Iván y edgar: acepto ser tu novio

«Sinceramente no esperaba este beso, pero es un beso que jamás olvidaré… aunque me siento confundido, pues no quiero lastimarlo»

IVÁN Y EDGAR "ACEPTO SER TU NOVIO".

DÍAS DESPUÉS.

IVÁN.

Me encontraba terminando mis deberes de mi turno; ahora que debo estudiar para mi examen de ingreso a la universidad he estado considerando seriamente presentar mi carta de renuncia… aunque definitivamente necesito dinero; me dirigí hacia el sanitario para darle un último vistazo a mi uniforme cuando de pronto entra Antonio y me pide unos minutos para hablar.

  • Qué sucede? – le pregunté mientras lo veía directamente a los ojos.

  • Sólo quería que aclaráramos… - empezó a decir en voz baja.

  • Mira, todo está claro – respondí – tú no quieres nada conmigo… fue un error todo lo que pasó, no tengo nada más que hablar.

  • No pienses que sólo jugué contigo – dijo – nunca fue mi intención hacerlo.

  • ¿Nunca fue tu intención? – pregunté – Tú sabes lo que significaba todo para mí… y aun así…

  • Yo te pregunté si estabas seguro de ese paso – dijo con rapidez – no toda la culpa es mía.

  • Sí, lo admito – respondí – lo que me duele es que no quieras aceptar lo que sientes… pero ¿sabes qué? Ya no me interesa nada que tenga que ver contigo. Gracias a Dios ya me voy de aquí para no tener que verte todos los días.

  • No digas eso – comenzó a decir – perdóname.

  • ¡Qué sínico eres! – dije molesto – primero me enredas, me llevas a la cama y después me desechas como si fuese un trapo viejo – le dije bastante molesto, mientras sentía cómo las lágrimas de mis ojos empezaban a resbalar a través de mis mejillas – y lo peor es que sabías que era mi primera vez.

  • Y de nuevo lo mismo – dijo molesto – yo te pregunté, jamás te obligué a nada… tú lo quisiste.

No me di cuenta de que Edgar estaba observándonos «¡Dios mío! ¿Habrá escuchado todo?» lo observamos al mismo tiempo Antonio y yo; Antonio lo saludó y se fue, dejándome como imbécil sin saber qué decirle.

EDGAR

En cuanto llegué a la empresa, recursos humanos me dio mi gafete y me presentó con mi supervisor, quien me había llevado al departamento donde trabajaré de ahora en adelante… al llegar me explicó a grandes rasgos mis funciones y me encargó que le pidiera a mi compañero que me auxiliara en cualquier cosa que necesitara, para que fuera aprendiendo.

El día pasó sin contratiempos, me sentí tranquilo en mi nuevo empleo y sinceramente mi compañero es muy amable; al finalizar el turno me explicó unas cosas más y le notifiqué que no me esperara pues debía pasar al sanitario antes de retirarme. Cuando me acerqué vi que entró un chico unos pasos delante de mí, no le di importancia hasta que entré y empecé a oír toda su conversación con el otro chico… vaya sorpresa que me llevé al ver que era Iván ese otro chico con el que estaba discutiendo.

No alcancé a escuchar toda la conversación, sin embargo lo último que dijeron lo alcancé a escuchar perfectamente… «Pobre chico, sólo jugaron con él» pensé mientras saludaba… el ambiente estaba tenso y sinceramente me sentía bastante incómodo.

  • Lo lamento – me dijo Iván – ya me retiro.

  • Espera – le pedí - ¿podemos hablar?

El otro chico se nos quedó viendo y, después de observar fijamente a Iván, se despidió y se retiró; en ese momento Iván suspiró y noté que estaba demasiado angustiado.

  • No encontré otra forma de que se fuera – le empecé a decir – ¿te estaba molestando ese chico, verdad?

