Isabel comienza a pagar sus deudas

Una joven viuda descubre con horror que deberá pagar las deudas de su marido.

Isabel se ducho como una autómata, había pasado toda la noche en vela, llorando y lamentándose, la noticia la había aturdido, se encontraba sola, terriblemente sola, era hija única, a su padre no lo conoció nunca y su madre había muerto de cáncer hace tres años. La única familia que tenia en el mundo era su marido y sus tres pequeños hijos, sus tres pequeños hijos....su marido ya no existía, a las 11 de la noche le avisaron que lo habían asaltado y al oponerse una cuchillada en el estomago lo había dejado agónico, lucho toda la noche en la sala de urgencias pero a las 4 de la mañana se había ido definitivamente.

Le dolían los pechos, tenia que amamantar a su hijo pequeño de 4 meses, no sabia ni siquiera donde estaban, creía recordar que una vecina se hizo cargo de ellos cuando le avisaron del asalto y debió partir al hospital.

Alguien le había traído ropa negra, esa horrible uniforme de viuda que ella debería vestir, una blusa negra, una falda negra y un chaleco igualmente negro, busco entre su ropa interior algo negro, solo encontró una tanga y un sostén bastante provocador, ambos regalos de su marido, y unas medias negras de esas que parecen ligas, ella las había comprado especialmente para hacerle juego a la ropa interior que le regalo su marido, las encontró muy fuera de lugar y se vistió con su habitual ropa interior blanca y sin medias.

El living de su casa estaba llena de vecinos para dar el pésame y el comenzar el velorio, alguien le puso el bebe en brazos y ella lo llevo a su habitación para amamantarlo, afuera su compadre Javier se encargaba de todo, la había acompañado en todo momento en el hospital, se había encargado de organizar el funeral y el velorio, había comprado la urna, el sitio en el cementerio y contratado el servicio. Había comprado víveres, bebidas y café para los asistentes, incluso había traído un par de personas para que se encargaran del aseo y atender a los asistentes.

Su Compadre Javier era mucho mas que eso para ella, era un hombre mayor, de unos 45 años, muy grande, media casi dos metros y con unas manos enormes, la conocía desde niña y siempre la había tratado con cariño y respeto, su madre había trabajado como cocinera en su casa desde que ella recordaba y hasta poco antes de morir. El la había aconsejado cuando a los 16 años quedo embarazada y debió casarse, había impedido que su madre la matara a golpes por burra y había empleado a Luis su marido en la fábrica. La pequeña casa donde vivían era de él, se las había facilitado para vivir mientras se acomodaban pero ya llevaban 6 años allí. Pese a las dificultades económicas había sido muy feliz con Luis, a los 17 años tuvo su primer hijo y por supuesto Javier fue el Padrino y se convirtió así en su compadre, a los 19 años tuvo su segundo hijo y apenas cumplido los 21 su hija, se había sentido siempre sóla y no quería que a su hijo le pasara lo mismo, ella ansiaba una familia numerosas, con los tres pequeños se sentía realizada.

Realizada pero preocupada, ella no había trabajado nunca y nada sabia de las finazas del hogar, de eso se encargaba Luis, sabia que tenían deudas, pero no sabia cuanto ni a quien, decidió pedirle consejo a su compadre, el nunca le había fallado y siempre parecía saberlo todo y poder hacer cualquier cosa. Puso a la bebe a dormir y lo llamo aparte para conversar, entre tanta gente el único lugar tranquilo era su habitación, lo llevo allí y le explico su angustia. El la escucho en silencio, preocupado, le hizo un par de preguntas que ella no supo responder y la abrazo con ternura, como protegiéndola de todo, ella se recostó en su pecho y sintió que sus lagrimas se desbordaban, dio rienda suelta a su angustia y lloro toda su pena apoyada en su Compadre, el solo la consolaba sin saber que hacer para calmarla. Cuando se calmo el la dejo sola para ir a averiguar la real situación en que quedaba Isabel.

Al día siguiente su compadre Javier llego un par de horas antes del funeral, su cara demostraba preocupación, Isabel lo hizo pasar a su dormitorio para poder hablar con calma, el bebe dormía satisfecho sobre su cama.

¿Qué tan grave?, preguntó Isabel.

