IRONÍAS - Capítulo X (1/2)

Entrenamiento y concentración.

IRONÍAS - Capitulo X

PABLO:

Mi cabeza ya no daba vueltas, ahora estaba en un estado de alerta nunca antes visto. Luego de aspirar aquella mínima dosis de cocaína, todo lo vivido hasta entonces se conjugaba en una mezcla de temor, adrenalina y estupor, un falso estupor causado por la droga y por el cual llegaba a sentirme terriblemente culpable.

-Estás bien?- me preguntó Ezequiel al verme en silencio, viendo cómo sus amigos se movían en un desenfrenado frenesí de cuerpos, besos y falsa algarabía causada por una mezcla de drogas y música electrónica, en el culmen de la noche, la cual se alargó hasta casi las seis de la mañana.

-Sí, estoy bien...- dije esbozando una sonrisa, mientras miraba sus ojos, con un brillo distinto y con el negro de sus pupilas casi llenando lo pardo de sus ojos.

-Vení, vamos... ya es hora de irnos. Te parece que vamos a mi casa?- dijo poniéndose de pie, acomodándose la ropa y el prominente bulto que marcaba durante toda la noche.

-Si, vamos...- le dije levantándome, con la cabeza un poco más calmada.

Nunca creí que ésa noche iba a experimentar tantas cosas juntas; ver la reacción de Maxi y de los chicos, el probar droga, el estar así... rodeado de tantas cosas que eran impensadas para mí, antes de haber puesto un pie en aquella disco.

Mientras veía a Ezequiel despedirse de sus amigos, pensaba en los chicos, en lo que habrán hecho al salir del lugar. Por un momento pensé en los ojos de Maxi, cargados de sentimientos que nunca antes había visto, aún en el estado en el que estábamos y que de todas formas pude ver y sentir.

Qué habrá sido? Sé que estoy siendo iluso al creer lo que mi cabeza me dice, pero ya no me puedo fiar de nada, ni de mí mismo. Lo he visto... Pero aún así...

El mismo chico de cabello violeta, mucho más calmado que la vez que lo vi en el baño, fumaba y aguardaba por nosotros en la puerta del local, al lado de un automóvil negro y tuneado con llamas plateadas, fumaba un cigarro apoyado en el capó del mismo, al parecer estaba esperándonos.

-Vamos a tu casa?- Le preguntó a Ezequiel sin siquiera verme.

-Si, hoy fue una noche muy buena...- dijo riendo con sorna, mientras me pegaba a su cuerpo y me dirigía a la parte trasera del auto.

Subimos e inmediatamente el chico, el cual más tarde me enteraría que se llamaba Jorge, puso en marcha el vehículo en dirección a la casa de Ezequiel. Mientras conducía, vi que echaba fugaces miradas por el espejo retrovisor, Ezequiel mientras tanto, me tomaba de la mano y comenzaba a besarme suavemente el cuello. Me sentía un poco incómodo por el hecho de que el conductor nos mirara, pero lo mismo había sucedido cuando estaba en el baño, así que opté por no darle importancia.

Ezequiel aspiró nuevamente del pomo negro que guardaba en su bolsillo, para después comerme la boca con fuerza, su legua hurgaba por todos los rincones donde mi propia lengua le dejaba, a la vez que sus manos me acariciaban por encima de la ropa, llegando a mi bulto, mis muslos y a mi culo. Cuando volvió a mi cuello, no pude evitar suspirar y soltar suaves gemidos. Jorge ahora sonreía por la escena y puso un poco de música, para luego comenzar a dar vueltas por una plazoleta ya cerca del barrio.

Y así transcurrió el viaje, besos, caricias, un conductor atento a lo que hacíamos y música electrónica de fondo.

Al llegar por fin a su casa, Ezequiel le dijo algo que no llegué a escuchar, para luego saludar con un beso cerca de la comisura de los labios a su amigo Jorge.

-Después te llamo, “Georgie”...- Le dijo, y éste arrancó, perdiéndose calles abajo.

Entramos a su casa, afuera el trinar de los pájaros se escuchaba por todos lados y el sol despuntaba a lo lejos. Mis ojos me ardían un poco y un sonido punzante comenzaba a irritarme. Apenas entramos, le pedí a Ezequiel entrar al baño, me dijo que usara el de su habitación, así que subí, conociendo por demás el camino...

Me mojé la cara y noté como mis ojos estaban algo enrojecidos, mis pupilas aún estaban muy dilatadas y esperaba que ya no lo estuvieran para cuando tuviese que volver a casa. Escuché la puerta de la habitación cerrarse, para luego sentir los fuertes brazos de Ezequiel rodearme la espalda. Sus manos comenzaron a bajar por mi pecho hasta mi cintura, volviendo a subir, pero esta vez abriendo uno a uno los botones de mi camisa. Con un brazo sequé mi cara y con la otra corrí los cabellos que me llegaban a la frente. Levanté mi vista al espejo y tenía fija la mirada de Ezequiel, observándome con deseo y una sonrisa, miraba mi pecho blanco al descubierto. Me giré y me saqué del todo la camisa, mientras empezaba a quitar la suya.

Salimos del baño con los torsos desnudos, devorándonos la boca sin piedad y sintiendo el cálido aliento de cada uno, fusionándose y calentándose aun más. Mis manos buscaron la piel de su espalda, mientras que las suyas subían y bajaban por mi pecho y estómago.

Aflojé y tiré de su cinturón, al igual que los botones de sus jeans, los cuales descendieron al ritmo de los míos. Eran nuestras manos las que actuaban, nuestras bocas permanecían juntas y nuestros ojos cerrados, eran nuestras manos las que frotaban por si solas nuestros sexos y las que se despojaban de la prenda que impedía lo que nuestro deseo demandaba.

