Iván

Iván,se traslada a las cañadas,un pequeño pueblo, donde descubrirá algo más que puro sexo...

Acostado de un lado en su cama, abrazaba con la pierna y el brazo derecho la almohada. Se había acostado temprano con la intención de dormir profundamente, pero el sueño no le acompañaba. Sus neuronas batallaban por mantenerle despierto.

Por su mente pasaban todo tipo de pensamientos, pero las imágenes más calientes se instalaron en su cerebro.

Su pelvis, en contacto directo con la almohada, aumentaba su temperatura, y con ella, el tamaño de su pene. Hizo unos ligeros movimientos con sus caderas para acomodar mejor su miembro, que empezaba a estar aprisionado bajo el slip. No se daba cuenta de lo que pasaba debajo de su cintura, porque la atención la tenía centrada sólo en las imágenes que le bombardeaban. En un principio se afanaba por quitarse estos pensamientos de la cabeza, pero minutos más tarde, no tuvo más remedio que darse por vencido. Con la batalla ganada, sus pensamientos se hicieron más fuertes y le mostraban, con todo lujo de detalles, sexo salvaje y sin tapujos.

Su miembro pedía a gritos salir de la prisión en la que se encontraba y aumentando su tamaño, sólo consiguió que su cabeza quedara estrangulada por la gomilla del slip.

Su respiración se volvía más entrecortada a causa del placer que le producía su imaginación.

Notando la presión que tenía en los bajos, tiró del slip hacia abajo, y con un movimiento de piernas se desprendió de el. La ropa interior quedó perdida en algún lugar de la cama, por debajo del edredón, y su pene semi-erecto, engrandeció con el terreno ganado.

Volvió a colocar la pierna por encima de la almohada y la abrazó de nuevo.;Como si se tratase de un cuerpo humano, la almohada se amoldaba al cuerpo de Iván, y este, se amoldaba a ella ,haciendo ligeras presiones con su miembro, que le procuraban un placer delicioso. La punta de su verga se hundía en el suave látex, y la piel del frenillo , cada vez más tirante, dejaba asomar la cabeza gordota que recibía suaves frotamientos contra la tela de la funda.

En sus pensamientos, tenía claro a quien se estaba follando, y tal como lo estaba viviendo, así incrementaba el movimiento de sus caderas, haciendo que todo el cuerpo de su polla se rozase a lo largo del látex; de vez en cuando paraba al notar que se iba a correr, intensificando la sensación de la follada.

-uhmmmm!!!!!-gemía suave, cada vez que la piel de su verga quedaba tirante y henchida a punto de reventar.

Pero todavía no quería correrse. Quería disfrutar un rato más del sueño que tenía despierto. Se llevó un dedo a la boca y lo humedeció lentamente..... Jugueteaba con el como había hecho muchísimas veces con los miembros de sus conquistas. Paseando la lengua de arriba abajo y haciendo pequeños circulitos que le hacían cosquillas.

Sacó el dedo húmedo y llevó el brazo al final de su espalda, acomodando la mano entre sus duras nalgas, mientras seguía frotándose contra la almohada. El dedo resbaladizo, hurgaba en el agujerito caliente, que liberado de toda tensión, disfrutaba de los lametones, como si de una lengua se tratase...

Iván sentía por tres costados, por delante con la polla contra la almohada, por detrás con su dedo entre sus nalgas y,finalmente, por la parte donde reside el sexo más poderoso, su mente.

Sin poder resistirse, aumentó la rapidez con la que se frotaba contra el látex, introduciéndose el dedo hasta el fondo y moviéndolo dentro, tanteando allá donde dicen que tenemos los hombres nuestro punto G, y consiguiendo que su polla estallase en una enorme corrida que le empapó el vientre y que dejó totalmente húmeda la almohada.

Con la cara colorada por el flujo de sangre que acudía a su cabeza, dio un par de bocanadas de aire y no tardó en dormirse.

