Irrupción Inesperada

Ella muchas veces quedaba insatisfecha. Esta noche no sería así.

IRRUPCION INESPERADA

La noche era cerrada en el barrio privado.

La vigilancia transitaba lentamente por el camino perimetral tratando de detectar cualquier intruso.

Un minuto luego de pasar el móvil de seguridad, tres sombras se acercan al alambrado y hábilmente abren un paso disimulado entre la vegetación, y por el cual no tardan en introducirse en el predio.

Transitan unos metros por entre los arbustos y el alambrado, hasta esquivar las cámaras de seguridad esparcidas por todo el parque, y subrepticiamente se acercan hasta una costosa casa ubicada a unos 30 mts. del cerco.

Tal como habían averiguado, no tenia alarma. La sensación de seguridad había impedido que sus propietarios tomaran las mas mínimas precauciones.

Desde el parque posterior, con un mínimo esfuerzo abren los ventanales que dan a la piscina, e irrumpen en el inmueble.

Sin hablar, se distribuyen por la casa. Saben que tienen que buscar cosas de gran valor pero chicas, porque tienen que volver a salir por donde entraron y no pueden hacerlo con televisores o equipos de sonido voluminosos. Notebooks, cuanto más, joyas, dinero y pequeños aparátos electrónicos son su objetivo.

Los 3 ladrones de la historia tienen entre 20 y 25 años, y unen a su juventud un excelente estado físico que les permite moverse con agilidad y en silencio. Uno de ellos se dirige al dormitorio principal y los restantes se distribuyen por la casa.

Cuando iban a comenzar a revisar todo, un auto se detiene en la puerta de entrada. Raúl, el del dormitorio se asoma por el ventanal y ve una pareja que desciende de un auto y se dirige a la puerta de entrada. Con un suave silbido alerta a los demás, quienes apresuradamente se esconden, uno en la alacena de la cocina, el otro en un cuartito de depósito y Miguel, sin opciones debe esconderse en el placard del dormitorio. Desde las ranuras de los postigos puede ver perfectamente todo el dormitorio. Todos guardan silencio.

  • No quería volver tan temprano, dijo una voz femenina.
  • Me imagino, estabas disfrutando como ese hijo de puta se te insinuaba, dijo una voz masculina con un aire de reproche.
  • Pero mi amor, siempre viendo fantasmas.
  • ¿ Fantasmas? Vamos, dime que no te pidió tu teléfono y tu mail, desafió.
  • Si, pero lo quería para intercambiar información sobre plantas, porque a ambos nos pierde la jardinería.
  • A otro perro con ese hueso. ¿ No notabas como miraba tu cuerpo?. Yo sí, especialmente cuando te levantabas, se quedaba embobado mirando tu trasero
  • ¿ te molesta tener una mujercita deseable? dijo la voz insinuante
  • Me molesta pensar que otros puedan gozar de tu cuerpo, dijo el con una voz mas suave

Se hizo un silencio.

Desde abajo llegaban algunos ruidos que no podían identificarse.

  • Basta, vamos a la cama a seguir esto, dijo él.
  • Como quieras papi, contestó la mujer, pero has tomado mucho, no se hasta donde podrás llegar, dijo desafiante.

  • No tengas miedo que para vos me alcanza y sobra, dijo el

Unos pasos subían la escalera, y la luz del dormitorio se encendió.

Un hombre en mangas de camisa desabrochada entró y comenzó a desvestirse.

Detrás de él una mujer, con un pantalón babucha de seda, y una camisola con la mitad de los botones desabrochados, se dirigió a la cómoda y se agachó a buscar algo del cajón de abajo.

Raúl pudo ver desde atrás su cuerpo así agachada. Realmente era una hermosa mujer, muy atractiva. Imposible calcular su edad, pero no debía tener más de 40 años, muy bien llevados.

El esposo se desnudó con esfuerzo. Evidentemente era cierto que tenía unas copas de más. y se acostó tapandose con una sábana y colocando sus mano detrás de su cabeza, mientras observaba a su esposa.

Ella sacó del cajón un conjunto de camisón corto y tanga color turquesa, y de espaldas a su esposo y al intruso, comenzó lentamente a desnudarse.

