Javier nos ayuda (Capítulo 38 y último)

Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Diego duda si seguir o no con la relación abierta, pero permite alguna excepción. Diego termina el cursillo de tres días en Madrid.

Capítulo 38

Al mediodía, me fue imposible hablar con mi prometida. Las tres horas del curso que me restaban por la tarde se me hicieron interminables.

Nada más llegar a la habitación la llamé.

-Hola cariño estoy entrando en casa.

-Ah, pues yo también acabo de llegar a la habitación del hotel. No pude llamarte al mediodía porque decidieron que fuéramos todos a comer juntos.

-Hola Javier -saludó ella-, ¿Cómo estás?

No pude oír lo que respondió Javier.

-¿Cómo ha dicho que está? -le pregunté.

-Dice que está perfectamente. De hecho parece que tiene buena cara y está trabajando en su despacho. Te envía un saludo.

-Otro para él y dile que me alegro que esté mejor.

Ella se lo dijo.

-Voy a cambiarme, que llevo con esta ropa desde esta mañana -creo que le dijo a él.

Oí como cerraba la primera puerta de acceso al dormitorio y la segunda también.

-Bueno, ya estoy en nuestro dormitorio cielo.

-Qué ganas de estar ahí contigo amor mío. Te hecho mucho de menos.

-A mí me pasa lo mismo mi vida, que larga se me está haciendo tu ausencia.

-Oye, a ver si esta noche podemos descansar como Dios manda, ¿No?

Ella soltó una risita.

-Eso espero, que vaya dos noches que llevamos.

-¿Que vais a hacer esta tarde?

-Pues yo quiero seguir trabajando en el portátil, que tengo varias tareas en las que tengo que avanzar.

-¿Va todo bien en tu trabajo?

-Sí y no te lo vas a creer, porque Rafa ha sido nombrado consejero de la compañía, me lo ha dicho él mismo. Ya te dije que estaba habiendo muchos cambios en el consejo.

-Joder, vaya tío. No me lo esperaba, al menos no tan pronto, aunque ya nos avisó que estaba ampliando su participación en la compañía, -le recordé.

-Anoche fue nuestra tabla de salvación, menos mal que se te ocurrió llamarlo. Después no se quiso ir y prefirió dormir en la cama de Javier, pero el pobre durmió poco porque al parecer no paró de interesarse por él toda la noche, hasta le calentaba el caldo cada vez que se tenía que tomar unas cucharadas.

-Entonces al final tú sí has podido descansar.

-De las veces que vino Rafa, me desperté en un par de ocasiones incluso en una de ellas fui yo la que calentó el caldo, pero se puede decir que a pesar de estar preocupada por su estado, he dormido bien y las horas suficientes para que hoy pudiera trabajar sin problemas.

-¿Alguna cosa más? -le pregunté, lo que hizo que ella soltara unas risas.

-Pues mira, no te lo vas a creer pero en un momento de la noche volví a notar su pollón en mis nalgas, lo que me provocó un repullo en la cama, pero cuando me giré vi que estaba totalmente dormido. Me alejé de él y ya no hubo nada más.

-Menudo peligro tiene el canalla éste, ni que fuera el Cid Fornicador... -le dije soltando los dos grandes carcajadas.

-Pues sí, si ese ganaba batallas después de muerto, nuestro amigo las gana enfermo y dormido, -la puñetera me entendió a la primera y nuestras risas continuaron.

-Bueno ya me he cambiado, voy a ver si le puedo hacer una cena un poco más fuerte porque llevará casi todo el día sin comer apenas.

La volví a llamar cuando estaba ya en la cama para dormir.

-Hola cariño.

-Hola mi vida, ya estoy en la cama ¿Como sigue Javier?

-En efecto, como te dije casi no había tomado nada en todo el día, solo alguna infusión y unas galletas. Le preparé un buen filete y se lo ha podido comer sin ningún problema.

-Menos mal, parece que se ha recuperado pronto, -le dije.

