Ivanna y su mamá (3: De viaje con las dos)
Cuando mi hermana y mi sobrinita se dieron cuenta que lo mejor era disfrutarlo los tres, nos fuimos de viaje juntos. Lean y verán cuántas cosas se pueden hacer con dos bellezas (madre e hija), incluyendo las que hicieron entre ellas dos.
Ivanna y su mamá 3° parte (De viaje con mi hermana y mi sobrinita)
Esta no es una historia real (aunque me hubiera gustado que lo fuera), pero está basada en situaciones y personajes verdaderos, a los que sólo les cambié los nombres y algunos lugares, como para guardar el secreto...
sí nos quedamos, medio dormidos, medio inconscientes; hasta que fuimos despertados por un grito. Era Cris, que había vuelto de la peluquería (nos olvidamos por completo de ella) y nos encontró en la misma posición en que habíamos caído rendidos; mi verga todavía estaba en parte dentro de la boca de Ivanna.
En ese momento no pude descifrar la mirada de Cristina, pero creo que era mayormente de odio. Aunque también había celos y por qué no lujuria.
¿Qué están haciendo? Atinó a preguntar Cristina. Bueno, evidentemente no te voy a decir que estamos jugando al ajedrez Le respondí, con mucho más aplomo que el que sentía en ese momento. Mientras Ivanna se desperezaba indolente, sin dar muestras de nerviosismo.
Ustedes dos están muy tranquilos, para lo que han hecho Nos largó Cris. ¿Tienen idea de lo que esto significa?, ¿tenés idea de la edad de Ivannita? Me preguntó directamente a mí. Yo ya no me sentía tan seguro, y no sabía para dónde salir corriendo. Lo único que pensé en ese momento fue que realmente había valido la pena, fuera cual fuera el resultado.
Entonces, metió cuchara por primera vez Ivanna en la conversación. Vos no tenés derecho a enojarte, después que hiciste lo mismo que yo Le dijo a su madre. Y luego salió a defenderme, aclarando que lo que yo había hecho fue porque ella no me dejó otra salida. Le contó que nos había visto juntos, y que dada la situación, pensaba que ninguno tenía nada que reprocharle a los demás. Que a ninguno nos convenía dar a conocer lo que pasó.
No nos quedó más remedio a Cris y a mí que reconocer que Ivannita tenía razón. Y visto como se daban las cosas, fui yo quien dio el siguiente paso. A decir verdad, con vos Cris la pasamos muy bien, y quedamos en continuarla Comencé a decir. Con Ivanna empezamos su educación sexual, con clases prácticas incluidas, pero evidentemente falta mucho todavía, para que aprenda y para que disfrutemos Concluí.
¿Y qué proponés? Preguntó Cris, ya sin ningún dejo de agresividad. Evidentemente había asumido la situación. Que te saques ya la ropa, y nos acompañes en la cama. Sería hermoso que disfrutemos de esto los tres juntos Fue mi respuesta. Nos queda poco tiempo, ya que mañana a la noche vuelvo a Neuquén Finalicé.
¿Por qué no salimos juntos a pasear a algún lado, y luego volvemos aquí? Nos dijo Ivanna. No nos vamos a pasar 24 horas en la cama; yo quiero que salgamos como si fuéramos una familia Completó.
Yo tomé en parte su idea, y propuse que intentáramos hacer un viaje a algún lado, pasáramos la noche en un hotel, como si fuéramos un matrimonio con su hija, volviendo al día siguiente con tiempo para que yo tomara mi avión. Esto le gustó a Cristina, agregando que tal vez estuviéramos a tiempo de tomar un ferry a Colonia, donde hacía mucho le estaba prometiendo a la nena que la iba a llevar.
Llamamos a la línea marítima y coordinamos no sólo el viaje, si no también el hotel y un cititour para la mañana del domingo. Preparamos un par de bolsos con algo de ropa y llamamos un remise para que nos llevara urgente al puerto. No teníamos mucho tiempo para alcanzar el ferry.
