Javier nos ayuda (Capítulo 30)

Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Entran en una semana relax después de casi dos semanas de relaciones y buenas expectativas de trabajo para Ana.

Capítulo 30

El martes por la mañana Ana tenía la cita para la revisión. Después me envió un mensaje al móvil:

“De momento todo bien, pendiente de resultados de las pruebas. Después hablamos ” seguidos de varios emoticonos con besos.

Yo le devolví el OK con otros emoticonos iguales.

Después de comer, llamé a mi chica como todos los días.

-Hola cariño, ¿Has comido ya?

-Sí, ahora mismo. Cuéntame cómo ha ido tu cita con la doctora.

-Pues mira, no me andé por las ramas y le dije que perdí el conocimiento después de un gran orgasmo, -me respondió soltando unas risitas-, que nunca me había pasado y que estábamos preocupados. Luego me tomó la tensión, me auscultó el pecho y la espalda. Inspeccionó las dos orejas y los ojos. También me hizo un montón de preguntas, para terminar diciéndome que en principio no tenía nada pero que me iba a pedir análisis y un electrocardiograma, más que nada, para confirmar lo que ya presagiaba, o sea, que estoy más sana que una manzana. En dos días me hacen el electro y los análisis de sangre y orina.

-Joder Ana, no sabes como se me acaba de alegrar el cuerpo, me siento casi eufórico por dentro. La suerte tuya es que no te tengo a mi lado porque te daría un abrazo con consecuencias traumatológicas para ti.

Ella soltó una gran carcajada.

-Huy que miedo me das. Tómate una tila antes de subir esta tarde.

-Porque no es tu día de follar con Javier, que si lo fuera te haríamos 5 penetraciones dobles so cabrona.

Ella seguía con las carcajadas, pero la verdad es que los dos soltamos una gran parte de la adrenalina que nos atenazaba esos últimos días.

-¿Sabes algo de Javier?

-No, a ver si me dice algo esta tarde. Estoy llegando a casa, pero no creo que esté aquí.

-Bueno, no estés nerviosa, ya te contará como ha ido la entrevista con el gerente.

-Sí, pero cuando salgas no te entretengas, que necesito que estés a mi lado cuando Javier me diga lo que sea.

-Lo sé, pero tranquilízate mi vida. Venga te veo luego, besos mi amor.

-Un beso cielo.

Era lógico que estuviese tan nerviosa, si él le consiguiese ese puesto, su vida sufriría un gran cambio.

Media hora después de salir del trabajo, llegué a casa, sorprendiéndome que Javier y Ana estaban en el salón.

Ella tenía cara de preocupación, al contrario de él que se encontraba muy relajado.

-Hola cielo -me saludó, mientras se levantaba para venir hacia mí quedando los dos fuertemente abrazados.

-Que no ha sido nada, ya te lo dije, estoy perfectamente mi vida.

Pero yo no la soltaba ni podía pronunciar palabra alguna, incluso la apretaba más fuerte contra mí. Los dos teníamos los ojos lagrimosos. Por encima del hombro de ella vi que Javier se restregaba las manos con cierto nerviosismo y le hice señas para que se añadiera a nuestro abrazo, cosa que hizo de inmediato.

El abrazo entre los tres duró un par de minutos, hasta que por fin nos fuimos retirando poco a poco. Yo me la llevé al sofá y la senté en mis rodillas. No me quería despegar de ella en tres siglos.

Luego nos explicó a los dos todo el proceso con la doctora, cuando se tenía que hacer las pruebas y que en dos semanas tendría una nueva cita con ella  para confirmar con los resultados, que todo estaba perfectamente. Pero que aunque tampoco era muy normal que ese día perdiera el conocimiento, su estado era bueno.

Ya más relajados, Javier se ofreció para hacernos los cafés que tanto nos gustaba disfrutar a esa hora del día.

Después noté que Ana se ponía algo más nerviosa agarrándome de la mano, al tiempo que de forma inconsciente se apretara más a mí en el sofá, dejando algo más de espacio a Javier.

-¿Pasa algo? -pregunté a los dos.

-No, acababa de llegar y le estaba diciendo a Ana que prefería contaros a los dos a la vez como ha ido la entrevista con el gerente.

