Javier nos ayuda (Capítulos 3 y 4)
Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos.
Capítulo 3
-Me voy a preparar un descafeinado con leche -dije yo-, ¿queréis otro o alguna infusión?.
-Yo me tomaré otro -me dijo Javier.
-Para mi el té que tú sabes -me pidió Ana-, ¿voy contigo?
-No, deja, en un momento vuelvo.
Pero Ana se vino conmigo para coger unas pastas de la alacena, las puso en un plato y se fue al salón con el servilletero en la otra mano.
Al poco volví con el te de Ana y regresé a la cocina para recoger los dos cafés. Ellos estaban charlando sobre detalles de todo lo que le habíamos mostrado, pudiendo observar en los dos viajes que hice a la cocina, que desde donde él se encontraba no perdía ojo de los hermosos muslos de mi novia. Ella mantenía las piernas cruzadas, mostrando aquel short ahora más ajustado y algo más subido. La muy puta estaba para comérsela.
Pero ahora tocaba ponerse serio porque teníamos que acordar algunas cosas más importantes.
-Bueno Javier, antes de nada dinos qué te han parecido las habitaciones. ¿Te quedarías con ellas? -le pregunté.
-Sí, claro que sí, imaginaros que tuviera que vivir en una vivienda y el despacho en otra. Para mi esta oportunidad me viene que ni pintado. Todo lo demás me ha encantado, así que claro que me las quedo.
-¿Cuando tienes pensado venirte aquí? -le preguntó ella.
-Veréis, esta semana llevo tres días aquí y tengo pagado el hotel hasta esta noche, o sea que me marcho mañana. Tenía pensado irme a mi casa en la que vivo solo, pues tuve una novia hasta el verano pasado en que me dejó porque no aguantaba mis ausencias, así que no se si venir primero a dejar unas cosas y luego marcharme para regresar el próximo martes. Pero querría cerrar el compromiso con vosotros esta misma noche.
-Está bien, por nosotros no hay problemas, ¿No cariño? -le pregunté a mi novia.
-Sí, claro -dijo ella.
-Mira sobre el precio de la otra habitación...
-No os preocupéis que os pagaré lo mismo que para la primera.
-Usas coche, ¿No? -le pregunté.
-Sí, es imprescindible en mi trabajo.
-Solo tenemos una plaza de aparcamiento, pero hay varios que se alquilan. Si quieres puedes alquilar una plaza aquí mismo y mejor ahora que no ha llegado el verano, porque entonces no queda ninguna libre y en la calle no hay quien aparque.
-Me parece perfecto.
-En cuanto a la duración, queremos que nos garantices por lo menos un mínimo de tiempo, sabemos que nos puedes dejar cuando tu quieras pero necesitamos conocer tus intenciones al respecto.
-Pues mirad eso es otra cosa que me viene fenomenal, pues era yo el que iba a pediros que me dierais como mínimo un año de plazo en el contrato que establezcamos. Vamos que no me echéis dentro de dos meses, -y nos ofreció otra de sus grandes sonrisas-, en principio estaría dispuesto a quedarme tres o cuatro años, esas son mis intenciones. Si luego sigo creciendo, me pensaría comprarme una vivienda aquí.
-Vale, lo hacemos por un año renovable, ¿te parece bien? -le pregunté.
-Claro, ya os digo.
-Me bajaré un modelo de contrato de arrendamiento por Internet y lo adapto a nosotros para que lo firmemos mañana cuando te acerques a dejar tus cosas.
-Imagino que os tendré que abonar el primer mes y alguno de fianza, ¿No?
-No tenemos experiencia en eso -le dije y miré a mi novia interrogándole con la mirada-, pero supongo que será lo habitual y que la fianza será de un mes también, si acaso, que Ana lo busque en Google mientras yo redacto el contrato.
-No hace falta, te pago el mes por adelantado y una fianza de tres meses y así nos quedamos todos cubiertos.
-Pero hombre, tres meses no puede ser, ¿Verdad? -dijo Ana asombrada.
-Mirad poned en el contrato que si dentro de un año volvemos a renovar, la fianza se queda para vosotros y no la tendréis que devolver -nos dijo y lo miré porque creí que era una broma, pero él también mostraba esa seriedad-, ya os he dicho que esta oportunidad no la puedo desaprovechar, me viene fenomenal y no sabéis lo que me cuestan los hoteles.
