Irresistible 5 ( Sueño para tres )

Una joven, rebosante de belleza y sensualidad, tiene que afrontar variopintas y excitantes experiencias. En este episodio, se ve envuelta en un triangulo amoroso.

Durante la semana Miguel y Belen se volvieron a enrollar, un drama para la confusa amiga de Bea que no se pudo resistir a la insistencia del

joven que la acompañaba a casa tras las clases, la llamaba por teléfono y le repetía cuanto había significado para el la noche que

estuvieron juntos.

Según le dijo Belen a Bea, no se lo tiró por que le daba miedo esa monstruosa herramienta que calzaba entre sus piernas, pero si que le hizo

otro trabajito oral, que Miguel le devolvió encantado. Como digo, un drama, los remordimientos la hacían desfogarse contándoselo a su mejor

amiga, que trataba de consolarla, sin conseguirlo del todo.

Belen no sintió con fuerzas para ir al pueblo con sus padres, a ver a su novio, al fin de semana siguiente. Le llamó para decirle que no iba

y discutieron, el se olía que algo había cambiado entre ellos y aunque no lo verbalizo, insinuó que podría haber otro, llantos y cabreo.

El domingo por la mañana Bea había quedado con su amiga Belen, iban de compras al centro, cuando llegó al portal de su amiga, las puertas

estaban abiertas de par en par, varios muebles esperaban en la acera a que lo subiesen, una mudanza.

Los dos jóvenes sudorosos que se afanaban en subir cajas y enseres, la saludaron muy correctamente y la dieron un repaso con los ojos, de

forma muy evidente y grosera, iba vestida con un simple peto vaquero de pantalones cortos y una camiseta de lo mas normalita, Bea llamó al

telefonillo de Belen. Fue una corta y sorprendente conversación.

-- ¿Si? -- Belen, soy yo, ¿bajas? -- Joder, tía, me había olvidado por completo, es que... esta aquí Miguel -- Oh... vale... pues nada --

Belen masculló una apresurada disculpa, luego te llamó y todo eso. Bea solo esperaba que su amiga se hubiese decidido, por fin, le caía bien

Miguel y por lo que le había contado su amiga su novio del pueblo era una pieza de cuidado, un chico más mayor que ellas que siempre andaba

metido en líos, de faldas, de drogas y de peleas, poco más que el macarra del pueblo. Eso si, más guapo que un San Luis, con labia suficiente

como para vender hielo a un esquimal y con un Ford Fiesta que se salia por la patilla.

Bea se encaminaba a su casa, iba de camino a la parada del autobús cuando al ir al cruzar la calle, vio un Ford Fiesta que arrancaba delante

suyo, en un semáforo, su conductor era más guapo que un San Luis, reconoció la pegatina pegada pegada al cristal de atrás, era el coche en el

que su amiga había perdido la virginidad. Parece que Charly estaba en la ciudad, una visita sorpresa, Miguel y Belen se estaban enrollando en

su casa... Giró sus talones y empezó a correr, la cabina de teléfonos más cercana estaba demasiado lejos, cuesta arriba y además tenia que

pasar delante de la casa de su amiga, que dura era la época sin teléfonos móviles, llamaría al telefonillo, mientras el aparcaba, la avisaría,

quizá así evitaría que corriese la sangre de alguno de los implicados.

Bea era la chica más rápida de su clase, aunque sin sujetador deportivo correr tan rápido era molesto y, a juzgar por como la miraban los

hombres con los que se cruzaba, llamativo. Llegó a la calle de su amiga en menos de treinta segundos, Charly ya estaba allí, había aparcado

en la puerta y se dirigía al portal, La joven pensó con rapidez, plan "B", cuando llamara al telefonillo, le abordaría y se presentaría y le

daría tiempo a su amiga, quizá Miguel podría escabullirse antes de que el subiera, aceleró el paso, pero Charly entró al portal sin utilizar

el telefonillo, estaba abierto de par en par, por los chicos de la mudanza.

Cagada, se acabó, menudo marrón que se iba a comer su amiga, cuando Bea llegó al portal, vio que la escalera estaba bloqueada, los de la

mudanza intentaban hacer pasar el somier de una cama de matrimonio y tenían problemas para hacer el giro en el primer piso, Charly les

observaba desde abajo, su amiga vivía en el primero, no podía llamar al telefonillo sin que Charly la oyese, miró hacia arriba, al balcón de

su amiga, podía tirar algo para llamar su atención, pero no parecía factible, cuando habían hablado por el telefonillo se oía música de fondo

y además estaría ocupada con Miguel, miró alrededor, una cómoda grande y recia estaba apoyada contra la pared.

No había nadie cerca, no lo pensó, actuó, saltó sobre la cómoda, de ahí pasó a agarrarse a la decoración de la fachada y puso un pie

en el balcón de su amiga, se asió con una mano a la barandilla y se coló dentro, nadie había gritado, buena señal, solo faltaría que alguien

llamase a la policía para que la fiesta estuviese completa.

