[Jessica] Cumpliendo el trato. 1º Día. (Parte 5)

Por fin a llegado el verano y con ello los resultados de Fabio. Al parecer se ha esforzado mucho. Y a todo esfuerzo le viene una recompensa...

Tras nuestra primera victoria en un campeonato nuestro juego en equipo fue mejorando. Antes de que llegara el verano teníamos un tercer torneo, tras el cual había un mes y medio de descanso y preparación para la serie fuerte de torneos. Noe y yo teníamos claro nuestro objetivo y cada día entrenábamos con mucha ganas.

Tanto fue así, que sin darme cuenta llegó el día del torneo y conseguimos una increíble tercera posición en un torneo muchísimo mas difícil que los anteriores. Al parecer había parejas que solo iban a los últimos torneos, que es donde más puntos se consiguen. Pero aun quedaba mucho tiempo y estábamos muy motivadas.

-Tenemos que hacerlo mejor que el sábado, si queremos tener posibilidades en los siguientes torneos.- Le anime a Noe.

-Lo sé, lo sé.- Me contestó concentrándose en mejorar sus saque.

Los días pasaban y llegaron las vacaciones de verano. Algo importante para nosotras dos ya que íbamos a empezar unos entrenamientos especiales y más duros. Pero también algo importante para Fabio. Si había conseguido aprobar todas sus asignaturas, yo sería suya durante tres noches. La verdad es que la idea me excitaba, sobre todo recordando el miembro que colgaba de su entrepierna, y por que llevaba tiempo sin darme una buena alegría.

Y tal como pensaba, así fue. El ultimo día de clase, Fabio, apareció con una sonrisa de oreja a oreja mostrando sus impecables notas a nuestros padres. Tras recibir la felicitación de estos y de Noe, Fabio subió rápido como un rayo a mi cuarto a darme la genial noticia.

-¡Jessy! ¡Jessy!- Gritaba emocionado entrando en mi cuarto. -Mira mis notas.- Me pidió colocándome casi en la cara el boletín de las notas.

-Tranquilo, tranquilo... Déjame ver eso.- Le dije haciéndome un poco la dura, pero sabiendo cual sería el resultado pues sino no hubiera venido de esa forma. -Umm... Vaya... Una media de siete con treinta y cinco. Muy bien.- Le felicité. -¡Anda! Y ningún suspenso.- Dije haciéndome la sorprendida.

-¡Siii!- Grito de emoción. -Yo he cumplido mi parte del trato...- Dijo dejándolo caer.

-Tal y como esperaba de mi hermanito. Y como bien sabes, yo cumplo mi palabra.- Le contesté con una sonrisa.

Fabio saltó de alegría y empezó a tararear algo en señal de victoria. Yo lo miraba entre atónita y deseosa, pero sabía que hoy no podía ser y que habría que buscar los días idóneos. Tras una pequeña charla, ahora con los ánimos más tranquilos, decidimos que el próximo fin de semana sería el mejor momento.

Nuestros padres se iban de vacaciones y Noe me había confesado que durante esa semana pasaría pocos días en casa, porque Tom le había invitado a ir con él a la casa que su familia tenía en el pueblo. Solos mi hermano y yo, durante una semana. Pero tal y como quedó al final, solo serian tres días. Mejor dicho, tres noches. Aunque la lujuria y el deseo quizás podrían hacer algo.

Tal como estaba pensado, mis padres se marcharon a Turquía el lunes en avión y media hora más tarde apareció Tom para llevarse a Noe.

-Cuídamela bien, ¿De acuerdo?- Le dije a Tom en la entrada de nuestra casa mientras esperábamos a que Noe bajara, a la vez que le guiñaba un ojo.

-Si... Cl.. Claro.- Contestó él nervioso. Al parecer aun le ponía nervioso hablar conmigo.

-Cualquier cosa que necesitéis, lo que sea, llamadme.- Le sugerí a lo que él asintió con la cabeza.

-Ya estoy.- Saludo Noe apareciendo con una mochila y una pequeña maleta. -¿Nos vamos?- Preguntó.