-Te lo agradezco Javier, para lo bueno o para lo menos bueno, yo también quiero estar con ella en momentos como éste.

-Diego, no te preocupes, que yo estoy muy tranquila -me dijo, sin dejar de apretarme la mano, casi a punto de romperme algún dedo.

-Claro cariño, ya lo sé -le respondí y miré a Javier, esperando que empezara ya a hablar antes que yo gritara por la fractura de una falange.

-A ver, por donde empiezo -dijo él-, os confirmo que ellos lo que quieren es un Director de Marketing. Sus funciones serán la de elegir las empresas que van a realizar las campañas comerciales, aprobar el diseño de esas campañas y controlar la puesta en marcha y los resultados, bueno eso ya sabes tú de que va mejor que yo, ¿No?

-Sí, claro, imaginaba que iba a ser así.

-Ahora viene el posible problema. Veréis, cada país tendrá una sola empresa para hacer las campañas, lo cual, significa que hay que viajar a esos países.

-Pero Javier, eso no lo puede hacer una sola persona, necesitará alguien más para que la ayude.

-No lo sé Ana, eso ya lo tenéis que hablar entre vosotros.

-¿Cómo “entre vosotros”?, ¿Qué quieres decir? -intervine yo, aguantando otro súper apretón en los dedos de mi mano.

-Pues que el puesto es de Ana, si acepta lo de los viajes, claro.

-¡¡¡Joderrrr...!!! -exclamé.

Ana no decía nada, parecía como si ya supiera lo que Javier le iba a contar, en cuanto a los requerimientos del puesto.

-Me imagino que querrán entrevistarme, ¿No?

-Sí, es el último requisito. El administrador que es el responsable de tu contratación, será quien te haga esa entrevista.

-¿Y para cuando sería la incorporación? -le pregunté.

-El gerente me ha dicho que la necesitan para ayer, así que haceros una idea.

Ana estaba ahora más tranquila que yo, que no asimilaba muy bien lo de los viajes. Por lo menos había dejado de torturar mi dolida mano.

-Ana cielo, ¿Qué dices tú a todo esto?

-Que me lo esperaba, que son las funciones lógicas del puesto, viajes incluidos claro.

-¿Entonces? -le pregunté.

-Que por mi parte acepto, ahora queda la tuya, sin tu aprobación no quiero el puesto que me ofrecen.

-Joder, no esperaba esto, ni por asomo -mi nerviosismo iba en aumento.

-Dejamos la decisión para mañana -dijo ella-, ahora Diego no está para decidir nada.

-No preocuparos, yo le he pedido dos días para que lo pensaras. Hasta pasado mañana no le llamo.

-Es que no sé cuántos días estarás fuera de casa a partir de ahora. No me hago la idea de no poder verte un día entero. Mucho menos que estés continuamente fuera de casa.

-Estaremos siempre en contacto, amor mío. Yo tampoco puedo estar sin verte un solo día.

-Aunque no sé cómo se desarrollaría tu trabajo, supongo que los viajes serán más frecuentes al principio, luego se espaciarían, ¿No? -preguntó Javier.

-Sí, una vez puestas en marchas las campañas, solo tendríamos que controlar los resultados. Habría que acudir a las que no cumplan los objetivos -le confirmó Ana.

-Por otro lado estaría el horario de tu jornada laboral, que en un puesto como ese, tendrás hora de entrada, pero casi nunca de salida -volví a incidir.

-Eso lo hablaré con el administrador, antes de formalizar el contrato de trabajo. Pero será inevitable cuando las circunstancias obliguen.

Javier hablaba poco, sabía que llevaba razón en mis planteamientos. Aquel trabajo iba a suponer una gran merma en la presencia de Ana en casa.

-Bueno, pensarlo bien los dos y no precipitaros en tomar vuestra decisión. Yo me voy al despacho, que tengo mucho trabajo pendiente. Os veo en la cena.

Se levantó para irse, pero Ana pegó un salto y se fundió en un abrazo con él.

-Gracias Javier -le dijo-, en la vida me iban a dar una oportunidad como ésta sino fuera con tu ayuda.

Él la apretaba con fuerza, pero como lo haría mi amigo Carlos.