-Y tanto, me dijo que le hubiera gustado también unas patatas fritas con un huevo frito, -me respondió entre carcajadas de los dos-, pero le he dicho que eso no le iría nada bien, que se aguantara hasta mañana y se conformó.

-¿Crees que esta noche se portará bien? -le pregunté con la esperanza que así fuera.

-¿Sabes una cosa?

-No, ¿El qué?

-Hemos estado viendo la tele un rato, los dos en el sofá y bastante retirados y vi que estaba empalmado aunque intentaba esconderlo. Cuando me vine lo he dejé ese estado.

-¿Cómo estabais vestidos?

-Él como siempre, con el bóxer y una camiseta y yo con mi falda corta y la camiseta. Bueno, y las bragas, claro.

-¿La falda esa que te pones tan cortísima?

-Sí, ya sé que lo he calentado un poco con ella. Me la he puesto para que me pudiera ver las bragas. Tenía ganas de ponerlo a tono -me dijo soltando unas risitas.

-Serás puta, eso es de calientapollas.

Ahora soltó una carcajada.

-Que se joda, a mí también me ha calentado dos noches.

-¿Vais a dormir ya o habéis quedado en veros otra vez?

-No, ya a dormir, ¿Cómo voy a salir otra vez?

-Vale cielo, bueno, estoy un poco cansado.

-Anda, vamos a dormir ya. A las ocho te estaré esperando en el aeropuerto.

-Vale, un beso cielo.

-Otro para ti mi vida.

En nuestro encuentro en el aeropuerto nos dimos un abrazo como si llevásemos seis meses sin vernos. Qué ganas tenía de tenerla en mis brazos.

Durante el regreso a casa, le tuve que contar cómo eran las compañeras de curso. De los compañeros ni media palabra, claro.

-Y tu follador, ¿Se ha portado bien esta noche?

-Sí, no le he visto más desde anoche. Bueno cuando fui a desayunar, estaba dormido con la puerta abierta y desnudo, por supuesto. A media mañana le pregunté por mensaje si se encontraba bien y me contestó que sí, que ya estaba fuera de casa trabajando.

-Se ha recuperado pronto.

-No sabes lo malo que se puso antes de anoche. Menos mal que se te ocurrió avisar a Rafa. Su médico nos dejó mucho más tranquilos con su diagnóstico. En fin que gracias a su buena salud, lo ha superado en nada de tiempo.

Poco antes de llegar a casa me desvié y paré en un parking de la autovía.

-¿Pasa algo mi amor? -me preguntó.

Alargué mi mano para apoyarla en las suyas.

-Todo perfecto amor mío. Pero necesito un beso tuyo cariñoso, de amor.

Ella se arrojó encima de mí y me dió el beso de nuestra vida, largo, suave, placentero, de esos que vas a recordar siempre.

Poco a poco nos fuimos relajando, ella volvió a su asiento y yo puse el coche en marcha, rumbo a casa.

Cuando llegamos al ático agradecí internamente que Javier no estuviera allí. Entramos a nuestro dormitorio y empecé a deshacer la maleta. Solo fue un intento inútil, al momento y haciendo como que me ayudaba, se hizo cargo de sacar todo lo que allí había para dejar cada cosa en su sitio.

Un poco más tarde estábamos echando un polvo maravilloso, que fue como de recuperación por los días que estuvimos separados.

Estábamos preparándonos de cenar en la cocina cuando llegó Javier a la casa.

Enseguida se vino hacia mí y me dio un fuerte abrazo, luego le dio un beso en la mejilla a mi prometida.

-Voy a darme una ducha y ponerme cómodo.

-¿Has cenado? -le preguntó ella.

-No, si acaso luego como un poco de queso y jamón.

-Venga, vete a la ducha que nosotros te prepararemos algo.

Más tarde, los tres estábamos en el salón.

-Cuéntanos los viajes que tienes previstos para la semana que viene -le dije yo.