Desabrochó su camisa y la sacó descubriendo su espalda, una espalda con hombros bien marcados. Raúl no pudo evitar imaginarsela en cuatro patas y aferrado a sus hombros...

Desabrochó su sostén y se lo sacó, y a continuación se colocó el camisón, el cual le llegaba hasta la mitad de sus muslos.

En la cama, se veía como un bulto iba creciendo bajo la sábana....

Se descalzó y lentamente bajó su babucha, inclinándose y mostrando un culo repingado y duro.

Seguidamente se quitó la bombacha y se colocó la tanga que hacía juego con su camisón.

Al darse la vuelta, Raúl casi acaba. La transparencia del camisón permite que se trasluzcan dos senos hermosos, con unos pezones grandes y en punta. Realmente su marido debía tener razón. Cualquier hombre se insinuaría frente a semejante mujer.

  • Ven aquí, la llamó desde la cama. Ella se acercó insinuante. El quitó la sabana y dejó a la vista un pene duro, aunque algo pequeño. No debía tener más de 12 cms. Ella se sentó en la cama y capturó con su boca el miembro de su esposo.
  • Así, puta, así. Esto es lo que quieren todos los hijos de puta que te conocen, decía entre dientes.

Mientras, ella pasaba su lengua por toda la longitud de la verga y se la introducía completa en la boca mientras succionaba. Raul en primera fila gozaba del espectáculo y se excitaba minuto a minuto.

  • Basta, no aguanto más, dijo el marido, y levántandose la hizo acostar en la cama, arrojándose sobre ella. La besó en la boca, le magreó las tetas, y separando sus piernas, corrió su tanga y apuntando su verga, la clavó de un solo golpe
  • Ayy, despacio animal, dijo ella

El marido sin esperar ni un segundo comenzó a bombearla cada vez más rápido. No habían pasado ni dos minutos cuando entre alaridos se vació dentro de ella.

  • No¡¡ espera un poco, alcanzó a gritar la mujer, pero ya era tarde. Su marido había alcanzado un orgasmo bestial, sin importarle para nada el placer de su pareja.

Se quedó unos minutos sobre ella, aplastándola, para luego girar y caer sobre su lado de la cama. Suspiró un par de veces y quedó profundamente dormido.

  • hijo de puta, estoy cansada de que me dejes así, rezongó la mujer, dándose vuelta para su lado. Se levantó y se dirigió al baño, seguramente a lavarse. Su marido roncaba sonoramente.

Al volver del baño, buscó unas píldoras en su mesita de luz y tomó una, para luego acostarse, apagar la luz e intentar dormirse.

Cuando la respiración se hizo pausada, Raúl salió del placard y bajó hasta el comedor, a buscar a sus amigos.

Una vez allí, se reunieron.

  • Poca cosa pudimos encontrar, y casi nos sorprenden, dijo Miguel
  • Si, no valió la pena tanto trabajo, agregó Felix.
  • Miren, no se Uds. pero yo no me voy de esta casa sin conseguir algo más, dijo Raúl con los ojos brillantes.
  • ¿ Qué idea tienes?
  • Tenemos arriba una hermosa mujer insatisfecha con la que pienso gozar hasta que me canse, y Uds. están invitados a la fiesta.
  • ¿ realmente vale la pena? Preguntó Miguel.
  • Ni te imaginas lo buena que está.

Así, planificaron los pasos a seguir. Félix se ocultó en el baño y los otros dos se quedaron en la planta baja.

Al rato, el marido se despertó, seguramente con ganas de ir al baño por la bebida consumida, como había pensado Raúl, y al entrar medio dormido y borracho recibió un golpe de Félix que lo dejo inconsciente sin siquiera darse cuenta de lo que había pasado. Félix lo ató y amordazó por las dudas y lo dejó dentro de la bañera. Luego bajó a avisarle a sus socios.

Juntos subieron y entraron al dormitorio. Ella dormía de costado. El camisón se había subido hasta la cintura y su trasero estaba a la vista. En voz baja los intrusos elogiaron a la hembra. Raúl les indicó que se sentaran en unos taburetes que estaban frente al espejo, mientras el se desnudaba, y con su verga totalmente dilatada, se acostó al lado de la mujer.

