Javier nos ayuda (Capítulos 11 y12)
Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Poco a poco van cogiendo confianza con Javier, el inquilino
Capítulo 11
El martes me llamaron de la operadora porque en un rato vendrían a hacernos la instalación de la nueva red de fibra óptica, así que no pude moverme de la casa.
A media mañana recibí una llamada de una empresa para una entrevista de trabajo. Tendría que ir al día siguiente por la mañana, la verdad es que no recordaba haber presentado el currículum en esa empresa.
Cuando llegó Ana del trabajo acababa de irse el técnico dejándonos funcionando el nuevo rúter de Internet con un wifi de una rapidez increíble, más el decodificador de la televisión del salón que daba acceso a todos los canales que se puedan disponer. También dejó instalados los dos de Javier, que el técnico me mostró como funcionaban en un monitor que traía consigo.
Ella quedó impresionada por las ventajas que nos suponían aquellos cambios, sin contar que en unos días tendríamos nuevas tarjetas en nuestros móviles con llamadas ilimitadas y un aumento increíble en los datos para navegar en Internet.
Al final recurrimos a pedir unas pizzas porque con tantas novedades, no habíamos preparado nada para comer.
-Cariño me han llamado de una empresa para hacerme una entrevista de trabajo.
-Y cuando me lo ibas a decir, serás... -me regañó.
-Vete a saber lo que me van a proponer y cuántos candidatos tienen para el puesto, eso si existe el puesto de verdad.
-No seas tan agorero, si no te sale el trabajo ya te llamarán para otro, lo importante es que te llamen, que para eso entregamos tantos currículum.
-Lo raro es que no recuerdo haberlo presentado allí, a lo mejor es una delegación de otra donde lo presenté, en fin mañana veremos qué pasa.
Ana cogió el portátil para refrescar y tomar notas de las tiendas a las que pensaba llevar a Javier esa tarde.
Él llegó un poco antes de las cinco de la tarde. Traía una maleta con ropa que pensaba dejar en su dormitorio y un par de bolsas algo abultadas que dejó también allí.
Se fueron los dos enseguida, porque no iban a tener mucho tiempo para todo lo que querían hacer, y me quedé otra vez solo.
Aproveché para llamar a Carlos y ponerlo al día de todos los cambios que nos habían sucedido en los últimos días y la entrevista del día siguiente. Es un tío muy majo y es mi mejor amigo, además de un gran admirador de mi novia como él decía. En eso no era muy original, pensé mientras me sonreía a mi mismo.
Ana me llamó un par de horas después.
-Hola cariño ¿Cómo va eso? -le pregunté.
-Fenomenal, ya hemos comprado todos los muebles que necesita Javier. Ahora vamos al centro comercial.
-Joder qué resolutivos sois.
-Pues también hemos solucionado lo de la puerta de la habitación y todo en el mismo sitio, ¿Qué te parece?
-Me tenéis alucinado, vaya novia que tengo, eres una lumbrera -le dije con unas risas a las que ella correspondió con las suyas.
-Bueno lo hemos conseguido entre los dos, hemos formado un buen tándem y tu croquis ha sido fundamental.
-Entonces más que un tándem hemos hecho un buen trío, ¿No? -le pregunté con doble intención.
-Sí, claro -respondió, evitando una respuesta que hubiera alertado a nuestro amigo-, por cierto no prepares cena que nosotros la llevaremos.
-¿También la cena? Dije con una sonrisa que no vio.
-Claro, así no tienes que trabajar que estarás hoy muy cansado...
-Serás cabrona, me debes un cachete en el culo que lo sepas.
Ella soltó una risita.
-Bueno te dejo que entramos en el parking, un beso cariño.
-Otro para ti cielo.
Volvieron casi tres horas después bastante cansados y cargados de bolsas del centro comercial se las quité de las manos a mi novia y fuimos al dormitorio de él para dejarlas en el suelo.
-¿Diego me puedes acompañar para subir más bolsas?
-Claro, venga vamos.
-Voy yo también dijo ella.
-No, que te veo muy cansada, quédate, si hace falta bajo otra vez.
