Ivonne, una hermana muy excitante. 1
La seducción y el juego erótico hace presa a Ivonne, que no sabe hasta donde se está arriesgando...
Ivonne, una hermana muy excitante. 1
Sin duda Ivonne es una chica muy excitante y feliz de que le escriban, bueno; nos escriban. Yo tambíen tengo lo mío, jajajaja. Me da mucha alegría leerlos y saber que las historias les gustan tanto. No dejen de mandar sus mensajes a dratentacion gmail com Todos sus mensajes prometo contestarlos y pasarle sus peticiones a Ivonne. En una de esas le dan ideas para sus aventuras. No se queden sin su compendio de historias en pdf. Preguntenme como obtenerlo. Ivonne es muy sensual y atrevida, pero en realidad que tanto...
Ivonne, felizmente casada con Rafa; descubre a su hermanito Javi y a su amiguito Sergio masturbándose mientras veían una película porno. Desde ese momento se convierte en una mujer deseosa de satisfacer todos sus deseos sexuales. En una hermana muy cachonda, dispuesta a cualquier cosa con tal de cumplir sus frenéticos deseos.
Ivonne era una señora en plenitud, de 38 años felizmente casada con Rafa, de 43. Llevaban bien su matrimonio, sin muchas crisis; con los altibajos propios de la pareja. Pero perdidamente enamorados el uno del otro.
Ivonne tenía un hermanito, medio hermano para ser exactos; de dieciocho años recién cumplidos que se llamaba Javi. Vivían en una casa en una de las colonias más distinguidas de la ciudad. Económicamente, estaban bastante desahogados y la cuenta no paraba de crecer desde que unos años antes Rafa se asoció con un importante publicista, el Sr. Kuri, con quien había fundado una de las más prestigiosas empresas de marketing del país. El Sr. Kuri, de 68 años, controlaba el ochenta por ciento de las acciones y se encargaba de la gestión comercial y el apoyo económico; mientras que Rafa con su veinte por ciento era el encargado de la administración.
A pesar de su avanzada edad, se resistía a jubilarse. Le gustaba llevar las riendas del negocio por sus contactos en el mundo de la publicidad. Se había quedado viudo y no tenía hermanos, por lo que Rafa tenía la esperanza de comprarle su parte cuando decidiera retirarse. Era un hombre discreto y reservado. De un carácter muy amargo. Un hombre muy minucioso para los negocios. Tenían las oficinas centrales de la empresa en pleno centro de la ciudad, con más de cien empleados. En el sótano de la casa, Rafa había montado un despacho para trabajar desde casa cada vez que fuera posible y para que también su mujer (Ivonne) pudiera ayudarle en algunas cosas cuando él estaba de viaje.
Ivonne no trabajaba, ayudaba a su marido desde la oficina de casa. Atendía algunos pendientes que le pedía su esposo. Pero se lo tomaba con calma, no estaba atada a horarios y había días en que ni bajaba a la oficina.
Desde que empezaron a subir económicamente, se había convertido en una señora de sociedad. Cada mañana salía a desayunar con las amigas, un par de horas en el gimnasio. Iba a clases particulares de inglés y luego se daba un baño en la alberca de casa. Si acaso, bajaba a la oficina un par de horas por la tarde. A sus 38 años físicamente estaba divina y daba la sensación de que los años no pasaban por ella.
Era bajita, apenas media 1.58 mts. y de figura esbelta. Una mujer llamativa, con la piel suave, muy bien cuidada con tratamientos caros. Tenía una cabellera negra larga a los hombros, con un fleco que se peinaba para los lados. Ojos claros, entre grises y verdes. Nariz afilada y labios finos y rosados. Era muy atractiva de cara. Tenía unos pechos preciosos; redondos y suaves. Bien erguidos por la operación que recién se había hecho. Con aureolas hinchadas y color café claro. Los pezones siempre bien duros y parados; apuntando al cielo. Su culo tenía forma de corazón, con nalgas redonditas y carnosas. Su mayor atractivo sin duda.
Llamaba también la atención por su estilo de vestir; con vestidos finos y conjuntos muy coquetos y sexys. Su caballera oscura, le daba mucha sensualidad cargada de erotismo.
Llevaba una vida más o menos entretenida. Su marido trabajaba mucho y ella le ayudaba todo lo que podía, pero cuando llegaba el fin de semana solían desconectar y aprovechaban para salir a cenar con los amigos. O tomaban un vuelo a la playa con regreso el Lunes. La pasaban muy bien.
Su hermanito, quizás porque al ser el más chico y consentido, le habían inculcado una vida caprichosa. Estaba convirtiéndose en un chico promedio que no paraba de estar entretenido con los amigos y no ponía atención a las clases. Ivonne incluso le pidió a Rafa emplearlo en la empresa.
