IRONÍAS - Capítulo VIII

Necesitaba a Ezequiel, después de todo, ése chico de ojos pardos era lo único real en mi vida.

IRONÍAS VIII

Para NR con cariño...

PABLO:

El juego terminó por fin y agradecí que de una vez saliéramos de ese infierno, para ducharnos e irnos a casa; el calor era inaguantable... Los chicos se acercaron hasta donde yo me encontraba alongando un poco ya que aun me dolía un poco el cuerpo por el tacle que me puso Rodrigo, pero bueno así era todo esto. Marcos se acercó hasta mí con una sonrisa burlona. –Que buen golpe te comiste eh? Jajaja!- rió y me dio una palmada justo donde me dolía… -Ah!!… No fue nada… sólo me tomó por sorpresa- dije yo -igual le ganamos no?- le dije sacudiéndome las briznas de pasto que aun tenía en el cuerpo, al igual que el sudor que perlaba mi frente. Don Arturo nos llamó a todos, y fuimos los cuatro. Miré de reojo a Ezequiel, quien se encontraba en las mismas condiciones que yo, sudado y con el cabello alborotado.

-Bueno!! Bastante bien para ser una primera vez con una nueva formación eh?- dijo el entrenador, estaba satisfecho al parecer. –Con esa defensa no se nos van a acercar siquiera… muy buena!- el entrenador se acercó hasta los delanteros: -Ustedes van a tener que fijarse un poco más en su izquierda, por allí se les colaron bastantes…- el viejo hablaba según iba leyendo en su libreta. –Maxi, Maxi ay Dios…- dijo Don Arturo acercándose hasta nuestro lugar –Viejo seré todo lo que ustedes quieran, pero no me intentes tomar por estúpido!!- dijo pegando un leve grito –Ustedes se piensan que rearmé a los delanteros y los defensores porque estaba aburrido?- dijo en un raro tono de reproche, pude ver que Maxi sonreía, pero mantenía su cabeza gacha, Lucas y Marcos se contenían con las manos las ganas de reír. –Pero bueh… me alegro porque hayas sabido utilizar bien esa cabeza!- terminó de decir el entrenador, todos nos miramos contrariados, pero fue Maxi quien se echó a reír primero. – Hiciste bien con poner a Ezequiel a defender la derecha, le sirvió a Pablo- dijo hablando más tranquilamente don Arturo, sacudiéndome un poco –Pero no se confíen, que no siempre se corre con esa suerte…- dijo dándole una palmada en el hombro a Maximiliano, quien ahora se veía más tranquilo.  Pude ver que el entrenador se acercó hasta Ezequiel, quien estaba a la distancia y se había sacado la camiseta para echarse aire con ella, vislumbrando su torso delgado y definido, brillante por el sudor. Don Arturo parecía hablarle, elogiando su trabajo, ya que Ezequiel sonreía y asentía tímidamente, también sonreí por eso… -Vamos a bañarnos, no doy más- dijo el colorado Lucas, sacándose también la camiseta, echándosela al hombro.

Nos dirigimos los cuatro a los vestuarios, por fin acababa la última sesión de entrenamiento de la semana y por la noche podíamos hacer lo que queramos… Pero yo sólo tenía ganas de una sola cosa… Me emocionaba ver nuevamente a Ezequiel, su sola presencia me tranquilizaba y me hacía olvidar lo que me preocupaba. Que ironía que esto me esté pasando a mí, que estuve hasta hace unos días prácticamente comiéndome la cabeza con supuestos que nunca fueron y jamás lo serán con Maximiliano; y ahora pensando solamente en ese chico de ojos pardos.

Los cuatro nos fuimos en dirección a las duchas, haciendo bromas entre nosotros como siempre y todo esto hacía sentirme nuevamente en calma. Todo marchaba como yo esperaba, mis preocupaciones desaparecían una a una. Ya en las duchas se encontraban casi la mayoría de los chicos del equipo, todo allí era bullicio y una mezcla de cuerpos sudados y llenos de resto de pasto y tierra, seguido del olor a transpiración y desodorante, que formaba una especie de vaho que lo cubría todo. Maxi al igual que los chicos, dejó su ropa en su locker, desnudándose frente a mis ojos como si fuera lo más natural del mundo, su cuerpo, el cual se erguía frente a mí como Dios lo trajo al mundo, aun provocaba cierto efecto en mí por lo que rápidamente desvié mi mirada a otra parte, algo sonrojado, pero el calor sería buena excusa por si acaso... Los otros se fueron rápidamente con sus toallas al hombro a las cuatro duchas que solíamos acaparar en un costado del lugar. Miré de reojo al fondo del vestuario, allí donde solía ducharse Ezequiel, y efectivamente ahí estaba; sentado, en calzoncillos, hablando con otros chicos y riéndose al mismo tiempo con ellos, su cuerpo se veía algo colorado por la reciente actividad física y el calor. Noté como echaba furtivas miradas hacia mi cuerpo desnudo mientras yo caminaba a mi ducha, yo le devolvía la mirada con una ligera sonrisa a la cual correspondía con una igual y sobandose sugerentemente el pecho con una mano. Los chicos a mi lado hablaban entre ellos, sobre todo Marcos con Maxi, el Colo sólo gozaba bajo el chorro de agua fría, mientras que yo solo me apresuraba por salir e irme a casa. En ese desfile de muchachos desnudos y bien formados, que se sucedía en aquel espacio tan reducido, mi pija dio un tímido brinco, el cual apacigüé con el agua fría antes de salirme de la ducha, si bien vi los atributos de esos chicos por años, aun no podía controlar del todo a mi cuerpo…

MARCOS:

Pasar del sofocante calor a la frescura del agua de las duchas, era lo mejor del día sin dudas... corrimos, caímos, reímos y encima ganamos… Los cuatro nos bañamos en nuestro sitio de siempre y luego de eso nos salimos, agarré mi toalla y junto a Lucas nos fuimos al fondo del vestuario, allí donde estaban la mayoría de los demás chicos del equipo, Lucas bromeaba y saludaba a los muchachos que aun estaban allí, bañándose, vistiéndose y charlando entre ellos. Al lado de unos lockers estaba Enzo, estaba sólo en calzoncillos, unos bastante llamativos, negros y ajustados… Al parecer ya se había bañado y charlaba con otro chico, creo que Brian se llamaba…  él estaba apoyado sobre su brazo en la pared, en una postura intimidante. Cuando notó que iba pasando por allí, me miró y me dedicó una leve media sonrisa, yo no correspondí al gesto e hice como que no vi nada y seguí caminando junto a Lucas.

Allí nos cruzamos con Rodrigo y Alejandro, dos chicos que jugaron en el equipo contrario, estaban cambiándose para irse.

-No sirven para nada!- dije yo -Les llenamos el culo de goles!- y le di una sonora palmada en la espalda desnuda de Rodrigo.

-Cállate, que fue suerte lo de ustedes…- dijo Rodrigo con sorna

-No me vengas con eso, que apenas si pudieron pasar nuestra defensa- le dije –Pero bueno, a Pablo lo dejaste comiendo pasto, viste?-

-Jajaja si, no me vio venir!- exclamó mientras se vestía

-Che pero vos también te comiste un tremendo golpe, Ezequiel te dejó viendo estrellas también- añadió Lucas apoyándose en mi hombro. Su torso desnudo pegado a mi cuerpo pasaba algo de su frescor.

