Jessica

No volver del trabajo en horas inoportunas. y menos si eres un tipo sin atributos.

JESSICA

Hacía calor y Carlos tenía prisa. Había olvidado los informes para su entrevista con el supervisor de la planta donde trabajaba. Un hombrecito bajo y calvo rumbo a su casa en un día de sol, ése era Carlos.

Ya en casa, agotado por el esfuerzo, se dirigió a la cocina; una bebida fría estaría bien. Abrió la refrigeradora (¿Dónde estaría Jessica?). "Debería estar cocinando" pensó. Tomaba su Crush cuando oyó el ruido, un ruido seco, de algo pesado que cae, que venía de arriba, de su habitación. Sigiloso como ladrón subió las escaleras, "La sorprenderé holgazaneando, son las diez y no se levantó, mi adorable Jessica" pensó. La puerta se abrió sin ruido, y Carlos quedó pasmado, inmóvil, con lo que vio.

Jessica tiene 24 años, 10 menos que Carlos, es bajita de bonito cuerpo y linda sonrisa, le costó mucho esfuerzo a Carlos conquistarla, casi dos años. Es un matrimonio feliz, sin hijos y con comodidades, aunque Carlos siente que en el sexo no obtiene las satisfacciones que esperaba antes de casarse, Jessica es muy tímida en cosas del sexo, no lo hace con luz, ni en otras horas que no sean las de la noche.

Casi se le salen las lágrimas a Carlos, vio a su mujer querida, a su alma gemela, a Jessica, a las diez de la mañana, con la luz matinal entrando por las ventanas, rodeada de tres negros, fuertes y jóvenes ¡en su propia cama! Y lo peor es que no atinó a hacer nada, eran tres, se hubieran reído de él si hacía algo, hasta le pegarían, le dio miedo, un perdedor calvo y bajito, eso era.

Salió de la casa, se fue por la parte del jardín a ver lo que pasaba, por la ventana: Jessica, sentada sobre uno de los negros, se la mamaba a otro, "Nunca quiso besármela" pensó tristemente. Los negros reían, no se oía pero se veían los dientes blanquísimos, y decían cosas que él no podía oír, ella ocupada en lo suyo, se movía frenéticamente. El tercer negro, que tenía un miembro enorme se acerco por detrás a su Jessiquita querida y con no poco esfuerzo, introdujo su enormidad en el culito de ella. Jessica volteó con expresión de dolor en el rostro y dijo algo al tercer negro, que les causó gracia. "Casi me vio", pensó asustado Carlos, la idea de que lo vieran y se rieran de él era intolerable. Jessica, al parecer, la pasaba mal con ese miembro enorme en su culito. Un día cuando tenían sexo Carlos metió traviesamente su dedo meñique en el culito de Jessica, ella lo insultó, le dijo que eso era de pervertidos, le dijo que la hería, que le dolía, ¿le habrá dicho lo mismo al negro ahora?

Carlos no quería ver más, se notaba que ella gritaba, era demasiado para una chica tan bajita y blanquita. Quería que parasen, pero no podía entrar, saco su celular y llamó para ver si eso ayudaba. Timbró fuerte, el oyó de la ventana, pero lo único que hizo Jessica fue alargar la mano y tratar de tomar el teléfono de su mesa de noche, nuevas risas de los negros. La verdad era gracioso ver a una chica blanca con los tres orificios llenos de carne negra tratando de coger el fono, al fin lo alcanzó y lo tiró. Carlos pudo oír clarito esta vez: "¡Quién mierda llamará en lo mejor, carajo!" Sí, era su voz, la voz que había dicho que lo amaba, la que le decía que era de mal gusto encender la luz para el sexo. Luego de decir eso, el negro que ocupaba su boca, con gesto airado tomo la pequeña cabecita de Jessica y la calló con su miembro. Vio su reloj, ¡el informe! Se fue apurado, temblando, ¿resignado? Entregaría el informe y pediría permiso para volver y ver cómo lo engañaba Jessica.

El reloj de pulsera de Carlos marcaba las 12:35 cuando salieron riendo y vestidos con ropas de basketball: bulls, lakers y el tercero un equipo indefinible. Entró a su casa y vio a Jessica sentada, sorprendida de verlo tan temprano y disculpándose por que no había cocinado nada hoy, "me sentí un poco enferma flaquito" dijo con su más bella sonrisa. No pudo reclamar, lo negaría todo y él no tenía pruebas, la besó en la mejilla y salió a comprar algo de comer.

Los días se sucedieron rápidos, así Carlos pudo ver por la web cam que instaló en su dormitorio, que Jessica tenía encuentros casi a diario, con los mismos negros, a veces ellos llamaban a más y llegaban a seis, a ocho. Él lo veía todo, lo oía todo, lo grababa todo desde su oficina. Tenía planeado dejarla sin nada, mostrar los videos de sus infidelidades a un juez. Mostrarlos a sus suegros, que sepan cómo era Jessiquita. Por las noches ella no quería tener sexo, ¡por supuesto estaba agotada! Y cuando lo hicieron, fue a oscuras.

El día que pensaba decirle que ya la tenía grabada, que iba a quitarle todo, que su familia se iba a enterar de cómo era Jessica realmente, Carlos la veía por centésima vez, esta vez, eran 5 los tipos, "¿por qué siempre negros?" se preguntó. Como una respuesta de la cámara salió la voz de Jessica: "!Eso es negro hijo de puta, rompe ese culito como tú sabes, usa tu enorme animal en mi culo!" Carlos se disponía a apagar la PC, no tenía por qué seguir viendo algo que lo entristecía pues él aún la amaba, cuando Jessica miró a la cámara y dejando de mamar dijo: "¿Me veo bien desde tu oficina cariño?" los negros rieron sin dejar su faena, estaban en sus tres agujeros y además de eso tenia dos vergas enormes en las manos. Carlos no podía creerlo, ella sabía, sabía que la veía y aún así no le importaba. Como si la pudiera oír le gritó "¡puta!". "No te asustes amor", le dijo Jessica, "y no vayas a apresurarte haciéndome una demanda de divorcio. Mira en el archivo que dice JESS001, primero" Asustado, adivinando lo que vería Carlos abrió JESS001. Era lo que temía, documentos que lo incriminaban, sobre el fraude que hizo a su empresa, ¡para darle los lujos que Jessica pedía! "Tengo los originales en mi poder amor, muestra nomás mis videos y te pudres en la cárcel, ¡ah! y quiero todo a mi nombre ¿entendido?", dijo Jessica y volvió a mamar verga negra. Carlos lloraba, estaba perdido. Dejando de mamar otra vez, Jessica dijo: "ah y cuando vengas a casa después del trabajo, tráeme comida china, para seis, los muchachos están hambrientos, y como ves, no puedo cocinar". "¡Calla puta y sigue mamando!", dijo el negro que le daba por la boca, mirando a la cámara y sujetando la cabecita rubia de Jessica, que dócilmente se tragó hasta el último de los 23 cm de miembro.

FIN