-Si.- Contestó Tom, aun tímido.

-Pasadlo bien, y no hagáis nada raro.- Les dije guiñándoles un ojo, a lo que Tom se sonrojo y Noe se enfado conmigo. -Adiós.

-Adiós, Jessica.- Se despidió Tom.

-Adiós.- Se despidió Noe.

Tras cerrar la puerta cerré los ojos y disfruté del silencio. Nadie en casa. Incluso Fabio había aprovechado para salir un rato. Y ya que estaba sola y en casa, me desnudé ya que empezaba a hacer mucho calor. Fui directa a las tumbonas de la piscina y tomé el sol tranquilamente hasta que este quiso desaparecer en el horizonte. Entonces, me zambullí en el agua para intentar quitarme el calor del cuerpo y subí a mi cuarto a ponerme algo de ropa.

Hacia las diez y media, apareció Fabio y cenamos en silencio. No hablamos de mucho, él estaba cansado y yo me sentía agobiada por la tarde de sol. Por lo que al acaba de cenar, Fabio, se tumbó en el sofá a ver la tele y yo me fui a mi cuarto a leer.

Al día siguiente me levanté a media mañana, dispuesta a descansar, pero cuando vi a Fabio en la piscina decidí divertirme un poco con él. Busqué un bikini rojo, el cual tiene la parte de abajo como una semi-tanga, la cual deja ver la mitad de mi trasero. Con una toalla, bajé a la piscina y Fabio estaba tumbado en una hamaca. Con un carraspeo le avisé de mi llegada y él me miro de arriba abajo. Pude notar como clavaba su mirada en mi trasero cuando me di la vuelta para colocar la toalla, obviamente apropósito.

-Hola.- Me saludo, tras "recuperarse".

-Hola, Fabio. ¿Qué tal has dormido?- Le pregunté mientras me tumbaba en la hamaca.

-Bastante bien. ¿Tu?- Me contestó aun mirando mi cuerpo.

-No muy bien, quizás me duerma ahora.- Le avisé. Entonces me di media vuelta y desaté la parte superior del bikini. -¿Te importa ponerme crema en la espalda? No quiero quemarme si me duermo.- Le pedí, estando boca abajo en la hamaca. Fabio solo podía ver mi desnuda espalda, mis piernas y mi trasero con aquel medio-tanga.

-Cla... Claro.- Respondió él un poco nervioso, pero tratando de parecer seguro. Se acercó hasta mi, hasta sentarse a mi lado y echó un poco de crema en la espalda. Boté ligeramente al notar lo fría que estaba. -Lo siento...- Se disculpo Fabio.

-No pasa nada. Solo me ha sorprendido lo fría que estaba.- Le contesté sin voltearme.

Entonces, con movimientos torpes, Fabio empezó a extender la crema por mi espalda. Sus suaves manos, hacían que me relajara totalmente, pero Fabio no era tonto, y aprovechaba para pasar sus manos por los laterales de mi cuerpo, para rozar mis pechos.

-¿Te importa hacerme un masaje en todo el cuerpo?- Le pregunté sin girarme.

-Vale.- Fabio aceptó en seguida, y se puso manos a la obra. No lo hacía mal, pero aquella posición no le ayudaba, ni me permitía divertirme.

-Ponte, si quieres, encima de mí. Así estarás mas centrado (posicionalmente hablando, mal pensados, jeje...) con mi cuerpo.- Aquella proposición, hizo que Fabio tragara saliva, pero sin decir nada, paso una pierna al otro lado de la tumbona y se sentara sobre mi trasero. -Así mejor, ¿No?

-La verdad es que si.- Contestó él, poniendo más empeño en el masaje. Centraba sus movimientos en mis hombros, pero no dejaba escapar la oportunidad de rozar mis pechos. Cada vez que baja por mi espalda, ajustaba sus movimientos hasta el borde de la parte de abajo del bikini.

-No te olvides de las piernas.- Le recordé. -Que sufren mucho en cada partido.