-Ojalá os vaya todo bien si aceptáis el puesto. Os juro que es lo que más deseo.

Luego le dio una cachetada en el trasero.

-Y no me deis más las gracias, que lo hago porque soy vuestro amigo. Os quiero mucho, de verdad.

Mi novia me miró y yo me levanté para unirme a ese abrazo que duró casi un minuto. Luego sin más comentarios, se fue a su despacho.

-Vamos a la terraza que necesitamos que nos de el aire - me dijo.

-Ana, explícame qué significa eso de los viajes, porque no lo tengo nada claro.

-En principio, depende del ámbito que la compañía quiera promocionar. Después tendría que ir de dos a tres veces por cada país. Hay trabajos que se harán desde aquí, para otros no hay más remedio que desplazarnos allí.

-¿Visitarías los países de uno en uno, o tendrías que ir a dos o tres antes de volver?

-Puede que haya que hacerlo de las dos formas, sobre todo al principio, después sería normalmente de uno en uno, pero en ningún caso serían estancias largas, más bien, desplazamientos de un día.

-Parece como si ya lo estuvieras planificando.

-En mi cabeza no lo puedo evitar, pero solo a grandes rasgos, sin conocer sus pretensiones es imposible entrar en detalles.

-Ana, te voy a echar muchísimo de menos los días que no estés aquí conmigo, pero no voy a ser un obstáculo ante las expectativas que se te ofrecen. Quiero que aceptes ese trabajo, primero por ti misma y luego por mí, para lo que te voy a dar todo mi apoyo, sin olvidar a Javier que no deja de ayudarnos.

-¿De verdad cielo? ¿No deberías pensarlo mejor?

-Que va, no sabes lo orgulloso que me haces sentir, y te pido perdón por mis dudas de antes. A veces me comporto como un egoísta gilipollas. Dame un abrazo.

Se lanzó literalmente a mis brazos que los tenía abiertos. Nos zarandeamos de izquierda a derecha mientras duró aquel abrazo. Luego le dí un cachete en el culo.

-Ya está bien pesada, que te estás aprovechando de mí.

-Serás... -me respondió dándome a su vez un palmetazo en mi hombro-, que sepas que tengo licencia para hacerlo.

Tuve que reírme, habíamos recuperado el buen rollo.

-Además, ten en cuenta que en dos semanas tendré que ir tres días al cursillo en Madrid.

-¿Estás preocupado por eso?

-No, porque no he querido ni pensarlo. Cuando me viene a la cabeza, se me coge un pellizco en la boca del estómago.

-¿Lo dices porque Javier y yo vamos a estar solos esos días?

-Ya te digo que no lo quiero ni pensar, pero creo que es por eso. No termino de ver claro que estéis tres días y tres noches solos.

-Pues no quiero que te preocupes, porque sabes que no va a pasar nada entre nosotros. Jamás lo vamos a hacer sin estar tú delante.

-Pero es que hay otro motivo cielo.

-¿Cómo? ¿Qué quieres decir? ¿Que no te fías de lo que te estoy diciendo?

-Que va mi amor, el otro motivo de mi desazón soy yo mismo. Sabes que soy un cornudo sin remedio y mi cabeza de abajo me pide que lo hagáis en esos días.

Ella se quedó asombrada por lo que le acababa de decir. A pesar de que me conocía como si me hubiera parido, no se esperaba que le dijera aquello ni por asomo.

-Pero tu cabeza de arriba te pide que no lo hagamos, ¿Verdad?

-Amor mío, hay una línea directa entre la de arriba y la de abajo, que por mucho que yo las quiera separar no hay manera.

-Pues estate tranquilo que de ninguna manera vamos a follar.

La miré con una expresión que ella interpretó como de incredulidad.

-Pero Diego, ¿Porqué dudas de lo que te digo? ¿No te fías de Javier?

-Javier ya te he dicho que es muy fogoso. Sabes que son varias las veces que ha tenido que decir, “ a partir de ahora no lo voy a hacer más ”. Ni le hecho la culpa, pues tú no sabes el potencial sexual que ejerces en todos los hombres. En él ni te cuento.

Ella se quedó muy seria mirándome fijamente casi sin parpadear.