Golpeó la puerta de cristal del balcón con la palma de su mano, la cara de su amiga al descorrer las cortinas era un poema, en cuanto abrió la

puerta corrediza, Bea pasó dentro, Miguel estaba sentado en el sofá, sin camiseta y con la misma expresión de asombro de Belen.

La música estaba bastante alta, el principio de "The Look" cantado por Roxette inundaba la sala.

-- Charly... -- logró decir Bea resollando aún por el esfuerzo -- esta aquí... esta subiendo... --

-- Ding-dong -- el timbre de la puerta hizo que sus palabras adquirieran más peso dramático.

Se quedaron todos en silencio el pánico se apoderó del precioso rostro de Belen, la aparición de Bea había salvado a la joven pareja, solo

tenia que ignorar el timbre, si no abrían, todo se quedaría en una curiosa anécdota.

-- Ding-dong, ding-dong -- Impaciente, Charly también golpeó la puerta con la mano abierta -- ¡Belen! ¡abre! --

La música... se oiría desde fuera, no cejaría en su empeño, Belen con gesto suplicante les hizo señas a Miguel y a Bea para que se

escondieran, el joven no estaba por la labor, Bea tuvo que tirar de el, se refugiaron en el cuarto de Masi, mientras Belen se disponía a

abrir la puerta.

Se quedaron callados tras la puerta, Bea trataba de escuchar lo que sucedía fuera, Miguel estaba bastante cabreado, se movía por el

desordenado cuarto como una fiera enjaulada, no era fácil describir lo que pasaba por su cabeza, Miguel estaba colado por Bea, desde hacia

más de un año, pero Belen era importante para el, por lo que sabía de Charly, sabia que el sería mejor novio para ella, no entendía que hacía

una chica como Belen aguantando a semejante sujeto, no la trataba bien, ella se merecía mucho más.

La conversación de fuera no era del todo audible desde la habitación, unas palabras sueltas se mezclaban con el na-na-na-na de la música, pero

si que se oyó claramente a Belen gritando ¡no!, Miguel apartó a Bea sin demasiados miramientos, salió de la habitación dispuesto a enfrentarse

a ese cabrón, Bea trató de impedírselo, tirando de su brazo, sin decir una palabra, Miguel no era especialmente fuerte pero a sus quince

añitos ya media casi metro ochenta y cinco y pesaba noventa y pico kilos, además estaba decidido.

Bea se temía lo peor, Charly tenia diecinueve años y se había pasado más de la mitad dándose de ostias por ahí, además si veía que tenia las

de perder, tiraba de navaja, ya había tenido un disgusto con la ley, aunque retiraron la denuncia, era el rey de la gente chunga en su

pequeño pueblo. Practicamente se colgó del cuello de Miguel que la arrastró por el pasillo, impasible.

De repente, Miguel se detuvo. la entrada a el salón de Belen estaba flanqueado por dos estanterías de yeso llenas de figuritas de cristal,

que permitían ver la habitación desde el pasillo, Miguel se quedo quieto observando, mientras Bea tiraba de el, inclinándolo ligeramente.

Ella siguió su mirada y vio a Belen y a su novio dándose el lote.

El lamia sus pechos, había levantado su camiseta y ella le acariciaba el pelo, desde donde estaban podían ver la cara de Belen, que cerraba los

ojos y a juzgar por como el movía su brazo, disfrutaba tanto de su boca como de sus dedos. Estaban en el centro de la habitación, ella se

apoyaba en la, afortunadamente, robusta mesa en la que habían jugado a las cartas el otro día.

Pobre, pobre Miguel, Bea tiró de su brazo para apartarlo de aquella dolorosa visión, pero seguía sin moverse, con los ojos fijos en ellos, el

equipo de música vibraba con el "Every breath you take" de The Police, cuando la pareja del salón se fundió en un tórrido beso, la mano de el

se perdía entre las piernas de ella, que seguía con los ojos cerrados, Miguel respiraba con fuerza, tratando de contener su furia. Quizá no

fuese esa la única pasión que dominaba al joven, por que sus bermudas empezaron a dibujar un sospechoso bulto que bajaba por su pernera,

ellos se besaban el los observaba... y Bea observaba, sin dar crédito, como se hinchaba su entrepierna, era casi tan ancha como su muñeca.

Bea tuvo un vivido recuerdo de Belen comiéndose aquel falo que amenazaba con asomar por debajo de los pantalones cortos, un súbito calor

invadió su chochito, volvió a tirar de su brazo, más flojito que antes, sin dejar de mirar la serpiente que la había hipnotizado.

Ahora el brazo de Belen, también había comenzado a moverse, acariciando la hombría de su pareja, la mano derecha de Miguel empezó a recorrer

la suya propia, pasando por encima la palma de su mano, aprisonándola contra su muslo.

Nuestra joven protagonista logró despegar los ojos de la... anatomía de Miguel, pero un gemido de Belen hizo que mirase en su dirección,

la mano de Charly se había abierto paso hasta meterse debajo de sus braguitas, ahora le cautivaba esa otra escena, sin poder evitar una

punzada de envidia, se percató de que el novio de su amiga parecía saber lo que se hacía, ella desde luego parecía disfrutarlo, se quedo

embobada, contemplando aquel improvisado espectaculo, sin darse cuenta, su mano había empezado a acariciar su propia ingle.