Desnudos como estábamos, caímos en la cama, la cual me daba la bienvenida nuevamente, para dar inicio a una de las cosas que más empezaba a gustarme de mi nueva vida junto a Ezequiel. Comencé a aspirar del olor de mi chico, buscando las notas de sudor y perfume que predominaban en su cuello, difuminándose en su pecho, estómago y pubis, dando lugar a fragancias mucho más exquisitas para mis sentidos, las cuales me estremecían al sentirlas tan cerca. Con una mano comencé a sobar la verga de Ezequiel, la cual estaba dura y caliente, un poco mojada en la punta, invitándome a por más.

Ezequiel recostó su cabeza hacia atrás, dejándome hacer. Subí hasta su boca para darle un último beso en los labios, para luego volver hacia abajo y comenzar a meterme aquella dulce verga que reclamaba mis atenciones. Estaba tal cual la recordaba, dura, suave, con un olor y sabor particular, sabía a Ezequiel, el olor a macho, a joven, a hombre... Sin usar mis manos, hacía desaparecer en mi boca la verga de mi novio, llegando hasta donde mi garganta me permitía, arrancando suspiros y gemidos a mi chico, al igual que pre seminal, el cual sentía claramente al final de mi garganta.

Ezequiel enroscaba sus dedos en la sabana y se retorcía al sentir su pija causarme arcadas, gemía y disfrutaba. Mis labios buscaron sus huevos, los cuales colgaban esperando por mí. Engullí a uno por vez y con esto Ezequiel volaba. Frotaba mi nariz por los vellos castaños de su pubis y besaba sus muslos cerca de la ingle, esto lo puso a mi; se movió y acercó sus labios a los míos. Me acostó y sin parar de besarme, abandonó mi boca para ir por mi cuello, mi pecho y mi vientre. Levantó la vista con esos ojos gitanos que me encantaban para luego perder en su caliente boca, la extensión total de mi verga palpitante. Cerré mis ojos y me dejé hacer. Sentía los finos labios de Ezequiel presionando los contornos de mi pija, subiendo y bajando, como esperaba que me lo hiciera.

Mis gemidos se oían por toda la habitación y el calor iba en aumento. Ezequiel se prendió a mi verga succionando fuertemente, llegando casi a provocarme el orgasmo, teniendo que hacer un esfuerzo enorme para no correrme, no... Todavía faltaba mucho por hacer y recién estábamos empezando.

Por momentos su lengua juguetona dejaba la longitud de mi verga para comenzar a estimular desde el inicio de mis huevos, bajando por el perineo para finalmente llegar a mi entrada. Su lengua parecía un hierro al rojo vivo, sentía su suavidad y calor en los dibujos que realizaba en los pliegues de mi ano y los contornos de mis nalgas. Él era un experto en dar placer, siempre en la medida justa, deteniéndose en el momento oportuno y continuando cuando debía hacerlo. Mi novio, mi amante, mi secreto... este chico era el ideal.

Acercó dos dedos hasta mis labios, los cuales lamí con ansia, para luego llevarlos directamente a mi culo, introduciendo uno, girándolo, metiéndolo y sacándolo, para luego agregar un segundo.

-Cogeme...- le dije en un suspiro, mi pecho se hallaba perlado de transpiración y mis pezones estaban erectos, cargados de electricidad.

-Ya?- dijo con una sonrisa pícara y un brillo en sus ojos de pupilas dilatadas. -Mmmm nene, me ponés como un burro cuando me pedís que te coja... dale, dímelo otra vez, pedímelo como si de verdad lo quisieras...- decía, sin dejar de penetrarme con sus dos dedos ensalivados. -Dale amor, pedíme que te coja, que te reviente, que te haga ver las estrellas... pedímelo rogando...- su cara era la de la tentación, su sonrisa segura y sus ojos gitanos te invitaban a hacer lo que él pedía sin negarte, sin pensar.

-Cogeme, por favor... re-reventame, dale- me sentía un poco cohibido, aun en mi estado, al decir estas palabras, nunca lo había hecho y no sabía si era por la situación, el estupor de las sustancias consumidas o por el morbo, pero me gustaba rogarle que me cogiera.

-Reventáme... quiero... ahh... quiero que me hagas todo- decía yo retorciéndome de placer, dejando atrás el pudor, esperando que me deshaga con esa follada que prometía.

-Así que querés que te coja?... bueno, le voy a dar al nene lo que él quiere... Te voy a reventar, te voy a hacer que grites mi nombre y que acabes sin tocarte, mi amor, mi puto hermoso...- dijo con un tono que despertó en mí el morbo más oscuro que jamás creí poseer en mí, no me importó el hecho de que me haya llamado “puto” siquiera, porque de hecho lo era, era puto y era su puto novio.

-Si... dale puto, COGÉME!- dije enterrando mis uñas en su espalda, respondiéndole en consecuencia.

Eze se incorporó un poco, acercando mi cuerpo con sus fuertes brazos, colocando mis piernas en sus hombros sin dejar de mirarme, su cara era el vicio, la lujuria hecha carne. Su cuerpo transpirado brillaba en la penumbra, iluminado apenas por el alba que despuntaba.

Dio un certero escupitajo sobre su pija, para luego desparramar la espesa saliva a lo largo del tronco y glande. Escupió su mano y lubricó mi culo, el cual estaba a la espera de lo prometido. Comenzó a hacer presión en mi ano, en el cual pude sentir la dureza de su glande, estaba como un toro, se sentía caliente, más caliente que el resto de su cuerpo, palpitante, impaciente.

