Le animé a la vez que aceleraba el ritmo, llevándole al orgasmo. Eyaculó mucha cantidad, y toda ella cayó en mi cara y mi pelo, y por culpa de la gravedad lo que tenia en la cara resbalaba por la misma hasta caer en mis pechos. Los espasmos de Kevin duraron un poco más, pero yo no me detuve, aunque si rebajé la velocidad para hacer mas placentero el final. -Tenías mucho acumulado… No me extraña que te doliera.- Exclamé divertida, relamiendo mis labios para probar sus semen.

-Ha… Sido… Increíble…- Jadeaba Kevin, tratando de recuperar el aliento. Se había quedado tumbado en la cama, pero con los pies apoyados en el suelo. -Pero, Jessica… Aun me duele…- Me comentó mirando al techo. Y era verdad. Acababa de eyacular de una forma increíble y aun estaba igual de dura que antes. Aunque en su ultima frase me pareció notar cierto, teatrismo, por así decirlo.

-¿Con todo lo que has sacado y no ha sido suficiente?- Le pregunté levantándome llena de semen y mirándolo a los ojos, aunque el seguía con la vista clavaba en el techo.

-Parece que no…- Respondió, de nuevo con ese tono. Como si por fin se hubiese dado cuenta que si jugaba bien sus cartas podía acostarse conmigo, buscando que la Jessica ingenua le hiciera el trabajo.

-Entonces, tendré que poner mi mayor esfuerzo en hacer que te corras otra vez y vacíes tus huevos.- Le contesté haciendo como si me remangara una camiseta.

-Eso es, Jessica.- Me animó Kevin, disfrutando por primera vez de sentirse al mando.

Yo estaba al borde del orgasmo y fingir ser una ingenua, que era controlada por Kevin, me tenía a cien. Por lo que sin decir nada más, me agaché y volví a la carga. Ahora además, también me dediqué a lamer sus testículos y metérmelos en la boca, a la vez que introducía una mano en mi braguita y machacaba mi clítoris.

Gracias a que el miembro de Kevin estaba la mayor parte del tiempo en mi boca, mis gemidos y mi orgasmo quedaron ahogados. Tras "relajarme" un poco, me dediqué enteramente a Kevin. Aprovechaba que el no miraba para desatarme el sujetar del bikini y quitarme las braguitas, quedándome completamente desnuda. Entonces para su sorpresa me detuve y me levanté. Antes de que me mirara, yo me había acercado al escritorio de mi cuarto, apoyándome en el mismo quedando un poco inclinada y con el culo en pompa, y con la mano derecha estaba separando mis nalgas por lo que Kevin, cuando mirara tendría una visión completa de mi vagina y mi ano.

-¿Porque te has parado?- Me preguntó aun tumbado.

-¿Porque no utilizas esto para vaciar tus huevos?- La pregunta iba con tono pícaro, y él se incorporó arqueando una ceja pero en cuanto fijo su mirada en mi, se quedo helado, excepto su pene que daba votes de alegría.

-Je... ssica...- Susurró tragando saliva.

-Vamos, Kevin, que todavía te tiene que doler mucho.- Le anime, con una sonrisa de niña ingenua.

-V.. oy...- Contestó dubitativo, pero a la vez que se levantaba de la cama. Kevin se acercó hasta mí y en cuanto llegó se agachó. Podía notar su aliento en mi vagina.

-¿Que haces, Kevin? Tenemos que sacarte todo... ¡Ah!- Un gemido cortó mi frase. Mas bien el gemido que me provocó Kevin al darme un lametón desde el clítoris hasta el ano. -¡Oh! Kevin... Que gusto... Pero esos huevos... hay que vac... No pares, no pares...- Mis frases de niña ingenua y primeriza en aquello, parecían estar volviendo loco a Kevin que ahora lamia mi clítoris con todas sus ganas mientras introducía dos dedos en mi vagina y con un tercero rozaba la parte exterior de mi ano.

-Cada vez me duelen más.- Me avisó, buscando más mi ingenuidad que otra cosa.

-¡Pues utiliza mi coño!- Exclamé como una tonta, que hizo que Kevin sonriera.

-No puedo dejar pasar esta oportunidad.- Comentó simplemente y volvió a lamer mi vagina. Para mi sorpresa, subió un poco hasta mi ano, y lo estimulo con su lengua. La verdad es que lo hacia genial, y lo mejor es que no era brusco. Su lengua rodeaba todo mi ano y pocas veces presionaba con el mismo, introduciendo ligeramente la lengua, cosa que me volvía loca y aumentaba la intensidad de mis gemidos.

-Kevin, no hagas eso que nos vana pillar.- Le repliqué mordiéndome el labio inferior.

