Javier nos ayuda (Capítulos 13 y14)

Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Poco a poco van cogiendo confianza con Javier, el inquilino

Capítulo 13

Nos fuimos en nuestro coche al restaurante y el camarero nos volvió a colocar en el mismo reservado de la otra vez. La comida transcurrió hablando de nuestras cosas, en ningún momento hubo indirectas al sexo, ni miradas como la otra vez, hasta que ella se levantó para ir al baño.

-¿Le has dicho lo de anoche? -me preguntó, con cara de cordero degollado.

No pude evitar una gran sonrisa, que se convirtió en una carcajada.

-Ahora se lo digo cuando vuelva, así que prepárate con la que te espera, -le dije sin parar de reír.

-Sí, tú ríete, pero la bronca me la llevo yo, eso si no me corta el rollo por un mes.

-Que va hombre, seguro que se ríe divertida.

-Ojalá.

Al momento regresó Ana.

-De qué te ríes tú y porqué está tan serio Javier -me preguntó algo extrañada mientras se sentaba.

-De lo que pasó anoche -le respondí.

-Te juro que fue sin querer que yo solo quería una toalla para ducharme.

Mi novia quedó perpleja mirándonos a uno y a otro, luego se fijó en mí interrogándome con la mirada.

-Que te vio el culo en la cama mientras dormía y se empalmó como siempre hace, nada nuevo -le aclaré sin ninguna intención de hacerlo.

-Qué cabrón eres -dijo Javier-, ha contado el final para que me regañes.

Ella seguía más perpleja que antes.

-Verás cariño, él quería ducharse antes de acostarse y aprovechó para acercarse a verte el culo, pero no pasó nada más.

-Ana que no es así, que el cabrito de tu novio lo que quiere es que tú me eches la bronca y se lo está pasando bomba, ¿No lo ves?

Ana seguía sin saber lo que pasó y yo no pude aguantar las risas cuando veía a Javier que me quería matar con las miradas que me echaba.

-O me lo contáis o vais a sentir el peor dolor de huevos de vuestra vida, so cabrones -nos dijo, poniendo las manos en nuestras entrepiernas con muy malas intenciones.

-Vale, vale, te lo cuento, yo le dije que si se quería duchar que lo hiciera sin problemas y me fui al dormitorio. Luego el me llamó desde la entrada para pedirme una toalla y se la di, solo que no pudo evitar verte en la cama vuelta de espaldas y con el culo al aire, después creo que me dijo que estabas muy buena y que mirase como se le había puesto el rabo. Entonces le dije que se fuera a la ducha y que se hiciera una paja y ya está.

-Vaya par de salidos aprovechándose de mí porque estaba dormida, todavía no sé si desgraciaros, -y nos pegó un apretón suave en nuestras pelotas.

-Pero Ana, que solo te vi por accidente, fui porque necesitaba una toalla.

-¿Y al final te duchaste y... eso también? -le preguntó ella.

-Sí, me duché y eso también -dijo soltando unas risillas que secundamos mi novia y yo.

Pagué dejando una buena propina y nos volvimos a casa.

Yo bajé luego al supermercado para reponer algunas cosas que nos hacían falta. Ellos se quedaron colocando en el armario todo lo que él trajo desde su casa, más todo lo que habían comprado el día anterior en el centro comercial.

Cuando regresé, ellos seguían con esa tarea y yo coloqué todo lo que había traído en la despensa o en el frigorífico, donde dejé una buena botella de cava para la cena de mariscos que íbamos a repetir.

Después me acerqué a ver si les podía echar una mano.

-¿Cómo va eso? Les pregunté.

-Pregúntale a ella que casi no me deja hacer nada a mí -me dijo Javier con unas zapatillas de dormir en las manos sin saber donde ponerlas-, menos mal que Ana es súper organizada y me lo va a dejar todo muy fácil para luego encontrar lo que necesite.

-Pero si es que lo estaba mezclando todo -me dijo como excusa-, él solo quiere guardarlo todo y ya está, sin importarle donde esté cada cosa.