Ezequiel, como dije, tiene la particularidad de hacer todo bien, la presión justa, las pausas oportunas y la suavidad de sus caricias necesarias para terminar de relajarme y hacer que me entregue a él totalmente.

En dos o tres empujes, ya estaba totalmente dentro. Mi cara lo debe haber dicho todo; la tarea estaba cumplida a la perfección y mis ojos vidriosos y boca entreabierta lo comprobaban. Ezequiel arqueó su espalda, para luego acercar su boca a la mía, regalándome un beso salvaje, con mordidas, con fuego, con desesperada lujuria, para luego comenzar a bombear, primero con sutil delicadeza, la cual pronto se transformó en un violento choque de pieles, mis nalgas rebotaban en su entrepierna y el golpeteo se oía en toda la habitación, al igual que nuestros gemidos desaforados. Éramos dos animales en celo, jóvenes, salvajes, entregados a una pasión bestial y sin límite. Nuestras bocas se buscaban y se devoraban, el sabor metálico de la sangre de alguno de los dos inundó mis papilas despertando un instinto animal dormido.

Clavaba mis uñas en sus brazos y en su espalda. No quería tocar mi verga que se hallaba como piedra porque no quería acabar tan pronto, pero al parecer, Ezequiel iba a cumplir lo prometido, haciendo que me corra sin siquiera tocarme.

-Ohhh..Te gusta, eh? Ahhh... Ahhh...- decía entre jadeos, sin dejar de mirarme. - Te voy a reventar el culo Pablo- prometía. - Sos mío, y de nadie más, sos mi puto, y te voy a partir el culo porque te amo, y porque mi pija te ama... sos mío... ahh...- sus románticas palabras me hacían delirar, el morbo me sobrepasaba, este fetiche recién descubierto, el de la dominación verbal, me estaba haciendo enloquecer.

-Si... Si... No pares, dame más... reventáme!- suplicaba, aferrándome fuertemente a los brazos sudados de mi novio, mientras sentía cómo las gotas de transpiración bajaban de su cuerpo hasta el mío.

El clímax parecía acercarse, ya que las embestidas de Ezequiel eran cada vez más fuertes. Cambiamos de posición, colocándose él de costado, y colocándome en la misma posición, sin siquiera salirse de mi interior, dejándome de espaldas, levantando una de mis piernas. En esta posición pude sentir la curvatura hacia arriba de la hermosa pija de Ezequiel, rozando mi interior, llegando más al fondo. Sentía su glande masajear mi próstata, dándome oleadas de placer.

-Oh... si, si... no pares, seguí así.. ahhh! Dale puto, dame más! Mas fuerte!- rogaba yo con los ojos cerrados, ido del placer.

-Si? Querés más duro? Tomá!- dijo mordiéndome el lóbulo de mi oreja, enterrando su pija generosa en lo más recóndito de mi interior.

-Ahhhhh!! Si! Así! Así...!- dije en un alarido, mientras me vaciaba sin haberme tocado, en cinco o seis chorros de leche que fueron a parar a mi cuerpo y en las sábanas.

-Así puto! Aaahhhh!! siii!!- dijo, mientras sentía como su verga se hincaba en mi interior, como un aguijón soltando su veneno, fundiéndose en varios chorros de semen en mis entrañas.

Nuestras bocas se buscaban presurosas, nuestra respiración trataba de recomponerse. Estaba con el pulso acelerado y una sensación de liviandad me invadió. Nos besamos hasta el agotamiento. Él sonreía, seguramente por haber cumplido lo prometido; me había reventado el culo e hizo que me corriera sin tocarme.

-Te amo, nene...- dijo dejándose caer por el cansancio, con los ojos cerrados.

-Yo te amo más...- dije yo, acomodándome en su pecho desnudo y sudado.

-Yo lo sé...- dijo, luego me rascó los cabellos y se quedó dormido. No sé cuánto tiempo me quedé observando su rostro relajado, hasta que me dormí profundamente. Los pájaros trinaban afuera y se escuchaban vehículos ir y venir desde la calle, la ciudad se despertaba, pero nosotros nos desconectábamos de ella por un rato.

MARCOS:

-Enzo?- le dije incrédulo al comprobar que el chico vestido de pantalón y camisa negra que estaba parado frente a mi mesa era justo la persona que menos esperaba ver.

-Si... ¿Qué? Te dije que trabajaba en un bar...- dijo despreocupadamente, seguramente al ver mi cara de no entender nada.

-Ah si... si me acuerdo que me habías…que me habías dicho...- dije yo, con la lengua un poco trabada por el alcohol que se disipaba.

-A dónde fueron a bailar? Estás terrible...- dijo sentándose en la silla que yo tenía al frente.

-Por ahí... dije sin ganas y sin querer sonar del todo grosero. Enzo no me despegaba la mirada y eso un poco me incomodaba. Aun tenía el sinsabor de la noche que tuvimos con Pablo y mi inesperado encuentro con Ismael, el Payo.

-Mmm ya veo...- dijo poniendo una cara inquisidora, seguramente mi semblante me traicionó. -Che te acordás que hoy tenemos entrenamiento, no?- dijo como cambiando el tema.

-Qué???- dije yo sorprendido, no tenía ni idea que hoy tuviésemos que volver al Club. Los chicos no dijeron nada y al parecer estarían igual que yo, sin saber nada.

