Jean Pactrick

El francés salió de la cárcel y está dispuesto hacer lo que él quiere con sus negocios y con su vida sexual, un empacador y su escolta son los siguientes.

Jean Pactrick

El francés iba en la parte trasera de su flamante BMW, iba acompañado por su abogado, quién le explicaba como estaban los negocios; desde la salida de la cárcel estaba más apuesto que nunca, su cuerpo esbelto, serio, con sus músculos tonificados fruto del ejercicio matutino, sus ojos verdes penetrantes e intimidantes y su cabello ya un poco largo castaño que brillaba contrastando con la luz. Vestía un traje azul exclusivo de un diseñador italiano. Sus escoltas lo seguían en dos autos más.

¡Cómo va la compra de las acciones en la empresa!

El abogado siempre estaba nervioso ante el francés, hombre robusto, bajito, calvo, casi ridículo, llevaba un vestido blanco, impregnado de olor a tabaco y mezclado con una loción barata. El francés sentía repugnancia por el individuo que llevaba a un lado. Pero era indispensable, porque el tinterillo conocía todas las triquiñuelas para obtener lo que se le antojaba.

Doctor Pactrick, las cosas están complicadas, es muy difícil convencer a estos socios vender.

Pero, ¿está ofreciendo un buen precio?

Desde luego, señor, incluso se está ofreciendo el 50% superior al valor real. El problema, es que esa familia no desea venderle a Usted por sus antecedentes, ¿me comprende?

Arregla una cita con ellos. Quiero hablar con ellos.

Dudo mucho que ellos deseen eso, podríamos hablar con su representante, si Usted quiere… -Interrumpe el francés

¡Arregla la cita con la familia, hoy mismo!

Ok, señor, me pondré en esas inmediatamente.

El francés ordenó al conductor que se detuviera, miró de frente al abogado y él sin decir más se bajo del vehículo, dejándolo a mitad de autopista.

Señor, ¿seguimos al club? – preguntó el conductor

¡Si! Pero antes pasemos por una tienda, debo comprar algo.

Llegaron a un centro comercial, el francés se bajó del flamante auto, inmediatamente reaccionaron sus escoltas y se acercó Julián el jefe de seguridad y preguntó:

¿Nos demoramos acá? ¡Señor!

No, sólo voy a comprar una crema para la el sol, espérenme, en la entrada, no es necesario tanto ruido.

¡Pero Señor! Es que

Es que nada Julián, esperan y punto.

El francés ingresó a la gran tienda, buscó directamente el protector solar y se dirigió a un punto de pago, cuando el extranjero vio un chico que estaba empacando los productos que se registraban, quedó hipnotizado, sin respiración, tenía unos 18 años, ojos miel, cabello rebelde ayudado por el gel, sus labio finos y una bella sonrisa que tenía que darla a todos los clientes, esperando de una propina, delgado, blanco, llevaba una camisa de la tienda que los distinguía como empleado y su nombre Marcelo, sus manos delgadas con largos dedos, notó que sus uñas estaban arregladas.

Pagó el gel y sacó tres grandes billetes que puso en el lugar de las propinas, era superior a tres veces al valor de la crema protectora, Pactrick lo miró a los ojos, el chico sonrió nerviosamente y dijo tímidamente:

Caballero, creo que se ha equivocado. –tomó los billetes y se los devolvió al extranjero.

YO nunca me equivoco Marcelo, ¿ese es tu nombre? , tómalos, son tuyos, te los mereces, por ser el chico más lindo de esta ciudad.

El chico se sonrojó y recibió el dinero, sintió pena por su compañera cajera, pero sintió satisfacción, lo que le había dado ese hombre representaba casi 6 meses de propinas.

Gracias señor

Jean, mi nombre es Jean, es un placer

Que bueno – siguió trabajando, el hombre lo seguía viendo y no pudo con la curiosidad. – ¿Usted es americano?