-Ok -me dijo, yéndose al dormitorio para cambiarse.
-Habéis aprovechado bien la tarde, ¿No? -le dije.
-Menos mal que Ana me ha acompañado , ella ha sido la que se ha encargado de casi todo. Ya te dije que yo era un negado para estas cosas, pero tu chica ha logrado que en una sola tarde todo se quede solucionado.
-Tengo la mejor novia del mundo -le dije con una sonrisa.
-No lo sabes tú bien -me contestó.
Subimos todo lo que quedaba y dejamos todas las bolsas en la habitación vacía.
Al momento vino Ana y la ayudé a recoger las que traían la cena para los tres y nos fuimos a la cocina, mientras Javier se cambiaba de ropa.
Mi novia llevaba la camiseta con la que suele dormir y un short blanco muy corto.
-Qué rara te veo con el sujetador y el short.
-No querrás que vaya con la camiseta y el tanga con él aquí, ¿No?
-Ya, pero eso no quita que extrañe tu look de siempre cuando vamos a cenar.
-Uff, qué cansada estoy.
-Pues siéntate mientras yo preparo todo esto que habéis traído.
-Gracias mi amor, no se que haría sin ti.
Cuando saqué todo lo que traían de las bolsas me quedé asombrado. Había una gran cantidad de mariscos de todas clases y de una calidad exquisita. Todo muy bien dispuesto en bandejas independientes, que por supuesto no cabían en la mesa.
En esos momentos entraba Javier en la cocina.
-¿Pero como habéis comprado tanta cantidad? -les dije mirando todo aquello.
-Y porque yo le estaba frenando, que por Javier ponemos mañana una marisquería.
-Bueno pues nos comemos lo que podamos y el resto lo dejamos para el almuerzo de mañana, -dijo él con su sonrisa dentífrica, mientras ponía una botella de un estupendo cava en la mesa, que no sé como, pero ya venía frío.
-Ve abriéndola que voy a por tres copas de cava, -le dije mientras ponía otras bandejas en la encimera de la cocina.
La verdad es que nos pusimos las botas porque todo estaba buenísimo y con aquel cava, mejor.
Cuando decidimos no comer más, lo guardé todo en el frigorífico como pude y nos fuimos al salón.
-¿Os apetece un café? -les pregunté.
-Por mí vale -dijo Javier.
-¿Cielo me puedes poner un poco de sal de fruta? He comido demasiado y me vendría bien antes de acostarme.
Nos dirigimos Javier y yo a la cocina mientras ella descansaba en el sofá.
-Le voy a hacer la sal de fruta a ella y se la llevo ya, que parece un poco pachucha -le dije a Javier.
-Dime donde está y se la hago yo.
Se la llevó y se vino otra vez a la cocina conmigo.
-A ver si me entero como funciona la cafetera para cuando lo tenga que hacer yo.
Nos lo llevamos al salón sentándonos como siempre en el sofá.
-Bueno explicarme como ha ido todo -les dije.
Entre los dos me contaron como habían elegido los muebles del futuro despacho, y me enseñaron todos ellos desde un folleto que traía Javier. La semana próxima los instalarían.
En el centro comercial habían comprado de todo. Los dos televisores los traerían el día siguiente por la tarde, dejando instalado en la pared el que iría en el dormitorio de él. El otro lo pondría encima de la mesa del escritorio cuando instalaran el despacho.
Al poco Ana estaba dando cabezadas, por lo que la llevé a la cama. Hasta la tuve que ayudar a quitarse el sujetador y el short. Sin dejar que la tapara, se quedó dormida al momento, por lo que regresé al salón.
Le expliqué a Javier que la instalación de Internet y los decodificadores ya estaba terminada. Estuvimos viendo en la tele los diferentes tipos de canales que ofertaba el operador y el manejo del mismo.
Le di también la clave Wifi para que la incorporara en sus dispositivos.
-Mañana tengo una entrevista de trabajo por la mañana -le dije.
-¿Sí? ¿Ves? Ya te dije que en tu sector apenas ha habido crisis y que pronto encontrarías trabajo.
