Javier nos ayuda (Capítulo 35)
Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Diego duda si seguir o no con la relación abierta, pero permite alguna excepción.
Capítulo 35
Mi novia se fue con su coche nuevo a casa de sus padres. Javier y yo a la de los míos, en el cochazo de él, claro.
Durante el trayecto ella nos llamó por el manos libre de su coche, manteniendo la llamada durante todo el camino hasta que llegó a su casa.
Javier le recriminó que ella no colgara, cuando a él no le dejaba llamar más de un minuto.
-Es que no me distrae. Es como si estuvieseis acompañándome en los otros asientos del coche.
-¿Ves ladrona? -le dijo Javier-, y a mí no me dejabas disfrutar de vuestra charla.
Ella soltó unas carcajadas.
-¿Cómo te va con el coche nuevo? -le pregunté.
-Este coche es una pasada, lo hace todo él solito, ya lo verás cuando lo conduzcas tú.
-Os voy a dejar, porque ya pronto tengo que tomar la salida de la autovía. Luego os llamo cuando llegue a casa.
-Vale cariño, a nosotros nos falta poco también. Ya te echamos de menos.
-No sé cómo vamos a estar dos días sin ti -le dijo él.
-Pero si dos días pasan enseguida.
-Bueno, nos haremos unas pajillas -le dije yo.
-Ni se os ocurra cabrones. Me lo tenéis que prometer.
-Entonces nos iremos con Isa a la disco.
-Tú lo que quieres es que yo te la corte cabrón.
Javier y yo nos partíamos de risa.
-¿Isa tiene novio? -preguntó él.
-Ni Isa, ni disco, ni pajillas cabrones. Que no me entere yo.
-Pero Javier es libre, ¿No?
-Cuando yo le de permiso, mientras tanto que no folle con nadie. Y corto que ya me salgo.
Y cortó sin despedirse. Se había cabreado de veras.
-Joder con Ana, qué genio tiene, ahora no me deja ligar con nadie.
-Es que te considera como su consolador personal y no quiere prestárselo a nadie, -le respondí haciendo que los dos soltáramos unas carcajadas.
-Lleva razón tu novia cuando te califica de animal por decir esas barbaridades.
Luego nos salimos de la autovía y le fui indicando el recorrido hasta la casa de mis padres.
Ellos nos recibieron con la alegría que siempre me brindaban cuando llegaba a casa.
-Éste es el famoso Javier, tenía muchas ganas de que lo conocierais.
Mi padre le dio un fuerte apretón de manos, mi hermana dos besos en las mejillas y mi madre lo sorprendió con un fuerte abrazo, además de dos sonoros besos en las mejillas también.
-Mamá que lo vas a romper, que Javier es muy delicado.
Todos nos echamos a reír.
-Es que yo sé lo que él os ha ayudado, -dijo secándose unas lagrimas. Mi madre, estaba claro, era de lágrima fácil.
Mi hermana se contagió y se secó otras. De tal palo tal astilla, aquí se cumplía el refrán. Yo quise contradecirlo y como pude aguanté las mías.
-Venga, que te voy a enseñar la casa donde vas a pasar dos días.
Todos entramos en la casa. Encima de la mesa del salón, mi madre nos había preparado unos tentempiés para un regimiento.
-Pero mamá, ¿Qué vamos a hacer con tanta comida?
-Bueno, no quiero que os falte de nada. Comer lo que queráis.
-Ya ha llamado Ana, dijo Isa. Ha llegado bien.
-Gracias guapísima. Ahora la llamo.
Cogí el móvil y la llamé.
-¿Habéis llegado ya?
-Sí, cielo, ahora mismo. Ya me ha dicho Isa que habías llegado bien.
-Sí, es que no os quería llamar mientras conducíais.
-Serás... pero si no has colgado en todo el viaje.
Ella soltó unas risas.
-No veas que pasada de coche. Estoy loca con él, además la gasolina la pago con una tarjeta que me han dado para eso.
-Ah, eso no me lo habías dicho.
-Sí, y también la usaré en las comidas de empresa, y en todos los gastos en mis desplazamientos.