-Ahh… el tarado ése se pasó... me hizo mierda!- dijo Rodrigo sobándose al costado del cuerpo bajo las costillas, que se notaba muy rojo –Menos mal que estábamos jugando un amistoso y entre colegas- concluyó sarcásticamente.

-Sí, vi cómo volaste- dijo Lucas de forma burlona –Ése chico tiene fuerza, no sabía que podíahacer eso-

-Dímelo a mí… - soltó irónicamente Rodrigo –Pero la próxima vez me la voy a cobrar-

Lucas y yo charlamos un rato mas con los chicos, tratando de mantener una conversación amena, pero mis ojos se movían automáticamente hacia donde estaba Enzo, había algo en la forma en la que hablaba con el otro chico que no me convencía. Podría estar siendo paranoico, pero tenía miedo que hablara sobre lo que pasó entre nosotros.

-Vamos a ver que hacen los otros- dije, mi intención era volver a pasar por donde estaban Enzo y el otro, para ver si escuchaba algo.

-“…Es cuestión de tiempo nada más” – escuché salir de la boca de Enzo, una vez que pasé junto a él sin que se diera cuenta. Sentí una sensación extraña, y aunque  pudo haberse referido a cualquier cosa, lo único que me llegaba a la cabeza era lo que pasó entre nosotros. Sentí mi cara hervir, así que aceleré el paso, dejando un poco atrás a Lucas quien le respondía con voz a cuello una grosería a los del fondo.

PABLO:

Estaba secándome con mi toalla, pero aún desnudo, cuando siento una mano tibia posarse sobre mi espalda, luego apretando suavemente mi hombro. Volteé a ver y era Maximiliano, el cual estaba con su toalla anudada en la cintura con miles de brillantes gotitas resbalándose por su cuerpo y haciéndolo relucir. A decir verdad eso me tomó por sorpresa y me sonrojé enseguida, su rostro no denotaba nada más que lo habitual en él y hasta se le notaba seguro como siempre. Se sentó junto a mí en la banca de madera en la que yo también iba a sentarme para cambiarme.

-Viste que al final jugando como siempre lo hicimos, terminamos ganando?- dijo él revolviendo su cabello mojado, salpicándome un poco

-Si bueno, pero Don Arturo se terminó dando cuenta, no?- dije yo tratando no posar mis ojos donde no debía.

-Como sea, ya vió que así es mejor y no le vamos a traer problemas, incluso estando… Ezequiel en nuestro bando, todo salió bien- dijo esto último con un cierto tono despectivo que me dejó pensando y en cierto modo no me cayó bien.

-Qué decís, si nos dio una mano enorme…  si no fuera por él, nos ganaban- dije en tono tranquilo.

-Sí, no estoy diciendo que no lo hiciera, de hecho me sorprendió cuando tacleó a Rodrigo- Dijo, y recordé la escena… -No cualquiera tiene tanta fuerza o “saña” o lo que sea para dejarlo en el suelo en dos segundos al pobre- dijo colocándose unos shorts limpios que sacó de su bolso.

-Estaba haciendo lo que tenía que hacer; él estaba ahí para eso, me tenía que defender- dije y repasé lo ultimo dicho, a decir verdad se me escapó.

-Jajaja, defender? – Preguntó riéndose irónicamente –Menos mal que no estabas del equipo contrario o te dejaba comiendo pasto como al pobre de Rodrigo- dijo, terminando prácticamente de vestirse.

-Sí, por eso tenemos suerte de que esté de nuestro lado no?- contesté y le sonreí, la verdad no sabía de dónde venía todo eso o a dónde iba, pero yo estaba conforme con el desempeño de Ezequiel dentro del equipo, en nuestro bando… Un sonoro suspiro salió del interior de Maximiliano, el cual se levantó tomando sus cosas.

Marcos y Lucas ya habían salido de las duchas y se pusieron a hacer lo que hacían casi siempre: ir a molestar o a charlar con los demás, sobre todo Lucas, que siempre olvidaba reponer su desodorante, el que guardaba en su locker, por lo que salía a pedir prestado un poco a alguno de los chicos del equipo, lo mismo pasaba con otras cosas: shampoo, jabón y a veces hasta dinero para el colectivo… Habían ido y ya estaban de regreso junto a nosotros, terminando de cambiarse y guardando sus cosas.

La mayoría de los chicos dentro del vestuario ya casi estaban listos, pero algunos otros aun seguían en las duchas, sus bonitos traseros redondos y paraditos, eran el deleite para mi vista, pero yo siempre me mantuve discreto al 100%, ocultando todo indicio de homosexualidad de mi parte, lo que me salía muy bien y lo cual tenía sus ventajas: nunca me dijeron nada al pasar por al lado de ellos y propinarles una furtiva nalgada en forma de broma como todo heterosexual suele hacer de vez en cuando (recibí un montón de esas por parte de ellos también) o mirar con extremo disimulo las vergas de todo tipo que se veían en ese lugar, cuando se armaba alguna “pelea” amistosa entre todos, cual inocente pelea de almohadas, pero cuerpo a cuerpo…

Los cuatro una vez listos nos dirigimos a la salida, yendo por el gran pasillo central. Maxi como siempre, se quedó en la entrada que daba al campo de juego de voleibol, en donde practicaba el equipo de Jessica, quedándose allí esperando por ella. Miré a mi alrededor por un segundo y al ver que Maxi, estando al tanto de su chica, y Marcos bromeando con Lucas, aproveché de escaparme hacia el vestuario nuevamente, había visto a Eze, ya vestido, pero no lo vi salir del lugar, a lo mejor estaría esperando por verme. Fui hasta allí sin que los otros se dieran cuenta y al llegar, él no estaba ahí. Miré por todos lados pero no estaba. Salí y mientras lo hacía, una mano me jaló hasta un lugar al costado de los vestuarios, un pasillo desierto, que llevaba a otro sector. Era Ezequiel, quien sonreía acallando su risa, por mi cara de susto seguramente…

-Que vas a hacer esta noche?- me preguntó con una sonrisa.

.-No sé, seguramente los chicos van a querer salir a bailar o al bar, ése que está en el centro…- le dije, siempre mirando a todos lados.

-Bueno, pero y vos? Vas a ir con ellos?- preguntó un tanto ansioso.

-Y supongo que sí, siempre hacemos eso los viernes… bueno, aunque tengo muchas ganas de ir a otro lugar… Vas a alguna parte los viernes?- pregunté yo, sintiéndome una quinceañera.

-En realidad, mi día para salir es el sábado, se pone mejor la ciudad… Vamos con mis amigos a un boliche (discoteca) que se llama “Déjà Vu”... la conoces?- dijo él, la verdad que me sorprendió el hecho de que tuviera amigos, qué poco le conocía…

-No, pero escuché hablar de ese lugar; dicen que ahí van los acaudalados y hasta tiene sectores VIP y todo eso…- dije yo, el hecho de que frecuente lugares así me generaba cierta curiosidad.