-Te pongo un ejemplo de algo que puede ocurrir. Imagínate que veis una película y tú apoyas tu espalda en su pecho, o él te da un masaje en tus pies, o echas tu cabeza en su regazo. Son acercamientos inocentes, pero sabes como terminaría eso. Él es muy fogoso y tú cuando te calientas no lo puedes parar ¿Estoy en lo cierto?

-Cariño, entre Javier y yo hay una gran atracción sexual, pero somos adultos y fieles a ti. Si llegáramos a follar en esas condiciones, no te mereceríamos ni él y ni mucho menos yo.

-¿Pero y si a pesar de todo yo os pidiera que lo hicierais?

-No lo haría ni aunque me lo pidieras. Jamás. Además si sigues dudando de mí, lo dejamos todo a partir de este momento. Mi única prioridad eres tú. Yo no quiero estar con nadie más que contigo. Ahora mismo hablamos con Javier y le decimos que todo se ha terminado.

Me quedé con la boca abierta. No esperaba esa reacción de mi novia. Pensaba que la atracción sexual entre ellos era tan fuerte que ya no se podía parar, pero la firmeza en la pronunciación de aquellas frases me dejó claro que sí se podía.

-Nooo, cielo, ¡Espera! -le dije cogiéndola de la mano cuando se giraba para ir en busca de Javier-, yo no quiero que se termine nada. Siéntate otra vez conmigo y hablamos.

Ella se había enfadado bastante y yo quería que se relajara y me perdonara. Se sentó a mi lado, pero yo la cogí y me la senté en las rodillas.

-Todo lo que te estaba diciendo eran suposiciones, nunca hechos. No te lo tomes a mal. En ningún momento he afirmado nada.

Ella se tapó la cara con las manos y comenzó a sollozar.

-Cielo no llores. No soporto haberte hecho daño, me muero de dolor por hacerte llorar.

Entonces me abracé a ella y me uní a sus sollozos. Me quería morir en esos momentos. Cómo puedo ser tan animal si ella lo único que me ha demostrado siempre es el amor que me tiene. Cómo podría dudar de su entereza. Llevaba razón, era mejor acabar con los morbos y las gilipolleces mías y hablar con Javier.

Ella estuvo un rato sin moverse, luego fue retirando sus manos de la cara y me rodeó el cuello con sus brazos. Después juntó su mejilla a la mía mezclando nuestras lágrimas.

-Si me quieres, no dudes nunca de mí -me dijo con la voz entrecortada.

-Te quiero más que a mi vida amor mío. La culpa ha sido de las paranoias que me monto yo solo. Sé que no merezco tu perdón, pero si quieres te pido de rodillas que me perdones. Tú eres la parte buena de nuestra relación y yo un gilipollas, que no me merezco a la mujer más maravillosa del universo que tengo a mi lado.

Ella sollozó algo más fuerte y se apretó más a mí.

-Si quieres que cortemos esto, yo hago lo que tú me digas porque sé que tú eres más sensata que yo.

Quedamos callados un rato y poco a poco dejamos de sollozar. Saqué el pañuelo que llevaba en el bolsillo y le sequé las lágrimas. Luego hice lo propio con las mías.

-Vamos a hablar con Javier ahora mismo -le dije.

Ella seguía sentada en mis rodillas con las manos apoyadas en sus muslos y no se movió.

-Le vamos a contar tus dudas y que nos diga él si cree que son justificadas, en cuyo caso cortaremos. Sabes que él va a ser sincero en su respuesta.

La cogí de la mano y nos levantamos, pero antes de irnos le volví a abrazar un minuto. Soy el chico de los abrazos, muchos problemas se solucionan. Luego fuimos a ver a Javier.

Él estaba en su despacho totalmente absorto en los trabajos que llevaba a cabo en su ordenador de sobremesa.

-¿Javier tienes un momento? -le preguntó ella-, queríamos hablar contigo.

-Ah, perdona que estaba distraído. Claro que tengo un momento para vosotros, faltaría más.

-Ven al salón, allí estaremos mejor.

Él al ver nuestras caras de preocupación se alertó enseguida.

-¿Pasa algo? Os veo muy serios -nos dijo mientras se levantaba para acompañarnos.