-Tranquila, tranquila.- Me susurró mientras seguía con mi espalda. Aquel masaje, junto a mi cansancio acumulado, me estaba adormilando, incluso cuando empezó a trabajar con mis piernas, el sueño era inminente, hasta que sus manos, las mismas que me estaban relajando, me encendieron.

Fabio había masajeado mis pies, mis gemelos, la parte trasera de mis muslos, incluso se atrevió a rozar mi vagina mientras hacia su trabajo en el lateral de mis muslos, pero sin ningún descaro agarró la zona desnuda de mis glúteos. Sus manos amasaban aquella zona con ganas.

-¡Fabio!- Le grité poco después haciéndome la ofendida, ya que en realidad me estaba encantando, a la vez que me giraba levemente hacia él, sin que se me vieran los pechos, para mirarlo.

-Tranquila, Jessy, recuerda que estoy con la crema. No querrás que se te queme el culo y luego no puedas ni sentarte, ¿No?- Me explico él como si tuviera aquello preparado.

-Cierto, jaja... Perdona.- Me disculpé y me volví a tumbar.

Sus manos volvieron al trabajo y esta vez, además de la parte desnuda de mis glúteos, Fabio, metió las manos bajo el bikini para agarrarlas bien. Queriendo o sin querer, cada vez que apretaba mis nalgas, sus dedos rozaban mi ano, excitándome aun mas. Ambos sabíamos que aquello nos estaba encantando, a los dos, y que la "riña" de antes, era solo una mera actuación, por lo que Fabio continuo masajeando mi trasero.

Fabio finalizó aquel tratamiento y volvió a recorrer mis piernas relajándolas. Poco después inició el ascenso hasta mis hombros, pero esta vez había algo diferente. Fabio no estaba sentado como antes, ahora podía notar su enorme, y ya más que duro, miembro clavarse entre mis nalgas. Con un gestó perezoso y a la vez que bostezaba saqué ligeramente mi culo para que mis glúteos abrazaran aquella preciosidad.

-¿Jessy?- Me susurró al oído. Yo no contesté y me hice la dormida. -¿Jessy?- Volvió a insistir, pero al ver mi nuevo silencio simplemente se resigno y siguió masajeando mi espalda, mis hombros y rozando mis pechos. Además, tarde un poco en darme cuenta, pero al final pude notar que aprovechando el vaivén del masaje, Fabio, rozaba su pene contra mi trasero. Era como si se estuviera masturbando con mis nalgas, en vez de con su mano.

Mi vagina se estaba encharcando completamente. Mi hermano se estaba aprovechando de mi cuerpo. Era algo que no sabía porque decirlo, pero me excitaba mucho. Al principio sus movimientos eran suaves y lentos. Pero a medida que su excitación aumentaba y sus ganas de eyacular se acercaban estos movimientos eran mas rápidos, a la vez que apretaba con fuerza contra mi trasero.

Finalmente con un ahogado gruñido, Fabio eyaculó en su bañador, a la vez que yo lo hacía en el mío, sin que él se diera cuenta. Al parecer, dio por finalizado el masaje con aquel orgasmo y se metió en casa. Yo llevé mi mano a mi trasero para recolocar la braguita del bikini, y fue entonces cuando noté algo viscoso justo al inicio de mi trasero. Lo palpé, me lo llevó a la nariz y al reconocerlo, lo recogí todo para llevármelo a la boca. Al parecer, una pequeña parte de semen se había salido del bañador manchándome.

Como era de esperar, acabé durmiéndome. A medio día, Fabio me despertó como si no hubiese pasado nada y juntos, él con un bañador nuevo y yo con el bikini rojo entero puesto, preparamos la comida. Nadie dijo nada de lo ocurrido en la piscina, al parecer Fabio realmente pensaba que estaba dormida.

Sin ningún incidente más transcurrían los siguientes días, hasta que llegó la mañana del viernes. Serian las once de la mañana, cuando Fabio entro en mi cuarto, portando una bandeja.

-¡Bueno días, Jessy!- Me despertó con una sonrisa.

-¿Fabio? ¿Qué haces?- Le pregunté tratando de despertarme.

