Javier nos ayuda (Capítulo 25)

Pareja que incorpora un inquilino para solucionar problemas económicos. Los tres establecen relaciones sexuales de acuerdo a unas reglas.

Capítulo 25

El jueves transcurrió sin nada más que reseñar, salvo que por la tarde ayudé a Javier a instalar el ordenador de sobremesa, pues no estaba muy versado en esas lides, también le instalé los programas que iba a necesitar en sus trabajos.

En cuanto al sexo, ellos se corrieron un par de veces y yo una.

El viernes Ana quedó con Cris en ir de compras, así que llegó tarde a casa. También se entretuvo en darnos un pase de modelo, con todo lo que se había comprado, incluyendo un par de bikinis para ese verano que ya se aproximaba.

Esa noche solo follamos una vez pues Ana se encontraba muy cansada.

El sábado por la mañana, Javier recibió una llamada de un amigo suyo.

-Chicos, mi amigo Rafa nos invita mañana a una barbacoa en su casa. Vive a unos diez kilómetros de aquí.

-¿Y quien es Rafa? -le preguntó Ana.

-Rafa es dos años mayor que yo, se divorció hace un año y ahora vive solo y sin compromiso como él dice. Es un tío muy simpático y a las chicas les cae fenomenal.

-¿Y su ex no se quedó con la casa? -quiso saber mi novia.

-Se quedó con la principal y con algunas otras propiedades, pero ésta es de él.

-Habrá que ir al supermercado para llevar algo, ¿No? -le pregunté.

-No, que va, Rafa siempre dispone de todo, por eso no preocuparos.

-¿Va mucha gente? -le volví a preguntar.

-Solo nosotros, es que le hablé de vosotros y tiene muchas ganas de conoceros.

-¿Le has comentado algo de lo nuestro? -le dijo mi novia algo preocupada.

-Veréis, Rafa es mi mejor amigo, por no decir el único hasta que os he conocido a vosotros, nunca hemos tenido secretos entre nosotros y sí, le he contado cómo son nuestras relaciones, pero no preocuparos porque de su boca no saldrá ni una palabra sobre eso.

-Joder Javier, si tú lo dices, te creo, pero ir allí los tres solos es un corte, ¿No? -le dijo mi chica.

-Que va, ya veréis lo abierto que es en esos temas, os juro que no os vais a sentir incómodos en ningún momento.

-Espera que lo hable con Diego y luego te decimos, ¿Vale?

-Me parece bien, así aprovecho para actualizar unos datos en el ordenador.

Él se marchó a su despacho y nosotros nos fuimos a la terraza.

-No esperaba que Javier le contase nuestras relaciones a un amigo -me dijo Ana.

-Yo tampoco, me ha dejado a cuadros, de verdad.

-Y encima quiere que vayamos a pasar el día con él. Ahora mismo mi decisión es no ir, me daría vergüenza.

-No sé Ana, más tarde o más temprano lo vamos a conocer, eso si no lo trae a casa algún día, si tan amigos son, no sería nada extraño.

-En eso tienes razón.

-Por otra parte si nos conocemos disfrutando de un día de barbacoa, va a ser mucho mejor que si nos lo presenta en la calle o aquí en la casa.

-¿Entonces qué hacemos?

-Mira cielo, yo mismo me acabo de convencer con mis propios argumentos de que deberíamos ir.

-Vale, iremos, pero qué vergüenza...

-Anda chatita, eso se te pasa con dos sangrías y unas chuletitas de cordero, ¿No?

Nos llegamos al despacho de Javier para informarle de nuestra decisión.

-Javier antes de nada, queremos saber si has contado a alguien más nuestras relaciones -le pregunté.

-Rafa es el único que sabe todo lo que hacemos, aunque también tengo una cliente con la que quedo muchas veces cuando voy a mi casa... bueno, que tenemos relaciones en su casa o en la mía, ya sabéis. A ella también le he comentado algo, pero no os conoce y tampoco va a decir nada a nadie.

-Bueno, de todas formas lo incluiremos en nuestras normas. Nos comprometeremos a la total confidencialidad de lo que estamos haciendo. Comprende que este dato lo dábamos por hecho, aunque no estaba en la lista.