-Sí… bueno el ambiente es diferente, es todo…- dijo el acercándose a mi, tomando con sus manos mi cintura –Nada que no puedas conocer, siempre y cuando quieras ir conmigo-

-Dime, estás bien?- susurró sobre mi cuello antes de besarlo suavemente –Cuando te tacleó Rodrigo...- dijo besando mi cuello y recorriendo mi mejilla con su barba de varios días.

-Sí… estoy bien, no fue nada…- dije entre suspiros –No lo vi venir-

-Creo que el boludo tampoco me vio venir a mí…- dijo con un tono malicioso, sonriendo.

-Ese estúpido se va a acordar que ahora estoy yo en la defensa, y que vos sos intocable de ahora en más- decía besándome –Escuchaste? Nadie te va a lastimar, no mientras yo esté ahí para cuidarte- y cerró sus labios con los míos.

-Si…- dije y nos separamos un momento.

-Entonces…. - Dijo él –Si esta noche ves que no pinta el boliche al que vas, y querés pasarla bien,  llámame o mandame un mensaje al celular y voy por vos y arreglamos eso, que te parece?- dijo con una media sonrisa, imposible negarle algo a esos ojos pardos, rematados por su sonrisa.

-Dale…Emm creo que mejor me voy, me deben de estar esperando- dije dándole un último beso rápido –Nos vemos después- dije y salí en dirección a la salida

Los chicos apenas si notaron mi corta ausencia al acercarme junto a ellos. – Y? viene o no viene?- Preguntó Lucas a Maximiliano al ver que Jessica no salía de la práctica.

-Ahí viene, no seas chiquilín- dijo Maximiliano.

-Hola…- saludó Jessica al vernos ahí parados a los tres, con un claro tono de desinterés en el saludo, como si lo hiciera por obligación. Nosotros tres respondimos de igual forma. Salimos del Club y escuchaba detrás nuestro cómo cuchicheaban Maxi con su novia, al parecer discutiendo por tonterías, ya que claramente el chocante todo de reproche de su novia histérica se escuchaba tras un mal disimulado tono bajo.

–Mierda, no veo la hora de que sea invierno- dijo Lucas sacándose su camiseta y echándosela al hombro.

–Boludo, con este sol te vas a quemar!- dijo Marcos dándole una fuerte palmada en la blanca espalda de mi amigo pelirrojo. –Jajaja le dejaste una marca! a ver yo…- dije y le propiné un manotazo dejándole una huella toda roja en la blanquísima piel de mi amigo colorado.

–Ahh!! Mierda! – vociferó molesto y gracioso Lucas queriendo golpearnos, pero éramos más rápidos… La feliz pareja seguía en lo suyo atrás nuestro, hasta que una camioneta negra y reluciente estacionó frente a nosotros, y en su interior un viejo con cara de pocos amigos bajó el vidrio de la ventanilla; era el padre de Jessica. Noté como Maximiliano en un reflejo se alejó de ella hasta ubicarse cerca de nosotros, ella por su parte, salió corriendo casi empujándonos para llegar al vehículo y subirse en él. Me chocaba bastante su actitud, pero ya poco me importaba. Maxi se acercó hasta nosotros y la vio marcharse, ella por su parte ni un gesto le dedicó, al parecer eso de mantener todo en “secreto” aun seguía vigente y se me hacía de lo más infantil e innecesario a estas alturas.

Llegamos hasta la plaza y bajo un árbol nos quedamos a planear lo que haríamos en la noche, aunque yo tenía ganas de otras cosas, con alguien más. –Que vamos a hacer en la noche?- preguntó Marcos

-Vengan a mi casa, compramos algo y de ahí vemos- dijo Maxi

-Y tu Jessy?- preguntó Lucas dándole un codazo a Maxi –Hoy no les toca salir? –

-Naa.. Hoy estoy libre, además mis viejos quedaron en ir a lo de mi hermana- Dijo maxi sentándose en un banco de la plaza a ver su celular. –Y bueno, la casa queda para mí-

-Y tus hermanas menores- dije yo sentándome a su lado

-Uh, ya está! Joda en tu casa y que no se hable más- dijo Lucas, como si no hubiese escuchado lo que dije.

-No dá para hacer nada en tu casa, tus viejos se van, pero tus hermanas? Ellas se quedan en tu casa- dije yo

-Si te digo que no hay drama en que vamos a mi casa es por algo!- dijo Maxi sonriendo, volteando a verme.

-Ya sé!- dijo Marcos, -Previa en tu casa y salimos al centro- dijo Marcos hablándole a Maxi.

-Bueno, como ustedes quieran- dijo Maxi poniéndose de pie –Ustedes me dicen que hacemos después,  pero los quiero en mi casa esta noche… Después vemos a donde salimos-

Los cuatro nos levantamos y tomamos cada uno las calles que nos llevaban a casa.

A mí me tocaba caminar dos cuadras y media junto con Marcos y a decir verdad, ese pequeño trozo de recorrido pudo haber sido el que hizo nuestra amistad se terminara de fortalecer con el paso del tiempo, puesto que mucho de lo que no nos hablábamos en el Club o en algún otro lugar, lo terminábamos haciendo en ese pequeño trecho hasta la casa de cada uno.

-Mierda, no doy más…- dije yo –este calor me está matando, y el cuerpo también.-

-Sí, hoy se pasó…- dijo Marcos, caminando a paso tranquilo, achinando sus ojos por el fuerte sol –a lo mejor llueve esta noche-

-Vos decís?- pregunte yo –ojalá que no… hoy quiero salir-

-Yo también- dijo mi amigo –demasiada cancha por esta semana…Ya era hora de un descanso no?-

-Y si…- dije yo

Caminábamos con justificada prisa, pero en silencio. Escuché como carraspeó Marcos y era claro que algo iba a decirme. –Che Pablo, decime una cosa…- dijo él, su tono tranquilo dejaba entrever algo de seriedad, no sabía con qué iba a salir, por lo que me mantuve muy alerta en ese instante.

-Uh?-  dije yo aparentando naturalidad.

-Estás saliendo con alguien?- dijo Marcos, de forma inesperada, con cierta naturalidad, pero con algo de duda; aunque sin doble intención pero dejándome a mí con la mente en blanco y sin una respuesta inmediata que darle.

-Yo??- dije haciéndome el desentendido –No… Por?- Respondí tratando de parecer lo más tranquilo posible.

-No… por nada, es sólo que bueno…- Dijo y empecé a notar como el ambiente se tornaba ligeramente tenso a nuestro alrededor –Sólo quería saber si andabas con alguien, es todo- Concluyó.

Yo le dediqué una media sonrisa y un leve empujón amistoso, pero me había quedado con una sensación extraña, como si de verdad quisiera contarle todo lo mío con Ezequiel a él solamente.

-Y vos? Nada que reportar?- pregunté yo.

-No, nada que reportar- respondió Marcos -Estoy en una momentánea época de sequía y eso que estoy de vacaciones…-

-Momentánea?- dije yo en tono irónico –Hace cuanto que no salís con nadie, dale… decime la verdad, yo sé que algún “toque” debes tener por ahí!  Jajaja-

-No, en serio y además…- dijo él –Además vos no me podés venir a hablar de “toques”-

-Y eso?- pregunté yo confundido, sin querer nos adentramos en un tema que se iba poniendo un tanto escabroso.