-Pero cómo, cuándo dijeron eso?- le pregunté yo, mientras bebía mi café y comenzaba a devorar el sándwich que Enzo me había traído. -Ayer don Arturo no había dicho nada de entrenar este sábado...-

-Creo que no había necesidad de decírnoslo...- dijo tranquilamente Enzo. -Qué no recuerdas que mañana jugamos contra Vallibián y que “supuestamente” anoche debíamos concentrar para estar en condiciones?- dijo recalcando la palabra “supuestamente”. La verdad que había olvidado el partido importante que íbamos a tener el domingo y me preocupaba que los chicos al igual que yo  nos hayamos reventado por la noche, sin saber nada de tal evento.

-No puede ser...- dije llevando mis manos a la cara. No creo que pudiese estar en condiciones de ir al entrenamiento de hoy a la tarde en este estado, la resaca no me dejaría dar ni un paso en el terrible calor que se estaba levantando y que prometía ser bastante pesado en todo el día.

-Tranquilo, que ustedes en su grupo están bien y mucho no tienen para hacer...- dijo Enzo en tono conciliador, tratando de quitarle peso a este problema. -El tema es con los delanteros o la otra defensa...- él sabía, ya que se encontraba entre los delanteros.

-Ya sé, pero creo que no vamos a poder dar ni un paso los cuatro...- dije, en referencia a mis amigos. -Ellos están peor que yo...- dije en un suspiro mientras acababa mi café.

-Jajajaja! Tan así? No me quiero imaginar... Pero a dónde fueron? A Cu4tro?- preguntó con más confianza.

-Si... ni me hagas acordar, que anoche fue una noche con mucha variedad...- dije en tono irónico.

-Por? Qué pasó?- dijo apoyando los codos en la mesa, prestando atención.

-Nada, fuimos ahí, conocimos unas chicas que andaban de turistas e hicimos una mezcla de bebidas terrible con ellas...- dije acordándome de lo de anoche.

-Nosotros ya estábamos puestos, pero ellas querían conocer la disco esa “Deja-Vu”, a la que van los chetos (pijos, niños ricos), la del centro...-

-Ah ya sé cuál es, voy a veces cuando no tengo que trabajar...- decía sin dejar de mirarme. -Y? Qué pasó?-

-Y bueno, fuimos, y allí seguimos metiéndonos de todo; Pablo...- hice una pausa -Pablo estaba fatal, los otros también, y yo no estaba mejor que ellos... Las chicas esas al final nos dejaron y nosotros ya estábamos muy ebrios... y después se armó una bronca con los chicos y unos tipos del VIP que hay ahí, y por eso nos fuimos, pero estábamos que nos caíamos...- omití el detalle de lo que pasó entre Pablo, Maxi y Ezequiel.

-Mirá vos... A Ezequiel, el del club, lo tienes, no? El de ojitos verdes y cara de “no rompo un plato”... bueno a él lo veo siempre que voy, pero ojo, él siempre está en el VIP que tienen ahí...- decía mientras jugaba con una servilleta de papel. -A él y a sus amigos siempre los dejan pasar... una vez quise entrar y el seguridad me sacó cagando jajaja!- se reía por su propio comentario.

-Si... bueno, a él también lo vimos ahí, y bueno a decir verdad... fue por él por el que se armó la bronca en el VIP ése...- solté yo.

-Ah si? Nunca lo hubiera pensado...- dijo algo sorprendido - pero quién la empezó? Él o... ustedes?- preguntó con curiosidad.

-Y quién más? Él!- mentí, a decir verdad no sabía si era mentira o verdad, ya que yo no entendí qué fue lo que sucedió, al fin y al cabo quien tenía las respuestas a todo lo que pasó era Pablo.

-Es que queríamos pasar a ver qué onda el VIP ése y salió él y se agarró con Maxi y no sé bien sobre qué discutieron y bueno... nos terminamos yendo, o mejor dicho, nos terminaron sacando....- suspiré.

-Jajajaja! Que mal!- rió sin entender del todo mi explicación.

Un silencio incómodo nos rodeó, y para colmo no entraba ningún cliente como para zafar. El chico no demostraba malas intenciones, de hecho el sándwich que me dio me sirvió para despejarme, pero no podía evitar recordar que me lo había follado, y tanto él como yo estábamos conscientes de que ambos éramos unos gays tapados, bueno, por lo menos yo me consideraba uno y por eso se sentía cierta tensión en el aire.

-Hey, Marcos...- dijo cambiando el semblante a uno más atrevido. -Qué vas a hacer después del entrenamiento de hoy a la tarde?- sus intenciones cambiaron radicalmente con esa pregunta. No me lo esperaba después de la charla que habíamos tenido momentos antes, pero supongo que era de esperarse.

-Pasar la tarde en casa, con mis viejos, a lo mejor salga a lo de los chicos... Por?- dije en un tono tranquilo, pero algo nervioso por lo que se le fuese a ocurrir.

-Mmm no sé, hoy a la tarde no hago nada y pensaba que tal vez podíamos hacer algo, qué se yo... ver una película, o vos que tenés motocicleta, podrías ayudarme a revisar la mía, que la tengo ahí tirada por un problema que tiene y que no sé qué pueda ser...- dijo con voz compradora, pero con un dejo de doble sentido que no me daba tranquilidad.

-No sé... si hay práctica, lo más probable es que al terminar, lo único que tenga en mente sea irme a mi casa y descansar...- dije tratando de no parecer esquivo, usando la lógica.

-Una amiga me pasó unas pelis que están buenas y son estrenos, y bueno… pensé que a lo mejor si estabas libre podíamos juntarnos y pasar el rato... para variar...- él hablaba como si no hubiera escuchado nada de lo que yo había dicho.