-¿Esto?- Preguntó refiriéndose a la bandeja. -Para la mejor hermana del mundo.- Me contestó poniendo la bandeja delante de mí. En ella había un zumo de naranja recién exprimido, un vaso de leche caliente con cola-cao y dos tostadas con mantequilla y miel.

-No tenias porque.- Le dije agradeciéndoselo de corazón. Aunque ya sospechaba la razón.

-En el fondo ambos sabemos que el trato nunca debió de suceder, y esto es una mísera forma de darte las gracias.- Me confesó con la cabeza baja y totalmente sonrojado.

-Tu piensa que los dos salimos ganando con el trato.- Le contesté a lo que el levantó la vista rápidamente y me miro sorprendido a lo que yo le guiñe un ojo.

-Avísame cuando acabes y vengo a recogerlo.- Me dijo mientras se marchaba de la habitación dejándome con aquel riquísimo desayuno.

-Este hermanito...- Susurré para mí con una sonrisa de felicidad. Tras finalizar con mi desayuno, llamé a Fabio que apareció como un rayo, para llevarse la bandeja.

-Espero que te haya gustado.- Me dijo con total sinceridad.

-Estaba todo muy rico.- Le contesté devolviéndole un sonrisa.

-Cualquier otra cosa que necesites, solo pídemela.- Me dijo mientras se marchaba de la habitación.

"¡¡¡Tu polla!!!" Quise gritar pero solo apareció en mi mente. No sabía porque pero estaba completamente excitada. Según salió de la habitación fui a buscar en uno de mis cajones el consolador verde de Noe, el cual lo tenía cogido prestado, y lo empecé a chupar casi desesperadamente mientras con mi mano libre machacaba mi clítoris. Tras el primer orgasmo, no me detuve y esta vez me introduje el consolador en la vagina. Tuve que morder la almohada para que mis gemidos no se escucharan fuera de mi habitación, pero con el segundo orgasmo, pude notar cierto descanso en mi cuerpo.

Tras recuperarme de aquel desenfreno, me vestí con un bikini azul y una camiseta de tirantes de color azul que me llegaba casi hasta la mitad de los muslos. No llevaba calzado y cuando salí de mi habitación casi me caigo al suelo por el tremendo calor que hacía. Sopesé la idea de quitarme la camiseta, pero era mejor no tentar a Fabio tan pronto.

Pero cuál fue mi sorpresa, cuando al bajar al salón, allí esta Fabio, solo vestido con un bañador, viendo la tele. Su torso, desnudo y ligeramente brillante por las gotas de sudor que resbalaban por su cuerpo, me tenia hipnotizada. ¿Lo tendría todo planeado Fabio? El desayuno, el pronóstico del tiempo... "Joder... Si el fin de semana empieza así, no quiero saber cómo va a acabar..." Pensaba mientras me mordía el labio.

Al final tuve que apartar la vista del cuerpo de Fabio y sin que él se diera cuenta me fui a la cocina, donde el suelo de azulejos me devolvió un poco a la realidad, ya que estaban considerablemente mas fríos, que la madera del resto de la casa. Las gotas de sudor empezaba a bañar mi cuerpo, y pronto mi camiseta iba a empezar a mojarse. Si esto lo tenía preparado Fabio, se había equivocado de camino.

Decidida a ponérselo difícil, fui hasta el fregadero, donde puse el agua fría y metí mi cabeza bajo el chorro. Me refresco bastante, pero estaba mas fría de lo que pensaba y cuando me erguí y las gotas comenzaron a caer por mi cara y mi cuerpo enfriándolo y mis pezones se endurecieron. Añadiendo que la camiseta y el bikini acabaron casi completamente empapados, cualquiera que me mirase podría notar mis pezones.

Con el agua fría, no solo me había refrescado sino que mi excitación se había reducido en cierta medida, momento el cual aproveché para volver al salón y sentarme en el sofá con Fabio. Él no pudo evitar mirarme. Mi pelo mojado, la camiseta mojada y pegada, marcando mi figura y el bikini azul bajo la misma, mis piernas adornadas por gotas que un resbalaban hasta caer al suelo y mis pechos con los pezones bien marcados. Su mirada prácticamente me comía, y la temperatura volvió a subir en mí, pero aquella visión de su hermana mayor, fue demasiado para Fabio que se levantó disculpándose para ir al baño. Pude escuchar cómo se duchaba.

