Irresistible 4 ( putita de discoteca )

Una joven, rebosante de belleza y sensualidad, tiene que afrontar variopintas y excitantes experiencias. En este episodio... sale de fiesta y...

-- Tienes que saber, que no había hecho esto por ninguna de mis pacientes, esta muy mal visto -- Le dijo a Bea el medico, cuando se disponían

a abandonar la consulta -- Lo mínimo que podrías hacer es darme las gracias -- Se tocó con un dedo en la cara, sonriente.

La joven besó la mejilla de aquel caradura y murmuro un tímido "gracias" antes de salir de allí, con paso inseguro.

Mientras se duchaba, ya de vuelta en su casa, Bea pensaba en las palabras que el medico le había dicho, al terminar su "tratamiento", le había

examinado el recto superficialmente, por lo visto, no había desgarros de importancia, aún así, la joven se acordó de su santa madre al día

siguiente, cuando tuvo que utilizar el retrete. Mientras se vestía, le dijo que no se preocupase, que no había motivos que le indujeran a

creer que estuviera en estado, una mentira descarada, pero la joven no tenia forma de saberlo y se agarró a aquella afirmación como a un clavo

ardiendo, eso la quitó un gran peso de encima... pero había vuelto a caer, se había descontrolado otra vez, arrastrando al medico con ella.

Tomó una decisión, se desfogaría con Rubén, su novio, el celibato forzoso que se había auto impuesto había resultado contraproducente.

Ese mismo sábado ella, su novio y su pandilla de amigos salieron por ahí a bailar y a tomar unas copas, fueron a un sitio que no conocía, donde

un amigo de Marino trabajaba de relaciones publicas, "El Maracaná" era una discoteca grande con tres pisos, que les gusto mucho y lo estaban

pasando muy bien.

Bea tuvo que utilizar un tampón en los aseos de la discoteca, jamás se había alegrado de que le bajase el periodo, se le saltaban las lágrimas

de puro alivio. Al reunirse con sus amigos le presentaron a Borja, el relaciones amigo de Marino, no le causo una buena impresión.

Borja era un chico guapo, pagado de si mismo, de familia adinerada y tenia un curioso don. Pasada determinada hora de la noche, cualquier cosa

que dijera, sonaba obscena, en serio, un autentico prodigio. Le funcionaba bastante bien con algunas chicas a las que invitaba a unas copas y

luego le devolvían la amabilidad, a veces en los mismos lavabos de la discoteca.

Cuando Bea iba a darle dos besos para presentarse, hizo un rápido gesto y le robó un piquito de sus carnosos labios. Se rió, ninguno de los

presentes le siguió la broma, sobre todo la implicada que se quedo bastante cortada y se cabreó casi igual con el que con Rubén, que no quiso

darle mayor importancia.

-- Pero no te enfades preciosa, que solo era una broma. -- Dijo, enseñando una ristra de perfectos dientes en una sonrisa torcida.

Aquel descarado, se agarró de sus caderas como si no pasara nada y le susurro al oído.

-- No sabes lo que te haría si fuera en serio --

Lo dijo como si nada, mientras retiraba sus manos una rozó "accidentalmente" las nalgas de la joven. Luego repartió unas tarjetas para pedir

consumiciones gratis, que le congraciaron un poco con todos los demás, Bea no daba crédito, ¿ese baboso era amigo de Marino?.

Ese pequeño incidente no le arruinó la noche, el sitio estaba bien, buen ambiente, con diferentes tipos de música en los dos primeros pisos y

el tercero, más pequeño, era la zona VIP, a la que no tenían acceso, por supuesto.

Bailaron, bebieron, bromearon y rieron, Borja se paso un par de veces por su zona y les invitó a unos chupitos, estuvo simpático, Alicia y Eva

le miraban con ojos golosos, Bea no se sorprendió, objetivamente hablando, estaba bueno, ropa de marca, pelo rubio, ojos azules y encima tenía

don de gentes, Alicia se manchó la parte de atrás de sus vaqueros, no se sabe como y el se lo limpió a conciencia, se partía de risa mientras

aquel tipejo hacía como si la regañara mientras la sobaba el culo, en fin.

Cuando ya se estaban despidiendo a punto de salir, hubo una pelea, los gorilas la disolvieron , con contundencia, tres moles con unas espaldas

como armarios roperos sacaron a rastras a cuatro chavales que se habían puesto violentos.

Cuando ya estaban fuera, uno de aquellos inconscientes, tuvo la osadía de intentar agredir a uno de esos mostrencos, solo le dieron dos

leches, con la mano abierta, más que suficiente, el chico cayó al suelo como un saco de patatas, sus amigos lo sacaron de allí, aterrados.

Bea no estaba acostumbrada a la violencia, no era la primera pelea que veía, pero si que había sido la más seria, los chicos a los que había

visto enzarzarse en alguna trifulca, se agarraban, se insultaban y poco más, aquellos bofetones resonaron por toda la calle, se asustó.

Había sido triste, desagradable, pero también había hecho que se la disparara el pulso, le pareció extraño.

Cuando Rubén la acompaño a su casa, empezaron a besarse y a achucharse, sentados entre dos coches aparcados, ella le indicó que estaba en esos

días, limitando las caricias de Rubén a su culo y a su busto, ella comenzó a acariciar su entrepierna, sin parar de morrearse y cuando vio que

su chico comenzaba a respirar agitadamente, animada por el peso que se había quitado de encima y quizá por la mezcla del poco alcohol que había

consumido y los calmantes del dolor menstrual, empezó a desabrochar los pantalones de el, Rubén la detuvo y volvió a abrocharselos.

-- Aqui no, nos puede ver alguien --

Aquello fue un jarro de agua fría, avergonzada por la reprimenda, Bea no tardó mucho en irse a dormir.

Lamentablemente, dos chicos jóvenes que vivían en casa de sus padres, no podían gozar de mucha intimidad. Al fin de semana siguiente volvieron

a ir al "Maracaná", el amigo de Marino no paró de decirle piropos y arrimarse a ella siempre que podía, estando agarrada de la mano con Rubén,

incluso le puso por unos segundos la mano en el culo, mientras la hablaba al oído, que desvergonzado.

-- Dilea tu novio que no te deje mucho rato sola a esos chicos de ahí los tienesloquitos --

Borja se había a acercado a ella, mientras Ruben pedía en la barra, los chicos a los que se refería ya habían intentado entablar conversación

con ella, sin conseguirlo. Se pegaba mucho a ella para susurrar en su oído, sus manos se aferraban a sus caderas y a la parte superior de su

culito siempre que la decía cualquier cosa, aunque Rubén estuviera presente.

-- A esos ¿no? -- Bea enarcaba las cejas, dejando claro que parecía que no era a los únicos que les interesaba.