-Vamos, no te hagas, que eso de la supuesta rama que te dejó la marca en el cuello, no me lo creí nunca y no esperes que lo haga jajaja- dijo Marcos, yo callé –Dale, que no tenemos doce años… Contáme-

-Eso… bueno eso ya pasó- dije yo tragando saliva. En ese momento Marcos me tomo de un brazo y me llevó bajo el toldo de una tienda en la acera por la que íbamos caminando, para protegernos del calor.

-Contá, contáme con quien! – Dijo él bastante animado –Es alguien del club?-

-Bueno…  algo así- dije yo, esperando que con eso cediera un poco su curiosidad –Pero ya pasó…-

-Yo sabía…- dijo Marcos, algo satisfecho – Era de las de vóley? Vos también estás frecuentando a las de voleibol? Jajaja Pillo!- dijo él, abriendo nuevamente el cuestionario del que intenté zafarme…

-No… no era de allí- respondí yo –Porqué mejor no nos vamos? Hace mucho calor Marcos, no sé vos, pero yo me estoy derritiendo- dije tratando de desviar el tema y poder hacer que nos vayamos de ese lugar.

-Mmm… ok, pero me voy a enterar de quien fue la afortunada jajaja- dijo él.

-Eso no te lo discuto jajaja- le dije y retomamos nuevamente el camino, hasta llegar la calle en la que se encontraban nuestras casas, Marcos debía bajar dos cuadras hasta la suya y yo subir otras dos hasta la mía.

Nos despedimos y le vi caminar a paso ligero, con su andar seguro, con sus risos al sol y su porte de buen hombre…

-Si supieras…- pensé en voz alta, a la vez que giraba para caminar hasta mi casa.

MAXIMILIANO:

El día fue provechoso, bueno…  en cierta forma lo fue ya que habíamos ganado y el entrenador quedó satisfecho con lo que el equipo y la nueva formación le demostró. Admito que me hubiese fascinado que Ezequiel se quedara del lado de los contrarios o en cualquier otra formación aparte de la nuestra. Había cosas en su comportamiento, sobre todo para con Pablo, que no me cerraban, no sé, a lo mejor soy un poco paranoico, pero siento que no lo hace con una buena intención.

La primera vez que conocí a Ezequiel fue hace siete años, ambos éramos muy chicos en ese entonces y recuerdo que ése día era la primera vez que él pisaba el club. Yo  ya tenía un tiempo allí, así que con la mejor intención del mundo, junto con mi habitual familiaridad, me acerqué a hablarle, ya que él parecía muy retraído, casi como Pablo en sus inicios en el Club.

Pero ése día, a tan corta edad, experimenté las facetas que podía tener la personalidad humana, y no hablo de las positivas justamente… Yo me acerqué a intentar entablar una conversación, pero cuando estuve cerca de Ezequiel, él me miró con los ojos cargados de rabia, y una expresión de furia. Antes de que pudiera haberle dicho algo, él ya estaba caminando en dirección opuesta a mí, dejándome con el saludo en los labios y una extraña confusión.

Creí que sólo se trataron de simples nervios debidos a su primer día, pero a lo largo de la jornada, el chiquillo cada vez se demostraba como un ser antisocial y no dejaba que nadie se le acercase, incluso rehuía del mismo entrenador. En un determinado momento de la práctica, un chico de unos 12 años, Beto el gordo, lo hizo caer de espaldas, no de manera intencional, aunque Beto sólo rió de forma chocante por lo ocurrido.

Ezequiel, con la cara toda roja y los ojos encendidos, se levantó y corrió tan velozmente que Beto nunca se dió cuenta de ello, hasta que tuvo al delgado niño encima suyo, propinándole veloces golpes de puño cerrado en el rostro. Entre cuatro chicos, incluídos Marcos y yo, pudimos separarlos. El resultado de ese partido nunca lo supe, pero el saldo del día fue el de un Beto con la nariz desangrada y Ezequiel en la oficina del entrenador. Me asusté un poco por la reacción de aquél chico que a primera vista parecía un corderito, pero que con sólo una simple broma infantil, se transformó en una fiera, ensañada con la cara de aquél chico, que por cierto al poco tiempo del incidente dejó el club.

Ezequiel no se presentó a las prácticas por varios días, aunque sus padres hacían visitas diarias a la oficina del entrenador.

Como a la semana de haber ocurrido la pelea entre el Beto y Ezequiel, el lánguido y supuestamente inocente niño, volvió. Siguió con su andar tranquilo y esa seriedad que le caracterizaba, esta vez nadie se le acercaba, y a él parecía no importarle ya que caminaba a sus anchas y tranquilamente por el lugar. En un momento de la práctica, Marcos y yo, nos acercamos a él, llevados por quien sabe qué motivos, pero lo hicimos. El chico nos fulminó con la mirada, literalmente nos corrió con los ojos cargados de cólera y rabia.

No volvimos a acercarnos a él, ni ése día ni los que le siguieron, de hecho nos fuimos olvidando del asunto y paulatinamente de Ezequiel. Los cuatro, que recién empezábamos a forjar nuestra amistad, nos concentramos en eso; en mantener el vínculo que recién se empezaba a crear y sólo tratábamos de pasarlo lo mejor posible en el Club. Pero nunca, nunca me podría olvidar de lo que en verdad era aquél chico, Ezequiel. Él por su parte, siguió en el club hasta nuestros días, tanto el entrenador como el resto del plantel se fueron olvidando de aquél incidente y dejaron que los años pasaran, y tanto Ezequiel como muchos del resto del equipo, fueron mimetizándose con el grupo.

Jessica estaba un poco rara, después del Club no me mandó ni un mensaje ni nada, ni siquiera respondió los que yo le acababa de mandar, seguramente el que haya aparecido su padre mientras volvíamos juntos del club, pudo haber hecho que se sintiera condicionada. No me molestaba, aunque también estaba la posibilidad de que tendría planes con sus amigas, así como yo los tenía con los chicos en la noche. Esperaba que esta noche me ayudara a calmar mis inquietudes y despejarme, lo necesitaba de verdad.

PABLO:

Luego de la charla con Marcos, me sentí bastante mal, deseaba con toda el alma contarle y abrirme con él, pero no podía, el hacerlo significaba la ruptura de algo imposible de rearmar. Mi mente le dio vueltas al asunto lo que duró el almuerzo y parte de la tarde, ya que caí rendido a mi cama y me dormí hasta eso de las cinco de la tarde. Me desperté, me duché por el fuerte calor y me puse a mensajearme con Ezequiel.

Me rogaba e insistía que lo acompañe a bailar, pero yo ya estaba; de alguna forma, comprometido con el grupo, y el no ir a lo de Maxi en la noche, sería bastante sospechoso, sobre todo por los acontecimientos que se fueron desarrollando en tan pocos días y a la vista de los tres. No me lo pensé mucho, decidí que ya habrían otros días en los que podría salir por ahí con mi novio, no de la forma en que realmente me gustaría, pero juntos al fin y al cabo…

Mi casa estaba desierta, recordé que mi padre saldría y mi madre, como todas las tardes, se iría a jugar cartas con sus amigas. Puse música y tras un poco de distensión, llamé a Eze y le dije que se viniera a mi casa, necesitaba besarlo y tenerlo cerca, más que nada en compensación por la ausencia que tendría de él en la noche, cuando yo esté con mis amigos.