-Tranquilos, ya os dije que Rafa no va a desvelar nada de esto, y por mi parte, me comprometo desde ahora mismo a no contarlo a nadie más.

-Sí, pero tu amigo Rafa, aunque no se lo cuente a nadie, tendrá su propia manera de ver las cosas y a mí me puede ver como una mujer promiscua, si no algo peor, y a mi novio como una persona a la que se pueda humillar sin problemas por consentir que yo me acueste contigo.

-Os puedo asegurar que Rafa no os va a faltar al respeto de ninguna de las maneras, ni siquiera con insinuaciones. En cuanto lo conozcáis, os daréis cuenta de lo buen tío que es.

-Está bien, iremos a su casa el domingo y allí lo conoceremos -sentencié.

-Veréis lo bien que lo vamos a pasar, lo llamo ahora mismo.

Nos fuimos al salón para dejarle hacer la llamada en privado. Allí se nos unió Javier en unos minutos.

-No sabéis lo contento que se ha puesto cuando se lo he dicho -nos dijo-, no quiere que llevemos nada, solo los bañadores por si nos apetece un baño. La barbacoa la haremos en la zona de la piscina, porque va a hacer un buen día de sol.

Me preparé para ir a practicar un poco de footing, que falta me estaba haciendo y mi novia quiso acompañarme.

-La próxima vez a ver si me uno a vosotros, que necesito ponerme en forma -nos dijo Javier cuando nos marchábamos-, pero antes de irte dame un beso, que vaya si vas guapa cielo.

Aquello fue algo más que un beso, mi rabo así lo valoró al menos.

Javier nos invitó a comer otra vez en el restaurante que ya conocíamos. Durante toda la comida y en aquel reservado, estuvo un poco salido.

-Oye tío -le dije-, vas a dar lugar a que el camarero se de cuenta de lo que hay. Recuerda que fuera de casa tenemos que respetar, yo soy el novio y tú el amigo.

El camarero yo creo que se olía algo, por lo que tenía que cortar cualquier acercamiento entre ellos.

-Perdona, tienes razón, pero es que Ana me está provocando.

-¿Yo? Serás cabrón, si no hago nada.

-¿Y ese escote? ¿Y esa minifalda? Yo no te la he puesto.

-Esta ropa es normal, además ya os la enseñé ayer a los dos.

-Sí, nos la enseñaste para ponernos la polla muy dura, hasta que luego te tuvimos que follar. Si eso no es provocar... -le dijo con su gran sonrisa-, además ya nos has enseñado el tanga un montón de veces.

-Bueno pero os aguantáis las ganas hasta que estemos en casa, par de guarros -les dije.

-Vale, vale -respondió él-, después nos desquitamos en casa.

La verdad es que aquella falda no era tan corta, pero ella estaba claro que lo quería calentar, así que de vez en cuando nos hacía un cruce de piernas, procurando que ésta se subiera lo más posible. Luego púdicamente, la muy zorra, se la echaba para abajo.

-Mejor nos vamos y echáis un buen casquete, que estáis muy calientes los dos -les dije.

-¿Y tú? -me preguntó él.

-Yo también cabroncete, anda vámonos.

Volvimos en nuestro coche, que yo conducía. Javier iba a mi lado y mi novia detrás de mí. Durante todo el camino le estuvo enseñando el tanga, con la falda subida hasta la cintura. Él no dejaba de mirarla.

-Vas a coger tortícolis y no podrás follar esta tarde -le dije.

-¿Pero tú has visto lo que me está haciendo la zorra de tu novia?

-Alguna guarrería de chica de compañía, supongo.

-No creo que sea para tanto -respondió ella-, amor, dime si se ha llegado a empalmar, que es muy exagerado.

Miré su entrepierna donde se veía el paquete a reventar.

-Creo que algo -le respondí.

-¿Cómo que crees? Javier bájate la cremallera que mi novio te pueda testear con la mano.

La zorra me estaba subiendo la adrenalina a mil por segundo. El se la bajó y yo metí allí la mano, comprobando que la tenía como un garrote.

-Sí, está como a ti te gusta so puta, vete preparando que éste te la mete en el ascensor.