Borja sonrió haciendo gala de su perfecta dentadura, esa sonrisa le había bajado las bragas a más de una.

-- Eres muy mona... pero eres muy joven para mi gusto --

Su boca pronunciaba las palabras, pero su mano recorría el lateral del torso de Bea mientras la hablaba, hasta que le rozó el seno, Bea le

apartó la mano con brusquedad, se estaba pasando.

-- Tranquila niña, que solo ha sido una caricia inocente, no te excites. -- Dijo el, levantando las manos y mostrando las palmas, a los lados,

enfatizando sus palabras, como si se rindiera.

-- Hace falta más que eso para que me excite -- Bea escupió esas palabras, sin pensar, aquel prepotente la sacaba de sus casillas.

-- ¿En serio? -- la sonrisa del relaciones se volvio una mueca burlona -- Lo siento princesa, pero no tenemos tiempo para nada más . --

Después de plagiar a Harrison Ford en una de sus películas favoritas, se dirigió a Ruben que volvía con una copa en cada mano, le dijo que se

la había cuidado, para que no la molestaran los moscones, Ruben le dio las gracias, Bea echaba chispas por los ojos.

Pasaron doce días sin poder... repetir lo que había pasado en casa de su amiga Belen, era jueves y Bea tenía dos grandes noticias que la tenían

como loca, la primera que hoy cumplía dieciséis años, ya tenía edad para beber alcohol legalmente, aunque nunca la pedían el carnet de

identidad, la segunda que el sábado por la tarde no habría nadie en su casa, ¡por fin podría estar con Rubén a solas!.

Estaba emocionadisima, cuando sus padres le dijeron que iban a salir pensó que la noticia llegaba justo a tiempo, tenia las hormonas

revolucionadas, ayer estuvo a punto de tocarse en la ducha, pero el pesado de su hermano, intentó colarse en el baño y empezó a llamar a la

puerta, una emergencia, que se diera prisa, tuvo que desistir.

Nunca había salido un jueves, pero hoy habían quedado todos para ir al "Maracaná", el viernes no tenían clase, aunque no era festivo y tenían

que celebrar su cumpleaños, se puso guapa, con un vestidito violeta con la falda a medio muslo y generoso escote que Belen le había regalado,

que realzaba sus sugerentes curvas, unos pantys y zapatos de tacón, se miró en el espejo, se complació con lo que vio, aunque no solía vestir

tan provocativa. Se puso una torera negra por encima, más por pudor que por frio, el verano estaba muy cerca y hacía calorcito.

La cara de Rubén cuando pasó a recogerla fue mejor que los piropos que le dedicó después, no iban a ir todos, solo Alicia, Eva y Belen de sus

amigas y Miguel y Marino de sus amigos, fueron primero a uno de los bares de los alrededores de la discoteca para tomarse unas cervezas antes

de entrar, pero Belen insistió en que tomaran unos chupitos de tequila, dos rondas a las que Bea invitó, junto con varias más de cerveza.

Empezaban fuerte, cuando enfilaron el camino hacía "el Maracaná" ya estaban todos bastante achispados.

Bea y Ruben se quedaron un poco rezagados del grupo, ella quería contarle que el sábado tenían su casa a su disposición pero desistió al ver

que sus amigos no paraban de volverse y hablar con ellos.

En la puerta se encontraron con Borja que se apresuró a saludarles, empezando por Marino, saludo a los chicos, bromeando con Miguel que tenia

los ojos vidriosos y una sonrisa boba, le habían afectado los chupitos, cuando saludó a las chicas que iban delante, lo hizo efusivamente.

-- ¡Madre de dios! pero, por favor, que bellezas, que me vais a revolucionar el local, ¡que guapas que habéis venido! --

El relaciones gesticulaba y ponía los ojos como platos, hizo que Belen girase sobre sus talones para verla bien, silbando un piropo evidente.

Saludo a Ruben, Bea intentaba prepararse para los halagos de ese adulador, que la dio dos besos rápidos.

-- Hola preciosa -- fue todo lo que le dijo, antes de volverse hacía Marino otra vez.

La chica se quedó extrañada, por una parte, mejor, no le gustaba llamar la atención de cualquiera que la mirara, pero por otra...

Hoy se había arreglado mucho, maquillaje, peinado y ropa. ¿Por que había ensalzado los encantos de todas, menos ella?.

Hoy con la entrada además de una consumición también invitaban a un vaso de mojito, según decía Borja estaba riquisimo, iba a conseguirles

una jarra grande para ellos solos, les iba a encantar.

Era cierto, el mojito estaba muy rico y entraba como el agua, les pusieron una jarra grande de la que se fueron rellenando los vasos de tubo,

No estaba tan lleno como en fin de semana, aunque seguía entrando gente cada pocos minutos, estaban en la primera planta y el techno y la

música electronica hacían vibrar la sala, Bea se acercó a la barra donde la camarera les guardaba la jarra para ponerse un segundo vaso,

Borja se le acercó por detrás, puso su mentón encima de su hombro desnudo.

-- ¿A que esta bueno el mojito? --  Dijo sobresaltando a la joven, que se rió por el susto.

-- Si que esta rico -- contesto entre risitas

Borja se apoyó en la barra mirando hacía la pista de baile, donde Belen destacaba como un faro en una noche oscura, mientras Bea se servía un

vaso, hasta arriba del todo. El orgullo de Bea tenía una pregunta, que se moría de ganas por soltar, aunque dudo varias veces.

-- ¿Que pasa, que no estoy guapa? --

Borja puso cara de no hablar el mismo idioma que ella, totalmente extrañado por la pregunta.

-- Les has dicho a todas lo guapas que han venido hoy, menos a mi --

-- Aaah, a ver deja  que te vea -- Sonriente, cogió las manos de la joven y se las separó del cuerpo para verla bien.

La dio un repaso exhaustivo, haciéndola girar para verla por detrás, asintiendo con cara pensativa. El examen la inquietó bastante.

-- No estas guapa -- Dijo muy serio y acercó su boca a su oreja, mientras la agarraba por la cintura -- Estas espectacular --

-- Eres tan bonita que duele solo mirarte -- Ahora la hablaba mirándola fijamente a los ojos, Bea se ruborizó visiblemente, lo que la hacía

más bella aún -- Si os ha gustado el mojito, puedo intentar sacaros otra jarra, diselo a estos, a ver si quieren --

La liberó de su abrazo y la joven se apresuró en reunirse con sus amigos, que acogieron la segunda jarra con entusiasmo.

Bea dejó que Marino se encargara de hablar con su amigo, Rubén le dijo que Miguel y el iban a subir al piso de arriba, para jugar al

futbolin que había allí, con unos amigos con los que se habían encontrado, las chicas se quedaron bailando mientras Marino charlaba con Borja

en la barra, al poco de quedarse solas, se les empezaron a acercar jóvenes pretendientes, que Bea y Belen ignoraron con elegancia, mientras

Alicia y Eva hablaban con unos chicos altos con pinta de guiris.