Entonces él descendió y volví a disfrutar de mi vagina, hasta que mis fluidos se derramaron por sus labios, a la vez que yo lo agarraba de la cabeza presionándolo contra mí y ahogaba mi grito de placer mordiéndome mi brazo izquierdo. Tras mi orgasmo solté su cabeza y tuve que apoyarme en la mesa con ambas manos para no caerme, ya que me temblaban las piernas.

-Tienes un coño riquísimo, Jessica...- Me dijo deteniéndose, aunque sus dedos se movían lentamente.

-Jijiji... Gracias... ¿Pero que te parece si vaciamos esos huevos?- Le rogué guiñándole un ojo y mordiéndome el labio inferior por la excitación que me producían sus dedos.

-Ahí voy.- Me avisó levantándose. Acto seguido acerco su pene a mi vagina y me penetró lenta pero fácilmente, por lo húmeda que estaba. No era tan grande ni gorda como la de Fabio o Juan, pero de alguna manera esa primera penetración me excitó más que ninguna otra.

-¿Crees... que... así... lo sacaremos todo?- Le pregunté como pude entre gemidos, por culpa de su movimiento.

-Ya... lo creo.- Respondió él, aumentando ligeramente el ritmo a la vez que llevaba una de sus manos a mis pechos. Yo, al igual que hice con Juan, me giré hacia Kevin y comencé a besarlo, para ahogar mis gemidos. Pero me sorprendí a mi misma, excitándome al saborear mis fluidos en la boca de Kevin.

-Túmbate en la cama, que te lo voy a sacar todo.- Le pedí y él aceptó.

Se dirigió a la cama donde se tumbó. Yo primero quise disfrutar de su pene y mis fluidos juntos. Una vez limpia, me senté a horcajadas sobre él, introduciendo su pene en mí. Al principio me hice la torpe en mis movimientos, pero al final Kevin pudo comprobar de mi maestría, haciendo que su pene entrara hasta adentro y saliera casi entero con un movimiento vertical.

-Me queda... poco... Jessica...- Me avisó Kevin, que parecía ya estar a punto de tener el orgasmo.

Yo por mi parte, aceleré el ritmo durante dos subidas y bajadas más y con un saltito saqué su pene y empecé a masturbarlo a gran velocidad acercando mis pechos. Pocos segundos después mis pechos estaban completamente llenos del semen de Kevin. Y por primera vez desde que lo había visto, su pene empezó a menguar lentamente.

-¿Que tal ahora? Has sacado mucho y parece que tu polla se esta rebajando.- Le pregunté con ese aire ingenuo, pero con mis pechos llenos de semen.

-Ahora mucho mejor. Ya casi no me duele.- Me contestó tratando de recuperar el aliento.

-Me alegro.- Le dije con una sonrisa. -Ahora lo mejor será que salgas de mi cuarto y que no le digas nada a Fabio. Invéntate alguna excusa.- Le pedí mientras cogía un clínex para limpiarme.

-Claro.- Respondió el como salido de un shock, al recordar que yo era la hermana mayor de Fabio.

-Gracias.- Le volví a dedicar una sonrisa, mientras me volvía a vestir con el bikini rojo y la camiseta larga verde. Kevin hizo lo mismo y al ver que a fuera no había nadie, salió rápidamente.

-Dos de tres... Y esta noche a por el tercero, jeje...- Reía en bajo, mientras miraba por la ventana de mi cuarto, a Fabio y a Juan dormir en las tumbonas de la piscina. Poco después apareció Kevin, que se tumbó y se durmió.

Tras una refrescante ducha en una calurosa tarde, volví a mi cuarto y me pasé casi toda la tarde en el ordenador. Serian las diez y media pasadas cuando Fabio subió a mi cuarto.

-¿Jessy?- Preguntó abriendo la puerta.

-Dime, Fabio.- Le contesté levantándome de la silla.

-Tengo una sorpresa para ti...- Me dijo con una sonrisilla en los labios. Él tomó mi silencio como si aceptara aquello y al acercarse a mí, sacó una cinta negra. -Pero primero te voy a tapar los ojos.- Me avisó y lo hizo.

Con los ojos cerrados y su ayuda, bajamos hasta el salón donde me sentó en el sillón. Se le notaba nervioso, y yo me iba excitando imaginándome la de cosas que podríamos hacer. Pero entonces una idea asomó en mi cabeza.

-Fabio, ¿Se han marchado tus amigos?- Le pregunté pareciendo asustada por si éramos vistos, pero con cierta pena.

-Si, hace rato ya.- Me confirmó. -Vamos a empezar.- Su voz sonó demasiado cercana de repente. -Báilame un poco…- Me pidió.

-Pero, ¿y si te doy?

-Levántate, da dos pasos y baila. Solo quiero verte moverte… ¡Ah! Y si puedes, desnúdate de mientras.- Me sugirió.