En el ascensor se pegaron un gran morreo acompañado de fuertes apretones en sus nalgas. Los dos estaban muy calientes. Cuando se abrieron las puertas, se despegaron un momento, pero en aquella planta solo estaba la puerta de nuestro ático, por lo que antes que yo abriera la puerta, reanudaron la tarea.

El polvo lo echaron a la entrada del salón, que pillaba más cerca que nuestro dormitorio. Lo hicieron de pie sin desnudarse ninguno de los dos. Javier se sacó la polla por la portañica, ella se subió la falda dejando su culo al aire, luego acercó la polla, le echó el tanga a un lado y se la clavó sin ningún miramiento, que por otra parte mi chica no necesitaba.

Yo me había puesto frente a ella, que se agarró a mis hombros con las dos manos, pudiéndole ver la cara desencajada por el placer que Javier le estaba dando. Sus gemidos parecían exagerados por lo fuertes que sonaban, desde luego, las embestidas que él le daba lo merecían. Cada penetración provocaba que mi novia se pusiera de puntillas, aquellos eran unos pollazos brutales.

La calentura que traían desde el restaurante, hizo que sus corridas se precipitaran y entre los gritos de ella y los bufidos de él, se corrieron en un gran orgasmo que los dejó con las piernas temblando.

Tuve que hacerme con todo el peso del cuerpo de ella. Me agaché y la cogí en brazos para llevarla al sofá, dejándola tendida boca arriba a todo lo largo de él, quedándome yo agachado a su lado. Allí siguió con sus gemidos y con sus movimientos de piernas alzando y bajando sus rodillas. Luego subió su mano derecha para taparse los ojos, así estuvo un rato hasta que se repuso. Entonces retiró su mano y fue abriendo sus ojos, mirando fijamente a los míos. Estaba muy seria.

Nos habíamos quedado solos, aunque la verdad no vi salir a Javier de nuestro salón.

-No lo he podido parar -me dijo muy preocupada.

-Hoy no tienes porqué parar nada cielo, seguimos en los días libres de Javier.

-Ya lo sé, pero me preocupa mis ansias de follar con él.

-Ha sido un súper calentón que ya venía desde el restaurante. No le des más importancia, además si sigues muy caliente, te lo follas diez veces esta tarde y ya está, ¿Cual es el problema?

-Esto es increíble amor mío, yo preocupada por el polvo que hemos echado y tú animándome a seguir haciéndolo. Eres el mejor novio del mundo, cornudo consentido, pero el mejor.

Se incorporó un poco en el sofá, para mirarse el tanga totalmente empapado por la lefa de Javier.

-No veas lo que me ha echado el cabrón éste. ¿Te gustaría tragártelo?

No hice ningún comentario, solo me agaché sobre su entrepierna, le hice a un lado el tanga, y me bebí aquella cantidad increíble de leche que de su coño salía. Ella seguía semi incorporada, siguiendo todos mis movimientos. Luego me acerqué a su boca y le di un buen morreo.

-¿No has dejado nada para mí?

-No cielo, esta vez me apetecía toda la corrida, si te has quedado con ganas, después te doy la que quieras.

-Pero me la vas a dar directamente de su polla, estás castigado por avaricioso.

-Lo que tú me digas, eso haré putita mía.

-Ahora quiero que me folles en la cama de él.

-Pues vamos.

Javier estaba precisamente echado boca arriba en su cama. Se había cambiado, vistiendo el uniforme habitual entre nosotros tres, así que nos lo puso muy fácil.

Entramos en su habitación y se sentó a su lado sin soltarme la mano, me desnudó primero a mí, luego a Javier y después se desnudó ella misma.

-Ahora quiero que me folles tú, que al cabrón éste no le queda nada para echarme.

Él no decía nada, pero mostraba una gran sonrisa.

-¿Cómo me quieres follar cielo? -me inquirió.

-Primero en misionero, que quiero besarte mientras te follo.

Ella se colocó adecuadamente en el centro de la cama, Javier estaba sentado al lado de ella y yo me puse de rodillas entre sus piernas, con el rabo algo flácido.

-Pónsela dura que no aguanto más -le dijo a él.