Iván no dijo nada, tan sólo me observó mientras sus ojos enrojecían… era evidente que necesitaba llorar, pero no podía dejarlo solo, así que sólo atiné a abrazarlo mientras él soltaba todo lo que tenía guardado dentro. Después de un rato, lo ayudé a limpiarse el rostro «lo lamento» dijo con suavidad «no deberías estar aquí» me dijo; sentí que su cuerpo temblaba… supongo que de tantos sentimientos encontrados; así que le pregunté por dónde vivía para ver si nos podíamos ir juntos al finalizar nuestro turno laboral, ya que me preocupaba verlo en ese estado… para mi buena suerte, terminamos siendo casi vecinos, pues el departamento al que me mudé está como a 10 minutos de donde él vive.

  • ¿Quieres que te lleve a tu casa? – le pregunté mientras salíamos – o si quieres te invito a la mía un rato y platicamos.

  • No te preocupes – dijo – no quiero molestarte.

  • No es ninguna molestia – respondí – lo hago de todo corazón.

  • Está bien – me dijo – déjame avisar en mi casa que estaré un rato en la casa de un amigo.

Después de realizar su llamada, me acompañó a tomar el transporte público para dirigirnos a mi casa «no tiene mucho que nos mudamos» le dije «no soy de aquí, vengo de Coahuila» Iván sólo me miró y se quedó sentado a mi lado mientras el autobús reanudaba su recorrido; al poco rato, él se recostó un momento en mi hombro pero de inmediato se levantó.

  • Lo lamento – me dijo.

  • No hay problema – sonreí – no me molesta.

Cuando por fin llegamos, apenas abrí la puerta, escuché cómo mi mamá corría hacia la entrada para recibirme, mientras ponía cara de sorpresa al ver que llegaba con Iván; seguramente no esperaba visitas. Mi madre sabe de mi homosexualidad y me apoya en todo; es una señora delgada, de unos 37 años de edad, morena como yo, trabajadora, muy saludable y algunos de mis amigos me decían que más que mi madre parecía mi hermana mayor, pues a ella siempre le ha gustado socializar con mis amistades.

  • Hola hijo – me saludó mientras se acercaba para abrazarme - ¿qué tal te fue? - Dijo mientras veía que Iván entraba en la casa – Hola – se dirigió a él – pasa, estás en tu casa ¿eres amigo de mi hijo?

  • Buenas noches señora – saludó Iván – bueno, en realidad somos compañeros de trabajo y por lo que veo también vecinos.

  • ¿Vives por aquí? – le preguntó.

  • Sí, cuando gusten, su casa está a 10 minutos de aquí, enfrente de la avenida principal – respondió.

Mi madre lo invitó a cenar con nosotros; platicamos un rato de todo, de nuestra vida, de cómo se enteró que soy gay, de mi novio anterior… y hasta creyó que Iván y yo… bueno ¡jajaja! A veces quisiera que fuese verdad… en fin, quizás y con el tiempo todo pueda suceder… no lo sé, ya más adelante veremos qué sucede; aunque mi madre no paraba de decir que nos veíamos muy bien juntos.

Al finalizar la cena, le pregunté a mi madre si podía llevar a Iván a su casa, pues ya se había hecho tarde y me daba miedo que anduviese sólo en la calle; a lo que ella accedió y me pidió que le avisara en cuanto regresara a casa. Durante el camino, empezamos a platicar de ciertos gustos, experiencias, hobbies y demás… cosas sin importancia; hasta que llegué a tocar el punto exacto por el cual lo había invitado a casa.

  • No sé qué hacer – me dijo – me siento usado.

Iván me explicó a grandes rasgos todo lo sucedido… en ese momento me di cuenta de que no siempre se puede tener sexo con cualquier chico, pues no todos piensan de la misma forma que uno… es evidente que Iván quiere una relación… y se dejó llevar por el momento… bueno, y también lo supieron convencer para ello.

  • Mira – dije – te entiendo, pero él te preguntó.

  • Lo sé – dijo – sé que tengo también parte de la responsabilidad en eso – suspiró amargamente – es sólo que cuando me enamore en verdad ¿qué pasará?