De la boca de Belen salían unos gemiditos casi cómicos, como los ruiditos de un ratón, su pareja había vuelto a atacar sus pechos, sujetando

uno y lamiendo su pezón con glotonería, mientras ambos seguían estimulandose sus partes pudendas.

Otro movimiento llamó la atención de Bea por el rabillo del ojo, Miguel había liberado al Kraken, ahora podía ver como su mano recorría aquel

oscuro trozo de carne, al contrario que su novio, estaba circuncidado y la dualidad en el color lo hacía más llamativo aún.

Como un enorme postre de fresa y chocolate.

Estaban tan cerca, que podía oír su respiración, haciéndose cada vez más intensa, ella notó la humedad en sus propias braguitas, el angelito

de su hombro le decía que escapara, que dejara de mirar, que dejara de tocarse...

el demonio de su otro hombro le decía que si todos se lo estaban pasando bien, ¿por que iba ella a ser menos?, que el delgado cuerpo de su

amiga era precioso, que lo que estaba pasando en el salón, era excitante y sobre todo... ¿Has visto que pedazo de polla?

Abrió un poco más las piernas y su mano izquierda apretó más fuerte la gruesa tela que cubría su coñito, el calor le subía hasta las orejas,

ante los ojos de Bea, Charly echó mano a su cartera y extrajó un preservativo de ella, Belen se lo quitó de las manos y se lo colocó, mientras

sus pantalones caían hasta sus tobillos, el agarró a su novia por la cintura de los suyos y con los brazos metidos por debajo de sus piernas,

tiró de ellos hacia arriba, logrando en un solo movimiento brusco, quitarle los pantalones, las braguitas y tumbarla en la mesa con las

piernas en alto, Bea ensimismada casí no percibió la mano izquierda de Miguel que la agarró por su cadera.

Charly no se demoró mucho en penetrar a Belen, mientras sujetaba sus piernas, la mano derecha de Miguel agarró la mano que Bea tenia libre,

ella se resistió un poco estaba claro donde pensaba guiarla, no, esto no esta bien, pero no opuso tanta fuerza como para que su negativa

fuese rotunda, tenia curiosidad, quería tocarla, antes de pensarlo dos veces, ya tenia bien asida aquella maravilla de la genética.

La mano de Miguel movía la suya, arriba y abajo, mientras exhalaba su aliento en su oreja, un escalofrío sacudió a la joven y empezó a mover su

mano por propia voluntad.

Miguel le caía bien y se había llevado un disgusto con la inoportuna aparición de Charly, no podía rechazar su tosca invitación y herir sus

sentimientos aún más, Bea se justificaba en su cabeza, su manita se regodeaba del tacto, era como su acariciase a un animal pequeño o como

si le diese unas friegas al brazo de un bebé. La mano de Miguel se desplazó de su cadera a su seno izquierdo, por encima de la camiseta,

-- bueno, vale, si te ayuda a acabar antes, puedo soportarlo. -- pensó la joven, mientras imprimía más vigor al concierto de zambomba.

Decidió que le haria acabar pronto, lamió la palma de su mano izquierda y comenzó a pasarla por el hinchado glande de su amigo, mientras la

derecha seguía estimulando su tronco, arriba y abajo, un gemido en su oreja confirmó que Miguel aprobaba el tratamiento, su mirada estaba

fija en el trabajo manual que estaba haciendo, pero Belen comenzó a gemir más fuerte y eso capto su atención, entre dos caballos de cristal

su amiga estaba ahora, boca abajo, con una pierna en suelo y la otra flexionada, encima de la mesa, mientras Charly la follaba con ganas,

desde donde estaba, podía ver como el miembro de el se perdia en el coñito de ella, completamente libre de vello.

Sus manos aminoraron un poco el ritmo, con la distracción. Y a Miguel no se le ocurrió otra cosa para llamar su atención que deslizar su mano

por dentro del peto que vestía, sorteando sus braguitas, acariciando su chochito. Bea dio un respingo, eso era demasiado, era pasarse...

Pero se sentía tan bien... “Pour Some Sugar On Me” de Def Leppard empezaba a sonar en el comedor.

-- bueno, vale, si te... ayuda a... ¡aaaah! acabar antes, puedo... -- comenzó a pensar, pero aquella mano traviesa la impedía concentrarse,

sus largos y suaves dedos le recorrian su rajita por completo, estaba más excitada de lo que se hubiese reconocido a si misma, tuvo que

ahogar un gemido en su boca cuando le acarició su botoncito. Estaba totalmente empapada.

Charly murmuraba algo en voz alta, entre la música y los tocamientos, era como si estuviera a kilometros de allí, Miguel bramaba en la oreja

de Bea, su respiración bañaba su cuello de aliento tibio, la atmosfera se volvía cada vez más humeda y densa.