Al poco tiempo, escuché el ruido del potente motor de su motocicleta aparcando afuera de mi casa. Miré hacia ambos lados de mi casa para cerciorame de que no anduvieran vecinos fisgones, luego me acerqué hacia él y le planté un beso en los labios, tan fugaz, que se sorprendió. Guardamos su moto en el garaje y nos metimos a la casa, como si el tiempo apremiase más que en un simulacro de incendio.

Subimos a mi cuarto, puse música un poco alta y nos tumbamos, ya semidesnudos a la cama, besándonos sin piedad. La notable erección de mi novio presionaba la mía y me gustaba sentir el calor que desprendía, pero yo estaba extasiado de sus besos, eran como droga, si, como una droga que él administraba a mis labios, haciéndolo adictos a los suyos. Su barba creciente, que oscurecía sus facciones, rozaba mi mentón y mandíbula y hacía estragos en mis sentidos a frotarse en mi cuello. Juro que tuve que hacer un esfuerzo enorme para no correrme de la excitación que me daban sus besos, pero me aguanté y tumbé boca arriba a mi amante, con su erección apuntando al cielo.

No quería más de él que su calor, sus besos y su compañía, no sé si él entendía lo que quería, porque sus manos se dedicaban a masajearme la espalda y discretamente hurgaban entre mis nalgas. Varias veces me quiso acomodar para ceñirse a mi culo, pero no le dejé, supongo que se lo habría tomado como un juego, porque sólo reía, se dejaba, y luego intentaba nuevamente meterle manos a mi asunto…

Pero yo estaba satisfecho, el tenerle así conmigo era lo que necesitaba. Aunque  ahora quería que Ezequiel llenase un poco más otra parte de mí: mi corazón, ése que tantos problemas me trajo y que de a poco iba cobijando en su interior a éste chico de gitanos ojos pardos. Necesitaba escuchar de su boca lo que yo era para él y qué era esto que estábamos formando los dos, necesitaba que me transmitiera seguridad y así poder estar tranquilo de que todo esto era real.

-Sos hermoso…- dijo, con un sutil rubor surcando su rostro

-Vos también…- dije, y tomé una de sus manos, entrelazando nuestros dedos.

-Te quiero, te quiero mucho, sabes…?- susurraba con una voz ligera, sin atisbos de duda, desde su más sincera espontaneidad.

-Yo también…- le dije, como si fueran las únicas palabras que me sabía.

-“Yo también…”- ironizó y se me quedó viendo, mordiéndose su suculento labio inferior de forma gustosa.

-Quiero saber qué es lo que soy para vos…- le dije, esta vez acariciando su pecho, enredando las yemas de mis dedos en la pequeña mata de vello castaño que adornaba su fuerte pecho y que tanto me gustaba.

-Sos todo para mi, o sea, vos no te das una idea de lo feliz que me hace que por fin te tenga y pueda estar así con vos…- se incorporó, apoyándose en un codo, mirándome a los ojos, acariciando mi mejilla con sus dedos.

-No sé qué decirte…- le dije sintiéndome un tonto, menospreciándome a mí mismo, sintiendo como mi cara se calentaba por la sangre que se agolpaba en mis mejillas.

-Decime que a vos te pasa lo mismo que a mí- dijo, posando su mano en mi pierna, subiéndola despacio por el largo del muslo. –Decime que esto que tenemos es lo que vos querés…- sus ojos se clavaron en los míos y con sus manos en mis muslos, me sentía sin escapatoria.

-S-si…, esto es real, siento que vos… sos…- dije en un suspiro, sus manos electrificaban mi cuerpo, y la palma caliente que se acercaba a mis glúteos estaba haciendo que me pierda en las sensaciones.

-Soy… que?- dijo acariciando el principio de mi raja, yo cerré mis ojos y abri mi boca, disfrutando. Mi pija reaccionaba con fiereza, levantándose imponente.

-Soy… que?- volvió a preguntar con voz sugerente, introduciendo dos dedos por el valle que formaban mis nalgas. Yo gemí al sentirle tan cerca de mi entrada, que no pude evitar soltar suaves gemidos.

-So-Sos con el que quiero estar… sos mi novio…- Terminé por decirle, con la voz entrecortada, caliente y sudoroso. Mi pija rezumaba pre seminal y temblaba con ese casi orgasmo que logro con tan pocos recursos.

Ezequiel sonrió triunfante y se acercó a besarme, lo hacía despacio, y sin borrar una sonrisa como de victoria. –Te amo, Pablo… y vos me amas- dijo con seguridad y se levantó de golpe, cosa que me sorprendió.

-Qué vas a hacer?- le pregunte al ver como tomaba sus ropas para vestirse, su erección ya había menguado, aunque la mía seguía poderosa.

-Tengo que llevar la moto al taller, de paso tengo que sacar plata del cajero… mis viejos no vuelven sino hasta la semana que viene.

-Querés que te acompañe?- le dije, ya que tenía la tarde libre de mis padres y no tenía nada que hacer ahí sólo en casa. Esperaba que se quedara conmigo, despues de todo “era una oportunidad” para estar los dos juntos.

-Bueno, vamos, pero después nos volvemos de a pie, porque voy a dejar la moto en el taller- dijo, ya abrazando mi cintura, con su rostro muy cerca del mío.

Me cambié de ropa y salimos calle arriba hacia el taller, charlando como dos buenos amigos.

LUCAS:

Salí a eso de las seis de la tarde en la camioneta, en estas vacaciones no encontraba algo mejor que hacer, entre el Club y mi casa, el salir a deambular con la “chata” era un pasatiempo de lo más reconfortante.

No me había percatado de la cantidad de chicos y chicas que estaban haciendo lo mismo que yo, disfrutando de las vacaciones de verano en la plaza central de la ciudad. La verdad que les entendía y me sorprendió ver muchísimas caras desconocidas, supongo que eran visitantes o algo así, el verano invitaba a salir a recorrer ciudades vecinas y en este caso mi ciudad no quedaba excenta al arribo de turistas.

Gringos y gringas por aquí y por allá, todos quemados por el fuerte sol, pero aun así hermosos y atractivos como todo nuevo visitante en la ciudad... Me detuve a comprar una cerveza en un kiosco cerca del centro y me senté a la sombra de una de las mesas que estaban dispuestas en la vereda. La gente que pasaba cerca de mí me miraba con cierta curiosidad, y no es para menos, mi piel aparte de ser muy blanca, resalta notoriamente el rojo de mi cabello, y también el azul profundo de mis ojos.

Señoras, chicos, chicas, niños y niñas me miraban, y hasta empezaba a sentirme un poco incómodo, ya que los niños especialmente, cuchicheaban sobre el llamativo color de mi pelo. Llegué a sentirme un animalito de zoológico.

Terminé mi cerveza y una bolsa de papas fritas y me fui a seguir vagando con la camioneta, hasta que se hicieron un poco más de las siete y media. Pasé por un barrio que estaba a la entrada del mío (y de los chicos) y cuando me disponía a girar en una glorieta, me pareció ver pasar al chico que había visto el otro día en Natación, allá en el club.

