Iván (2)

Iván,se traslada a las cañadas,un pequeño pueblo, donde descubrirá algo más que puro sexo...

Fran siempre había sido un mujeriego, no por haber trabajado de peón de albañil en diferentes obras mientras terminaba los estudios de económicas, sino porque desde pequeño había corrido detrás de las faldas. Sentía una atracción irremediable hacia los pechos turgentes de toda mujer que se le cruzaba; Muchas noches llevaba a casa a la chica de turno y se la tiraba(porque no se podía decir que hiciera el amor con ellas) y a la noche siguiente volvía a cambiar.

Por eso, se sentía descolocado por los sueños que había tenido últimamente. En ellos aparecía Iván, que entrando en su dormitorio, se metía en la cama con él. El no sólo no lo rechazaba, sino que lo abrazaba y lo cubría de besos. En los sueños la pasión se desataba con fuerza después de un preludio de caricias .Y al contrario de su varonil aspecto, era Fran el que se daba la vuelta para ser penetrado.

A los minutos de despertarse, el placer que había sentido se iba transformando en inquietud. A el ,jamás le había pasado eso. Si es cierto que había escuchado que todos los hombres tenían en alguna circunstancia de su vida, sueños homosexuales. Y no era porque Iván le desagradara, todo lo contrario, pero una cosa es tener un buen amigo homosexual y otra, follar con el.

Todo esto comenzó cuando se enteró de que se marcharía a Las Cañadas durante unos meses. Durante el último año y medio, habían compartido muchos fines de semana juntos, muchas noches de cháchara frente a la tele y muchas confesiones hasta las tantas de la madrugada.

Por eso decidió de que lo que sentía en este momento, sólo era el fruto de saber que se había quedado sólo(al menos, temporalmente) y que no tendría a su amigo para contarle las penas.

Para reafirmarse en su decisión cogía el teléfono.

-¿Marisa?(o Marta o Desiré, o la que tocara),... ¿quieres que pase por tu casa?... En cinco minutos estoy ahí...deacuerdo.-y detrás de cada conversación un polvo que no le sabía a mucho, porque lo hacía solo por afianzar su seguridad.

En el tren, el soldadito pelón, parecía que no tenía límite. Mientras con la mano se la agarraba con fuerza, con la boca le comía el capullo a Iván.¡ Como le gustaba verlo hinchado y colorado! La lengua paseaba por todo el contorno, y de vez en cuando succionaba para extraer unas gotitas de semen que se deslizaban por su garganta. E Iván se dejaba. No le importaba que tomara la iniciativa, o por lo menos al principio.

Fuera , de vez en cuando, se escuchaba el ruido de pisadas. Gente que se dirigían al vagón restaurante. Y por lo pronto, nadie había intentado entrar al aseo.

Iván levantó al muchacho y le dio la vuelta, terminó por bajarle los pantalones y le arqueó la espalda para tener más a mano el culo redondo que se iba a follar. El soldadito, con las manos apoyadas en la taza, y con el culo en pompa, le enseñaba un enorme agujero colorado, que sin duda se había metido algo más que una polla.

-¡¡fóllalo!!No te prives de darte el gusto de metérsela a una zorra como yo! verás que es el culo más caliente en el que la hallas metido nunca!

Y era cierto. Sabía como controlar su esfínter para dejar a la polla de Iván dentro de su culo y darle más gusto si cabe. E Iván lo agradecía. Pocos tíos con los que había estado sabían ser follados como este.

Antes de correrse, el soldadito retiró su culo y se giró de nuevo, con la boca abierta a la altura de la verga de Iván. Se la movía de arriba abajo hasta que el cuerpo de Iván se tensó apoyado en la puerta del baño. Un disparo de leche blanca fue a acertar directamente a la boca, mientras unas gotas se estrellaban contra las mejillas. Las relamía con gusto.

El soldado aunque con la polla bien tiesa, no se corrió.

Iván se abotonó la camisa que llevaba y que en uno de los empujones perdió un botón. No había sido un mal cambio, un botón por un polvo bien echado.