-Joder, qué cab... eso tampoco me lo dijiste.
Ella soltó una carcajada.
-¿No me puedes decir cabrona?
Los dos nos reímos.
-Después te lo digo. Bueno te dejo... espera que mi hermana te quiere hablar.
Le enseñé la casa y su habitación, que estaba súper preparada por mi madre.
Más tarde cenamos y nos fuimos con mi hermana al centro a tomar unas copas con sus amigas.
Echamos una buena velada. Las chicas se centraban en Javier. Sabían que él estaba soltero y sin compromiso, y eso era un acicate para aquellas chicas, preciosas por cierto.
Mi hermana que tampoco tenía novio, también estaba muy solícita con él. Ella era la que estaba sentada a su lado. No es porque era mi hermana, pero ella es una belleza de la naturaleza. A él le cayó bien desde el primer momento.
El sábado nos fuimos a ver los pueblos de los alrededores. Isa se apuntó a la más mínima invitación que le hice. Me hacía gracia lo simpática que estaba con nosotros. Quería dejarle una buena impresión a Javier, de eso no cabía duda. A veces, casi no la reconocía con tantas risas por menos de nada.
Comimos en un buen restaurante de la zona. Él no me dejó pagar.
Aquella tarde estábamos los dos en mi habitación y llamé a Ana.
-Hola cariñito mío -me contestó.
-Qué pasa, estás contenta, ¿No?
-Hombre, aquí con mi hermana y mis padres, disfrutando de ellos.
-Nosotros estamos en mi habitación, nos puedes hablar lo que quieras.
-Ya, Lidia me dice que tiene ganas de conocer a Javier, que otro día nos tenemos que venir todos para acá.
No estaba sola, si no, ya nos habría dedicado unas cuantas barrabasadas de las suyas.
-Claro, en uno de los fines de semana.
-¿Estás siendo buena?
Ella rió.
-Demasiado. Seguro que mejor que vosotros dos.
-Nosotros somos dos angelitos, ya lo sabes, además aquí el guapo es Javier. Las chicas saben que yo estoy pillado por una bruja.
Volvió a reír.
-¿Qué chicas?
-Las amigas de Isa. Anoche tomamos unas copas con ellas, y esta noche vamos otra vez.
-Bueno, sé que os vais a portar bien, ¿Verdad?
-Claro, como siempre.
-Espera un poco.
Se ve que se estaba desplazando para estar sola.
-Ahora puedo hablar cabrones.
Javier y yo soltamos una carcajada.
-Tienes el manos libre, ¿No?
-Sí, claro el cabrón éste no se quiere perder nada de ti.
-Que no me entere yo que te ligas a una, ¡Eh!
-Que no, mujer, si estamos con Isa, como voy a ligarme a una de las amigas.
-No hace falta que te esfuerces, ellas te ligarán sin que tú hagas nada. Estás muy bueno cabronazo.
-Pero Ana, ¿Entonces yo ya no estoy bueno?
Ella calló un momento y luego soltó unas risas.
-Tú eres el mejor del mundo y sé que eres incapaz de ponerme los cuernos. Pero este tío cada vez que va de viaje, se folla a una.
Los dos soltamos unas carcajadas.
-No te preocupes que yo lo controlo.
-Oye, que estoy aquí y no paráis de hablar de mí. Yo soy muy buen chico, ya lo sabes.
-A ver si lo sigues siendo, -le respondió-, ¿Cuando volvéis a casa?
-Mañana nos iremos después de comer con mis padres. Llegaremos sobre las seis de la tarde.
-Yo haré lo mismo. Llamadme desde el coche para que charlemos durante el viaje.
-Está bien, serás puta, no nos dejas ni de respirar.
Soltó unas risas.
-Chao gamberros hasta mañana.
-Adiós zorrita -le dije yo.
-Adiós preciosa -le dijo Javier.
-Hombre eso no pega -le regañé.
-Vale, chao puta zorra.
Ella reía cuando se cortó la comunicación.
Por la noche, cenamos en familia y volvimos a salir con las amigas de Isa. Lo pasamos muy bien. Eran unas buenas chicas.