-Ehhmm Enzo, todo bien con vos, pero lo que pasó...- bajé el tono y me acerqué más a él para que me escuchara. -pero lo que pasó entre los dos no va a volver a pasar, yo no sé en qué estaba pensando ése día, pero creo que lo mejor es que hagamos cada uno la suya y no nos mezclemos...-

-Pero yo no te estoy proponiendo nada de otro mundo y nunca traje a presente lo que pasó...- dijo acercándose más a mí. -No sé qué tantas vueltas le das al asunto, si yo estoy más consciente de lo que vos, un gay tapado, debe de estar pasando con todo esto...- dijo con voz altiva, pero con algo de razón.

-Sí, cómo no... y después de la película, qué?- ironicé yo.

-Ay Marcos, no sabés nada...- dijo poniéndose de pie con cara de inredulidad, - Lo de la película iba en serio... pensaba que lo tuyo estaba resuelto, pero veo que en vez de un clóset, lo que te cargas encima, es una caja blindada de seguridad... y déjame decirte que vas a terminar aplastado- dijo retirándose un poco.

-Nos vemos en la práctica... y no te preocupes por el café y el sándwich... que te lo invito yo, y “sin compromiso”...- dijo claramente cabreado, perdiéndose en el fondo del salón.

Me levanté y salí del lugar un poco confundido, afuera el día estaba arriba y la gente ya estaba haciendo sus cosas y me sorprendió la cantidad de personas que circulaban un sábado tan de mañana. Mis ojos no se acostumbraban al sol y no tenía ganas de caminar. Paré un taxi y me fui derecho a casa, pensando en lo que había hablado con Enzo y su insólita propuesta, en los chicos y en Ismael.

MAXIMILIANO:

Los golpes en la puerta de mi habitación me despertaron súbitamente, era como si tuviese mi cabeza dentro de un balde y le dieran de golpes.

-Hijo, es casi mediodía...- era la voz de mi madre. -”Marquitos” te estuvo llamando por teléfono hasta hace un rato...- decía con voz a cuello del otro lado de la puerta... -Baja a almorzar...-

Me desperecé y vi que en mi teléfono había varias llamadas de Marcos y dos mensajes en el Whatsapp.

-Ya bajo má...- mi voz estaba compungida y me ardían los ojos. -Me baño y bajo...- dije buscando ropa para ponerme. Estaba en bóxers, el pelo revuelto y con un gusto horrible en mi boca. Tallé mis ojos y me vi en el espejo de mi habitación, mi entrepierna marcaba un bulto prominente al cual no le presté atención, ya que me preocupaban las oscuras ojeras que tenía y lo enrojecidos que estaban mis ojos. Me metí al baño y me pegué una ducha con agua fría para despertarme del todo.

Salí del baño y mientras me ponía los bóxers y un short blanco corto algo gastado, como los que uso habitualmente para jugar al rugby, me acordé o mejor dicho, me llegaron flashbacks de todo lo ocurrido en la noche. No quería darle vueltas al asunto, sentía que lo que había vivido se explicaba por sí solo y no tenía la cabeza para seguir pensando en lo que le pasaba a Pablo. Por hoy no quería saber nada de nadie, incluso de Jessica, la cual no había dado señales de vida, ni siquiera después de que le había llamado a la salida de Deja-Vu...

Tomé el celular para ver qué es lo que quería Marcos.

No lo podía creer... teníamos que volver a la práctica hoy a las cinco de la tarde! Me quería matar... cómo pudo ser que se me haya olvidado? Al parecer Marcos se enteró esta mañana, ya que anoche, al igual que todos, desconocíamos de este entrenamiento y estábamos totalmente despreocupados de ello. Me había olvidado rotundamente que el domingo, o sea mañana, tendríamos aquél encuentro contra el Vallibián y que hoy más que nunca debíamos estar en óptimas condiciones para hacerles frente.

Le respondí a Marcos que a las cuatro y media nos encontráramos en la plaza, que de una u otra forma debíamos ir y que ni se le vaya a ocurrir querer faltar ni por resaca o... por lo que sea.

Le escribí a Lucas, al cual le recordé lo del entrenamiento y me comprometí a acompañarle después a buscar su camioneta, la cual había quedado aparcada cerca de la disco, ya que en el estado en el que se encontraba, bueno, en el que nos encontrábamos, nadie pudo conducirla.

Miré en la pantalla del teléfono las conversaciones con Pablo, iba a escribirle para recordarle de la práctica, pero algo me detuvo. Me sentía traicionado, dolido, no podía siquiera ver su foto. Vi que su última conexión marcaba las 07:00am y una bronca irracional se apoderó de mí, no sé si fue por lo ocurrido en ésa disco o por el hecho de que me imaginaba que a esa hora estaba todavía con Ezequiel.

Dejé mi teléfono y bajé a almorzar. Tenía sed, mucha sed y los ojos me estaban matando. No recuerdo la última vez que había terminado en un estado como en el que terminé anoche, llorando, vomitando y dolido en mi interior. Algo se resquebrajó. La confianza? La amistad tal vez? No lo sé y no podía dejar de pensar en lo que pasaría más tarde, cuando nos viésemos las caras en la práctica y qué es lo que haría yo si volviera a ver a Pablo nuevamente con Ezequiel.

En el comedor estaba mi madre, la cual al verme puso una cara de desaprobación por mi evidente resaca y mi cara demacrada.

-Buen día má...- dije sentándome, sirviéndome un vaso lleno de agua helada.

-Estás fatal hijo...- decía ella, sirviéndome ensalada y un corte de carne al horno, sin dejar de escudriñar mis facciones.

-Vos estuviste llorando, Maximiliano?- me preguntó seriamente, mis ojos enrojecidos y las ojeras me delataron.