-Toma tu medicina, hermanito.- Susurré, como si hubiera ganado. Pero sabiendo que poco después iba a bajar de nuevo, semi desnudo, y mojado por la ducha, este era un buen momento para escabullirse. Por lo que subí a mi habitación y esperé a que saliera. Cuando Fabio salió, me buscó y al ver que estaba en el cuarto, vino directamente.

-¿Estás bien, Jessy?- Me preguntó desde el otro lado de la puerta.

-Sí, ¿Por qué?- Le contesté yo desde la ventana de mi cuarto.

-Nada, me ha extrañado que te encierres en tu cuarto.- Me explico. -Voy a la piscina. Si necesitas algo, ya sabes.- Me recordó.

-Está bien. Gracias.- Le volví a contestar. Solo tuve que esperar unos segundos para ver aparecer a mi hermano pequeño en el jardín. Desde tan lejos no era capaz de ponerme como antes pero mis recuerdos sí. Lo vi acercarse a la piscina y zambullirse en ella, para luego salir, de nuevo, completamente mojado. Mi vagina estaba encharcada. ¿Como podía ser que mi hermano me pusiera así?

Después se tumbo en la tumbona y me quede mirándolo un rato. Deseaba ponerme encima suyo y cabalgarlo hasta que fuera a eyacular, y que lo hiciera en mi boca. De nuevo me tuve que despertar de aquel trance de lujuria y me obligué a tomar la ducha mas fría que habia podido tomar en mi vida. Estuve alrededor de media hora. Cuando llegué a mi cuarto completamente desnuda, escuché la voz de Fabio.

-¡Jessy! ¿Vienes a comer?- Me gritó desde la cocina.

-¡Voy!- Le contesté. Me puse unas braguitas rosas y una nueva camiseta de tirantes de color amarillo a modo de vestido y bajé.

Hasta que no sentí la mirada de deseo de Fabio, no me di cuenta que aquel amarillo de mi camiseta era algo trasparente por lo que mis pezones se translucían y gracias a dios ahora no estaban duros. Me sonrojé y me tapé disimuladamente mientras Fabio me acercaba un bol de ensalada mixta.

-Hace mucho calor hoy, ¿No?- Preguntó tratando de romper el hielo.

-Pues sí, la verdad.- Le contesté. -¿Vas a salir luego con tus amigos?- Mas que una pregunta era una sugerencia. Necesitaba separarme un poco de Fabio y a la vez estar sola.

-Luego les iba a llamar.- Me contestó. -Quizás salga un ratillo.- Me confirmó.

-Muy bien.- Le contesté, casi finalizando la ensalada.

Una vez terminado de comer, Fabio se fue a hacer esa llamada y yo volví a darme una ducha, ya que mi camiseta empezaba a verse trasparente por culpa del sudor.

-Vuelvo en un rato.- Me avisó Fabio desde el otro lado de la puerta de mi dormitorio.

-Pásalo bien.- Respondí, casi a la vez que me desnuda completamente y me tumbaba boca arriba en la cama, con las piernas y los brazos estirados. -Creo que un bañito desnuda, me vendrá genial.

Por fin sola, bajé a la piscina con una toalla y me zambullí en la misma. Nadé, pero sobre todo buceé. Estar bajo el agua fresca y no pensar en nada, hizo que recuperar mi compostura y dejara de parecer una chiquilla con las hormonas revolucionadas.

No sé cuánto tiempo estuve allí, pero finalmente la noche comenzaba a llegar y con ello la bajada de temperatura. Salí de la piscina y con la toalla envuelta en mi cuerpo, para evitar posibles mirones, aunque si me hubieran querido ver, ya lo habrían hecho, y me dirigí a mi cuarto donde me puse unas braguitas blancas y un sujetador blanco con unas rayas verdes horizontales. Por encima, volví a ponerme una camiseta de tirantes a modo de vestido, esta vez de color azul.