El domingo nos quedamos en la casa. Isa quería pasar unos días con nosotros. Javier le dijo que podíamos acondicionar una cama en su despacho, que por él no habría problema.
La comida fue tan exagerada como siempre hacía mi madre. No quería que nos faltara ni un detalle.
Cuando nos despedimos, volvió a llorar. Para mí era la mejor madre del mundo. Sabía que era muy duro para ella no tenerme a su lado, o acaso, más cerca de donde vivía. Mi padre aguantaba estoicamente fingiendo una serenidad que tampoco sentía. Mi hermana nos miraba con la esperanza de vernos pronto. Siempre que nos despedíamos, me dejaba parte de mi alma en aquella casa.
El viaje de regreso fue, al igual que el de la ida, una conversación continua con Ana.
Poco antes de las seis de la tarde estábamos de nuevo en casa. Ana llegó en menos de diez minutos.
Javier se arregló y se fue a ver a su amigo Rafa con el que pensaba cenar incluso. Seguro que alguna chica andaba por medio porque llegó cerca de la medianoche.
-Te quiero cielo. Cada día te amo más.
-Y yo a ti. Soy muy feliz por tenerte a mi lado. Te quiero con locura, ya lo sabes.
Por fin nos quedamos solos en nuestra cama. Me puse encima de ella y nos estuvimos morreando un buen rato.
-¿Cielo estás muy cansada? -le pregunté.
-Para ti nunca mi amor. No sabes lo que te he echado de menos. Necesito que me hagas el amor cabronazo.
-¿Los dos solos?
-Pues claro, me encanta hacerlo contigo. Sabes que eres el único con quien quisiera hacerlo siempre.
-Pero mi amor, con los otros también has disfrutado muchísimo, además que la polla de Javier es la más potente de las tres y la de Rafa la que más orgasmos te provoca.
-Eso es solo sexo que algún día se acabará, pero contigo quiero hacerlo toda mi vida, aparte que tú no te quedas corto tampoco.
-¿En qué lugar quedo yo referente al sexo?
-Ellos me follan, pero tú me haces el amor. Tu sexo es distinto. Es puro amor, aunque a veces ya te digo, no tienes que envidiar a ninguno de los dos.
-Pues prepárate que ahora vamos a hacer el amor, -le dije con una sonrisa.
Levanté algo las caderas y ella misma me agarró la polla y se la metió hasta el fondo.
-Uhmmm... qué gusto cielo, esto es la gloria -me dijo, retorciéndose debajo mía.
-No sabes lo afortunado que soy por ser tu novio, a veces lo pienso y casi no me lo puedo creer.
-¿Cómo dices eso? Tú no te das cuenta de lo atractivo que eres como hombre. Mira, mi amiga Cris siempre me está diciendo que a ver si encuentra un tío como tú, a veces me da un poco de celos la muy puta.
-¿Cris? -solté una risotada-, pues igual le pasa a Carlos contigo. El cabrón siempre está diciéndome lo buena que estás.
-Pues vaya con Carlos, pero si tiene una novia preciosa.
-Pero ya sabes como es de cachondo, aparte que lleva razón, estás muy buena cabrona.
Mientras hablábamos la iba penetrando muy suavemente. Esos momentos no los cambiaba por ninguna de las folladas de nuestros amigos a pesar del morbo que aquellos me daban.
Aumenté un poco el ritmo de las penetraciones y ella se estremeció bajo mi cuerpo.
-Agggg... qué gusto amor mío. Uhmmm... sigue así.
Ya no hablamos más y comenzamos a besarnos con mucha pasión. Eran besos limpios, sin buscar otra cosa que entregarnos el uno al otro, demostrándonos que nuestro amor estaba por encima de todo lo demás.
Nos estábamos acercando al clímax y así se lo hice saber.
-Amor mío, ya no aguanto más, necesito correrme contigo.
Ella estaba igual que yo.
-Agggg... dame más fuerte cariño, ahhhh... yaaaa... me corroooo...
El cuerpo de ella se tensó de inmediato como un preludio de sus estremecimientos y de las contracciones en su vagina, que provocaron mi inmediata eyaculación. Qué momento de amor, lujuria, entrega, en fin, era para saborearlo y pedirle a los dioses que no se acabara nunca.
