Ivanka Trump: El imperio de las zapatillas rojas.

Una joven y exitosa empresaria se ve dominada por un extraño poder que cambiará su destino... y el de su imperio.

IVANKA TRUMP: EL IMPERIO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS.

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojas , Expedientes X: el regreso de las zapatillas rojas, Alias: La invasión de las zapatillas rojas y Crónicas de las zapatillas rojas: la camarera antes de leer esta historia.

Gracias a Julio Cesar por la idea.

Por Sigma

La poderosa empresaria Ivanka Trump caminaba con gran seguridad por los pasillos de la empresa, lo que era muy lógico tomando en cuenta que el edificio y casi la manzana entera le pertenecían a su familia.

Mientras avanzaba daba instrucciones de último minuto a sus ayudantes, una pareja de ambiciosos jóvenes buscando alcanzar el éxito lo antes posible.

La espigada rubia iba vestida para los negocios con un traje sastre gris de corte moderno pero formal unas zapatillas negras de tacón mediano y un portafolio de piel a juego. Su cabello atado en una perfecta cola de caballo.

  • Recuerda asegurarte de que la adquisición sea viable antes de darles un si definitivo ¿Entendido Joana? -le dijo con seriedad a la joven y bella ayudante de raza negra que la seguía mientras anotaba a toda velocidad en una libreta las órdenes de Ivanka. Llevaba un traje sastre negro, una blusa blanca y tacones bajos.

  • Si señora Trump -dijo sin dejar de apuntar.

  • Ah Robert, asegúrate de que nuestras inversiones hoteleras sigan al alza, no quiero sorpresas.

  • Si señora Trump -respondió el joven de ascendencia oriental, iba vestido con una versión masculina del traje de su compañera.

Se detuvieron al llegar al elevador en donde la rubia entró acompañada de dos fornidos guardaespaldas, uno de los cuales era un exagente del MI6 llamado Vincent. Su experiencia había resultado invaluable al identificar algún tipo de vigilancia sobre Ivanka cuyos motivos iban más allá de un simple fotógrafo de chismes.

Una o varias personas desconocidas habían estado siguiendo de cerca los movimientos de la empresaria con fines desconocidos, quizás para un secuestro, había sido el análisis de Vincent. Por esto se había hecho una rotación de agentes, se había incrementado la seguridad y se usaban rutas alternas para llegar a eventos o salir de edificios.

Esa mañana tales precauciones demostrarían no ser exageradas.

Tras salir por una puerta lateral del edificio se acercaron a la limusina negra que esperaba estacionada y junto a la cual un tercer escolta armado con una subametralladora UZI se mantenía vigilante.

Con su 1.80 de altura Vincent se plantó en el umbral observando con detenimiento la solitaria calle lateral. Su cabello obscuro y corto denotaba disciplina y entrenamiento.

  • Todo parece tranquilo... pero... -pensó el escolta al sentir que su instinto le alertaba, pues eso ya le había salvado la vida en otras ocasiones, fue ahí que detectó de reojo movimiento a su derecha.

  • Son los de la basura -le dijo tranquilo su compañero Matt, a lo que Vincent asintió- están llevándosela.

Por un instante el ex MI6 se relajó pero frunció el seño al recordar algo y entonces, justo cuando la rubia se encontraba a un par de metros del lujoso vehículo, notó movimiento a la izquierda.

  • ¡Es un ataque! ¡Por los flancos! -gritó mientras desenfundaba su arma. Los hombres de limpia vestidos de uniforme naranja sacaron compactas ametralladoras HK5 pero los escoltas ya estaban preparados. Vincent derribó al primero de un disparo antes que siquiera pudiera alzar su arma y al segundo lo alcanzó al disparar su primera ráfaga. Ambos tenían impactos en el pecho.

Matt estaba cubriendo a Ivanka a lado de la limusina.

  • ¡Dios mío... Dios mío! -gemía la rubia pero sin olvidar la instrucción de Vincent de encoger su cuerpo y pegarse al vehículo.  El guardaespaldas de la UZI abrió fuego contra los atacantes del lado izquierdo, que alcanzaron a cubrirse tras un contenedor y desde allí les disparaban.

