Isabelita (2)

Me gusta pasar de siervo enamorado a amo dominante

Isabel (2)

Este relato es continuacion de Isabelita (1). Para entender mejor el contexto es recomedable la lectura previa del otro relato. ¡Gracias a tod@s!

-       "Yo te amaba... y tú con tu desaire me hacías sufrir mucho", "…ahora las cosas han cambiado y me alegra que vengas conmigo... así te puedo perdonar... pero también siento muchas ganas de tomarme una pequeña revancha", le digo a Isabel, mientras le acaricio la espalda pasando suavemente mi mano desde su cintura hasta los hombros.

Ella recostada sobre mí se recupera del rico orgasmo que ha tenido. Creo que no me escucha, pues todavía paladea mis últimos empujones.

Le retiro el cabello que tapa su cara y le obligo a que me mire mientras le advierto:

-       "De muy dentro me salen unas ganas tremendas de maltratarte, de humillarte, obligarte a que te muestres sumisa y complaciente conmigo, para compensar aquellos días.

-       "Dime lo que quieres que haga, cariño... quiero que me perdones y que me ames todo lo que puedas... Dame todo ese amor que has acumulado durante años para mí", me dice casi en un susurro al tiempo que se aprieta aún más contra mi cuerpo.

Esta actitud tan cariñosa me agrada y siento un cosquilleo muy agradable.

-       "quiero que me acaricies... por aquí...", le digo mientras le tomo la mano y se la conduzco hasta mi sexo. " así…ves cómo te digo... muy despacito y con mucho mimo... tómala y juega con ella… muy suavee...", le digo mientras le pongo su mano alrededor de mi polla que está a media erección.

-       “En aquellos años yo te amaba con locura. Después de tu partida, los años siguientes te he soñado, te he amado en mis fantasías y me he corrido muchas veces añorando tu recuerdo. ¡¡Cuantas pajas me habré hecho pensando en ti!!”

-       “Hoy estas aquí y no te dejare escapar. En un flojo alarde de autoridad le digo: "Ve al baño, te envuelves en una toalla grande y cuando te lo diga vienes".

Mostrando un poco de extrañeza, Isabel obedece diligente. Cuando se va no puedo evitar mirar con mucho deseo su hermoso cuerpo, su lindo culo, su linda espalda, su andar tan femenino, sugerente…Casi a escondidas me tengo que dar unos frotes para calmar mi ansiedad por tenerla de nuevo junto a mí.

-       "ya puedes venir…me gustaría que finjas que eres una chiquita inocente…algo tímida y pudorosa… como eras cuando te conocí…", le pido.

Isabel se acerca lentamente, casi midiendo cada paso y tratando de tapar lo más posible su semi desnudez.

-       "Yo me enamore de una chica simpática… con un bonito cuerpo… del que me encantaba mirar las piernas, y sobre todo cuando te agachabas… allí donde terminan y empieza tu culo", le digo.

Ella interpreta mis palabras y se mueve alrededor de la cama de forma aparentemente distraída pero muy sugerente. Dándome la espalda se inclina hacia delante, enseñándome su culo desnudo. En medio de sus nalgas, descubro su conchita adornada con bien recortados pelillos oscuros.

Tomo mi miembro y me pajeo lentamente disfrutando de la visión.

-       "Con el tiempo te fuiste despabilando… y conseguías ligar con el chico que más te apetecía… aunque nunca fui yo el elegido…por eso me hiciste sufrir mucho…".

-       "Dame un poco de esa magia que utilizabas con ellos… ahora debes ser una mujer seductora… atrevida…".

Isabel contonea las caderas, se pasa la mano por encima de la toalla acariciándose todo el cuerpo, alborotando su melena, y levantado la toalla para enseñarme el preciado triangulito de su pubis.

Con estudiados movimientos, se desprende de la toalla, me enseña alternativamente sus bonitos senos, su recortados pelitos de la entrepierna o su culo firme y rotundo.

