Jekill y Hyde 2

Vicky

VICKY

Salté de alegría, los abracé a los dos. Y por supuesto que estuve de acuerdo. Ellos eran dos personas hechas y derechas y yo no tenía futuro, nii siquiera un nombre. Cenamos, brindamos y terminamos borrachos en la cama. Durmiendo.

Nos convertimos en personas con una relación simbiótica. Ellos, Julia y Ramón, serían los padres, la cara políticamente visible de la pareja. Nosotros, Julia y yo, seriamos la relación carnal.

Finalmente el niño nació, me nombraron padrino y me hicieron el honor de elegir el nombre. Sugerí Roberto en homenaje a mi gran error y lo aceptaron. Ese día nació otra pareja. Jek y Ramon, los compadres.

Pocos días después de la fiesta donde festejamos el bautismo de Roberto, se produjo un incidente que cambiaría mi situación en ese lugar. Para ese entonces ya habían pasado dos años del día de mi llegada a la estancia y además de mi trabajo acostumbrado, Julia me había ido enseñando los secretos de la huerta. Para cuando su embarazo estuvo muy avanzado, ya estaba a mi cargo completamente y así siguió.

Estaba trabajando en el corral de las vacas, cuando una violenta explosión detuvo todas las extractoras de leche, además de dejar todo el sistema de energía de la estancia fuera de servicio. Ramón mandó a buscar a todos los peones disponibles, las vacas debían ordeñarse antes de que se pusieran nerviosas y la leche debía entregarse a las usinas productoras de quesos y cremas para que no se paralice la producción.

Haciendo oídos sordos a mi compadre, me acerqué al tablero, lo abrí y comprobé que los cables estaban fundidos y pegados, lo que provocó un gran cortocircuito. El problema radicaba en que la instalación estaba completamente subdimensionada. Habían ido agregando maquinaria sin preocuparse de ampliar los cableados.

Era todo tan chapuzo, que los cables colgaban de sogas en los techos. Por fortuna en este caso, eso me favoreció. Saqué mi cuchillo de la cintura. Tiré hasta llegar a una sección de cable que no estuviera quemada, corté con el cuchillo, pelé los cables y reconecté todo. Fuí hasta la entrada de la estancia, rearmé la protección térmica, volví al corral y conecté la llave general. Antes que la primera vaca pudiera ser ordeñada a mano, todo volvió a funcionar.

Me extrañó el silencio que siguió, solo se oía el ronroneo de las máquinas. Levanté la vista y me encontré a todos mi compañeros mirándome como si fuera un marciano, el manejo de la energía eléctrica produce un gran respeto en la gente que no conoce del tema

  • Tío, ¿tú quién eres ?... ¿Y a tí te tienen juntando bosta ?

La estructura directiva de la estancia la conformaban Doña María, la viuda propietaria -una mujer que no conocía- de cuarenta y dos años. Y su hija Victoria de veintidós, una morena, pija de manual, que solo ví una vez en los establos y nunca supe qué hacía allí. Estaba de novio con Jorge, otro pijo  de treinta años propietario de la estancia más próxima y demasiado delicado para mi gusto.

La otra parte directiva, la conformaba Don Jaime el administrador, de cincuenta años y cara de buitre y su hijo Ricky, su ayudante de treinta, con una pinta de macarra que se caía. Comentaban los peones, que entre esos dos se rapiñaban gran parte de los beneficios de Doña María. ¿ Pero quién escucha a los peones ?

Me llamaron de la casona, para tener una reunión con Doña Maria y Don Jaime. Cuando arribé vestido con el mono limpio, también estaba la hija. La señora vestia muy sobria con pantalón holgado negro, camisa de seda blanca y botas de montar, era una morena de muy buen ver, con ojos astutos, que desmentian la indiferencia conque trataba los temas que, a mi entender, fingia desconocer.

Don Jaime, de traje azul arrugado, se notaba que era un mal bicho desde lejos. Por último, también estaba Vicky, como la llaman. Morena como la madre pero de  ojos claros, vestía pantalones cortos elastizados marcando un culo de campeonato, una camisa anudada sobre su cintura de avispa insinuando buenas ubres y zapatillas de lona. Su mirada era la de una mujer muy pícara. La charla la comenzó Don Manuel.

  • ¿Fuiste tú, el que arregló el desperfecto eléctrico ?

  • Sí señor. Contesté mirando el piso, con la gorra entre las manos, a la altura de mi polla.

  • Y cómo sabías, lo que había que hacer ?

  • Cosas que uno aprende señor.

  • Podrías haber provocado un accidente por meter la mano donde no se debe. Sonaba extrañamente contrariado.

  • Si usted lo dice... Pido disculpas señor.

