Ivet

Una de mis primeras experiencias con una chica mayor que marcó mi afición por las cosquillas.

La adorable Ivet

"Recuerdo que hace ya algunos años, mi padre tenía una amistad muy buena con una chica que nos conocía a todos en la familia, desde que era niña. yo recuerdo que tenía como 10 años, y ella era una adolescente morenita, de cabello largo y oscuro, que desde esa temprana edad se dedicó a trabajar. El tiempo hizo lo suyo, y de pronto, esa adolescente risueña se convirtió en una chica empezando sus veintes, y gustaba de ir a casa, a veces a comer, y a veces a "cuidarme", con mis hermanos menores. Lo digo en ese plan, porque yo ya tendría unos 17 años, pero mis hermanos eran chicos todavía, así que cuando mis padres salían a algún evento, Ivet nos cuidaba. Yo me sentía algo molesto con esto, porque realmente no había necesidad de que alguien de 22 años nos cuidara, pero por una parte, me tragaba mis palabras cuando platicábamos, pues ella ponía películas para mis hermanos, y mientras, nosotros reíamos y charlábamos mientras tardaban en llegar mis papás.

En esos ratos, yo notaba que ella ya no era en efecto, una muchachita: ya estaba más alta, su voz había cambiado, y no me llamaba la atención físicamente, pero era muy agradable. LLegó el invierno, y para variar, mis padres tuvieron que salir a una invitación muy formal, y como yo ya tenía edad suficiente, me dejaron solo, porque mis hermanos no se encontraban en casa. Antes de partir, llegó Ivet, y mi jefe pensó que estaría bien que me hiciera algo de compañía. "cuídalo y checa que se porte bien" le dijo a ella, antes de cerrar la puerta. Yo estaba viendo una película en el sillón, y ella se sentó a mi lado, pero yo me sentía muy entretenido con la acción y casi ni platicábamos. Entonces, ella me dijo "¿quieres que vaya por palomitas?" yo, asentí, pues tenía algo de hambre. Salió a la tienda, y después de que llegó y que nos comimos las palomitas, me empezó a hacer plática ¡justo a mitad de mi película!.

Algo que he de aclarar, es que ella siempre usaba zapato abierto, pero por motivos del frío, ese día traía unas botas largas, y a mí me extrañó un poco, y poco a poco, en parte por la distracción del video, y en parte por entrar a la plática, sentí curiosidad de ver sus pies. Pero como tenía algo de flojera, mejor decidí retomar la atención de la película, y ella comenzó a lanzarme las palomitas sobrantes del empaque. "ah,¿sí?" entonces, le piqué los costados, y vaya sorpresa, era muy cosquilluda, tanto que en unos instantes yo ya estaba dominándola fácilmente. Su risa era muy áspera, pero me encantaba escucharla carcajearse así. "ja,ja,ja,ja,ja, vas a ver, deja que me reponga, ja,ja,ja," y decidí dejarla descansar un momento. Ella, sorpresivamente me enterró un dedo en mi costado, pero no tuvo éxito, y era muy tarde cuando se dió cuenta de que soy un tanto insensible, porque volví a hundir mis yemas de los dedos en sus costillas. "nooo, basta, por favor, eres muy malooooo,ja,ja,ja,!" reía con ganas, y como pataleaba con gran fuerza, decidí tomar su pierna y tratar de sacarle su bota...

mientras picaba su vientre y sus costillas, trataba de desatar las agujetas de su calzado, y era una tarea muy difícial, ella reía a más no poder, sus enormes dientes se asomaban por su boca, sus fuerzas eran mínimas, y yo trataba a la vez de subir su camisa para cosquillear su ombligo, pero la bota no cedía, hasta que ella me dijo "no, no, ja,ja,ja,jaaaaaaaaa, así no sale, ja, ja,ja, tiene un cierre, jaaaa" y era cierto, había un cierre que hacía más fácil el trabajo. Subí su pantalón, era de una tela suave y oscura, tal vez alguna vez fué negro, y al subirlo, cosquilleé su pantorrilla, y bajé con desesperación el cierre. Sus carcajadas crecían, y el sudor ya corría por su frente, mientras a mí, la sangre me subía cada vez más a la cabeza.

saqué la bota, y de inmediato, llegó a mi nariz un olor a pies que estaba medio extraño, un tanto a sudor y a patas, porque sus botas eran muy altas y los calcetines que trraía no se veían muy limpios, incluso estaban rotos de un talón."Ay, no, me vas a oler los pies, y no me puse talco, ja,ja,ja,ja,jaaa" decía mientras tiraba lejos su bota. Ignoré el hedor, y mis manos se concentraron en su pie, el cual, era verdaderamente sensible, y ella se retorcía de la risa, abría las piernas, las cerraba, pataleaba, y de pronto, cayó del sillon, pero no solté su pie, y no paré el tormento. cosquilleaba su talón, la planta, el empeine, que parecía ser su punto débil, porque los espasmos de risa eran más fuertes ahí. los dedos del pie estaban empapados, yo creo de sudor, y hedían más que el resto del pie, pero ese aroma ya no me molestaba, y al parecer, ella disfrutaba la sesión de cosquillas, porque no me dijo en ningún momento que le incomodara o que parara en seco.