-El lunes viajamos a Berlín. El vuelo sale a las ocho de la mañana. Estaremos de vuelta sobre las siete de la tarde. Me recogerá el chófer del gerente a las seis y media de la mañana. Él mismo me traerá aquí a la vuelta. El martes iremos a Londres, cambiando en algo los horarios y el miércoles a París. No nos hospedaremos en ningún hotel, los tres viajes son de un día. Los restantes países los iremos viendo a partir de la semana siguiente. Ya os iré diciendo cuando lo tenga concretado. Igual ya no me acompañe el gerente. La campaña en España nos la está haciendo una empresa de Madrid, de hecho, en unos días estará en marcha, con ellos me estoy reuniendo por videoconferencia. En las dos primeras me acompañó el gerente.

-¿Y Cris, sabes algo de ella?

-Claro, hablamos casi a diario. Ella se va a incorporar a la compañía ese lunes de la semana siguiente. Está encantada con volver a trabajar juntas. Quería salir en una noche de chicas este sábado, pero le he dicho que quiero estar contigo este fin de semana, que saldremos más adelante.

-Gracias cielo, tengo necesidad de tenerte a mi lado. Han sido tres días sin verte.

Javier nos preparó unas copas a los tres.

-¿Estás ya recuperado del todo? -le pregunté.

-Que sí Diego, estoy como siempre, aunque no sabes lo mal que me puse la otra noche. No se lo deseo ni al peor de mis enemigos.

Hablamos de su trabajo por los cambios que tuvo que hacer al no poder asistir a varias reuniones. También que iba a tener que buscar un ayudante para poder atender todos los pedidos, que últimamente se habían incrementado mucho, sobre todo en nuestra costa.

-Es que ya no puedo con el papeleo pues cada día tengo más trabajo y necesito preparar pedidos, presupuestos, facturas, envíos, en fin que me haría falta una persona por lo menos a media jornada.

-¿Tienes algún inconveniente en que sea mi cuñada Isabel?

-Sería perfecta para todos nosotros, sobre todo teniendo en cuenta que ocuparía el despacho cada mañana, el problema es el alojamiento ¿No? -le respondió él.

-No, que va, yo la puedo alojar en uno de nuestros hoteles por el diez por ciento. Por eso no habría ningún problema.

Ambos se volvieron hacia mí para conocer mi opinión. Estaba claro que estas decisiones teníamos que consensuarlas entre los tres.

-Por mí encantado de tenerla entre nosotros. Creo que a ella le va a venir muy bien y más en esas condiciones.

-Esperar un momento -nos pidió Javier-, ahora mismo vuelvo.

Se marchó a su despacho y volvió al cabo de cinco minutos con un folio en la mano.

-Tomad, esta son los detalles para desarrollar su trabajo aquí -nos dijo mientras nos entregaba el documento.

Lo leímos entre los dos al mismo tiempo. En él se reflejaba el horario, sus funciones y que se formalizaría con un contrato laboral. Por último sus emolumentos mensuales.

-Joder tío, qué generoso, ¿No? -le dije porque el sueldo así lo era.

-No creas que va a ser un regalo, que le espera una buena carga de trabajo. Además se tendrá que pagar el alojamiento.

-Pues la llamo ahora mismo para ver si mañana se puede venir para acá, -me dijo mi prometida que no quería perderse el darle la sorpresa a mi hermana.

Salió a la terraza con el folio en una mano y el móvil en la otra y no regresó hasta casi media hora después. Venía muy emocionada y los ojos muy brillantes por las lágrimas que estaban a punto de brotar. Vaya dos se habían juntado.

Se sentó apoyando su cara en mi pecho rodeando con sus brazos mi cintura.

-Tranquila cielo, relájate mi amor y cuéntanos lo que te ha dicho mi hermana. -le dije abrazándola yo también.

Javier me alargó un pañuelo de papel para que se lo ofreciera a mi prometida. Cuando se secó sus lágrimas se relajó bastante y con una gran sonrisa me miró a mí y luego se giró para hacerlo con Javier.