-Está bien, lo incluiré si esa es tu decisión y desde ya te damos las gracias por tu generosidad. Esperemos que todo nos vaya bien en adelante.
-Mañana vendré con mis cosas y una botella de cava para brindar por nuestro acuerdo de convivencia, pero cuando todo esté firmado -y volvió a sonreír y nosotros también.
Era cerca de la medianoche pero el sábado no teníamos que madrugar y yo menos que ya no tenía trabajo.
-¿Queréis una copa mientras Ana te comenta las cosas de la casa?
Aceptaron y serví tres ron-cola con unos frutos secos.
Él nos comentó que no tenía intención de hacerse de comer en nuestra cocina, como sí hubiese hecho cualquier otro.
-Javier los gastos de luz, agua e Internet lo tendremos que repartir entre los tres, ¿te parece?
-Veréis, en cuando al operador que suministra la fibra óptica, necesitaría que fuese uno que tenga toda la televisión abierta, porque yo necesitaré otra televisión para mí en cada habitación y no vamos a poner cables, o sea, que lo veré todo por Internet y el decodificador de la operadora. Esos cambios corren por mi cuenta y el recibo mensual también por las molestias que puedo causaros, los móviles vuestros quedan incluidos en el servicio como es lógico. En cuanto al agua y la luz, hacerlo como queráis, no vayáis a acusarme de manirroto -y seguía sonriendo, manteniendo el buen rollo entre los tres.
-Bueno, pues te vas a quedar 15 años con nosotros -dijo mi novia y nos echamos a reír los tres.
Habíamos consumido las copas y Javier se levantó del butacón para irse, haciendo que nos incorporáramos nosotros también.
-Ha sido un acierto venir a cerrar el acuerdo, creo que aparte de la vivienda he encontrado dos magníficas personas, no sabéis lo contento que me voy y las ganas que tengo de firmar el contrato.
-Creo que nosotros hemos encontrado el mejor inquilino que podíamos soñar y también una buenísima persona -dijo mi novia.
-Venga que nos ponemos muy empalagosos -les dije con una gran sonrisa que ellos imitaron.
Nos dio un apretón de manos a mí y dos besos a mi novia, al mismo tiempo que le puso una mano en la cintura. Luego se marchó.
-Ufff... -bufé cuando volvimos al salón donde nos sentamos los dos de nuevo-, parece que nos ha tocado la lotería, ¿No?
-Joder Diego, ha sido demasiado generoso en todo lo que nos ha propuesto, no me lo puedo creer, nos quita los gastos de los teléfonos y de Internet, además vamos a tener todos los canales de televisión, nos adelanta cuatro meses y encima no tenemos que devolverle los tres de la fianza, si le renovamos dentro de un año. Esto es increíble.
-Lo mejor es que tampoco vamos a tenerlo permanentemente aquí como ocurriría con otro cualquiera de los que han llamado antes, nos alquila las dos habitaciones a la vez y no tendremos otro inquilino, es que no me lo puedo creer -le dije.
-No vamos a elucubrar mucho, pero y si encontramos dos buenos trabajos, ¿qué hacemos?
-Cariño, si mañana firmamos definitivamente ese contrato, el primer año no podemos decirle que se vaya y para renovarle, nos tenemos que comprometer nosotros dos ahora mismo en no cometer la putada de no hacerlo, salvo claro está que exista un impedimento causa mayor.
-Por mí, de acuerdo y lo prometo -me dijo.
-Y por mí también -y nos dimos un beso muy suave para sellar ese compromiso.
-Una cosa que no hemos comentado con él -me dijo ella algo preocupada-, ¿y si quiere traerse una chica a casa aunque sea solo para pasar la noche?
-Pues estamos a tiempo de acordarlo ahora mismo entre nosotros. ¿Tú lo aceptarías? -le pregunté.
-No lo sé... esta va a ser su casa durante mucho tiempo y si lo hace de vez en cuando, creo que debemos permitirlo. Otra cosa sería que fuera muy a menudo porque Javier con el cuerpo que tiene y lo guapo que es, se puede ligar una cada noche.
