Ivonne, una hermana muy excitante. 2

Estoy fuera de control, la excitación va en aumento y visitas inesperadas no me van a detener. O si?

Ivonne, una hermana muy excitante. 2

Seguimos con la historia, ustedes disculparan el retraso en subirla, pero la verdad es que he andado muy atareada con sus mensajes y todas los correos que me mandan (dratentacion gmail com). Espero hayas sido de los seleccionados para recibir la invitación especial para el eBook y ya sepas de las noticias nuevas que me tienen muuuuuuy feliz!!! Todos serán contestados personalmente, prometido. Pues sigue la historia, pongan antención...

- Javi, soy yo! Ya estoy en casa!

  • Ah, bien, estoy aquí con Sergio!... le respondió Javi.

- Muy bien, les subo un refresco y así los saludo.

- Ok!

Fue a la cocina y sirvió dos vasos con refresco. Colocó los vasos en una charola y se dirigió hacia la segunda planta. Iba algo nerviosa, pero con ganas de jugar peligrosamente. Resultaba emocionante. Hacía tiempo que no vivía una situación tan excitante. Estaba disfrutando. Cuando entró en la habitación ambos estaban en traje de baño y sin camisa. Su hermano con uno tipo short de color verde y Sergio con uno mas largo y ancho, más acorde a sus carnes.

- Hola, Sergio, cuánto tiempo… Se dieron un beso en la mejilla sin que ella soltara la bandeja y se fijó en su gordura y flacidez… Y tu hermana?

Sergio la rodeó por la cintura al besarla.

- Bien, muy bien, con sus cosas. Tú sigues tan guapa como siempre.

- Y tú tienes que perder unos kilitos… le dijo dándole una palmadita en la barriga.

- Sí, sí…  sonrió.

Sus tetas se movían bajo la blusa como si fueran dos redondos globos y a Sergio se le iban los ojos, como si no pudiera remediarlo. Luego se inclinó para darle un beso a su hermanito, procurando que sus senos le rozaran el pecho.

- Yo les dejo esto aquí que me voy a tomar un poco de sol. Los espero abajo si se quieren dar un baño en la alberca.

Se inclinó hacia adelante para soltar la charola en la mesa, dándoles la espalda. Puso el culo dirigido hacia ellos, dejándolos ver el inicio del canal de sus nalgas sobre le cintura del pantalón. Sergio se frotó la verga mordiéndose el labio al cruzar una mirada con Javi. Al incorporarse y volverse hacia ellos, las tetas apretujadas volvieron a moverse de manera invitante.

- Bueno chicos, los dejo, si quieren nadar ya saben. Hace un calor terrible.

- Ahora vamos – le dijo Javi.

Al pasar por su lado y dado lo que hasta el momento era natural, su hermanito Javi le asestó una cariñosa nalgadita en la pompa. Ella ni se inmutó y salió de la habitación, aunque se detuvo tras simular que se alejaba para oír que decían.

- Ufff! Javi, qué buena está la cabrona, que rico ha de ser que le puedas tocar las nalgas así. Hasta tu padre seguro quisiera cogérsela. Vamos a bajar, ¿no? Quiero verle las tetas a tu hermana.

- Jajajaja, ni me lo digas. Ya me ha puesto caliente otra vez... señaló Javi.

Sonrió excitada de haberles provocado intencionalmente y fue a su habitación para cambiarse. El juego de seducción no había terminado para ella. Se cambió a toda prisa y se puso un bikini de animal print muy erótico. Una tanga muy pequeña de tiras negras anudada a los costados y con una fina tira negra metida por el culo que se le encajaba en la raja dejándola muy abierta. Ya cerca de la alberca, colocó la jarra de limonada y unos vasos bajo la sombrilla y se recostó en una hamaca, boca arriba, con aquel top que casi no cubría sus senos. Sus tetas redondas y turgentes se presentaban desafiantes. Esperó impaciente. Les oyó venir al poco rato. La abordaron por los dos lados, con su hermanito Javi a la derecha y Sergio a la izquierda. No apartaban los ojos de sus tetas, de sus marcadas e hinchadas areolas los pezones bien firmes y duros. También en la parte delantera del tanga se marcaba su sexo haciendo un delicioso camel toe. Ivonne se quitó los lentes y se incorporó un poco.

- Hace calor, ¿verdad? ¿Quieren más limonada?

- Sí... dijo Sergio, al que le notó una erección bajo la tela del traje de baño.