-Está encantada y mañana la recogeremos al mediodía en la estación de autobuses. También prefiere alojarse en un hotel teniendo en cuenta las condiciones en las que puede hacerlo.

-Lo suyo sería que se alojara en uno que esté cerca de nosotros, -le dijo Javier.

-Hay dos hoteles que a pie están a menos de diez minutos de aquí. Mañana la llevaré por la tarde para que elija entre ellos -le respondió mi chica.

Al día siguiente me llegué yo a recogerla mientras Ana terminaba de arreglarse para irse los dos al restaurante de siempre. Nuestro encuentro fue de total alegría como demostró el fuerte abrazo que nos dimos. Venía súper contenta con muchas ganas de hacerse con su trabajo.

En veinte minutos nos reunimos con ellos que ya nos esperaban en la mesa que casi siempre usábamos por estar en un reservado. El encuentro de las dos cuñadas fue muy emotivo, parecía que no se veían desde la prehistoria. Por supuesto que terminaron riendo y llorando, faltaría más. Javier y yo nos mirábamos conteniendo las risas.

Luego le dio dos besos en las mejillas a él echándose los dos unas miradas muy interesantes, al menos es lo que me pareció.

Cuando terminamos en el restaurante, ellas se marcharon a ver los posibles alojamientos y nosotros volvimos al ático. Javier se recluyó en su despacho para preparar la formación de Isabel.

Yo llamé a Carlos para quedar en vernos en una noche de parejas, aunque Javier y mi hermana irían como amigos lógicamente.

Casi dos horas tardaron en volver las chicas. Yo dejé de pedalear en la terraza y Javier dejó su despacho juntándonos los cuatro en el salón. Él se sentó en el butacón, dejándonos a nosotros tres en el sofá. Ellas venían muy alegres, la verdad es que se llevaban estupendamente las dos desde que se conocieron.

-Ya tiene Isa alojamiento para todo el tiempo que necesite estar aquí -comentó mi prometida.

-Gracias a Ana tengo una habitación maravillosa, con vistas al paseo marítimo y a la playa, además tengo asignado el todo incluido, así que mejor no puedo estar, vamos ni soñando esperaba algo así. Además de una piscina estupenda y la playa al lado, claro, encima lo cerca que estoy de aquí.

-Hemos llamado a tus padres que están los pobres un poco tristes porque se han quedado muy solos, pero bueno, contentos por Isabel. Ahora se verán más con sus amigos y el resto de la familia. -Me dijo Ana.

Enseguida ellos se fueron al despacho de Javier y nosotros nos fuimos a dar una vuelta a nuestro paseo marítimo, que ya nos venía bien tomar el aire de la calle después de tantos avatares de los últimos tiempos.

Cuando volvimos a casa ellos continuaban en el despacho y tuvimos que apremiarlos para que nos diera tiempo a arreglarnos.

Isabel se marchó a su hotel quedando todos citados en un restaurante de playa muy cerca de nosotros cuatro, Carlos y su novia tuvieron que hacerlo en su coche.

Ellos quedaron prendados de mi hermana, también nos dieron la vara con el tema de la boda, pero todo de muy buen rollo. Carmen es una chica muy simpática y como ya mencioné anteriormente muy guapa. La verdad es que íbamos muy bien acompañados los tres con tanta preciosidad a nuestro alrededor.

Luego de tomar unas copas en un pub, acabamos en la discoteca de siempre, pudiendo comprobar durante toda la noche lo simpática que estaba mi hermana con Javier con el que no dejó de bailar, aunque él también estuvo muy pendiente de ella.

El domingo a media mañana llegó a casa mi hermana para seguir un par de horas más formándose en su nuevo trabajo con Javier. A mi prometida le tuvo que contar cómo fue su primera noche en el hotel, lo que más le gustó del desayuno bufé, si le daba el sol en la habitación, en fin, las cosas de Ana.