-Oye guarra, eres una descarada, que estoy yo aquí delante cabrona -le dije con una carcajada-, serás puta...
-Pero si tú eres más guapo que él cornudo mío, tú eres único para mi.
-O sea, que te ha gustado el Javier éste, ¿No? Y encima me vas a poner los cuernos con él un año por lo menos.
Ella se reía con ganas y se me echó encima para darme un morreo que acepté con ganas y con una nalgada muy fuerte en su culo.
Al final terminamos en la cama echando un polvo de campeonato corriéndonos los dos al mismo tiempo.
Una vez que nos recuperamos le pregunté.
-¿Te gustaría que Javier fuera el que me pusiera los cuernos de una vez?
-Estás fatal, jamás te pondré los cuernos con nadie cornudín.
-Pues sabes que no te ha quitado ojo desde que entró por la puerta, te comía mirándote los muslos cuando estabas sentada en el salón.
-Ya lo sé, me di cuenta, pero todos los hombres miráis a todas y tú también que no creas que no me entero, que un día te la corto por mirón.
-Yo no miro a todas, yo miro a las tías que están muy buenas, pero como tú eres la más jamona, ¿Para que voy a mirar a otra con la puta que tengo en casa?
-¿Pero tú quieres de verdad que yo me acueste con otro? -me dijo mirándome muy seria.
-Bueno... acostarte no sé, pero calentarlo sí y mira como se me ha puesto la polla solo por decirlo -le contesté mostrándole mi polla erecta.
-¿Calentarlo qué es? ¿Le enseño una teta? ¿Le toco la polla? ¿Se la tengo que chupar?
-Joder Ana que me voy a correr si sigues así, mira como lagrimea mi polla ahora -y le mostré el líquido preseminal que tenía en el glande-, si te digo la verdad me gustaría que te follara delante mío, pero en serio, o si quieres te follamos entre los dos.
-Estás de broma como siempre cabroncete.
-No estoy de broma cielo. Quiero que folles con él delante mía.
-No lo voy a hacer nunca, ¿pero no te daría celos que lo hiciera?
-Mira mi vida, si lo haces delante de mí puede que me de algo de celos pero el morbo lo convertiría en una pequeña anécdota. Lo que no podría admitir nunca es que te follara sin estar yo presente. Ni aunque te hubiera ya follado cincuenta veces delante de mi, siempre deberás hacerlo estando yo con vosotros, o bien, que yo lo supiera y te diera permiso, si no, lo consideraría una traición irreparable, te lo digo de verdad.
-Anda vamos a dormir cornudito mío, que a veces casi me convences que lo dices de verdad -me dio una palmada en el hombro y apagó la luz de su mesita de noche.
Capítulo 4
Cuando me desperté por la mañana Ana se estaba duchando, me levanté y entré en el aseo. Estaba en la ducha con la mampara cerrada y desgañitándose con la canción Estadio Azteca de Andrés Calamaro, pero en su versión personal, por lo que no se dio cuenta de mi presencia.
-Que pasa cielo, creí que anoche te dejé agotada.
Se echó a reír.
-Necesito a tres como tú para cansarme un poco -me soltó mientras se reía cantando la canción.
-Me voy al aseo a mear, que mis oídos no están hechos para esas baladas tan tiernas.
-Nooo, mea aquí que el otro ya lo he dejado para el uso de Javier y tú te meas siempre fuera so guarro.
-Eso solo me pasa cuando estoy empalmado y no puedo maniobrar bien la polla -le dije mientras meaba en nuestro váter y soltaba una risotada-, y termina ya que me tengo que duchar yo también, que anoche follé con una puta y todavía no me he lavado.
-¿Entonces quién se acostó con tu novia anoche cabrito?
-No se, tú sabrás que eres la que le abres las piernas a cualquiera.
-Anda dúchate ya que me seco y hago el desayuno para los dos y lávate bien eso que te cuelga marrano, -me dijo marchándose mientras se liaba una toalla en el pelo.
En la cocina yo tenía puesto un bóxer, ella otra toalla de baño enrollada a su cuerpo y la que seguía teniendo alrededor del pelo. Estaba guapísima y qué curvas le hacían aquellas caderas con sus tetas a medio tapar.
-Sabes que así medio desnuda mi polla pronto estará pidiendo guerra, ¿No?