  • Si el chico que se gane tu corazón en verdad llega a amarte – empecé a decir – te entenderá, no te juzgará y sólo le importará su presente y futuro contigo.

Íbamos caminando tranquilamente cuando tres tipos se nos acercaron y nos asaltaron; como Iván se puso nervioso, uno de los tipos le pegó en el rostro, y de inmediato me abalancé sobre él para defenderlo pues, si hay algo que odio, son las injusticias. No supe cómo pudimos salir de esta situación… fue un golpe de suerte supongo, los tipos sólo nos quitaron nuestro dinero y una que otra pertenencia personal y se fueron corriendo, mientras que yo intentaba tranquilizar a Iván «Bienvenido a la ciudad» le dije «aquí es muy frecuente esto»

No podía dejarlo así, por lo que decidí llevarlo de nuevo a mi casa, así él podría hablar por teléfono a la suya y explicar lo sucedido; cuando terminó de hablar con su madre, me comentó que ella estuvo de acuerdo con que se quedase aquí en mi casa. Tenía sangre en su labio inferior, así que fui a buscar algo de alcohol para que se pudiese limpiar… le dolía todo el cuerpo, pues con la golpiza que nos dieron no se esperaba menos.

Mi madre, después de comprobar que estábamos bien, se despidió de nosotros y se retiró en dirección a su cuarto, pues al día siguiente debía trabajar, por lo que sólo quedamos él y yo en el sillón donde él estaba recostado. No podía dejarlo dormir en la sala, por lo que decidí prestarle mi cama mientras yo dormía en el sillón, al fin de cuentas, sólo era esta noche; así que busqué un par de cobijas y me acomodé en el sillón.

UNA SEMANA DESPUÉS.

EDGAR.

Es curioso cómo nos hemos ido conociendo Iván y yo; en la escuela, nos la pasamos casi todo el día juntos; hoy tengo día de descanso en el trabajo… extraño a Iván, pues él decidió renunciar por lo sucedido con Antonio. Nos tocaba realizar una tarea en parejas, así que Iván y yo decidimos trabajar juntos; por lo que, apenas llegué a mi casa, tomé una ducha y me puse colonia después de vestirme casual, con jeans azules, tenis negros y una playera Nike negra de mangas cortas.

De pronto el timbre sonó y me acerqué para abrir la puerta; era Iván, vestido con una camisa a cuadros, un peinado básico, jeans azul marino y zapatos negros… se veía bastante guapo. Lo invité a pasar y le ofrecí algo de beber, mientras preparábamos todo para ponernos a realizar la tarea; después de un rato, me empecé a estresar porque no me quedaba una de las láminas en Power Point, pues debíamos exponer el trabajo al día siguiente.

IVÁN.

Ya me estaba poniendo de mal humor el bendito trabajo este… ¡por Dios, qué pasada! ¿Por qué los profesores tienen que molestar con este tipo de tareas? ¿Acaso creen que tenemos todo el día para perder en hacerlas? Me acerqué a Edgar para mostrarle mi avance del borrador que estaba escribiendo, pues acordamos que él iba a pasar todo en el programa para ajustarlo mientras él buscaba algunas imágenes por internet para incluirlas a la presentación.

  • Mira – le mostré – me parece que lo reduje al máximo y la idea supongo que quedó bastante clara.

  • Deja ver – dijo mientras tomaba el papel y lo leía – sí, es bastante bueno.

  • Muy bien – dije – supongo que va a ser un buen trabajo.

  • Eso espero – respondió mientras chocábamos los cinco – nos tiene que salir perfecto.

El día transcurrió sin contratiempos; terminamos el trabajo, guardé una copia en mi dispositivo USB y él se quedó con el archivo original, por cualquier cosa, teníamos un respaldo. Me despedí de él y salí de su casa para dirigirme a la parada de autobús; cuando lo abordé, me senté en un asiento que daba justo frente a la parada; en cuanto arrancó el autobús vi que él llegaba corriendo con algo en la mano que no pude identificar pues la distancia no me lo permitía.