A partir de allí nos comportamos como una verdadera familia. Caminamos todos juntos de la mano, con Ivannita en el medio; nos abrazábamos y reíamos como el más feliz de los grupos. En el asiento posterior del remise, aproveché para tocarlas un poco a ambas, y creo que una de las veces que pasé el dorso de mi mano por los pezoncitos de Ivanna, el chofer me estaba mirando, pero no dijo nada. A partir de allí, casi no quitaba los ojos del espejo retrovisor.
Hice como que ni me daba cuenta, y seguí muy afectuoso con ellas. En un momento tenía mi mano sobre el muslo de una u otra, y la subía mostrando casi las bombachas; otras le metía tremendos chupones en la boca a Cris, o unos piquitos en los labios a Ivanna; y siempre aprovechando para rozar los pechos de las dos. El chofer a esta altura creo que ya había acabado en sus pantalones. ¡Pobre tipo!
Cuando nos bajamos le pagué el importe justo, y le dije que la propina ya se la habíamos dado. Evidentemente me entendió sin problemas. Corrimos para retirar los pasajes y los vouchers que nos dio un empleado de la agencia, y pasamos a embarcar, cuando faltaban pocos minutos para la partida del ferry. Como la tarde/noche estaba muy tranquila, decidimos ir a la parte alta del barco. Ahí me deleité observando la cola de las dos mujeres que me acompañaban, usando faldas muy cortas.
Luego noté que había más de uno que las miraba. Al principio me puse un poco celoso, pero después me di cuenta que me gustaba la situación, y me propuse seguirla adelante, con el consentimiento de las chicas. Cuando llegamos arriba, les conté mi idea e Ivanna se prendió enseguida. A Cris le costó un poco más, pero la perspectiva de una mayor excitación no le permitió negarse.
Le pedí a Cris que pasara al baño y se sacara el corpiño, dejando sus tetas al aire, que así se marcarían en su ceñida remera. A Ivanna le hice abrir un par de botones de su camisa, así mostraba también en parte sus pechitos, que llevaba sin corpiño. Con las faldas no había mucho que hacer, ya que de por sí eran las dos muy cortas.
Una vez hecho esto, nos dedicamos a pasear por la cubierta, donde el aire del río hacía que las faldas de mis mujeres se movieran para todos lados. Prácticamente tenían la cola al aire, ya que la tanguita de Cris apenas le tapaba la raya, e Ivanna tenía la bombacha metida en el culo, dejando sus nalgas al aire.
La temperatura interior nuestra iba en ascenso. Los pezones de Cristina parecían que estaban por romper la remera, y una vez que pasé mis dedos por la conchita de Ivanna, noté que estaba empapada con sus propios jugos. Yo me la pasé todo el viaje al palo, solamente de observar como las miraban los demás, y pensando en lo que venía cuando estuviéramos en tierra.
Aproveché el viaje para seguir con las caricias a las dos; a Cris en forma menos disimulada, le acariciaba los pechos por sobre la remera, o le metía mano por debajo de la pollera, cuando se ponía contra la baranda del barco. Si estaba de frente a mí le acariciaba la cola, y si estaba de espaldas le metía mano en los pechos y la conchita, inclusive metiéndole los dedos dentro de la tanguita.
Con Ivanna me deleité acariciando sus tetitas directamente dentro de la camisa, y sintiendo que sus pezoncitos se endurecían a más no poder. Cada vez que le pasaba una mano por sus muslos desnudos, se estremecía de gozo. Creo que durante el viaje tuvo más de un orgasmo, aunque lo disimuló bastante bien; por lo menos no se escucharon muchos gritos.
En resumen, sin darnos cuenta, estábamos llegando a destino más calientes que nunca. Mi pija pedía por favor que la descargara, pero me estaba reservando para cuando estuviera dentro de ellas. De solo pensar que me las iba a coger a las dos juntas, me ponía a mil.