-Espera cabrito que antes tengo algo de trabajo que hacer.

Me acerqué a mi chica y le di un morreo de cuidados intensivos. Ella no se lo esperaba pero su entrega era total y los besos muy ardientes. Luego la seguí besando por el cuello, lamiendo el lóbulo de su oreja, siguiendo por sus hermosas tetazas a las que les di unos sonoros chupetones al tiempo que las amasaba sin parar. Después seguí la ruta hacia el Sur donde primero me entretuve besando el interior de sus muslos, al mismo tiempo que acariciaba sus glúteos. Javier no perdía el tiempo y ya la estaba besando y amasando las tetas. Entonces cambié mi postura poniendo las piernas de mi chica por encima de mis hombros, de forma que toda su intimidad quedaba a mi disposición. De entrada besé y lamí todo lo que pude abarcar de su coño abriendo al máximo mi boca. Después dirigí mi lengua a su ano donde me entretuve un buen rato dándole golpecitos con ella. Vi que la mano de Javier se posicionaba sobre sus labios mayores y le di un manotazo para que se alejara de allí, cosa que hizo de inmediato. El cabrón no era capaz de estarse quieto.

Por último le abrí los labios mayores con mi mano izquierda dejando a mi disposición su vagina y la micropollita que dibujaba su clítoris. Qué hermosura para disfrutarla y comérsela a lamidas y chupetones, qué placer para mí solo, al menos de momento claro, luego vendría el impaciente a hacerme la competencia. Así que me apliqué en chuparle la almeja a tope, mientras le metía dos dedos en su vagina a un ritmo algo acelerado. No me hacía falta mirar para saber cuando el cabrón de Javier le chupaba las tetas, porque los gemidos de Ana eran más sonoros, luego los volvía a ahogar nuevamente con sus morreos. Cuando noté que su orgasmo estaba próximo, arrecié en mis chupetones y en las penetraciones con mis dedos.

-Ahhhhh... cabrón qué me haces... sigueeee... me voy a correrrrr... yaaaa... yaaaa... agggg...

Sus piernas primero se pusieron tensas apretando mi cuello, tanto, que casi me ahoga la muy puta, su espalda se arqueó sobre el colchón y por último se convulsionó al mismo tiempo que sus piernas se encogían y estiraban sin parar. Hasta me dio un poco de miedo porque no le fuese a repetir lo del otro día.

Me eché a su lado para abrazarla mientras se iba recuperando poco a poco. Por fin abrió los ojos para fijarlos en los míos al tiempo que en su cara se dibujaba una leve sonrisa. Entonces le di un montón de besos que ella propiciaba con su embeleso.

Un rato después entraba Javier de nuevo, después de habernos dejado solos esos últimos minutos. Enseguida se sentó en el otro lado de la cama para acariciar el pelo de mi novia.

-¿Qué tal, estás bien preciosa? -se interesó por ella.

Ana le dedicó una gran sonrisa girándose hacia él. Con ese gesto le dejó claro cómo se encontraba. Luego hizo que se acercara y le dio un beso suave en la boca. Cuando se separaron los dos sonreían abiertamente.

-Ahora le vas a poner contento el rabo a mi novio que ya no aguanta más para follarme.

Ahora sí, me puse de rodillas delante de ella que me esperaba con las piernas flexionadas y muy abiertas. Él se acercó haciéndome un buen trabajo en los bajos. Luego apuntó mi polla al agujero de Ana y la ensarté de una sola embestida. Su coño estaba súper lubricado con la leche que aún le quedaba dentro de la corrida que le echó Javier, más los fluidos propios de su orgasmo.

Me eché sobre ella y empezamos a morrearnos sin cesar de penetrarla moderadamente. Tenía que aguantar para la siguiente posición.

Javier le agarraba el culo y acercaba su cara para besarla, pero yo no le daba chance, ahora era mi turno. Luego metió su mano entre nuestras pelvis y le estuvo frotando con bastante fuerza su clítoris.

Esta última acción hizo que ella elevara sus gemidos, yo aceleré un poco mis embestidas viendo que se iba a correr. En un momento lo hizo y sus contracciones me pusieron al borde de mi eyaculación, pero detuve las penetraciones y pude aguantarla.