EDGAR.

Después de despedirme de Iván, vi que en el suelo estaba tirado un pequeño cuaderno de notas; supuse que era de Iván y me dispuse a alcanzarlo; sin embargo, ya había abordado el autobús «Luego se lo entrego» pensé mientras me dirigía de nuevo a mi casa. Cuando llegué, me dispuse a dormir, ya que al día siguiente debía ir a la escuela y, además, de la exposición que realicemos él y yo, dependerá nuestra calificación del parcial.

Al día siguiente, después de exponer nuestro tema, nos despedimos mientras me dirigía con rapidez al trabajo, pues como la clase se extendió más de lo habitual, ya se me había hecho tarde. Busqué mi cartera y en ese momento fue cuando sentí la libreta de Iván «Qué tonto, no se la entregué» pensé mientras tomaba la libreta entre mis manos. Me llegó un mensaje al móvil «Muchas gracias por ayudarme a sacar una nota excelente» leí, mientras le respondía a Iván «no hay de qué, por cierto, no te entregué tu libreta»

Nos pusimos a chatear a través del móvil y el tiempo pasó rápido; cuando menos lo supuse, ya estaba llegando a la parada que está cerca del trabajo «Me acuerdas de entregarte tu libreta» le escribí «si no, otra vez se me olvidará». Nos despedimos y me apresuré a llegar a trabajar y a atender a los clientes; cuando llegué al departamento, uno de los jefes estaba platicando con un cliente y, en cuanto me vio, me pidió que me acercase.

La situación era que se le hizo un cobro erróneo al cliente, evidentemente me estaban culpando por eso; sin embargo, el cliente dijo que yo no lo atendí, pues la realidad era esa; aunque en el comprobante de compra estaba mi nombre impreso “Le atendió Edgar López”. Al final resultó que me despidieron por el error; así que tuve que pasar al departamento de Recursos Humanos para firmar mi carta de renuncia «vaya día, llegué sólo para ser despedido»; cuando salí, me dirigí a mi casa sumergido en mis pensamientos, aunque al final no llegué a ésta, sino a la casa de Iván; justo cuando llegaba, él estaba saliendo del lugar.

  • ¡Edgar! ¿Qué haces aquí? – me preguntó - ¿No deberías estar trabajando?

  • Me acaban de despedir – dije – ya sabes, voy saliendo de la empresa.

  • Ay Edgar – suspiró - ¿y ahora qué harás?

  • Pues buscar otro trabajo – dije – supongo – me encogí de hombros, mientras metía la mano en mi bolsillo y encontré la libreta, sacándola a prisa – por cierto, toma.

Iván tomó la libreta mientras me agradecía haberla guardado «gracias a Dios la encontraste tú» dijo mientras me abrazaba «muchas gracias por devolvérmela, es muy importante para mí» dijo y, sin pensarlo, le robé un beso de sus labios, algo que en ese momento hizo que todo alrededor desapareciera.

IVÁN.

Sinceramente no esperaba este beso, pero es un beso que jamás olvidaré… aunque me siento confundido, pues no quiero lastimarlo, Edgar es un buen chico y no se lo merece. Me separé de él y lo vi fijamente mientras que mi respiración se escuchaba bastante agitada… Edgar tiene algo que me engancha a él… como si se tratase de un potente imán que no permite escapar nada a su alrededor.

  • Perdóname – dije – no debí hacerlo.

  • No hay nada que perdonar – respondió – en el fondo lo deseabas – dijo mientras él acercaba mi cara a la suya para besarme – me encantas.

Nos quedamos un buen rato besándonos hasta que recordé que debía ir a comprar la despensa que mi madre me dejó escrita en un papel, pues era precisamente por eso que salí de casa cuando llegó Edgar. Edgar me acompañó a realizar mis compras, y aprovechamos la tarde para poder visitar algunos de mis lugares favoritos, pues él por ser nuevo aquí tiene mucha curiosidad de todo; al final, tuve que decirle que debíamos regresar al centro comercial porque mi madre me habló de último momento para encargarme una compra más.

