Jazmín, una princesa oriental (Parte número 11).
Parte final de esta historia, con contenido escatólogico, que es una de las últimas que he escrito y que publico en primicia. Espero que haya sido de vuestro agrado.
Al entrar los viajeros que iban a realizar el recorrido en dirección contraria se encontraron en el suelo a Jazmín que estaba mucho más afectada por el inesperado comportamiento final de Simón que por verse obligada a mostrarse en bolas y empapada en leche ante los ojos de esas personas. Los viajeros, aunque la miraron y un hombre de edad madura recreó su vista en sus indudables encantos, pasaron por su lado sin prestarla ayuda al darse cuenta de que era una victima más de la actividad sexual que, más ó menos consentida, se llevaba a cabo en el Metro. Sólo una joven que subió al vagón en el último momento la dio una botella de agua para que pudiera reponer líquidos, la limpió lo mejor que pudo con los pañuelos de papel que llevaba en su bolso y tras desechar su ropa íntima ya que el sujetador estaba desgarrado y el tanga totalmente impregnado en leche masculina al igual que sucedió con su camiseta, la ayudó a vestirse con el traje de chaqueta y a llegar a su domicilio, en donde la desnudó y la acostó. Jazmín estaba tan agotada y rota que tardó en darse cuenta de que la buena samaritana era Evelyn, su compañera de trabajo.
Aunque el tiempo fue pasando Jazmín no lograba olvidar ni lo bueno ni lo malo de la experiencia sexual que mantuvo aquella noche en el Metro y estaba dispuesta a repetirla con un varón bien dotado y sumamente viril que, después de darla caña y de demostrarla que disponía de una excelente potencia sexual, se mostrara mucho más cariñoso y cortés que Simón pero, después de lo que la había sucedido, siempre tenía dudas y no conseguía dar con un hombre que, además de gustarla, se ajustara al perfil que buscaba por lo que tuvo que continuar dándose satisfacción usando el estimulador vaginal, metiéndose por la seta y por el orificio anal un vibrador y poniéndose sumamente “burra” cuándo mantenía relaciones con Günter.
Jazmín estaba segura de que su arrogante y guapo jefe era el hombre más idóneo para cubrirla una y otra vez, darla plena satisfacción y si era posible, fecundarla pero, por más que hacía por agradarle, el varón no parecía demostrar el suficiente interés por ella como para llegar a convertirla en su puta que era lo que la joven quería. Con tal de complacerle no la quedó más remedio que permitir que, dos ó tres días a la semana, la pusiera un par de peras laxantes mientras realizaban un sesenta y nueve y le chupaba la pilila para que, además de mearse, se pedorreara en su cara y se cagara sobre él. Lo que menos la importaba era el que la provocara de aquella manera la defecación puesto que, al fin y al cabo, la permitía vaciar su intestino pero lo que no podía soportar, puesto que se la revolvía el estómago, era verle “saborear” cada una de sus ventosidades y “devorar” su mierda líquida como un autentico poseso según iba saliendo por su ojete. Para colmo Günter decidió prescindir de sus felaciones para que, a días alternos, se mostrara bien ofrecida con el propósito de poseerla por el culo en distintas posiciones lo que, al encontrarse dotado de una pirula muy gruesa y larga, la causaba escozor anal y la hacía evacuar en cuanto la punta se enjeretaba en su intestino lo que a su jefe le volvía loco de alegría ya que, con tal de verla defecar y de poder dar debida cuenta de su mierda antes de descargar en el interior de su orificio anal, estaba dispuesto a todo por lo que no tardó en decidir “clavársela” a diario por el trasero con lo que la chica terminaba con el ojete tan escocido y tan resentido que no la daba tiempo a recuperarse de un día para otro.
Una mañana al llegar a su trabajo Evelyn la informó de que Günter se encontraba implicado en una red internacional dedicada a la prostitución y que, por lo visto, estaba usando su trabajo actual como tapadera para liarse con ardientes, bellas y jóvenes asiáticas a las que, después de un periodo de instrucción sexual bastante personalizado, obligaba a prostituirse en burdeles de determinados países, la mayoría de ellos europeos. Como se encontraba tapado por la organización y la justicia de aquel país no pudo probar nada en su contra al carecer de medios para poder indagar su pertenencia ó no a la organización, quedó en libertad sin cargos pero, después de semejante movida, su atractiva y despampanante cónyuge decidió separarse de él y volver junto a sus hijos a su país de origen ya que no estaba dispuesta a tolerarle más embrollos, más líos de faldas y más infidelidades.