Bajé a la cocina donde comencé a preparar la cena. Cuando terminé lo deje todo preparado en la mesa de la cocina y me senté esperando a Fabio, que no debía tardar. Tuve que esperar cinco minutos, hasta que la puerta de la calle se abrió y por ella entro Fabio. Vino directamente hasta mí y me abrazo por la espalda.

-¿Qué pasa?- Le pregunté acariciándole la cabeza.

-Te.. deseo...- Me confesó a la vez que llevaba sus manos a mis pechos, los cuales agarró con firmeza.

-¿No puedes esperar a después de la cena?- Le dije, dejando que me tocara.

-No...- Contestó tímidamente, pero sin soltar mis pechos.

-Entonces mas te vale que hayas traído una buena cena.- Fabio capto mi indirecta, me soltó y me rodeo hasta quedarse a un lado mío. Yo me giré y comencé a tocar su miembro a través del vaquero. -Ummm... No tiene mala pinta.- Comenté entre risas. Seguí acariciándolo durante unos segundos más, hasta que me cansé de su ropa y le desabroche el vaquero dejándolo caer al suelo. Tiré ligeramente de su camiseta para arriba y el entendió que debía quitársela.

En esos momentos tenia a mi hermano pequeño solo con unos bóxer negros, que guardaban un buen trozo de carne. No me hice derogar y tiré de la prenda hacia abajo, dejando libre aquel pene que me traía loca desde que lo probara meses atrás.

-Sigue igual que lo recordaba.- Dije mordiéndome el labio inferior completamente excitada, a la vez que agarraba aquel ardiente y duro pene. Empecé a masturbarlo lentamente, dejándole disfrutar de cada subida y bajada, hasta que la tentación me supero y descubriendo su glande, me lo introduje en la boca.

-Ahhh... Llevo todo el día deseando que lo hicieras...- Gimió Fabio agarrándome de la cabeza, pero sin hacer fuerza.

Yo utilizaba mis labios y mi lengua para rozar todo el glande. Los movimientos inconscientes de Fabio provocaron que finalmente me introdujera su miembro lo mas que podía, para volver a sacarlo. Mi mamada no se hizo esperar, a la vez que con la mano libre acariciaba sus testículos. De vez en cuando alzaba la mirada para que nuestros ojos se encontrasen y lo excitara aun mas.

-Jessy... Me corro...- Me avisó.

Pero a diferencia de la primera vez, no solo no me detuve si no que aumente el ritmo de mi mamada, provocando que su semen saliera a chorros contra mi garganta. A medida que recibía su espeso y caliente esperma, iba tragándolo, sin dejar masturbarlo para sacarle todo. Una vez secó me detuve, lo miré y me levanté.

-Deliciosa cena... Pero esto no era más que el aperitivo.- Le provoqué. Su pene ya no lucia tan enorme como antes, pero tampoco estaba flácida del todo. Pasé ambas tiras de la camiseta por mis hombros, dejándola caer al suelo, quedándome únicamente con la ropa interior. Su pene dio un par de votes de alegría, pero el reciente orgasmo, aun no le permitía levantarse del todo.

-Que buena estas...- Susurró Fabio sin apartar la mirada de mi cuerpo.

Con la atenta mirada de Fabio, empecé a moverme de forma sensual y provocativa, a la vez que me quitaba toda la ropa, quedando desnuda sobre la encimera de la cocina, con las piernas completamente abiertas, mostrando mi depilada y rosadita vagina, que ahora humeaba y chorreaba fluidos.

-Tu también tienes que cenar, hermanito.- Aquella afirmación fue suficiente para que él se acercara hasta mi, y se agachara hasta tener la cabeza en frente de mi abertura. Pareció dudar unos segundos, pero finalmente su lengua no se hizo esperar, y esta recorrió toda mi vagina de abajo arriba, deteniéndose en mi clítoris, el cual comenzó a machacar, a la vez que introducía su dedo corazón en mi interior.

-Qué rica estas, Jessy...- Me dijo antes de hundirse en mi entre pierna.