Antes de llegar, Ivanna había ido al baño con una sonrisa pícara, diciendo que se iba a arreglar para la llegada. No entendí muy bien a qué se refería, hasta que empezamos a bajar las escaleras del ferry. Como yo lo hice primero, para ayudarlas, al mirar para arriba me encontré con las piernas de Ivannita, y al primer vientito, ¡con su concha! La muy guacha se había sacado la bombacha, y se quedó sólo con la falda y la camisa. Debajo estaba desnuda por completo.
Claro que, así como yo la veía, eran varios los que desde abajo la miraban con cara de hambre. Esa era la preparación que había ido a hacer al baño antes de llegar. Por detrás de Ivanna venía Cristina, a la cual se le escapaban algunos pendejos a los costados de la tanga, y también estaba a la vista de todo el mundo. Se había hecho una aglomeración al final de la escalera, con los tipos que se quedaban a mirarlas.
Nos estaba esperando una combi para llevarnos al hotel, ya que era tarde para salir a pasear. Allí mismo teníamos pensado cenar. No quiero extenderme en contarles los ojos del muchacho que venía sentado de frente a Ivanna y a mí en la combi, cada vez que la guacha movía sus piernas, abriéndolas o cruzándolas. Frente nuestro se ubicaba una pareja joven, y al lado del conductor iba Cristina.
La esposa (después me enteré que eran recién casados) no paraba de darle codazos para que dejara de mirar a la nena, pero él se sentía tan atraído por esa conchita que estaba al aire, que volvía a mirar a cada rato.
Llegamos al hotel, y allí nos tenían reservada (como habíamos pedido) una habitación triple, con una cama matrimonial inmensa, y otra individual. Hicimos dejar nuestro equipaje, y cuando se fue el botones trabé la puerta, y nos quedamos mirando.
Lo primero es lo primero Dije. Tengo un hambre bárbara y propongo que nos vistamos para ir a cenar y bajemos lo antes posible. Para otro tipo de hambre, tenemos toda la noche por delante Concluí. Ok. ¿Qué nos ponemos? Preguntó Cristina. Aquí se acostumbra vestirse bien para las cenas Contesté. En el restaurante de este hotel se junta toda la gente de nivel de Colonia. Es el mejor que hay.
A pesar de que me calenté muchísimo viéndolas cambiarse de ropa, no hice más que darles unas caricias, e inclusive una lamida a sus pechos, antes de bajar a cenar. Fue espectacular la cara de Cris, cuando Ivanna se sacó la falda y vio que no tenía puesta su bombacha; pero no dijo nada. Se iba dando cuenta que si no se apura, la nena va a ser más rápida que ella.
Las dos se pusieron vestidos, el de Cris largo y muy pegado al cuerpo, donde se notaba no sólo que no tenía corpiño, si no que tampoco se había puesto bombacha; no había ninguna marca en su vestido. Se ve que aprendió de la hija. El vestidito de Ivanna era muy de nena, blanco reluciente, ajustado a la cintura y con una falda corta y con volados. Obviamente no tenía corpiño, aunque esto no se notaba mucho, y tampoco se veía que no llevaba bombacha.
El comedor del hotel es realmente de mucho nivel. Todo el mundo estaba muy bien vestido, pero igual mis dos niñas (como les decía yo) sobresalían entre las mujeres. Todos las miraban, los hombres con hambre y las mujeres con envidia y celos. Claro, en general estaba lleno de viejas con plata, pero que no valían mucho.
Cris se portó bastante bien durante la comida, pero Ivannita cada vez que se levantaba para ir a la mesa del bufete, se las arreglaba para moverse de forma tal que todos terminaron dándose cuenta que se encontraba desnuda bajo su pequeño vestido de niña. Yo aproveché para meterles algunas manos por debajo de la mesa, y cuando nos apiñábamos junto a la mesa llenando los platos les apoyaba mi pija en sus colas, que se sentían riquísimo, gracias a la falta de ropa interior.
