Javier (01)

El tiempo pasa y sigue su marcha sin que lo podamos detener, las cosas que nos pasan nos marcan y cambian a su capricho, y los recuerdos se nos aparecen como fantasmas dispuestos a volver del más allá... (infidelidad transexual y amor filial).

Javier 01

El tiempo pasa y sigue su marcha sin que lo podamos detener, las cosas que nos pasan, los caminos que recorremos, al final, de uno u otra manera, es decisión y culpa nuestras. Yo no culpo al destino, pues, después de todo, el destino es el camino que he decidido seguir por mi propia cuenta.

Se preguntarán por qué empiezo este relato con un pensamiento un tanto gris y sombrío. Pero bueno, cuando una decide llevar una vida sexual tan liberal, como la que tengo junto a mi esposo Kike, a la larga, es imposible que todo salga color de rosa, siempre hay más de algo malo.

Supongo que ya leyeron mis relatos anteriores, si no, los invito a hacerlo. No sé si recordarán a Javier (de la serie "Mi Esposo se Entregó"), el hombre que desvirgó el ano de mi amado esposo y lo convirtió en un vicioso de las vergas y las enculadas. Supongo que si recordarán a Kika, el alter ego de mi marido, su magnética personalidad femenina, que desarrolló luego de una apuesta, en que se dejó vestir de mujer. Pues bien, Kika y Javier se unieron para formar una nueva historia que agregar a mi largo historial de anécdotas para contar

Kike no volvió a ver a Javier en mucho tiempo, pasaron más o menos casi 4 años. Pero recuerdo de mi marido se quedó pegado en la mente de ese hombre, así como mi amado no logró quitarse su recuerdo del todo. Javier había insistido, de convencerlo de continuar juntos hasta de abandonarme, pero no pudo, el amor de Kike por mi era más fuerte.

Sin embargo, cierto día Kike estaba en la plaza del pueblo negociando fertilizante y semilla de afrecho, cuando a lo lejos lo vio. Javier Alonzo seguía siendo el mismo hombre alto e imponente que lo llevó a la cama. Espalda ancha y fuerte, trasero redondo y duro, pecho peludo con pectorales anchos y grandes y un six pack perfectamente formado; piernas anchas y fuertes, brazos como robles, 1.85, un auténtico titán. Bajo el pantalón continuaba teniendo ese pene de 20 cm, grueso y duro, no circuncidado, que enloqueció una vez a Kike. Y aunque ya contaba con 50 años, el tiempo se mostraba benevolente con el.

Javier también lo vio a lo lejos, y sus ojos añejos brillaron como brasas, pero también adquirieron ese brillo característico que el llanto da, Javier tuvo ganas de llorar. Mi esposo regresó algo perturbado a la casa, estaba como medio triste, nostálgico. Yo no pude evitar sentirme molesta y celosa por ello, pero preferí no decirle nada en ese momento pues sabía que en nada ayudaría. Le expresé lo que sentía a los 2 días, cuando ya se le había pasado.

Pero Laura, comprendo que estés así, pero

¿Pero qué? ¿Cómo querés que me ponga, si después de 4 años el te sigue afectando?

No es que me siga afectando, hablás como si hubiese sido mi novio o algo

¿Entonces por qué regresaste así después de verlo?

Porque… porque… no sé… no sé porqué

La discusión terminó, Kike se tuvo que rendir pues sabía que mis celos no eran infundados. Pasó la semana siguiente pensativo, muy metido en sus cosas. Y cuando le pregunté, me dijo que aun no sabía porqué lo había afectado tanto, era como si algo muy fuerte de su pasado hubiese regresado. Y exactamente eso estaba pasando. Es cierto, muchas cosas habían ocurrido desde esa vez, pero aun así no era algo que el se pudiera sacar de la mente tan fácil. Es como yo con Monterrico, saben que esas playas me hechizan por muchas razones, entre las cuales está por ser el sitio en el que pasamos nuestra luna de miel, allí perdí mi virginidad. Cuando lo oigo nombrar, aun se me contrae el estómago

Pues bien, pasó el tiempo y a el se le pasó, y a los 2 meses estábamos como si nada, entonces, 2 desgracias sacudieron nuestra familia. Mi padre falleció, víctima de un accidente de tránsito. Desde hacía mucho tiempo el era alcohólico, hasta que ese día fue a dar de frente contra un poste de alumbrado. Falleció cuando esa cosa le cayó encima.

Fue un gran dolor, pues aunque ya saben que la relación de todos mis hermanos con el no era buena, igual seguía siendo nuestro padre. Para mi, lo peor fueron todas las cosas que siempre quise escuchar de el, y que no pude, y todo lo que le hubiera querido decir, pero que callé.

Casi al mismo tiempo, murió la madre de Kike, mi suegra. Pero lo de ella no fue sorpresivo, padecía de un avanzado cáncer de matriz, que a la larga, sabíamos se la llevaría a la tumba. Lo de ella fue más bien una especie de descanso… si, si, ya sé que se oye mal, pero todos los que la vimos agonizar sentimos un gran alivio verla partir por fin. La extrañamos mucho, es cierto, pero todo su sufrimiento había acabado ya.