Cómo se llamaba...? José? Juan? Juampi! Eso! Juampi... el chico de mirada extraña y cuerpo de competición. Llevaba una bermuda de jeans, camiseta mangas cortas blanca y zapatillas azules sin medias, su cabello efectivamente era rizado y de un color hermoso; como el dorado de los ojos de Pablo, con tintes marrones. No se percató de mí, pero yo le ví caminar tranquilo hasta perderse por un pasaje.

Me quedó la duda si es que el chico vivía por el barrio en el que estaba o si vivía en el nuestro, cerca de alguno de nosotros. Cuando me vi con la camioneta detenida a un costado de la glorieta, me sentí un completo idiota. Estaba pensando demasiado en ese chico que nada tenía que ver conmigo y lo que es peor, me estaba haciendo ideas estúpidas.

Conduje hasta mi casa, y allí solo estaba mamá, mi hermana no estaba, seguramente porque el sol ya había caído y mi padre, él seguramente estaría haciendo visitas sociales al grupo de amigotes que tenía. Me quedé viendo TV, en un canal de deportes que para mi grata sorpresa estaba pasando un campeonato norteamericano de natación...

PABLO:

Me despedí de Ezequiel en su casa, en un parpadeo pasaron las horas y ya era tiempo de volver a casa, y alistarme para ir a lo de Maxi y ver qué hacíamos para la noche. Ezequiel me indicó lo que tenía que hacer si quería ir a la disco a donde él iría con algunas amistades suyas, por si cambiaba de parecer respecto de la salida con los chicos.

Marcos me mandó un mensaje cuando yo ya estaba en casa. Me dijo que iba a pasar por mí para ir los dos juntos a la casa de Maxi, que quedaba a unas cuantas cuadras de la mía. Me alegró de que así sea, puesto que si se daba la ocasión, podía, no sé... hablar con él de algo más que sólo Club, rugby o lo que sea.

Charlé con mis viejos, un rato y les comenté acerca del próximo encuentro entre nuestro Club y el Vallibián, del cual se podría decir que es el rival por excelencia de nuestro Club. A mi padre se le iluminó el rostro por la noticia y aseguró que por nada del mundo se iba a perder el encuentro, mi vieja sólo rogaba que nada me pasara y que juegue “tranquilo”. Pero ahora tenía a alguien que me iba a proteger como sea, ahora tenía a Ezequiel.

Luego de merendar algo ligero, me duché y arreglé como todas las veces que salía al centro. Siempre tuve buen gusto por la ropa y ésta siempre quedaba muy bien en mi cuerpo bien proporcionado. Opté por unos jeans blancos impolutos, algo ceñidos en las piernas, zapatillas de cuero blanco y una camisa ajustada, color azul marino. Me puse el perfume que sólo usaba en estas ocasiones, el cual fue mi favorito desde el día en que Maxi lo sintió y me preguntó por él. Desde ése día lo uso cada vez que salimos los cuatro...

A las nueve de la noche, Marcos estaba en mi casa, charlando con mis viejos. Estaba bien vestido también; unos jeans negros, que sin ser ajustados, le marcaban todo, incluso su culo importante, una camisa celeste, arremangada hasta los codos y su cabello negro y rizado apenas peinado con las manos, le daba un toque especial,  como un modelo mediterráneo. Le dije que suba a mi cuarto, que aun no me peinaba.

En mi cuarto, Marcos encendió el equipo de música y la ventilación, porque estaba un poco sofocante el calor. -Escuchas Lady Gaga?- escuché que dijo, mientras buscaba en mi compactera.

-Humm... Si, tiene canciones que están buenas, no la escuchaste? Le dije desde dentro del baño, mientras me retocaba con gel, el cabello húmedo. -Suena en todos lados...-

-Ah sí, ya sé quién es, es medio estrafalaria no?- dijo Marcos cambiando el CD, por el de Gaga.

Al son de Poker Face mi amigo movía un pie inconscientemente, le gustaba y no quería admitirlo... asomé mi cabeza por la puerta del baño, con una sonrisa al ver lo que mi masculino amigo hacía. -Es estrafalaria la tipa, pero tiene buenos temas...no? - le dije, con sorna mientras buscaba mis llaves, celular y la billetera.

-La voy a a descargar, tiene buenos temas...- dijo satisfecho, mientras miroteaba entre mis cosas. Yo reí por el comentario. En mi compactera tenía muchos Cds  que cualquier entendido podría considerar “Gay” del solo verlos, pero mi amigo no decía nada al respecto. -Pablo?- me preguntó de repente. Mis manos detuvieron su andar entre mis cosas y sentí algo de nerviosismo. -Hum?- pregunté haciéndome el despistado, buscando entre mi escritorio algo que ni yo sabía qué era.

-Porqué Ezequiel?- preguntó de sopetón, la pregunta me dejó en vilo. A qué se refería? Lo había descubierto?? Ahora mis manos se detuvieron completamente y empezaron a temblar mis defensas. -Cómo que “porqué Ezequiel”? No entiendo- le dije, aparentando tranquilidad.

-O sea, porqué de repente estás, no sé, pasando más tiempo con él, en el Club, de camino a tu casa... Es tu amigo?- dijo sonando muy infantil, con timidez.

-Amigo?... No, boludo, es un compañero de equipo, como el Negro , como Rafa o Enzo, qué sé yo...- dije y se tensó un poco -Puede que él me haya caído un poco mejor que el resto, no sé... pero no es que tenemos “LA” amistad... es sólo compañerismo...- dije tratando de parecer razonable. -Por?- pregunté, necesitaba saber porqué y a dónde quería llegar con esto.

-Es que Pablo, es que...- no sabía cómo ordenar las palabras, siempre le pasaba al encontrarse en un paradigma -Es que es como si te hubieras hecho el “gran amigo” con él y se vé y se siente eso en el resto del grupo, bah... no sé Maxi o el colorado lo vean así, pero yo me doy cuenta... y Pablo...- dio un suspiro -Pablo, yo no quiero que pase nada que nos joda la relación, vos sos mi amigo y después de la Universidad y todo, no quiero que nos perdamos y eso.- dijo tan cohibido, que de repente me empezaba a atosigar un sentimiento de culpa irrefrenable.

-Qué decís Marcos?- le dije acercándome a él que estaba sentado en mi cama, -Boludo, mis amigos son ustedes- le dije; él sólo miraba al suelo. -Marcos, hey! Porqué esto? Por qué ahora?- le dije, las ganas de sacar a la luz mi homosexualidad y abrirme de una vez por todas con él, golpeaban mi conciencia y se agolpaba en mi pecho la impotencia. Era este el momento? Qué haría?

-Pablo, no sé lo que me pasa, no sé que te pasa a vos...- dijo con el ceño fruncido, como si le molestase todo. -Todo esto me tiene mal, me tiene confundido.- dijo negando con la cabeza gacha.

-Qué te pasa?- le dije. Su actitud me estaba inquietando y necesitaba saber lo que le pasaba, acaso podría ser que...-Que pasa Marcos, no me dejes así, que si te puedo ayudar, vos sabés que lo hago!- le dije tomándolo de un hombro.

-Pablo, yo...- dijo y por fin levantó la vista, sus ojos estaban acuosos y un brillo nunca visto los colmaba. -Yo siento que...- abría la boca, pero las palabras no podían salirle por una fuerza que desconocía, quería decirme lo que yo estaba pensando? O qué era?