-Qué? No! Nada que ver... - mentí.

-O fumaste marihuana... - soltó sin más. -Seguramente lloraste, porque de enterarme que anduviste fumando porquerías, te mato...- dijo levantando una ceja.

-No má, nada que ver, ninguna de las dos cosas, es sólo la trasnochada que me pegué... es sólo eso- dije mientras empezaba a comer.

-Uhmmm si... trasnoche...- dijo incrédula. -Mira que hoy tienes práctica, para eso llamó Marquitos, para avisarte.-

-Sí, me mandó mensajes...- dije yo, comiendo apenas, mucho apetito no tenía, sólo sed.

-No puedo creer que se nos haya olvidado...-

-Trata de no estar  mucho tiempo bajo el sol, mira que con lo que tomaste te puede hacer muy mal...- decía ella encendiendo la TV, sentándose en el living.

-Creo que va a ser imposible que no estemos bajo el sol...- dije yo. -Y papá? Y las chicas?- preguntando por mi viejo y mis hermanas.

-Tu papá las llevó hasta el centro, las chicas tenían un almuerzo en lo de tu tía...- dijo ella, refiriéndose a su cuñada, sin despegar los ojos de la pantalla, ya que estaban pasando su talk-show favorito de parejas infieles. – Y yo no fui porque tu tía es una pesada, y vos lo sabes jajaja...- rió ella por el comentario.

-Ahhh...- dije yo.

Terminé de comer, lavé y guardé los platos.

Me despedí de mi mamá, la cual seguía absorta en su programa y me fui a dormir un rato.

-Te despierto? A qué hora tenés que estar en el Club?- preguntó ella.

-Habláme a las cuatro...- dije yendo en dirección a mi cuarto.

-Bueno hijo, pero si lloraste, me gustaría saber porqué o por quién fue... ok?- dijo ella al fin mirándome.

-No fue... no pasa nada mamá.- dije yo con un poco de pesar por recordar las lágrimas. -Habláme a las cuatro por favor...-

Me acosté en mi cama y nuevamente tomé mi celular, no tenía ningún mensaje y estaba a punto de escribirle a Jessica, pero no lo hice. Cerré todo, bajé las persianas, encendí el aire acondicionado y me dormí inmediatamente.

PABLO:

Un delicioso y penetrante olor a comida recién hecha me llegó y me despertó. A mi lado no estaba Ezequiel. Yo seguía desnudo y los restos de semen resecos que dejaban mi piel tirante daban fe de lo ocurrido hace horas. No sabía qué hora era, pero a juzgar por el sol que se colaba por la persiana entreabierta intuí que se trataba del mediodía.

Me levanté de la cama, retiré las sabanas y las hice un bollo para bajarlas al lavadero después, luego me fui hasta el baño y me duché con agua fría para ver si así podía despertarme.

Mientras me secaba, miraba en el espejo mi reflejo. Por suerte no había huellas en mi piel blanca de la salvaje pasión con la que hicimos el amor Ezequiel y yo. Abrí grande mis ojos y por suerte mis pupilas estaban normales, aunque unas leves sombras bajo mis ojos develaban la trasnochada. Salí del baño y busqué en uno de los cajones de ropa de Ezequiel algún bóxer limpio para ponerme. Cuando retiré la prenda, vi que casi al fondo de éste había varios pomitos plásticos como el que tenía Ezequiel, pero estos estaban vacíos, eran tres. Tomé uno y olisqueé un poco, apenas si se podía percibir algo, sólo un olor químico el cual no pude reconocer.

Con el pomo en mi mano, recordé que mi novio, además de ese producto, consumió cocaína, y lo que más me inquietaba es que yo había probado también.

Caí en la cuenta de que esto podía llegar a ser muy grave si se lo veía desde una perspectiva moral, médica y todo eso; pero recordaba que en todo momento él estuvo consciente, o medianamente consciente y nunca dejó de ser la persona por la que yo estaba empezando a enamorarme más y más. Pero no podía negar el hecho de que, hello ! Son drogas...

-Es un drogadicto?- pensé con cierto temor, pero luego aparté esos pensamientos sabiendo que él no era una mala persona, tal vez sólo lo hacía cuando salía. Suponía que el entorno a lo mejor, lo había llevado a tener que hacer cosas como esa, ya saben, su amigo “Georgie”, la gente estrafalaria esa que vi en el VIP, quizá el estar en un contexto como ése pudo haberlo llevado a hacer cosas como esas.

Al fin y al cabo era un buen chico, deportista, saludable a los ojos de todos, sin malicia, estudiante de una carrera prometedora, en fin, alguien ejemplar con un pequeño secreto. Quien no tiene secretitos?

Sé que sonaba a negación con todas las letras, pero si yo quería que esto funcionara, iba a tener que aceptarlo de alguna manera y convivir con eso, pero siempre tratando que ninguno de los dos termine mal, por “eso”.

Dejé todo como estaba y junté la ropa de ambos, junto con las sabanas y bajé para ver qué es lo que estaba haciendo. Abajo el olor a comida era más intenso y cual si fuera el perro de Pavlov comencé a salivar, mi estómago gruñía, estaba realmente hambriento.

-Buenos días hermoso...- me dijo al verme tras de él con la ropa para lavar.

-Buenos días...- dije, acercándome hasta él, para plantarle un beso en los labios.

-Qué bien te queda el cocinar... más si estás vestido solamente con un bóxer y un delantal.- dije yo notando su culito paradito, apretado en un bóxer violeta, medio cubierto por un delantal azul de cocina.