Él sin embargo no paró y tuvo que ser mi novia la que le cogió su mano para que se detuviera. Me incorporé un poco sin sacarla de aquel coño tan calentito esperando que se recuperara del orgasmo.

Poco a poco y en esa posición le fui dando otra vez, más que nada, por mantenerle la excitación. Un par de minutos después le dije que se pusiera a cuatro patas.

-¿La vas a meter en el culo? -me preguntó ella.

-Lo que tú quieras, si quieres lo dejo para que te lo haga el cabrón éste.

-Vale, pues métemela en el coño entonces.

La cara de Javier era de auténtica felicidad, parecía un niño con un caramelo.

-Javier vamos a hacer un 69, que me quiero volver a correr con mi novio.

La sonrisa se le congeló en la cara, le habían quitado el caramelo y sabía lo que le esperaba, pero no hizo ningún comentario y se dispuso a obedecerla.

Ahora eran mis huevos los que le frotaban toda la cara y ahora también era mi polla la que se salía accidentalmente del agujero, yéndose a su boca que follaba varias veces seguidas antes de que se pudiera apartar.

-No te salgas más cabrón que me la estás metiendo en la boca.

-Es que se me ha salido sin querer.

Mi novia y yo nos echábamos unas risitas que lo cabreó más. Luego sacó su mano derecha por fuera y me dio una sonora palmada en mi culo.

-No te rías más y córrete ya cabrón -me dijo.

Yo arrecié en mis embestidas, pues con las risas se me habían aplacado las ganas de correrme. Él le pegó unos chupetones que puso a mi novia a mil, no tardando los dos en corrernos simultáneamente gritando y gimiendo por el placer que nos estaba matando.

Las primeras contracciones de su vagina provocaron mi primer disparo, luego la saqué de inmediato y le largué tres o cuatro a la cara de Javier, que hacía intención de salirse pero se encontraba atrapado, por las piernas de mi novia y por mis propios brazos que estaban apoyados en el colchón.

-Aggg... cabronazo... déjame salir... no te corras mássss...

Al final casi nos levantó a los dos desde abajo y logró salirse. No me lo podía creer, toda su cara y su pelo estaban llenos de semen, de su boca salía un hilillo de leche, que seguramente le entró cuando estaba mamando el coño de Ana y le llegó el primer lechazo.

-Puaggg... qué horror... -decía mientras mi novia le miraba con la cara apoyada en el colchón intentando recuperarse de su último orgasmo.

-¿Has visto lo que me ha hecho el cabrón de tu novio? -dijo mientras cogía su camiseta y se limpiaba la cara, frotándosela como si se quisiera arrancar la piel.

No pude más y una vez recuperado de mi corrida, me dejé caer junto a mi chica, soltando unas grandes carcajadas, ella se giró hacia mí y no pudo evitar las suyas.

-Seréis cabrones, lo teníais planeado, ¿No?

Nosotros nos reíamos más fuertes, sin poder parar. Yo me agarraba la barriga porque me dolía de tanto reír. Al final él relajó la tensión de su cara, inició una leve sonrisa, se le escapó unas risillas, uniéndose a carcajadas limpias a nosotros.

-Te juro que no lo habíamos planeado -le dije yo-, aunque no niego que me acordé de lo que me hiciste tú, pero esta vez no obedecía órdenes de la noble de mi novia.

-¿Noble? Pero si es una putita ladina, de lo más astuta de este mundo. Ya no sé si soy gay o bisexual, ¿Has visto lo que hace con nosotros?

-Mi novio dice que soy noble y tú tienes que aceptarlo cabronazo. Si quieres te apunto con tres cruces.

-¿Y eso qué significa? -le preguntó con prudencia.

-Que para borrarte tendrás que cumplir tres caprichos míos.

-Noooo... apunta a tu novio que ha sido el que me ha desgraciado la cara. Ahora te dará asco besarme.

-A ver, acércate que voy a probar si me da asco.

Él acercó su a su lado, entonces ella recorrió primero su cara, oliéndosela con sonoras inspiraciones por la nariz, luego lamió también con sonoras exclamaciones de gusto sus mejillas, la frente y los labios, ahí se paró para darle un pequeño morreo.