Se levantó y dio unos pasos hacia la mesa. Se curvó para servir de la jarra y les ofreció una vista de su culo empinado hacia ellos, con la tanga negra bien metida en la rajita. Sergio hasta ladeó la cabeza tocándose la pija, para ver si distinguía algo en la entrepierna. Llevaba la tanga bien remetida en la zona baja del culo. Sergio soltó un suspiro para contenerse. Llevaba unos tacones altos que le otorgaban estilo y al darse vuelta para entregarles el vaso, sus tetas se balancearon dejándolos anonadados. No se separaban de su lado. Volvió a sentarse en el centro de la hamaca.

- ¿Me pones crema, hermanito?

- Claro.

Javi se sentó tras ella, con el bulto de su short muy cerca del culo de su hermana. Pudo compartir la mirada con su amigo Sergio, quien se moría de envidia y no paraba de darle tragos a su limonada. Se vació algo de bronceador en las palmas y comenzó a deslizarlas suavemente por la espalda de su hermana, embadurnándola de crema. Javi tenía la verga muy hinchada y muy cerca del culito de Ivonne. Sergio observaba boquiabierto el manoseo.

- Uy, qué rico, hermanito…

Le pasó las manos por los costados y las deslizó por su vientre, apretujándolo para embadurnarlo bien. Los cantos de las manos pasaban muy cerca de la tira superior del tanga, llegando a rozar un poco más de lo debido. Sergio tuvo que tocarse el bulto sin poder contenerse.

- ¿Te pongo en el pecho?

- Sí, claro.

Le abordó con las manos el pecho por la parte alta, sobándole con extrema suavidad. Gozando del masaje y de los pezones cada vez más duros. Ivonne sentía que se venía en la tanga ante el manoseo, ante la mirada del amigo de su hermanito. Trató de contener el placer aparentando cierta naturalidad e ingenuidad.

- Entonces, Sergio, tu hermana está ya bien de la operación.

- ¿Qué?... Javi continuaba sobándole las tetas. - Sí… Eh… Sí, ya está mejor…

- Yo me alegro.

Ivonne tomó sus manos y las pasó por debajo de la tela de su top, haciendo que los dedos de Javi tocaran por completo sus tetas y acariciaran sus pezones. Todo con naturalidad, escondiendo el deseo que sentía.

- ¿Sergio, ya has visto que bonitos senos tiene mi hermana?

- Ay Javi, hermanito, no estés molestando…

Sonó el celular en ese momento y no tuvo más remedio que levantarse, evitando que los tocamientos fueran a mayores. Era su marido y parecía disgustado.

- Cariño, el Sr. Kuri lleva toda la mañana esperando los presupuestos y está que revienta. Baja y mándalos por email por favor, urgen…

- Ahora bajo, no te preocupes... Colgó y miró a los dos. Javi continuaba sentado en la hamaca. Se dio cuenta de lo erecto de su pene, acostado a un lado del short.... - Voy al despacho. A Rafa le ha entrado la prisa de unos correos. ¿te quedas a comer, Sergio?

- Claro, gracias.

- Vuelvo pronto…

Y se encaminó por el camino de piedra hacia la casa, contoneando su culito por los tacones, con la tanga totalmente metida en el culo, con las tetas desafiando la gravedad. Exhibiéndose como una zorra ante su hermanito y su amigo. Vista de espalda, se veía el movimiento cadencioso de sus nalgas. Ya dentro de la casa, abrió un poco la cortina para ver la reacción de los chicos. Vio a Sergio meterse la mano dentro del traje de baño para refregarse la pija y a Javi frotándose todo el miembro por encima del short. Tenía el coño que le ardía. Estaba seduciendo a su propio hermano. Mientras Javi le sobaba las tetas en presencia de su amigo, ella se había mojado la tanga. La tenía húmeda. Agitó la cabeza ante un escalofrío y se dirigió hacia el sótano. La llamada de Rafa le había venido bien para continuar con su papel de hermana distraída, aunque era consciente del riesgo que corría con aquel juego de seducción tan peligroso.

Bajó al sótano, deseosa de terminar cuanto antes para seguir con el juego de seducción. La sensación libidinosa continuaba por todo su cuerpo. El sótano era un espacio frío, con las paredes de hormigón. Un despacho donde cabía una mesa rectangular con cristal y unos estantes para las cajas de archivo. Encendió la lámpara y una ligera luz blanca iluminó la habitación. Se encontraba de pie en una esquina buscando entre un montón de papeles en busca del USB cuando oyó unos pasos que bajaban. Seguro que eran ellos. Seguro que venían para seguir con el juego. La cosa podía terminar mal y puede que luego se arrepintiese, pero la tremenda excitación resultaba imparable y decidió continuar de espaldas, simulando que buscaba entre la documentación, ligeramente curvada hacia delante exhibiendo bien su trasero.