Y a vos que bien te queda ése bóxer... aunque pienso que a vos, el estar sin ropa es lo que mejor te queda...- dijo, soltando la pinza con la que movía los filetes en la sartén, para apretar mi paquete y plantarme un beso en los labios.

Me reí por la sorpresa y un poco por el dolor de sus dedos en mis bolas. -Dónde está el lavadero? Así pongo a lavar esto...- le dije mostrándole la ropa sucia que llevaba, ya que yo no conocía más que su habitación y la sala de su casa.

-Al fondo, a tu izquierda, ahí está la lavadora y lo que necesites para lavar.- dijo y siguió con los filetes.

Puse a andar la máquina, metiendo todo en su interior, sintiéndome algo raro, ya que parecía que estábamos viviendo juntos.

Negué con mi cabeza esos pensamientos y volví a la cocina y en la pequeña mesa redonda acomodé dos individuales, platos, copas y cubiertos para dos.

-Esto ya está...- dijo sirviendo en una fuente los filetes, junto a unas verduras asadas. -En el freezer hay una botella de Fanta, la sacás por favor?- me pidió, su carita al pedirme por favor me arrancó una sonrisa, ya que distaba muchísimo de ser la que con toda la lujuria de su ser, me decía que quería escucharme rogar por que él me cogiera.

Comimos ambos en bóxers y en silencio mirando TV, a decir verdad estuvo muy bueno, este chico no podía ser más perfecto, cocinaba exquisito, bello por dentro y por fuera... el tema de las drogas distaba de ser algo por lo cual preocuparme en ese momento.

-Está muy, muy rico...- puntualicé yo. -O es que tengo mucha, mucha hambre...- me reí por mi comentario.

-Creo que ambas...- dijo riendo, terminando de comer. -Estoy lleno...-

-Yo también, me gustó mucho...- dije yo limpiándome la boca con una servilleta, sin dejar de mirar sus ojos pardos, relucientes y sin rastros de trasnoche.

-Nos sienta bien esto...- dijo acercándose un poco a mí.

-Que cosa?- pregunté yo sin saber.

-Esto...- dijo sin dejar de mirarme, con una sonrisa en sus labios -Parece que estamos conviviendo, y por lo que veo, vamos muy bien... no?- dijo tomando mi mano entre sus dedos, acariciándola suavemente. Wow... convivencia? Habrá leído mis pensamientos?  No lo había pensado...  pero por un momento me asustó un poco el término, mas luego vi que no había nada de malo en ello, de hecho, era como decía él; todo iba bien...

-Si... Creo que podría funcionar. Pero qué, sólo vamos a convivir lo que duren las vacaciones?- dije aportando un poco de realidad a lo que Ezequiel estaba idealizando.

-Mmmm podría ser...- dijo con una cara divertida.

-No lo sé, no sé si pueda soportar el acostumbrarme a esto, para luego no hacerlo más, ya sabes... cuando ambos volvamos a nuestras vidas: de hijos, de estudiantes...- dije yo sin despegar la vista de sus ojos.

-Tenés razón...- dijo sin soltar mi mano. -Pero podríamos jugar “a la casita” de vez en cuando, no?- dijo como si esto se tratara de un simple juego.

Sólo pude reírme por el comentario, este chico salía con cada cosa... me imaginaba siendo la mamá y él el papá.

-Sigamos como estamos, que vamos bien. Le demos tiempo al tiempo...- dije acercándome más a él, tomando su barbilla y besando sus finos labios.

-Pablo, te amo... quiero que seas mío y de nadie más por el resto de mi existencia...- dijo él de repente, sus arranques romanticones cargados de sinceridad me desestabilizaban... y me gustaba.

-Todavía te quedan dudas?- ironicé yo. -Me hiciste el amor como nunca antes, me hiciste tuyo por completo... creo que con eso es suficiente para que te des cuenta de que soy tuyo de acá a la China...- tomé su cara con ambas manos, mirando fijamente sus ojitos pardos.

-Nunca creí que iba a poder decir esto de alguien, mucho menos de vos, que estuviste años en el equipo y jamás noté tus intenciones.- dije.

-No me lo recuerdes…- puso cara de rememorar algo - no sabía qué hacer... esto que siento por vos viene desde hace años y siempre me odiaba por no tener el valor de hacértelo saber...- decía acariciando mi muslo. -Tenía miedo de que me rechazaras, tenía miedo de que me dijeras que no... Pero me equivoqué- sus ojos volvían a tener ese brillo que vi aquél día que me trajo hasta su casa y vivimos nuestra apertura. -Aunque debo reconocer que todavía me da un poco de miedo el saber que por algo o por alguien me vayas a dejar, no puedo ni imaginarlo. Luché tanto conmigo mismo para sacar fuerzas y lograr tenerte hoy así, como estamos ahora...- decía. No entendía del todo a dónde quería llegar, pero me conmovía su sinceridad.

-Tengo que pedirte disculpas...- agregó con un suspiro, yo no entendía muy bien a lo que se refería.

-Disculpas? Porqué?- pregunté.

-Es que sí... yo no debí haber dejado que te metieras esa porquería, no debí dejar que hicieras eso...- dijo refiriéndose a la droga.

No sabía que contestarle. Tomé aire y pensándolo un poco: -No es nada, yo acepté porque te quiero, aunque la verdad es que sí, sentí un poco de miedo al principio, pero sabía que vos nunca ibas a dejar que me pasara nada malo, por eso lo hice. Sé que no sos un... un drogadicto. Te conozco... bah, te estoy conociendo y sé que sos un chico bueno y lo más importante, que sos mi novio... y yo te voy a acompañar, porque sé que vos lo vas a hacer conmigo. No te rayes demasiado con eso, que al fin y al cabo todos tenemos un muertito en el placard...- dije yo tratando de calmarlo y restar un poco de importancia al asunto.