-Bueno, la verdad es que no conozco esta empresa y no se si es de mi sector. Le he comentado a Ana que seguramente es una delegación de otra empresa, porque no recuerdo haber entregado mi currículum allí. Bueno mañana me enteraré.
-Pues te deseo mucha suerte, de verdad.
-Gracias Javier, me voy a la cama a no ser que quieras que te eche una mano con todo lo que has traído del centro comercial.
-No, déjalo, mañana vendré a comer con vosotros y luego me pondré con esa tarea, ahora estoy un poco cansado y voy a dormir que tengo que madrugar.
-Si te quieres duchar no dudes hacerlo, no pasa nada porque estemos en la cama.
-Gracias igual me ducho antes de acostarme, espero no hacer mucho ruido.
-Ok, entonces hasta mañana.
-Buenas noches.
Me fui al dormitorio donde Ana estaba casi en la misma posición en que la dejé dormida. Me senté un momento en la mesa con el portátil, como suelo hacer todas las noches antes de acostarme para leer mis correos y echar una última mirada a los periódicos, así como a las redes sociales para ver qué actividad han publicado mis amigos.
Un momento después se asomó Javier a la entrada del dormitorio.
-Diego -me llamó muy bajito.
-Ah, hola Javier.
-Necesito una toalla porque las que hemos comprado las traen mañana por la tarde.
-Espera que te la doy.
Cuando fui a dársela estaba mirando a Ana que tenía todo su culo al aire, pues estaba vuelta de espaldas a nosotros con la camiseta por encima de la cinturilla del tanga.
-Qué bella es tu chica, vaya suerte que tienes tío.
-Bella y mejor persona -le respondí.
-Sí, hoy se ha volcado al cien por cien en ayudarme en todo. Una maravilla de chica.
-Bueno anda dúchate que me la vas a gastar -le dije con una sonrisa.
-No le digas que la he visto así que me mata.
-Claro que se lo diré, nunca le oculto nada.
-Pues me la va a liar.
-Que va hombre, no se va a molestar por eso, ya la has visto antes más desnuda que ahora.
-Pero no me canso de verla, te lo juro. Mejor me voy, mira como se me ha puesto esto -me dijo enseñándome el bóxer que era lo único que llevaba puesto y que mostraba otra vez la tienda de campaña. De inmediato se la sacó fuera para que pudiera verla en todo su esplendor.
-Tío estás todo el día empalmado -me reí yo muy bajito.
-Pero hay motivo para estarlo, ¿No? -me dijo señalando con su cabeza a mi novia.
-Mucho, anda vete a ducharte y te haces una paja.
-Seguro que cae -me dijo con una sonrisa y se marchó al aseo.
A ver si instalaban ya la puerta, aunque con este cabrón no se si servirá de algo.
Luego apagué el portátil y me acosté.
Capítulo 12
El miércoles por la mañana mi novia se levantó temprano para irse al trabajo y yo me quedé en la cama un rato más.
Escuché que ellos hablaban desde la cocina donde estarían desayunando. Unos minutos después entró mi novia en el dormitorio.
-Me voy cielo, dime luego como te ha ido la entrevista.
Después se inclinó y me dio un pico.
-¿Ya se ha ido Javier? -le pregunté.
-No, se va dentro de un rato me ha dicho. Hemos desayunado juntos y le he explicado algunas cosillas de la cocina.
-Vale dame otro beso zorrita.
-Venga que me tengo que ir cornudito mío -volvió a inclinarse para darme otro beso un poco más largo y se marchó.
Me levanté para ir al aseo, luego me puse unas bermudas por si Javier seguía allí y me fui a desayunar.
Al pasar por el salón lo vi sentado en el sofá con un maletín abierto en la mesa y unos documentos en las manos.
-Hola Javier, creí que te ibas más temprano.
-Ya me voy, estoy terminando de poner en orden las propuestas de la reunión de hoy.
-Si no me necesitas me voy a desayunar y te dejo que acabes.
-No, me apaño solo gracias -me dijo y me fui a la cocina.
-Te veo luego a la hora de comer -se despidió un rato después y se marchó.