-Pero si estoy toda tapada, no se me ve nada.
-A ver si viene Javier y te pilla con esas fachas de puta.
-Es muy temprano, además a ti no te importa que lo caliente un poco.
-Si te viera así él ya no se marcha hoy, eso te lo aseguro.
-Pues me visto que vaya a ser que se adelante y tú vístete también, que con lo guapo que eres puede que le gustes y te ponga mirando para Gibraltar.
Se fue dando grandes carcajadas y yo me reí bajito mientras acababa el desayuno.
Me quedé en el mismo dormitorio con el portátil. Lo primero que hice fue anular los dos anuncios que pusimos en los portales de aquellas dos inmobiliarias digitales, luego busqué un contrato tipo de arrendamiento y no me llevó mucho tiempo ajustarlo a nuestros acuerdos. Tenía una tarjeta con los datos de él y todo quedó pendiente de incluir su DNI, imprimirlo y firmarlo.
Mi novia estaba preparando la habitación vacía para dejarla a disposición de Javier y aprovechó que pudiéramos utilizar el armario de la misma para guardar las cajas y alguna que otra cosa que había por allí. Yo me llevé la bicicleta fija a la terraza y la puse bajo un saliente del tejado para que no se mojase si llovía.
Poco ante del mediodía llegó Javier que traía una maleta, una bolsa y un maletín. Después de saludarnos se fue a su dormitorio a soltar todo aquello y se vino al salón con nosotros.
-Javier déjame tu DNI para ponerlo en el contrato, lo imprimo y me lo traigo para que lo puedas leer y firmarlo si te parece bien.
Él lo sacó de su cartera y me lo entregó.
En cinco minutos estaba de vuelta con el contrato y el DNI en la mano. Me quedé un poco sorprendido porque pude comprobar que había cumplido reciéntemente los 29 años y yo no le había echado más de 26.
-A ver que te parece. Está hecho de un documento estándar de Internet muy actualizado, pero léelo bien por si hay que retocar alguna cosa.
Lo leyó y me lo devolvió con una sonrisa.
-Está perfecto, lo has hecho muy bien, eres un crack -me dijo con esa sonrisa que enseñaba aquellos dientes tan blancos.
-Entonces imprimo otra copia y firmamos las dos, una para cada uno, ahora vengo.
Ana no había hecho ningún comentario, solo nos miraba a uno y a otro un poco en tensión por si se producía algún problema, o Javier se echaba atrás en algo de lo que nos propuso la noche anterior.
Después firmamos los dos en nuestro apartado y él en el suyo quedándose con su copia y nosotros con la nuestra.
-Bueno pues ya es hora de brindar, ¿No? -dijo él yendo a su dormitorio y volviendo con una botella de un champagne francés que se veía que estaba muy frío.
Ana se levantó y cogió tres copas de cava de la vitrina del salón y el mismo Javier la descorchó y sirvió el champagne.
-Por nosotros.
-Por nosotros -repetimos mi novia y yo chocando nuestras copas y dando un buen sorbo de aquel maravilloso champagne.
Luego nos sentamos otra vez y Javier sacó su móvil.
-Me tenéis que dar el número de vuestra cuenta bancaria para haceros la transferencia.
Se lo di y nos transfirió la cantidad acordada en ese mismo momento.
-Después estableceré una orden para que todos los meses os transfiera el importe del alquiler de las dos habitaciones.
-Gracias Javier, no sabes lo que nos has ayudado quedándote con las dos habitaciones -le dijo mi novia.
-Bueno supongo que la crisis actual os habrá afectado de alguna manera y habéis tenido que tomar esta decisión, ¿verdad?
Yo le hice un resumen de lo que nos había pasado y la situación en la que nos encontramos.
-Joder esta puñetera crisis nos está afectando a todos de una manera o de otra -dijo Javier-, pero vuestras profesiones no son de las más perjudicadas y espero que pronto encontréis nuevas empresas donde trabajar.
-Eso esperamos -le dijo Ana con una triste sonrisa.
-Venga que en un día como hoy no os quiero ver tristes, os invito a comer.
-Pero Javier que te tienes que ir esta mañana, ¿No? -le preguntó mi novia.