Después de los postres, encargué que me llevaran una botella de champagne a la habitación, y allí nos fuimos; no sin antes pasear delante de las miradas libidinosas de la mayoría de los presentes. Subimos las escaleras con ellas dos adelante y yo detrás, empujándolas con mis manos en sus culos, a Ivannita directamente sobre su piel.
Llegamos a la habitación y Cristina ya se estaba desnudando. Despacito Le dije. Nadie nos apura, la noche es toda nuestra, y si fuera necesario, nos quedamos también toda la mañana en la habitación. Les pedí que mientras yo iba al baño a cambiarme, ellas hicieran lo mismo en la pieza, a fin de encontrarnos enseguida, con las ropas que habíamos llevado especialmente para esa noche.
Cuando salí del baño, llevando puesto sólo un pantalón de pijama bermudas, de tela suave, muy amplio, me quedé sin habla, extasiado ante lo que se me presentaba a la vista. Cristina tenía puesto un camisón de raso, cortito y amplio. No tiene mangas y es muy cavado en las axilas, así como tiene un escote muy pronunciado, tanto en el pecho, como en la espalda. Los pechos parecía que se les escapaban por todos lados. Obviamente, no llevaba ni bombacha ni corpiño.
Ivannita se había puesto un baby doll. En realidad se trata de un pequeño camisón transparente, que le llega a la mitad de la cola, muy amplio y escotado, y una bombacha haciendo juego, en la misma tela, también amplia. En realidad era como si estuviera desnuda, se les notaban los pezones, y hasta los pocos vellos de la conchita. ¡Estaba divina, espectacular!
Cuando pude hablar nuevamente, sólo atiné a decirles que eran unas verdaderas diosas. Son las diosas del amor - Agregué. Ya mi verga había crecido lo indecible, pugnando por salirse por la bragueta del pijama. En ese momento golpearon a la puerta, y cuando me dirigía a abrir, se me adelantó Ivanna. Yo voy Dijo. Y antes que la pudiéramos parar, estaba abriendo la puerta de la habitación.
Era del servicio de habitaciones, que traían la botella de champagne en un gran cubo de hielo y tres copas. El pobre muchacho casi se desmaya en el lugar; nunca se esperó que lo recibiera Ivannita vestida (o desvestida) como estaba. Vengo a en... en... entregar e... e... esto que pidieron Tartamudeaba el botones. Pasá y dejalo sobre la mesa Le dijo Ivanna, como si ella manejara la situación.
Claro, cuando entró y la vio a Cristina, apenas pudo contener la bandeja que estaba sacando de la mesita rodante. ¿Está bien acá? Preguntó, sin poder reponerse del todo y tratando de ocultar la erección que tenía, y se notaba bastante. Por supuesto Le dije. Ni bien pudo pegó media vuelta y se fue. Ivanna lo acompañó hasta la puerta, y de espalda a nosotros le dijo: Aquí tienes tu propina. No quise ni preguntar que fue lo que le mostró, como propina; pero el chico salió casi corriendo, evidentemente para hacerse una buena paja.
Bueno, basta de juegos con los demás Les dije. Ahora nos toca a nosotros Y cerré la puerta con traba, para que nadie nos molestara. Me arrimé a ellas y nos juntamos en el medio de la habitación. Nos abrazamos y comenzamos a besarnos, al principio Cris y yo, e Ivanna y yo; pero después en la mezcla que hacíamos, noté como se trenzaban ellas dos en un apasionado beso también. Esto terminó de ponerme a mil. No me lo esperaba.