Con la ayuda de mi chica preparamos una buena paella que los cuatro comimos en la terraza pues hacía un día espléndido. Luego entre el café, copas y charlas se nos fue la tarde.

Mi hermana quería que nos acercáramos a ver su hotel y la habitación y allí nos fuimos con ella. La verdad es que era una habitación muy bien orientada, con vistas a la piscina, jardines y la playa. El hotel era un cuatro estrellas de muy reciente construcción, que contaba también con un gran salón donde se celebrarían los espectáculos nocturnos típicos de este tipo de hoteles, sobre todo en los meses de verano. Naturalmente formaba parte de la cadena de alojamientos de la empresa de Ana.

El precio que pagaría Isabel por aquel alojamiento, gracias a mi novia, era un verdadero chollo.

La dejamos allí preparándose para ir a cenar y volvimos a la casa los tres donde preparamos algo de cena. Más tarde estábamos nuevamente en el salón con nuestra ropa más decente, aunque mi novia volvía a estar sin sujetador.

Pienso de veras que ella ignora lo que puede provocar en los hombres esas tetazas balanceándose al son de sus más mínimos movimientos, más aún si venía andando de frente hacia nosotros, en esos momentos el balanceo de sus caderas eran la pareja de baile de sus senos. El pobre Javier lo pasaba muy mal cada vez que ella venía de la cocina o de nuestro dormitorio. Tendría que hablar con ella, al menos insinuarle que se pusiera el sujetador. Menos mal que llevaba el short en lugar de la faldita corta.

A partir del lunes Isa llegaba a las nueve a nuestra casa y se quedaba hasta las trece horas en que volvía al hotel, por lo que ni Ana ni yo la veíamos apenas. Javier Estuvo ese primer lunes con ella.

El martes por la noche nos avisó que estaba con una chica y que llegaría tarde, pero no lo hizo lo suficiente como para que nos hubiésemos retirado mi prometida y yo. Sin embargo a él no le molestó mucho encontrarnos en el salón, así que nos la presentó para irse los dos a su dormitorio. No os quiero contar la noche que nos dieron, menudo escándalo.

Era la primera vez que lo hacía después de lo de Lola, pero con ella solo echaron un polvo y con ésta chica no paró hasta bien entrada la madrugada, Luego creo que los volví a oír, pero estaba adormilado, igual lo soñé.

Cuando nos levantamos para ir al trabajo ellos también lo hacían con algo de retraso. En el aseo pude observar que no hacía mucho que se habían duchado. Estábamos saliendo del apartamento cuando ellos se dirigían a la cocina. Por lo menos la chica se marcharía antes de que Isa llegara, hubiese sido un marrón que se la encontrara allí con Javier.

El jueves por la tarde estábamos los tres en el salón charlando de nuestras cosas. Nosotros con nuestras bermudas que ahora se estaban haciendo clásicas, mientras mi novia se volvió a poner la faldita blanca muy corta, pero bueno si ella disfrutaba haciéndonos sufrir pues qué le íbamos a hacer.

-Chicos estoy súper contento con Isa -nos decía Javier-, de veras que es muy inteligente. Ya se ha quedado con todo lo que hay que hacer y lo hace estupendamente.

-Hombre Javier, que es mi hermana tío y ha salido a mí -le dije con una carcajada a las que ellos se unieron.

-Pues sí, Isa es muy inteligente. Su carrera de empresariales la acabó con las mejores notas, por lo que no me extraña nada que se lo haya currado todo en unos días -dijo mi novia.

-Estoy pensando llevarla conmigo a las reuniones con algunos de mis clientes, que se vaya quedando con lo que hago por si también me puede sustituir en algunas de ellas. Sería la leche que también me ayudara en eso.

-¿Cómo os estáis comunicando ahora entre vosotros? -le preguntó Ana, pues la verdad es que por la tarde no se veían.