-- No deja de mirarte -- Belen se acercó al oído de su amiga y le hizo un gesto con la cabeza, hacia la barra -- Lo tienes hipnotizado --

En la barra mirando por encima del hombro de Marino, Borja seguía con la mirada cada uno de sus movimientos. Bea le contó a Belen lo que le

había dicho en la barra, su amiga compuso una sonrisita maliciosa. Su amiga tenia un plan, calentar a aquel chulito hasta que se le cayese la

baba, nuestra protagonista lo encontró tan divertido como inofensivo, sonrió a su amiga, dándole vía libre.

-- Si lo que le gusta es mirar,vamos a darle un poco de espectáculo --

Cogió a Bea por la mano y la llevo hasta una plataforma elevada, la joven se resistió entre risas, pero el alcohol y la insistencia de Belen

la hicieron subir, Belen se puso detrás de ella, pegada a su cuerpo, sonaba "The cult of Snap" y las chicas serpenteaban, ondulando sus

cuerpos, como si estuvieran pegadas por la cintura, todos los ojos de la sala se concentraron en ellas.

No era la primera vez que bailaban así, pero era la primera vez que lo hacían en una plataforma, Bea intentaba mirar solo a su amiga, por

encima del hombro, pero Marino soltó una exclamación y Bea le miró sonriendo avergonzada, un gesto le llamó la atención, Borja se colocaba el

paquete de forma poco sutil, mientras asistía embelesado a la exhibición de baile que aquellas dos preciosidades estaban dando.

No pudo evitar un pensamiento un tanto inapropiado, parecía un buen paquete. Recorrió la sala con los ojos y pudo ver el deseo reflejado en

los ojos de los que las miraban, el color acudió a sus mejillas y unas cosquillitas se instalaron en su bajo vientre.

Unos chicos empezaron a animarlas, a voz en grito, lo poco que se les entendia con el estruendo de la música, era bastante burdo y zafio.

Las rodillas de su amiga le presionaban por detrás haciendo que flexionara las piernas, sin dejar de contonearse, metió su cuerpo debajo del

suyo hasta que estaban casi en cunclillas, Borja tenía al mirada fija en un punto concreto del espacio, se relamía, cuando Bea entendió lo

que miraba, se puso como un tomate, ¡le estaba enseñando las braguitas a media discoteca!, disimulando su pudor lo mejor que pudo, junto sus

muslos y logró hacer subir a su amiga hasta que estuvieron erguidas, el corazón se le salía del pecho y empezó a sentir bastante calor.

Belen ahora la abrazaba por detrás, mientras empujaba su trasero con su pelvis, hasta que un arranque de osadía le paso las manos por sus

pechos, Bea se volvió alarmada.

-- Tia, como te pasas -- Bea estaba más escandalizada que enfadada

Belen solo se rió con ganas y le agarró las tetas, apretándolas con suavidad, aullidos, vítores y aplausos para las bailarinas.

Estuvieron unos minutos bailando así, para regocijo del personal, Bea no sabía muy bien como reaccionar, no quería bajarse de allí,

como una niñita pudorosa y darle la razón a Borja, al final, apartó las manos de Belen, con calma y sin dejar de contonearse.

Ahora bailaba con su amiga, sin darle la espalda, el pincha mezclaba la canción de 2 Unlimited "Get ready for this" y empezaron a cruzar sus

piernas y a moverse con más brío, los espectadores estaban totalmente entregados, coreaban cada bote que daban sus maravillosos pechos y

salivaban viendo moverse sus tersos muslos, las chicas lanzaban sus brazos, alrededor del cuerpo de la otra, sin dejar de mover las caderas.

Solo un segundo después de ver la cara de sorpresa de Belen, Bea notó como Borja se las había unido en la plataforma, sus brazos aparecían

marcando su contorno, desde su espalda, pero lo que incomodó un tanto a la joven fue sentir su bulto chocando contra sus nalgas.

Se arrimó más a ella, ahora entre Belen y el la estaban haciendo un sandwich, una pierna de su amiga estaba entre las suyas y aquel capullo

no paraba de restregar su cuerpo por su espalda, pasando su entrepierna por su culito. No pudo evitar notar que estaba bien dotado.

Era evidente que tenía amigos entre el público por que gritaron su nombre en cuanto se subió con ellas, entre el alcohol, los tacones y los

empujones que Borja le daba con su miembro, la joven estuvo a punto de perder el equilibrio, pero el chico estuvo rápido y la sujeto por su

vientre, hasta que los tres se movían al unisono. Aquello la estaba calentando bastante, los gritos de la gente. las miradas lujuriosas, las

caricias de Belen, el relaciones baboso y bien armado, practicamente, copulando con ella, solo que con ropa, demasiado, era demasiado.

Bea aprovechó que la canción acababa para bajar de la tarima, el calor la subía por el pecho, la cara, las orejas... y la entrepierna.

Fue hacía donde estaba Marino y le quitó la copa de las manos, se la bebió de un trago, estaba muerta de sed. Se arrepintió, el whisky no

era lo suyo, además estaba bastante fuerte, el joven se partia de risa, viendola sacar la lengua.

Con el don de la oportunidad, Miguel y Rubén bajaron del segundo piso y se dirigieron adonde estaban ellos, a Miguel parecía no gustarle

demasiado el que Belen estuviese bailando con Borja ante las miradas de todos los de la sala, torció el gesto, enfurruñado.

Después de compartir con Marino las hazañas del futbolin, Rubén preguntó quien quería beber algo, y se dirigió a la barra a pedir tres copas

Bea no quería beber más. ya estaba bastante borracha, acompaño a su novio, agarrada a su mano.

Le apetecían unos mimitos, estaba bastante cachonda y un poco borracha, así que en cuanto Rubén cogió su copa y dio el primer sorbito, le dijo

que quería ver a que sabía, se colgó de su cuello y le dio un morreo. Rubén sorprendido la rodeo con su brazo izquierdo por la cadera,

mientras saboreaba la lengua de su novia, dentro de su boca.

Bea cerró los ojos y se perdió en aquel beso, acariciaba el pelo de su amado, ladeando la cabeza, cuando sintió como empezaba a tocarle el

trasero, Ruben no solía meterla mano en un sitio tan indiscreto como ese, la joven, excitada, agradeció el gesto.

Aquella traviesa mano palpaba sus carnes con fuerza, arrancando un gemido de la garganta de la joven, que cada vez se sorprendía más de lo

apasionado que estaba su chico.