ANTONIO.

Es increíble cómo siento una paz interior ahora que he decidido terminar mi relación con el estúpido de Gabriel… es como si hubiese recuperado una parte de mi alma que ya no sentía desde hace tiempo. Estaba seleccionando un paquete de costillas en la sección de carnes cuando me pareció ver a Iván caminando con un chico, por lo que decidí acercarme para comprobarlo.

  • Hola – saludé - ¿Iván?

  • Hola Antonio – me saludó - ¿Cómo has estado?

  • Bien – le respondí - ¿a ti qué tal te ha ido en tu nuevo trabajo?

  • Aun no trabajo – dijo – estoy buscando.

  • Pensé que ya tenías uno nuevo – respondí mientras veía al chico y lo reconocí, era el chico que llegó con Iván el día de la fiesta - ¿Tú eres…?

  • Edgar – me respondió – nos vimos el día de tu fiesta, mucho gusto.

  • El gusto es mío – respondí.

«Así que Iván ya es su novio» pensé «Voy a darle guerra, éste no se quedará con Iván» Decidí acompañarlos un rato, pues debía conocer bien las intenciones de éste chico hacia con Iván, pues no me gusta perder, y mucho menos en las cuestiones del corazón. Llegó un momento en el que Iván se disculpó porque tenía que ir al sanitario, así que sólo nos quedamos Edgar y yo «es mi oportunidad» pensé «debo dejar las cosas bien claras con él»

  • Así que tú e Iván apenas se conocen – dije.

  • Sí – respondió – es un gran chico.

  • Lo sé – dije – y me interesa mucho; así que por favor, no quiero que lo molestes.

  • ¿Es en serio? – me preguntó sorprendido – No pienso rendirme, si es lo que pretendes.

  • Claro que lo pretendo – respondí – me interesa Iván, así que no quiero que interfieras.

  • Tú no eres quién para decidir por mí – respondió molesto – y si quieres guerra, guerra tendrás.

  • Pues si eso quieres – comencé a decir – que gane el mejor.

Nos quedamos mirando fijamente, sentía que la sangre me hervía por dentro «Este tipo no va a venir a decirme lo que tengo o no tengo que hacer» Justo en ese momento regresaba Iván, quien se nos quedó viendo sin entender lo qué pasaba.

  • Chicos – dijo - ¿están peleando?

  • No – respondí a la brevedad – sólo hablábamos un poco de cosas sin importancia.

  • Así es – contestó Edgar – cosas sin importancia.

  • No me vayas a salir celoso – me dijo Iván – según tú no quieres una relación, por lo que veo tan sólo usas a las personas.

  • Y dale con lo mismo – respondí enojado – ya te dije, fue tú decisión, no te obligué a nada.

  • Pero de cierto modo me mentiste – me respondió – me usaste ¿o no fue así? – exclamó molesto - ¿Qué dijiste? Es un juguetito nuevo y me interesa ¿No? Y después de usarlo “Bye”.

  • Las cosas no son así – dije mientras sentía que la sangre ponía roja mi cara – y al final de cuentas, no entiendo por qué seguimos discutiendo por algo que ya pasó.

  • Sí claro – dijo Iván – qué fácil es para ti decir “algo que ya pasó”.

EDGAR.

Estaba presenciando en silencio toda la discusión entre Antonio e Iván, cuando de pronto, sentí cómo Iván me besaba en los labios «además, Edgar y yo ya somos novios» le dijo después de besarme, supongo que sólo era para que Antonio lo dejase en paz… aunque me sentí en la gloria, pues me encantó ese beso que me acaba de dar. «Esto no se quedará así, Edgar» me dijo Antonio molesto «Iván es mío y no me lo quitarás» dijo mientras se daba media vuelta y se alejaba; era evidente su molestia. Yo me quedé parado sin saber qué hacer o qué decir… sólo pensaba en el beso que Iván me dio hace unos instantes.

