Jazmín - la maestra jardinera

En una salida de jardín de infantes la tía que quiere entablar conversación se encuentra con una grata experiencia bajo un árbol

Mi sobrino Teo termina este año su jardín de infantes y los maestros propusieron ir a una granja ecológica a pasar el día. Cómo sus padres no podían mi hermana me pidió si podía ir yo en su reemplazo, tengo días a favor en mi trabajo así que no dude en responder que si. El viaje fue entre gritos y algunos llantos. La señorita y los padres trataban de calmarlos. Teo y yo íbamos plácidamente mirando por la ventana. Al llegar a la granja había actividades planificadas y los adultos estábamos un poco pintados.

Me acerque a un grupo de mamis extremadamente sexys para entablar charla pero a ninguna le interesó cuando se enteró que yo era solo una tía sin hijos y no podía intercambiar experiencias. Me fui donde estaba Teo y le pregunté a su señorita si necesitaba ayuda con algo. Me agradeció y me dijo que haga tranquila que estaba todo coordinado. Así que me fui a leer bajo un árbol. Me quede dormitando porque escuché a la señorita de Teo llamarme por mi nombre. Me decía que era hora de almorzar. Le dije que ahora iba y me pregunto sino había traído nada. La verdad es que no, pensaba comprar algo. Me convido con un sándwich que le agradecí y le pregunté si los chicos estaban bien. Me dijo que si que estaban bajo el control de la directora. Se recostó al lado mío y me dijo que estaba cansada.  Le pregunté cómo se llamaba. Jazmín era su nombre y tenía 25 años, me contó que este era su primer preescolar. Yo tenía 38 años pero siempre fui muy fitness así que aparentaba menos.  Cuando le dije mi edad se río mucho y me dijo que no lo aparentaba pero que tener casi 40 seguramente me daba cierta experiencia que ella no tenía. Sentía que me estaba coqueteando. Así que gire y la mire ella hizo lo mismo . Nos quedamos mirándonos hasta que me acerque y la besé. Por supuesto que respondió satisfactoriamente a ese beso, la muchacha era jovencísima y hermosa, ojos color celeste, rubia, chiquitita, con sus pechos firmes y unas piernas esculpidas. Su rostro era angelical y la estaba besando sin proponerme nada. Confieso que ese delantal de maestra jardinera me excitaba bastante, así que la besaba con más fuerza. Estábamos abajo del árbol, besándonos como dos animales. Se nos iban las manos sobre la ropa. Ella era mucho más desenfrenada que yo. Se me monto con su jean sobre mí y no dudo en comenzar a refregarse al mismo tiempo que me me subía la remera y me tocaba los pechos. Le subí su delantal, quería arrancárselo y también le metí las manos para masajearle esas tetas que se veían tan firmes. Eran maravillosas al tacto. Nos movíamos al tiempo que nos manoseábamos nuestros pechos. En ese silencio absoluto se escuchaba solamente un gemido que se perdía y se confundía sin saber de cuál era. Nos notábamos cada vez más calientes. Ella me empezó a chupar las tetas yo me entregué, me decía que tenía unas tetas maravillosas y que sabían a cielo. Me las chupaba y seguía moviéndose . La agarre del culo con el jean puesto y la empecé a mover sobre mi. Me decía que le gustaba que le haga eso. Nos volvimos a besar, con más furia que nunca. La escuché acabar. Podía sentirla, agitaba, yo estaba igual. Al rato nos repusimos y fuimos por los chicos. Volvimos al jardín antes de despedirnos se acercó y me pidió el teléfono. Esa misma noche estábamos hablando.