  • ¡Súbela al coche! ¡Ya! -le gritó Vincent a Matt, que cubriendo a la aterrorizada rubia abrió la puerta de la limusina, de un empujón la metió y cerró la puerta.

  • Bien, ya está más segura... -pensó aliviado el ex MI6 al pensar en el blindaje del vehículo. Pero los atrincherados atacantes aun se mantenían irreductibles y lanzaron una ráfaga de balas sobre el vehículo que sacó chispas al rebotar en la superficie.

  • ¡Que la saquen de aquí! -le gritó a su compañero que dio dos golpes sobre el techo del vehículo y este arrancó alejándose del peligro con un rechinar de ruedas.

  • Bien, ya no tenemos que preocuparnos por Iv -pensó Vincent mientras se preparaba para atacar.

El escolta de la UZI recibió un impacto en un brazo pero no antes de herir a un atacante en el estomago. Al ver caer a su compañero el cuarto pistolero salió corriendo para abordar una camioneta negra que esperaba en la esquina y desapareció en el tráfico.

Matt atendió al compañero caído mientras se comunicaba con las fuerzas de seguridad y la policía.

Entonces Vincent se acercócon el arma preparada al pistolero herido y sentado a lado del contenedor.

  • ¿Qué pretendían? ¿Para quién trabajan? -preguntó con frialdad sin dejar de apuntar, pero el herido repetía las mismas palabras una y otra vez.

  • ...dijo que sería fácil... dijo que sería fácil... dijo que...

  • ¿Quién lo dijo? -preguntó el ex MI6 sintiendo una punzada de preocupación- ¿Quién lo dijo?

  • El... cliente... -susurró como últimas palabras y tosió sangre antes de derrumbarse sobre si mismo.

Vincent le tomó el pulso y luego se levantó y habló por su micrófono oculto en la solapa.

  • Clave 1, clave 1, aquí Cadmio. Encuentren la carroza, repito encuentren la carroza... creo que nos pusieron una trampa...

En el interior de la limusina Ivanka al fin dejó de escuchar el horrible sonido de las balas a ser disparadas y chocar contra el metal. Finalmente se enderezó pero se encontró con que un hombre estaba sentado al otro extremo del asiento del vehículo. Llevaba una máscara de esquiar cubriendo su rostro y la miraba de una forma que asustó aun más a la mujer.

  • ¿Quien es usted? ¿Qué pretende? -le exigió la heredera al hombre, en respuesta este le sonrió burlón.

  • Remy... detén el auto ahora... -le dijo la rubia a la chofer, pero esta simplemente la ignoró- ¿No me oíste? ¡Es una orden!

  • Ella no le obedecerá señorita Trump, sólo me obedece a mi ¿Verdad Bombón?

  • Si mi señor... -respondió la trigueña ex agente desde el asiento del conductor.

  • No es posible, revisamos a fondo sus antecedentes... -susurró ya aterrorizada la esbelta rubia.

  • Claro, pero ella solía pertenecer a la CIA así que sabe como crearse un identidad. Y aun así necesitamos este ataque como distracción para tener unos minutos a solas con usted.

  • ¿A donde me llevan? -dijo Ivanka casi en un gemido mientras intentaba abrir la puerta lentamente. Pero estaba asegurada.

  • A su casa por supuesto señorita Trump. Si la secuestrara todas las fuerzas del orden estarían tras de mi. Es demasiado poderosa e importante, igual que su esposo, y aun más su padre.

  • ¿Entonces que pretende? -preguntó ya más tranquila con la respuesta.

  • Usted me ayudará a colocar mi marca de calzado en el mercado mundial usando sus empresas y las de su padre.

  • Esta loco, no lo haré y si no me va a detener exijo que me suelte -respondió airada y cada vez más segura la mujer.

  • Claro que lo hará, y será un placer incluso si no lo desea.

  • ¿De que está hablando?

  • Voy a dominar su mente y me obedecerá.

  • ¿Cómo? ¿Piensa lavarme el cerebro o algo así? -preguntó de nuevo con miedo Ivanka.

  • ¿Lavado cerebral? No, claro que no, ese es un proceso burdo y temporal, mi método es mucho más eficaz y permanente. Lo llamo condicionamiento.