Para Bea ahora era una especie de reto, le haría eyacular antes de que esa mano, que se movía divinamente, entre sus muslos, acabara su

trabajo. Tenía que ganar esa carrera, su amor propio estaba en juego. Puso toda su fuerza de voluntad en que su mano derecha se moviese con

más ímpetu, la izquierda se posó encima de la que Miguel tenía en su entrepierna, separadas por la tela vaquera. Pero no conseguia mantener

un ritmo estable, las descargas de placer que le proporcionaba su chochito, la hacian detenerse, suspirar, estremecerse...

Charly y Bea gritaron al unisono, mientras el rellenaba la punta del condón, ella retorcía su cuerpo, temblando, perdió la carrera.

Se sujetó al brazo de miguel, sus piernas se habían vuelto de goma, Miguel, sin decir una palabra,  la cogió en brazos y la llevo dentro del

cuarto de Masi otra vez, con los ojos cerrados Bea recostó la cabeza en su hombro. "Paradise City" de Guns N' Roses les despedía, mientras

el cerraba la puerta con el pie... Take me down... to the paradise city...


Eran las tres de la tarde, el estomago de Bea empezó a quejarse justo cuando su amiga Belen la llamó desde la cocina, la comida estaba lista

Se sentaron en la mesa y empezaron a degustar los spaggetti a la carbonara, en silencio.

Mientras comian, Bea no paraba de pensar en lo rapido que había sucedido todo, imagenes inconexas se agolpaban en su mente, mientras

enrollaba la pasta en el tenedor. Quizá era como tenía que ser, quizá esa era su naturaleza, quizá su lucha era vana...

Su amiga paró de comer y viendola tan pensativa, la acarició tiernamente la mano. -- ¿Estas bien? -- era una pregunta sencilla.

La respuesta no lo era tanto, la joven intentaba poner en orden sus sentimientos... recordando lo que había pasado...


Miguel nunca la había visto tan bella, la había depositado, con mucho cuidado, en aquel camastro desordenado. Tenía los ojos cerrados y se

había quedado muy quieta, como si durmiera, el la besó en la frente, besó sus parpados, besó sus labios, ella abrió los ojos y ladeó su

rostro, rompiendo aquel tierno contacto entre sus labios.

-- No Miguel, esto no esta bien, yo quiero mucho a Rubén... -- su voz era apenas un susurro.

Si Bea hubiese mirado el rostro de Miguel, habría visto como se le contraía por el dolor, como si le hubieran pateado las tripas.

-- Lo se -- se tomo unos segundos para poder hablar con seguridad en su voz -- Y yo te quiero a ti... --

Ella le miró ahora era el, quien escondia su rostro, recordó como aquel tierno y amable chico, siempre la cedia su asiento, le pasaba los

apuntes, se preocupaba por ella... supo dos cosas con certeza, que decia la verdad y que era la primera vez que se lo decia a una chica.

Se conmovió, acarició su rostro y le hizo girarse para que la mirara, sus ojos amenazaban con romper a llorar, aquello la enterneció aún más.

Que un chicarron grandote y callado como el, se mostrase tan tierno, tan vulnerable, por su culpa, era triste y encantador a la vez.

Tomo una decisión, si lo pensaba demasiado se arrepentiria, así que no lo pensó dos veces, le besó.

-- Luego, más tarde, seré la novia de Rubén y tendre que olvidarme de esto -- Le dio otro besito -- Pero ahora, en este instante... soy tuya --

El estaba tan sorprendido, que no atino a reaccionar hasta que ella lamió sus labios, le devolvió sus besos, la abrazó y la recostó en la

cama sin dejar de besarla, su mano recorrió su pelo, su cara, sus hombros... hasta que ella la cogió en la suya y la guió hasta sus pechos.

Tras unos minutos sus manos fueron cogiendo confianza, acariciando a la chica a la que amaba, mientras sus lenguas compartian el hermoso

romance, dentro de sus bocas.

Ella le empujó con suavidad, hasta que lo tumbó boca arriba, se monto a horcajadas sobre el, su palpitante miembro presionaba su coñito,

se quitó los tirantes del peto, luego la camiseta y el sujetador, lo hizo deprisa, sin juegos, la luz de la ventana iluminaba su piel a

través de una cortina de color melocoton, dando a sus senos un aspecto afrutado, comestible, irresistible.

Ella tomo su cabeza entre sus manos y guió su boca hacia su regazo, el se sentia como un niño entre sus brazos y como un niño succiono de su

pecho, lamió sus pezones, los mordisqueo, mientras sus manos masajeaban sus nalgas, con fuerza, mientras ella se restregaba contra su verga.

Bea observaba como devoraba sus pechos, con una mezcla de ternura y deseo, no sentía ningun tipo de remordimiento, se había convencido a si

misma, ahora, en este instante, era suya. Le acariciaba el pelo, paseando sus dedos por su cuero cabelludo, disfrutando de las atenciones de

aquel niño grande, que intentaba colmarla con su amor, echó su cabeza a atrás, se mordió el labio, le gustaba, aquella combinación de

ternura y lascivia, realmente le estaba gustando, los fluidos en sus braguitas eran prueba más que suficiente.