Me hace mohines con los labios, adopta posturas atrevidas que invitan a mirarla, mientras con las manos recorre los rincones de su cuerpo por los que a mi me gustaría perderme.

Le gusta mostrarse ante mí como una mujer atrevida y sensual. Me mira mientras me subo y bajo el pellejo, a sabiendas de la enorme excitación que me provoca, me lanza besos por el aire y termina chupándose los dedos de una mano con claro deleite.

A continuación se entretiene rozándose la puntita del pezón, para luego tomarlo entre los dedos, apretarlo y pellizcarlo suavemente.

-       "Eres una cachonda peligrosa… se nota que sabes manejar a los hombres… que eres una buena amante…. y que disfrutas con la seducción", le digo sin perder detalle de sus movimientos y sin dejar de meneármela delante de sus ojos.

-       "Acaríciate…. así… así…. y muéstrame todos tus encantos… ¡te deseo tanto!..¡tan ardientemente!" le suplico.

Ambos nos sentimos muy cómodos y excitados por la situación. A Isabel le gusta mostrarse como una perrita mimosa, exhibirse e incitar mi pasión. Lo consigue totalmente y gusta comprobarlo mientras me ve excitado como un caballo.

Me gusta que se insinúe, que me ofrezca su precioso conejito, que me observe mientras me masturbo, y que se muestre sumisa a mis encargos y deseos.

-       "Después de tanto tiempo soy yo quien, por fin, puedo confesar mis deseos… y pedirte que me complazcas….Uhmmm… ¡cuántas veces soñé con esto!!", le digo mientras disfruto como un animal, "… mi viejo y apasionado amor me conduce a la mas grande de las excitaciones y al mayor de los placeres.

-       "Isabelita querida, enséñame ese tesoro…tan deseado… tan rico…tan jugoso…ohhh ¡que rico!" murmuro mientras me sobo a conciencia.

-       "¿Quieres darle un besito aquí?", pregunto mostrándole la punta del capullo, brillante e hinchado como nunca. (En realidad lo que le pido es que me haga una mamada bien buena, que me haga gritar de gusto, aunque no me atrevo a pedírselo a ella).

-       "Es que… quizás yo…." dice dubitativa, "… a mi esposo esto no se lo hago… siento un poco de vergüenza… no se…", continua diciendo mientras coge indecisa el tronco y sube y baja el pellejo.

-       "¡Pues ahora me lo vas a hacer a mi… llevo muchos años esperando este momento!"

-       "Yo te enseño como lo debes hacer… ya verás como luego nos complace…Uhmmm que gustoooo!"

Isabel acerca la boca, entreabre los labios y se pone la punta rozando apenas con los dientes.

Saca la punta de la lengua y la pasa por la punta, la zona del frenillo y por el borde inferior de la enorme seta en la que se ha convertido mi glande.

El hormigueo que me produce me lleva al borde del clímax. Cuando abre la boca y engulle lentamente mi miembro haciendo resbalar sus labios sobre la piel de mi miembro, me siento morir. ¡El gran amor de mi vida haciéndome una mamada! ¡es una verdadera maravilla!

Me estremezco cada vez que mueve la cabeza y me roza con los dientes. Juega con ella, se la frota por la cara, por el cuello y en las orejas. Percibo su inexperiencia, y la pago con pequeños sobresaltos al reaccionar a sus poco expertas caricias.

Isabel pone mucho cuidado en sus movimientos. Son pausados y comedidos, pero su pequeña torpeza en el trato a mi preciado tesoro, me hace suspirar, unas veces porque quiero que continúe… y otras porque necesito que afloje en sus caricias.

La empujo hasta hacerla poner de pie frente a la cama dándome la espalda. Al otro lado hay un armario con dos enormes espejos en las puertas que nos reflejan a cuerpo completo. Paso una mano por delante de la cintura para tenerla bien sujeta. La otra busca sus pechos para acariciarlos con decisión y ternura.