-Sí pasa, -le volvió a responder mi novia.

No sentamos como siempre en el sofá y ahora éramos los tres los que estábamos muy serios.

-¿Qué pasa Diego? ¿Te ha ocurrido algo? ¿Habéis llorado?

-Para Javier -le dije-, hemos tenido una conversación sobre las relaciones que estamos manteniendo, motivada por mi ausencia de tres días en las próximas semanas.

-¿Y cual es el problema? -preguntó él.

-Que me he montado una película yo solo sobre si vais a poder estar esos tres días sin... sin follar.

-Pero Diego, ¿Cómo se te ocurre pensar eso hombre? No te he dado motivos para que dudes de mí. Además de que lo vamos a hacer de vez en cuando... ¿Porqué tendríamos que hacerlo a tus espaldas?

-¡No! -intervino mi novia con mucho acierto porque yo estaba hecho polvo-, es que piensa que por su forma de ser... por su inclinación a querer que me acueste con otros, ya sabes, él mismo puede llegar a pedirnos que lo hagamos en su ausencia y que nosotros no vamos a poder negarnos dada nuestra atracción sexual. Todo eso nos ha llevado a plantearte a ti si crees que eso puede ocurrir.

-Para dejarlo más claro entre los tres, -respondió él-, no nos vamos a rasgar las vestiduras por unas negaciones o afirmaciones sobre eso que te ha hecho dudar de mí, y no sé si de Ana también. Los tres nos hemos comprometido a cumplir exactamente lo que hemos acordado por escrito en el famoso decálogo. Fuera de eso no haremos nada, jamás pongas en duda que voy a incumplir esos acuerdos. Cualquier modificación deberá incluirse previamente en el decálogo y dar nuestra conformidad por unanimidad.

Después de esas palabras, los tres nos sumimos en un largo silencio. Fue mi novia la que lo rompió.

-Por mi parte doy por zanjada la cuestión.

Los dos me miraron para ver cuál iba a ser mi reacción.

-Me parece acertada tu propuesta. Eres un puto Salomón -le dije mientras me levantaba-, ahora quiero que nos demos un fuerte abrazo. Luego si queréis me lleváis al cadalso.

Ellos se levantaron al instante y los tres nos dimos un abrazo fuerte y largo. Mi novia volvió a sollozar por su inclinación a emocionarse. Yo no le fui a la zaga porque también me emociono. Javier se tragó toda la saliva que tenía en la boca para no hacer lo mismo, pero sus ojos lagrimosos le derrotaron.

Poco a poco fuimos aflojando aquel abrazo y los sollozos cesaron. Javier fue el primero que se soltó, haciendo nosotros lo mismo.

-¿Cual va a ser mi condena? -les dije.

-Que te voy a querer más que antes, porque has resuelto tus dudas con valentía. Sigues siendo mi novio favorito -me respondió con una gran sonrisa, al mismo tiempo que me soltó una fuerte nalgada-. Eso sí te lo has merecido cornudo mío.

Los tres nos echamos a reír.

-Hay otra cosa, -le dije a Javier-, hemos tomado la decisión de que Ana acepte la oferta de trabajo.

-¡No me digas! ¿No deberías haberlo meditado algo más?

-Javier, no tengo nada que meditar, es que sentí pánico solo de pensar que Ana no iba a estar a mi lado algún que otro día. Era más un pensamiento egoísta, pero esta oportunidad que tú le has procurado, no la va a volver a tener en la vida. Ella se merece eso y mucho más. Estoy muy orgulloso de mi novia y lo estaré siempre. Ojalá consiga ese puesto, va a ser la mejor.

-Está bien, pues mañana a primera hora hablo con el gerente. Ya se pondrá en contacto contigo el administrador para concertar la entrevista.

Aquello ya no tenía marcha atrás. Estaba feliz por haber apoyado una vez más a mi novia, pero no dejaba de sentir un pellizco en mi estómago.

-¿Pedimos al chino? Se me apetece esta noche -dijo mi novia.

-Pedirme lo mismo que vosotros. Me voy a duchar y me vengo para acá -dijo yéndose para su cuarto.

-¿Te gustaría enjabonarlo zorrita? -le pregunté e un susurro.