  • ¡No! -gritó la rubia mientras sacaba del portafolios su celular, pero en ese instante el enmascarado oprimió un botón en un control en su mano y un suave tono resonó en la limusina.

  • ¡Aaaahhh! -gimió Ivanka cuando sintió como su cuerpo dejaba de obedecerle y sus piernas comenzaban a moverse de forma independiente.

  • ¿Qué me... pasa? -susurró mientras que su cuerpo se recostaba en el cómodo asiento de piel negra, su cabeza descansando en el regazo de su misterioso captor y sus piernas bailando sobre el interior de la puerta del coche, sobre el cristal blindado e incluso sobre el techo del vehículo.

  • Eso es... no te resistas... eso solamente lo hace peor... -le dijo el enmascarado mientras acariciaba su cabello rubio.

  • ¿Qué es... esto? -pensó la heredera mientras lograba extender sus manos para tratar de alcanzar sus saltarines pies- son... son las zapatillas... puedo sentirlo...

Pero de inmediato su captor sujetó sus muñecas y con facilidad las detuvo por encima de la cabeza de la rubia.

  • No, no, no... Quieta, deja que las zapatillas rojas se familiaricen con tu cuerpo -le dijo suavemente el hombre, como un adulto hablando con una niña.

Mientras tanto sus piernas seguían bailando incontrolables, sus pies se encontraban totalmente de punta, forzando la misma estructura de las zapatillas. Saltando y bailando incansables por el interior de la limusina con gracia y rapidez.

  • Pero... ¿Quién es... usted? ¿Por qué me... hace esto? –logró decir, sintiendo que empezaba a faltarle el aire.

  • Tengo muchos nombres, pero usted puede llamarme X, no necesita más y en cuanto al motivo ya se lo dije: necesito vender mis zapatillas a nivel mundial y usted me ayudará. De hecho son como las que lleva ¿No le parecen deliciosas?

  • No... déjeme ir... por favoooooohhh -gruñó complacida la rubia al sentir una exquisita calidez empezando a extenderse desde sus zapatillas por sus piernas hasta su sexo y de ahí a todo el cuerpo.

  • Oooohhh... oooohh... -empezó a gemir suavemente ante la placentera sensación que empezaba a apoderarse de ella.

X por su parte le acariciaba las mejillas y los labios a la mujer.

  • Eso es, disfrútalo, déjate llevar -entonces levantó la mirada y la clavó en su chofer- Bombón ¿Cuánto tiempo tenemos?

  • Con este tráfico, unos quince minutos mi señor. Y seguridad ya se comunicó, quieren interceptarnos pero no saben nuestra ruta.

  • Tendrá que ser suficiente tiempo entonces, bastará para implantarle los cimientos de lo que será su esclavitud...

  • Oooohhh... aaahhh... -ya gozaba Ivanka de la sensación, sin importarle más que disfrutar, mientras sus largas piernas dibujaban complejas figuras en los interiores de la limusina.

  • ¿En cuantas de sus zapatillas implantaste fragmentos Bombón?

  • En muchas mi Señor, alrededor de treinta pares y aun así tardó un tiempo para que se pusiera un par de los que implanté.

  • Bueno, fue una buena inversión, obtendremos mucho de ella. Incluso podemos recuperar los fragmentos después. Buen trabajo esclava.

Sonrojándose Bombón sonrió y asintió emocionada de complacer a su Señor y amante.

  • Ahora tenemos trabajo que hacer Ivanka.

  • Oooohhh... -fue la única respuesta de la rubia.

X oprimió un botón de su control y una melodía lenta resonó en la limusina.

Con lo que el cuerpo de la mujer se relajó pero siguió bajo el influjo de las zapatillas, sus piernas aun moviéndose lentamente en el aire. Su boca se entreabrió y su lengua humedeció sus labios color rosa pálido de una manera inocente y seductora a la vez.

  • Muy bien, empecemos -dijo X mientras liberaba los senos de Ivanka tras desabotonar su blusa y bajar su elegante sostén blanco- muy lindo, mi nueva esclava.

El enmascarado comenzó a acariciar los senos de la rubia con una mano mientras con la otra aun sujetaba sus muñecas.

  • Escucha con atención: vas a concertar una cita con el diseñador de modas Scorpius. Quieres su consejo.