Consciente de que sólo era un encuentro casual, Iván se dispuso a volver al vagón, no sin antes decirle que había sido uno de los mejores polvos que había echado. El putón le sonrió y se fue en dirección al vagón restaurante donde permaneció hasta el final del trayecto.

El resto del viaje se le hizo muy corto, pasó el resto del tiempo durmiendo hasta que el chirriar de las ruedas frenando, le despertó. Con los ojos entreabiertos vio como descendía la velocidad lentamente hasta que el tren hizo parada en la estación. No se sentía del todo descansado, pero ya había llegado, y era hora de espabilarse.

Las Cañadas se encontraba a unos mil quinientos metros de altitud sobre el nivel del mar, por lo que a Iván le dio rabia el haberse perdido la subida. Descendió hasta el andén y dio un vistazo al derredor. Una estación pequeña pero con una preciosa pérgola de madera que cubría las cabezas de los pasajeros. Sin duda un hermoso recibimiento acompañado de un aroma a fresco y a hierba mojada. Todo lo que rodeaba la estación eran verdes praderas que se extendían a las faldas de las montañas. Se alegró del cambio temporal de residencia.

Faustino, el padre de la criatura, le esperaba al lado de las taquillas donde expendían los billetes. Portaba un cartelón de papel donde, con una esmerada caligrafía estaba escrito su nombre; Iván se lo había imaginado más viejo, más de campo, pero su aspecto no distaba mucho de cualquier otro tipo de la ciudad. Una pequeña tripa le sobresalía por encima del cinturón y unas chapetas coloradas adornaban su saludable cara. Era atractivo, y sin duda, unos años antes, habría quitado el sueño a mas de una en el pueblo.

-bienvenido a Las Cañadas-le saludó cordialmente.

-Gracias. Hermoso sitio. Son afortunados de tener este paisaje.

-Pues ya verá cuando lo conozca. No querrá marcharse- la sonrisa mostraba una perfecta hilera de dientes blancos.

Seguramente llegaría un momento en el que sí querría marcharse. El entorno era muy agradable, pero no creía que aquí pudiera tener alguna relación, y eso a la larga influía bastante.

Subieron al todoterreno con calefacción incluida, otro error en el que había caído. Se había imaginado que lo recogerían en tractor. Se prometió que a partir de entonces no iba a dejarse influir por tópicos.

Cruzaron el pueblo lleno de casas de ladrillo y madera, muy típicas de las zonas montañosas. A la izquierda de la iglesia tomaron una carretera secundaria que cuesta arriba, les llevaba a la casa donde se alojaba la familia, y donde el se quedaría un par de días hasta que quedase una habitación libre en la pensión del pueblo.

Durante el camino Faustino le puso al día. Su hijo estaba en el último curso de bachiller y ya tenía plaza para la universidad en la capital, había sido muy buen estudiante y también muy burro jugando al fútbol. Hacía una semana y medía se había roto un ligamento en un partido y tendría que llevar una escayola durante al menos dos meses. Al día siguiente del accidente, ya le habían operado para unirle de nuevo los ligamentos, así que tendría que permanecer de reposo hasta que la soldadura se afianzase. Más luego, la rehabilitación que se podría prolongar todo el verano.

-al ver nuestro pueblo , se habrán dado cuenta el porqué no puede moverse de la casa. El camino al instituto no está bien. Y no considero oportuno que repita el curso, total, sólo quedan apenas tres meses para que termine-el pelo, poblado de canas, le hacía si acaso más atractivo.

-Estoy totalmente de acuerdo con usted- y ciertamente, lo estaba.

También le contó, que su mujer y el se separaron, y que se quedó a cargo de los niños .No hablaba con rencor de su exmujer y con eso ganó unos cuantos puntos más a los ojos de Iván.

Las clases las comenzaría al día siguiente, que era lunes. Hablaría con el profesor de Juan, que así se llamaba el lesionado futbolero y comenzaría de inmediato a impartir las materias.

