Jeena
Un joven desesperado por la abstinencia encuentra a una enigmática mujer en una discoteca.
Recuerdo que alguna vez leí que la tradición oriental cree que de las relaciones sexuales se puede obtener poder y control sobre la mente. o algo así, el caso es que siempre me pareció de lo más estúpido, hasta el día en que la conocí a ella.
Era martes, yo cumplía tres meses de haber terminado con mi chica y como nunca he tenido la imaginación necesaria para masturbarme, tres meses de semen acumulado en mis pelotas.
Al principio no era tan malo, la abstinencia no es insoportable. a menos que tu compañero de cuarto se consiga una novia que sea un sex symbol y que se la pase follándola todo el día. El maldito llegó al apartamento hace dos semanas con una mujer de unos 30 años, rubia, de ojos claros, tetas como melones, culo perfecto y menos tela en su ropa que la que yo tengo en mis calzoncillos, al siguiente día cuando llegué podía oír los gritos desde su cuarto "¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Eres una puta!!! ¡¡¡Lo quiero aquí!!! te gusta por detrás, ¡¡¡¿cierto?!!! ¡¡¡Sí, párteme el culo papito!!! ¡¡¡Me corro!!! ¡¡¡No salgas, lo quiero dentro!!!", etc, etc. Y los desgraciados se la pasaban así tres y cuatro veces al día y para rematar mi compañero salía de su cuarto medio en pelota al baño y por la puerta que dejaba abierta yo podía ver ese trozo de carne sobre la cama completamente desnuda. Era demasiado.
Pero bien, como iba diciendo, era martes, tres meses de abstinencia y dos semanas de voyeurismo. Si no conseguía una mujer esa noche me pensaba pegar un tiro, o iba a ir donde una puta, ambas opciones se me hacían igual de trágicas. Estaba en una discoteca, la canción que sonaba se detuvo por unos segundos mientras el DJ cambiaba los discos cuando una luz blanca apuntó a la puerta por unos instantes, justo cuando ella entró. Cabello negro y liso que le llegaba hasta la cintura, piel blanca sin maquillaje, grandes ojos cafés, nariz respingada, labios carnosos por los que asomaba coqueta una lengua juguetona, cuello delgado que bajaba hasta el escote de su vestido negro de una pieza. senos no muy grandes, pero de forma perfecta, cintura de 50 cm que le daba un par de hermosas curvas hasta donde empezaban sus piernas largas y bien formadas que salían por debajo del cortísimo vestido. Mi mundo se detuvo por unos instantes y apenas se empezó a mover de nuevo noté que estaba duro como nunca nadie me había puesto.
"Hola, soy Jeena". En ese momento maldije al mundo. La mujer más hermosa que había visto en el mundo aparece en mi discoteca, se dirige directamente a mi mesa, me habla a mí y yo tan sólo pude sonreír e intentar ocultar el bulto en mi pantalón. Pensé que me iba a mandar al infierno cuando se diera cuenta, pero tan sólo miró directamente a mi entrepierna, sonrío y dijo mientras me jalaba de los brazos "ven, bailemos". La música sonaba a un ritmo muy acelerado y yo, de pie, con mi polla apuntando a los cielos, saliendo de mis calzoncillos y amenazando con romper mi pantalón, dije: " Es que me da pena que me vean tieso". Ahí decidí que lo de la puta era mala idea y que iba a elegir el disparo. Pero las cosas empezaron a ponerse raras, ella perdió la sonrisa y dijo en un tono tan serio que me asustó "quiero bailar, y tu pequeño seguirá así mientras me convenga", dicho esto se me abalanzó y pegó su cuerpo al mío para ocultar mi erección, lo que funcionaba, pero no ayudaba a reducirla. Jeena bailaba de una forma increíble, bajaba y subía, se agitaba y contoneaba y todo sin separarse de mi miembro. Se giraba y frotaba su trasero, bajaba dejando que yo sintiera su espalda con mi polla. Yo estaba como loco, no me movía, tan sólo la observaba bailar. La canción acabó y ella me dijo al oído : " si me lo ruegas voy a dejar que me la metas" ¿!Rogar ¡? En ese momento hubiera vendido a mi madre por follármela, asentí con la cabeza y ella me llevó bailando hasta una esquina, no había mucha gente por allí y la música no sonaba tan duro, ella me ordenó: "Bien, ruégame. Promete que harás lo que yo te pida de ahora en adelante y tendrás esto" tomó mi mano y la puso bajo su vestido, dejándome sentir su coño. Me miró a los ojos, sonrío y se levantó el vestido, dejándome ver que no llevaba nada debajo. Yo empecé a hablar de una manera casi inconsciente "Por favor, si me dejas follarte haré lo que me digas, lo juro". No alcancé a acabar mi frase cuando ella bajó mi cremallera y mi polla saltó como un animal al acecho, ella la tomó con su mano y se la clavó de un solo golpe. No estaba ni siquiera húmeda, y era muy estrecha, me dolió un poco y pense que a ella la habría destrozado, pero parecía disfrutarlo, se abrazó a mi cuello y empezó a moverse, sacándola mucho y clavándola de nuevo con fuerza. Escuché murmullos y vi que la gente empezaba a rodearnos. Pensé en retirarme apenado y decirle a Jenna que nos fuéramos al baño o algo, pero no podía hablar o moverme, estaba paralizado mientras ella subía y bajaba con mi polla metida hasta lo más profundo de su coño, miraba a la gente y gemía de una forma tan exagerada que era obvio que fingía. A pesar de lo apenado que estaba, la situación era terriblemente excitante y no tardé mucho en estar a punto de correrme. Ella lo presintió y sacó mi polla, se puso de rodillas y me ordenó: "Cuando te corras grita que eres una puta" y después de besar el glande se la metió en la boca, succionando y acariciándome con la lengua. Esto era demasiado, no iba a correrme gritando puta en medio de una multitud que ya empezaba a hablar de la policía. o bueno, eso pensaba yo hasta que mi semen salió con furia, disparé un par de veces dentro de su boca, ella se la sacó y los chorros de leche le empezaron a dar en el rostro, el placer me invadió y grité con todo lo que daban mis pulmones: "¡¡¡Soy una maldita puta!!!". Ella se incorporó con rapidez, me besó dejando mi propio semen en mi boca y salió corriendo. Pasaron un par de segundos en los que yo saboreaba mi leche y agradecía a Dios por el polvazo pero después me regresó la cordura, escupí el semen con asco, guardé mi polla y salí huyendo de allí, entre todo tipo de insultos y amenazas.
Pensé que esa noche había sido producto del alcohol y la abstinencia o que Jeena me había narcotizado de alguna forma o que todo había sido producto de mi imaginación. Pero tan solo dos días después, me encontré en la calle con ella, quien me dijo con sarcasmo: "Aún recuerdas tu promesa, ¿cierto?, vas a tener que hacer TODO lo que yo te diga."
Continuará. si alguien me escribe a decirme que le gustó esta historia de ficción. nochejh@yahoo.com