  • Mmm... pero yo...

  • Quieres su consejo -insistió X mientras redoblaba sus caricias en los ya sensibles senos de Ivanka.

  • Pero no... mmm...

  • ¡Quieres su consejo! -le dijo de forma imperiosa mientras pellizcaba uno de sus pezones de manera posesiva.

  • ¡Aaaahhh... quiero su consejo! -al fin se sometió la empresaria.

  • Necesitas su consejo...

  • Oooohh... si... necesito su consejo...

  • Lo antes posible...

  • Lo... aaahhh... antes posible...

  • Y a solas.

  • Y a... solas...

  • Repite todo... sobre Scorpius.

  • Quiero su consejo... necesito su consejo... lo antes posible... y a solas.

  • Otra vez...

  • Quiero su consejo... necesito su consejo... lo antes posible... y a solas.

  • ¡De nuevo!

  • Quiero su consejo... necesito su consejo... lo antes posible... y a solas.

  • Eso es, eres una niña buena -le dijo el hombre a la vulnerable rubia mientras apretaba sus senos sensualmente- que lástima que no tengamos más tiempo... pero todo llega a quien sabe esperar.

Oprimió el botón de su control una vez más y la música aceleró su ritmo de forma exponencial, las piernas de Ivanka se movían a compás abriéndose y cerrándose como tijeras.

  • Aaaahhh... aaahhh... aaahh... -empezó a gemir incontrolable la mujer mientras X seguía disfrutando de su carnoso busto a placer- por... favor... basta... bastaaaaaaahhhh.

La rubia alcanzó finalmente el orgasmo más poderoso de su vida, haciéndole lanzar su cabeza hacia atrás con sus labios bien abiertos en un gesto de éxtasis, momento que aprovechó el enmascarado para tomar su rostro y besarla apasionadamente en los labios... aprovechando que ese momento ella era incapaz de resistir.

Un segundo después la dominante empresaria yacía adormilada presa del sopor del placer.

  • Mi señor, quedan cinco minutos para llegar...

  • Ya veo, bueno... aun puedo añadir un poco más de condicionamiento -dijo con una sonrisa mientras acariciaba los labios de la mujer.

Vincent había conducido desesperado su automóvil negro buscando por las rutas planeadas la limusina, sin éxito. Finalmente le informaron que el vehículo había llegado a su destino y apenas con unos minutos de atraso con lo esperado.

En cuanto el ex MI6 llegó a la residencia de Ivanka y su esposo se acercó a la chofer Remy Black que era interrogada por otros agentes.

  • ...entonces decidí tomar una ruta al azar pues no llevaba apoyo, los guardaespaldas tuvieron que quedarse para controlar a los atacantes -explicaba la trigueña calmadamente.

  • ¿Donde esta la señorita Trump? -preguntó Vincent de forma intempestiva.

  • Todo en orden compañero -le respondió otro de los agentes de seguridad- la cliente se desmayó en la limusina pero ya está en su cuarto y es atendida por el médico. Todo salió bien.

  • ¿Bien?... ¿Bien?... nos atacaron cuatro matones en una ruta supuestamente segura... uno de mis agentes salió herido... no nos volaron la cabeza por que recordé que hoy no es el día en que se recoge la basura... y puedo apostar a que era una trampa, creo que no secuestraron a la cliente simplemente por que Remy no tomó ninguna de las rutas usuales. ¿Y tu dices que todo salió bien?

  • Buen trabajo Vincent, te debemos una -le decía el esposo de Ivanka al agente minutos después- te daremos un bono por tu buen desempeño.

  • No es necesario señor, para eso me contrataron y de hecho no fue tan buena labor: un compañero salió herido, los atacantes murieron excepto el que logró escapar, así que no hay pistas.

  • Bueno, al menos Ivanka salió ilesa.

  • Si señor es lo único que nos tranquiliza.

  • De nuevo te lo agradezco Vincent, ahora si me disculpas quiero ver a mi esposa.

  • Por supuesto señor -el escolta se dio la vuelta y se marchó, pero aun sabiendo que ella estaba a salvo su instinto insistía en que algo andaba mal, muy mal. No sabía que... pero lo averiguaría.