-Anda hombre que hoy ya has cumplido bastante con nosotros, vete tranquilo que nosotros nos preparamos algo y ya está.
-Pero de verdad que no tengo ninguna prisa por irme. Hasta el lunes no tengo nada que hacer allí y si me iba esta mañana es porque tenía que dejar el hotel.
-Vale, pues te quedas y esta noche te invitamos nosotros a una copa en la disco y te vas mañana, ¿Qué te parece? -le dije.
Se quedó pensando dubitativo.
-Venga, quédate -le animó Ana-, lo pasaremos bien.
-Vale, vale me quedo, pues ala nos vamos a comer los tres.
-Espera que nos cambiamos que estamos vestidos de andar por casa y nos vamos -le dije y los tres fuimos a nuestros dormitorios.
Nosotros cerramos la puerta del nuestro, que solo lo hacíamos cuando venía alguien a quedarse en casa. Ella se calzó un pantalón blanco que le quedaba súper ajustado y que le marcaba un culo de infarto. Se cambió el sujetador por otro que elevaba algo más sus tetas y se cubrió con una camisa rosa que dejaba ver el canalillo que formaba aquellos hermosos pechos, luego cogió una cazadora de piel marrón.
-¿Qué tal estoy? -me preguntó.
-Para comerte cabrona, pero por arriba pareces una monja.
-¿Quéee?
-Tendrías que desabotonar al menos dos botones más de la camisa.
Se miró en uno de los espejos del armario y se desabrochó los dos botones, lo que hizo que la camisa se abriera por arriba dejando gran parte de sus tetas al aire, luego se abrochó uno y se volvió a mirar, dándolo por bueno.
-Anda vamos cornudito que Javier nos estará esperando.
Salimos de la habitación y nos fuimos al salón donde ya nos esperaba él.
-Diego vaya novia tan guapa que tienes canalla. Ana si tu hermana se parece un poco a ti, a ver si me la presentas un día -nos dijo sonriendo como el cabrón sabía hacerlo. Nosotros sonreímos también.
-Mi hermana es más guapa que yo, ¿Verdad cielo?
-Sí, guapísima, pero yo me quedo con la mayor.
Así entre piropos y risas nos fuimos a comer en el coche de Javier que estaba en la acera junto a la entrada del complejo. Era un Audi SUV modelo Q7 totalmente nuevo.
-Vaya cochazo tío -le dijo Ana que se subió delante a un gesto mío.
-No está mal -dijo sonriendo-, me gusta mucho por la seguridad que ofrece.
El restaurante estaba cerca y al entrar pudimos observar que saludaba al camarero que nos atendió y a otro que había detrás de la barra por lo que supimos que era habitual en el local.
-¿Tenéis libre el reservado? -le preguntó al camarero y éste asintió con la cabeza y nos condujo a un habitáculo sin puerta pero donde nadie nos podría ver desde el salón.
-Aquí estaremos más tranquilos los tres, -nos dijo haciéndonos sentar de forma que Ana quedara en medio.
Con las lógicas interrupciones del camarero para servirnos, estuvimos allí comiendo y charlando muy relajados. Sus miradas al escote de mi novia eran algo descaradas y no se cortaba en ningún momento, cuando veía que le pillábamos sacaba a relucir su bonita sonrisa, y seguía con lo que estuviera haciendo, sin interrumpirse para nada.
Ana se levantó para ir al servicio dándonos una visual de su trasero meciéndose al caminar que no era normal.
-¿Le queda muy bien ese pantalón blanco verdad? -me dijo y me dejó un poco a cuadros.
-Tío que estás hablando de mi novia -le respondí.
El soltó una carcajada y me dio un palmetazo en el hombro.
-Y eso que tiene que ver, ella se merece los mejores elogios por lo bella que es, pero siempre desde el mayor de mis respetos a los dos. Si no quieres que lo haga...
-No, hombre mientras nos respetes puedes dedicarle los piropos que quieras. No pasa nada.
Cuando volvió nos dedicó una sonrisa a los dos.
-¿Qué hablabais de piropos gamberros? -nos dijo mientras se volvía a sentar.
-Nada que Diego me ha dado permiso para que te pueda piropear guardando el debido respeto y le estaba diciendo que eres muy bella.