Dejé que descansara un momentito, porque de verdad estaba sudando, incluso su calcetín se estaba empapando de sudor, se recostó, tomó aliento, y se lanzó sobre mí. "al parecer no eres sensible, ¿verdad?" me dijo con cara maliciosa... "no que yo sepa" le contesté. "Ah, ¿sí? " y diciendo eso, comenzó a explorar mi cuerpo. abrió mi camisa, y con sus dedos rozó mi pecho, la sensación que me provocó era extraña para mí, al ver que aparentemente no había efecto, aunque realmente al tener encima a una chica, tocando mi pecho con sus manos, y que de cierta manera estaba calientita por la risa y las cosquillas, comenzó a excitarme de una manera que nunca había sentido. Bajó más, y más, pero de pronto subió y tocó mi cuello... con eso, sentí escalofríos y ella, se percató de ello. "ah, ya sé donde atacarte!" y acercó sus dedos a mi cuello, se aferró bien encima de mí, apretando sus piernas, y los escalofríos recorrían mi ser, hasta que de pronto, nos calmamos un poco y aproveché para darle la vuelta, y que quedara boca abajo. Me subí en Ivet, y le tomé su pie, pero ahora decidí sacar su calcetín grisaceo y medio salido. Su pie era de color moreno, bastante moreno, tirándole a negrito (yo creo que de ahí el tipo de aroma que tenía) y su planta era de un color medio amarillo, con dedos regordetes y el hedor seguía, pero ya se disipaba.

Rasqué la planta y de nuevo comenzaron las carcajadas, y ahora no sólo atacaba con mis uñas, sino que con mis dientes también, lo que logró que sus risas estallaran violentamente. "Noooo, así noooo, ja,ja,ja,ja,ja,ja,jajaaaaaaaaaa, ya nooooo, por favor, ja,ja,ja,ja, siento muchas cosquillas, malvado!" con mi mano libre, cosquilleaba su muslo y su panza, que estaba bien caliente, y debo admitir que me sentí increíblemente excitado, hasta podía sentir cómo mis orejas y cara estaban a tope con la sangre.

No me quedé con las ganas, y comencé a pasear mi lengua por sus deditos, y sus carcajadas no le daban tregua, tanto que su planta se arrugaba y abría violentamente, su pie giraba, ya ni tenía que over mi lengua, porque ella misma creaba el roce con su planta, y se provocaba más y más cosquillas. Me remordió un poco la conciencia, y dejé de nuevo que descansara, pues al parecer su estómago ya se había cansado. Tomó aire de nuevo, y se reincorporó. "¿te gustó?" le pegunté con un poco de pena, pues la conciencia seguía oprimiéndome. "pues... no estuvo mal, tenía mucho que no me hacián cosquillitas, pero tú me debes una" Se acercó a mí, me abrazó, y acercó sus labios a mi cuello. El roce de ellos provocaba algo distinto a los escalofrios, empezaba a sentir espasmos, y ella no paraba de mordisquear y juguetear con su boca en mi cuello. La excitación creció enormemente, un tanto por las cosquillas que le estaba haciendo, por el sabor de sus pies salados en mi lengua, y por la sensación de su lengua y labios en mi cuello. Mis calzoncillos ya estaban mojados, pero aquella sensación, aunque me agradaba, me dió mala espina.

No sabía cómo pararla, quizá ella quería iniciar un jugueteo y que después nos besáramos o hiciéramos novios, pero yo pensaba que estaba mal porque ella era mayor que yo. Lo único que se me ocurrió para que se bajara de mí, fué apretar sus muslos, y resultó, porque se comenzó a reir de nuevo, y como no podía mordisquearme y reírse al mismo tiempo, me decidí a no darle tregua. Cosquilleé su ombligo de nuevo, y cambiamos otra vez los papeles, ahora yo estaba al control, saqué su otra bota, y ahora cosquilleaba sus dos plantas, lamía la planta desnuda y rascaba la que aún tenía calceta. Tuve algo de miedo de que si le dejaba tomar aliento otra vez, volviera a tomarme por sorpresa, así que la torturé un muy buen rato, y la descalcé completamente. Mordí sus dedos, sus talones y tobillos, hasta que sus pies estaban húmedos de sudor y de mi saliva. "¿te vas a portar bien y nos vamos a estar en paz?" Le pregunté en tono serio, y un poco amenazante, pero con la esperanza de que si llegaban mis padres, no nos encontraran uno sobre otro mordiéndonos los pies o el cuello. "sí, sí, pero ya, por favor, o no respondo, me va a ganaaaaar, ja,ja,ja,ja,ja,!"

Nos sentamos los dos, juntos, el cuarto olía a patas, y la película había terminado. Nos pedimos disculpas por mera formalidad, pero caímos en la conclusión de que sólo estábamos jugando, y ella me confesó que de niña su papá le hacía cosquillas con una plumita, y que se divertía mucho. Me sentí halagado de que gracias a la experiencia, se la hubiera pasado bien, y mientras platicábamos de nuevo en buen plan, yo acariciaba sus pies. De pronto, cuando le iba a preguntar qué esperaba al juguetear con mi cuello con sus labios, escuchamos ruidos, y rápidamente, se metió sus botas (como si sintiera culpa por lo ocurrido) y aventó lejos sus calcetines, atrás del árbol de navidad. Mis padres llegaron cansados, no hicieron muchas preguntas, y después de despedirse (y recoger cautelosamente sus calcetines mientras yo distraía a mis padres), se fué a su casa.

En varias ocasiones más volvió a casa a cuidar a mis hermanos, pues -quizá sospechando o quizá pensando que podría ocurrir algo- venía cuando estaban ellos, y varias veces, al llegar de la escuela, me la encontré echada en la cama , leyéndoles un cuento, o platicando, y como no podía soportar la tentación, yo llegaba por detrás, me sentaba cerca de sus pies, le sacaba los zapatos y le acariciaba cariñosamente sus plantas, mientras ella trataba de controlar sus risitas al hablar.