-- ¡Mmmmm! -- Bea protestó con un grito ahogado el que aquella mano se introdujese por debajo de su falda, llegando a acariciar su chochito

por encima de los pantys, con la punta de los dedos, eso si que no era propio de Ruben, pero se dejo hacer, mientras seguían compartiendo

un torrido beso. La estaba poniendo como una moto, se lo hubiera tirado ahí mismo, pero conociendo a su novio como lo conocía sabía que ya

le estaba dando más de lo que ella hubiera esperado.

La apretaba la parte interna de la nalga, tan bruscamente que la joven daba pequeños saltitos, los dedos apenas rozaban su intimidad, lo

justo para que su humedad se acrecentara entre sus piernas, tenía que haberlo notado.

La mano juguetona se retiró, para desgracia de la joven que ya movía sus caderas de pura excitación y poco después, Ruben rompió el beso un

poco sorprendido por la pasión que le había demostrado su novia, bebió de su copa, con la mano derecha, sin soltar su cintura con la

izquierda... Bea cayó en la cuenta de que no había notado que hiciera ningún movimiento , para recuperar su copa, pero si estaba sosteniendo

la copa con una mano y abrazando su cintura con la otra, ¿como la había metido mano?.

Se volvió para mirar hacía atrás, Borja apoyaba sus codos en la barra, cerca de ellos, mirando hacia la pista, mientras sonreía.

Bea dudó sobre lo que debía hacer, ¿le preguntaba a su novio si la había metido mano?, ¿le decía que aquel caradura le había palpado el culo a

conciencia?, su pecho subía y bajaba, repirando agitada por el enfado. Pero sus pezones estaban erguidos y se marcaban a traves de la fina

tela del vestido. Estaba casi segura de que aquel cabrito se había aprovechado de ella. Le daba mucha rabía, pero también la excitaba, no

podía evitarlo. Quizá había sido Rubén y había cogido la copa luego, sin que ella lo notara.

Mientras cavilaba sobre que había pasado, Miguel llamó la atención de Ruben, quería volver a jugar al futbolin, por lo visto, quien ganaba

seguia jugando y quien quería desafiarles, pagaba la partida, era su turno, habían dejado una moneda para seguir jugando.

Ruben, le pregunto si le importaba que volviera a jugar, con carita de bueno.

-- Haz lo que quieras -- contestó Bea muy seria.

Esa respuesta deberia interpretarse como un "¿que si importa que el dia de mi cumpleaños te lo pases jugando con tus amigos? ¿dejandome aqui

solita?... si, claro que me importa, pero por supuesto, puedes hacer lo que quieras.

Ruben no tenía muchas luces, se subió al segundo piso con Miguel. Bea se quedo allí de pie, anonadada, mirando como Belen, Marino, Alicia y

Eva bailaban haciendo un corro, al parecer, los guiris no habían triunfado.

-- Bailas de puta madre -- Borja se había aproximado a ella, cogiendola por sorpresa.

-- G-gracias, tu también -- La joven solo atinó a contestar con timidez, no sabía si cruzarle la cara o dejarlo pasar, no estaba segura de lo

que había pasado antes, así que eligió dejarlo pasar.

-- ¿Que? -- A pesar de que ella le oía perfectamente, el joven tuvo que arrimarse mucho a ella, cogiendola por la cintura, para escucharla.

-- Que gracias, que tu también -- repitió Bea subiendo el tono

-- Ah, gracias, gracias, lo mio es el ballet clásico, pero en fin -- contestó Borja sin dejar de pasear sus manos por su cintura.

-- ¿Que? -- La joven sonrió ante su ocurrencia

-- Que si, mujer, ¿no te lo crees? -- Ante la cara divertida de la joven añadió -- Otro dia me traigo las mallas y te enseño lo que se hacer. --

Ambos se rieron, la risa de Bea era como agua cristalina, contagiosa y dulce.

-- Lo malo es que se me marca todo -- Borja hizo un pequeño gesto, dirigiendo la mirada de la joven sobre el bulto de sus pantalones.

Aprovechando que Bea miraba su entrepierna, una tanto cortada, la mano izquierda del joven, bajo unos centimetros palpando la parte superior

de su trasero, ella ni se enteró, estaba distraida pensando que, definitivamente, era una buena herramienta.

-- Es un vestido precioso, ¿es nuevo? -- El joven interrumpió los libidinosos pensamientos de Bea.

-- Si, me lo acaban de regalar, hoy es mi cumpleaños --

-- ¿En serio?, ¡Felicidades! -- la abrazó contra el y le dio dos sonoros besos en las mejillas. -- Luego te doy el regalo de la casa --

-- ¿Que regalo? -- La joven un poco ebria, no le dió importancia a la mano de el, que ya palpaba su culito sin ningún recato.

-- Recuerdamelo luego, la verdad es que me encanta -- Borja pasó una mano por el tirante del vestido, hasta llegar hasta el nacimiento de sus

pechos. -- Que suave, de verdad, me encanta --

Bea no estaba tan ebria como para no darse cuenta de que aquello estaba pasando de castaño a oscuro, aquel engreido se creia que podía meterla

mano impunemente, sin importar que su novio no estuviera lejos, joder, si lo más seguro es que la hubiese metido mano por debajo de la falda

mientras se besaba con su novio. Noto lo dura que se le estaba poniendo, estaban tan cerca que lo notaba en su tripita.

Pensó en lo que le había dicho antes Belen, lo de calentarle, le pareció de lo más apropiado, iba a hacer que se derritiera de deseo y luego,

dejarle con las ganas. Que se joda. El se lo había buscado. Empezó a sonar el "It's My Life" de Dr Alban y sin separarse de el, comenzo a dar

botes. -- ¡Me encanta esta canción!. -- Tanto las manos como la entrepierna del joven disfrutaron de la repentina reacción de la joven.

Bea se separó un poco de el y empezó a bailar de la forma más provocativa posible, el sonreía, al principio, pero la joven comenzó a pasar sus

manos por sus caderas, por su cuello, por su boca, por sus senos, el ya no sonreia, parecía a punto de estallar.

Se aproximó a ella, bailando el también y la volvió a asir por la cintura, Bea pudo comprobar el efecto que había tenido su baile cuando le

volvió a restregar su herramienta, estaba dura como el acero, ella continuó bailando como si nada, una de las manos de el, bajó hasta su

culito y la atrajó hacia su cuerpo, haciendo que sus senos se aplastaran contra su pecho, intentó besarla, estaba fuera de si.

Ella esquivo sus labios y se dió la vuelta, bailando y riendo, había funcionado, se sentía poderosa y mala. Era muy excitante.

Durante un momento, el se quedo quieto, disfrutando del roce del trasero de ella en su bragueta, la agarraba por la cintura, ella sin parar

de mover el culo, se levantó el pelo, revelando su cuello, el aprovecho para lanzarse a besuquearlo.

Bea no se lo esperaba, un escalofrio la hizo cerrar los ojos, eso la desarmó, era una sensación muy agradable, las manos de el aprovecharon

para acariciar la cara interna de sus brazos levantados, bajando hasta sus senos, recorriendolos con las palmas, Bea reaccionó.