-Pues claro, cornudo mío, pero no te emociones que hoy no toca, ya sabes.

-Qué pena, qué trabajo me va a costar no hacerlo hasta el viernes, si es que se decide para ese día.

-A mí también, pero tenemos que ser fuertes y respetar las normas.

-Ya... podíamos haber permitido al menos unas pajillas para el desahogo.

Los dos soltamos unas carcajadas.

-Qué burro eres... ¿No prefieres que echemos luego un buen polvo?

-Eso siempre cielo.

-Pues después lo haremos, si quieres ponemos el vídeo que hicimos en casa de Rafa.

-Joder, ese vídeo sí que motiva, ya me estoy empalmando.

-Nosotros podemos echar un polvo cuando queramos, pero Javier no va a poder hacerlo, el pobre -me dijo ella.

-No me extrañaría que se trajera una chica esta misma semana, son muchos días de abstinencia.

-Joder Diego, que mal me va a sentar eso cuando ocurra.

-¿Porqué? Si hasta le ofreciste a tu amiga Cris.

-Ya, pero entonces no había pasado todo lo que hemos hecho después.

En esos momentos le escuchamos salir de la ducha dirigiéndose a su cuarto.

-¿Cambiarías la frecuencia a dos días a la semana, a cambio de que no traiga una chica aquí? -le dije muy bajito, subiendo un poco el volumen de la tele-, se lo tendrías que proponer tú.

-No lo sé, pero por ahora no haremos ningún cambio, ya lo pensaré.

Poco después nos trajeron la cena que disfrutamos en el mismo salón junto a Javier.

-Mucho trabajo, ¿No? -le pregunté a él.

-Tengo algo de atraso y todavía me queda bastante más para ponerme al día. También necesito traerme algunos archivos de casa. Todos los documentos los tengo allí.

-Un día nos tienes que llevar a conocer tu casa -le dijo Ana.

-Si queréis la semana siguiente.

-Ese fin de semana tenemos previsto ir a ver a nuestros padres.

-Pues lo vemos más adelante. Pero iremos pronto, ya no os podéis negar.

-Límpialo bien, no vaya a ser que haya bragas sueltas por todos lados -le dije, riendo los tres.

-Por cierto, he quedado con Rafa para ir a la disco del otro día.

-¿Ahora? -le preguntó mi novia.

-Bueno a las once.

En esos momentos creí que tenía boca de cabra, pero era normal lo que iba a hacer Javier.

-¿Te traerás alguna chica aquí?

-No sé Ana, depende de la suerte que tenga, igual no ligo nada, un día de diario hay poca gente.

-Estás muy necesitado, ¿No es eso? Son muchos días sin una chica.

-Tú no eres una chica, no te incluyas como una más, pero sí, tengo necesidades, como vosotros claro.

-Pero nosotros lo hacemos cuando nos apetece -le dije yo.

-Y yo una vez a la semana, mira para esta os propongo el jueves, ¿Está bien?

-Pensábamos que pedirías el viernes.

-Ojalá pero tengo que ir a mi casa y lo tendré que hacer el viernes. El sábado estaré de vuelta para irnos de copas con tus amigos.

-El jueves estará muy bien entonces -dijo mi novia.

Yo la miré esperando que le hiciera la propuesta de cambio en las normas, pero mi gozo en un pozo, porque lo único que hizo fue coger el mando de la tele y poner una película.

Luego se apoyó contra mi pecho para quedar pegada a mí, y yo le pasé mi brazo por la cintura para apretarla un poco más.

Un rato más tarde él se fue a arreglarse.

-No le has propuesto nada cielo.

-Ya había quedado con Rafa, no podíamos cambiar eso -me respondió en un susurro.

-Bueno si trae una chica, no tienes porqué enfadarte tampoco, a no ser que estés celosa.

-Llevas razón, mira que se traiga una chica y se la folle aquí, así se nos quitan las tonterías y lo veremos como una cosa normal.

-Está bien, ¿Sabes lo que te digo? Que me gustaría que se vinieran los dos y te sacaran diez orgasmos.

-Mira que eres animal, anda apaga la tele y nos vamos a la cama, que hoy no te salva nadie.

-Joder, que miedo me das cabrona.