El Sr. Kuri giró hacia el despacho y se encontró con la exhibición. La vio de espaldas, semi desnuda. Con toda la espalda descubierta, calzando las zapatillas de tacón alto. Se quedó boquiabierto. Una erección repentina lo sorprendió al ver en aquel estado a la mujer de su socio. Iba poco por aquel despacho, salvo alguna rara vez para buscar algún informe urgente, y qué grata sorpresa se estaba llevando. Qué buena estaba la zorra. Qué culo más paradito, con aquellas nalgas tan redondas y tersas. Se podía pensar que estaba desnuda del todo hasta que le vio los lacitos laterales del tanga. Carraspeó para su llamar su atención. Ivonne se enderezó y se giró hacia él. Sus tetas se movieron cadenciosamente presentándose orgullosas al frente. Al verle, arqueó las cejas abochornada y por reflejo, se tapó el busto con el brazo izquierdo y la derecha la mantuvo pegada al costado.

- ¡Sr. Kuri!, ¡Me estaba dando un baño y me ha llamado Rafa! Bajé corriendo para enviarle el email…

El viejo la miraba sosteniendo un puro apagado en la boca. Enseguida detectó su mirada sucia. Se moría de vergüenza, pero ella había propiciado aquella situación tan embarazosa al bajar así al despacho. La calentura la había cegado. El Sr. Kuri, a sus setenta años; estaba calvo y con el rostro bastante arrugado, tenía un fino bigote canoso, una ligera panza y piernas flacas.

- Es que no puede ser, llevan los clientes dos horas esperando en la oficina los cochinos presupuestos... dijo de muy mal genio, con la nariz ensanchada y la boca chueca.

- Perdone usted, ahora mismo los envío, voy a cambiarme…

  • ¡Venga, carajo, muévete que no tengo todo el día!

- Sí, sí, no tardo…

Nerviosa y ruborizada, Tomó el USB rápidamente dejándolo caer al suelo. Tuvo que inclinarse y ofrecer de nuevo la vista de su culo al recogerlo. El Sr. Kuri se mordió el labio al verle de nuevo las nalgas y como la tanga de le clavaba en la raja. Se sentó en la mesa, manteniendo el brazo izquierdo cubriendo sus pechos para taparse un poco, aunque los pequeños triangulitos del top no dejaban mucho a la imaginación. Encendió la laptop y esperó el arranque del sistema. Cruzó las piernas bajo la mesa porque a través de la superficie de cristal le devoraba con la vista las piernas y lo que cubría la tanga.

- Es que me he entretenido y se me fue el tiempo... se disculpó, tecleando sólo con la mano derecha, muy torpemente.

- Que no vuelva a pasar, ¿me has entendido? Estás de zorra todo el día y no se te puede pedir una cosa…

- Ahora mismo lo mando, no se preocupe, no se ponga así…

Pero iba demasiado lento al teclear sólo con un dedo.

- ¡Date prisa, carajo!

- Sí, sí… Es que me ha encontrado así y…

- ¿Ahora te da vergüenza enseñar las tetas? ¿Y en la alberca no te da vergüenza? ¡Por favor! Date prisa!

- Ya voy, ya voy…

Retiró el brazo izquierdo de sus pechos para teclear más rápido con las dos manos. Dejó las tetas a la vista del viejo. El pequeño bikini presentaba de manera sin igual sus senos coronados por sus pezones duros, marcando sus areolas hinchadas. Mientras tecleaba y por el movimiento de los brazos, sus tetas se movían desafiantes. El viejo la miraba lujuriosamente, casi se le caía la baba. Ivonne estaba totalmente ruborizada. Qué mal trago estaba pasando, se había confiado en exceso, todo fruto de la súbita calentura y las ganas de seducir a los chicos. Por fin consiguió enviar el correo. Enseguida, se tapó el busto de nuevo con el antebrazo izquierdo y levantó su rostro ruborizado hacia él.

- Ya está, Sr. Kuri.

- Hazte a un lado, que voy a comprobarlo…

- Sí, sí, pase, voy a vestirme…

Al levantarse y cruzarse con él, le atizó una buena nalgada en el trasero, una palmada que le hizo vibrar las carnes.

