Jamas me hubiese imaginado (III)

Continuo mi relato del amor surgido entre dos amigos, en el cual la entrega de uno continua en la mente de uno de ellos 20 años despues.

III PARTE

Continuamos con nuestra rutina semanal en el colegio, no nos separábamos prácticamente para nada, aunque jamás hicimos nada dentro del internado salvo aquel primer contacto que ya he contado.

Nos turnábamos los fines de semana, uno en mi casa, otro en la suya así durante casi un año. Pocas eran las veces en las que rompíamos esta rutina, nos conformábamos entre semana, en rozar nuestras piernas a través del pupitre, o contemplarnos cuando abandonábamos las duchas, no queríamos arriesgarnos a más.

Los fines de semana los aprovechábamos con ganas.

Yo había asumido mi papel de pasivo, aunque disfrutaba tanto como él, solo una vez logre penetrarlo, fue magnifico para mí, a el le dolió muchísimo y me ponía cualquier excusa cada vez que se lo pedía. Yo lo aceptaba con mucho amor, realmente disfrutaba mas sintiéndolo dentro de mí que cualquier otra cosa.

Un jueves por la tarde habíamos estado haciendo actividades diferentes, y en el momento que íbamos hacia los dormitorios, se acerco corriendo a mí e igualando mi paso me dijo:

No aguanto mas, necesito hacerte el amor hoy mismo.

Yo tampoco aguanto mas, pero no nos queda otra alternativa, así que tendrás que aguantar.

Fíjate como estoy solo de verte caminar delante de mí.

No será para tanto.

Si, si es, te amo y te deseo como nunca lo había hecho.

Sus palabras me embriagaban, pero sabia que no podíamos hacer nada allí. Me sentía el ser más feliz de la tierra, me sentía amado y deseado.

Pues tendrás que esperar, mañana es viernes y haremos todo lo que tu quieras.

Esta noche me meteré en tu cama

NO, no lo hagas, te lo ruego no lo eches a perder.

Bien me aguantare.

El viernes tocaba en su casa, él vivía con unos tíos, pues sus padres vivían en el interior del país. Llegamos a su casa, solo estaba su abuelo en una habitación, lo fue a saludar y pregunto por su tía, el abuelo le dijo que había salido que volvería en una hora aproximadamente, que teníamos comida en la nevera si teníamos hambre.

Tengo hambre, pero es otra cosa la que me voy a comer- me dijo con cara de lujuria yo reí su gracia.

Vamos a la habitación de mi tía a ver una película de video.

Así lo hicimos, nos acostamos transversalmente en la cama cada uno con un cojín debajo de los brazos, y empezamos a ver la película. Las Fresas de la amargura.( La recuerdo como si la hubiese visto hoy). Yo en cuanto pude saque mi brazo de debajo del cojín, deslice mi mano por debajo de su pierna en busca de su miembro, el se alzo un poco permitiéndole paso a mi mano y la apretó contra su duro paquete. Estuvo frotándose un rato mientras me metía la lengua en la oreja, le encantaba hacer esto y a mí me volvía loco.

No aguanto mas, se levanto se tiro encima de mí, y se restregaba su polla contra mis nalgas a través de la ropa como un animal en celo mientras me mordía el cuello. Al mismo tiempo intentaba quitarme los pantalones sin desabrocharlos, pensé que los rompería del desespero que tenia. Le pedí que se detuviese que me rompería los pantalones, y que su abuelo podía sentirnos.

  • Espera hasta la noche, lo haremos como siempre, cuando todos duerman.

No puedo esperar, lo haremos también por la noche, de verdad que no puedo, necesito hacértelo ya.

Bien, pero aquí en la cama de tus tíos no, además tu abuelo nos puede sentir.

Sígueme- me dijo

Fuimos hasta la cocina, allí había un baño pequeño, me tomo por un brazo y me metió allí. Nos besamos desesperadamente mientras él me quitaba los pantalones, y yo hacia lo mismo con los del. La incertidumbre de que llegase su tía en aquel momento, lejos de disminuir nuestros ímpetus, los acrecentaba aun más. Bese sus labios y baje hacia sus pezones, mordisquee uno y luego el otro, volví al centro de su pecho y con la punta de la lengua fui recorriendo el camino hacia su pubis, mientras el se retorcía de placer. Tome aquel maravilloso falo por la base y lamí su cabeza como quien lame un helado, bese su prepucio y aquel lunar que me volvía loco con desesperación, me lo introduje todo en la boca y comencé a darle una mamada espectacular. De vez en cuando miraba hacia arriba y contemplaba aquella cara de satisfacción y placer que solo yo le producía. Retiro su polla de mi boca con un movimiento de cadera, me cogió por debajo de los brazos y me subió hasta su rostro. Me dio media vuelta, abrió la puerta del baño he hizo que me apoyara contra un mesón que había justo a la salida del baño.

Estas loco nos puede ver alguien

No, nos vera nadie, además mejor si nos ven.

Sin darme tiempo a nada hizo que me inclinara hacia delante dejando mi culo hacia su vientre, y de un solo golpe me la metió hasta los mas profundo. Sentí aquel trozo de carne entrar, sin darme tiempo a asimilar que lo haríamos allí, me dolió, pero no mucha mas que otras veces, sobre todo porque al acabar los fines de semana ya estaba acostumbrado a tenerlo dentro, pero la semana de descanso se cerraba y siempre me dolía, aunque siempre lo hiciese con todo el cuidado del mundo, cosa que en ese momento no había sucedido. Me tomo de las caderas y empezó un frenético movimiento de mete y saca, sus huevos chocaban con mis nalgas, sentí como su pene se hinchaba, sus embestidas eran más fuertes y como me inundaba por dentro con su semen, en ese mismo momento me corría yo también, manchando el suelo de la cocina. Me abrazo fuertemente pasando sus brazos por debajo de los míos y me beso la nuca. Se separo de mí, y fue al baño que tenia detrás a buscar papel para limpiar el suelo.

Solo me dio tiempo de subirme los pantalones, cuando sentí las llaves en la puerta, corrí a sentarme, sintiendo como de mis nalgas salía su semen. Me senté sin moverme, mientras él cerraba la puerta del baño.

Llegasteis, pregunto su tía, y yo como un niño bueno le respondió –Si estamos aquí- Mientras me llevaba un trozo de pan a la boca, fingiendo que merendaba, aunque realmente me hubiese alimentado por otro sitio.

Ese fin de semana hicimos el amor como dos recién casados, apenas nos dormíamos, cuando las ganas nos despertaban y lo volvíamos hacer. Yo solo pensaba en el momento de volver a sentir su cuerpo cerca del mío, de besar aquel pene que me había obsesionado. A sentir sus besos y sus caricias.

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