Irrepetible

Terminé haciendo el amor en el baño de la oficina con una compañera, mientras todos trabajaban.

Recuerdo el día que estando en Cancún, participando de un evento al cual me había enviado la empresa, me sentí aburrido. Decidí enviarle un correo a una compañera de la oficina que me molestaba mucho. Sólo le dije que me sentía solo y que algo me hacia falta.

A partir de ese día, ella me hizo notar que estaba interesada en mi. Y claro, yo me interesé mucho. Alguna vez salimos a cine y... bueno, un buen día sucedió algo que puede parecer inverosímil.

Estaba trabajando, era una tarde lluviosa y la llamé. Mi oficina queda en le primer piso y la de ella en el segundo. Junto a su oficina que comparte con otros dos compañeros, está el baño de hombres. Al lado queda la puerta de otra oficina donde están las viejas más chismosas de la oficina. A unos metros, están otras 14 personas, distribuidas en 3 salones.

Cuando la llamé, le dije que ese día tan lluvioso no era para estar solo. Y ella me dijo que subiera.

Así lo hice. Fui a su oficina y estaba sola. Entonces la besé y ella acaricio mi pene por encima del pantalón. Estas caricias furtivas venían sucediendo desde una semana atrás, luego de la salida a cine. Me puse muy erecto y sentí como se humedecía mi pene. Entonces dejé caer mi mano y la metí por entre su escote, acariciando su seno, buscando su pezón que se ponía, a su vez, muy duro.

Tuve temor que entrara alguien y le dije que no siguiéramos. Ella me dijo que estaba muy mojada y que me deseaba. Entonces le dije que fuéramos al baño de hombres. A lo que me respondió afirmativamente sin casi pensarlo, y se puso de pie. Nunca pensé que reaccionara de esa manera. Me sorprendió mucho su reacción. Pero, que podía hacer? Estaba muy emocionado y salí al pasillo, miré a todos lados y vi que no había nadie. Le hice señas y ella pasó rápidamente y entró al baño. La seguí.

En el baño la tomé en mis brazos y empecé a besarla. Mi lengua se encontró con la suya, mis manos tomaron su culo y lo apretaron, mientras mi pelvis se movía rítmicamente contra la suya.

Luego, empecé a besar su cuello y me detuve en sus orejas, haciendo que sintiera mi respiración excitada, mientras mi lengua recorría sus lóbulos y penetraba su oreja. Mis manos seguían apretando sus nalgas y las había introducido por entre su pantalón. Buscaban su culo y lo recorrían desde abajo hacia arriba. Pude sentir, por encima de sus pantys, la humedad que se escondía debajo de ellos.

Entonces bajé por su cuello y busque sus senos. Ella me ayudó a soltar algunos botones y mi lengua y dientes se encargaron de saborear sus pezones. Estaba muy excitado, pero creo que ella lo estaba más.

Entonces me detuve. Escuché voces en el pasillo. Uno de los compañeros estaba dirigiéndose al baño. Los dos nos miramos, el temor se expresaba en nuestros ojos. La sangre se me heló cuando escuché su mano sobre el picaporte. Luego escuché sus risas que decían: toca venir luego¡¡¡ y otros le contestaban algunas bobadas riendo.

Entonces quise detenerme y le dije en un susurro: detengámonos, busquemos como salir¡¡¡¡

Pero ella sólo busco mi boca y su lengua volvió a entrar en mi boca. Y empezó a bajar, abriendo el cierre de mi pantalón y permitiendo que mi hinchado pene saliera. Lo tomó entre sus labios y empezó a chuparlo de una manera deliciosa. Lo hizo por un rato mientras escuchábamos a varios compañeros y compañeras hablar afuera. El temor a ser descubiertos, su lengua jugueteando con mi glande, sus labios apretando mi pene mientras lo dejaba entrar y salir con mucha pericia, se juntaron y me hicieron sentir un gran placer.

La levante y no pude contenerme. Besé nuevamente su boca y busqué el botón de su pantalón. Lo solté y dejé que mis manos entrarán buscando su rasurada pubis. Llegué a sus labios que se encontraban muy mojados y tuve muchos deseos de penetrarla.

Nuevamente me detuve. Le dije: estás produciéndome muchas ganas de penetrarte. Es mejor que me detenga ahora mismo.

Pero ella me dijo: penétrame¡¡¡¡

Se bajó sus pantalones, se subió la chaqueta que le llegaba hasta más debajo de las caderas y se volteo, apoyándose en el mesón del lavamanos. Yo sólo atine a recostar mi pelvis en su precioso culo, aún con mi pantalón en el sitio y mi pene erecto como ella me lo había dejado.

Entonces me miró con su rostro lleno de lascivia y me dijo: mételo¡¡¡¡

Así como estaba, con mi pene fuera del pantalón, pero el mismo cerrado, con la correa puesta y su delicioso sexo chorreante, procedí a penetrarla. Pude ver su cara de placer cuando empecé a entrar y salir. Se lamía los labios, luego se los mordía y posteriormente lanzaba su cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, mostrando un gran placer. Eso me excitaba más, especialmente cuando escuchaba a las chismosas conversando con los otros dos compañeros, diciendo quien sabe que.

Todo fue perfecto. Rápidamente no pude más y llegué en su cueva, dejando salir grandes chorros mientras mi cuerpo completo estallaba de placer y ella me miraba por el espejo. Fue un orgasmo genial. Mi pene chorreaba y su concha también. La necesidad de hacer silencio y el placer prolongado más allá de lo normal, mis manos tomando sus caderas y atrayendo hacia mi su culo, mientras mi pelvis empujaba fuerte para prolongar aún más el orgasmo... Delicioso¡¡¡¡

Cuando caí en la cuenta que estaba en el baño de hombres de la oficina, me asusté mucho. Me retiré y su concha empezó a chorrear. Sus jugos y los míos caían al piso. Ella tomó unas toallas y se limpió. Yo abrí la llave del lavamanos y me empecé a lavar, mientras ella limpiaba los jugos del suelo con una toalla desechable. Guarde mi pene, satisfecho.

Ella empezó a organizarse la ropa y vino una nueva preocupación. Cómo saldríamos? Tomé el celular y marqué el número de una de las compañeras chismosas. Ella dio un gritito y corrió a su lugar. Entonces todos empezaron a desplazarse. Corté la llamada antes que contestara y vacié el baño. Ella se escondió detrás de la puerta y la abrí. En ese momento no había nadie por allí, así que le hice señas para que saliera y entré al cuarto de las chismosas. Cuánto hubieran dado ellas por saber que había sucedido tras esa puerta¡¡¡¡¡

Conversé algo con ellas diciendo que la necesitaba, por eso le había marcado al celular. Y luego saqué cualquier disculpa para bajar a mi oficina. No recuerdo que dije. Estaba muy asustado. Pero muy satisfecho.

No se que ayudó más: el lugar, la situación, ese precioso cuerpo dispuesto a sentir placer, o que fue la primera vez que pude penetrarla. Creo que nadie se dio cuenta. Ni siquiera su marido, que iba a la oficina 3 veces por semana para labores contables. Sólo se que ahora convivimos y es rara la noche en que no hacemos el amor durante horas. Llevamos dos años en esta situación. Será que comenzamos de la mejor manera? No lo sé. Pero lo he disfrutado cantidades¡¡¡¡¡