Reclinó la cabeza de el, sobre la cama, le besó otra vez, le mordió en el labio con suavidad, se puso de pie y se desnudo, del todo, el

glorioso cuerpo que el había deseado desde hacía tiempo estaba a su alcance, casi revienta los botones de sus bermudas.

Ella le miró sin ninguna timidez, le hizo un gesto elocuente, invitandole a imitarla, el se deshizo del resto de sus ropas con alguna

dificultad, se le enganchaban las bermudas en el calzado, estaba nervioso, cuando lo consiguió se quedo tumbado expectante, tapandose con

sus manos, estaba claro que no sabía donde mirar, sus ojos revoloteaban de un punto a otro, ella sonrió.

El tener el poder, la iniciativa, era algo nuevo para ella, le gustaba. Se arrodilló junto a el, empezó a pasar las uñas de su dedos por su

cuerpo, sus piernas, su cadera, su pecho, hasta llegar a su boca, le introdujo el indice en la boca, jugueteando con su lengua, reclinó su

cabeza hasta que sus labios estuvieron muy cerca, sin tocarse, el intentó besarla, ella no le dejó, el temblaba, ella sonreia.

Le lamió sus labios, dos, tres veces, hasta que el sacó su lengua y empezaron a jugar con ellas, fuera de sus bocas. No hace mucho, ella lo

habría encontrado casi obsceno, ahora no, dejo que su saliva fluyera hasta la boca de Miguel, que bebió de ella como si fuese maná caido del

cielo, ella comenzó a bajar su cabeza por su cuerpo, lamiendo y besando su cuello, su pecho, su pezón, su vientre, su ombligo...

El imponente miembro de Miguel dió un saltito, ella soltó una risita y siguió su descenso, pasando su mejilla por aquel caliente trozo de

carne, besando su pelvis, lamiendo sus muslos, el movia sus caderas con ansiedad, aquella tortura le estaba matando. No se atrevia a mover

sus manos, no quería romper aquel encantamiento que parecía hechizar a la chica a la que amaba, su pelo le acariciaba, sentia su aliento,

su lengua, sus labios...

Bea observó durante unos segundos aquel poderoso organo antes de comenzar a lamerlo, Miguel exhaló un suspiro de alivio, ella agarró con una

mano sus testiculos y con la otra su falo, apuntando con el hacia el techo, procedió a bañar aquellos venti y pico centimetros con su

saliva, meticulosamente, los suspiros de el, la animaron a devorar aquella fresa, tuvo que abrir mucho la boca, sus labios y su lengua

intentaron exprimirla, la mano de el cobró vida de nuevo, acariciando sus gluteos y la parte interna de su muslo, ella tuvo una súbita

inspiración, paso su pierna por encima de la cabeza de Miguel, ofreciendole una visión preciosa, su chochito decia "comeme", el no se hizo

de rogar, ahora aquel placer era compartido, ambos gozaban de la boca del otro, todo era humedo y calido, sus bocas, sus cuerpos, la

habitación, el universo entero...

Ella subia y bajaba su cabeza, introduciendo aquella verga en su boca tanto como era capaz, hasta que golpeaba su garganta, intercalando

sonidos de succión y saliva, con ahogados gemidos que Miguel provocaba con su lengua.

Las habilidades orales de Miguel eran más entusiastas que expertas... Pero era muy entusiasta, había lavado su cara en los dulces fluidos de

ella, besaba, lamia y sorbia, con avidez, con hambre, con deleite. Hasta que tuvo que parar, la boca de Bea había hecho que el paraiso se

instalara en la tierra, en un punto muy concreto, ella movia su boca y sus manos al únisono, el gruño.

-- Me voy a... correr... -- Advirtió educadamente el joven -- ¡Me corro! --

Lejos de apartarse, la joven redoblo sus esfuerzos, imprimiendo más velocidad a su mano, más intensidad a los movimientos de su boca.

Mientras exhalaba gemidos cortos y fuertes, el intentaba retrasar lo inevitable, ella no le dió oportunidad, mientras su cabeza subía y

bajaba, más y más rapido, le introdujo una falange por el recto, a traición, sin avisar. El eyaculó. Gritando. Sacudiendose.

Bea se afanó en mantenerse encima de aquel potro salvaje, chupando con fuerza, tragando con fruición, hasta la última gota.

Aquel liquido amargo, que rascaba un poco su garganta, era como una bebida fuerte, cada vez le gustaba más.

El se quedó languido, inerme, recuperando un aire que le faltaba. Ella se tumbó a su lado, le besó en la mejilla. Todo había acabado.


-- ¿No tienes hambre? -- La voz de Belen la desperto de su trance. Tenia el tenedor metido en su boca. Lo estaba chupando.

Lo depositó al lado del plato, apenas había tocado la comida. Sacudió levemente su cabeza, no, no tenia apetito.

Se quedo mirando el plato absorta en sus pensamientos, como si fuese un test de Rorschach, la joven empezó a vislumbrar formas entre la

salsa, jóvenes amantes retozaban entre la pasta, ondulaban por la ceramica, copulando. Tenía que consultar a un psiquiatra.