La vida sexual con su marido resultaba bastante amena, no se podía quejar. Él era un hombre muy cachondo y bastante calenturiento. Al menos una o dos veces por semana hacían el amor. Casi siempre en la cama y casi siempre empleando las dos o tres posturas habituales. Tenían poca iniciativa y creatividad. Alargaban mucho el preámbulo con las caricias y tocamientos, terminaban calentándose en exceso, así es que la cogida duraba poco. Sus aptitudes sexuales entraban dentro de la normalidad.
Ivonne, en su juventud, fue muy precoz y suspicaz. Durante sus años en la universidad tuvo varios novios y se acostó con unos cuantos, igualmente en su trabajo de modelo y edecán en eventos de todo tipo. Cuando conoció a su actual marido ya había recorrido bastante camino y sentó cabeza. Había estado tentada a serle infiel en un par de ocasiones con gente del gimnasio, pero tuvo la cabeza fría de saber contenerse y cortar a tiempo. Tenía una vida feliz y así la quería. No iba a arriesgar el sueño de princesa por un acostón.
En cambio para Rafa, Ivonne era el amor de su vida, la única mujer con la que quería estar. Era un hombre fiel, a pesar de que su socio; El Sr. Kuri, era muy desenfrenado en cuanto a mujeres. Le había llevado muchas veces a clubes de tabledance, pero nunca había pagado por acostarse con una prostituta.
A Ivonne, el Sr. Kuri no le gustaba mucho, era un libidinoso; un viejo verde que la bombardeaba con sucias miradas. Ella trataba de evitarle, pero era é, el que ponía las reglas en la empresa y no le quedaba más remedio que saber sobrellevarlo. Y esta era la vida afortunada de una mujer como Ivonne, hasta que un suceso cambiaría el rumbo de las cosas. Un suceso, aparentemente normal, que alteraría esa vida boyante y próspera. Una serie de acontecimientos propiciados por ella misma la atraparon en un juego sexual del cual no era fácil salir.
La reacción de la mente humana es impredecible cuando se enfrenta a un hecho, tan morboso y a la vez natural en adolescentes; descubrir a tu hermanito de dieciocho años viendo una película porno con un amigo.
Acababa de comenzar el verano. Su hermanito Javi llevaba sólo dos días en casa de visita. Ya le habían dado vacaciones en el colegio. Javi era un chico normal y bien parecido, con una voluminosa melena de cabellos revueltos. Tan negra como la de su hermana, sólo que un poco tímido. Algunas chicas iban tras él, pero por su corta edad no se había atrevido a entablar una relación, de hecho jamás había estado con ninguna. Era virgen. Su excesiva timidez las repelía. Era una pena, de haber querido; hubiera podido ya haber tenido novia. Tenía un cuerpo muy rico, musculoso porque le encantaba practicar todo tipo de deportes.
Su mejor amigo era Sergio, de veinte años, regular en los estudios y con un carácter muy similar al suyo, quizás por eso se llevaban tan bien. Físicamente, Sergio no era un chico muy agraciado. Estaba gordito, con piernas y brazos robustos, culo gordo, barrigón. Tenía la panza con la piel muy blanca y velluda. Con la cabeza redonda y pelada al rape. Eran amigos desde la infancia y siempre habían estudiado juntos.
Aquel lunes, Ivonne cumplió con su rutina de siempre. Le dejó a su hermanito consentido Javi el desayuno preparado y salió con sus amigas. Después estuvo una hora en clase de pilates y se pasó a comprar algo de ropa.
Llegó a casa alrededor de las once de la mañana. Su marido le había llamado para ver si podía hacer unos presupuestos que necesitaba el Sr. Kuri, unos presupuestos que debían presentarle a unos clientes esa misma tarde.
Cuando entró en casa, se tomó un café en la cocina y recogió los platos del desayuno de Javi. Vio en la entrada la bici de Sergio. Probablemente, estarían en la habitación de Javi jugando a los videojuegos. Así es que soltó las bolsas de la compras y subió a la planta de arriba. Pensaba darse un baño, tomarse una copa de vino y quizás antes de la comida trataría de redactar e imprimir los presupuestos. Pero cuando dio vuelta en el pasillo, se paró en seco. La puerta del cuarto de su hermano estaba entreabierta y del interior se escuchaban unos gemidos procedentes de la televisión.
- Mira ésa qué tetas tiene… le escuchó decir a su hermano… Mira cómo se la mete… Cómo me gustaría ser yo…
Ivonne sonrió al imaginarse que veían una película porno. Era algo normal en adolescentes de dieciocho años. Pero el comentario de Sergio la dejó asombrada y arqueó las cejas tapándose la boca.