Le estuve dando vueltas a la cabeza sobre lo que nos estaba ocurriendo a Ana y a mi con Javier. En unos días todo se estaba precipitando, lo que hacía menos de una semana era impensable en nuestra relación, ahora todo había dado un gran vuelco. Mi novia le había hecho una paja mientras follaba conmigo y yo iba a pasar al ordenador las condiciones que teníamos que cumplir para que él terminara follándola.
Por otro lado Javier es un chico con una gran presencia, generoso con nosotros y muy cariñoso con mi novia. Tuve miedo de que ella se prendara demasiado de él y que nuestra relación pudiera estar en peligro.
Ahora sí que era yo el que estaba agobiado, hasta dejé el desayuno a medias porque no podía tragar nada más. Soy un gilipollas ¿Pero cómo se me ocurría empujarla para que se echara en los brazos de Javier? Un chico que iba a vivir con nosotros en nuestra misma casa por varios años, incluso iban a estar ellos dos solos, en ocasiones por tiempo prolongado.
¿Y todo eso porqué? Porque yo quería verla follar con otro, por eso, por cornudo consentido, por darle gusto a mis sucias inclinaciones. No sabía que hacer y fui a ducharme, a ver si con el jabón me podía quitar aquella condición de cornudo que sentía como una costra sobre mi cuerpo.
No quise seguir pensando más en esas cosas y acabé haciendo de amo de casa, hasta que terminé sentado en el salón sin pensar en nada, preparado para irme a la entrevista en cuanto fuera la hora.
En esos momentos sonó mi móvil y era Ana.
-Hola cariño.
-Hola cielo he salido a desayunar y me apetecía darte ánimos para la entrevista.
-Gracias amor mío...
-Oye te noto un poco raro, ¿Te encuentras bien?
-Sí, claro que sí... es que... bueno ya te contaré después...
-¿Pero qué te pasa? Me estás preocupando.
-Mira es que le he estado dando vueltas a todo esto y me he agobiado un poco, pero ya estoy bien.
-¿Te refieres a lo que hemos hecho con Javier?
-Bueno sí... y me ha dado miedo de que podría afectar a nuestra relación, ya sabes.
-¿Pero qué dices cielo? Tú eres mi vida y sin ti yo no podría vivir. No pienses eso que dices ni en broma... -me decía mientras notaba como su voz se iba apagando por unos sollozos que no podía aguantar.
-Por favor vida mía, no llores... Ha sido una tontería de las mías... Relájate por favor cariño... Sabes que a veces soy un gilipollas... Dime que ya estás bien cariño.
Estuvo un poco más callada y noté como se sonaba la nariz.
-Ya estoy bien cielo, ya estoy bien. Anda vete ya para la entrevista y procura sacar lo mejor de ti, hazlo por mí.
-Por ti soy capaz de comerme al tío que me va a entrevistar, dalo por seguro amor mío.
-Llámame cuando termines, ¡Eh!
-Mira, cuando termine me iré a esperar que salgas del trabajo para venirnos los dos juntos a casa. Te quiero, luego nos vemos.
-Hasta luego amor. Un beso.
-Un beso -y corté la llamada.
Soy un gilipollas doble, me agobio y se lo paso a mi novia para que lo comparta conmigo. Cogí las llaves y me fui a comerme al entrevistador y si hacía falta a su empresa.
Lo hice en la moto y en un cuarto de hora me estaba presentando a una chica que atendía las visitas. Luego llamó a mi entrevistador y me dio las indicaciones para acudir adonde me esperaba.
Me encontré con un hombre de unos 45 años que se identificó como el administrador principal, a la vez que socio de la empresa, era una persona muy amable, me dijo que la empresa estaba en una etapa de crecimiento y que necesitaba de un buen diseñador gráfico. Lo raro era que me preguntaba por mi experiencia, donde había trabajado, mis estudios... en fin todo aquello que iba en mi currículum.
-Perdone pero todo eso va en el currículum, ¿No?
-Pero es que no lo tenemos, usted ha sido recomendado muy especialmente por el señor Márquez que es muy amigo de mi otro socio y gerente de la empresa el señor Alvarez.
