Jerarquía

JERARQUÍA (nombre femenino) 1. Organización de personas o cosas en una escala ordenada y subordinante según un criterio de mayor o menor importancia o relevancia dentro de la misma. 2. Conjunto de personas que encabezan (por ser las más importantes o relevantes) una organización jerárquica.

Los primeros rayos de sol se abrieron paso a través de las rendijas de la persiana anunciando la llegada de un nuevo día. Nagore, abrió lentamente los ojos y repasó mentalmente todo lo que llevaría a cabo a lo largo del día. Tras remolonear unos minutos, fijó la vista en el despertador de la mesita. —Si no me levanto ya, no me dará tiempo a tener todo listo y pagaré las consecuencias —pensó mientras se sentaba en el borde de la cama. De puntillas se encaminó a la cocina y puso en marcha la cafetera. El aroma del café recién hecho se adueñó de sus pulmones mientras terminaba de preparar el desayuno. Unas tostadas con mermelada y un zumo de naranja recién exprimido, junto con el café con leche, componían el desayuno perfecto para comenzar el nuevo día.

Satisfecha, comprobó que aún disponía de quince minutos para ella así que se encaminó al baño.

Se dio una ducha rápida disfrutando del contacto del agua en su piel y tras enjabonarse aprovechó para retocar su cuerpo y dejarlo en perfectas condiciones para esa tarde. Exfolió con suavidad su pubis extendiendo abundante gel por toda la zona y con mucho cuidado pasó la cuchilla llevándose con ella los pocos pelos que pugnaban por salir a la superficie.

Mientras se extendía la crema de áloe vera para calmar la piel pensó en calmarse ella misma ya que su cuerpo había reaccionado al masaje. —Joder, tres putos días sin correrme —susurró mirando al vacío—, a ver cómo me las apaño esta tarde para no perder.

Salió de la ducha y tras colocar el desayuno en una bandeja se dirigió a la habitación. Depositó cuidadosamente la bandeja en el suelo y apartó las sabanas que cubrían el cuerpo aún dormido que yacía en medio de la cama. Se colocó entre sus piernas y comenzó a besarla. Cuando sus labios llegaron a la meta, se humedeció dos dedos y delicadamente comenzó a masajear el clítoris de Ainara.

—Buenos días, Zorra —dijo esta medio dormida—. Deja los dedos y cómeme el coño de una puta vez.

Sintió la lengua de Nagore jugando con su clítoris, lamiéndolo, mordisqueándolo y, sin saber de dónde, sacó fuerzas para ordenarle parar.

—Ya vale, Zorra —consiguió decir entre jadeos—. Para o conseguirás que me corra y sabes que hasta esta tarde nos está prohibido.

Nagore se retiró en silencio de entre sus piernas y, tras acomodarle la almohada, le sirvió el desayuno. Se retiró a los pies de la cama, arrodillada, con las manos enlazadas a su espalda, mirando al suelo a la espera de recibir nuevas órdenes.

Cuando Ainara terminó de desayunar le ordenó retirar la bandeja con el desayuno y le dijo que la acompañase al baño. Nagore, obediente, gateó tras ella.

Ainara se metió en la bañera y se dejó hacer. Nagore se encargó de bañarla y al igual que había hecho antes, depiló con sumo cuidado el coño que minutos antes había saboreando.

Una vez finalizado el baño, la ayudó a vestirse y se situó al lado de la puerta de la calle para despedirse de ella esperando, las que con un poco de suerte, serían las últimas órdenes que recibiría de Ainara, al menos, durante una semana.

—Deja todo preparado para esta tarde —ordenó Ainara mientras pellizcaba uno de sus pezones—. Volveré a las dos en punto y quiero descansar un poco antes de ganarte de nuevo.

La plantó un beso en los labios mientras le introducía un dedo en el coño.

—¡Si estás encharcada! —exclamó Ainara—. No me costará mucho. Seguirás siendo mi zorrita una semana más —le dijo mientras abría la puerta y se marchaba a trabajar —. Y recuerda—susurró—, que aunque no esté en casa, deberás seguir desnuda hasta que se te ordene lo contrario.

Nagore, se quedó inmóvil tras la puerta durante unos cuantos minutos ya que no era la primera vez que Ainara volvía sobre sus pasos para ponerla a prueba y comprobar si seguía o no en su sitio.

Tras asegurarse de que esta vez no volvería, Nagore, se dispuso a limpiar la casa y dejar todo preparado para la tarde.