Mientras nos besábamos, nuestras manos no se quedaban quietas; yo me dediqué a acariciar sus pechos, sus colas y también sus conchas, metiendo poco a poco algunos dedos dentro de ellas. Por su parte, Cris e Ivanna se "peleaban" por mi verga, y se alternaban acariciándola y sobando mis pelotas. También en un momento dado, cuando fui a acariciar los labios vaginales de Cristina, me encontré con que estaban ocupados por una mano de Ivanna. Las cosas entre ellas iban avanzando.
De a poco fuimos quitándonos la ropa, hasta quedar desnudos los tres en sólo unos minutos. ¡Para eso habíamos hecho tantos preparativos de ropa! Tener a las dos juntas desnudas delante de mí era algo indescriptible. El contraste entre la morocha y la rubia, algo de no creer. Una madurita (aunque no se notaba) y la otra una verdadera mocosa, ambas dispuestas a cogerme hasta el final.
Seguimos con las caricias, y ya estábamos los tres volando. ¡Cogenos de una vez! Gritó Cristina. Y nos fuimos colocando en posición; me tiré en la cama grande, boca arriba. Cris enseguida se sentó sobre mi pija, mirando para mi lado; se la clavó de un solo saque hasta el fondo. Ahí nomás vino Ivanna e hizo lo mismo, pero sobre mi boca; apoyó su conchita en mis labios, para que yo empezara a chuparla.
Cristina empezó a moverse de arriba hacia abajo, se metía y sacaba mi pija de la concha, primero lentamente y después cada vez más rápido. Cada vez la retiraba del todo, y al volvérsela a meter la refregaba contra su clítoris o la pasaba entre la concha y el ano antes de insertársela. Poco a poco iba volviéndose loca, y sus movimientos cada vez más frenéticos.
Por otra parte, Ivannita iba sintiendo los efectos de mi lengua en su conchita. Durante un rato me dediqué a chuparle los labios, a meterle la lengua dentro y a tirarle de los pendejos con los dientes. Le hiciera lo que le hiciera, no daba señales de dolor, si no todo lo contrario; cada vez lo disfrutaba más. Cuando ya estaba muy loca, empecé a trabajar en su clítoris. Ahí empezó a moverse tanto, que no podía mantenerme chupándola constantemente; porque se me escapaba.
Así estaban las dos, cuando Ivanna se tiró para adelante y se prendió de las tetas de la madre. Las agarró con sus manitas y las acariciaba suavemente; luego se estiró un poco más para poder chupárselas. Al principio Cris medio que se retrajo ante las caricias; pero estaba tan lanzada, que enseguida se dejó hacer, con mucho placer.
Ante el cambio de posición de la nena, aproveché para pasar a chuparle el culo. Le fui metiendo saliva dentro del orto, para luego penetrarla con mi lengua. Ese culito lo quería hacer mío pronto, así que lo fui lubricando desde entonces. Le metí un dedo de la única mano con que la alcanzaba, y al rato le agregué uno más. ¡Ni miras que se quejara! Estaba muy ocupada con las tetas maternas.
Mientras estaba en eso, ambas comenzaron un orgasmo descomunal. Al principio gritaban las dos, pero enseguida se fundieron en un beso que se partían las bocas. Parecían amantes de toda la vida. Se veía como cada lengua exploraba la boca de la otra, y luego se trenzaban entre ellas. ¡Qué visión maravillosa! Yo hacía esfuerzos para verlas de costado, porque realmente me calentaban cada vez más.
Cuando terminaron las dos, que en el caso de Cris le llevó un buen rato, me salí de debajo de ellas. Nos juntamos en un beso de tres, en que no sólo intercambiamos mucha saliva, si no que les pasé mucho de los jugos que Ivannita había dejado en mi boca, durante su acabada. Las acaricié a ambas en los pechos, las colas; mientras Cris me sobaba la pija e Ivanna no le largaba las tetas.
Les dije que quería culearlas y las dos estuvieron de acuerdo. Primero a Ivanna Les transmití mi decisión. Se puso en cuatro patas sobre la cama, y luego que Cristina me chupó un poco la verga, para llenarla de saliva, le empecé a meter la puntita en el ojete a Ivanna.
