Jairo, mi hermano mayor
Verlo mientras se arreglaba para salir los fines de semana me llegó a poner tan cachondo que no pude contener más las ganas de follármelo...
JAIRO, MI HERMANO MAYOR
Si hay algo que me encantaba por encima de todo, era el sábado por la tarde, y no por salir con los amigos o ver alguna peli o ir con los colegas por la calle mirando a una y a otra para ver sus modelitos, no señor. Lo que me gustaba era ver a mi hermano mayor preparándose para salir de marcha. Se sacaba sus mejores trapitos, se acicalaba y perfumaba y arreglaba de arriba abajo para ir a por alguna tía buena y pasársela por la piedra. A mí me encantaba tumbarme en su cama y mirar como se preparaba.
-Jandro-me decía-, esta vez voy a follar como un campeón.
-Con esas pintas, se te tienen que tirar todas a la polla-comentaba riéndome-.
-De eso se trata, de que se me tiren a la polla, que luego las voy a poner en órbita de tanto bote.
Me pasaba largo rato hablando de esas cosas, y yo no paraba de reírme y divertirme mucho con él. Es más, yo, cuando tuviera edad de salir, quería ser como él, hacer lo mismo que él y follarme a unas cuantas perritas cachondas. ¡Ah!, es que no mencioné que de aquella me faltaban como dos años para empezar a salir de marcha a la disco (según órdenes de papá), aunque siempre salía con los amigos para ponernos como micos viendo como vestían las nenas (es que el cambio hormonal era el cambio hormonal).
Pues bien, el asunto es que, con el paso del tiempo, mi hermano comenzó a ser algo más que una diversión de sábado por la tarde. Iba a verlo y si seguíamos riéndonos de los chistes que hacíamos sobre cuanto follaría y demás, lo cierto es que su aspecto, sus ojos verdes, su pelo castaño y su bien esculpido cuerpo comenzaban a atraer mi vista, a llamarme la atención. Nunca me había pasado algo así. Por las noches fantaseaba con él, con estar en una discoteca bailando y que él venía a frotarse conmigo, a restregarme su paquete contra mi culo y tocarme el mío. Despertaba con unas erecciones terribles, durísimas a reventar. Me parecía increíble el azoramiento que me producía Jairo, mi amado hermano mayor. En otras ocasiones, soñaba estar besándome con él, probando el sabor de su boca, la dulzura de su lengua juguetona, la quemazón de sus labios. Me encontraba tan excitado que más de una vez terminaba eyaculando sin siquiera masturbarme. Estaba tan fuera de mí que ya no pude aguantar y me dije que cayera quien cayera, mi hermano iba a caer en mis garras.
Dejé pasar un poco el tiempo y esperé a un sábado, el cual fue como todos los demás, pero en vez de irme a dormir, estuve entreteniéndome con cualquier tontería dejando correr el reloj hasta que fue muy de madrugada, más o menos cuando él solía llegar. Salí de mi cuarto y me metí en el suyo, desvistiéndome completamente y poniéndome un albornoz encima para no coger frío. Mi paciencia dio su fruto y al poco tiempo noté sus llaves abriendo la puerta de casa. Me coloqué detrás de la puerta y él entró sin reparar en mí. Cuando él se quedó en ropa interior para ponerse en pijama y vi el pedazo de cuerpazo que se gastaba cerré de golpe, dándole un susto de muerte.
-¡¡JODER!!, Jandro, ¿pero que haces aquí escondido en la oscuridad?.
-Esperarte, ¿qué tal la noche?.
-Muy buena, me follé a una pelirroja que estaba como un queso, y lo mejor es que la zorra de ella tenía al novio esperando en la barra mientras se lo montaba conmigo en el baño.
-Ah, suena muy interesante-comenté algo distraído-…
-¿Se puede saber que pasa?.
Miré al suelo cerca de él, y él hizo lo mismo, viendo mi pijama allí tirado.
-¿Es tu pijama?.
-Sí.
-¿Y que hace ahí?.
-Me molestaba.
-¿Por qué?.
En ese momento me quité el albornoz, quedándome desnudo delante de él.
-Por qué no lo necesitaba.
Me lancé hacia él tocándolo por todas partes, aunque él intentaba apartarme de su lado.
-¿¿Pero que coño es esto??, ¿¿Qué haces Jandro??.