-Los días que puedo, retraso mis primeras citas con clientes para ver con ella las tareas que necesito que vaya haciendo. Los que termina me los deja en la mesa del despacho para cuando vuelvo a casa y los que están inacabados los pone en una carpeta del ordenador por si les tengo que echar un vistazo.

-Javier, hace dos días pasaste la noche aquí con una chica -empecé a decirle-, para nosotros sabes que ningún problema, pero para... -no me dejó terminar.

-No preocuparos que cuando ella venga por la mañana no va a encontrar aquí ninguna chica conmigo. Quería comentároslo porque sabía que iba a ser una preocupación para vosotros.

-Era muy guapa aunque algo mayor que tú ¿verdad? -le cotilleó mi prometida.

Él soltó una risotada.

-¡Mujer! No le pregunté la edad, los dos sabíamos a lo que veníamos.

-Llevas razón, pero de todos modos lo aparentaba.

-Pues esta noche he quedado con otra chica que es una monada, creo que ella tiene donde vernos por lo que igual no vengo a dormir aquí. Si acaso te envío un mensaje -me dijo a mí.

-Ok, si no vienes ya sabemos por lo que es, no te preocupes por el mensaje.

-Mañana tengo una reunión al mediodía a la que quiero que asista Isa, -ahora se dirigía a los dos-, después la llevaré a comer a nuestro restaurante de siempre. ¿Os parece bien?

-Ningún problema Javier, creo que eso la va a alegrar -le respondí.

Ana tenía ganas de decir algo, pero se estaba conteniendo, lo sabía porque por algo llevo seis años conviviendo con ella.

-¿Qué dices tú cariño? -le inquirí.

-No, bueno no es nada, es que verás... no, cosas mías, ya veré más adelante...

Creí intuir por donde iban los tiros, pero Javier no intuía nada de nada.

-Ana cielo, dime lo que sea, que me dejas intranquilo si no lo sueltas -le dijo él.

-Mira Javier, creo que tú le caes muy bien a Isa, vamos... ya me entiendes ¿No?

-¿Que le gusto? -le respondió de sopetón, demostrando que si no lo había intuido, tampoco era tonto como para no enterarse a la más mínima insinuación.

-Sí, creo que sí, por lo que te pediría que tuvieras mucho cuidado en tu comportamiento con ella, procura no defraudarla porque ninguno de nosotros querría que lo pasara mal.

Él se lo quedó pensando unos segundos.

-No preocuparos por eso, te agradezco que me lo hayas dicho, seré lo más discreto posible en cuanto a las chicas con las que salga.

El fin de semana nos fuimos los cuatro a ver a los padres de Ana y su hermana Lidia que me sorprendió porque cada día se parecía más a mi prometida, su “ medio novio ” me pareció que ya no representaba lo que era esa relación. Yo le quitaría ya lo del “ medio ”.

Lo pasamos muy bien, parecido a como nos recibieron en casa de mis padres, pero en esta ocasión pude observar como mi hermana y Javier se implicaban algo más entre ellos, se les veía muy alegres. Hasta entonces no pude apreciar cómo evolucionaba esa relación entre los dos, aquello me llegó a preocupar un poco pues si allí delante nuestra la cosa iba de esa manera, no quería pensar cómo sería el día a día de los dos.

Pasaron unos días más, cada vez más rápidos. Nos faltaba tiempo para todos los preparativos de la boda, pero todo iba bien y los tiempos se estaban cumpliendo, ninguno de los dos nos habíamos imaginado la cantidad de tiempo que conllevaba la preparación de unas nupcias.

Ana no paraba de viajar a diferentes países europeos, los dos primeros con el gerente y el tercero ya la acompañó nuestro amigo Rafa al que hicieron responsable entre otros menesteres del área de Marketing. Los siguientes viajes ya los hizo con Cris, pero salvo raras excepciones todos eran de ida y vuelta en el mismo día.

Otra vez me tocó hacer un cursillo, ésta vez en Barcelona por otros tres días, pero no hubo ningún problema ya que Isa se quedó a dormir las tres noches con Ana.