-¡Ah! Entiendo... - le dije, pero sin entender nada.
Seguimos con la entrevista casi veinte minutos más y al final me dijo que el puesto era mío. Tenía que estar el siguiente lunes a las ocho de la mañana para incorporarme a la plantilla, haciéndome saber los documentos que tendría que llevar para formalizar el contrato, así como de cual sería mi remuneración mensual.
Nos despedimos con un buen apretón de manos, yo estaba eufórico. Cogí la moto y paré dos calles más abajo para enviarle un mensaje a mi novia.
“Objetivo Conseguido. El lunes empiezo a trabajar. Voy para allá a esperar que salgas” -le envié junto con un emoticono dando un beso.
Me incorporé al tráfico de nuevo y volví a parar en la puerta de sus oficinas. Miré el móvil y tenía la respuesta de Ana.
“Yupiiii estoy loca por darte un abrazo. Eres un crack” -junto con dos filas de emoticonos dando un beso.
Cuando salió venía con Cris las dos muy risueñas se vinieron hacia mí y mi novia se adelantó para colgarse de mi cuello moviéndome de izquierda a derecha.
-Eres el mejor -me decía sin apenas poder pronunciar una palabra por la emoción.
Después se paró y se giró hacia Cris que estaba a nuestro lado con una gran sonrisa esperando a poder felicitarme y me dio dos besos en las mejillas.
-Enhorabuena Diego, me alegro mucho por los dos, ya lo sabes -me dijo-. Ana ha estado toda la mañana muy preocupada, pero en la última hora es que no daba pie con bola.
Los dos reímos para soltar un poco la tensión, luego nos despedimos de Cris y nos marchamos a casa.
Nada más llegar nos fuimos al salón y le tuve que explicar toda la entrevista a mi novia.
-Entonces no tenían tu currículum.
-No cariño, me dijo que me había recomendado el señor Márquez que era muy amigo de su socio.
-¿Quéee? -se exaltó ella- ese es Javier, ¿No? Javier Márquez.
-Joder es verdad, tiene que haber sido él, el muy cabrón no me dijo nada, solo me deseó suerte con la entrevista, ¡Jodeeerrr...!, no me lo puedo creer.
-Huy Diego, este hombre nos está salvando la vida desde que lo hemos conocido.
-Sí, es un buen tío, eso hay que reconocerlo, menudo cabronazo está hecho.
-Vamos a invitarlo a comer hoy en el mismo restaurante al que nos llevó el otro día, es lo menos que podemos hacer para agradecérselo -me dijo ella.
-Claro que sí cielo, esta noche nos comeremos los mariscos, bueno, los que podamos.
Al rato entró Javier abriendo la puerta con su llave, que me resultó un poco raro que no tuviera que pegar al timbre.
Venía con su maletín en una mano y la chaqueta en la otra por lo que no se pudo defender del asalto de mi novia a su cuello que casi le hizo perder el equilibrio.
-Graciassss... graciassss -le repitió ella mientras le daba un gran abrazo.
El reía mirándome con la barbilla pegada al hombro de ella hasta que por fin lo soltó y le dio un pellizco en el brazo.
-Nos lo tenías que haber dicho cabroncete.
-Es que no quería que Diego fuera nervioso a la entrevista por mi culpa, -le dijo a ella y volviéndose hacia mí, siguió-, ya me ha llamado Juan José el gerente, para comunicarme la buena impresión que has dejado en la entrevista y que te han contratado, que empiezas el lunes, ¿No?
-Sí, el lunes -le dije mientras me levantaba y le daba un fuerte abrazo-, gracias tío por echarme esta mano.
-No hay de qué hombre, para eso estamos los amigos. Bueno suelto esto y nos ponemos cómodos para comernos todo ese marisco.
-De eso nada -le dijo Ana-, no te cambies que nos vamos a comer al restaurante del otro día, que hoy estás invitado.
El se echó a reír.
-Vale, vale, me encanta ese restaurante, venga, dejo esto en el dormitorio y nos vamos.