-Si quiere, esta tarde puede darse una vuelta por el pueblo, hoy domingo estarán todos en la plaza del pueblo tomando el café. Sin duda, será usted la comidilla del pueblo, pero no se ofenda, aquí no hay mucho que hacer y total ,ya se les pasará cuando pasen unos días.-quitó las llaves del contacto. Ya habían llegado.

La casa, tipo cabaña, tenía dos plantas y tanto la de arriba , como la de abajo tenían una pequeña terraza. Las vistas eran increíbles. Por un instante, se acordó de la serie infantil "Heidi".

Entraron y en el salón, decorado con muy buen gusto, moderno, pero rural ,y con una enorme televisión de pantalla plana. Juan se encontraba en un sillón orejero leyendo un libro. La pierna escayolada reposaba sobre un cojín encima de una silla. Ya sabía que tenía diecisiete años, y aún sentado ya se notaba la estupenda forma física en la que estaba, muslos gruesos y formados, y un pecho ancho se intuía bajo la camiseta. Sin embargo, no era muy agraciado que digamos. No parecía hijo de su padre. Su cara era de bruto, y eso si que le recordó a la imagen que tenía de un pueblo.

Hechas las presentaciones, le acompañaron al que sería su dormitorio, sencillo, pero bien equipado. Lo dejaron sólo para que deshiciera la maleta.

Se sentó en el colchón, y pensó que en sólo hacía dos días, el viernes por la noche, se encontraba en la discoteca gay más grande de la región. Luces de neón por todas partes y lasers que se movían a todos lados de la discoteca. Era casi una norma impuesta que todos los jóvenes, y no tan jóvenes, bailaran descamisados. Luciéndose, con el único objetivo, por lo menos para la mayoría de ellos, de conseguir carnaza para no pasar el resto de la noche solos. Iván era uno de ellos. Pidió una copa y se apoyó en una de las barras metálicas que bordeaban la pista. Se distinguían las caras y los cuerpos pidiendo guerra. Ya con el puntito que le daba el alcohol , salió a dar unos cuantos saltos, porque a eso no se le podía llamar bailar.

Como todos los viernes, no cabía un alfiler. Iván tenía que darse un homenaje por el trabajo conseguido, y más que por eso, ¡por el hambre que intuía que iba a pasar.!

Cuando ya se encontraba sudoroso por el calor que hacía dentro, un tío le rodeó con los brazos la cintura, moviéndose al ritmo que lo hacía Iván. Estaba de muy buen ver, por eso no lo apartó de su lado. Sus pechos separados por varios centímetros, unían más si cabía sus cinturas. Bailando, sus genitales enfundados en los vaqueros, se rozaban con cada movimiento. Y con cada movimiento , más se notaba las protuberancias que chocaban entre si, como si fueran dos esquimales que se saludaban con la nariz.

El desconocido se puso detrás de él, y con una mano le asía la cintura y con la otra, le metía la mano el bolsillo delantero para masajearle el miembro. Su polla pegada al culo de Iván se movía al ritmo de la música. A ambos se les puso dura hasta reventar...

Como prólogo de lo que vendría, el desconocido se separó y atravesó la pista en dirección a donde se encontraba el cuarto oscuro. Le hizo una seña a Iván para que le siguiera. Y el le siguió.

Unos cuantos tíos entraban y salían del cuarto, donde a oscuras se follaban los unos a los otros, donde se chupaban las pollas y se masturbaban hasta correrse. No vio al chico que había conocido, por lo que supuso que se encontraba ya dentro. Sería la primera vez que Iván entrase en un cuarto oscuro.

Pasó hacía adentro, no sin un pequeño temor de lo que se encontraría dentro.