Se separó de el, esto se le estaba yendo de las manos, le murmuró que iba a ver donde estaba Rubén y le dejo con un palmo de narices.

Miró hacía donde bailaban sus amigos, apenas pudo verles entre la gente, ojalá ellos tampoco hubieran visto nada.

-- Si, habia funcionado -- pensaba mientras subía las escaleras hacia el segundo piso, pero entre los roces, el baile, los besitos en su

cuello y el hermoso miembro que se adivinaba bajo los pantalones, su coñito también estaba pidiendo guerra, mejor dejarlo aqui.

El segundo piso tronaba con música española que la gente acompañaba, desgañitandose para hacerse oír, "sabor de amor" de Danza Invisible

hacía que todos corearan la letra, cuando llegó nuestra protagonista.

Localizó a su novio, en una esquina del segundo piso, jugando al futbolin, en la defensa, totalmente concentrado. Rubén la saludó

rapidamente, para volver a asir los mandos con decisión, era obvio que lo estaba pasando bien.

Bea se situó a la cabecera del aparato, con su novio y Miguel a su derecha y la pareja rival a su izquierda, mantenia una sonrisa forzada,

le agobiaba pensar que su novio podía haber bajado en cualquier momento y haberse llevado un chasco considerable, no quería hacerle daño.

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos, que miraba la partida sin verla, tanto que no vió aproximarse a Borja hasta quedarse a su lado.

-- ¿Quien gana? -- Borja mostró otra de sus relucientes sonrisas a Rubén, mientras su mano, oculta por el futbolin, se posaba sobre el trasero

de Bea.

-- Vamos empate a dos -- Rubén contestó casi sin mirarle, pendiente de la bola.

Bea estaba petrificada, la mano de aquel sátiro le acariciaba el culito, mientras su novio estaba ahí mismo, además estaba arrinconada, no

supo reaccionar a tiempo y aquella mano tan hábil, ya exploraba por debajo de su falda, le dirigió una mirada suplicante a su torturador.

Como respuesta, el deslizó sus dedos por la zona de su coñito, logrando que la joven se estremeciera, apretando sus muslos con fuerza.

Rubén celebró con Miguel el tanto que los adelantaba en el marcador, sin saber que a la que la intentaban meter un gol era a su amada, que

se retorcia, intentando que no se notará demasiado, intentando escapar de aquella estimulación furtiva.

Bea volvió a mirar a Borja, esta vez, intentó poner una mirada severa, "para" dejó que leyese sus labios, el no apartó la mano y canto bajito

parte de la letra de la canción, -- comerte sería un placer... -- canturreo sin dejar de mirarla a los ojos. Su dedo corazón parecía querer

perforar la tela de los pantys y la braguita, la joven se mordió el labio, mientras advertia avergonzada como parte de sus fluidos mojaban los

pantys por la zona de sus muslos.

Se tambaleó, estaba a punto de caramelo, Rubén la miró extrañado les acababan de empatar otra vez y pudo ver como su novia se retorcia.

-- ¿Estas bien? --

Bea tuvo que reunir fuerzas para articular unas palabras coherentes, tragó saliva.

-- S-si, tengo que ir al baño... creo que he bebido demasiado. --

-- No vayas al de este piso siempre hay mucha cola -- Borja retiró su mano discretamente, mientras hablaba. -- Ven, te cuelo en el de la zona

VIP que estara casi vacia.--

No la dejó tiempo para contestar, la puso la mano en la cintura y la guió hasta la escalera que subía al tercer piso, mientras Rubén se

volvia a concentrar en el juego. Las paredes interiores del tercer piso, eran un gran ventanal de cristales tintados, no se veia nada de lo

que había dentro, había una puerta también de ese cristal oscuro, una camara de video enfocaba la escalera.

Borja hizo una seña con la mano y se oyó un zumbido electrico, empujo la puerta e hizo entrar primero a Bea, pegandose mucho a ella.

La sala VIP era más pequeña que los otros pisos, apenas media planta con una barra pequeña, unas pocas mesitas y sillas y unos sofás

apartados, para los que querían algo de intimidad, desde allí se podía ver la escalera y parte de la pista de baile del piso de abajo, sin

que los de abajo les pudieran ver a ellos.

La sala estaba casi a oscuras, apenas iluminada por las luces de emergencia, no había musica, nadie a la vista.

Borja ya sabía que hoy estaba cerrada, no era el primer día entre semana que subía aqui con alguna chica, el segurata que controlaba la

puerta le dejaba pasar y luego, ponía a grabar las camaras del interior.

Bea dio unos pocos pasos hacía el interior, entonces se quedo quieta escudriñando la mal iluminada sala, sin saber si seguir adelante, Borja

la abrazó por detrás, besando su cuello.

-- ¡No! ¡Para! -- La joven trató de soltar los masculinos brazos que se enroscaban a su torso, levantando sus senos.

-- Tienes que acabar lo que has empezado -- El relaciones bajó su mano hasta su muslo, colandose por debajo de la falda, hasta su entrepierna.

-- No quiero... no, por favor... -- Su coñito volvía a sufrir el acoso de aquellos hábiles dedos, aunque ella intentara apartar su mano.

Borja no escucharía sus palabras, no, cuando los fluidos que mojaban sus braguitas eran tan elocuentes. Subió su otra mano, hasta su cara,

haciéndola que girase su rostro, la besó en los labios, ella rehuyó sus labios con brusquedad, el sonrió. Se dijo a si mismo que antes de

acabaran, tenía que lograr que fuera ella la que le besara a el. Bajó su mano hasta su escote, introduciendolo dentro del vestido, agarrando

uno de sus generosos pechos, amasandolo, apretujandolo, la joven le agarró por la muñeca, tratando de quitar su mano, era como intentar sacar

la tierra de su orbita, simplemente, la abandonaban las fuerzas.

El besuqueaba y lamia su cuello y su oreja, mientras las manos seguían haciendo su trabajo, ella le decía que parara, pero con cada caricia su

tono era más debil, le decía que la soltara, pero con cada besito, su respiración se volvía más profunda, hasta que la indefensa chica no

pudo decir una palabra más. Gimió, muy bajito, pero sus manos dejaron de luchar, el aprovechó para colar su mano por debajo de los pantys y

de sus braguitas, ella suspiró un último "no" mientras esa mano se perdía entre sus piernas.

Su otra mano ya había encontrado un erecto pezon y lo giraba entre dos de sus dedos, sin música en esa sala, la del piso de abajo se dejaba

oir, aunque amortiguada por los gruesos cristales, "Cuando brille el sol" de La guardia, se mezclaba con los gemidos de la joven y con los

humedos e indecentes sonidos que la mano de Borja extraía de su coñito. -- Tan soooolo quiero tu calor... --

Aquellas manos, aquellos dedos, aquellos labios estaban curtidos en mil batallas y sabían hacer su pecaminosa función a las mil maravillas.