Mucho más de lo que usted quisiera comadre, Luis estaba en una situación muy difícil, debía una buena cantidad a un prestamista y esa es gente muy mala que no va a detenerse ante nada para cobrar. Tu eres su viuda y para ello no hay excusa, deberás pagarles si o si.

¿Pero cómo?, si yo no tengo dinero ni trabajo.

¡Eso no los detendrá!, tendrás que trabajar para ellos hasta que pagues la deuda, eso es mucho tiempo y mejor ni te explico en que para no asustarte más.

Isabel se estremeció de susto, busco cobijo en los brazos del gigante. El la conforto y le dijo: Isabel, a mi se me ocurre una solución, no es muy buena pero es la mejor que hay.

A Isabel le brillaron los ojos, sabia que podía confiar en su Compadre, él siempre la había protegido y tenia muy buenos contactos con el gobierno, él la protegería. No importa que sea difícil, al menos es una solución, ¿qué debo hacer compadre?

Bueno, hablé con ellos para negociar la deuda, es mucha plata pero puedo pagarla, así no le deberás nada y no tendrás que trabajar para ellos……Trabajaras para mi y me pagaras la deuda de a poco.

Ella lo abrazo y besó en la mejilla. Gracias compadre, usted más que mi compadre parece mi padrino, no sabe cuanto se lo agradezco. Puedo comenzar a trabajar apenas usted me diga, cuando debo comenzar.

Él la miro un tanto incomodo, pero ya había tomado su decisión. Comenzaras ahora mismo, sus manos gigantescas la tomaron de sus caderas y la atrajeron hacia él. Isabel sintió un bulto bastante prominente en su entrepierna y como las manos de su compadre ya no la tomaban de sus caderas sino de glúteos, presionándola contra ese bulto enorme.

Las señales fueron súper claras para Isabel, aun así su cerebro se negó a aceptar la situación, sencillamente no podía ser, su compadre no podía estar agarrándole el culo con ambas manos y presionándola contra ese bulto en la entrepierna, que ella entendía perfectamente lo que era.

Pero Compadre, ¿Qué me esta diciendo?, Isabel incrédula ni siquiera trato de separarse de él.

Javier acaricio ambos pechos con una de sus manazas. Mira Isabel, abre bien tus oídos y entiende una vez, no quiero que acabes como una puta para esos animales, yo te voy a comprar, seguirás siendo una puta, pero sólo para mí, y para quien yo desee compartirte.

Ella se reveló y trató de soltarse y golpearlo, pero él era mucho más fuerte. Mira mocosa, y la arrastró hacia la ventana, descorrió la cortina y vieron un grupo de aspecto sospechoso en la esquina, esos tipos mal agestados que están en al esquina son los acreedores de tu marido. Uno de los tipos, el que parecía el jefe le hizo una seña de saludo y le mostró un celular, Javier volvió a correr la cortina, tomo su celular y marco un número, Javier puso el teléfono cerca de Isabel para que escuchara;

Hola viejito, está bien buena la niña, si la quieres disfrutar nos pagas hoy, sino, no hay problemas, a mi me encantaría domarla y tengo conmigo varios amigos dispuestos a ayudarme. Isabel, se encogió de susto y buscó refugio entre los brazos del gigante, por el auricular pudo escuchar las risotadas del grupo y varias groserías. No te preocupes, tendrás tu dinero hoy, acércate durante el funeral y te daré maletín con el dinero, sólo me falta cobrarme la primera cuota. Jajaja, que la disfrutes viejito, es mucha la plata que estas pagando por esa puta, nos vemos más tarde y no nos falles.

Javier le tomo la cara con ambas manos y la obligó a escuchar; Isabel esos animales te quieren como puta, te encerrarán en una pieza desnuda, amarrada de manos a la cama, con una venda en los ojos y sin comida ni agua, un par de ellos te sujetarán las piernas mientras otro te viola, luego vendrá otro y otro más, después de unos 30 tipos ya no aguantarás más y te desmayaras, te darán vuelta y comenzar por el culo, primero uno, luego otro, luego otro más así hasta que toda la banda te haya dado por el culo. Cuando creas que lo peor ya pasó, comenzarán de a dos, uno por el culo y otro por la vagina. Luego entre dos te sujetarán la mandíbula y comenzarán con tu boca, siempre el jefe es el primero, sentirás su leche corriendo por tu garganta y deberás tragártela para no ahogarte, luego otro y otro más, los 30 tipos de la banda tienen la obligación de cogerte por tus tres orificios, así ninguno puede alegar inocencia y se protegen unos a otros. La primera semana eres carne para la banda, sólo después de que ruegues y prometas portarte bien podrás trabajar de puta, mientras esto no ocurra seguirás siendo carne para la banda, cualquiera de ellos puede cogerte como quiera, por donde quiera y cuando quiera, conocerás los que es tener tus tres orificios ocupados casi en forma permanente.