  • Tú sabrías lo que hay que mejorar, para que esto no se repita. Preguntó Doña Maria. Mirandome intrigada.

  • Tengo una idea, señora.

  • ¿Lo has hecho alguna vez?

  • Algo he visto señora.

  • Pero Jula, no podemos poner algo tan delicado, en manos de alguien del que no sabemos ni su nombre verdadero. Menos aún, teniendo a mano  la empresa que te he sugerido.

  • ¿Me puedes decir tu nombre muchacho?

  • Jek Jaid, señora

  • Ve lo que digo Julia, esta gente no es de confiar.

  • Jaime, déjeme con el muchacho.

  • Pero Julia, no es conv….

  • ¡QUE ME DEJES HE DICHO !

  • Sí señora, disculpe. Y se retiró, mirándome con odio.

  • Y tu muchacho, acompáñame a recorrer las instalaciones y me dices tu opinión.

Salimos de recorrida caminando despaci, y nos acompañó su hija. Comenzando por el tablero principal, le empecé a detallar la necesidad de cableado nuevo, instrumental, herramientas apropiadas, elementos de protección, disyuntores, bandejas pasacables.

Cómo comprarlos para evitar sobre precios y la mejor forma de hacer los trabajos sin parar la producción.

Cuando volvimos a la casa, me puso delante un block de hojas y me pidió que le dibujara un esquema del trabajo y le hiciera una lista de herramientas y materiales. Cuando terminé, media hora más tarde y la vieron, las dos mujeres se miraron con una sonrisa. Ahí me di cuenta que entusiasmado con el proyecto, había cantado como un canario. La señora, se puso seria y me apuntó.

  • Es evidente, que eres una persona preparada y de muy buena formación, me atrevería a decir que provienes de una familia muy educada. Ahora entiendo lo que vio Julia en ti.

Me quedé helado

  • Si, no te asombres. Se todo lo que pasa en esta casa, y casi nada me asombra. Pero el cambio que ha dado Julia y como habla de ti, es una de esas cosas.
  • Es que soy muy amigo de su esposo. Intente disimular

  • ¡Por favor, no mientas,no tolero que me tomen por estúpida!

  • Perdone señora.

  • No se cual es el problema que te ha traído hasta aquí, pero no entiendo el que te hayas resignado a juntar bosta, estando tan calificado para un mejor trabajo.

  • A veces, es lo que uno merece, señora

El tema, es que me asignaron el trabajo a pesar de la negativa del administrador. Me dieron ropa nueva, me pasaron a una cabaña independiente. Y me permitieron montar mi taller en una cabaña anexa. Me asignaron dos ayudantes y elegí dos muchachos jóvenes que estaban encantados de aprender el oficio.

La siguiente discusión con Don Jaime, se produjo cuando pedí ser el encargado de comprar y supervisar los materiales. Y esta vez intervino su hijo.

  • Si no te dejas de meter donde no te corresponde la vas a pasar mal

  • Y como seria eso.

  • Volverás a oler a bosta.
  • No es muy distinto a como huele acá. Y sin dejarlo contestar, me marché.

La represalia fue inmediata. Una semana más tarde, a media mañana, me extrañó que no hubiera ningún empleado visible. A todos los habían llevado a algún sitio, hasta a mis ayudantes. Estaba meditando sobre esto cuando cayeron dos móviles de la policía. Me intentaron interrogar y me negué, aduciendo estar en propiedad privada. Por lo que mandaron a buscar a Doña Julia.

  • Contéstales muchacho, el comisario es un amigo.

Resignado fui a buscar mis documentos y se los di, el karma me había encontrado. El comisario entró en su camioneta, tecleo algo, habló por radio y volvió a mi encuentro con cara contrariada.

  • José Alvarez Barrios, todo normal. Dime muchacho, por qué usas ese nombre tan raro.
  • Siempre soñé con ser un cantante de rock, señor.  Contesté irónico y aliviado pero completamente desorientado por la falta de antecedentes.

Las carcajadas de la señora fueron estruendosas, casi como de alivio

  • Y dígame Comisario, a que se debió, tanto despliegue. Preguntó Doña María
  • Hubo una denuncia de que este muchacho era un peligroso delincuente.

  • Parece que hay gente que se siente molesta, porque se están controlando las cosas. Tiré al aire y me fuí

DESPEDIDA

Hoy se cumplen cinco años desde el día que llegué. A lo largo de este tiempo, Julia y yo tuvimos tres hijos varones. A la vista de todos Ramón es el padre y yo el padrino. Y todo el mundo lo respetó. Nada quedaba de la Julia sargento que conocí, ahora era una madraza consentidora y estaba más bella que nunca y Ramón el orgulloso padre que siempre soñó ser.