  • Perdón por besarte – se disculpó – no encontré otra manera de que me deje en paz.

  • No pidas perdón por algo que me gustó – le dije – supongo que ahora que “somos novios” querrás que vayamos a algún lugar.

  • Sólo se lo dije para que ya no me moleste – dijo con rapidez – además, no creo que tú quieras…

  • Sí quiero – contesté – normalmente huyo de las relaciones, pero tú eres distinto a todos los demás chicos que he conocido.

  • No puedo – dijo Iván – ya estuve con Antonio antes y…

  • ¿Y crees que eso me molesta? – le pregunté – todos cometemos errores, lo que haya pasado entre él y tú ya no importa, al menos no para mí.

Iván se me quedó viendo mientras se acercaba tímidamente para abrazarme; era la primera vez que él lo hacía… y vaya, quién lo iba a pensar, que este chico que tengo justo frente a mí me iba a cambiar la vida por completo, pues supo colarse justo en el centro de mi corazón… y lo más curioso, es que ahora seremos más que vecinos… claro, sólo falta comprobarlo.

  • Y bien – le dije – aún no sé tu respuesta.

  • Acepto ser tu novio – respondió mientras sonreía.

Escucharlo hizo que mi corazón se acelerara demasiado; no pude contener las ganas de besarlo una y otra vez y abrazarlo; no quería dejarlo ir, y mucho menos ahora que he empezado con él una relación formal… en serio, lo digo y no lo creo; yo, el chico que juró jamás tener algo serio… ahora está aquí, disfrutando a su novio.

LAURA.

Estaba en mi día de descanso cuando decidí enviarle un mensaje a Iván… «cómo te extraño, niño» pensé mientras le escribía « Hola amor, ¿cómo te ha ido? Espero que todo bien y me tengas novedades ¿Cuándo nos vemos para platicar? » Enseguida tuve respuesta suya « tengo mucho que contarte, ¿por qué no nos vemos en la cafetería que está cerca de tu casa? » me preguntó, a lo que yo respondí que sí y, después de acordar el horario, me preparé para salir lo antes posible.

Al llegar a la cafetería, lo vi sentado en una mesa que daba hacia la pared, escribiendo algo por su celular «vaya, qué gusto me da volver a verlo» pensé mientras me acercaba a él y lo llamaba «Amigo, ya llegué» Después de saludarnos, me senté y de inmediato pedí un café especial; mientras me lo preparaban, me puse a platicar un buen rato con él.

  • Ahora en tu lugar hay una chica nueva – le dije – se llama Rosalía.

  • Y seguramente te gusta – me dijo de inmediato – te conozco.

  • ¡Ay no! – exclamé - ¡Dios me libre! Es una tipa odiosa.

  • Sí claro – dijo sarcástico – cómo me gustaría estar ahí para ver tu cara cada que la ves.

  • ¡Jajaja! ¡Eres un tonto! – dije mientras le sacaba la lengua.

Estábamos platicando a gusto cuando le entró una llamada a su móvil, y se disculpó para atenderla. Evidentemente, no fue cualquier llamada, pues su sonrisa se borró por completo, quedando en su lugar una expresión de miedo, angustia y dolor. Cuando finalizó la llamada se me quedó viendo fijamente; estaba en estado de shock, no me decía nada y eso me preocupaba «¿Qué sucede?» pregunté inquieto «Dime algo, lo que sea» Ella se me quedó viendo mientras una lágrima empezaba a correr por su mejilla «mi madre ha muerto»


Bueno, hasta aquí queda este segundo relato; espero que les guste; agradezco a todas y cada una de las personas que se animan a abrir y leer mis relatos; y espero sus comentarios con respecto a la historia. Si quieren contactarme, pueden hacerlo a través del correo electrónico o de mi página de facebook; el link es el siguiente: https://www.facebook.com/GuadalupeLopezMxDF

Saludos.

Guadalupe.