Javier nos ayuda (Capítulo 26)
Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Los tres establecen relaciones sexuales de acuerdo a unas reglas. Ahora conocen a Rafa, el amigo de Javier.
Capítulo 26
A media mañana del domingo nos fuimos a casa del amigo de Javier. Estaba en una urbanización muy conocida en la zona, aunque Ana y yo no habíamos estado nunca allí. La entrada tenía barrera y estaba custodiada por vigilantes jurados. Al aproximarnos a la garita enseguida se levantó la barrera y nos dejaron pasar, se ve que conocían a Javier bastante bien.
Cuando llegamos al portón de entrada de la parcela, éste se abrió con el mando a distancia que llevaba en el coche. Toda la parcela estaba vallada por un muro de casi tres metros de alto, era muy grande, la casa se encontraba como a cincuenta metros de la entrada, justo en el centro, tenía dos plantas y también se veía grande.
Cuando bajamos del coche, se nos acercaron dos hombres, aunque uno de ellos se dirigió a un ciclomotor que había en la zona de aparcamiento.
-Buenos días señores -nos saludó mientras lo arrancaba, respondiendo nosotros al saludo.
-Hasta luego Tomás -le despidió Javier.
El otro era su amigo Rafa.
-Hola chicos -nos saludó con una gran sonrisa.
-Espera animal que te presente a mis amigos Ana y Diego, este impresentable es Rafa -nos dijo Javier.
Él se acercó a mi novia con una gran sonrisa y le dio dos besos en las mejillas, luego un buen apretón de manos a mí.
-Es un placer teneros aquí en mi casa, tenía muchas ganas de conoceros, este tío no para de hablar de vosotros y de lo bien que os lleváis los tres.
-Es que Javier es una gran persona y más que un inquilino, en lo poco que lo conocemos se ha convertido en nuestro mejor amigo -le dijo Ana.
-Sí, pero no lo digáis delante de él, que ahora se tira todo el día pavoneándose delante mía.
-A nosotros no nos importa que lo haga, porque se lo merece -le respondió mi novia.
-¿Te das cuenta ahora de lo que te digo siempre? Yo voy por la vida haciendo amigos, no como otros que yo conozco.
-¿Veis lo que os decía? Ya se está pavoneando, menudo día me espera, mejor nos vamos a la piscina y nos tomamos algo.
La zona de la piscina tenía acceso al salón de la casa a través de un gran ventanal que estaba abierto. Había un cenador de madera con mesa y sillas de jardín, que también incluía una zona de bar con un pequeño mostrador, frigorífico, muchas botellas de bebidas, refrescos, vasos... en fin muy completo.
La barbacoa era de obra y estaba a unos tres metros del cenador, también muy equipada, un pequeño frigorífico con la puerta de cristal, contenía todo tipo de carnes ya preparadas para cocinarlas.
La piscina no era demasiado grande, se entraba en ella mediante escalones por la parte que menos cubría. Era muy bonita y el agua estaba perfecta, pues tenía un calentador que mantenía una temperatura ideal.
Nos fuimos al cenador, Rafa desde detrás del mostrador del bar y con el consentimiento de todos sirvió cuatro vasos de sangría.
Nos sentamos en las sillas alrededor de la mesa del cenador. Ana y yo a un lado y ellos en el otro.
Estuvimos hablando del buen tiempo que se presentó ese día.
-¿Habéis traído los bañadores? -nos preguntó Javier-, el agua está calentita y con el día que hace hasta podemos tomar el sol.
-Sí, lo hemos traído, pero me da un poco de repelús, por lo que falta para el verano -le respondió mi chica.
-Bueno como queráis, a ver si nos animamos más tarde. Salud -dijo alzando el vaso de sangría, que todos secundamos.
-Voy a ir encendiendo la barbacoa, -dijo Rafa levantándose- ¿Os venís?
Nos fuimos todos con él con el vaso de sangría en la mano.
-¿Diego que tal te va en tu nuevo trabajo? -me preguntó Rafa, quedándome un poco cortado. Se veía que Javier lo tenía al día de todo.
-Estoy muy contento, tanto mi jefe como los compañeros me han acogido muy bien. Ésta ha sido mi primera semana.
-Me alegro mucho, sé que habéis pasado unos momentos difíciles, pero que gracias a Dios se están quedando atrás.
-Y gracias también a Javier, que ha sido el que nos ha salvado de esa situación -añadí mientras Ana afirmaba con la cabeza.
-Sí, lo sé, de vez en cuando éste hace algunas cosas bien, -respondió mientras metía una pastilla de encendido en el carbón.
-Diego, no me des más las gracias, ya te dije que los amigos estamos para eso. Además te aseguro que si no estuvieras capacitado, no te habrían dado ese puesto. Ahora tendremos que hacer lo mismo por Ana cuando surja la ocasión.