La iluminación era prácticamente nula, y el sonido de la música, que ahora se escuchaba de fondo, quedaba amortiguada por los gemidos y suspiros de placer que inundaban la sala. Fue guiándose con la mano apoyada en la pared ,pero ésta se tropezaba de vez en cuando con alguien que sin duda estaba follando. Otra mano cogió la suya y la dirigió abajo. Tocó una polla dura y caliente, mientras le tocaban el bulto que sobresalía de sus pantalones. Era una sensación extraña el no saber de quien era esa verga. Sin duda, no era del chico al que buscaba ,ya que al subir la mano hacía la cara, palpó una prominente barba. Se separó y continuó la búsqueda. Otros cuerpos se rozaban contra el suyo y otras cuantas manos le tocaban con intención de ser correspondidas. No supo cómo, pero el desconocido le encontró a el primero. Se puso de nuevo detrás de Iván, y continuó el frotamiento contra su culo, mientras ambas manos subían en dirección al pecho, con intención de juguetear con los pezones, ya excitados, de Iván.

La verga del profesor no necesitaba ser tocada más, para llegar a ser una enorme tranca que quería salir del pantalón. El baile, la música de fondo , los gemidos que se escuchaban y el misterio de la oscuridad hicieron ese trabajo.

Notó que las manos del chico, desabrochaban el botón del pantalón y bajaba la cremallera. Su polla quedó liberada y , mientras el desconocido le bajaba el vaquero a la altura de los muslos, otra mano, le cogió la polla y se la metió en la boca. Iván no la apartó. Tenía a uno por detrás y a otro que se había sumado, por delante. Estaba gozando de lo lindo.

El desconocido le metió la polla de un tirón, protegida por un condón lubricado que facilitó la tarea. Y ambos ritmos se acompasaron, la de la follada que estaba recibiendo y la de la mamada que le estaban haciendo. Y la música de fondo.

Su culo tragaba y tragaba la enorme polla , mientras los suspiros de placer se unieron al del resto de los que estaban dentro del cuarto oscuro. Se le corrieron dentro y el se corrió en la boca del otro.

Esa noche la terminó , en casa de un tercero al que conoció apenas media hora antes de que cerraran la discoteca.

Se levantó del colchón donde se había sentado y abrió la maleta.<<¡ bienvenido a la vida monacal! Ahora estás entre vacas y cabras, estos meses...a paja limpia>>se dijo, y lo dijo con todo el convencimiento.

La tarde llegó después de una copiosa comida casera. Sin duda, Faustino sabía cocinar. Un café bien cargado acompañó a la agradable sobremesa.

-Bajaré al pueblo a echar un vistazo, y así aligero el estómago-dijo tocándose la barriga.

-perdona que no te acompañe, pero Sebastián, mi hijo mayor está al llegar y tenemos que ir a la vaquería a adecentar todo aquello. Una vaca parió anoche.

-No se preocupe, ya me las apaño sólo, además tengo que hacer una llamada de teléfono-se acordó de que no había llamado a Fran.

Al salir por la puerta, ya en el porche, vio a Sebastián bajarse del coche. Algo le había pasado al verlo, porque unos nervios de quinceañero se apoderaron de él .

Doña Manuela, la panadera del pueblo, se sentía muy orgullosa de su hijo. Sin duda era uno de los jóvenes más educados y complacientes de Las Cañadas. Ya muchas madres le habían comentado entre risas, que si sus hijas no le querían, ¡ellas estarían dispuestas a echarle el guante!.(por supuesto, estos comentarios se los hacían a Doña Manuela a la hora del café cuando se reunían para jugar al bingo en el cuartito que hay detrás de la panadería, y a salvo de los maridos que a esa hora, se reunían en el bar del pueblo para jugar al dominó).

Su hijo no sólo era educado y complaciente, sino que era trabajador. De lunes a viernes se levanta temprano con ella para ayudarle a preparar el pan, y el sábado coge un tren para la capital donde echa unas horas en un restaurante, que según le ha contado, es de tres tenedores.

Sin ir más lejos, esta mañana llegó en el primer tren desde la capital, para ayudarla a preparar los pasteles que se venderán esta tarde en la panadería.¡que suerte había tenido! Porque hay cada hijo por ahí....

Lo único que le disgustaba era la manía que tenía el joven de raparse el pelo. Ya le había dicho mil veces que se lo dejase crecer, que así parecía un soldado a punto de licenciarse...

(fin de la segunda parte)