Tal como me dijo lo hice, y cuando me detuve a dos pasos de él me sentía realmente excitada. Fabio era quien tenia el mando y yo obedecía. En pocos segundos mi cuerpo se movía lenta y sensualmente. Tenía los ojos cerrados, además de tapados, y bailaba casi en el sitio. Me agachaba y levantaba acariciando mi cuerpo. Deje que mi camiseta larga cayera al suelo, al deslizar los tirantes por mis hombros, y mientras seguía moviéndome pude escuchar como Fabio se desnudaba.

-Que bien te mueves hermanita…- Susurró Fabio.

Realmente estaba disfrutando, y sin pensarlo desabroché el sujetador de mi bikini, pero lo mantuve en su sitio, sin dejarlo caer. Entonces, estando de espaldas a él, deje caer el sujetador y poco a poco y con movimientos provocativos fui girando, hasta que Fabio tuvo una visión perfecta de mis pechos. No por ello, el baile cesó. Cada vez me iba excitando más y más.

-Ven aquí.- Me ordenó Fabio. Manteniendo mis movimientos, di dos pasos hacia donde estaba la voz de Fabio. -Agáchate.

Seguramente tuve la mayor suerte del mundo, por que cuando me agaché, quedé entre las piernas de Fabio y pude notar su caliente y palpitante pene justo en frente de mi. No hizo falta ninguna orden mas, yo misma agarré su miembro y comencé a masturbarlo lentamente. Recreándome él, ya que tenia los ojos tapados. Poco a poco y por culpa de la excitación, lo acerqué hasta mi boca y comencé a mamarlo. Nunca había disfrutado tanto de una mamada. Tener los ojos tapados me excitaba más de lo que podría llegar a admitir.

-Te noto más encendida que ayer.- Me comentó Fabio. Su respiración había empezado a acelerarse.

-No lo sé... Pero yo también lo noto.- Le admití, y volví a continuar con mi pequeño trabajito. Poco después a la vez que me levantaba me deshice de las braguitas. Aun con los ojos tapados atiné a sentarme a horcajadas sobre Fabio, introduciendo su pene dentro de mí lentamente. En cuanto lo tuve adentro, empecé a cabalgarle rítmicamente. Sus manos agarraron mis pechos, y junto con estar con los ojos tapados, en seguida mis gemidos alcanzaron una intensidad alta.

-Joder… Jessy… Que bien te mueves…- Me felicitó Fabio, antes de meterse uno de mis pezones en su boca y hacerme gemir más repetidamente. Y, finalmente, con un grito tuve el primer orgasmo de la noche, y me deje caer sobre Fabio, el cual me tumbó en el sofá para abrir mis piernas y comenzar a lamer mi vagina, sin darme un respiro.

-Fabio…- Mis gemidos volvieron a llenar el salón, ante los movimientos rápidos y caóticos de su lengua. En menos tiempo que antes, Fabio, me provocó un nuevo orgasmo que le lleno la boca de fluidos. Fabio continuo lamiéndome, mientras mi cuerpo trataba de recuperarse.

Sin avisarme, alzó mi cintura hasta que quedó a la altura de la suya y con un ligero empujón me volvió a penetrar. Mi espalda se arqueó y mi piel se erizó. Pero Fabio continúo y no dudo en aumentar la velocidad y embestirme fuertemente. Yo trataba de agarrarlo con mis piernas, mientras acariciaba su pecho desnudo.

-Voy… a correrme…- Me avisó sin dejar de moverse.

-Tengo… sed…- Le avisé como pude. Hacia mucho tiempo que no me agotaba tanto en un polvo. Quizás fuera que Fabio sabia hacerme disfrutar o que este era el tercer polvo del día, pero realmente estaba sin fuerzas. Fabio, dio un pequeño sprint y soltándome de la cintura, me dejo tumbada en el sofá mientras él acercaba su pene hasta mi cara.

Yo me incorporé ligeramente y abrí la boca, esperando su esperma. Con un gruñido de satisfacción, Fabio, eyaculo en mi cara y mi boca, y cuando terminó acerco su pene a mi boca, para que yo le chupara.

-Mejor que ayer…- Comentó Fabio tirado al otro lado del sofá, con la respiración acelerada.

-Ya lo creo…- Afirmé yo quitándome la cinta, pero manteniendo los ojos cerrados. -Tres de tres…- Susurré, para mi misma.

-¿Has dicho algo?- Me sorprendió Fabio.

-Nada, que mañana será el tercer y ultimo día.- Contesté rápidamente.

-Si…- Comentó algo triste Fabio.

Después de eso ya no volvimos a hablar más, ya que ambos nos quedamos dormidos en el sofá. Me desperté en mitad de la noche, y Fabio continuaba en su sitio. Yo simplemente me volteé y continúe durmiendo, ya que hacia tanto calor que se dormía a gusto desnuda.