¡Basta!, ¡Basta! gritó Isabel asqueada y muerta de miedo. Javier la obligó a seguir escuchando, como puta de darán una cuota de 10 tipos al día, son 10 tipos que pagaran por cogerte como ellos quieran, nunca podrás decir que no quieres o que no te gusta, todo lo contrario, aprenderás a pedir más y a incentivarlos para que gasten en ti, mientras más tipos puedas atender al día, más valiosa serás para la banda y mejor te tratarán, si bajas de la cuota de 10 al día serás considerada una perra. La primera vez que ocurra, te pondrán desnuda en una habitación y en cuatro patas, amarrada a una pequeña mesa que dejara tu culito y vagina expuestos, por supuesto este escarmiento es público y será en presencia de toda la banda y del resto de las putas. Veras al Jefe entrar acompañado de su perro doberman sujeto por una cadena, el jefe se te acercara y el perro comenzará a olerte, te dará un para de lengüetazos por la vagina y el culo y muy pronta sentirás que el quiltro ese te monta como si fueras su perra., los perros tienen bastante más aguante que los humanos y una bola al final del pene que se abrochara a tu vagina, después que el perro acabe dentro tuyo, estarás una media hora pegada a él hasta que la bola se deshinche. La segunda vez sencillamente te venderán a otra banda, donde todo comenzará nuevamente. Pero no te preocupes, al principio tendrás mucho más de 10 clientes, normalmente una puta nueva atiende en ese lugar unos 30 o 40 tipos por día.

Isabel sólo lo miraba con ojos de terror y negaba con la cabeza, inmóvil y aterrada ante el panorama que describía su compadre. Javier la volvió a tomar de las caderas y la atrajo hacia él, frotó su paquete desvergonzadamente contra ella y aprovecho la situación para desabotonar su blusa, Isabel no se resistió, él aprovechó de acariciar sus glúteos, primero por encima de la falda y luego bajo ella, metió su mano por debajo de tanguita y desde atrás toco su depilada vagina, Isabel temblaba como un pollo mojado, aterrada e incapaz de resistirse.

¡Estas seca y así no sirve!, tumbate en la cama. Isabel rogó una vez más que la dejara. Javier sólo le contestó secamente; piensa en tus hijos, los criara la banda. Los hombrecitos no tendrán problemas y pronto aprenderán a ser tan desalmados como ellos, puede que les toque cogerte delante de la banda para demostrar su lealtad. La niña sufrirá más, apenas tenga cuerpo de mujercita venderán su virginidad y luego deberá trabajar como puta el resto de su vida. Isabel la miro suplicante, ¿Tú cuidarás a mis hijos?. Por supuesto, si aceptas desde mañana te cambiaras a un departamento en el centro con los niños y una empleada que te ayudará y los cuidara cuando tu tengas que trabajar, obviamente yo me preocuparé de todos los gastos necesarios, tú sólo tendrás que hacer lo que yo te diga. Nunca nadie sabrá en que trabajas, sólo un pequeño y selecto grupo de amigos y ellos son muy reservados. ¿Estamos de acuerdo?.

Isabel se quedo inmóvil durante un rato, luego asintió con la cabeza, Javier la miró y luego dirigió su vista hacia la cama, ella bajo la cabeza y obedeció, se tumbo de espaldas en la cama y esperó lo peor.