Mi boca busca su cuello para morderlo, besarlo y lamerlo. Araño sobre sus músculos con mis dientes y luego aprieto mis labios allá donde se une el cuello con los hombros. Mi mano aprieta sobre su pecho, baja hasta el vientre y se hunde en su entrepierna.

Mis dedos se pierden entre los labios de su conchita y juguetean con su escurridizo clítoris que no se deja atrapar. Empiezo a mover mis dedos hasta arrancarle profundos suspiros de placer.

-       "No creas que va a ser tan sencillo... ahora me perteneces y voy a recuperar todos los momentos de placer que he anhelado", le digo al tiempo que la empujo sobre la cama. Isabel apoya las manos y queda con el culo en pompa delante de mí.

Con ambas manos le acaricio las nalgas... le separo los cachetes y disfruto de su vagina entreabierta que deja escapar un hilito de flujo caliente y viscoso.

Pongo mi verga entre sus piernas y restriego de abajo a arriba recogiendo tan precioso liquido con le capullo. Se me humedece y lo froto una y otra vez por sus labios y alrededores del ano, por el interior de sus muslos y por las nalgas.

Me coloco bien y empujo hasta ver como mi verga se va hundiendo suavemente en su conchita. Tras una pausa, empiezo a bombear con ganas.

Meto y saco, uno, meto y saco, dos, meto y saco, tres... pausa...unooo, dooos, tresss...unooo, dooos, treeees... me detengo intencionadamente dejando dentro solo la punta, justo en el límite que mantiene su conchita ligeramente abierta.

Con brusquedad doy un empujón con la cadera y la meto hasta el fondo arrancando un gemido de su corazón. Siento como tiemblan mis piernas, estremeciéndome de gusto.

-       "Te gusta sentirme bien adentro, verdad?... te voy a abrir la conchita de par en par... haciéndote sentir mi polla dura como una piedra... vas a padecer tanto como yo padecía cuando te veía irte con alguno de tus muchos novios..."

Meto y saco, uno, meto y saco, dos, meto y saco, tres... pausa...unooo, dooos, tresss...unooo, dooos, treeees... pausa....unooo, dooos, tresss...unooo, dooos, treeees pausa... y empujon hasta el fondo.

-       "Si... si.. dame mas, maaaaaaaaas, dame fuerte, fueeerte... si, si, siiiiiii, fui una niña muy mala, pero ahora quiero que me perdones, dame, dame!!!", me pide jadeando.

Los dos resoplamos sudorosos al tiempo que movemos al unísono nuestros cuerpos. Cada vez que me acerco a mi propio orgasmo, me detengo y trato de recobrar el aliento.

Si es ella la que se acerca al clímax, me esfuerzo más y más para llevarla otra vez al paraíso.

-       "Esto lo aprendí mientras me pajeaba pensando en ti. Yo quería que durara toda la noche... pero me corría enseguida, en cuanto te visualizaba me aceleraba y la paja se terminaba en una incontenible sacudida y un borbotón de semen que salía despedido", le confieso mientras alterno mis movimientos de aviven con cortas pausas.

-       "Me la tocaba y meneaba muy despacito.... luego con ritmo creciente, intercalando pausas para rebajar la tensión. Luego unos rápidos movimientos hasta el mismo límite del no retorno.... una pausa un poco más larga amasándome los huevos y aplastando el capullo con la mano, para luego volver a empezar con los lentos manoseos"

-       "Así conseguía que me durara mucho rato, y aprendí a dominar ese impulso instintivo que nos hace continuar cuando estamos cerca el clímax... lo que me ayuda ahora a poder darte fuuuerrrteeeee, o suaaaaaaaaaaaaave durante largo rato". "¿te gusta mi amor?"

-       "¡si...siiiiiiiiii, dame mi amor... no pares, no pares jamás!", dice Isabel enloquecida.

Durante una de las pausas, en medio del torbellino, consigo mover mi verga dentro del coñito de Isabel. También es una cosa que aprendí en aquella época y que apenas he practicado hasta ahora.