Nos abrazamos con las pocas fuerzas que nos quedaban, esperando que no nos recuperáramos nunca del éxtasis que disfrutaban nuestros cuerpos.
Pero la ley de vida se portó como una traidora, y poco a poco recuperamos nuestras fuerzas alejándonos del placer que acababa de extasiarnos hacía unos minutos.
Inicié el movimiento para echarme a su lado, pero no me dejó, todo lo contrario, se apretó más a mi cuello sin dejar que me apoyara en los codos para no aplastarla. Estaba muy emocionada, notando como mis mejillas se mojaban con sus lágrimas.
-Te quiero cariño, sabes que soy un poquitín raro con mis tonterías, pero estos momentos no los cambio ni por diez mil pollas de Javier y de Rafa juntas.
Ella se echó a reír como si hipara, porque no podía dejar de lagrimear.
-Qué bruto eres. No tienes arreglo, vaya manera de decirme que me quieres.
Luego nos quedamos callados unos segundos. Entonces dejó de sollozar y al momento me soltó una cachetada en el culo que me hizo pegar un salto. Me eché a su lado y soltamos unas carcajadas.
-Pero sí, ha sido una declaración de amor de lo más bonita -le dije y volvimos a reír.
-Claro, es para enmarcarla.
Seguíamos riendo con fuertes carcajadas.
En esos momentos oímos cómo Javier acababa de llegar.
-Qué tarde ha llegado -me dijo ella.
-Habrá estado con Rafa echándoles un polvo a algunas chicas.
-Desde luego que no tienes arreglo. Igual el pobre no se ha comido una rosca.
-Pues ve y se lo preguntas. Si le echas de menos, dile que duerma con nosotros.
-Es que igual está en su despacho trabajando.
-Pues ve a la cocina por un vaso de agua y así te justificas.
-Parece que eres tú el que quiere que se venga.
-Por supuesto que sí, pero tú también, ¿Verdad?
Ella me dio un beso y se fue a la cocina. Al momento oí como hablaban, aunque no les entendía porque lo hacían muy bajito. Sentí curiosidad y me acerqué a la puerta.
-Pero mira lo que pasó la última noche que no te dejé dormir -le decía él.
-Ya lo sé, pero eso no puede ocurrir más. Nosotros dormimos juntos todos los días y no hacemos eso casi nunca, sobre todo si al día siguiente tenemos que trabajar. Tú tienes que aprender a ser más responsable.
-¿De verdad Diego también quiere que duerma con vosotros?
-Sí, ya te lo he dicho, incluso ha sido él quien me ha pedido que te lo diga.
-Los dos sabéis que siempre te toco e incluso hasta te despierto a media noche. No lo puedo evitar cielo, pierdo la sensatez cuando te tengo a mi lado en la cama.
-Si es solo tocarme, lo puedes hacer aunque procurando no despertarme.
-Pero Ana, si solo estamos hablando de eso y mira como se me ha puesto éste subnormal.
Ella soltó unas risitas.
-Nadie te pide que no te empalmes si duermes con nosotros. Aparte que tienes una polla preciosa y a los dos nos encanta vértela.
-Vale, pues vamos a tu dormitorio.
Yo me fui a la cama lo más deprisa que pude, cogiendo el móvil para ver nada en la pantalla, aparte que lo tenía al revés. Al momento entraron los dos cogidos de la mano.
-No quería venir -me dijo mi novia con una sonrisa-, le he tenido que convencer que era cosa de los dos.
-¿Javier cuál es el problema? Si ya has dormido muchas noches con nosotros, lo que tienes que procurar es portarte bien y ya está.
-Ya se lo he dicho a tu novia, que no puedo evitar tocarla y excitarme si la tengo casi desnuda o desnuda del todo a mi lado.
-Pues nada, te acuestas de espaldas a mí y te hago la cuchara.
Ana y yo soltamos una carcajada.
-Serás... igual también me empalmo -re respondió.
Ahora reíamos los tres.