-Pero tenemos que prometernos, tanto a mí como a vos mismo, que en toda nuestra relación, esas... “esas cosas” no van a ser las que lleguen a perjudicarla. Lo prometes?- dije yo, usando mis típicos eufemismos, pero sonando lo más claro posible, puesto que no sabía nada de nuestro futuro y quería por lo menos dejar en claro mi parecer.

-Claro que te lo prometo, mi vida... Eso sólo lo uso cuando estoy en la disco, con mis colegas y eso, pero perdé cuidado de que alguna vez “eso” vaya a ser problema entre los dos... prefiero tirar toda esa mierda, mi mundo de amistades y cosas raras, por estar bien con vos, mi rey, mi hermoso...- dijo acercándose a mi boca, sellando esta promesa con un dulce beso.

Permanecimos besándonos y metiéndonos mano en la cocina por un buen rato. Luego ambos nos levantamos y dejamos el lugar limpio y en orden. Definitivamente los dos sí funcionaríamos conviviendo, pero de todas formas no quise decir nada al respecto.

-Hoy tenemos práctica a las cinco....- dijo él mientras bebía un poco de agua, apoyado en la mesada. -Sabías, no?- me preguntó. Yo no estaba ni enterado, nadie, ninguno de los chicos había hecho mención de aquello y en ese instante sentí que me caía un baldazo de agua fría.

-Que???- mi cara lo decía todo. -No, no tenía ni idea... Pero cuándo dijeron eso?- pregunté.

-Es que creo que no hacía falta amor... Mañana domingo tenemos el partido contra Vallibián, era lógico... que acaso no te acordaste lo que dijo el entrenador?- preguntaba divertido al ver mi cara de no entender nada.

-No... lo peor de todo es que es a las cinco.- dije afligido, no por el entrenamiento en sí, el cual prometía ser duro, sino porque yo contaba con  que por lo menos hoy no iba a tener que ver a los chicos...

-Pues si...- dijo en un resoplido. -Quedémonos a dormir un rato y después pasamos por tu casa a buscar tu equipo, y así nos vamos los dos en mi moto hasta el Club, qué te parece?- preguntó el acercándose por detrás, rodeándome con sus brazos, apoyando su bulto en el surco de mi raja.

-Dale, vamos a dormir...- susurraba en mi oreja. -No sabés cómo me gusta tenerte conmigo...- ronroneaba en mi cuello.

-Está bien... vamos.- dije sin pensar, después de todo pensar ya no me servía de nada.

Subimos a la habitación, mientras Ezequiel encendía el aire acondicionado y bajaba las persianas, yo revisaba mi celular. Tenía varios mensajes, uno era de mi mamá preguntando sobre mi paradero y si regresaba a almorzar, el cual respondí inmediatamente, alegando que estaba en lo de Ezequiel y volvería más tarde a por mis cosas del club; y el otro mensaje era de Marcos, el cual a las once de la mañana me había avisado acerca del entrenamiento de la tarde. Al parecer él se había enterado recién hoy y nos estaba avisando.

La verdad no esperaba que Marcos me escribiera luego de lo de anoche, ya que no tenía más mensajes salvo los de él, cuando en otros tiempos, mi celular siempre contaba con los mensajes de los tres, Marcos, Lucas y Maxi... pero era de esperarse. Maxi... Pensar en él me hizo recordar lo vivido en la disco. Mi mente cayó en la cuenta de que a lo mejor su reacción para con Ezequiel pudo haberse tratado de... celos? No... Sería un completo idiota si volvía a caer en esas fantasías... no eran celos, era simplemente el hecho de que él siempre desconfió de todo el mundo y sobretodo de Ezequiel. Su cambio de actitud desde que me vieron en la plaza con mi novio y los posteriores encontronazos seguramente avivaron la desconfianza de Maxi hacia Ezequiel y lo que anoche vi, sólo se trató de su ego mancillado por haber preferido quedarme con Ezequiel y no haberme ido con ellos por una puta vez en la vida. Pero por quién me tomaba? Por un niño iluso, incapaz de saber con quién estoy? No, yo no soy estúpido, me cansé de estar sobreprotegido por él nada menos, que al fin y al cabo es la persona que más daño le hizo a mi corazón.

Pero siempre iba a contar con la respuesta de Marcos... por un lado me sentía un poco culpable por no haber hecho caso a mi amigo, yéndome con ellos, pero de haberlo hecho hubiera sido darle el gusto a los berrinches de Maximiliano. Pero por otro lado se encontraba el hecho de que su actitud también estaba cambiando, no sé si en consecuencia de los pensamientos de Maximiliano, pero claramente algo había cambiado en mi amigo Marcos.

Dejé mi celular con la alarma puesta a las cuatro de la tarde para poder llegar a tiempo por casa y buscar mis cosas, al igual que al Club para el entrenamiento.

En bóxers, como estábamos, nos acostamos en la cama, Ezequiel rodeó mi cuello con su brazo, descansando mi cabeza sobre su bíceps sintiendo el aroma a perfume y el confort de su piel. Le di un suave pico en los labios y en la oscuridad de la habitación cerrada busqué el sueño que llegó rápidamente para los dos.

Continúa en el siguiente capítulo.

Hola a todxs, otra vez estoy aquí, con esta historia, no sé si se acuerdan de ella, pero de ser así, me gustaría saber sus opiniones acerca de ella y si quieren, háganme saber sus quejas por comentarios. Los espero e invito a hacerlo, además de valorar el relato, ya que es una forma de saber que están allí. Saludos!