Bea se retorcia, trataba de no dejarse llevar por el placer que invadia su cuerpo, se mordia el labio, tratando de no gemir, volvió a intentar

apartar esas manos que la estaban volviendo loca, debilmente, mientras echaba sus caderas hacía atrás, el la empujó con su herramienta,

tallando ese divino culito, la hizo desiquilibrarse y tuvo que apoyar las manos en una mesita para no caerse.

El mordisqueo su lobulo, ella se estremeció, pellizcó su pezon y su boca dejó escapar un gritito, le restregó su verga por las nalgas y un

calor sofocante se instaló en su vientre, su mano chapoteaba en sus fluidos y las descargas de dulce placer la hicieron temblar las rodillas.

Tuvo un orgasmo, apretó con fuerza los muslos, mientras se mordia el labio para no gritar. Borja esperó a que dejara de sacudir su cuerpo,

antes de dejar de mover sus manos.

-- ¿Te ha gustad...? -- Empezó a preguntar socarronamente.

-- Vete a la mierda -- Le interrumpió ella, con desprecio.

El no pareció ofenderse por sus palabras, sin dejar de sonreir, se dirigió hasta uno de los sofás mientras se chupaba los dedos, se sentó.

Ella se quedó mirandole con odio, sin moverse del sitio.

-- Mira preciosa, no estas enfadada conmigo, lo estas contigo, por disfrutarlo -- Su voz era calmada, como si hablara a una niña pequeña.

-- Además, has sido tu quien ha empezado a jugar y no te creas que vas a dejarme así --

Mientras hablaba se desabrochó los pantalones y extrajo su miembro, erguido como un poste, de unos boxers negros.

Bea no pudo evitar impresionarse un poco, no era tan grande como la de Miguel, que parecía más la de un caballo que la de un hombre, pero

era, sin duda, mucho mayor que la de su novio y, sobre todo, más gruesa.

-- ¿Como? -- le preguntó sorprendida, aunque no le miraba a los ojos, precisamente.

-- Tienes que devolverme el favor que te hecho -- repuso el. --

Ella le miraba como si se hubiera vuelto loco, el volvió a exhibir la mejor de sus sonrisas.

-- No van a abrirte la puerta y yo no voy a bajar hasta que me haya corrido... además, es lo justo --

Bea se quedo mirandole un segundo, era un chico muy guapo, vestia ropas pijas y encima dios le había otorgado un falo enorme, los hay con

suerte. Ademas, odiaba la prepotencia que mostraba, la suficiencia con la que la hablaba y el descaro con el que la había tocado.

Lo detestaba.

-- Mejor que te des prisa, antes de que tu novio empiece a preguntarse donde estas -- Se quito la camiseta,luciendo un torso sin vello.

No había tiempo de discutir, le haria una paja, pero solo por no complicar más las cosas. Se sentó a su lado, con cara de cabreo.

Empezó a masturbarlo, el se reclinó en el sofá soltando un suspiro satisfecho. Había ganado.


Rubén estaba exultante, Miguel y el habían demostrado ser imbatibles, los últimos en desafiar su reinado apenas si habían logrado marcar un

misero gol, lo estaba pasando de miedo, pensó en Bea durante un segundo, estaba tardando mucho en bajar.

Su rival golpeó la bola contra el canto de la mesa, anunciando el saque, quizá había bajado al primer piso con los demás, pensó.

Agarró los mandos con fuerza, dispuesto a no dejarse vencer.


A Bea se le empezaba a cansar el brazo, recorría aquel pedazo de excelsa carne con brío, el suspiraba gozando de sus caricias pero no parecía

dispuesto a acabar pronto.

-- ¿Tu que pasa?, ¿Que no te corres nunca o qué? -- La joven se sintió extraña pronunciando esas palabras tan ordinarias.

-- No se, si me mostraras algo para alegrarme un poco la vista, ayudaria bastante --

La joven deseosa de que acabara cuanto antes se arrodilló en el sofá irguió su espalda y se saco el vestido por la cabeza, llevaba una bonita

ropa interior negra, de encaje.

El con una sola mano,le desabrochó el sujetador con habilidad, ella se lo sujeto con las manos, durante un momento, con un suspiro de

fastidio se lo quito del todo, lo que sea, mientras que termine de una vez. Volvió a poner a trabajar su mano.

A pesar del mosqueo que llevaba, el recorrer con su manita aquella hermosa verga, le excitaba.

Aquella extraña situación con su pobre novio abajo sin saber lo que ella estaba haciendo, le daba cierto morbo.

Y si esas cosas le daban rabia y no era capaz de reconocerselas a si misma, el hecho de que el chaval estaba bastante bueno y la atraía

fisicamente, le daba ganas de tirarse de los pelos.

El puso su mano en su nuca, empujando su cabeza un poquito, ella se metió su glande en la boca mientras su mano seguía masturbandole.

Un gemido prolongado le dió cierta satisfacción a la joven, no aguantaria mucho, eso era lo más importante.

Bea intercalaba pequeños chupetones con lametones, recorría su grosor haciendo circulos con ella, el agarró uno de sus senos, jugueteando con

su pezoncito, no dejo que eso la distrajera, comenzó a subir y bajar su cabeza engullendo más de la mitad de su polla, mientras masajeaba sus

testiculos con su manita.

-- Hmmmm... Que bien lo haces... -- Pronunció Borja entre gemidos, mientras sus dedos tironeaban de su pezon y lo retorcian con suavidad.

Ella se afanaba en ensalivar aquella verga, ensalzando cada recorrido con una intensa succión de sus labios, llenando la sala de sonidos

impúdicos, tapando la lejana voz de Santiago Auserón cantando "Escuela de calor" con Radio Futura.

-- Esa paloma (succión) sobrevuela el Peligro...Aprendió (succión) en una escuela de (succión) calor . --

De pronto sintió unos dedos recorriendo su rajita, estaba tan concentrada que no había notado que aquel sinvergüenza había roto sus pantys y

había desplazado sus braguitas, exponiendo su cálido coñito a sus íntimas atenciones.

La joven iba a protestar, pero el empujó su cabeza de nuevo hacía abajo con la otra mano y solo brotó un sonido gutural de su garganta, le

pasaba los dedos por su chochito, abriendo sus labios vaginales, le daba palmaditas, mientras ella chupaba su fresa con friución, cada vez

más encendida, cada vez más humeda y caliente, Borja no quería a terminar con aquello, no, sin follarse antes a esa pequeña diosa del sexo.

Viendo como ella respondia a sus caricias, como se le aceleraba la respiración, como había empezado a mover sus caderas, intuyó que no podría

rechazarle, levanto su cabeza sin dejar de palpar sus intimidades, intento besarla, ella volvió su cabeza, otra vez.