-También dice que le gusta como te queda ese pantalón blanco -añadí yo.
-Pues parece que he estado un día fuera y solo han sido cinco minutos, vaya dos -dijo Ana.
Los dos nos echamos a reír.
Javier miró descaradamente las tetas de mi novia y alzando la vista para vernos hizo que nos riéramos todos.
-Vaya poca vergüenza que tenéis los dos, Ahora mismo me abrocho otro botón, -nos dijo mientras se lo abotonaba.
-Que no estaba haciendo nada malo mujer, es que mirar ahí es inevitable para mí y para el resto de los mortales, solo que yo estoy aquí y lo puedo hacer, ¿No? -decía Javier-, bueno ahora nos has cortado esas vistas tan bonitas.
-Así no miras más -le respondió ella.
-Con lo contento que estábamos los dos.
-Oye que mi novio me lo ve cuando quiera, además no te irás a poner triste por eso.
-Un poco sí, no creas, es como cuando le quitas un caramelo a un niño.
-Serás... anda vale si me lo has estado mirando toda la comida, pues sigue si quieres... -diciendo ésto mi novia se desabrochó de nuevo el botón y se volvió hacia él-, anda mira lo que quieras y te alegras otra vez.
Javier se quedó mirando aquellas tetazas ya con el permiso de Ana y luego nos miró a los dos.
-Qué cambio, ¿Oye Diego tú la has visto con el siguiente botón también suelto? -me preguntó.
-Justo antes de salir de la habitación, pero le parecía excesivo.
-Oye que estoy aquí y vosotros hablando de mí como si no estuviera.
-No hablábamos de ti, era de un botón -le dije yo.
-No querréis que lo desabroche también, ¿Pero por quién me habéis tomado? -dijo mi novia con una sonrisa pícara.
-Ana si te desabrochas el otro nuestra alegría va a ser inmensa -dijo él-, ¿Tú que opinas Diego?
-Que es muy mojigata, ya le dije que se desabrochara los dos pero como ella es así pues no hay manera -le respondí.
-Yo no soy una mojigata, soy una mujer decente.
-Pero Ana que eso no tiene nada que ver con la decencia, nadie se va a pensar mal de ti por enseñar un poquito de escote -dijo él.
-Oye que un botón más no es un poquito de escote, ¿Eh? Que yo lo he visto y no es un poquito.
-Eso lo tenemos que decir nosotros, tú no eres objetiva contigo misma -volvió a insistir Javier.
-Eres muy exagerada cariño, de verdad que no es para tanto.
-Bueno pero aquí no os lo enseño, lo haré en el coche o en la casa.
-Pues nos vamos entonces, ¿No? -preguntó Javier y nos levantamos para marcharnos, él se fue a la caja a pagar y nosotros le esperamos en la puerta.
Ella se sentó esta vez en los asientos de atrás y se arrimó al centro de los nuestros desabrochándose el segundo botón.
-¿Bueno qué, llevaba yo razón o no? -los dos nos giramos hacia ella para mirar aquellas tetas que presionaban la camisa que parecían que la iba a reventar.
Javier se quedó absorto mirándolas un buen rato. La visión que se mostraba allí era impactante.
-¿Puedo? -le dijo él tirando de la camisa hacia un lado con un solo dedo y dejando ver bastante más desde el inicio de su teta izquierda.
Ella no dijo nada mientras mi polla dio un respingo en mi bragueta, luego llevó aquel dedo al otro lado de la camisa, desplazándolo hacia el lado contrario. Entonces Ana se fue a por el siguiente botón, lo desabrochó, se cogió la camisa con las dos manos y la abrió todo lo que daba de si, dejándonos ver su sujetador al completo. Sus grandes pezones parecían querer taladrar el sujetador, luego de repente se cerró la camisa y la abotonó nuevamente poniéndose en el asiento detrás de mi, se abrochó el cinturón y se nos quedó mirando.
-Venga vámonos que se nos hace de noche -nos dijo con una sonrisa de oreja a oreja que relajó toda la tensión que allí se había vivido hacía un segundo.
Arrancamos y nos fuimos a casa. Ana se fue al ático y nosotros aprovechamos que estábamos los dos en el aparcamiento para llamar al propietario de uno de ellos y quedárselo Javier en alquiler.