Su amiga volvió a alargar su brazo para apretar su mano con la suya.

-- ¿En que piensas? --


Ella estaba tumbada al lado de Miguel, se apretaba contra el, con una pierna puesta sobre su vientre, restregaba su coñito por su antebrazo,

su líbido demandaba más, el la besó con ternura en los labios, ella se puso encima de el, sin dejar de besarse, se fundieron en un sudoroso

abrazo.

Las desmesuradas proporciones de el, recobraron fuerza, mientras ella aplastaba sus senos en su pecho, la sangre volvió a hinchar los

cuerpos cavernosos, algo tocaba entre las piernas de Bea, como si llamara a la puerta. Pidiendo permiso para entrar.

Interrumpiendo el beso, pero sin dejar de mirarle a los ojos, Bea echó su mano hacia atrás, comprobando su consistencia, estaba duro como

una piedra, privilegios de la juventud, según dicen. Los ojos de ella formulaban una pregunta, el asintió con la boca entreabierta.

Con las piernas flexionadas, a los lados del cuerpo de Miguel, Bea guió aquel terrible instrumento hasta la entrada de su chochito.

Deslizandose, sobre su vientre, fue introduciendoselo poco a poco sin dejar de mirar su rostro.

Aquel intenso calor, casi hace que el se derritiera, otra vez. Gimió, era increible. Ella irguió su espalda, añadiendo unos centimetros más

a la ecuación, comenzó a mover lentamente sus caderas, en circulos, disfrutando de su rugosidad en sus paredes internas, viendo esa cacho de

tranca, ella jamás hubiera pensado que encajara tan bien dentro suyo, se equivocaba. Era perfecto, como dos piezas hechas a medida.

Miguel puso sus manos sobre sus senos, amasandolos con delicadeza, jugando con sus pezones entre sus dedos, la sensación en su polla era

sobrecogedora, casi no se atrevia a respirar, nunca se había sentido tan unido a nadie, como si se fundieran en uno solo.

Cuando ella comenzó a moverse arriba y abajo, creyó que se abrían las puertas del cielo, apreto sus generosas tetas, con fuerza.

Le hizo daño, pero ella no se quejó, estaba completamente concentrada en el placer que le proporcionaba aquella inmensa verga, era como si

fuese a reventar, completamente llena, maravillosamente saturada. Cada centimetro, cada pulgada estaba ahora dentro de ella. La fricción

mandaba descargas de infinito gozo desde su utero, haciendola gemir.

Abrió los ojos, Belen estaba en el marco de la puerta, sus ojos se encontraron. Sorpresa. Tración. Pánico. Conceptos que se aglutinaban en

la turbia neblina que Bea tenía por mente en ese momento.

-- Por mi no pareis -- Tenia una mano entre sus piernas, solo llevaba puesta una camiseta de tirantes, hasta el ombligo.

-- Ahora me toca mirar a mi -- Dijo con una sonrisa. Bea se había detenido, asustada, Miguel no se atrevia ni a mirarla.

Las dos amigas se sonrieron mutuamente, Bea le indico con su dedo que se acercara, Belen se aproximo a la cama, despojandose de la camiseta.

Tomó la cara de Miguel entre sus manos y le besó. Bea reanudó sus movimientos, se puso en cunclillas, con las piernas bien abiertas,

apoyando sus manos hacía atrás, comenzó a botar sobre el joven, cerró sus ojos de nuevo. Miguel no tardó en acompasar sus movimientos con

ella, alzando sus caderas, Bea volvió a sumergirse en el placer. Dejando que aquella sensación de plenitud se adueñara de su cuerpo.

Sintió la boca de Belen sobre la suya, su dulce aliento inundó sus sentidos, sin abrir los ojos, atrapó su lengua entre sus labios,

sorbiendo su saliva, luego unió su lengua a la suya, su primer beso lesbico fue tan natural como el respirar, apasionado y dulce a la vez.

Belen acariciaba el cuerpo de su amiga mientras la besaba, su cuello, su cara, sus senos, deslizo su mano hasta donde se unia con Miguel,

con las yemas de sus dedos estimuló su clitoris, sintiendo como se estremecia, como se deshacia, ante tan poderosos impulsos.

-- ¡Mmmmffmf! -- Fué demasiado para Bea, tuvo un poderoso orgasmo. Sus gritos quedaron amortiguados en la boca de su amiga.

Durante unos segundos, se quedo quietecita, temblando, mientras Belen le comia la boca con pasión, el interior de su vagina parecía querer

estrujar el falo que tenia dentro, exprimiendolo, Miguel apretó los dientes, mientras Bea dejaba caer su cuerpo hacia delante.

-- Me... voy... -- El joven movía sus caderas, levantando a Bea en cada furiosa embestida, sujetandola por su cintura.

Bea se echó hacia delante, el la dejo escapar, dejando que su miembro saliera de su cuerpo, Belen asió con la mano la verga de Miguel y

comenzó a masturbarle con entusiasmo, mientras Bea se colocaba a un lado y le besaba en la boca.