Aquello le cabreó bastante. Se abalanzó sobre ella, obligandola a tumbarse, situandose entre sus piernas, tratando de besarla de nuevo.

-- No..., Para... -- Bea no quería besarle, quizá, por no darle esa satisfacción.

Enrabietado, el se dejó de sutilezas y la penetró a lo bestia, enterrando su verga hasta lo más profundo de sus entrañas, violentamente.

Se detuvo un momento a contemplar la cara de estupefacción que puso ella, la boca abierta en muda exclamación, los ojos como platos.

Empezó a moverse dentro de ella, sujetando su cara con las manos, besando sus labios, sin que ella le correspondiera.

Sus embestidas eran espaciadas, profundas y certeras, arrancando dulces quejidos a la hermosa joven, que recibió con sincero alborozo.

Bea no podía luchar, su interior había le había acogido hambriento, deseoso de ser invadido, había tenido otro orgasmo, cuando el se había

abierto paso dentro de ella, ahora con cada envite sentía como si su vagina se derritiera, de puro gusto, era abrumador.

No podía hablar, no podía pensar, solo dejaba que esas sensaciones la poseyeran, el placer había tomado las riendas, las endorfinas habían

relegado a la razón a un destierro forzoso.

El aceleraba sus caderas, deleitandose en los gestos de la cara de ella, en sus gemidos, en como aquel estrecho coñito parecía estrujar su

aparato, como si quisiera ordeñarlo, era algo prodigioso, nunca había sentido nada así. Lamia sus labios, su lengua, sus dientes pero ella

seguía sin devolverle esas deferencias, obstinada.

Bea levantó sus rodillas, haciendo que la penetración fuera más profunda aún, haciendo que su gozo aumentara con cada empujón, con cada golpe

de su pelvis, ya no intentaba amortiguar su voz, gemia, suspiraba y gritaba. Eso incentivaba más a su ilícito amante que aumentaba más y

más el ritmo, ella presentía un nuevo climax y su voluntad corría desbocada a su encuentro. El serpenteaba encima de ella, lamiendo su

cuello, haciendo ruidos sudorosos cuando sus vientres se separaban, gruñia, como una bestia en celo, se aproximaba el gran final.

Ella tuvo, de pronto, un momento de lucidez, un miedo acérrimo que se sobrepuso a la pasión animal de su cuerpo.

-- ¡No!, ¡No lo hagas dentro!, ¡Por favor, no!. -- La joven intentaba debilmente que la desmontara.

A el le hubiese gustado correrse en su interior, le hubiese encantado hacerlo, pero accedió a parar, con un gran esfuerzo.

Tenía una idea mejor, iba a desvirgarle ese fantastico culito, sin decir una palabra, se levantó y cogió a la chica por su brazo, sin que

ella atinara a reaccionar, la puso de espaldas a el, de cara a la cristalera y le bajó de un tirón los pantys y las braguitas, hasta los

tobillos, levantando sus piernas, para quitarselos del todo, una tras otra. Ella parecía en trance.

Bea se había quedado petrificada cuando atinó a ver a su amiga Belen bailando en la pista del segundo piso, a traves de los cristales

tintados, era algo surreal, ella estaba ahí de pie, desnuda, observandola bailar "Devuélveme a mi chica" de los "Hombres G".

-- Ella se fué con un niño pijo... -- Cantaba David Summers

Borja penetró su recto, sin contemplaciones, el agudo dolor hizo que Bea aplastara sus pechos contra el cristal, el grueso aparato, empapado

por los fluidos de la joven, se había introducido hasta casi la mitad de su longitud, el se asustó un poco cuando ella gritó de dolor, se

quedo inmovil, por un momento, abrazando su cintura con su brazo, ella volvió el rostro con los ojos llorosos, estaba preciosa.

Por enesima vez, el intentó besarla, ella volvió a rechazarle. Como castigo, se la metió hasta el fondo de un solo empellón.

Ella volvió a gritar, el no quería dañarla, había sido un acto de locura, pero su verga disfrutaba de la estrechez de su culito, así que

empezó a moverse, despacio, ella gimoteaba, el pegado a su espalda, movia sus caderas con suavidad, deslizó una mano por su vientre hasta su

entrepierna, estimulando su clitoris, mientras ella restregaba sus senos contra el cristal.

En pocos minutos, el dolor remitió bastante y su cuerpo parecía querer volver a sumergirse en el placer, la diestra mano de Borja pellizcaba

y daba golpecitos en su botoncito, su miembro provocaba descargas electricas a traves de su columna, incluso el frió cristal contra su busto

era agradable, el sofocante calor de hacía unos minutos regresó con fuerza, tomando posesión de sus sentidos, un gemido casi inaudible hizo

que el comenzara a internarse más profundamente, a extraerla más , cada vez más y más fuerte.

Aquella insidiosa sodomia, estaba culminando lo que se había iniciado en el sofá, Bea ahora acompañaba cada embestida, moviendo sus caderas

hacía atrás, buscando aquel pecaminoso contacto, que hacía restallar sus nalgas, que enviaba oleadas de gozo a su aturdido cerebro, su

lengua besó el ventanal, sus sudorosos pechos hacían un curioso sonido al deslizarse por encima del cristal, su despiadado amante bufaba

cerca de su oreja, aquel maravilloso pene la empujaba al extasis, el ya la follaba sin miramientos, sintiendo que la culminación de sus

esfuerzos estaba cerca, cada golpetazo en sus posaderas, era como un azote divino. Bea gimió con fuerza. Cerró sus ojos.

-- ¡Ah... ah... aaaaaah! -- El orgasmo la hizo sacudirse y temblar, era una fragil hoja dentro de una tormenta tropical.

Cuando volvió a abrir los ojos, jadeante, temblorosa, lo primero que vio fue a su novio Rubén en la escalera, tratando de vislumbrar algo a

través de los cristales tintados, poniendose una mano como visera, se quedo helada...

Borja dio unos pocos envites más y eyaculó en sus intestinos, anegandolos de caliente liquido, haciéndola sentirse la más sucia de las

mujeres cuando, por un segundo, creyó que Rubén la miraba directamente a los ojos, afortunadamente, no era así.

La dualidad en sus emociones le partía la mente en dos, agradables andanadas de placer agitaban su cuerpo, haciendo que se estremeciera,

mientras la culpabilidad la golpeaba como un mazo. Traidora. Pecadora, Infiel.

Cuando se separaron unas gotas de semen empezaron a escapar de su recto, deslizandose por su pierna. Bea no podía dejar de mirar al buenazo

de Rubén, pensando que había mancillado su amor, ajeno a sus pensamientos, Borja la beso en el cuello.