Despacio, levantó su pierna izquierda y la puso sobre las suyas, corrió su tanga y apoyó su verga todo a lo largo sobre la entrada de su vagina, comenzando despacio a frotarla.

Ella comenzó a responder suspirando al ataque, y se mojó inmediatamente. Estaba claro que la sesión anterior la había dejado excitada e insatisfecha.

Los suspiros fueron acompañados por una de sus manos que buscó en la entrepierna la lanza que la estaba frotando y al encontrarla la apretó contra su cuerpo.

Los suspiros fueron reemplazados por gemidos y su trasero comenzó a moverse hacia atrás buscando incrementar el contacto.

La escena era de alto voltaje, y los camaradas de Raúl, sin perder tiempo también se desnudaron, mostrando unas erecciones temibles.

Raúl mientras tanto tomó posesión de las tetas de la hembra, esas tetas que tanto le habían excitado al verlas por primera vez.

  • Si, querido, dame el gusto, musitaba ella entre dientes.
  • Lo que quieras mi amor, contestó Raúl, mientras dirigía la punta de su vara a lo más profundo de su pareja. Despacio la fue penetrando hasta que la guardó toda en su cuerpo.
  • Que placer, papito, seguía diciendo ella, que grande que está, como nunca

Lentamente, Raul comenzó a bombearla, siguiendo el ritmo que ella marcaba con su trasero. La iba a gozar de todas las formas posibles, pero quería que ella también gozara como nunca. Con un gran esfuerzo consiguió evitar correrse para esperar el desahogo de la hembra.

  • Ahh, por fin me esperaste, dijo ella entredormida cuando alcanzó su orgasmo, ahora si damela toda, le dijo, y como si fuera una orden, con dos o tres sacudidas hasta el fondo depositó en el fondo de su vagina todo el semen acumulado en sus testículos. Sus alaridos fueron introlables.

El orgasmo y los gritos terminaron por despertarla. Se sintió empalada y que había gozado como nunca. Esta vez su marido se había portado bien. Hacía rato que ella necesitaba un buen orgasmo. Sin embargo, nunca se había sentido tan llena. Esa verga llegaba hasta lo profundo de su ser, casi hasta su útero. Se dio vuelta para besar a su esposo, y se encontró con un joven atractivo, pero que evidentemente no era su maridito.

Ante la sorpresa quiso gritar, pero una mano de Raúl le tapó la boca.

  • Silencio perra, si quieres volver a ver a tu marido vivo, le dijo poniendo cara de asesino. Ella comenzó a temblar, pero se quedó quieta. Sus ojos bien abiertos demostraban que estaba totalmente despierta.
  • Ahora voy a sacar mi mano, pero si gritas, uno de mis amigos que está con tu esposo se encargará de que pase a mejor vida, entiendes? Ella asintió con la cabeza.

Sacó su mano, y ella respiró entrecortadamente.

  • Bueno señora, la pasé muy bien y tu también, no puedes negarlo.
  • Hijo de puta, te aprovechaste de mí haciéndote pasar por mi esposo.
  • Hacerme pasar por tu esposo nada, si el muy estúpido es incapaz de satisfacerte, y yo te hice gozar como una princesa
  • Bueno, ahora márchate, por favor y no nos hagas daño, suplicó la hembra mientras se movía y la verga fláccida de Raúl salía de su cuerpo. Detrás de ella, comenzó a manar el semen que había recibido, señal inequívoca del placer del macho.
  • No es tan fácil. Como te dije, tu marido está en nuestro poder, y si no eres buenita todo se termina para él.
  • ¿ Que mas quieres? Ya me violaste, dijo asustada.
  • Mira, lo de la violación es discutible por la forma en que gozaste, pero el problema que mis amigos no pueden irse con las manos vacías.
  • ¿ Qué? No, por favor no me hagan esto, suplicó casi al borde de las lágrimas.
  • Puedes resistirte y te golpearemos y te violaremos, además de terminar con tu marido, o puedes colaborar y todos la pasaremos bien. Tu eliges.