-Me tienes loco, estoy que reviento por tu culpa, mira como tengo la polla por ti. Quiero montármelo contigo, necesito estar contigo en la cama.
-¿¿Pero que dices loco??, no me irás a decir que mi hermanito pequeño me ha salido de la otra acera-protestó-.
-No lo sé y no me importa, yo solo quiero tu polla, tu leche, te quiero a ti. Te quiero Jairo, te necesito.
Pegué mis labios y mis manos a su cuerpo y empecé a recorrerlo de arriba abajo, buscando la forma de convencerle, de seducirle. Sin más contemplaciones cogí una mano y la puse sobre mi rabo duro, excitándome y haciéndome suspirar de placer. Yo tocaba la suya como si fuera lo más maravilloso del mundo, como un regalo caído del cielo. Él protestaba y se resistía, pero entonces conseguí arrancarle un primer beso que me puso la piel de gallina. Noté que sus intentos desistían lentamente y entonces su mano que antes tocaba mi rabo ahora lo rodeaba y abrazaba. Me encontraba en el séptimo cielo: lo había seducido.
-Vamos allá nenita bonita, a ver que sabes hacer.
Mmmmmm como me puso ese “nenita bonita” que me dijo, me excitó de lado a lado. Mis besos se fueron por toda su cara: sus mejillas, sus parpados, su frente, su nariz, su barbilla y finalmente sus labios, pegándole un par de besos bastante potentes para luego ir bajando por su vientre hasta llegar a lo que yo más deseaba. Estaba relamiéndome a más no poder cuando le quité el calzón y algo fláccida asomó en toda su maravilla, dejándome en Babia. Imparable lo besé y mimé hasta que conseguí ponérsela totalmente dura.
-¿A que esperas, nenaza?, ¿no me la quieres mamar?. Pues ya estás haciéndolo antes de que cambie de idea.
Dicho y hecho, me puse a chupársela a mi querido hermano hasta el fondo, notando su pubis haciéndome cosquillas en la punta de mi nariz cada vez que me la metía toda en la boca. Mmmmm su sabor era mil veces más sabroso de lo que yo me lo había imaginado. El pedazo de nabo de mi hermano era una gloria del cielo.
-Mmm mmmmmmm mmmmmmmm mmmmmm…me encanta tu polla, pienso mimártela mucho de ahora en adelante…
-¿Pero desde cuando te pongo yo tan caliente, cacho nena?.
-Desde hace meses, cada vez que te veo tan acicalado para ir de ligues. Me pones tremendísimo con esas pintas de conquistador.
-No hables y vuelve a chupar zorrita, que me está gustando.
Uuuuuuuff que bueno fue aquello. A él le estaba gustando que su hermanito pequeño se la mamase, de modo que redoblé esfuerzos largo rato, demorándome cuanto más tarde mejor para tenerla en mi boca. Era un vicio que me ponía durísimo a mí también.
-Pero mira la maricona de mi hermanito, si está todo empalmado.
-Y con unas ganas de follar que ni te lo imaginas.
Tras esa declaración de intenciones, me puse a cuatro patas sobre la cama con una mano en la cabecera y otra en mis nalgas, separándolas y ofreciéndolas a su entera disposición.
-¿Quieres que te folle, Jandro?.
-Síiiiiiii lo quiero, lo necesito…vamos Jairo fóllame de una vez, te quiero bien adentro de mí…ooh por dios, ya no puedo esperar más…quiero que me folles, que me revientes el culo…quiero ser tu puta particular, tu fiel esclava y perra sumisa…lo quiero todo…
-Mírala la zorra ésta, quien lo diría…¿quieres polla?...¡¡pues polla vas a tener-sonrió con malicia-!!.
Se puso detrás de mí con su rabo apuntando a mi ojete. Notar la punta de su verga entre mis nalgas me excitó más aún, estaba que lo vivía a todo trapo. Yo no paraba de mirarlo mientras él miraba a su verga a punto de penetrarme, y aunque esperaba algo de delicadeza por su parte, hizo todo lo contrario. ¡¡Me embistió de una sola estocada, me clavó enterooooo!!. Aaaaaaaahh que dolooooor, me sentí desfallecer, pero no podía ser más feliz: al fin lo tenía dentro de mí. Cuando me repuse de aquello él se puso a lamerle el cuello y darme chupetones, a acariciarme, a besarme. Y antes de que pudiera decir palabra alguna, se puso a follarme.