Esos acontecimientos nos dejaron a Kike y a mi muy sensibles, algo desequilibrados. Algo que a la larga nos causó terribles problemas. Como dicen, nos llovió sobre mojado.

Pasados 6 meses del entierro de mi suegra (que murió después que mi padre), decidimos buscar una nueva aventura, creímos que ya era mucho tiempo de estar sufriendo, nos debíamos algo de diversión. Así que nos fuimos a la capital, Kike había quedado en salir con nuestros amigos y amantes Baldo y su novio/novia Nicole… o Nico cuando no está vestido de mujer. Pues ese día si iba como Nicole. Mi esposo también, iba como Kika, a el le erotiza intensamente verse y sentirse como una mujer, y como tal se vuelve aun más insaciable en el sexo. Fueron precisamente Baldo y Nico quienes lo vistieron así por primera vez en su vida, pueden leerlo en el relato de "El Nacimiento de Kika".

Yo no andaba con ellos, estaba con mi madre y con mi hermana María José, que estaba sola en su casota y quería compañía, su marido andaba en no sé que congreso de ingenieros, seguro cogiendo con quienes pudiera. Además, la muerte de papá la resentíamos todos todavía. Pues bien, Baldo llevaba a su Nicole y a mi Kika a una disco, ellas lo tomaban del brazo, una en cada lado. Nicole iba con una vestido gris platinado, sin escote, 3 dedos bajo las rodillas y un gran pijazo del lado derecho. Su delgado cuerpo moreno claro, delicado y de 1.62, se veía estupendo con los senos falsos que llevaba bajo el brasier. Por su parte, Kika llevaba un vestido celeste floreado, delgado y holgado, que dejaba a la vista sus excelentes piernas lampiñas y la esbeltez de su cuerpo. Maquillado impecablemente, sus ojos celestes sobresalían y eran resaltados por el coqueto peinado que Nicole le hizo, ella es estilista profesional. Así, esperaban pasar una velada muy romántica y apasionada.

Fueron a un bar gay que frecuentaban, Kika salía a la calle únicamente a ese sitio, pues por el trabajo arduo en la finca que como Kike hace, tiene un cuerpo fuerte, duro y nervudo, tan solo puede pasar como campeona de fitnez (que no le cuesta nada), no como una mujer común y corriente.

Pues bien, entraron al bar y se fueron directamente a la pista y la que devoraron bailando. Pasadas 3 o 4 canciones se fueron a sentar y pidieron bebidas, pero como el lugar estaba tan lleno, sabían que los meseros tardarían años en llegar con ellas, así que Kika se ofreció a irlas a traer. Pero cuando se las estaban dando, los celestes ojos de mi esposo se toparon con la triste y melancólica mirada de miel de un viejo conocido, Javier.

Kika se dio la vuelta rápidamente y se alejó de el con las bebidas. Llegó a la mesa y se quedó sentado el resto de la noche. A lo lejos pudo constatar que Javier lo vigilaba, como tratando de reconocer a alguien familiar.

Baldo, me quiero ir. – dijo Kika.

¿Por qué, el ambiente está muy bueno?

Pues si pero es que… allí está Javier. – tanto Baldo como Nicole estaban ya al tanto de esa historia.

Baldo no necesitó oír más, como el perfecto caballero que es, tomó a sus 2 damas de las manos y se las llevó para el enorme alivio de mi Kike, quien cuando se convierte en Kika, se convierte también en una auténtica mujer sumisa.

El tiempo volvió a pasar, y nos encontramos en Panajachel, a orillas de idílico lago de Atitlán. Íbamos con mi hermana Lucía y su esposo Arturo, a quienes también ya deben conocer. Como bien sabrán, ellos comparten muchas de nuestras aficiones. Decidimos hacer un intercambio de parejas, como parte del juego.

Muy bien, muy bien, entonces estamos de acuerdo, Lala – así me dicen desde chiquita – va a salir con Arturo y Kika conmigo. – dijo Lucía.

De acuerdo. – respondió Kike.

Yo no estoy muy de acuerdo porque Lucía te va a enseñar cosas malas. – dije y todos rompieron en carcajadas, como si se le pudieran enseñar cosas malas nuevas a mi marido.

Todavía no caía bien la noche, así que ninguno de los 4 salía del hotel. Veía que Lucía y Kike cuchicheaban mucho, me moría de la curiosidad, pero también sabía que ella se callaría en cuanto me acercara solo por la gana de molestarme.

Lala, le dije a los nenes que les iba a traer collares y cosas típicas de aquí… ¿me acompañás un rato? – me preguntó Arturo.

Si, claro… ¿ustedes no se vienen? – les pregunté yo a la otra pareja.

Nosotras todavía no… – me dijo Kike sonriendo – me tengo que arreglar… – era obvio que esa noche, Kika saldría de juerga.