-No pares, hermanito... Sigue...- Empecé a gemir, la vez que le acariciaba la cabeza, obligándole a hundirse más y abrazándole con mis piernas para que no saliera de allí.

Poco después, mi cuerpo se convulsiono, fruto de un gran orgasmo. Mi respiración era entrecortada y no para de jadear. Fabio siguió lamiéndome, pero ya con menos intensidad, hasta que se detuvo con un intenso lametón, que me dejo excitadísima, aun habiendo tenido un orgasmo. Fabio se separó de mi, y mientras bajaba de la encimera, pude ver como su miembro había adquirido el tamaño del principio.

-Dios, Fabio... Quiero esa polla dentro de mi...- Le pedí mordiéndome el labio inferior y sin dejar de mirarla.

-Siempre que quieras.- Me contestó con una sonrisa.

-Pero para nuestra primera vez, mejor un sitio mas cómodo.- Sugerí cogiéndolo de la mano y llevándolo a mi cuarto. Una vez dentro, lo tumbé en la cama y aproveché para lamer de nuevo su miembro. La respiración de Fabio se empezaba a entrecortar y pude notar como su pene estaba en su punto más álgido, completamente duro y caliente, por lo que sin esperar un segundo, me arrodille encima suyo y tras apuntar su miembro en la entrada de mi vagina, comencé a bajar lentamente, hasta que todo su pene desapareció dentro de mí.

-Me encanta tu coño, Jessy...

-Y a mi tu polla, hermanito...- Con cierta dificultad, empecé subir y a bajar, cabalgándolo. Me costó un poquito, pero finalmente alcancé mi mejor ritmo, realizando un movimiento completamente vertical, introduciéndome el pene hasta el fondo al estar abajo y dejando solo la punta dentro cuando me encontraba arriba.

Mis pechos acompañaban  mis movimientos, con un bote hipnótico que no paso desapercibido para Fabio, que en seguida estiró sus manos para aprisionar mis pechos, amasándolos. Mis pezones, duros, se clavaban en las palmas de sus manos, cada vez que apretaba mis pechos.

-Pedazo de polla... Increíble...- Gemía y gritaba de placer, mientras agarraba sus muñecas para conseguir algo más de equilibrio. Fabio gemía y bufaba por el placer. Quizás no querría admitirlo, pero acaba de darme su virginidad y esto empezaba a pasearle factura.

Soltó mis pechos y posó sus manos en el lateral de mis nalgas, apretando ligeramente tratando de aguatarse. Yo no quería dejar de disfrutar y viendo mis pechos libres y de nuevo botando, fui yo quien los agarró. Empecé a amasarlos y también me los pellizcaba ligeramente aumentando la intensidad de mis gemidos, cosa que fue irresistible para Fabio que ya estaba cerca de su límite.

-Jessy… Me corro…- Me avisó como pudo.

-Espérame… Yo también llego.- Le avisé entre gemidos.

Hice un pequeño sprint y di un pequeño bote saqué su pene de mi vagina, haciendo que yo cayera hacia atrás, y rápidamente agarré el miembro y empecé a masturbarlo. Segundos después mis pechos, mi estomago y mi mano estaban bañadas de semen.

-Es la segunda vez seguida y te has corrido mucho.- Le felicité mientras limpiaba con la lengua mi mano. -No está mal para tu primera vez.

-¿Cómo lo has sabido?- Me preguntó sorprendido y un poco avergonzado.

-Soy tu hermana mayor, además, estas cosas se suelen notar.- Le contesté divertida.

-Lo que yo no sabía era, que tú eras tan fogosa.- Comentó tratando de desviar la conversación.

-No te creas. Llevaba un tiempo a palo seco, y la expectación que yo misma me he creado, me ha subido mucho el lívido.- Le confesé mientras nos abrazábamos.

-A mi me pasaba igual, solo que yo nunca lo había hecho, jaja…- Reímos ambos. Era algo increíble compartir aquella situación con mi hermano pequeño. Extraño e increíble a la vez. Dormimos juntos y abrazos. Seguramente una de las mejores noches que he pasado en mi vida.