No, francés

Ah perdone señor, lo más lejos que he ido es a la finca de mi abuelo y no conozco muchos extranjeros.

Conmigo, puedes ir a donde quieras, te invito a un helado, ¿puedes?

No puedo, tengo que trabajar, hasta las 12:00

¿Pero te gustaría?

No se, puede ser.

¡Ven vamos! Y verás más de esos billetes, ¿me comprendes?

El francés salió hacia la salida principal, no miró hacia atrás, mientras Marcelo se quedó pensando, no era tonto, sabía lo que quería el tipo, tenía miedo pero ese hombre inspiraba algo, sintió una electrizante sensación de adrenalina, acompañada de la oportunidad de obtener más dinero. Le dijo algo a su compañero, salió de prisa y alcanzó al francés.

Hey me da 5 minutos, voy a cambiarme.

No necesitas cambiarte, estás hermoso así. Vamos

No, es que no me gusta salir así.

¡Qué importa lo que a ti te gusta!, es lo que a mi me gusta y estás muy bello, anda sube al auto. –ordenó el extranjero

Marcelo sintió temor, por aquel hombre y más viendo el despliegue de seguridad que rodeaba al hombre. Ya en el auto sintió mucho temor, el francés dio unas órdenes y miró a los ojos al chico.

No te preocupes Marcelo, no te haré daño, te aseguro que la vamos a pasar muy bien. - Le puso la mano derecha en la pierna del chico y la movió suavemente.

El extranjero recibió varias llamadas de celulares, la atendió, Marcelo se encontraba intimidado, miró con detalle el interior del auto, sus lujos, vio con admiración la licorera, el televisor, cada lujo. Poco a poco perdió el miedo y se entretuvo con cada cosa en ese auto, mientras Jean seguía atendiendo a gente por celular, él notaba que se estaban retirando de la ciudad y estaban en la zona exclusiva de la ciudad hasta el momento desconocido para él. Finalmente a una puerta principal y se abrió de inmediato, pudo observar que había gente corriendo y pendiente de cualquier novedad.

Pactrick terminó de hablar apagó los celulares y se bajó:

¡Julián! estaré muy ocupado! Sólo la llamada del abogado es válida, pero no me haga pasar, sólo que deje el dato del sitio y la hora de la cita con la familia.

Sí señor.

Tomó por el hombro al chico y le dijo:

  • ¡Bienvenido niño!, mi casa es tu casa, pasa, por favor

Marcelo ingresó a la mansión, quedó deslumbrado con todos los lujos y espacios que habían en el interior. Pactrick lo dejó observar y lo seguía en silencio, pero había llegado el momento de atacar, mientras él chico miraba los salones y la piscina interior el francés se puso detrás de él, puso los sus manos en los hombros del chico, luego lo giró hacia él y sin pedir permiso lo beso. Los provocativos y finos labios de Marcelo no se abrieron, al sentir la lengua de pactrick que quería ingresar en la linda boca del joven no permitió el ingreso, Jean lo separó y lo miró inquisitivamente y luego lo volvió a besar, esta vez Marcelo permitió el beso, sintió el aliento del hombre y su delicioso olor a fragancia de una loción que él desconocía. Pactrick empezó hacer su trabajo, con las llenas de los dedos acarició fuerte pero de manera sensual y delicada la espalda del chico, hasta llegar a la cintura, Marcelo sintió morirse, nadie lo había tocado de esa manera. Estaba cómodo, los apasionados y fuertes besos del hombre lo estaban excitando, después de todo no era aquello tan malo. Pactrick se separó y le dijo:

Me gustas mucho chico.

¿por qué? – preguntó con tranquilidad el muchacho.

No me preguntes eso, que no se responder. Alle, (vamos) que deseas hacer.

No se.

¡Oh! Que mal educado soy. ¿deseas tomar algo?

No se, ¿qué me ofrece?