-Ya lo hemos hablado entre nosotros -respondí-, y no quiero que se preocupe demasiado. Ahora está trabajando solo por la mañana, pero ya no es perentorio que trabaje a jornada completa. El bache lo hemos superado. Si le sale otro trabajo mejor, y si no, pues no pasa nada.
-La verdad es que en mi trabajo estoy muy bien valorada, el problema es que con la crisis, la empresa no puede hacer otra cosa. Pero tengo también muy buenos compañeros, incluso allí está Cris mi mejor amiga -dijo mi chica-, lo peor sería que tuvieran que prescindir de mí.
-¿Tú trabajas en Marketing verdad? -le preguntó Rafa.
-Sí, me licencié en esa especialidad.
-Pues nada, a ver si encontramos algo para ti.
No miramos Ana y yo porque nos sorprendió esta última frase de Rafa. ¿Se habían propuesto los dos ayudarnos a mejorar en nuestros trabajos?
Se pusieron las primeras carnes en la barbacoa, y media hora más tarde ya no podíamos comer más. Todo estaba buenísimo. Acabamos con la sangría y cambiamos a un Rioja de reserva, que nos puso bastante alegres.
-Nos bañamos ahora -les dije yo.
-Venga, vamos a ponernos los bañadores -se animó Javier.
Al final los cuatro nos cambiamos. Ana lo hizo conmigo dentro de la casa. Traía un bañador y uno de los bikini que se compró el viernes.
-Cariño, me pongo el bañador mejor.
-No sé, el bañador apenas te va a favorecer, el bikini va a resaltar mucho más tu espléndida figura. Lo sabes, ¿No?
-¿No será un poco fuerte para vosotros?
-¿Lo dices por si nos empalmamos?
-Mira que eres bestia diciendo las cosas, pero sí, más estando algo alegres por la sangría y el tinto.
-Mira el único que no te ha visto en paños menores es Rafa, déjale que se alegre la vista un poco contigo, a saber cuando va a ver algo parecido.
-No sé, bueno me lo pongo que se estarán preguntando porqué no salimos ya.
-Pensarán que estamos echando un polvo.
-Mira que eres... venga me pongo el bikini y nos vamos a la piscina.
El nuevo bikini de Ana era negro, la cintura de las bragas tenían unos cinco centímetros de ancho, por delante era en forma de V, con el vértice inferior muy bajo y tapando lo justo, por detrás dejaba ver sus glúteos casi en su totalidad, aunque en la parte de arriba asomaba un triángulo que se unía a la cintura.
El sujetador también negro, era de tipo deportivo con un escotazo tremendo, mostrando el relieve de los grandes pezones de sus tetas perfectamente.
Verdaderamente iba muy provocativa, pero no iba a ser yo quien la alertara, ya se daría cuenta cuando la vieran Javier y Rafa.
Ellos estaban charlando al borde de la piscina, ambos llevaban bañadores tipo slip, el de Javier un poco más ancho que el de Rafa, el mío era más parecido al de Javier.
Los dos dejaron de hablar para volverse al vernos llegar.
-Joder Ana, que bien estás con ese bikini -le dijo Javier.
-Pero si ya lo viste el viernes cuando os mostré la compra.
-Sí, pero no me cansaré nunca de vértelo puesto, estás preciosa.
-Bueno, vale, que me vas a poner colorada.
Rafa no dejaba de repasar todo su cuerpo con la mirada, pero no decía nada.
-¿Cómo está el agua? -dije yo, para relajar un poco la tensión, dirigiéndome hacia las escaleras de la mano de mi novia.
La verdad es que el agua tenía la temperatura ideal para darse un buen baño. Enseguida estábamos los dos nadando y disfrutando de aquella piscina.
-Venga tiraros ya que está buenísima -les dijo mi chica.
Ellos obedecieron y se metieron con precaución, como si el agua estuviera fría, pero no tardaron en zambullirse y pegarse a nosotros dos.
-Este año es la primera vez que me baño -dijo Rafa.
-Seguro que a partir de ahora los días que haga bueno te vas a bañar, con lo calentita que está el agua -le respondió Ana.
-Pues cuando queráis os venís a daros un baño, que por mí encantado.
-Nosotros también tenemos piscina en el complejo, pero no está climatizada -le dije yo.
-Aparte de que en verano está siempre llena de gente, ¿Aquí se está muy bien verdad? -le dijo a Javier.
-Sí, -dijo él-, pero hoy estamos mejor, ¿No Diego? -dijo acercándose a ella poniéndole una mano en la cintura.