El viaje

A los cincuenta y cinco minutos de haberse despertado, Iván ya se encontraba en la estación de ferrocarriles, donde un tren le llevaría al pueblo donde le esperaba su nuevo trabajo; Antes de salir de casa pasó por el dormitorio de Fran, su compañero de piso. Un heterosexual que compartía vivienda y gastos con Iván desde hacía año y medio. Al principio, Fran era reticente a vivir con un gay, pero el precio del alquiler era el que más se adaptaba a su economía y además, estaba cansado de ver auténticos cuchitriles a precios desorbitados. Con el paso de los días, Iván y Fran, descubrieron que compartían algo más que el piso, tenían unas cuantas aficiones en común, entre ellas el fútbol, cosa que sorprendió a Fran que tenía encasillados a los homosexuales. La amistad entre ellos estaba sellada.

Al entrar en el dormitorio, se acercó a la mesilla de noche y le dejó una nota donde le explicaba que no quería despertarle tan pronto y había optado por coger un taxi. Le llamaría cuando llegase. En un último vistazo, miró a Fran, que se encontraba con las sabanas a los pies de la cama y con el cuerpo atravesado en el colchón. Lucía una sonrisa y una enorme erección.... sin duda estaba teniendo un buen sueño.

Eran sólo las seis de la mañana pero los andenes estaban llenos de gente que caminaban de un lado a otro. Eso tenían las grandes ciudades, que fueses donde fueses, siempre había gente. Seguramente, la mayoría de ellos cogían el tren de cercanías para desplazarse a su lugar de trabajo.

En la vía número nueve, ya estaba el tren que le llevaría a Las Cañadas, un pueblo a cuatro horas de la capital, donde se encontraba el alumno al que iba a dar clases. Pasaría allí unos cuantos meses, hasta que el chico se recuperase de un accidente que había tenido. Estaba en el curso final y su padre no quería que se retrasase en los estudios..Según el padre, el accidente (que todavía no sabía exactamente de que se trataba) le mantenía inmovilizadas las piernas pero no el cerebro. E Iván, como buen profesor que era, y con la falta de dinero que tenía, no le iba a poner pegas al bueno del padre.

Subió en segunda clase y se sentó al lado de la ventanilla. No habían muchas personas que se dirigieran en dirección a Las Cañadas, que era la penúltima estación. Prácticamente el vagón se encontraba vacío, a excepción de una viejecita que portaba una cesta y que no tardó en dormirse, y de un joven que se había sentado frente a el ,dos asientos más adelante.

Ya habían salido de la ciudad y habían dejado atrás los enormes edificios de la zona industrial. Al mirar por la ventanilla el paisaje estaba cambiando. Las enormes carreteras de asfalto estaban siendo sustituidas por campos sembrados. Árboles de todo tipo flanqueaban las vías y a lo lejos se veían las montañas que bordeaban a la capital. Hasta parecía que dentro del vagón, que olía a limpiador, se había colado el aire oxigenado del campo. Iván, que tenía algo de sueño, ladeó la cabeza con intención de echar una cabezada, y fue entonces cuando se dio cuenta que el muchacho que tenía sentado en frente no le quitaba ojo. Le miraba fijamente.

Iván ya sabía de su atractivo, y pocas veces se resistía a seguirle el juego a los que pretendían ligar con el. Y no iba a ser menos esta vez. Le devolvió la mirada al joven, que aunque no extremadamente guapo, tenía un cierto atractivo, quizás por su aspecto de soldado en días de permiso, duro de facciones, pero con unos rasgos que delataban su aire juvenil. El soldadito,(ya le había adjudicado Iván una profesión) le sonrió, y aunque no lo veía porque el asiento le tapaba la vista, Iván se dio cuenta de que este bajaba la mano hacia su entrepierna. Por el movimiento del brazo, sin duda se la estaba tocando mientras le clavaba la mirada.