- Mira, la muy zorra tiene las tetas como tu hermana… Ummm!… Qué buena está…
- Sí… Ohhh…
- Cómo me gustaría verle las tetas a tu hermana otra vez. ¿A ti no te gustan?
- Cómo no, me encantan…
Dio unos pasitos sigilosamente con la intención de asomarse. Los vio de espaldas, sentados en el sillón, frente al televisor. Se desarrollaba la escena de una película porno donde dos chicos le hacían una doble penetración a una mujer. Sólo alcanzaba a ver sus cabezas y sus hombros. Se estaban masturbando a juzgar por los movimientos de sus brazos. La situación la puso tensa, aunque no borró la sonrisa de sorpresa. Le resultó morboso espiar a su hermano mientras se masturbaba con su amigo. Viendo a los dos, jalándosela, hablando de ella, la pusieron excitada y muy caliente. No lo pudo remediar. Nunca se imaginó encontrarse en una situación como aquélla. Su hermano comenzó a jadear y a mover el brazo más rápidamente, hasta que cabeceó en el respaldo cesando los movimientos del brazo. Vio cómo salpicaba leche hacia delante, gruesas gotas que se repartieron por la mesa del televisor. Sergio continuaba dándose. Su hermano se levantó y entonces vio sus nalgas, un culo pequeño y redondito. Estaba muy bueno. Al ponerse de perfil pudo fijarse en su pija tiesa. Un miembro hermoso, bien parada hacia arriba. Una pija no muy gruesa pero larga. Le colgaba un hilo de semen de la punta que terminó goteando en el suelo. Observaba cómo se masturbaba su amigo.
- Cómo me gustaría que esa zorra fuera tu hermana… Qué cogida le echaría… Cuando la veo tomando el sol con las putas tetas en el bikini, me vengo dentro… ¿No te la cogerías aunque fuera tu hermana?
- Le reventaría el culo…
- Ahhh… Ahhh…
Sergio se levantó masturbándose desesperadamente. Dando un paso hacia la pantalla, concentrado en las imágenes. Ivonne vio su espalda ancha y sus lonjas de gordura. Así como su culo gordo de nalgas abombadas y peludas, de una piel blanca. Al tener las piernas algo separadas se distinguían sus huevos flácidos danzando de un lado al otro. Ivonne continuaba espiándoles con sorpresa, sentía en su mente una mezcla de placer e indignación. Unos segundos más tarde comenzó a salpicar la pantalla de leche; hasta que acabó de jalarse la pija. Se inclinó para recoger sus boxers y el culo gordo se le abrió, pudiendo verle mejor los huevos entre las piernas y el fondo de la raja del culo. Una raja profunda y cubierta por un denso vello que ocultaba el orificio anal. Su cuerpo gordo no era atractivo, lo excitante era la situación.
Ivonne se retiró en ese momento por miedo a que la descubrieran. No sabría reaccionar ante una situación tan incomoda.
Ya en su habitación, se pasó las manos por la cabeza. Estaba cachonda como una perra en celo. Le ardía la conchita. Verles así; masturbándose, fantaseando con ella, la habían empujado hacia una serie de pensamientos de lujuria, inimaginables para una mujer de sociedad como ella. Lo lógico sería escandalizarse, pero la sensación resultaba adictiva. Entró al baño de la recámara y se miró al espejo. Excitarse con su propio hermanito resultaba muy morboso, muy lujurioso. Era una sensación abrasadora, difícil de contener.
Se bajó los pantalones y la tanga, se sentó en la taza. Cerró los ojos para recordar la escena y comenzó a masturbarse tocándose la concha con mucha prisa. Presionaba su clítoris con la yema de los dedos, hasta que instantes después cerró las piernas, manchándose la mano de sus jugos vaginales. Ya un poco más relajada, siguió acariciándose los labios de su sexo.
Trató de reflexionar, trató de alejar esas tentaciones inmorales. Pero la calentura traicionaba su mente. El juego resultaba excitante. Llevaba un pantalón blanco ajustado a la cadera. Se lo volvió a poner pero ahora sin tanga, como se puso sin brassiere una camiseta de tirantes donde sus senos aparecían bien marcados bajo la tela mostrando sus atributos en el escote y marcando sus excitados pezones. Estaba dispuesta a incitarles, a convertirse en una auténtica calienta pitos de aquellos dos mocosos. Le excitaba sólo el hecho de pensar que se ponían cachondos con ella. Llegó hasta la escalera y miró hacia arriba. Les oía murmurar.
- Javi, soy yo! Ya estoy en casa!
- Ah, bien, estoy aquí con Sergio!... le respondió Javi.
- Muy bien, les subo un refresco y así los saludo.
- Ok!
Continuará...
Besitos
Dra. Tentación