-Pablo, creo que... creo que me... - suspiró y luego calló. Me sentí muy frustrado, mi amigo había vuelto a encerrarse en su coraza y conociéndole como le conocía, no se iba a soltar hasta que se sienta seguro.

-Vamos, que nos deben estar esperando...- dije, una vez que ví que iba  ser imposible poder hacer que me dijera lo que le sucedía. Se incorporó y bajamos las escaleras lentamente, como si fuéramos dos culpables de algo que nunca sucedió.

LUCAS:

Como siempre llegué antes que todo el mundo a la casa de Maximiliano. Al entrar vi que aún estaba en ropa de entrecasa pero no se percató de que yo estaba allí y se metió a su cuarto. Sus dos hermanas seguían en casa, fue una de ellas la que me hizo pasar, ambas me saludaron y rápidamente se despidieron, porque al parecer ellas también tenían sus planes para la noche. Yo estaba en el recibidor de la casa, y de la habitación, salió Maxi, sin nada en el torso, descalzo y con una toalla al hombro.

-Uh! Colorado! Qué hora es? Me dijo sorprendido por verme en su casa, yo impecable y él aún sin bañar. -Ya son las nueve y media- le dije, mientras me sentaba. -Che, no tengo mas que media botella de vodka... A ver espera...- dijo y rápidamente volvió a meterse en su cuarto, para luego salir con unos billetes en la mano.

-Tomá, anda a comprar más cosas. Trajiste la camioneta, no?- me dijo mientras me extendía los billetes. -Si, si la traje... entonces qué compro?- le pregunté, el se quedó pensativo, mientras se rascaba los vellos que subían desde el elástico del short hasta su ombligo. -Comprá mas vodka, granadina, y jugo de naranja, y si te alcanza comprá una tónica chica.- dijo, al parecer se iba a dar de bartender esta noche y tenía pensado meternos puro vodka. -Ok, ah... el jugo de naranja es para Pablo? Jajaja- dije y ambos nos reímos. Sabíamos del poco aguante que tenía Pablito con el alcohol así que con esa broma íbamos a gastar al rubito cuando llegue.

Me subí a la camioneta y conduje hasta el drugstore que quedaba a unas cuadras a la vuelta de la casa de Maxi.

MARCOS:

Todavía maldecía y puteaba por dentro por haber sido tan estúpido por casi haber soltado todo con Pablo. Porqué? Porqué?? esta mierda casi me traiciona, ya no quiero sentirme así, pero necesitaba soltarlo. No sirvo ni para eso...

Tras de mí, Pablo no decía nada, sólo iba agarrado de los lados del asiento de mi motocicleta, mirando el barrio, mientras nos dirigíamos a casa de Maximiliano. Yo apretaba con fuerza el volante de la motocicleta, mientras recordaba lo ocurrido. De primera todo iba bien encaminado, ya que era verdad que no me cuadraba para nada lo de Pablo y su nuevo “amigo” Ezequiel, pero después derrapé y comencé a caer en picada hacia mis sentimientos más secretos. Estuve a punto de confesarme homosexual con Pablo, sin contemplar las consecuencias siquiera, estuve a un paso de posiblemente perder a mi amigo.

Llegamos y aparcamos cerca del jardín de la casa de Maxi, pero sorpresivamente quien nos atendió fue Lucas, del cual luego vimos su camioneta estacionada al frente de la calle por la falta de lugar en la acera de Maxi. Nos dijo que Maximiliano aún estaba bañándose y que él ya había ido a comprar las bebidas. Trajo además maní salado y papas fritas para acompañar los tragos. De las bolsas plásticas sacó varias botellas de vodka, una caja de jugo natural de naranja, granadina y dos latas de agua tónica.

Pablo no decía nada, sólo se limitó a saludar. Estaba cabreado, contrariado. Lo entiendo, mi actitud fue aparte de infantil, muy estúpida. Nos sentamos en los sofás de la casa del anfitrión y encendimos la TV, pusimos lo que compraron en una mesita baja, en el centro de los sillones y Lucas, en el papel de Cachita, bandeja en mano, trajo vasos largos, una coctelera de aluminio, un cuenco con hielo y un bowl para las papitas y maníes, toda una sirvienta él.

Esperamos a que el bartender del grupo saliera del baño para que empezara la previa de la noche de juerga. Mientras hablaba con Lucas acerca del campeonato de UFC que estaban pasando por la TV, no dejaba de mirar de vez en cuando a Pablo, el cual no decía nada y estaba como perdido en ningún lugar fijo de la sala. Me sentía un tonto y sumamente culpable por haberle hecho caer en ese estado de duda. Fui un estúpido.

-Ahora vengo y armamos todo- dijo Maxi, apareciendo de golpe en la sala, con una toalla gris anudada a la cintura, como única vestimenta, con el cabello húmedo y el cuerpo brillante por las gotitas de agua de la ducha. En eso, se quedó observando a Pablo, el cual seguía pensativo y le dijo que si lo acompañaba a su cuarto, que tenía que hablar de algunas cosas con él.

Esperaba que sea lo que sea que tuviesen que hablar esos dos, hiciera que a Pablo se le cambiara el semblante que había tomado por culpa de mi torpe desliz. Dudoso, Pablo se incorporó y se fue en dirección a la habitación de Maximiliano.

MAXIMILIANO:

El ver a Pablo ido y perdido en la sala, me hizo reconsiderar la posibilidad de que había algo malo en todo lo que se venía dando entre los cuatro y Ezequiel. Y no sabía porqué pero Ezequiel parecía tener algo que ver. Mierda! Si hice que nos juntáramos en mi casa era para recuperar y reforzar nuestros lazos, y todo lo que consigo es encontrarme a mi amigo como una lámpara o cualquier otro mueble del lugar, sin vida y ajeno a todo- pensé molesto.

Luego de que le dije que me acompañe a mi cuarto, buscaba las palabras adecuadas para abordar el tema, sin parecer obvio y sobre todo para evitar caer en mi carácter, que en situaciones de presión, terminaba desbordándome, haciendo que cometiera cualquier estupidez. Temía por eso y por cómo Pablo podría tomarse mi actitud si es que llegaba a suceder tal cosa, sobretodo conociendo su actitud tan “frágil” e insegura.

En la habitación, él se sentó en un sillón puf que tenía cerca del escritorio. Percibí el perfume que siempre usaba, el cual me gustaba, pero que nunca quise comprar, porque lo consideraba una especie de plagio y porque siempre pensé que sólo a él le quedaba bien.

-Estas bien che? Se te ve medio... aburrido- le dije de espaldas a él, mientras sacaba de los cajones, las medias, un bóxer y del armario una camiseta con estampa y unos jeans.

-Sí..., estoy cansado, más que aburrido.- dijo con desgana. -Se te nota... Dale, cambiá la cara que hoy vamos a salir, y quien sabe, hoy ligás algo jajaja- le animé un poco, pero por lo que vi, seguía ensimismado.

-A donde vamos a ir?- preguntó mientras yo me pasaba desodorante por el cuerpo.

-No sé, como que ya aburre siempre el mismo lugar, no?- dije -Me pasas las zapatillas?- le pedí, mientras me ponía los boxers y las medias.