Lo que quieras, y sino lo tengo lo mando a traer.

Gracias, pues no se, lo que Usted quiera.

¿Deseas algún trago? O eres menor de edad y no puedes tomar.

No soy menor de edad, hace una semana cumplí los 18 años. Bueno quiero un ron. ¿Y Usted Cuántos años tiene?

Tengo 35 – mientras servicia los tragos.

No se le notan, está muy bien

Gracias, niño – lo volvió a besar, y esta vez su mano fue directamente a la bragueta del chico y sintió que el pene del chico estaba creciendo, siguió besándolo apasionadamente. Él estaba haciendo bien su trabajo, empezó a besarlo por el cuello, el clima estaba calentándose y Marcelo se dejaba llevar. Mágicamente empezó a quitarle el pantalón y lo sintió caer, dejándolo en bóxer que estaban ajustados de color azul oscuro, la verga de Marcelo estaba ya a plenitud, sin más preámbulos el francés le quitó la camiseta de empleado de la tienda y lo dejó en bóxer. Y siguió acariciándolo y besándolo, aún Jean seguía vestido. De pronto el chico freno e interrumpió.

¡Espere!, que tal si entra alguien y nos ve en estas.

Si alguien entra está despedido, nadie entra sin yo llamar, no te preocupes. – Y siguió haciendo su tarea. – ¿Quieres ir a la piscina?

No tengo traje de baño y no puedo mojar mis pantaloncillos.

Y quién te dijo que necesitas traje niño. – Jean tomó el bóxer y lo bajo rápidamente, presenciando la verga larga muy larga pero delgada, estaba circunciso, sus bolas hermosas un poco pequeñas para el tamaño de la verga con poco vello aún mono y muy tierno. Pactrick balbuceó algo en francés y se abalanzó sobre esa bella herramienta y empezó a chupar, tenía un olor a jabón, muy limpio y como pudo el extranjero empezó a desvestirse; Marcelo le temblaban las piernas, estaba viviendo su mejor experiencia, el tipo le mamaba la verga como nadie y estaba en el cielo, cerró los ojos y sus manos por primera vez toca a Pactrick poniéndolas en la cabeza para guiar la mamada, sin darse cuenta. El francés estaba desnudo, se puso de pie y lo volvió a besar, sintiendo el sabor de su verga. Fue entonces, cuando sintió el cuerpo desnudo del extranjero, viendo un monumento de hombre, totalmente lampiño, sus pechos duros, su abdomen en cuadros y su verga enorme, nunca había visto nada igual. Patrick tomó la mano derecha del chico y la llevo al su verga, extraordinario tomar ese grosor tan espectacular que él mismo tomó las dos manos y empezó a masturbarlo, seguían besándose y Pactrick lo tomó de la cabeza y lo llevó hasta la verga para que el chico saboreara aquel monumento, su pequeña y pulida boca empezó a chupar, olía delicioso, sabía igual, nunca había chupado una verga, pero él lo hacía con maestría. Pactrick cerró los ojos y permitió que el chico hiciera su trabajo. El chico empezó a jugar con sus dedos en los testículos del francés, todo estaba muy bien, el chico chupaba con pasión, quería tomarse todo lo que contenía en el depósito de las bolas. Pero Pactrick tenía otros planes, lo detuvo y lo alzó y lo llevó a la piscina. El chico sonrió por primera vez.

Eres de verdad muy bello Marcelo, te haré muy feliz

Gracias

Lo volvió a besar y luego se sumergió al fondo y empezó a tomar respiración de la verga del chico, parecía como si ese linda y delgada verga le proporcionaba el oxígeno para estar debajo del agua. El chico quería morirse, aquella sensación del agua tibia, de una lengua y unos labios expertos por los años, lo estaba haciendo muy feliz. Pactrick salía del agua a tomar aire y lo besaba. Y preguntaba:

¿Te gusta?