Javier se acercó al borde de la cama, le tomo las piernas, las levanto y apoyó en su hombros, lentamente le fue sacando su tanguita negra, esa tan especial que le había regalado su marido y que Isabel se había puesto especialmente para el funeral, admiró sus medias negras que simulaban ligas y se las dejo puestas, recorrió con la mirada su pubis completamente depilado, trato de meter la punta de uno de sus enormes dedos en la conchita pero Isabel estaba seca como un desierto. Javier se alargó y tomó un frasco de aceite para bebes desde el velador, con su dedos separó cuidadosamente los labios de Isabel y le vació una buena cantidad dentro de su vagina. El aceite estaba frió e Isabel se encogió aún más. No te preocupes, quédate quieta y dentro de un rato estarás lista.

Javier se desvistió sin prisas ante la mirada atónita de Isabel, no sólo era gigantesco, sino además parecía un mono peludo, todo su cuerpo estaba cubierto de vello negro. Desde la postura de Isabel sólo lograba ver sus largas piernas, subió lentamente la mirada por sus rodillas y muslos hasta donde sus piernas se juntaban y una inmensa bolsa escrotal colgaba, a Isabel le llamó la atención tanto por su tamaño como por lo negra y cubierta de pelos que estaba, se imagino que esos fuertes testículos deberían dar una abundante cantidad de leche, leche que llenaría su cuevita sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo. Inmediatamente encima de los testículos Isabel descubrió el pene del gigante, este era proporcional a su cuerpo y por lo tanto mucho más grande que el del marido de Isabel, el único que ella había visto o sentido dentro suyo hasta ahora. Sin embargo, más que el porte le llamo la atención lo grueso que se veía, se notaba lleno de venas lo que lo hacia parecer irregular y más grueso, terminaba en una cabezota casi morada y brillante por los fluidos seminales. Isabel apretó sus piernas casi en forma refleja, como si con ese inútil gesto lograra evitar que esa bestia la penetrara y vomitara dentro suyo.

Javier se acerco desnudo, sin decirle nada se dedicó a desnudarla, primero su chaleco negro, luego esa horrible blusa negra, tomó sus lindos sostenes y los saco con cuidado, beso sus pechos y los chupó con delicadeza. MMMM, que rica lechecita tienes Isabel, muy pronto probaras la mía, espero que te guste.

Isabel se encontraba de espaldas en la cama, desnuda desde la cintura hacia arriba, su pubis blanco y depilado resaltaba entre las medias negras y la horrible falda negra arremangada en la cintura. El aceite para bebe que Javier había vaciado en la vagina de Isabel había echo su efecto, su vagina se encontraba muy lubricada tal como lo comprobó Javier al meter su índice hasta chocar con sus nudillos. El busco un par de zapatos negros de taco alto entre las cosas de Isabel y se lo puso, luego le dio la mano para levantarla, le sacó la falda y se dedico a admirarla.

Isabel era bastante pequeña y menuda, muy blanca, sus pechos llenos de leche le colgaban como melones maduros, estaba completamente desnuda salvo por las medias negras tipo ligas y las zapatos altos también negros. Javier se sentó en una silla al medio de la habitación, su grueso pene erecto le parecía una torre a Isabel, esos tremendos testículos que colgaban llenos de leche la atemorizaban, ¿sería capaz esa bestia de penetrarla sin partirla en dos?, ¿podría su vagina soportar esos tremendos chorros de leche sin que la llenaran completamente y rebalsaran entre sus piernas, manchando sus lindas medias?

Javier se echo hacia atrás en la silla con displicencia, se tomó los testículos y el pene con una de sus manotas e invitó a Isabel; venga mi reina, venga a sentarse en su trono. Isabel avanzó con paso tembloroso, aún sentado en la silla Javier era mucho más alto que ella. Las rodillas abiertas de Javier le impedían seguir avanzando, debió aceptar que el la tomara de una mano mientras ella levantaba su pierna para pasarla por sobre las rodillas de Javier y poder sentarse a horcajadas sobré él. En esa posición exponía completamente su vagina a la mirada ávida de Javier, sus labios menores se asomaban impúdicamente y se mostraban entreabiertos, como invitando al invasor a penetrar y conquistar.