Pues bien, salí con Arturo, íbamos platicando de cosas en general, buscando lo que les prometió a sus niños. Por mi parte, aproveché para ver vestidos típicos y ropa, nos tardamos bastante y la noche ya había caído cuando decidimos regresar. Pero en el camino, volteé hacia un restaurante, y me puse pálida por lo que vi, allí estaba Javier pagando la cuenta, solo.

Arturo se dio cuenta de mi malestar y me preguntó. Le conté que lo había visto, el ya conocía esa historia. Me quedé muy intranquila, asustada, sabía que Lucy y Kika saldrían a bailar y temía que se fueran a encontrar con el. Con Arturo, decidimos regresar al hotel por ellas.

Al llegar, como ya era de noche, vimos luz en la habitación suya y de Lucía. Y efectivamente allí estaba ella, pero no estaba sola y no en compañía de Kika. Se encontraba con un viejo conocido de ella, Spencer,

El se hallaba arrodillado sobre la cama, con las piernas separadas y el cuerpo ligeramente inclinado hacia atrás, sosteniéndose con sus manos sobre su cintura. Ella se encontraba en 4, con el cuerpo en posición horizontal y el miembro de Spencer dentro de su boca. Los 2 estaban completamente desnudos y podía ver cómo ella se esforzaba en brindarle el mayor de los placeres, y en mi opinión y de Arturo, lo estaba logrando. Esa situación de ver a mi hermana mayor haciéndole un mamey de campeonato a ese joven me calentó como brasa. Su delgado cuerpo moreno se veía precioso en esa pose. Y Spencer, parecía un Adonis.

Pronto el se puso detrás de ella y le hincó un muy bonito pene. Arturo miraba sin perder detalle, se le notaba la verga parada bajo el pantalón. Spencer le empezó a dar duro a su esposa, durísimo. La facies de mi hermana mezclaba a la perfección gestos de excitación y placer y de dolor. Ella disfruta como una loca de esa mezcla rara entre sufrimiento y felicidad.

Los embates de las caderas del tipo sonaban como aplausos cuando se estrellaban contra el sexo de mi hermana que a cada rato amenazaba con caerse de la cama. Gemía estridentemente, con el ceño arrugado y la tez enrojecida. Spencer, detrás de ella, le daba duro, como un salvaje, como un animal, hacía que los pequeños, pero perfectos, senos de Lucía se estremecieran con fuerza, la quería destrozar.

La cambió de posiciones como si fuese una muñeca de trapo, y ella se dejaba, yo sé cuanto le gusta eso, que la usen como a un objeto sin voluntad, le gusta comportarse como una perrita bien amaestrada. Incluso realizó poses que ni yo misma conocía. Por ejemplo, parado sobre el colchón, sujetó las piernas de mi hermana contra su pecho, mientras ella se sostenía con las manos de la cama para no caer. Así, Spencer la sodomizó con fuerza, metiéndole su largo y duro falo por en medio de sus 2 suculentas nalgas (Lucía esta bien culona). Y ella no para de chillar como loca, gesticulando dolorosamente pero gozándolo intensamente.

Y cuando su esperado y violento orgasmo llegó, mi hermana cerró los ojos y pegó un largo y fuerte alarido.

¡¡¡¡AAAAAAAGGGGGGGGHHHHHHMMMMMFMFFFFMFMMMMMMM!!!!

Sus orgasmo siempre son muy fuertes, casi siempre la dejan fuera de combate, medio desmayada. Y esta no fue la excepción, Spencer le siguió dando varios minutos más estando ella tan solo colgado como un trapo mojado… empapado de sudor y otros fluidos.

Spencer la dejó caer, tomó su talega y a sacudió varias veces hasta que estalló en abundantes chorros que la embadurnaron de pies a cabeza. Entonces, Arturo y yo reaccionamos, y viendo que ya todo había acabado, entramos a la habitación. Spencer se asustó al vernos, pero rápido le pasó el susto.

¡Qué bonita, me voy un ratito y vos te ponés a coger como una ramera loca! – Lucy solo le sonrió, no podía ni hablar.

¿Cómo estás Arturo, que bueno verte? – lo saludó Spencer desnudo.

Bien bien, me da gusto encontrarte aquí… aunque sea cogiéndote a mi mujer

¿Qué? ¿Celoso? – Spencer le guiñó el ojo – En cuando me recupere te parto el culo a vos también… – Arturo solo se rió.

¿En dónde dejaron a Kika? – pregunté algo nerviosa, algo malo temía.

¿Kika?… ¡A, la amiga de Lucía! Ella siguió sola a un bar… ¿ella siempre es así?

¿Así? ¿Cómo?

Rara, nerviosa, tensa. - ¡Mierda!, mi gran temor aparecía de nuevo, Arturo me adivinó el pensamiento.

Y ¿en dónde había quedado Kika? Pues bien, como se lo imaginarán, mientras veíamos a Spencer partir en 2 a Lucía… Javier la estaba partiendo a ella

Continuará

Garganta de Cuero.

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