¡Si, me encanta!

Ok. -Lo llevó al un extremo de la piscina, donde no era profundo, donde la piscina funcionaba como jacuzzi, sentó a Marcelo y continuo mamando, pero esta vez sus dedos querían explorar otros recintos y así fue, Marcelo cerro los ojos estiró los brazos y se dejó llevar. Pactrick chupaba y sus dedos ya estaban iniciando el camino al túnel secreto inexplorado, el muchacho quería gritar, pero se contenía por vergüenza.

Grita se quieres niño, grita que no hay problema.

El ya tenía licencia y se sentía en el cielo, Pactrick ya tenía su dedo índice dentro del pasadizo de placer lo movía con maestría, gracias al agua todo era más fácil. Desde las entrañas donde no hay localización, Marcelo sentía una fuerza que no era la suya, una energía no vivida que lo invadía, sentía como sus huevos se inflaban y enviaban mensajes a su cerebro, era el momento del clímax, este extranjero lo tenía en el cielo, no pudo contenerse y gritó:

¡me Vengo, me, me, ahhh, ahhh, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! Dios que sensación –

Pactrick, tomó aquella miel de ese hermoso niño. Mientras el chico exclamaba. El francés se tomó todo, era un sabor entre el agua mezclada con el cloro de la piscina y el néctar del chico, sencillamente delicioso.

Marcelo quedó exhausto, no lo podía creer lo que había pasado, no sentina ningún remordimiento, Pactrick salió de la piscina bebió un trago le llevó al chico y lo contempló y dijo:

hace mucho tiempo no había tenido a alguien tan bello como tú.

Ja, perdón que lo dude, pero Usted con todo lo que tiene, además está muy bien, debe tener a muchos más lindos que yo.

Si puede ser, pero me encantas, simplemente.

Gracias

El chico se movió del sitio donde estaba y se fue para la parte onda de la piscina y empezó a nadar. Pactrick lo miraba y el chico desde lejos le invitaba a que lo siguiera, el juego continuaba, y él sabía que no había terminado, no sabía que podía pasar, pero estaba feliz, dispuesto a todo.

El francés nadó hasta él y lo besó, empezaron a besarse apasionadamente y el chico estiró su mano encontrando y sentido aquel mástil. Él empezó a masturbarlo, la temperatura aumentó, sin decir nada, mientras se besaban, Pactrick lo giró rápidamente y sin pedir permiso ingreso por el túnel, Marcelo creyó morir, aquella enorme palanca estaba ingresando por aquel pasadizo estrecho, el chico pidió clemencia, pero ya no había tiempo, el mástil taladraba las estrías de aquel muchacho, a pesar de la ayuda del agua, sentía un terrible dolor. Pactrick le besaba la nuca y le decía cosas en un idioma incomprensibles para él, con el vaivén, las caricias y los besos, Marcelo estaba pasando del dolor al placer, aquel enorme aparato estaba produciendo placer, la verga del chico estaba creciendo. El chico estaba vibrando y sentir la respiración acelerada de aquel hombre lo estaba volviendo loco.

Oh Marcelo que lindo estás, mueve tu culo nene, muévelo

Él obedeció, estaban a un solo ritmo, el cuello del chico estaba rojo, de los mordiscos y los besos, Pactrick estaba listo para la descarga del misil con su producto.

¡Oh ya es el momento, garcon. Ya es hora, oh, uffff, mueve el culo, dale ahh, ahhhh, ahhhhhh, siiiiiiiii, quiiiiiiii – Fueron las exclamaciones de aquella culminación.

Cuando se quedaron quietos, Marcelo pudo comprobar que a través del agua, nadaba un submarino de una explosión, también había eyaculado, Pactrick seguía adentro y se fue retirando lentamente y cada movimiento de salida dejaba un enorme vacío en el ano Marcelo. Finalmente, salió lo giró y los besó tiernamente, sin decir nada salió y dijo:

Vístete que tienes que irte.