-Tráete lo que queda en la habitación vacía que ya terminamos -me ordenó mi novia.

Cuando volví con las pocas bolsas que quedaban las puse en el suelo.

-Saca todo y lo que sea del aseo lo vas poniendo en lo alto de la cama, el resto en la mesa de escritorio -me volvió a pedir la muy puta, que estaba disfrutando dándonos órdenes sin parar a los dos, órdenes que nosotros obedecíamos sin rechistar.

-Bueno aquí ya hemos terminado, venga ya solo queda el aseo, traeros todo lo que está sobre la cama y lo vamos poniendo allí, -pero nosotros solo hacíamos de porteadores y ella era la que distribuía todo en el aseo.

Por fin terminamos y nos fuimos al dormitorio a ducharnos y ponernos cómodos.

Luego se duchó Javier y 15 minutos después llegaron los del centro comercial con los dos televisores, toallas y alguna ropa más de cama.

Emplearon poco tiempo en colocar la tele en la pared del cuarto de Javier. Antes de media hora ya se habían marchado, y nosotros nos quedamos  probando los canales que se veían desde el decodificador de Internet.

Su intención era no hacer ninguna maleta cada vez que viajara a su casa, ni cuando volviera a la nuestra, por lo que se compró todo lo que iba a necesitar en nuestro apartamento, incluida la máquina de afeitar.

Un poco más tarde se vistió de nuevo para ir a ver un cliente.

-Esperadme para cenar con vosotros, estaré aquí sobre las nueve de la noche -nos dijo y se marchó.

Nos quedamos en el salón los dos solos.

-Cariño estoy algo preocupada con lo que me contaste esta mañana -me dijo muy seria.

-No me hagas caso y siento que me llamaras en esos momentos. La verdad es que no se muy bien porqué le di vueltas a esas cosas.

-¿Pero porqué pensaste algo así?

-No se... estaba desayunando y se acababa de ir Javier. Lo vi como un tío muy completo que va de éxito en éxito por la vida, y al que yo te estaba entregando, poniendo por tanto nuestra relación en peligro.

-Mira Diego, si es por eso no tengas ninguna preocupación más, cortamos ese tipo de acercamientos y ya está. Si quieres lo hablamos con él sinceramente y le explicamos los motivos.

-No cariño, ya te dije que fue un momento de incertidumbre que en cuanto hablé contigo se me pasó. No creo que vuelva a pasarme y te juro que ahora deseo seguir con nuestros juegos más que antes.

-¿Y ese cambio? -me preguntó.

-No es un cambio, es que lo de esta mañana ha sido un error, he dudado de la fortaleza de nuestro amor y ya he desechado esos pensamientos. Ahora sigo como antes, pero siento como si tuviera que recuperar un tiempo perdido. En fin tonterías mías, ya sabes.

-¿Te dio miedo pensar que vamos a estar solos él y yo en la casa, verdad? -me dijo, demostrando una vez más que me conocía como si me hubiera parido.

-Sí, esa fue la idea que me provocó el agobio, lo reconozco, quizás tenga eso en mi subconsciente y por eso te dije que la primera condición sería que estuviera yo siempre delante.

-Yo también lo he pensado, no creas, puede que incluso tengas que viajar por unos días en algún momento, pero te juro que no habrá nada por lo que tengas que avergonzarte de mi. Jamás se incumplirá esa norma entre nosotros y ninguna de las otras que  acordemos.

-Gracias cielo, ya te digo que fue un error, mira prefiero que lo hagamos y cumplamos las normas, a que no lo hiciéramos y que él te intentara seducir en esos momentos en que estéis solos. Sé que Javier tampoco va a incumplirlas, es una persona de fiar.

-Ponme una buena peli o una buena serie y vamos a relajarnos un poco que vaya dos días que llevamos, -me dijo y yo le puse el primer capítulo de Juego de Tronos.

Cuando regresó Javier íbamos por la mitad del segundo capítulo porque nos gustó un montón.

-Bueno ya estoy aquí -nos dijo con una gran sonrisa- ¿Qué estáis viendo con tanta atención?