La separación pareció venirle de maravilla a Günter que, después de obligar a una empleada con un pasado bastante turbio a dejar de trabajar en la empresa para que se ocupara de las labores domesticas de su domicilio y de complacerle sexualmente, comenzó a pasar las veladas nocturnas en compañía de la jovencísima hija de su nueva “asistenta” de la que se había encaprichado y a la que no tardó en hacer un “bombo”. El que demostrara tantísimo interés por aquella chica y por su madre, a la que obligó a unirse a su actividad sexual para poder realizar tríos, hizo que Jazmín se sintiera desplazada hasta el punto de percatarse de que Günter se había cansado de ella y que esperaba encontrar el momento propicio para echarla ó para forzarla a prostituirse fuera del país, lo que no estaba dispuesta a consentir.
A Evelyn no la iba mejor puesto que Günter llevaba varias semanas penetrándola por vía vaginal con tanta asiduidad y de una forma tan sádica que, además de sentir un completo repertorio de escozores, acababa con el “fuelle” tan flojo que sufría constantes perdidas de orina por lo que tenía que usar salva slips y se veía en la obligación de acudir al cuarto de baño antes de que empezara a sentir la necesidad de mear puesto que, en otro caso, la resultaba imposible retener la salida a chorros de su lluvia dorada lo que la había llegado a poner en más de una situación bastante comprometida. Las dos jóvenes se sentían sometidas por su jefe y como estaban hartas de él, sobre todo Evelyn que temía que con la cantidad de leche que libremente la echaba todos los días en el interior de la almeja iba a tardar poco en preñarla como había hecho con Virginia, lo que la obligó a contraer matrimonio de una manera precipitada con el que dos meses antes se había convertido en su novio, decidieron no volver a aparecer por aquel trabajo, lo que las supuso dejar de percibir el salario del último mes, antes de que Günter tuviera ocasión de llevar a cabo los planes que tenía pensados para ellas para invertir todos sus ahorros y los de los hermanos de Evelyn en el traspaso de un comercio de lencería fina con el que tuvieron un gran éxito al ser el primero en poner a la venta prendas íntimas con transparencias totales y no faltar entre su clientela las damas que, disfrutando de una buena posición social y de un alto nivel económico, gastan mensualmente una cantidad importante de dinero en ropa interior de diseño con las que agradar y estimular a sus amantes, amigos y en menor medida, a sus cónyuges.
Después de encauzar el negocio Evelyn y Jazmín decidieron alquilar una acogedora y soleada vivienda con dormitorio, salón, cocina, cuarto de baño y terraza situada cerca del comercio para vivir juntas. De su convivencia y dándose cuenta de que estaban asqueadas de los hombres después de verse sometidas por Günter y por otros varones que no pretendían otra cosa que obtener la mayor satisfacción posible de sus encantos, nació una intensa relación sexual lesbica en la que Evelyn ha asumido el papel masculino para poder dar a Jazmín toda la tralla que la demanda con sus dedos, con su boca y con el surtido de “juguetes” con el que se han ido haciendo antes de recrearse usando unas portentosas bragas-pene con las que se penetran regularmente tanto por delante como por detrás hasta que alcanzan un montón de orgasmos y terminan meándose, cuándo se introducen el “instrumento” por vía vaginal ó cagándose, cuándo se lo “clavan” por el ano y sienten la punta bien acoplada a su intestino. El mantener juntas un negocio y una vivienda y su perfecta compenetración sexual hace pensar que su convivencia va a ser muy estable y que su relación se afianzará aún más si deciden llevan a cabo su proyecto de intentar fecundar a Jazmín a través de la inseminación artificial.
Lo malo de esta historia es que, al haber decidido dejar de lado a los hombres, más de uno va a lamentar el no haber conocido antes a estas dos autenticas preciosidades.
F I N