-Bueno, vamos a dormir que son casi las doce de la noche -nos dijo Ana.
-Cuéntanos qué vas a hacer esta semana, -le pregunté mientras dejaba el móvil en la mesita de noche.
-Mañana viajo a mi casa. Volveré el miércoles por la noche o el jueves por la mañana. El resto de los días también tengo bastante trabajo. Esta semana nos veremos algo menos.
-¿Verás a tu clienta? -le preguntó mi novia.
Los dos soltamos una carcajada.
-Sí, tengo que verla. Cenaremos mañana por la noche.
-Te la follarás, ¿No?
-Si me das permiso...
-Claro tonto, eso era una broma. Tú eres libre para estar con otras chicas. A saber lo que has hecho esta noche.
Él soltó una carcajada.
-Nada, no he hecho nada, he estado tomando unas cervezas con Rafa y otros amigos... bueno sí y otras amigas, -nos dijo volviendo a reír- pero sin ningún tipo de roce.
Él se volvió de espaldas para soltar las zapatillas y ella aprovechó para subirse por detrás, agarrándose a su cuello y cruzando sus piernas por la cintura. Él instintivamente echó sus manos atrás y la agarraba por los muslos.
-Arre... Arre... caballitoooo...
-Mira que eres bruja, vaya jinete que me he echado. El caballito se está empalmando, que lo sepas cabrona.
-Joder, pues sí que te empalmas tú pronto.
-A ver... con esas tetas en mi espalda qué quieres que haga.
-Anda deja que me baje. ¿Quieres que te demos un masaje? -le dijo ella con una carcajada.
-Por mí, me podéis masajear toda la noche y si me la chupáis de camino, mejor -se iba envalentonando él con las propuestas.
-Nooo... que mañana viajas y tienes que estar muy despierto -le respondió mi chica.
-Por una mamada no me voy a quedar dormido conduciendo.
Él la soltó dejándola de pie, luego se giró y se dieron los dos un pico. Su paquete quedó entre las piernas de ella.
-Ana que se nos está haciendo tarde, -le dije para que se fueran serenando.
Ellos me miraron como si alguien los hubiera pillado en una travesura.
-Huy, perdonadme, venga, me acuesto ya.
Los tres seguíamos con nuestras risas.
En la cama ella se acostó en medio de los dos, como hacía siempre y se abrazó a mí por detrás.
-Joder, menudo empalme tienes -se quejó al momento.
-Es que la amazona me ha puesto hecho un berraco.
Yo me giré para ver lo que pasaba detrás de mí. Javier la tenía cogida por las tetas y le rozaba la polla entre los glúteos. Más de media polla se salía por encima del bóxer.
-Menudo pollón te gastas cabronazo -le dije al ver aquél trozo de carne más tieso que un garrote.
Él se echó a reír.
-Pues si vieras la de mi amigo Kimbo te quedas flipado, no he visto una tranca más grande en mi vida, ni en los vídeos pornos.
-Lo mencionaste el otro día. ¿De verdad es para tanto? -le pregunté.
-Sí Diego, hay que verlo para creerlo. Además es un tío excelente, educado y muy buen amigo. Será de nuestra edad más o menos.
-¿Y como es que le has visto el pollón? -le preguntó ella.
Javier se echó a reír.
-Eres una cotilla que lo quieres saber todo. Hemos compartido chicas alguna que otra vez, ya os lo comenté -le aclaró-, otro día os doy más detalles si queréis.
-O lo invitamos a cenar para que nos haga una fiestecilla después -le dijo mi novia.
Él soltó una carcajada.
-Tendríamos que tener cuidado con él, no vaya a ser que se desmadre con Diego o conmigo porque es un bisexual declarado -nos dijo, provocándonos más risas.
Se estaba haciendo demasiado tarde para dormir, así que tomé cartas en el asunto.
-Bueno, vamos a dormir que es muy tarde. Nos giramos porque si no, no vamos a pegar ojo -les dije al tiempo que ya me giraba, forzándolos a hacer lo mismo.
Poco después el cansancio pudo conmigo y me dormí. Esa noche él se portó bien según me dijo Ana al otro día.