-No, mira, no me ha dado asco, hueles a esencias seminales y sabes a miel de cañón, digo, de caña.

Nos tuvimos que reír otra vez por esas ocurrencias.

-Ahora no me voy a lavar la cara en toda la tarde, así podrás disfrutar de esas exquisiteces, y si no te importa quiero follarte por el culo -le respondió él.

-Huy, otra vez el lobo feroz se quiere comer a la Caperucita, ¡Qué miedo! Menos mal que Diego está aquí para defenderme.

Él se puso de costado detrás de ella, abrazándola y dándole un sonoro beso, quizás en compensación a lo que ella le hizo antes.

-No dejes que me viole -me dijo mi amada-, defiéndeme que me va a romper el coño el guarro éste.

Me acerqué a ellos, cogí la polla de Javier que aún no estaba a tope y le di un buen meneo, lo suficiente para hacerla reaccionar de inmediato. Luego la centré en el agujero de ella y le dí una nalgada.

-Ni se te ocurra follártela cabrón -le dije.

Él no me hizo el más mínimo caso y se la metió hasta los huevos.

-Ahhhh... perdónale Diego, en el fondo es un pobre inocente, agggg... cabrón más despacio que me matas... ahhhh...

Las embestidas eran brutales, aquel pollón cuando salía arrastraba la vagina hacia fuera, luego volvía a entrar en la siguiente penetración. Mi polla volvía a ponerse como una barra de acero.

Me acerqué a nuestro dormitorio para regresar de inmediato con el tubo lubricante, sabía que él le iba a dar por el culo a mi novia y necesitaba de mi colaboración.

-Ponte encima -le dije a ella.

Los dos obedecieron al momento y cuando Ana se echó sobre Javier, agarré su polla para volverla a meter en la vagina y comencé a prepararle el culo con el lubricante. Ellos se movían lentamente, sin que tuviéramos que hacer ningún comentario, pues sabían lo que yo estaba haciendo. Después agarré la polla de él y se la embadurné con aquel gel. Le dí un toque en el culo para que se incorporara un poco, las manos de él abrieron las nalgas y yo le puse el glande en el ano de mi queridísima chica.

Juro que en aquel momento me dieron ganas de abrazarla y decirle lo mucho que la quería, que le daba las gracias por permitir que Javier la follara delante de mí, hasta se me saltaron las lágrimas por la felicidad y el morbo que sentía.

Se la introdujo dejándose caer muy despacio sobre aquella tranca, que de verdad tenía mucho mérito clavarse eso en el culo. Como solía hacer siempre, dejó que aquel trozo de carne se acomodara en sus entrañas, enseguida comenzó a subir y bajar muy lentamente sobre él. Yo me puse detrás de ellos para no perderme nada de aquella enculada. ¡Joder qué morbo! Es que era impactante pues la muy zorra subía hasta la misma punta, que parecía que se le iba a salir para luego bajar dejando ver solo los testículos.

Ella estaba muy recta apoyada en las caderas de Javier, ofreciendo sus tetas para que él las amasara, sin parar de pellizcarle los pezones.

-Qué buena estás cariño, cómo me gustan tus tetazas, mastúrbate un poquito para mí, joderrr...  ¿Te gusta mi polla zorrita?

-¡Síííí...! me encanta cabronazoooo... -le contextó ella al tiempo que él le soltaba una buena nalgada-, Uhmmm... Dame otra cabrón...

-Toma so puta -plash, plash, plash.

Ella estaba arreciando en su clítoris, el cachete izquierdo se estaba coloreando de las nalgadas que le estaba soltando y como se intuía por todos, no tardó en correrse.

-Aaaahhh... cabrón me estás matandoooo... yaaaa... me corro... aaaggg...

Se quedó muy tensa esperando que le llegara el orgasmo, pero enseguida se estremeció con unos espasmos tremendos de tal intensidad, que parecía que estaba domando un caballo. Luego se dejó caer sobre el pecho de Javier que la acogió entre sus brazos, dejando que poco a poco se fuera tranquilizando.