A la vuelta mi prometida me confirmó que Javier e Isa estaban comenzando a implicarse en una relación más formal. Unos días más tarde fue él quien nos lo confirmó a los dos, mientras terminábamos el día con una última copa antes de irnos a dormir.

-Chicos os quiero decir algo que no sé si os va a gustar o no, pero creo que tengo que poneros al día de lo que pasa.

Mi chica y yo nos miramos como si ya supiéramos lo iba a poner en nuestro conocimiento. Por supuesto que acertamos en esa mirada telepática.

-Pues tú dirás y suéltalo ya que nos tienes en ascuas -le dije.

-Isa y yo estamos formalizando una relación, solo es el comienzo pero os puedo decir que me siento muy bien en su compañía y creo que a ella le pasa lo mismo cuando está conmigo.

Ana hizo un gesto para intervenir pero él la detuvo levantando la palma de su mano haciéndole ver que no había terminado.

-Tranquilos que no hemos pasado de unos tonteos y algún beso suelto, no nos hemos acostado ni nada por el estilo y no quiero hacerlo hasta que no me dierais el consentimiento para seguir con esta relación, lo necesito para poder quitarme de encima la sensación de culpa que me retrae para formalizar un compromiso con ella.

-¿Crees que la vas a querer y respetar en el futuro? -le preguntó Ana.

No dudó ni un segundo en responder.

-Ya lo hago Ana, nos queda un buen camino por recorrer, pero creo que todo nos va a ir bien. Sé que estamos empezando, ya os lo he dicho, me siento muy cómodo a su lado pero necesitamos dar algunos pasos más y necesito hacerlo con vuestro consentimiento.

Unos pasos más era irse a la cama con ella, pero bueno, Ana y yo tardamos menos en hacerlo la primera vez y la verdad es que nos fue maravillosamente bien desde entonces. Por otra parte mi hermana era ya mayorcita para saber lo que quería.

-No dudo para nada de todo lo que nos has dicho Javier, claro que te damos nuestro consentimiento para que podáis comprometeros, creo por lo poco que he visto que si no lo hiciéramos mi hermana mandaría decapitarnos, así que por nuestro propio bien ya lo tienes.

Mi novia negaba con la cabeza muy sonriente por la barbaridad que acababa de decir y Javier se carcajeaba más feliz que una perdiz, aprovechando para volver a respirar.

-¿Qué sabe ella de todo ésto? -le preguntó mi prometida.

-Nada, pero todavía no es muy tarde para ir a verla y ponerla al día, ¿No? -nos dijo mientras nos imploraba con la mirada.

-Anda, llámala y vete a verla, no la hagas esperar más -le respondí y ya se iba para su dormitorio casi en un salto.

Ana se recostó contra mí buscando mi contacto y yo se lo agradecí interiormente porque necesitaba el suyo. Sentía un mar de sensaciones mientras rodeaba con los brazos a mi prometida. Oíamos hablar a Javier con mi hermana, pero sin distinguir lo que se decían, después calló y unos minutos más tarde nos decía adiós con una pequeña maleta en su mano.

¡Joder! Qué sensación más rara, al parecer Javier tenía novia y era mi hermana.

-Ana cielo ¿Estás bien?

Tardó unos segundos en contestarme, los mismos que empleó en arrebujarse contra mi pecho.

-No lo sé mi vida, no lo sé... -me susurraba mientras dos lagrimones rodaban por sus mejillas-, le vamos a echar mucho de menos ¿Verdad?

-Claro cielo, ¿Cómo vamos a olvidar todas las peripecias que hemos vivido con él? -le susurré yo también.

-Pero bueno, todo sea para bien, ahora se ha convertido en nuestro hermano.

-Sí, -le respondí- en un hermano pollonudo...

Ella se giró de inmediato mostrándome una gran sonrisa en la cara.

-¡Mira qué eres bestia! -me decía al tiempo que me daba una palmetada en el hombro.

Yo solté una fuerte carcajada.

FIN.