  • Anda zorra, que no me tienes contento…

Ivonne sólo se llevó la mano al culo y caminó deprisa dando vuelta hacia la escalera. El muy cabrón le había tocado el culo. Qué vergüenza y qué pena. El socio de su marido, y todo por no haber enviado el correo al engancharse con el juego sexual de Javi y Sergio. Se quitó las zapatillas y cuando estaba a punto de subir, oyó unos chasquidos. Con discreción, se volteo e intentó observar entre las hojas de una planta y lo vio de pie tras la mesa, con la pija de fuera, jalándosela velozmente. Era un pene pequeño con forma de plátano, muy curvada, con el glande en punta. La tenía fuera de la bragueta, con unos huevos flácidos y peludos. Sostenía en la mano un porta fotos donde aparecía ella junto a su marido en la orilla del mar. Jadeaba y fruncía el entrecejo según la intensidad del placer que se daba. Ivonne observaba el frenético movimiento de la mano y el glande asomando por encima del puño.

Era el tercer hombre que se masturbaba fantaseando con ella ese día. A pesar de su avanzada edad y de su mal aspecto, le pareció morboso y excitante que se masturbara allí, en el despacho y con su foto. No le atraía el viejo, pero sí la situación. Se metió la mano dentro del tanga para acariciarse la concha al mismo tiempo que él. Cómo se jalaba la verga, sin dar descanso al brazo. Se sacó la mano del tanga y se miró los dedos. Los flujos vaginales brillaban en su piel. Volteo la cabeza hacia el despacho. Ahora jadeaba más fuerte. Colocó el retrato en la mesa bajo la verga y al segundo comenzó a derramar su leche encima de la foto. Gotas de leche espesa fueron extendiéndose por todo el cristal, ocultando con la blancura el rostro de su marido y el de ella. Cómo le había calentado al exhibirse ante él con ese bikini que poco tapaba. Se había masturbado ahí mismo, eyaculando sobre una foto donde aparecía con su marido. Era un cerdo. Dejó el retrato lleno de semen encima de la mesa, se desabrochó los pantalones para guardarse la pija y ajustar la camisa. En ese momento, Ivonne subió con cuidado de que no la oyera.

Estaba muy caliente, la excitación tenía su sexo hirviendo. No sabía qué le estaba pasando, qué le había sucedido desde que sorprendió a Javi masturbándose. Tenía ganas de tomar el consolador y darse gusto con él, pero quería continuar el juego. Los vio jugando en la alberca. Subió a su habitación y se puso un babydoll corto de raso, color negro, con encaje en las copas y escote abierto. Del busto salían unas anchas tiras anudadas al cuello, dejándo la espalda al descubierto. Lo más sexy eran las aberturas laterales con detalle de lacitos. Aberturas que le llegaban hasta la cintura. No se puso tanga y se calzó de nuevo las zapatillas altas para realzar su figura. Se mojó un poco el cabello para simular que se había dado un baño y se hizo una coleta. Bajó de lo más sugerente. Aún se encontraban en la alberca.

Bajó al sótano. El muy cerdo había dejado el retrato tirado y lleno de leche. Lo cogió y lo acercó; primero oliéndolo y después probándolo con la punta de la lengua. Tenía un sabor rancio. Tuvo que tocarse la concha por el morbo que estaba sintiendo. Estaba probando el semen de otro hombre, de un hombre de setenta años. Además socio de su marido. Qué zorra se estaba volviendo, tuvo que decírselo a sí misma. No podía más, necesitaba desahogarse. Puso el porta-fotos en la mesa, y se sentó en el sillón. Se subió el babydoll hasta las ingles y sacó sus tetas por el escote. Metió los dedos de la mano derecha en la leche del viejo y luego la bajó para untarse las tetas con ella, esparciéndola por todos lados, frotando sus pezones. Se comenzó a tocar con la otra mano, sobando su sexo frenéticamente. En momentos subía la mano y se relamía los dedos, saboreaba la mezcla de semen y flujo vaginal, para bajarla enseguida y seguir haciéndoselo con los dedos. Cerró muy fuerte los ojos al venirse dando un ahogado grito. Se miró los senos, los tenía todos manchados de nata viscosa. Tomó un clínex y se limpió. Después limpió del retrato en el pañuelo y el cristal volviéndolo a colocar en su sitio. Trató de relajarse un poco acompañada de aquel silencio del sótano y aquella iluminación tan tenue. Cómo podía haber sucedido tal cosa?... y cuando más ensimismada estaba, se encendió la luz de la escalera y sintió pasos que bajaban.

- ¡Ivonne, ya vamos a comer!

Continuará...

Besitos

Dra. Tentación