Pasados unos segundos en los que Iván se deleitaba con la visión del joven, este se levantó y pasó por su lado, parándose una fracción de segundo para que viera el enorme bulto que calzaba bajo los vaqueros desteñidos. Salió del vagón. Ahora la decisión de seguirle era toda de Iván. Y dudó un breve minuto. En la ciudad tenía fácil el tirarse a alguien, pero el iba a un pueblo y no sabía cuanto tiempo estaría sin mojar, así que se levantó también y le siguió. La vieja se quedó sola en el vagón, durmiendo y ajena a lo que pasaba.

En el descansillo entre vagones, el aire se notaba más frío y el traqueteo del tren se escuchaba con más fuerza. A la derecha había una puertecita que tenía el letrero de WC. Estaba con el cierre en verde, como si estuviera libre, pero sabía que el soldadito se encontraba dentro. Abrió la puerta y vio al joven de espaldas, con las piernas separadas para mantener mejor el equilibrio. El habitáculo no era muy grande pero cabían dos personas sin esfuerzo. Entró y cerró tras de sí. Olía a limpio, pero por un momento, pensó en como estaría ese aseo a la tarde.

El soldado giró su cabeza rapada y le sonrió. Estaba terminando de mear y el ruido que hacía su orina contra el azulejo de la taza, resonaba con fuerza. Terminó de echar las últimas gotas y se la sacudió, pero esta vez no la volvió a meter en el pantalón. Se giró y le cogió el paquete a Iván , a la vez que con la otra mano se agarraba la polla.

-¿sabes?- le dijo- soy muy puta, y me gusta follar y que me follen. Soy una zorrita calentona. Me vas a dar caña ¿verdad?

Iván asintió con la cabeza y se estaba empalmando, no por el frotamiento que le estaban haciendo, sino por el lenguaje que el joven empleaba. <>.

El soldado se agacho y le bajó la cremallera, le metió la mano dentro del pantalón y le sacó la verga. No le dio tiempo a que le diera el aire, cuando ya la tenía metida en la boca. Sin duda, sabía mamarla. Si tenía la boca así de caliente, Iván se imaginaba como tendría el culo. Se recostó sobre la puerta del aseo y dejó que se la comiera. La boca lubricada con la saliva se asemejaba a un agujero y el soldadito sabía como apretar los labios para darle la estrechez de un buen culo.

-Quiero que te mees en mi boca. ya te dije que soy muy puta...-Sin duda no tenía limites el muchacho. No era puta , era un putón.

A Iván nunca se lo habían pedido, pero si era lo que al muchacho le gustaba, no se lo iba a negar...total , no era él ,el que se lo iba a beber.

El joven dio por afirmativo el silencio de Iván, y se la volvió a meter en la boca.

El liquido caliente le inundaba la boca, y este se la bebía con gusto, y eso se reflejaba en su cara que disfrutaba de la meada. A Iván le resultó extraña la sensación de tener su polla metida dentro y notar como sellada por los labios del tragón, el soldado podía lamérsela con la lengua y a la vez tragar sin ahogarse. Sin duda le gustó.

Cuando terminó la micción, su polla recuperó la dureza de su verga dentro de la boca, gracias al trabajo tan bueno que le estaban haciendo.

Y aún no habían terminado....

Fran se despertó y se cogió la polla que todavía la tenía dura. Miró el reloj y vio que ya eran más de las siete. Se levantó sobresaltado pensando que Iván habría perdido el tren. El se había comprometido a llevarlo a la estación.

Al ver que la maleta e Iván se habían marchado, refunfuñó. <<¡¡el cabrón ni siquiera se ha despedido!!>>pensó.

Leyó la nota que le había dejado y se tumbó de nuevo en la cama. Recuperó el recuerdo de lo que había estado soñando. Y ya era la tercera vez que soñaba lo mismo.

Las otras veces no lo hizo, pero esta no pudo evitar el masturbarse, porque esta vez no se le bajaba. Se la meneó con los ojos cerrados hasta que se corrió. Terminó, y un pensamiento le inquietaba,¿ porque soñaba con Iván cuando el no era maricón?

Fin de la primera parte.