Ella pensó un momento.

  • No nos lastimes, suplicó, como toda respuesta.

Raúl buscó sus labios. Ella intentó al principio dar vuelta la cara pero la insistencia hizo que terminara por dejar su boca quieta. El encontró sus labios y con su lengua le obligó a abrirlos para tomar posesión de su boca. Un beso largo y húmedo los unió por un buen rato.

  • Despues sigo, le dijo mientras se levantaba de la cama, y Félix, desnudo y totalmente excitado se acercó al lecho para arrojarse sobre ella y comenzar también a besarla profundamente.

Ella se quedó quieta. Nada podía hacer para evitar la situación. Sintió como unas manos se apoderaban de sus tetas y bajaban por su costado, hasta que una de ellas llegó a su entrepierna, y un dedo comenzó a juguetear con sus labios vaginales. Luego de un momento, todavía excitada, comenzó a separar su piernas, y ese momento fue aprovechado por el ladrón para ubicarse entre ellas y dirigiendo su verga dejarse caer clavándola hasta el fondo. Ella gimió y para evitar el dolor de esa verga que era también mas gruesa y larga que la de su marido, separó mas sus piernas rodeando la cintura de su violador, el cual tomó este gesto como una invitación y sin más comenzó a bombearla salvajemente.

  • Tenías razón Raúl, es toda una hembra, dijo entre pistoneo y pistoneo.
  • Dasela toda, lo alentaba Miguel desesperado por su turno.
  • Tranquilo Miguel , espera, yo iré a ver como está el cornudo, dijo Raúl yendo hacia el baño. Allí, dentro de la bañera, el esposo seguía dormido sin saber lo que estaba pasando.

Volvió a la habitación en el momento en que Félix comenzaba a vaciarse dentro de la mujer, profiriendo gritos de placer.

  • Goza, puta, goza, le invitaba y ella, aunque parezca mentira alcanzó otro orgasmo devastador, mientras mantenía los ojos cerrados. Evidentemente su espíritu fogoso la traicionaba a pesar de lo violento del encuentro.
  • Hijo de puta, la llenaste a tope, trae una toalla para limpiarla sino no puedo meterla, dijo Miguel, y Raúl le alcanzó la camisa del marido
  • Usa esto, le sugirió.

Miguel se acercó masturbándose lentamente y esperó que su compañero se retirara. Cuando quedó solo con la hembra, le abrió las piernas y con la camisa del marido fue limpiando el semen que chorreaba de su vagina. Cuando la secó bastante subió a la cama, y tomando las piernas de la mujer las puso sobre sus hombros. Ella seguía con los ojos cerrados, como si no quisiera ver lo que pasaba.

  • No así que me va a doler, suplicó
  • Abre los ojos, le ordenó. Ella seguí sin mirar. Abre los ojos, puta, repitió mientras le pellizcaba un pezón.

Ella gritó de dolor y lo miró, en ese momento, cuando sus miradas se cruzaron, el la empaló.

  • Asi me gusta, no hay nada como ver esa cara de puta que tienes mientras te la comés, le dijo, y mientras la poseía seguía insultándola y diciendole barbaridades, al compas de un mete y saca bestial.

Raúl, observaba la escena y no pudo menos que sorprenderse de la manera en que esa mujer se excitaba mientras la poseían y la insultaban. Se notaba que estaba totalmente fuera de sí. En un momento quedó al borde del orgasmo y se mantuvo así durante todo el ataque, hasta que volvió a llenarse su vagina de semen caliente y viscoso. Sin embargo no llegó a acabar, tal vez por estar tan excitada.

  • Bueno, ya es hora de irnos, dijo Félix, ya vestido y tirándole la ropa a Miguel, el cual estaba desmontado de la yegua.
  • Bajen que yo ya voy, pidió Raúl, y sus amigos le obedecieron, dejándolo solo con la mujer que estaba agotada en la cama.

Se acercó al lecho y comenzó a acariciarla con suavidad y ternura. Su cabello, su rostro, su cuello, bajando por sus hombros. Ella abrió los ojos y lo dejó hacer.