-- Ha sido... la ostía... -- El joven jadeaba por el esfuerzo -- El mejor polvo de mi vida --

Entonces vio al noviete de Bea, revolviendose inquieto, en la escalera, sin saber que hacer.

-- Sera mejor que nos vistamos, antes de que se ponga a aporrear la puerta. --

Viendo que la joven, no reaccionaba, se agachó y la ayudó a ponerse las braguitas y los pantys, luego fué a por su vestido y se lo puso en

las manos, la joven se movía en silencio, con exhasperante lentitud, el acabó de vestirse y la ayudó con el vestido.

Vió el sujetador negro, tirado en el sofá, decidió que luego volvería a por el, sería su trofeo. Bea parecía a punto de echarse a llorar.

-- No, no, no llores, por favor -- Borja la llevaba por el hombro hacía la puerta, mientras hablaba.

-- No estes triste, solo nos hemos divertido, si no entera tu novio, no sufrirá por ello. -- Asintió para reforzar su discurso.

Rubén, golpeó la puerta de cristal, con timidez, después de haber tratado de abrirla, infructuosamente.

Delante de la puerta, Bea se giró y agarró a Borja por el brazo.

-- No se lo cuentes... a nadie, por favor. -- Sus ojos suplicaban, más elocuentemente que sus palabras.

Su belleza impactó a Borja, como si fuera la primera vez que la contemplara, algo se agitó en su interior.

-- Dame un beso -- respondió el,  ella le dio un piquito, apenas le rozó con sus labios.

-- Así no, un beso de verdad. -- La atrajó hasta el, por su cintura y la beso con pasión, entrelazando su lengua, con la suya, su mano se

prendió de su seno, sobandoló a conciencia, hasta el se sorprendió de cuantas ganas tenía de besarla.

La joven logró separarse de el, al cabo de unos pocos minutos, la había quitado la respiración, un beso de pelicula.

-- Ya... ya te he besado -- Dijo ella, esperando que cumpliera su parte del trato.

-- No, te he besado yo a ti, lo que es muy distinto -- Ahora intentaba plagiar a John Malkovich en otra pelicula.

Acercó su boca ala de ella, deteniendose cuando sus labios casi se rozaban, ella le besó, un dulce beso que fué ganando intesidad, al mismo

ritmo que el acariciaba su culito, con ambas manos, apretandola contra el, sus lenguas se compartían su saliva, los apretones en las nalgas

de Bea, eran brutales y deseperados, como si quisiera deformar su perfección, ella notaba como su verga empezaba a despertar otra vez, Bea

logró romper el vigoroso morreo, antes de que todo se descontrolara otra vez.

Durante un momento se quedaron mirandose a los ojos, ella vio en los de el algo que la desconcertó, no era solo deseo, había algo más...

Rubén ya había comenzado a descender la escalera, al no obtener respuesta. Borja, con una sonrisa triste, apretó un boton, que la falta de

iluminación había convertido en invisible, la puerta se abrió, con un zumbido.

-- Ya eres una de mis putitas de discoteca -- Dijo Borja, tratando de sonreir, mientras franqueaba la entrada a Bea.

Bea no se ofendió por sus palabras, le faltó convicción al pronunciarlas, su mirada decía otra cosa muy distinta.

Esa fué la versión de Borja de un niño tirando de las trenzas de la niña que le gustaba, por que le gustaba, y mucho. Tanto que le asustaba.

Se obligó a esgrimir una amplia sonrisa, mientras descendian las escaleras hasta el segundo piso, Rubén les observaba, aliviado por haber

encontrado a su novia, cuando vió la carita tristona de Bea, la pregunta que iba a hacer se tornó otra, en sus labios.

-- ¿Estás bien? -- preguntó Rubén extrañado. La joven no se atrevió a mirarle a los ojos, tampoco a contestar.

-- Es culpa mia -- Borja salió al quite -- Unos amigos de ahí dentro se empeñaron en que nos tomaramos unos chupitos con ellos, parece que

no le han sentado bien. --  Le dolió dejar que aquel insulso chaval la apartase de sus brazos, pero se forzó a seguir sonriendo.

-- ¿Quieres que nos vayamos a casa? -- le preguntó Rubén con ternura. Ella solo pudo asentir, debilmente.

Para despedirles la gente coreaba "La chica de ayer" de Nacha pop a viva voz.

-- Niña vete a tu casa... Hoy no podemos jugar... -- Cantaba el genial Antonio Vega.


El sábado por la tarde, aprovechando que los padres de Bea habían salido por ahí, ella y su novio hicieron el amor, literalmente, por que

ambos se amaban con locura, el la llevó en brazos hasta su cama, la besó con ternura, la acarició delicadamente como si pudiese romperla sin

querer, se puso un condón con muchisimas dificultades y la hizo suya. Con la luz apagada. Con la brevedad propia de la inexperiencia.

Fue romántico, delicado, tierno... y terriblemente insatisfactorio para ella, no se corrió, no le importó demasiado al ver lo feliz que era

el, las cosas mejorarían con la practica y tenían todo el tiempo del mundo.

Bea había llegado a dos conclusiones, la primera, que contarle a Rubén sus "errores", solo le haría daño y no arreglaría nada.

La segunda, que el lunes pediria cita con su médico, tenía que empezar a tomar la pildora, por si las moscas.


De nuevo, muchas gracías por acoger mis relatos con tanto cariño, vuestros comentarios animarían a cualquiera, sois demasiado generosos.

He tardado más de lo previsto en publicar este relato por que, desde que escribí el último, he empezado otros dos antes que este, uno no

logre que encajara del todo con el caracter inocente que le he otorgado a la protagonista, quizá más adelante lo aproveche.

El otro... Es demasiado íntimo, no estoy listo para compartirlo, de nuevo, quizá lo modifique un poco y lo utilice luego, ya veremos.

Espero que esteis disfrutando, al menos, la mitad de lo que estoy haciendolo yo al plasmar, parte de mis recuerdos, en palabras.

No quiero aburriros, pero si me pudierais ayudar con algunas preguntas que me hago, os estaría muy agradecido.

Lo primero, las referencías culturales ( música, películas ), ¿estorban mucho?, como ya he explicado, gran parte de estos relatos es pura

ficción, pero también son parte de mis experiencias personales y esas referencias me ayudan a entrar en ambiente, pero no se si os ayudan

a vosotros o solo cortan el desarrollo de la historia de forma improductiva.

Tambíen me pregunto si las descripciones de los encuentros amorosos de nuestra protagonista, os parecen satisfactorias, a veces me parece

que trato de ser demasiado explicito, donde va cada mano, las posiciones del cuerpo... etc. Me gustaría ser lo más exacto posible en esto,

por ser fiel a mi memoria, pero quizá los describa de forma muy recargada, no lo se.

Ya me contareís vuestras impresiones, espero. Un saludo.