Una vez relajados se deslizó hacia un lado, dejando que mi novia quedara boca abajo sobre el colchón. Después se puso de rodillas detrás de ella y con la mano derecha la asió de su cadera tirando de ella hacia arriba, haciéndole ver que quería que se pusiera a gatas.

No tardó en volver a meterla en su culo, donde sin más preámbulos comenzó a embestirla a buen ritmo. Luego de un rato cambió para penetrarla por la vagina y ya no paró de alternar las penetraciones en sus dos agujeros. Los gemidos de mi chica se estarían oyendo por todo el complejo, sobre todo cuando se la metía en el coño. Se ve que ahí la disfrutaba mucho más. El diálogo entre los dos era una sarta de improperios de lo más fuerte que les había oído hasta ese momento.

-Te voy a estar follando hasta mañana so puta... Menudo culo de guarra tienes cabrona... ¿Quieres más zorrita...?

-Aaahhh... más fuerte, que pareces un picha floja... aaagggg... me matas cabróóóón...

Yo estaba alucinado con toda aquella verborrea y tan caliente, que mi polla me delataba con una buena cantidad de líquido preseminal. El morbo hacía que casi estuviera a punto de correrme. Aquella follada se me iba a hacer inolvidable.

Al final se quedó en el coño que era donde ella más gemía y no tardaron en correrse los dos con ella desplomada sobre el colchón y él tendido encima soltando los últimos latigazos de semen en lo más profundo de su vagina. Al menos así lo evidenciaban sus bufidos, los movimientos de sus caderas y sus glúteos que se apretaban entre ellos en cada lechazo.

Más tarde nos duchamos los tres, vimos una película y nos fuimos a dormir.

-Vaya polvo que habéis echado so puta, -le dije.

-Ha sido un desmadre, nos hemos dicho de todo -me dijo soltando una carcajada-, ¡Qué guarros!

-Ha sido demasiado, al menos para mí ¿Cómo lo has sentido tú?

-Ya has visto cómo me he corrido las dos veces. Es que no sabes el gusto que me da ese pollón. ¿A ti te gusta su polla?

Solté una carcajada.

-Mejor te digo que no porque si te digo que sí, después no hay quien te pare de pedirme caprichitos.

Los dos reíamos con ganas.

-Mañana es su último día de inicio -le dije-, ¿Te gustaría pasar la noche en su cama?

-Pues claro que me gustaría, pero relájate porque eso no va a pasar nunca cornudito mío.

-Las normas dicen que lo podéis hacer con mi permiso.

-Mira, si quieres me lo traigo aquí y esta noche te cumplo tu fantasía.

-Vale, pero necesito un alivio antes porque si no, no voy a dormir.

-Serás guarro ¿Te vale una mamada?

Yo asentí mientras me quitaba el bóxer y ella se desnudaba.

-Te corres en mis tetas que luego se lo voy a dar todo al cabronazo cuando vaya a por él.

La mamada fue de las que más me gustan pues me llevé un buen repaso en todo lo que dispongo en los bajos, aparte de que no paró de pajearme todo el rato. La lechada en sus tetas fue bestial.

-Me voy corriendo antes que se me escurra todo esto, -me dijo mientras abandonaba el dormitorio dando una carrerita totalmente en pelotas.

No volvieron de inmediato, se ve que la cosa se les complicó, vamos que se echaron un buen polvo. Al principio se oían muchas risas, después un silencio prolongado seguido de unos gemidos muy bajitos, como si los estuviera conteniendo, por último los gemidos aumentaron de volumen mezclados con voces que no entendí. Sí me pareció escucharla a ella gritando que se corría.

Tardaron casi veinte minutos más en regresar, los dos en pelotas y él con el rabo semi erecto.

-Tu novia, que quiere que duerma con vosotros.

-Claro Javier, es sábado y no incumplimos las normas.

-Diego hemos echado un polvo porque me ha dicho Ana que teníamos tu permiso.

-Pues este sábado lo has aprovechado bien cabroncete. Y tú cielo, te has corrido veinte veces por lo menos.

-Pues el tío éste ya está otra vez empalmado -me respondió cogiéndome la mano para ponerla en el cipotón de Javier-, hazle una paja que yo no puedo más.