Despacio, la siguió excitando , y ella comenzó a responder a sus caricias. Pasó la mano por su pecho, por su cara y bajando por su cuerpo se apoderó de su verga ya bastante dura. La tomó y lo obligó a que la acercara a su rostro. Raúl subió sobre la cama y colocó una rodilla a cada lado de la cara de la mujer, dejando su lanza al alcance de su boca, y ella no tardó en capturarla. Comenzó una fellatio de campeonato. Raúl veía las estrellas. Si no fuera porque ya había tenido un orgasmo, seguramente se hubiera corrido con el gusto que esa mujer le estaba dando.

  • Eres hermosa, ¿ Cómo te llamas ?, le preguntó y ella soltando su verga dijo : Raquel, para luego seguir en su tarea.
  • Raquelita me has dado mucho placer, pero quiero pedirte un favor mas, le dijo
  • Lo que quieras, contestó ella entre mamada y mamada.
  • Ponte en cuatro, por favor, le dijo

Ella soltó su verga y levántandose giró y se apoyó sobre sus manos y sus rodillas.

  • Cuando te ví desnudandote me impactaron tus hombros. Me parecieron ideales para cabalgarte, le dijo ubicándose detrás de ella.

Sin mediar palabra, la mujer se agachó hacia adelante apoyando su cabeza en la almohada y ofreciendo su culo en pompa a su macho, el cual despacio, acomodó su verga en la entrada de su nido de amor y se dejó ir adentro. Una vez empalada, la tomó de las caderas y comenzó a poseerla despacio pero profundamente, para luego tomar posesión de sus hombros y hacer realidad lo que su imaginación había soñado. Cada estocada parecía llegar mas adentro de la hembra, y ella parecia abrirse cada vez mas. En algún momento ella comenzó a acabar y sollozar y él continuó sin pausa con su posesión, pero el agotamiento comenzaba a jugar en contra de la hembra. Ya no podía más seguir recibiendo verga, y desesperada se apoderó con una de sus manos de las pelotas de su macho por entre sus piernas y comenzó a juguetear con ellas, forzando el climax del macho, el cual se vació por completo. Nada quedaba por darle. Ella lo había recibido todo. Agotado cayó sobre ella y ella sobre el colchón, quedando unos minutos resoplando tratando de recuperar el aire. Por fin, Raúl se levantó y comenzó a vestirse.

  • Ahora suelta a mi esposo, dijo Raquel.
  • Enseguida, y yendo al baño lo desató y así dormido lo trajo de vuelta a la cama.
  • Solo le dimos un golpe suave para dormirlo. Mañana no se acordará de nada, le dijo
  • Ojalá para todos fuera tan facil no acordarse de nada, dijo la mujer mirándolo a los ojos.
  • Yo no pienso olvidarme nunca de esta noche, te lo aseguro. Nunca he gozado tanto con una mujer, le dijo cariñosamente.

Sus amigos ya estaban impacientes cuando el bajó. Salieron como habían entrado y en un par de minutos estaban en la calle, con las manos vacías pero habiendo pasado un rato muy entretenido.

Al llegar al barrio se despidieron y cada uno se fue a su casa, hasta el próximo trabajo.

Por la mañana el esposo se despertó con un fuerte dolor de cabeza, culpando a la bebida de la noche anterior. No se acordaba de nada.

  • ¿ Qué pasó anoche? preguntó a su mujer cuando bajó a desayunar.
  • ¿ No recuerdas? Volvimos a casa temprano y me hiciste el amor como un semental, le dijo sonriente, nunca gocé tanto.
  • Si, algo me acuerdo, mintió su esposo, ¿ Realmente te gustó?
  • Me encantó, espero que se repita más seguido, dijo su mujercita besándolo suavemente en los labios.

Raúl soñó toda la noche con Raquel. En su mente revivió lo ocurrido como si fuera un sueño.

Al despertarse buscó en su pantalón un papel que leyó y volvió a guardar Allí, el número del móvil de Raquel demostraba que todo había sido verdad, y que iba a poder tenerla otra vez con solo llamarla.