Se sentó en su sitio y se quedó ensimismado con la serie sin decir ni media palabra, hasta que terminó el capítulo.

-Vamos a cenar que se nos está haciendo tarde, mañana seguimos viéndola -les dije apagando la tele.

-Oye que buena es, ¿No? -comentó Ana.

-Buenísima, dicen que es la que está batiendo todos los registros de espectadores -respondió Javier.

Nos levantamos los tres para ir poniendo la cena en la cocina, pero Javier se disculpó para ir a cambiarse, cuando volvió venía con un pijama fino de verano compuesto de camiseta de mangas cortas y un pantalón que le quedaba a medio muslo.

-Ve poniendo tú el cava -le dijo mi novia al verlo a su lado y cuando se volvía le dio un fuerte azote en el culo-, eso por espiarme mientras duermo cabronazo.

-Ayyy... -se quejó entre risas frotándose la nalga.

-Ya te dije que no se lo contaras, mira como me ha puesto el culo -me dijo a mí, bajándose el pantaloncillo junto con el bóxer para mostrarnos el culo.

-Tápate que te vas a resfriar, menos mal que ha sido en el culo -le dijo ella.

Había buen ambiente y nos reímos los tres.

Cenamos otra vez aquellos manjares y cuando ya estaba todo recogido nos fuimos al salón.

-¿No os ponéis mas cómodos de ropa? -nos dijo Javier.

-Nosotros no tenemos pijamas y después de cenar nos quedamos con una camiseta y el bóxer yo y las bragas ella, tendremos que comprarnos uno para estar aquí contigo.

-Si queréis me acoplo yo a vosotros y nos vestimos los tres iguales, ¿Qué os parece? -nos propuso.

-Bueno pero yo con una faldita corta -dijo mi novia yendo al dormitorio.

Cuando volvió venía vestida como solía estar cuando nos encontrábamos solos, pero con una faldita súper corta que no sabía de donde la había sacado y que apenas le tapaba el tanga. En la camiseta le bailaban las tetas al caminar, pues no llevaba puesto el sujetador. Nosotros nos habíamos quedado los dos en bóxer.

-¿Queréis un café? -Nos preguntó Javier con una sonrisa de oreja a oreja-, ya sé como hacerlos.

-Vale, pero descafeinado para mí -dijo ella-, que si no, no duermo.

-A mi normal -le dije- ¿Quieres que te ayude?

-Nooo, hoy yo solo.

-Este nos envenena -me dijo Ana para que nos escuchara él.

-Serás cabrona... os vais a chupar los dedos.

Tuvimos que reírnos de nuevo.

-Con esas tetas, me extraña que no se le haya puesto dura al cabrón éste, -le dije cuando él estaba en la cocina.

-Pues que se haga una paja y si no se la haces tú cornudo.

-Ana no me digas eso que ahora voy a ser yo el que se va a empalmar y me la vas a tener que chupar.

Poco después regresaba Javier con un café y servilletas.

-Este es el tuyo -le dijo a Ana-, las damas primero.

Después regresó con los nuestros.

-Si queréis unas pastas, me decís donde están y las traigo, hoy soy yo el camarero.

Pero ninguno quiso comer nada más.

-Anda siéntate con nosotros que se te va a enfriar el café -luego ella le dio un sorbo al suyo-, oye pues está muy bueno, te nombramos a partir de ahora cafetero mayor de la casa.

-Huy ésta ha visto mucho Juego de Tronos -dijo él.

-No ha abierto el pico en los dos capítulos que hemos visto, mañana se lo pongo otra vez no veas que relax Javier.

-Serás mamón, si eras tú el que no parpadeaba.

Capítulo 14

-¿Te doy otro masaje en los pies? -le ofreció Javier.

-Síiii... -le dijo ella-, me encanta por lo bien que me lo distes antes.