El eyaculó, exhalando un único y grave gemido, que Bea parecía querer atrapar con sus labios.

Belen no soltó su presa hasta que había expulsado hasta la última gota, había semen en sus manos, que creaba puentes entre sus dedos,

sonrió, tendió una mano hacia la boca de Bea, separando los dedos, su cara de sorpresa fué bastante comica, cuando Bea le lamió los dedos

con glotoneria, creia conocer a su amiga, pero últimamente, no paraba de sorprenderla.

Miguel no se podía creer su suerte, se habían quedado los tres abrazados, tenia a sus dos chicas favoritas entre sus brazos, suerte que

Masi tuviera una cama acorde con su tamaño, le costó horrores levantarse de la cama, rompiendo ese momento, pero tenía que limpiarse, su

semen se secaba sobre su vientre, asi que se fué al cuarto de baño.

Cuando se quedaron solas, Bea intentó componer una disculpa, una explicación, algo... No le salían las palabras, no encontraba la forma de

empezar, Belen le puso un dedo sobre sus labios.

-- Luego hablamos, ahora tengo que hacer esto. --

Belen comenzó a acercarse a Bea, muy despacio, dejando que viera sus intenciones, hasta que sus caras estaban a pocos centimetros.

Le pasó la yema del pulgar por sus voluptuosos y tentadores labios, le dio un piquito, Bea abrió un poco su boca por la sorpresa, no de que

la besara, lo que la sorprendia era que le encantase que lo hiciera, jamás se habria planteado hacer nada con una chica, pero esto era tan

agradable, tan bonito... y a la vez, tan morboso y excitante. Belen aprovechó para meter su lengua en su boca, despacito, con cuidado, como

si le diese miedo asustar a esa escurridiza cervatilla, hoy no, hoy no era el dia de tener prejucios o vergüenza, bueno, quizá luego, ahora

mismo tocaba dejarse llevar, Bea inclinó la cabeza de Belen hacia atrás y le comió la boca, con inusitada pasión.

A Miguel la mañana le deparaba más sorpresas, cuando volvió al cuarto, las chicas estaban practicando el "69", Belen estaba encima de Bea,

no había palabras, solo sonidos humedos, desde donde estaba, tenia una visión perfecta de como la cabeza de Bea sobresalia entre las piernas

de Belen, su lengua recorría su rajita, abria su labios vaginales, su boca sorbía su nectar... Una idea terrible pasó por su cabeza,

¿estaría soñando?, merecía la pena perderse en un sueño así.

Su sorpresa hizo que se dibujara una "O" en su rostro, sus hormonas, que se acariciara el miembro. Dos preciosos cuerpos adolescentes,

dos chicas a las que quería, se afanaban en devorarse mutuamente, ante sus ojos. Belen comenzó a usar su mano en el tierno coñito que tenia

delante, mientras gemia y movía su cuerpo. Arqueaba la espalda, serpenteando, ondulando, pasando su sexo por la boca de su amiga que

atrapaba sus labios vaginales, succionandolos, comprobando su elasticidad.

Bea no era ella misma, no tenía inhibiciones, ni verguenza, no había mañana, no existia nada más, solo existía esa cama...

Los esbeltos dedos de Belen, comenzaron a hurgar en su interior, inseguros, al principio, para ir cogiendo fuerza, alentados por sus

reacciones, cerró los ojos, era distinto, Belen la tocaba sin prisas, sin ansia, concentrada solo en darle placer, atenta a su respiración.

Cuando volvió a abrir los ojos, Belen sostenia un regalo frente a su rostro, Miguel no había recuperado del todo su erección, aún así

volvió a impresionarle tener la cabeza de la bestia tan cerca, la manita de su amiga lo masturbaba lentamente, Bea abrió su boquita, no se

hizo de rogar, El joven la introdujo lentamente entre sus labios, entresacandola despació, un poco más adentro cada vez, hasta que un

sonido gutural le avisó que no podía ir tan profundo, con los ojos llorosos, permitió que aquella majestuosa polla la violara la boca un

rato más, mientras Belen trabajaba su clitoris con su lengua y metia y sacaba dos dedos dentro de su rajita.

El tercer orgasmo de Bea, fue calido y amable, una sensación liberadora, que la hizo proferir un ronroneo agradecido.

Nuestra joven protagonista amaba a sus dos amigos, en este momento se sentía más cerca de sus corazones, quería que estuvieran juntos,

unirlos, así que utilizó su mano para guiar a Miguel hasta la tierra prometida, la paseó por la entrada, aún tenían que aceptarse, el no

estaba seguro, dejaba que su glande recorriera aquella dulce gruta, entreabriendo las puertas, sin cruzarlas.

Belen se detuvo cuando notó aquella intima caricia, su inicial aprensión al tamaño de Miguel había mermado bastante al ver como su amiga

disfrutaba domandolo, miró a Miguel, su rostro transmitia ansiedad pero también aceptación, el se introdujo despació dentro de ella.