-Mmmmmmm sí, asíi Jairo, asíiiii dame duro, reviéntame el culo…folla a tu putita…fóllameeeeeeeee…
-Claro que te voy a follar, ¿no es lo que querías putita mía?. Pues ahora vas a aprender que los actos tienen consecuencias.
No entendí a que se refería hasta que comenzó a follarme de la forma más salvaje posible, sin casi darme tiempo a reponerme ni a articular nada coherente. Me limité a aguantar sus brutales acometidas en mi orto, las cuales disfrutaba como si estuviese en un parque de atracciones y subiera de una a otra sin siquiera parar para descansar. Oooh que maravilla, que gozada. Mi hermano me estaba follando, me estaba haciendo más feliz de lo que jamás había sido.
-Qué, ¿te gusta hermanito?, ¿qué te parece que te den por el culo?.
-Me chifla, me encanta, me apasionaaaaaaaaaaa…aaayy dios de mi vida que cosa...no pares, sigue dándome duro…fóllame, córrete dentro, córrete de una puta vez…
-¿¿Sabías que eres una putilla muy viciosa hermanito??, ¿¿quieres que me corra en este culito que tienes??.
-Síiiiiiiii lo quierooooo…lo necesitooooooooooo…
-Te voy a llenar ese culo de lefa hasta que la escupas por la boca.
Aquella amenaza solo sirvió para ponerme al borde del éxtasis. De repente me hizo cambiar de posición, echándome boca arriba en la cama con el culo alzado. Él volvió a penetrarme y entonces me volvió a follar pero esta vez mirándonos a los ojos, poniéndonos a cien. Sus embatidas me ponían al rojo vivo al estar tocándome el punto g (sí, los hombres también lo tenemos, solo que está bien oculto ahí dentro) con la punta de su nabo duro, y eso me tenía a punto de correrme a mí también. Jairo no se detuvo a pensar en mí para nada, solo procuró follarme más y más fuerte hasta que se vino dentro de mí y sentí reventar y explotar de emoción. En ese momento llevó una mano a mi polla y me masturbó hasta que yo también me corrí, en un orgasmo fenomenal. El semen que lancé lo recogí todo con la mano y me lo tragué tan ricamente como el que él me echó, recogiéndolo con los dedos. Él estaba atónito.
-Sí, me lo trago todo-le dije-, me encanta lo bien que sabe, ¿pasa algo?.
-No sabía que fueras tan putita Jandro.
-Solo contigo hermanito mío, solo contigo. Ningún hombre más me excita. Solo tú y nadie más.
Volvimos a besarnos largo y tendido disfrutando de nuestros orgasmos, de aquel momento de abandono. La imagen era bellísima, tanto que me emocioné: los dos hermanos juntos en la cama, desnudos y tan campantes después de haber echado su primer polvo. En aquel momento yo podría haber muerto con toda la felicidad del mundo, me encontraba en el paraíso. Sin embargo, minutos después ocurrió algo con lo que no contaba: Jairo se puso a jugar con mi fláccida poronga. Pensé que lo hacía por agradarme, pero en aquellas caricias y sobeteos había algo más que tardé en descubrir: que mi hermano iba a devolvérmela con todas las de la ley.
-Jairo, ¿se puede saber que estás haciendo?.
-Correrme la gran maratón de Nueva York, no te digo…¿me vas a decir que te lo pasas en grande a mi costa y no voy a poder hacerte lo mismo-me replicó en tono sarcástico-?.
-Aaaahh…uuuuuuuff…ya, ya entiendoooo…mmmmmmmmmmmmm…ooohh que cosaaaaaaaaaaaa…
No me podía creer lo que me estaba pasando, si me lo llegan a decir me hubiera reído: mi hermano estaba mamándome la polla, y que forma de chupar tenía, me volvía loco. Antes de poder recomponerme de lo que ocurría él usó sus manos para acariciarme y pasarlas por mis bolas, acogiéndolas y chupándolas como si le fuera la vida en ello. Me tenía ardiendo, casi en las nubes. Nunca hubiera imaginado que él pudiera hacerme cosas tan deliciosas como esas.