Se volvió a poner como la vez anterior echando la cabeza en mi regazo y los pies en el de él. Le quitó las zapatillas y comenzó a masajear un pie y luego el otro, subió por la pantorrilla de una pierna y repitió con la otra, pero en esta ocasión hizo que alzara la rodilla y siguió masajeando el muslo hasta el límite de la falda. Cuando se cambió de pierna ella dejó las dos flexionadas y algo abiertas, lo que hizo que definitivamente la falda se subiera hasta dejar su tanga celeste totalmente al aire.

El tanga cubría algo más que el blanco de la otra noche, pero lo tenía más incrustado en el coño, seguro que se subió la cinturilla cuando se lo puso. Otra vez había conseguido ponernos la polla a reventar.

Luego alargó su mano derecha para taparse aquel triángulo de seda.

-No te tapes ahí por favor -le dijo él levantando la cara para mirarla-, deja que disfrutemos de lo que se dibuja en el tanga.

-No quiero que te vuelvas a empalmar -le dijo ella.

-Eso ya no tiene remedio Ana.

-Pues ya sois dos -respondió mi novia al notar mi rabo en su espalda.

-Hay razones para que estemos así -dijo él-, razones muy poderosas.

Mientras hacían estos comentarios él no dejaba de masajear sus muslos indistintamente llegando a tocar la mano que ella había puesto allí.

-Das muy bien los masajes en las piernas -le dijo mi novia, pareces un profesional.

-Hice un curso de masajes hace unos años, si queréis compramos los aceites que necesito y os doy un masaje de vez en cuando. ¿Veis bien que os de uno en la espalda? Os dejo como nuevos.

-¿Sirve el aceite corporal que tengo en el aseo? -le preguntó ella.

-No es lo mismo pero nos puede valer para esta noche. Lo tendría que hacer en la cama y habrá que poner una toalla de baño para no manchar las sábanas.

Nos levantamos los tres y nos fuimos al dormitorio. Ana preparó la cama tal como había pedido Javier y le trajo el aceite corporal.

-Primero a Diego, así lo veo yo antes de que me lo des a mí -dijo mi novia.

Me quité la camiseta y me quedé solo con el bóxer donde se mostraba mi polla morcillona después del calentón que tuvimos los tres en el salón. Me tumbé boca abajo sobre la toalla y la cara vuelta hacia mi novia que se había sentado con la espalda en el cabecero, un poco más apartada para dejar maniobrar a Javier.

Noté un chorreón de aceite en mi espalda y luego él se echó algo más en las manos para extenderlo todo. Comenzó ya el masaje por el cuello, hombro y brazo del lado donde estaba ella, luego se pasó al otro lado repitiendo lo mismo. Por último, se colocó a horcajadas sobre mi culo y comenzó a darme por la cintura, subiendo luego por la espina dorsal hasta el cuello.

-Jodido que me estás dando con toda la polla en mi culo.

-Esos son daños colaterales -me respondió, riéndose ellos dos-, será quejica.

Siguió apretando sobre los omóplatos hasta bajar nuevamente a la cintura, luego me pegó una nalgada y me dijo que ya estaba listo.

-¿Qué tal te sientes? -me preguntó él.

-Muy bien, me has dejado como nuevo, de verdad.

-Vale, ¿Pues te decides? -le preguntó a Ana.

-Claro -dijo y nos cambiamos de posición.

Se quedó un momento de rodillas en la cama y se sacó la camiseta por arriba, dejando unos segundos sus tetas al aire antes de tenderse sobre la toalla.

-La falda se va a llenar de aceite, mejor te la quitas y te tapo con una toallita si quieres.

Ella me miró y sin hacer ningún comentario más se levantó por el otro lado de la cama, se bajó la cremallera y se quitó la falda dejándola a los pies de la cama. Luego se volvió a tender en la toalla con solo el tanga por toda ropa. Mirándola desde arriba, se veía prácticamente desnuda pues solo mostraba la cinturilla del mismo.

Él volvió a repetir todos los movimientos que realizó conmigo, aunque algo más lentos, como deseando prolongar aquel masaje un poco más.