Entro despacio, pero sin pausas. No hizo falta parar en ningún momento; el culito de la nena se fue tragando toda mi pija sin ningún problema. Casi sin darme cuenta, mis huevos chocaban contra su conchita. La tenía ensartada hasta el fondo.
Cristina mientras tanto se había quedado en la misma posición que estaba, con el culo en pompa, esperando su ración de pija. Se veía preciosa con las tetas colgando, y la cara girada para ver qué le hacía a su hijita.
Ahí fue cuando me agarré de las caderas de Ivanna con una mano, y con la otra del culo de la madre; y comencé a bombear. La sensación de estarme culeando a mi sobrinita no tiene forma de describirse. Su orto aceptaba sin problema mi mete y saca, que se hacía cada vez más violento.
Y yo estaba cada vez más sacado, así que mientras la movía a ella de atrás para adelante, acomodándola al ritmo de mi cogida; con la otra mano comencé a darle nalgadas a Cris. Así logré llegar a un gran orgasmo, llenándole el culo de leche a Ivannita, y no sin haber dejado la cola de mi hermana con todos mis dedos marcados.
La nena cayó sobre la cama, y yo prácticamente encima de ella. Cris amagó protestar porque faltaba el culo de ella, pero yo no le pude hacer mucho caso; estaba rendido. Al final se acostó a nuestro lado, y todavía estaba despierta cuando me dormí. Antes había cerrado ya sus ojos Ivanna; y no creo que Cristina durara mucho más.
El domingo a la mañana, desperté sintiendo ruidos de vajilla. Estaba en la misma posición que me había quedado dormido, desnudo, boca abajo en la cama grande. A mi lado estaba Cristina, totalmente desnuda también, pero toda despatarrada, boca arriba.
A un costado estaba Ivanna, recibiendo los desayunos que había pedido por teléfono, sin que nosotros nos enteráramos siquiera. La nena llevaba puesto el camisoncito del baby doll, pero sin la bombacha; con lo cual sin necesidad de moverse, quedaba la mitad de su cola, y toda la conchita al aire.
Y así estaba atendiendo al servicio de habitaciones, que de todas maneras era el mismo muchacho que nos trajo el champagne a la noche. Cuando terminó de acomodar todo en la mesita, y el chico se dio vuelta para irse, Ivanna le dijo que faltaba su propina.
Aquél paró, y se dio vuelta; evidentemente esperaba que ella le volviera a mostrar su cuerpo; pero Ivanna lo sorprendió nuevamente. Se acercó a él, se arrodilló delante, y lentamente le desabrochó el pantalón del uniforme, bajando inclusive el cierre del mismo.
Enseguida le bajó los pantalones, junto con el slip, en un solo movimiento, dejando la flaca y larga pija del chico a la vista. Obviamente estaba al palo, así que Ivannita no tuvo que hacer mucho antes de comenzar a chuparla. Y mientras la chupaba la masturbaba con sus manitos, o le acariciaba los huevos.
No habían pasado ni dos minutos, cuando el botones empezó a largar leche como loco de su verga; la cual ella se iba tomando sin respiro, para no dejar escapar nada. Una vez que la exprimió completa, la limpió con su lengua y la volvió a guardar en el slip de él. Inclusive le subió los pantalones y se los abrochó, antes de dejarlo ir, con el carrito del desayuno.
Recién ahí se dio cuenta que yo estaba despierto, y la miraba. Limpiate al lado de la boca Le dije. Tenés unas babas blancas colgado. La muy guacha juntó lo que quedaba de semen del botones con un dedo, y luego se lo chupó.
A esta altura, yo ya estaba al palo otra vez; el espectáculo que me dio gratis me había puesto de nuevo a tono. Me acerqué a ella para agarrarla, pero me esquivó. Primero el desayuno Dijo. Para mamá y para mí pedí café solo Agregó. Para vos café con leche, como te gusta.