Apenas un par de días después la rubia había vuelto a su puesto en su lujosa oficina, no se sentía del todo segura, pero de su padre había aprendido la importancia del trabajo, además eso la ayudaría a olvidar el horrible suceso.

  • Si no hubiera sido por Vincent... -pensó agradecida mientras se estremecía al imaginar las aterradoras posibilidades.

En ese momento el intercomunicador interrumpió sus obscuras meditaciones.

  • Señora Trump, llegó su cita de las cinco -le dijo Jill su confiable asistente personal, Ivanka sabía que ya debería usar el apellido de su esposo, pero conservar el de soltera reforzaba su independencia- es el señor Xander Scorpius.

Ivanka se levantó emocionada y arregló su vestido negro, combinaba con sus zapatillas altas y llegaba justo a la rodilla. Llevaba su rubio cabello suelto, lo que la hacía lucir más juvenil.

  • Gracias, hazlo pasar... ah y no quiero interrupciones ni llamadas hasta que te avise por favor.

  • Si señora Trump.

Xander Scorpius, el exitoso diseñador de modas, entró en la habitación. Llevaba un moderno traje negro de cuello Mao y su cabello bien peinado en una cola.

  • Buenas tardes señor Scorpius, gracias por venir, es un placer conocerlo.

  • Oh el placer es todo mío, se lo aseguro señora Trump -respondió cortés pero sonriendo de forma enigmática.

  • Gracias -respondió la mujer recobrando su aplomo- le pedí venir para pedirle consejo, tengo entendido que hay quienes lo ven como lo más fresco de los últimos años, en especial por su diseño en calzado.

  • ¿En verdad?

  • Es muy modesto, debo comentarle que me estoy preparando para crecer en el mundo de la moda y creo que su consejo me podría ser muy útil. Por supuesto le pagaría muy bien por su asesoría.

  • Vaya, me siento halagado. Y su empresa sería un gran paso para mi crecimiento profesional -aseguró con una nueva sonrisa misteriosa.

  • Magnífico ¿Cuando quiere empezar?

  • Ya que estoy aquí... puede ser en este instante.

  • Por mi encantada.

  • De acuerdo, podemos empezar por esto -dijo Scorpius mientras sacaba de su portafolios una caja delgada de la que extrajo un curioso calzado.

Parecían un par de zapatillas de ballet rosas con cintas del mismo color.

  • ¿Y eso? -pensó extrañada la empresaria mientras fruncía el seño.

  • Esto será la nueva vanguardia del calzado...

  • Disculpe pero yo no...

  • ¿Por que no se las prueba? -le dijo el diseñador sonriendo mientras empezaba a mover las zapatillas frente a Ivanka.

  • Pero no creo que eso tenga...

  • Por algo me llamo ¿No? -dijo el diseñador mientras la miraba fijamente a los ojos- Quiere mi consejo.

De pronto la rubia se sintió mareada, le faltaba el aire.

  • Yo... -dudó un instante la mujer sin poder apartar la vista de las zapatillas en la mano de Scorpius.

  • Quiere mi consejo -repitió el hombre casi como una orden.

  • Si... quiero su consejo -respondió casi sin darse cuenta.

  • Necesita mi consejo.

  • Necesito su consejo...

  • Muy bien, entonces póngaselas.

Ivanka parpadeó un par de veces, recuperó la compostura y sonrió.

  • Oh, lo siento, me distraje. ¿Me decía?

  • Como le comentaba debe probarse estas zapatillas.

  • Ah... si, claro... encantada -respondió la rubia todavía algo confundida, pero tomó el calzado de las manos de Scorpius.

  • Si, realmente encantada... así estarás de ahora en adelante Ivanka -pensó Scorpius complacido al ver como la mujer se quitaba sus zapatillas de tacón, con cuidado se calzaba las zapatillas rosas y se ataba las femeninas cintas hasta tener un par de lindos moños al frente de sus esbeltos tobillos.

  • Mmm... muy bien -pensó Scorpius- sus encantadoras piernas envueltas como regalo... para mi...

Ivanka se levantó y caminó un poco para ver que tal se sentía el calzado.

  • Pues son cómodas sin duda, pero no veo nada especial en ellas -dijo pensativa.