Cuando masajeó los brazos, su espalda se levantaba algo, dejando ver perfectamente cada lateral de su pecho casi hasta su pezón. Cuando fue a terminar en su espalda, volvió a ponerse a horcajadas sobre el culo de ella. Sin llegar a inclinarse, ya descansaba su polla en medio de sus nalgas, pero ella no hizo ningún comentario y él procedió como lo hizo conmigo, solo que su polla se puso más tiesa que un garrote. Cuando se inclinaba para llegar a su cuello, el glande se le salía por la cinturilla del bóxer debido al roce con sus nalgas, quedando más de la mitad de la polla fuera.

Yo miraba a mi novia que mantenía los ojos cerrados, pero levantando algo las cejas y aferrando las manos con más fuerza a las sábanas cada vez que él subía al cuello, enterrando su polla en aquel culazo.

Este último masaje en la espalda duró mucho más que el mío, pero al final él se desmontó hacia el lado contrario a donde me encontraba y le dio un suave apretón en una nalga.

-Ya está preciosa, ¿Cómo lo has sentido tú? -le preguntó.

-Uff... muy bien... me he quedado como en la gloria -respondió girándose boca arriba y sonriéndonos a los dos.

-Te lo puedo completar con un masaje frontal si quieres, es un poco más atrevido lo sé, pero te relajarías un montón.

-Otro día, ¿No? Es un poco tarde -dijo ella.

-Como quieras, otro día te lo doy con el aceite adecuado.

Él no dejaba de mirar aquellas tetas que se ofrecían a veinte centímetros de su cuerpo, pues  estaba echado a su lado de cara a ella.

-¿Te gustan? -le dijo ante tanta insistencia.

-Cómo no me van a gustar esas dos beldades, me encantan y te las estaría chupando media hora sin parar -le dijo con una sonrisa-, mira la prueba de lo que te digo, -y le mostró la media polla que seguía estando fuera del bóxer totalmente erecta.

-Ya la he notado antes en el culo cabronazo y también me has puesto muy caliente, mira mi prueba -le dijo enseñándole una mancha considerable en el centro del triángulo del tanga.

-¿Me dejáis? -preguntó mientras acercaba su mano izquierda a aquella mancha. Como no dijimos nada, la posó encima y comenzó a frotarla muy suavemente.

Ana soltó unos quejidos muy bajitos comos si quisiera ahogarlos para que no salieran de su garganta. El se acercó más a ella y su polla llena de líquido preseminal comenzó a frotarse en su nalga. Luego mi novia bajó su mano y la agarró por la parte descubierta, dejando que él siguiera con su movimiento de caderas, ahora como si se follara la mano.

Entonces apartó a un lado la tela del tanga y le metió el dedo índice hasta los nudillos, comenzando un mete y saca que hizo subir los tonos de sus gemidos, que ya no quería ocultar. Al momento eran dos los dedos que se atrevían a entrar en aquel caliente agujero y acercó su boca a un pezón para chuparlo con mucha intensidad. Ella subió más la sonoridad de sus gemidos hasta que se convirtieron en gritos.

-No te pares... sigue... dame más fuerte...

El intensificó el ritmo de las penetraciones digitales y ella anunció su inminente orgasmo.

-Ahhh... dame cabrón... dame fuerte... agggg... me corroooo... me corroooo...

Y comenzó a convulsionarse sobre la toalla casi un minuto, mientras él le seguía dando ya muy despacito intentando prolongarle aquel orgasmo. Luego retiró su mano totalmente mojada por los flujos recibidos.

Yo me eché a su lado y ella se giró para abrazarse a mi cuello sin moverse, hasta que poco a poco su respiración se fue normalizando. Fui a despegarme para verle la cara pero no me quería soltar, le daba vergüenza mirarme.

-Todo está bien cielo, no pasa nada, relájate cariño, dame un beso anda -le decía, mientras veía a Javier con cara de preocupación al otro lado de ella.

Por fin se soltó de mi cuello para darme un largo beso en la boca. Luego giró la cabeza hacia atrás para ver si él seguía allí, y al ver su cara de preocupación, le mostró una leve sonrisa y le acarició la cara, haciendo que él también se relajara.