Mi compadre, en su afán de ser mejor padre y tener tiempo para sus hijos, me ha ido enseñando todos los secretos de su trabajo. Hoy prácticamente dirijo la estancia desde mi cabaña con su asesoramiento. Él recorre los campos y me indica sus sugerencias. Yo vuelco todo en un ordenador portátil que me he agenciado y después ejecuto. Se ha vuelto mejor hombre, ha adelgazado y cuida mucho su aspecto. Quiere darle un buen ejemplo a sus hijos.

Mi relación con Julia ha menguado mucho, solo intimamos de vez en cuando. Si le pica mucho el chichi me visita en el invernadero y ya casi no voy a dormir los sábados a su cama. Atender a sus niños la ocupa a tiempo completo.

Hoy es Domingo, la tarde esta agradable. Estoy acostado a la hora de la siesta  pensando en mi vida, cuando golpean la puerta de la cabaña. Me levanto vestido solo  con mi boxer, abro la puerta y es Julia.

Está hermosa, peinada con una trenza, levemente maquillada y con un vestido suelto con breteles. La hago pasar, cierro la puerta y cuando me doy vuelta, se lanza a mis brazos y me besa pasionalmente. No es un beso guarro, es un beso de amor profundo. Cuando se separa, tiene lágrimas en los ojos. No me deja preguntar.

Me toma de la mano y me lleva a la cama. Me deja parado de espaldas a la piecera. Se retira un paso y se suelta los breteles. El vestido cae a sus pies, está arrebatadora. Matrona, potente, las ubres hinchadas por el amamantamiento del niño más chico, leve pancita producto de los embarazos, su vientre completamente depilado y las piernas potentes de siempre.

Se pone en cuclillas, me saca el boxer, toma mi polla erguida entre sus manos y la empieza mimar, le pasa la lengua, puntea el cipote,  cuando se la introduce en la boca, lo poco que puede, empieza a sorber mientras me pajea con suavidad. No aguanto mucho, en un par de minutos me corro como una fuente. Ella se traga todo, pero no para hasta dejarla reluciente y lista para otra batalla.

Me empuja suavemente, para que me siente en el borde. Me ofrece un pezón erguido para que lo chupe y me lleno la boca de leche cuyo sabor me enardece. Cuando lo cree suficiente, me ofrece la otra. Es su ofrenda, una devolución de favores.

Finalmente me indica que me eche de espaldas. Me arrastro hacia atrás y la espero ansioso. Felinamente repta sobre mi cuerpo, toma mi falo, lo apunta a su cueva y baja suavemente. Sube y baja lentamente, disfrutando el instante con lágrimas en los ojos. No pregunto.

Cuando se siente a punto, se echa sobre mí, se prende a mi boca y acelera sus caderas. Cuando explota, me arrastra con ella, y la lleno de mi. En pleno orgasmo convulsivo empieza a llorar, me abraza con desesperación, enlaza  mis piernas con las suyas, mantiene mi falo dentro suyo estrujado por su vagina. Es un llanto profundo sentido. La dejo hacer mientras le acaricio la espalda. Cuando se calma empieza a hablar.

  • Roberto está creciendo y empieza a preguntar por qué el papá no duerme conmigo, tarde o temprano va a entender y tengo miedo.

  • Julia, no me tienes que explicar nada, sé cual es mi lugar.

  • Eso no lo dudo, pero me da terror que nos dejes. Que si no estas conmigo, te alejes.
  • Pero qué dices Julia, son mi única familia. Los quiero con todo mi corazón, jamás podría pensar en dejar de verlos. Soy yo el que tiene que rogarte que no me alejes de ustedes.

  • Nos miramos a los ojos y nos volvimos a besar. Y así abrazados nos dormimos.

Cuando me desperté, se había ido. Un capítulo de mi vida se había cerrado

ESCARMIENTO

La mano derecha de Don Jaime, era Clara, una gordita simpática que me hacía ojitos. Solíamos hacer caminatas juntos hasta la tranquera de acceso cuando se iba. Me usaba de paño de lágrimas por los abusos de Don Jorge y los toqueteos indebidos de Ricardo. Esas cosas me ponían muy cabreado. Para consolarla, siempre le decía que algún día iba a hacerla mi secretaria.

Han pasado dos meses desde que cortamos los encuentros sexuales con Julia y sin embargo el cariño, la camaradería y el afecto, se han incrementado. Ramón y yo, parecemos más padre e hijo, que compadres.

Desde que volcamos todos los informes al ordenador, tenemos perfectamente detallado, nacimiento y mortandad de animales, la producción de leche y todos los derivados de la usina.

Hoy, por fin he logrado que Clara me alcance un archivo con el detalle de las ventas de ese período. Los resultados son elocuentes. Entre un veinte y un treinta por ciento de la producción desaparece.