Isabel se sentó sobre las piernas de Javier para tomar valor, el grueso pene erecto de él se proyectaba más encima del ombligo de ella, se preguntó como podría semejante bestia entrar en su cuevita, cómo sería capaz su vagina de dilatarse tanto para abrazar ese grueso pedazo de carne, sería capaz de soportar que entrara hasta el punto donde sus testículos chocarían contra su culito. Isabel trago saliva, se levanto de puntillas y avanzó hacia su calvario, pensó que hubiera preferido que el gigante la sometiera a la fuerza, que la hubiera tumbado en la cama y la hubiera penetrado contra su voluntad, de esa manera ella podría haber gritado y golpeado al violador, podría haber puesto su espíritu en evitar la violación, aunque esta igual se hubiera consumado, ella sabría que fue contra su voluntad, mucho más le dolía esta violación consentida. Con dolor se puso de puntillas sobre la cebezota del pene de Javier, para no caerse tuvo que abrazarse del cuello del gigante, cerró los ojos y esperó que él la penetrara. El se mantuvo quieto, solo dirigió su grueso dedo hacia el culito de Isabel y le susurro al oído, abre bien los ojos y no dejes de mirarme, sino te la voy a meter por el culo y te aseguro no te va a gustar.

Isabel debió tragarse su orgullo una vez más, abrió sus ojos mirándolo pero mantuvo su posición, no esperaría este bruto que fuera ella misma quien se violara. Javier nuevamente se mantuvo impávido y ella debió ceder una vez más, dirigió su manito hacia su entrepierna, toma la gruesa verga sin que su mano pudiera rodearla completamente y dirigió la cabezota hacia su cuevita, sus traicioneros labios menores acariciaron al invasor, invitándolo a seguir más adentro, sus labios mayores también la traicionaron y le abrieron paso besando al intruso, sentía el glande de él caliente y duro, penetrándola lentamente. La puta de su vagina tampoco se opuso, no se rasgo ni opuso resistencia, ni siquiera le mandó una señal de dolor, se acomodó a él, lo recibió con ternura y lo premió rodeándolo con su abrazo acogedor y calido, cada centímetro que entraba era mejor recibido que el otro, su vagina parecía no tener fin y recibía al extraño con gusto, hasta su culito se alegró al sentir esa pelota blanda y cubierta de pelos chocar contra él, anunciándole a Isabel que el invasor había conquistado todos sus dominios. Se levantó lentamente y descubrió horrorizada que el pene del gigante estaba cubierto de sus propios flujos de hembra en celo.

Su mente se negaba una y otra vez a aceptar lo que estaba sucediendo, en la habitación contigua estaba su marido muerto, ella había sido obligada de la forma más vil a esta situación, no importa lo que pareciera, era una violación. Su cuerpo en cambio la traicionaba, sus caderas comenzaron a cabalgarlo, su vagina lo besaba y acariciaba buscando recibir su leche, su abundante flujo facilitaba la penetración y la hacia sentirse maravillosamente bien, sus pezones se endurecieron, sus tetas se ofrecieron a ser acariciadas, su respiración se agitó y su boca busco la de él, su lengua se escapó de entre sus labios buscando al lengua de él. Bebió su saliva con deleite, anticipando el sabor de su leche.

Javier detuvo las caderas de Isabel, ella lo miro intrigada pero se paró como el quería, él la levantó y ayudo a descabalgar, toma la silla y la enfrentó al gran espejo que tenía Isabel en su habitación, muchas veces había contemplado es espejo el cuerpo desnudo de Isabel, pero hoy era distinto, en el espejo se reflejaba el gigante y su grueso miembro, Isabel entendió lo que Javier quería y sentó nuevamente en su trono, pero enfrentando al espejo, su cuerpo se veía pequeñito sobre el gigante, su vagina como una boca golosa se tragaba todo el miembro y lo volvía a escupir llenándolo de flujos, las manos del gigante acariciaban los senos de Isabel, su lengua recorría su cuello. Isabel bajo sus manos y acaricio los testículos del gigante, invitándolos a vaciarse. La imagen del espejo era francamente pornográfica, resaltaban las piernas morenas y peludas de Javier, su inmensa bolsa escrotal y el grueso miembro penetrando la blanca vagina de Isabel, entrando hasta lo más profundo y emergiendo triunfante, cubierto con los fluidos de Isabel, para volver a sumergirse dentro de la hembra ansiosa, preparando el momento en que cuatro fuertes chorros de tibia leche se inyectaron muy dentro de Isabel haciéndola estremecerse y volver a la realidad.

Isabel se vistió sin prisa, afuera lo esperaba el cuerpo inerte de su marido camino al cementerio.

Solo Marcia

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