Apoyada en el puerta del salón, repasó todo con la mirada. Estaba todo dispuesto para las cinco de la tarde. En la mesa del comedor, sobre un pedestal, descansaba el trofeo, un consolador de veinte centímetros con forma fálica y su correspondiente arnés. Ante él, el resto de "armas" entre las que podría escoger una para el duelo de la tarde: dos consoladores con forma de delfín, dos balas vibradoras, cuatro bolas chinas, y sendos plugs anales.

—Creo que elegiré la bala —pensó en cual sería su estrategia mientras ocupaba su sitio, al lado de la puerta de entrada a casa—. Así tendré las manos libres para encargarme de su coño y de su culo.

Habiendo decidido ya como actuar, solo quedaba esperar a que se abriese la puerta.

No tuvo que esperar mucho, apenas cinco minutos después, oyó llegar el ascensor y el sonido de unos tacones acercarse a la puerta.

Abrió la puerta y después de ayudar a Ainara a desnudarse, gateó tras ella hasta la cocina, esperando que cuando terminase de comer, ésta hubiese sido considerada y quedase algo de comida aún en el plato para ella ya que su estómago no paraba de quejarse. Tras terminar de comer, Ainara, dejó el plato en el suelo.

—Come algo, zorrita. Ya sabes que no soy tan mala —dijo mientras le acariciaba la cabeza—. Voy a acostarme un poco. Avísame cuando falte media hora para que llegue tu marido.

Nagore asintió agradecida y, tras besarle los pies, se dispuso a comer lo que Ainara había tenido a bien dejarle.

Diez minutos, apenas faltaban diez minutos para que Gorka llegase del trabajo. Nagore y Ainara se hallaban arrodilladas en el centro del salón con la cabeza agachada y las palmas de las manos apoyadas en los muslos, a la espera de su Amo.

—Recuerda —dijo Ainara sin levantar la vista del suelo— que en todo momento he sido considerada contigo y no me he extralimitado. Gane quien gane esta tarde, quiero que lo tengas presente.

Nagore no contestó, se limitó a asentir con un ligero movimiento de cabeza apenas imperceptible.

El ruido de la cerradura al abrirse provocó que sus corazones latiesen precipitadamente y sus coños se humedeciesen al instante. Su Amo había llegado.

Gorka no tardó en entrar al salón y se recreó la vista con sus dos perras. Las tenía bien educadas, en ningún momento habían levantado la vista del suelo ni se habían movido. Permanecían inmóviles a la espera de sus órdenes.

—Buenas tardes, Perras —dijo Gorka mientras chascaba dos dedos de su mano izquierda—. Venid aquí y preparadme para ver el duelo.

Ambas se acercaron a él gateando y comenzaron a desnudarlo. Mientras Ainara le quitaba los pantalones Nagore hacía lo mismo con la chaqueta. Le ayudaron a sentarse en el sofá y tras desnudarle completamente, comenzaron una lenta felación a dúo.

Sus labios cubrían la polla de Gorka y sus lenguas se entrelazaban en una bella danza a lo largo del pene. Ainara, ganadora del duelo anterior, tuvo el privilegio de ser la primera en engullir la polla mientras Nagore le aguantaba el pelo. Tras retirarse, Nagore ocupó su lugar y sintió las manos de Ainara empujar su cabeza para conseguir que la polla entrase más aún en su garganta.

—Zorras —comenzó a decir Gorka mientras las lágrimas comenzaban a aparecer en los ojos de Nagore— Como cada VIERNES, llevaremos a cabo el duelo para determinar la jerarquía entre vosotras dos cuando YO no esté presente —anunció— .Quiero un duelo justo —continuó diciendo mientras Ainara y Nagore se retiraban al centro del salón—. No quiero ni golpes ni mordiscos. Por lo demás, está todo permitido. La primera que se corra, rendirá cuentas a la otra y se someterá a sus deseos. Buena suerte, Zorras.

A una señal de Gorka, ambas se levantaron y se aproximaron a la "armería". Ainara, eligió el delfín y Nagore tomo en sus manos la bala vibradora como había planeado con anterioridad. Volvieron a sus respectivos puestos, arrodilladas en el centro del salón y tras dejar las "armas" al lado de sus pies, recitaron al unísono:

—Estamos listas, Amo. Cuando usted quiera.

Gorka, se escupió en la mano y comenzó a masturbarse lentamente. Era la señal, el duelo había comenzado.