-Vamos Jairo, haz feliz a tu hermano pequeño, dame más gustirriníiiiiin…eso es, dámelo todoooooooooo…aaaahhh síiiiiiiiiiiiiiiii…
-Mmmmm la madre que te parió, quien me iba a decir que iba a acabar follando con mi hermano y chupársela de arriba abajo…serás cerdita…
Uuuuuuufff como me ponían sus palabras, como me agradaba que me llamara “zorrita”, “cerdita”, “maricona” y cosas de ese estilo, me encantaba que me tratasen así. Poco después de mamármela se puso como yo antes, a cuatro patas sobre la cama, exactamente en la misma posición.
-Jairo…¿de verdad quieres que te lo haga?...
-¿Y por qué no, si antes te lo hice a ti?.
-¿Pero seguro que quieres?.
-O me lo haces ahora mismo o nunca vuelves a tener la oportunidad. Tú decides.
¿Mi hermano en pelota picada y pidiéndome rabo, y yo iba a dejar pasar la ocasión?. ¡¡Y UNA MIERDA!!. De inmediato me incorporé para ponerme detrás de él, pero entonces le dije que se diera la vuelta y que alzase el culo, que se lo iba a hacer pero por delante, como él me lo había hecho. Quería verlo en todo momento y él obedeció sin replicarme nada. Yo estaba mordiéndome el labio de la emoción viendo la escena: el bueno de mi hermano mayor a punto de dejarse follar por mí, con su culito listo para desvirgarse. Aquello me tenía loco de sexo, así que sin más dilación apunté, apreté…¡¡Y PERFORÉ!!.
-Aaaaaaaayyyy que daño que dañoooooooooooo…aaayyyy…me dueleeeee…
-Para que sepas cuanto me dolió a mí. Ahora prepárate mi adorada zorrita, ¡¡te voy a follar!!.
Sin más pausa me puse a darle por el culo con todas las ganas del mundo, me puse a follármelo con una fuerza que era impropia en mí. El deseo que despertaba en mis extrañas era algo que me traía por la calle de la amargura, y por fin me estaba desquitando. Aaaaahhh que gozada de culitoooooooooo…era una cosa maravillosa, que placer era ver como él estaba perdido en incoherentes gemidos, mirándome de vez en cuando a los ojos y haciendo que me dieran ganas de violarlo sin contemplaciones.
-¡¡Toma polla perra!!, ¡¡vamos perra!!, ¡¡goza, córrete puerca!!, ¡¡mira como te follo guarra, zorraaaaaaaa!!...
¿De verdad era yo quien lo estaba insultando de esa manera?. Pues sí, realmente era yo, pero lo mejor no fue eso, si no que él me contestó con una cara impagable “mmmm me gusta, dime más guarradas”, con lo que no paré de decirle toda clase de obscenidades mientras le taladraba el culo. ¡¡Aquello era el delirio!!.
-Me corro, me corroooooo…vamos Jairo, córrete tú también puta de mierda, he dicho que te corraaaaaaaaaaas…
-Ooooh sí, córrete en mi culo, fóllame bien hermanito, hazme de todo…sí hazlo ya, hazloooooo…
-Sí que lo haré, te lo voy a hacer como un poseso, te vas a entrar de lo que vale un peine, te follar a follar vivo…sí, asíiiiiiii…asíiiiiiiiiii…
Como si fuera un choque de trenes me corrí entre salvajes gemidos echándole toda la leche dentro, satisfaciéndome en toda su plenitud. Él se masturbaba con fiereza, ayudado después por mi mano. A punto de correrse me salí de él y su leche cayó por mi cara, salpicándome. Luego lo fui tragando, aunque con los dedos pringué la suya en señal de complicidad. Después volvimos a besarnos, con el sabor del semen en mi paladar. Fue el beso más lascivo que jamás di y poco a poco nos fuimos relajando hasta quedar con una suave calma tras la tormenta. Finalmente nos quedamos abrazados, acariciándonos las pollas y besándonos…
-Nunca se lo contaremos a nadie. Será nuestro secreto, ¿verdad?.
-Sí, nuestro secreto. Y cada vez que necesitemos desfogarnos nos lo montaremos a lo grande, como ahora…¡¡Volvamos a follar otra vez antes de irnos a dormir!!.
Jairo, ya empalmado, no habló. Sólo me dio un beso con lengua, y sonrió…