Solo le di unos cuantos meneos, pero era verdad que la tenía otra vez como un garrote. Después la solté y me dispuse a dormir. Que se hiciera la paja él.

Nos posicionamos en cuchara como otras veces, con ella en medio detrás de él y yo detrás de ella.

El cansancio nos hizo dormirnos en unos minutos.

Fue a media noche cuando noté que me agitaban en la cama. Pegué un repullo y me senté sin saber qué hacer ni adonde mirar. Mi cara debía de aparentar la de un sonámbulo pues oí unas risas en mi lado derecho.

Me giré hacia allí quedando impactado. Javier y mi novia me miraban sonriendo mientras ella, sentada sobre él lo cabalgaba lentamente. Poco a poco tomé conciencia de lo que allí ocurría y en un momento me despejé del todo.

Me acerqué a mi novia y le dí un beso en los labios.

-Gracias cielo por cumplir mi fantasía. A ti también Javier por darle el placer que los dos necesitamos.

Ella se inclinó sobre él dejando su culo muy respingado.

-Coge el lubricante que quiero que me folles el culo.

-Ana cielo, hasta el martes no tienes la revisión, a ver si te pasa lo mismo del otro día... -le estaba diciendo.

-Que va cariño, estoy bien y eso fue una excepción. Anda métela y no te preocupes amor mío.

En dos minutos llevamos a cabo una doble penetración. Si ellos estaban calientes, más lo estaba yo y así se los hice saber. Además no quería que volviéramos a coincidir los tres en el orgasmo como la otra vez.

-No voy a aguantar mucho, el morbo me puede.

-Pues córrete, no te cortes, luego nos correremos nosotros -me dijo ella.

No quise parar aquella eyaculación que ya ascendía desde lo más profundo de mi ser y comencé a disparar semen como un loco en las entrañas de mi novia.

Ellos pararon todo el tiempo que duró mi corrida, más el rato que tardé en sacarla de su culo y echarme al lado de Javier.

-Dame un beso cielo, que casi me corro al sentir tus lechazos de cornudo.

Me acerqué y le dí un pequeño morreo a dos centímetros de la boca de Javier, hasta creo que nos rozamos los dos un poco. Él tampoco hizo gestos de apartarse.

-Venga, terminar de follar que tenemos que dormir. Y tú cabrón haz que mi amada novia se corra como nunca, que yo no he podido.

Ella me miró regañándome con sus ojos por decir aquello.

-Vale tío -dijo él-, a ver si estoy a la altura. ¿Te gusta mi polla zorrita?

-Me encanta, sabes que es un buen pollón y que estaría toda la noche follando contigo.

-Pues si me aguantas no te voy a dar tregua putita. Me da un gran placer follar contigo y cada día tengo más ganas. Eres preciosa y estás tremenda. Dame un beso cariñoso -terminó pidiéndole.

Ella me volvió a mirar y yo asentí con una sonrisa. Luego acercó los labios a los de él y se besaron muy suavemente, girando sus cabezas a un lado y otro, mientras sus lenguas exploraban sus bocas.

Todo aquello, unido al silencio de la noche me produjo un nudo en la boca del estómago. Era la vez que más entregados los veía a los dos. Ella no dejaba de subir y bajar por aquel tallo, mientras sus besos no pararon en ningún momento. Me senté sobre el cabecero de la cama, pero ellos no me dedicaron la más mínima mirada. Era como si yo no estuviera allí. No sabía qué hacer, ni si debía intervenir para cortar un poco aquella entrega. Mi polla me decía que no hiciera nada, pero por una vez ganó mi cabeza de arriba.

-Venga chicos, que se nos va a hacer de día. Terminar ya.

Ellos, ahora sí, giraron sus caras hacia mí dejándome anonadado al ver la lujuria que de ellas se desprendía. Mi novia fue la primera que reaccionó.

-Fóllame a cuatro patas que así nos corremos antes.

En menos de cinco minutos ambos estallaron en un grandioso climax, del que tardaron otros cinco en recuperarse. ¡Qué barbaridad de polvo!

Cogí una toallita y limpié a los dos de tanto semen como por allí había. Después volvimos a posicionarnos en cuchara, quedando dormidos de inmediato.