Estoy que vuelo de la indignación, para colmo hoy vino la pija de Vicky con el dueño del plumero y le armaron un follo a Pancracio, el peón, porque tardó en preparar el caballo del marica. El pobre muchacho estaba tan nervioso, que no daba pié con bola. Tuve que ir a ayudarlo y soportar la risita sobradora del perejil.

Al anochecer, cuando hago la ronda de verificación. Veo que el atolondrado ha dejado el portón de los establos abierto. Lo único que falta es que entre algún depredador y los lastime.

Cuando lo estoy cerrando, escucho quejidos desde una de las caballerizas, me acerco a ver que pasa, abro la puerta de golpe y me encuentro a Vicky apoyada de espalda contra la pared, con la camisa abierta, mientras Pancrasio le come las tetas desesperado. Cuando él me ve, se espanta y sale corriendo, mientras la zorra se cubre despacio, mirándome con cara de puta.

Salgo pateando puertas, tengo un cabreo que no me aguanto. Voy a la cocina a ver si logro que Carmencita, la ayudante de la cocinera, una adorable morena de buenas curvas de veinte años, me tire algo para masticar. Porque si se lo pido a su jefa me saca carpiendo

El panorama que me encuentro, me termina de poner loco. Ricky está tras ella, la está abrazando bien apretado, agarrándole las tetas, apoyando la polla en su culo mientras la chica se deja pasiva con lágrimas en los ojos.

  • Así me gusta putita, que sepas cual es tu lugar, si no quieres perder el trabajo, voy a enseñarte como se porta un hombre y no el puto de tu marido.

El trompazo lo alcanzó en el oído. Se derrumbó como un castillo de naipes. Lo levanté del piso y lo tiré al patio por la ventana. Volví a salir y lo empecé a moler a patadas. Si Ramón no hubiera salido, alertado por los gritos de Carmencita y me hubiera separado, mientras Julia la calmaba a ella, creo que lo mato.

En un instante, estamos rodeados de todo el personal, nadie me reprochó nada. Al contrario, me pareció ver alguna sonrisa de satisfacción entre las chicas y de orgullo en los peones, entre ellos el marido de Carmencita.

Estoy en mi dormitorio, sigo excitado mientra me saco la ropa. Me ha vuelto a pasar, y no sé que consecuencias tendrá esta vez, encima estoy insatisfecho, necesito algo mas para calmarme, quizás una buena paja.

Y ese algo, llega en forma de Vicky que se cuela en mi cuarto sin preguntar. Ha visto el espectáculo y está excitada. Se empieza a desvestir mirándome a los ojos. Es una hembra de mi edad que está tremenda y es muy puta, justo lo que necesito en este momento. Cuando se saca el tanga mirando viciosa mi polla encabritada, no aguanto mas.

Me lanzo sobre ella, la levanto de las corvas, la apoyo en la puerta y la ensarto como una aceituna. El polvo es demencial, los gritos ensordecedores, cuando le llené el coño de lefa, llevaba tantos orgasmos que se desmayó.

Estuvimos follando toda la noche, no le hizo asco a nada. Terminamos escaldados y agotados. Nos despertaron los golpes en la puerta, era la policía.

Estoy  parado frente al escritorio de Doña María con una carpeta bajo el brazo, me acompañan el comisario y un oficial, uno de cada lado. Del otro lado están, Doña María mirándome seria, Don Jaime con una sonrisa de buitre y Victoria con cara satisfecha. En un rincón está Carmencita llorando, abrazada a Julia, que me mira preocupada.

  • Me extraña mucho José. Pegarle a un colaborador mío por celos, encima por una muchacha casada, no es propio de tí. Espero que tengas una explicación, si no, esta vez no podre retenerte con nosotros.

  • Usted proceda como crea señora, pero lo que le han contado no es cierto, Carmencita es una buena muchacha y jamás tendría un rollo con nadie que no sea su marido.

  • Pero que mierda dices hijo de p.. intentó atacar Don Jaime cuando Doña María lo interrumpió.

  • Imagino que me darás tu versión, y de verdad espero que sea creíble. No quisiera perderte.

  • Encontré a Ricardo en la cocina y le reclamé por su mala gestión, porque la comparación entre la producción y la venta refleja un desfalco que llega en algunos casos al treinta por ciento. Él y su padre le están robando hace años. Cuando se sintió descubierto, me atacó. Yo solo me defendí.

Don Jaime estaba pálido cuando Doña Julia agregó

  • Imagino que tendrás pruebas.

  • Por supuesto, en esta carpeta tiene todas las que necesita. Y se la alcancé

Como resultado, de esa reunión salió Don Jaime preso, su hijo detenido en el hospital, mi nombramiento como nuevo administrador, Clara como mi asistente y Victoria como mi nueva amante.

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