  • Oh, no te preocupes por eso Ivanka, ya no tienes que preocuparte por nada.

  • ¿Cómo... de que habla? -respondió confundida la empresaria mientras el diseñador sacaba una especie de control remoto y oprimía un botón.

Una veloz melodía empezó a sonar desde el control de Scorpius, lo que por un instante dejó perpleja a la mujer.

  • ¿Pero que pretende? -pensó mientras fruncía el seño. Pero un instante después sus ojos se abrieron al máximo al percibir una extraña vibración u ondulación que surgía desde sus pies y subía por sus piernas de forma cálida y voluptuosa.

De inmediato miró hacía abajo y vio como sus pies enfundados en zapatillas de ballet se movían siguiendo la música, subiendo y bajando sobre las puntas de sus pies.

Pero no lo hacía de forma consciente.

  • ¡No es posible! -pensó atónita la rubia- ¡Mis piernas se mueven solas!

Sin embargo tuvo una rara sensación de deja vu, como si ya hubiera pasado antes por algo similar.

  • ¿Qué me está haciendo? -dijo la mujer, finalmente asustada al ver que no podía controlar su cuerpo.

  • Esto ya lo hicimos antes señora Trump. Pero no se preocupe, ahora lo recordará y por supuesto no puede gritar, ni levantar la voz -al decir esto Scorpius oprimió un botón de su aparato y la música aumentó claramente de volumen.

Al instante los pies de Ivanka se quedaron de puntas y comenzó a dar gráciles giros por el lujoso despacho como si fuera una bailarina consumada.

  • ¡Dios! ¿Qué es esto? -gimió le mujer viendo como sus piernas largas y tiesas se movían con la música dando pasos y pequeños saltos. Entonces de golpe recordó todo lo ocurrido en la limusina días atrás, la misma sensación de estar indefensa, el descontrol, el miedo y sobre todo el extraño dominio que el hombre encapuchado tenía sobre ella.

  • Ayuda... ayúdenme... -trató de gritar desesperada, pero su voz no pasaba del volumen normal y con el grosor de la puerta nadie podría escucharla así.

Parecía cosa de magia, de hechicería. Sin embargo pronto se dio cuenta de que podía controlar sus manos y algo sus brazos.

  • Si tan sólo pudiera quitarme esto -pensó mientras intentaba desesperada alcanzar los lindos moños de sus tobillos.

Pero Scorpius estaba preparado, mientras ella extendía sus brazos, el hombre aprovechó para sujetar sus muñecas, en un instante las detuvo en su espalda y tras escuchar un clic metálico la empresaria descubrió que sus manos estaban inmovilizadas, y no con unas esposas, sino con unos anchos grilletes de metal negro que no estaban conectados por eslabones, sino que estaban directamente fijados uno al otro. Quitándole toda movilidad.

  • Por favor... auxilio... -siguió tratando de exclamar Ivanka mientras Scorpius se movía con ella, guiando sus pasos de baile mientras sujetaba su esbelta cintura desde atrás.

La rubia empezó a sentir la calidez del cuerpo de diseñador en su espalda, y sobre todo podía sentir la dureza de su excitado miembro contra sus nalgas.

Lo que más le aterraba era que a pesar de la situación empezaba a disfrutar el baile y el cuerpo del hombre pegado a ella.

  • ¿Qué... me pasa? -gimió mientras Scorpius le susurraba al oído de forma cálida y jadeante.

  • Aaahh... será una... excelente esclava... señora Trump... -le dijo mientras apretaba los senos de la mujer de forma posesiva.

  • No... no lo... haré... mis guardaespaldas... entrarán... y lo pagará caro...

  • Te equivocas lindura, recuerda que ordenaste que no te interrumpieran... -le respondió el diseñador mientras movía su mano para apoderarse de una de las firmes nalgas de la rubia-  además he tomado precauciones adicionales para mantenerlos... entretenidos...

Afuera los dos escoltas no perdían de vista a la acompañante de Scorpius, al parecer su ayudante, que en ese momento daba algunos consejos a la asistente personal de la empresaria, Jill Castro.