A pocos centimetros de su cara Bea pudó contemplar como se completaba su unión, el la penetraba suavemente, aferrado a sus hombros, era un

chico considerado y atento, tuvo mucho cuidado en no lastimarla, introduciendose cada vez más, lenta y cuidadosamente.

Vencidos sus miedos, Belen empezó a acompasar sus movimientos con los de su amante, exhalando esos adorables gemiditos de roedor, Más

tranquila, viendo que todo había salido bien, Bea se concentró en complacer a su amiga, acariciando su botoncito mientras observaba como

ambos iban ganando confianza, aquella sobredimesionada verga entraba y salía cada vez más y más rapido.

La excitación de Miguel crecía cada minuto que pasaba, Belen parecía delirar, pronunciando balbuceos entrecortados e ininteligibles.

El ya no era delicado, la follaba con fuerza, hasta el fondo, saliendo casi del todo con lentitud, para arremeter con violencia otra vez,

hasta que chocaba contra sus nalgas, la llenaba de carne, ganando intensidad y ritmo, estaban en la antesala del climax, no tardarian en

llegar.

Belen, practicamente botaba encima de su cara, Miguel bufaba por la excitación y el esfuerzo, ya daba embestidas cortas y furiosas a menos

de un palmo de los ojos de Bea, que trataba de estimular el clitoris de su amiga, que no paraba de moverse.

Como si estuvieran sincronizados, Belen y Miguel compartieron un precioso orgasmo.

El no trató de salirse, ni ella se lo pidió, eyaculó dentro de ella, sellando un silencioso pacto, a partir de ahora estarian juntos.


Bea empezaba a sentirse incomoda, desde que habían acabado, se quedaron los tres callados, reponiendose. Estaba sentada, con la espalda

apoyada en el respaldo de la cama, tratando de ignorar el repentino deseo de tapar su desnudez, de marcharse, de huir.

Volvia a ser ella misma, esto no podía durar mucho más. Belen estaba tumbada con su cabeza sobre el pecho de Miguel.

-- Solo ha sido un sueño -- dijo Belen en voz alta -- Un hermoso sueño que hemos compartido... --

Observando el rostro de su amiga, Bea asintió.

Miguel se despidió de ellas, con un beso en la mejilla de Bea y otro en los labios de Belen, sabía que no podía tener a su gran amor. Jamás

olvidaria este dia, aprenderia a amar a Belen, lo merecía. Cuando se quedaron solas, Belen explicó como Charly había intentado hacer las paces

con ella, echando uno rapidito, ella se negó, pero ambos oyeron un ruido en el pasillo y Belen entendió que Miguel iba a enfrentarse a el.

No podía dejar que se hicieran daño, así que besó a Charly, la distracción funcionó, con los ojos entrecerrados, pudo ver como Bea y Miguel

los observaban desde el pasillo, más tarde, el rostro de su amiga y donde miraba, la indicó lo que sucedía entre ellos, eso le excitó más que

las caricias entre sus muslos.

Cuando ella y Charly acabaron, le alivió no verles allí, le dijo a el que esa era la última vez, habian terminado. El se rió.

En cuanto cerró la puerta de la calle, Belen fué a buscar a sus amigos, sabía lo que se iba a encontrar, sabía lo que Miguel sentía por Bea,

era evidente, había visto como la situación se descontrolaba, creyó que quizás le doleria verles juntos, no fue así.

Después de la explicación, invitó a comer a Bea, que dejó la comida enfriarse en el plato, parecia que su linda cabecita fuese a estallar en

cualquier momento, cuando ya se despedian en la puerta del piso, Bea se volvió hacia ella.

-- ¿Solo un sueño eh? -- Bea besó levemente los labios de su amiga -- Un bonito sueño... --

Cuando Belen se quedo sola, respiró aliviada, todo estaba bien... O eso parecía.


Había pàsado casi una semana, durante la semana no hubo ningun comentario, ninguna mirada complice, Miguel y Belen habían empezado su

relación de una forma un poco tortuosa y trataban de compensarlo, con demostraciones acarameladas y empalagosas de afecto.

El timido y callado joven tuvo que aguantar más de un chascarrillo, más de un codazo juguetón y más de una mirada llena de celos.

Aún así, Bea no se sentía comoda con la nueva pareja, había pasado esos dias esquivandoles. Las clases acababan la semana siguiente y, a

pesar de Rubén, la aliviaba un poco el que fueran a pasar unos días con sus tios, le vendría bien alejarse un poco y poner sus ideas en

orden. Recordaba la finca de sus tios como un remanso de paz, donde podía montar a caballo, pasear por la playa y jugar con sus primos y

su  cariñosa perrita. Hacía mucho que no iban, ella solo era una cria, pobre, no se imaginaba lo que se le venía encima.


Seré breve, me han dicho que mejor que no me enrolle, no estoy del todo satisfecho, con como encaja este relato con los otros, pero tampoco

he tenido fuerzas, para eliminarlo del todo, aunque le he quitado una buena parte, el proximo, sera más extenso.

Un saludo.