Nagore se levantó rápidamente y se abalanzó sobre Ainara tratando de inmovilizarla. Esta, tomada por sorpresa, terminó tumbada boca abajo, con Nagore sobre su espalda. Había pecado de confiada y pagaría su error. Apenas habían bastado un par de segundos para saberse derrotada, pero lucharía, se defendería hasta el final.

Sintió como Nagore le aferraba la muñeca de la mano en la que tenía el delfín haciéndole imposible alcanzar su destino. Poco a poco fue cediendo terreno y notó como Nagore lograba separar sus muslos sirviéndose de sus pies. Esta, liberó la muñeca de Ainara y cargando el peso de su cuerpo a las piernas separó con ambas manos las nalgas y escupió en el culo de Ainara para lubricarlo. —¡Que hija de puta! —pensó mientras hacía fuerza para mantener su agujero a salvo—. Me quiere meter el huevo en el culo.

Aprovechando que el sudor había hecho acto de presencia haciendo más resbaladizos los cuerpos, Nagore, pasó un brazo bajo Ainara y buscó su clítoris. Al ejercer presión sobre él, Ainara relajó una décima de segundo sus glúteos. Este acto no pasó desapercibido para Nagore y tras redoblar los intentos, finalmente, logró introducir el huevo dentro del ano de Ainara.

Gorka no se perdía detalle de la lucha mientras se masturbaba lentamente. Viendo la inminente derrota de Ainara, decidió equilibrar un poco la balanza y así conseguir disfrutar del duelo unos minutos más...

—Haced un sesenta y nueve. —ordenó cuando se dio cuenta de que Ainara no podría utilizar el delfín ya que este había rodado quedando fuera del alcance de sus manos.

Las Zorras cesaron el forcejeo y raudas cumplieron la orden del Amo. Ainara, tumbada boca arriba, metía dos dedos en el coño de Nagore mientras con su lengua lamía el clítoris tratando de arrancarle el orgasmo que pugnaba por liberarse tras haber sido reprimido por tres días. Nagore por su parte, succionaba el clítoris de Ainara y lo presionaba con su lengua mientras introducía tres dedos en el coño buscando el punto G, sintiendo las vibraciones del huevo alojado en el culo.

Nagore percibió como la lengua de Ainara dejaba de lamer, como un temblor se adueñaba de sus piernas y sabedora de la victoria, aceleró el movimiento de sus dedos.

Ainara se abandonó al orgasmo y trató de disfrutarlo el máximo posible. No sabía cuándo se le permitiría tener otro así que trató de grabar en su memoria cada uno de los espasmos que recorrían su cuerpo.

Cuando cesaron los espasmos, Gorka se levantó y ayudó a ambas a ocupar de nuevo sus respectivos lugares. Las felicitó por el duelo y tras besar a cada una en la boca, agradeciéndoles el espectáculo, se volvió a sentar en el sofá.

—Zorras, ha sido precioso. Nagore, puedes coger tu trofeo y tú, Ainara, ocupa tu lugar.

Mientras Nagore se ponía el arnés con el consolador de veinte centímetros, Ainara gateó hasta Gorka y comenzó a comerle la polla.

Sintió como Nagore retiraba la bala vibratoria y tras escupir en su culo, comenzaba a llenarle las entrañas con el consolador. Cuando la totalidad del consolador se alojó en su culo, Nagore la aferró de las caderas y comenzó a follarla sin descanso. Las embestidas hacían que la polla de Gorka entrase aún más en su garganta y las manos de este en su cabeza impedían que tomase aire. Cuando las lágrimas afloraron en sus ojos por el esfuerzo, este, liberó su cabeza dejándole libertad de movimiento y aprovechó para llenar de aire sus pulmones. En ese momento, una vibración recorrió su coño. Nagore estaba siendo benevolente y le había metido la bala vibradora en el coño para regalarle un segundo orgasmo.

Gorka comenzó a correrse y mientras le llenaba la boca con su corrida, un gran orgasmo se apoderó de ella. Con sumo cuidado mantuvo toda la corrida en la boca, sin derramar ni tragar ni una sola gota, hasta que su Amo le ordenó que se la pasase a Nagore. Esta, se había retirado de su culo y esperaba tumbada boca arriba, con la boca abierta, ansiando recibir la corrida de su Amo y tragársela, sellando así la nueva jerarquía entre ellas. Hasta el viernes siguiente Ainara estaría por debajo de ella y podría usarla a su antojo, siempre y cuando no estuviese El Amo presente.