Me estaba pidiendo descaradamente, que le dejara meter mano a mi novia delante de Rafa. Aunque no fui yo el que le respondió, si no ella que le apartó la mano.
-Estate quietecito con las manos suavón -le dijo-, que estamos delante de tu amigo Rafa.
-Por mí no cortaros, ya sabéis que Javier me lo ha contado todo.
-Además es mi último día de libre, a partir de mañana solo un día a la semana -dijo mientras volvía a poner la mano en la cintura de ella, que esta vez no la apartó.
-Tengo que hablar con mi novio -le respondió ella cogiéndome de la mano para salirnos de la piscina.
Cogimos un par de toallas y nos fuimos al cenador, en un rincón donde ellos no nos podían ver y mucho menos oír.
-Sabía que esto podría pasar -me dijo-, sabes que sus intenciones son las de de que Rafa tenga relaciones con nosotros, ¿No?
-Seguro, en caso contrario no te hubiera tocado. ¿Qué quieres que hagamos? Sabes que yo en estos momentos dependo de tus decisiones.
-¿Pero es que te da igual que también... me folle Rafa?
-No cielo, pero ya te dije antes, que prefiero que tengas relaciones con otro más, a que solo lo hagas con Javier.
-Ya te contesté que...
-Sí, lo sé, nunca te vas a encoñar con él, pero yo me quedo más tranquilo si alternamos con otro más, de todos modos, si no quieres hacerlo con Rafa, le decimos que no hay ningún tocamiento más y ya está.
-No sé, ya me has puesto en duda.
-No te sientas obligada, ya encontraremos a otro algún día si se dan las circunstancias. Ya te he dicho que eres tú la que debe tomar estas decisiones, yo llevo un buen rato pensando con la polla, ya sabes.
-Prefiero no hacerlo.
-Pues ahora mismo se lo aclaramos a Javier.
-Si quieres lo decidimos mañana, pero no ahora.
-¿Y si mañana te decides a follar con Rafa?
-Quedamos en vernos en esta casa o en la nuestra, los cuatro y así le damos un día extra a Javier.
-Me parece que de esta tarde no sales viva -le dije con una gran sonrisa-, ¿Acaso no te pone Rafa?
-Es muy guapo, eso no te lo voy a negar y si lo hago con él es para que disfrutemos tú y yo.
-¿Te ves capaz de follar con tres tíos? ¿No será demasiado para ti?
-Eso no sería problema, a no ser que Rafa tenga una polla gigante.
-¿Lo vamos a hacer esta tarde entonces?
-Sí, para qué vamos a esperar más.
Se disiparon la dudas, bueno las de mi novia porque yo no tenía ninguna. Los dos fuimos de la mano y nos introdujimos nuevamente en la piscina. Allí al lado de ellos me rodeó el cuello con los brazos y nos dimos un buen morreo. Sus piernas se abrazaron a mis caderas, y yo la sostuve con las manos en el culo.
Así estuvimos al menos un minuto, luego se fue a por Javier y le hizo lo mismo que a mí. Por último se soltó mirando a Rafa pero sin decidirse. El le abrió los brazos con una gran sonrisa y ella se lanzó a ellos, repitiendo el morreo que antes nos había dado a nosotros. Esta vez duró algo más.
Luego se soltó y se vino otra vez conmigo, metiendo su mano por la cintura del bañador para cogerme la polla, Javier se pegó a su otro lado y le hizo lo mismo, Rafa no lo dudó y se puso frente a ella, la cogió con su mano derecha de la nuca y la volvió a besar largamente. Con la otra mano le amasaba las tetas.
Aquello era lo más parecido al inicio de una peli porno, tres tíos con una chica exuberante. Mi polla estaba a punto de estallar.
-Mejor nos salimos y nos secamos, -dijo Rafa.
Los cuatro así lo hicimos.
-Vámonos dentro, estaremos más cómodos -nos pidió nuestro anfitrión.
La verdad es que a pesar que mi polla se llevó un alegrón por lo que había ocurrido, estaba un poco preocupado por la rapidez con la que había sucedido todo a pesar de nuestro mutuo consentimiento.
Por otra parte era la solución a lo que venía dándole vueltas a la cabeza desde hacía unos días, -a la de arriba claro-, para que Javier no fuera una exclusiva, que los dos dieran por hecho que entre ellos solo había sexo, con toda la intensidad o deseo, pero solo sexo.
También me alegraba mucho que Javier siguiera acostándose con otras chicas y nos lo dijera con ese desparpajo que se gastaba. No quería que hubiera otra cosa entre ellos que unos morbosísimos polvos y estaba seguro que Ana tampoco.
Que íbamos a tener sexo con Rafa esa tarde, lo daba por seguro y mi cabeza de abajo ya lo estaba celebrando la muy cabrona.