  • ...los tacones altos siempre están vigentes, cansan pero no hay mejor manera de lucir las piernas -explicaba la pelirroja de rostro angelical a la interesada mujer, llevaba un sensual vestido rojo de generoso escote que le llegaba a medio muslo, unas zapatillas cerradas del mismo color,  tacón muy alto y sutil plataforma, su suelto cabello rojo lanzaba destellos al reflejar la luz de la tarde y su piel blanca contrastaba con el color de su atuendo y de sus perfectos e indelebles labios rojos.

Los guardaespaldas no paraban de sonreír mientras observaban a la pelirroja platicar recargada en el escritorio con ambas manos, con lo que quedaba inclinada casi en un ángulo de noventa grados.

Mantenía una pierna flexionada y la otra bien extendida, y las intercambiaba cada pocos minutos, lo que no solamente lucía sus piernas sino que además resaltaba sus redondeadas y respingadas nalgas, que al marcarse con el ajustado vestido y no mostrar costuras daba la impresión de no llevar ni siquiera una pequeña tanga bajo la prenda.

Muñequita (antes conocida como Patricia) giró un poco su cuerpo y mirando hacia atrás le sonrió a sus espectadores para luego hacerles un coqueto guiño que hizo que los escoltas también sonrieran.

En el interior del despacho Scorpius seguía llevando a la espigada rubia en un baile que parecía más un primitivo ritual de seducción que un espectáculo o diversión.

Para ese momento el diseñador había bajado el vestido de la mujer junto con su sostén negro dejando sus bien formados senos expuestos para acariciarlos, apretarlos y pellizcarlos a placer.

  • Ooohhh... ooohhh... -ya jadeaba ella sin poder evitarlo por el placer que le daba el misterioso hombre, amplificado por el poder de las zapatillas.

  • Eso es lindura... disfruta... lo haces muy bien - le seguía diciendo al oído con voz ronca- pero es hora de trabajar.

Finalmente llevó a Ivanka al escritorio y en un veloz movimiento le subió el vestido dejando expuestas unas pantaletas negras de encaje y corte francés, luego, sujetándola de la cintura la levantó fácilmente y la sentó en el centro de la superficie. Sin poder evitarlo la mujer siguió moviendo sus piernas con la música, hasta que Scorpius cambió la melodía por otra más lenta y cadenciosa, entonces sus manos esposadas se apoyaron tras ella sobre el escritorio y sus pies de nuevo en punta la sostuvieron y le permitieron levantar sus caderas como ofreciendo su húmedo y cálido sexo al hombre frente a ella.

  • Oooh… -gimió la empresaria mientras sus párpados rematados en largas pestañas se entrecerraban, sus labios se abrían levemente y su cabeza giraba sobre su cuello con lentitud al sentirse invadida por una irresistible sensación de placer, bienestar y excitación.

  • Muy bien preciosa… eso es –le dijo complacido el hombre mientras se colocaba entre sus esbeltas piernas y cuidadosamente empujaba a un lado las pantaletas de la rubia para empezar a introducir lentamente sus dedos índice y medio en la ya receptiva vagina de la obnubilada mujer, que para ese momento sólo podía pensar en sentir placer.

La música alcanzó su momento culminante y sin poder evitarlo las caderas de Ivanka empezaron a subir y bajar rítmicamente, causando que los dedos de Scorpius la penetraran una y otra vez, cada vez más rápido, con lo que la entregada rubia se excitaba más y más.

  • Aaaahhh… aaahhh… aaahhh… -gemía  y gemía suavemente, frente al sonriente hombre ante ella.

  • Va a ser un inmenso placer condicionarla Ivanka, oh si, lo voy a disfrutar. Pero además por medio de su persona obtendré control del imperio Trump.

  • Ooooooooohhhhhh… -sollozó la rubia al derrumbarse sobre el escritorio tras un orgasmo aun más poderoso que el sufrido en la limusina, quedando débil y vulnerable para los condicionamientos y manipulaciones de Scorpius, su rostro vuelto hacia el techo, su boca jadeante, sus labios brillantes por el labial, sus ojos cerrados suavemente, sus manos inmovilizadas a su espalda, y lo peor, sus piernas bien abiertas y extendidas aun bailaban lentamente siguiendo el ritmo que le marcaban sus zapatillas de ballet rosas.

CONTINUARÁ