Quisimos despertar a Cristina, pero fue imposible. Estaba como muerta, y exactamente en la misma posición que antes. Visto que no podíamos volverla en sí; pero sabiendo que respiraba bien, y sólo estaba dormida del cansancio, nos dispusimos a desayunar.
Primero necesito la leche para mi café Dijo Ivannita. Pero si vos lo habías pedido... Y recién ahí caí en lo que estaba tramando. Tomó su taza grande, llena a la mitad de café, y se paró delante mío.
Con una mano sostenía la taza frente a mi verga; y con la otra tomó esta y comenzó a pajearla. Comenzó lento, pero duró poco así; enseguida la estaba sacudiendo con ganas. Mientras tanto yo le apretaba las tetitas sobre su camisón.
No tardé casi nada en acabar, y ella se las ingenió para dirigir la punta de mi pija hacia la taza, y así echar toda la leche dentro. La poca que no embocó en la taza, Ivanna se encargó de recogerla y metérsela en la boca.
Como si fuera lo más normal del mundo, le agregó a la taza dos cucharaditas de azúcar, la revolvió, junto con todo mi semen, y se sentó a tomarla. Mientras desayunaba, veía como ella se tomaba su Café con Leche particular; con cara de gusto y una sonrisa de mina caliente en la cara.
Por supuesto el cititour que teníamos contratado, quedó para otra vuelta. Ya era tarde para nada, y todavía no podíamos despertarla a Cristina. Después del desayuno nos acostamos cada uno a un lado de Cris, y comenzamos a acariciarla y chuparla.
Yo en la concha e Ivannita se prendió enseguida de las tetas de su madre. La verdad parecía que había vuelto a ser un bebe, en la forma que chupaba. Llevó bastante tiempo hasta que Cristina fue reaccionando; y cuando lo hizo, fue poco a poco. Creo que pensaba que estaba soñando que la chupaban toda, y no que era la realidad.
Para cuando terminamos con ella, quedó destruida de nuevo; no había forma de hacerla reaccionar. Parece que mamá no tiene mucho aguante Dijo sonriendo Ivanna. Y era verdad, Cris estaba en otro mundo, en el de los sueños (eróticos, seguramente).
Y vos tampoco sos tan joven Me dijo la mocosa. Vení que te hago unos masajitos, para que dures algo más Concluyó. Y ahí me acosté boca abajo sobre la cama chica, y la nena se sentó sobre mi espalda a hacerme masajes en los hombros.
Sentía sus manos suaves, pero firmes en mi espalda... y su conchita, también suave pero firme, sobre mi cintura... Y ya no sentí más, me quedé dormido yo también.
Cuando Ivannita nos despertó, era hora de salir corriendo a tomar el ferry de vuelta. Ella ya había preparado los bolsos, y apenas tuvimos tiempo de vestirnos y salir para el puerto.
El día había estado feísimo (nosotros ni nos enteramos), y en el barco hacía frío. Así que tuvimos que abrigarnos bastante, y quedarnos en nuestros asientos en el interior, porque estaba bastante movidito, para comenzar una tormenta.
En el estado que estábamos, tanto Cristina como yo, no había ni ganas de nada más. Aunque Ivanna seguía en pie de guerra, pero no conseguía quién la siguiera.
Del puerto de Buenos Aires fuimos en remis a los de Cristina, y de ahí me fui directamente a Aeroparque a tomar mi avión a Neuquén. Ya no quedó tiempo para nada... Pero lo que sí quedó fue una relación que los tres pensábamos continuar en el tiempo.
Y así terminó la historia, al menos de mi primer fin de semana con Ivanna y su mamá. Si la próxima vez que vaya a Buenos Aires, pasa algo interesante, se los cuento.
Un abrazo,
Billy billyarg@yahoo.com