Marcelo, sintió soledad, aquel bello momento había terminando, Pactrick subió a las habitaciones y al rato regreso.

El chico estaba listo para salir cuando bajó el francés, vestido de otro traje. A Marcelo, sencillamente le pareció bellísimo.

¡Julián! ¡Julián! – llamó a su jefe de seguridad.

¡Señor!

Trae una moto de las que hay en la bodega, cero kilómetros, con los documentos originales.

Ok, ya voy

Pactrick vio al chico en la sala esperando con su uniforme de la tienda. Se dirigió a él lo besó y dijo:

te voy a dar tu regalo de cumpleaños. – Metió su mano en el bolsillo y le dio cuatro billetes más. No lo miró a los ojos, ni tampoco le habló. A los pocos minutos entro el escolta y le dijo:

Ya está lista. Señor

Ok, que alguien lleve a ...

¿Cómo es te llamas? – Le preguntó al chico, que se sintió lastimado, dónde estaba aquel hombre bello y tierno de hace unos minutos atrás

Marcelo – Respondió con dolor

¡Ah sí! Marcelo, ven vamos que te voy a mostrar algo.

Salieron a la puerta principal y estaba una flamante motocicleta.

Este es mi regalo de cumpleaños chico. Espero la disfrutes.

¿En serio? –exclamó con lágrimas en los ojos.

Yo nunca bromeo, ¡Julián!, ¿quién lo va a llevar? – el chico quiso abrazarlo, pero con su mirada lo detuvo.- Bien espero que esté muy bien, ¡chao!

Marcelo, lo quiso alcanzar, para darle las gracias, pero los escoltas no le permitieron seguir, le pidieron que se subiera a un auto y se fue.

Pactrick, subió a su oficina y llegó a Julián.

Permiso señor, ya se fue el chico.

Ok – Estaba revisando unos documentos y sin mirar al hombre de confianza, que era un hombre muy joven y bello, había salido seis meses atrás de la escuela militar, 23 años, atlético, muy bello, ojos azules, con el cuerpo atlético y con el corte aún de militar. Nunca había tenido ninguna experiencia gay– Ah llamado el abogado

No señor, aún no. ¿Qué hacemos?

Nada esperar

Ok –hubo un silencio prolongado, él seguía de pie al frente del francés y él sin determinarlo, hasta que al fin rompe el silencio – Señor, ¿puedo solicitarle algo?

¡si! –continúo sin mirarlo

Señor, es que Usted tiene varias motos nuevas en la bodega y ha obsequiado varias. ¿Podría pedirle una moto, no obsequiada sino que Usted me la pueda descontar en la nómina? Es para mi hermano que necesita para que pueda trabajar en ella o desplazarse a la universidad.

Pactrick, interrumpió lo que estaba haciendo y dijo déspotamente.

Julián, ¿cree Usted que soy beneficencia? Sáquela en un concesionario.

Disculpe Usted señor. Permiso –Dijo con humildad y se iba a retirar.

¡Julián! –llamó el francés

Señor –El escolta se sentía humillado, estaba muy arrepentido de haber solicitado eso. Se sentía como un tonto.

¿Cuántos Años tiene tu hermano?

Con todo respeto señor, prefiero no involucrarlo en esto. Usted sabe a qué me refiero.

Ok, entiendo lo que Usted dice. – hubo un silencio, Pactrick se quedó viendo a su escolta, era hermoso por cierto y su lujuria se despertó, tomó aire y dijo – cierre la puerta.

Perdón

Que cierre la puerta –ordenó, el escolta no entendía, el extranjero se puso de pie y sirvió dos tragos y le dio uno a Julián. Él lo recibió y estaba prevenido.- ¿quiere la moto? ¡Gánesela!

No entiendo señor

¿Alguna vez ha mamado una verga?

Julián se sintió intimidado y no quería responder, decidió retirarse.