Para detener la eyaculación aprendí a contraer el músculo que hay por debajo de la base de mi pene. Esto hace que la punta cabecee y produzca una agradable sensación en el chocho de mi pareja al incidir con las paredes de su vagina.

-       "OoooohhhhHHH... ¿qué me haces bandido?...sigue ... hazlo de nuevo!!!", me suplica.

Lo repito, y cuando todavía está suspirando y paladeando el gustito que le da... bombeo varias veces rápido y duro, haciendo chasquear nuestra piel a cada contacto.

El sudor, la saliva, su cálido flujo se mezclan y se extienden por la piel de sus nalgas, sus muslos, mi pubis y mis piernas, produciendo un particular ruido a cada contacto de nuestros cuerpos en continuo aviven.

Cuanto más duro es el empujón más fuerte es el ruido y a ambos nos regala los oídos.

En esta postura ya han sido varios los orgasmos que ha tenido Isabel, pero todavía no la quiero dejar escapar. Sus piernas y brazos flojean mientras mantienen la postura de perrita sumisa, pero yo me siento más dueño... más señor.

Quiero que esta vez sea mía... que ella solo pueda recibir. Si le doy la vuelta y le miro a los ojos... quizás vuelva a caer en sus dominios... mi amor por ella fue muy exagerado. No correré el riesgo, así que la mantengo con su cuerpo inclinado hacia delante y sus nalgas expuestas a mis caricias.

Paso mis manos por su espalda. Luego las pongo por delante de su pecho para recoger sus pechos. Los acaricio y manoseo, paro luego volver hasta la espalda y las caderas.

Saco mi verga hinchada y dura como nunca lo estuvo. La froto por los labios de su vagina recogiendo gotas de su néctar con el capullo. Luego las reparto dando suaves empujones sobre el ano, restregándola por el interior de los muslos, por las nalgas...

Apoyo mis manos en la parte delantera de sus muslos haciéndolas converger en su entre pierna. Luego mis dedos buscan ufanos la humedad de su rajita y los dos dedos mas atrevidos se cuelan hasta dentro.

Al salir buscan el clítoris. Lo encuentran duro y erecto, pero se resiste a ser manoseado. Se quiere escapar, esconder... pero mis dedos lo atrapan y juegan con el cada vez que salen de la húmeda cueva donde se entretienen saliendo y entrando cada vez a una velocidad distinta.

Vuelvo a encarar la punta de mi polla hacia el coñito y aprieto con suavidad viendo cómo se va hundiendo lentamente. Ver como se clava... y verlo entre las nalgas de Isabel me vuelve loco... Ufffhhhh tengo que parar... o me voy a correr....

La saco dejando apenas la punta rodeada por los labios de su conchita.

Con mis dedos bien mojados, acaricio el ano. Presiono ligeramente con la yema del dedo plana, sin tratar de penetrar... solo para empujar.

Luego recorro en círculo la periferia. Tomo los cachetes con ambas manos y los separo. Aprovecho para ver su culo virgen, y la punta de mi polla en la antesala del cielo. Luego tomo los cachetes y los cierro sobre si mismos. Los vuelvo a separar y repetir las caricias sobre el ano.

Isabel, sumisa y complacida, suspira expectante sin saber que va a venir a continuación.

Sin que ella lo sepa, me mojo el dedo meñique con abundante saliva. Si más preámbulo, lo apunto sobre su culo y aprieto lentamente pero sin pausa al tiempo que le clavo otra vez mi polla hasta las bolas.

Se escapa un gemido de su pecho, pero enseguida se regodea moviendo sus caderas en círculo aceptando la penetración en sus dos agujeros.

Con una mano sujeto las caderas de ella, con las caderas bombeo a mis anchas, y mientras mi pequeño dedo descubre para ambos nuevas placeras sensaciones.

Las sacudidas del cuerpo de Isabel delatan la llegada de otro orgasmo.

¡La revancha está siendo… muy, muy dulce!.

Deverano.