Julián, ¿Quién le ha dicho que se fuera?, venga, relájese.

Señor, por favor olvide lo que le dije, disculpe Usted.

No, no lo voy a olvidar. Quítese la chaqueta. – el lo dudó- ¡que se la quite! –Ordenó

Julián obedeció, de verdad estaba muy bien tenía su pistola en la cintura, tenía un gran bulto, pero para Pactrick no era importante en este momento.

Debo admitir que está muy bien. Chupe mi verga y te daré la moto que quiere.

Lo siento señor, no puedo

Ah le gusta negociar, un auto, escoja el carro que quiera. – sin decir nada se soltó el cinturón y se bajó rápidamente el pantalón, ya estaba excitado, se sentó en su silla y ordenó. – venga, y el carro será suyo Julián. Chupe.

Julián aceptó se acercó a aquella vara, se arrodilló, cerró los ojos y con cierto escrúpulo abrió la boca, Pactrick la introdujo sin preámbulos, el escolta quería vomitar, y con violencia el francés ordenó que empezara a cumplir con lo pedido:

Chupe, como si fuera un helado, despacio, es mucho mejor que chupar un clítoris, apuesto que eso si lo sabe hacer, eso es despacio, ¿se da cuenta que es muy fácil y placentero?

Julián estaba siguiendo las instrucciones, el francés acariciaba su cabeza y su cuello y controla el ritmo, igualmente Jean estiró su pierna y con los dedos de los pies llegó al gran bulto del escolta, su percibió que estaba excitado.

Si, Julián esta caliente, chupe, que ya lo haces bien, chupe, que rico.

Pactrick siguió insistiendo con su pie a la verga del escolta y ordenó que se bajara el pantalón.

Señor, Usted dijo que sólo era una mamada.

Pues las cosas han cambiado, nos e da cuenta lo caliente que está, venga, quítese eso que yo también quiero chupar.

No sólo lo que estamos haciendo.

Es que yo no estoy pidiendo estoy ordenando, ¡ya!

Julián obedeció, se quitó el pantalón y el bóxer liberando aquel monstruo, no era muy grande, pero si muy grueso, con unas enormes bolas que hacían que su bulto se viera provocativo.

Sin hacer comentarios, sobre el piso, Pactrick lo llevó al piso y se acomodó de manera 69 y empezaron a chupar, Julián estaba muy bien, los labios y la lengua de su jefe era sencillamente genial. El francés disfrutaba de la mamada de su escolta, y además de la herramienta de su protector, disfruta de los huevos, su lengua recorría todo el sector sexual, hasta que sus inquietos dedos empezaron a explorar el ano de Julián, el joven perdió la noción del tiempo y el espacio, estaba muy complacido, la verga de su jefe le estaba gustando y lo que sentía era algo increíble. Ya hurgado el recto casi lubricado estaba definitivamente muy bien, el climax estaba por llegar y quiso avisar pero no le permitieron.

Chupe simplemente y chupe, no hay nada más que hacer. –entre el balbuseo y la pasión estaban a punto de terminar, todo estaba listo para recibir el impacto. Pactrick movía su cintura y Julián perdió el control, y fue el primero en explotar.

Señor, yaaaa!!!! Aaaahhhhh, Dios que rico, ufffff.

Sigue chupando, sigue, que ya!!!! Siiiii!!!!

Cada uno recibió el semen, Julián saboreo el liquido de su jefe, fue obligado a tomárselo. Terminaron, se tomaron un trago u el jefe dijo:

Dile a tu hermano que venga por el carro.

Señor, por favor, él no

YO no he dicho nada, simplemente que venga por el carro que quiera.

Se vistieron, sonó el teléfono, Pactrick atendió.

Era el abogado, tenemos que irnos ya, tengo que ir a la cita con la Familia Naranjo.

Continuará

Teeu2@hotmail.com

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