-No-no tengo idea de otro lugar que se ponga como se pone “Cu4tro” (la disco a donde vamos habitualmente)- dijo apoyándose en sobre el mueble, desviando la mirada, mientras me ponía los jeans.

-Ya está, vamos ahí y listo- concluyó disconforme.

-Ponele ganas, Pablo, que así no quiero tenerte toda la noche... Dale qué te pasa? Me vas a contar?- dije, mientras terminaba de cambiarme.

-No pasa nada Maxi, estoy hecho pomada por el entrenamiento, no aguanto... no aguanto más- dijo en un suspiro.

Me planté delante suyo y lo miré fijamente, él, dudoso se levantó y al parecer no entendía nada. En mi interior quería pegarle tal cachetada que hiciera que de una vez soltara todo lo que tuviese que decirme, así nos peleemos o lo que sea que llegara a pasar, pero necesitaba que me lo dijera. Ya estaba colmado de tantas dudas por parte suya, que su actitud no hacía más que enervarme.

Se me quedó viendo, sus ojos brillaban y sabía que allí había algo que quería salir, pero el muy cabeza dura, terco e inseguro, no quería soltar. Cerré mis puños y le dí la espalda. No podía dejar que la noche se arruinara tan pronto, no debía. Volví a verle, esta vez miraba al piso, como con culpa. Di un paso adelante y como un acto involuntario lo abracé. Lo abracé fuertemente. Tanto que podía sentir su pulso acelerándose que pasaba de su pecho al mío. Su respiración iba en aumento y antes de que él pudiese decir algo, hable yo:

-Pablo, yo soy tu amigo, y vos sos como de mi familia, para lo que necesites yo voy a estar. Hey, entendélo. Somos amigos y conmigo podés contar para lo que sea Pablo, para lo que sea...-

En ese momento el cuerpo de mi amigo se tensionó e hizo fuerza para librarse del abrazo, supongo que era normal, nos separamos y de sus labios, solo salió un suave “Gracias” que interpreté como buena señal, aunque sus ojos seguían ensombrecidos por un sentimiento mas.

Salió de la habitación y escuché como entraba al baño. Me quedé con las manos apoyadas en un mueble frente al espejo de mi cuarto, pensando y repensando.

Terminé de arreglarme, me peiné, me puse perfume y fui hasta donde los chicos. Pablo ya se había incorporado nuevamente y vi que charlaba con el colorado, no me miraba, pero parecía más tranquilo. Marcos estaba en silencio viendo la lucha en la TV, y yo sentía que esta iba a ser una larga noche.

PABLO:

Esta noche todas las situaciones se dieron de tal forma, tan cuidadosamente diseñadas por quien sabe qué titiritero del destino, que terminaron como terminaron. Primero Marcos, quien me hizo dudar y casi trastrabillar y caer en la vorágine de emociones que me hizo creer con su actitud, la cual casi hace que me abriera de la forma más inconsciente, sin pensar en lo que pudiese pasar. Y segundo Maximiliano... mi corazón dió un vuelco al sentirle tan cerca, al sentirle así, tan “él”. Me hizo ver en esos cinco segundos el porqué me había enamorado de él hace años. Pero sus palabras calaron en lo más profundo de mi conciencia y repercutieron en mi corazón, el cual volvió a sangrar por la herida, cuando me dejó bien en claro que yo para él no era más que un amigo, un hermano... nuevamente el dolor acudió a mi vida y en tan corto tiempo.

Me lavé la cara, enjuagué mis lágrimas y acallé el llanto. Salí a la sala y me senté cerca de Lucas, hablábamos trivialidades, mi pulso se había recompuesto, pero mi mente aún divagaba, necesitaba a Ezequiel, después de todo él era lo único real en mi vida. No digo que mis amigos no lo sean, pero yo ya no sabía que pensar. Mi dolor reside en el grupo y no así con este chico desconocido, con el que todo es amor y es verdad.

Mientras Maxi se asomaba a la sala traté de no mirarle, tampoco a Marcos, sólo hablaba con Lucas. Maximiliano procedió a llenar la coctelera con vodka y otros ingredientes; no es que fuera un barman profesional, pero se le daba bien el hacer tragos, a veces inventaba bebidas que quemaban las gargantas, pero se defendía con los tragos conocidos. A mi me pasó un vaso largo con un “destornillador” (Vodka+jugo de naranja) el cual, sin que se lo haya pedido, lo hizo suave, sin mucho alcohol. Saben de mi poca resistencia al alcohol, así que no me dí por aludido. Esta noche iba a tener que sacar cara de donde no tenía, puesto que aún sentía el mal sabor de boca de lo sucedido y esta vez no había trago, fuerte o sutil, que me sacara el regusto amargo de la realidad.

MARCOS:

La noche pasaba a cuentagotas, yo sentía que había cierta tensión entre Pablo y yo y finalmente entre Maxi y él, puesto que no hablaban mucho. Me sentía terriblemente culpable de que Pablo siguiera así y aunque charlaba amenamente con Lucas, sabía que trataba de esconderse a través de éste.

Maximiliano seguía preparando tragos, con tónica, con granadina y destornilladores para Pablo, el cual se los vaciaba velozmente, como si estuviera animado por batir un récord. Yo ya estaba un poco mareado por los efluvios etílicos y hablaba con más soltura.

-Che, que parda de solterones que estamos hechos los tres!- dijo Lucas también animado por el vodka tonic que estaba tomándose. -Vos no estas incluido en el grupo- le dijo a Maxi, haciendo un ademán de desprecio, muy gracioso.

-En serio, estamos hechos unas solteronas, vamos a ser las madrinas feas en tu casamiento- le dije a Maxi mientras llenaba mi vaso de mas trago.

-Hagan algo entonces, dejen de estar de pajeros, o jugando a la PlayStation y consíganse una mina que les saque el polvo.- dijo Maxi entre risas. La música sonaba y Pablo solo se limitaba a beber más apresurado.

-Bueno chicos, hoy nos ponemos en campaña de conseguirnos unas buenas minas , turistas o lo que sea! Nos vamos a sacar las telarañas!- dijo Lucas dándome un codazo.

-Si!- dije yo eufórico -De paso le conseguimos acción a Pablo, que está más muerto que el Vallibián jajaja- dije en broma, para ver si Pablo se prendía, pero al contrario de lo que esperaba, sólo torció el ceño y siguió bebiendo, como si no hubiese escuchado nada. Miramos la hora y ya casi eran las una y media. Ya estábamos lo suficientemente entonados, como para poder salir a donde quisiéramos.

-Qué hacemos? A donde vamos?- dijo Lucas apoyándose en mi hombro. Su aliento olía a granadina.

-Y a Cu4tro, a dónde más...- dije yo.

-A Cu4tro? Ya estoy podrido de ir ahí, vamos a otra parte!- dijo Maxi, mientras recogía las botellas vacías y limpiaba lo utilizado en la previa.

-A dónde? Si hoy es viernes y el único lugar que se pone bueno es ahí- dijo Lucas buscando las llaves de su camioneta.

-Y si vamos a “Deja-Vu”?- sugirió por fin Pablo, haciendo que los tres le miráramos algo confundidos y expectantes.

Hola mis amigos, nuevamente disculpen la demora (ya para qué, no?) estaba con un pequeño problema de virus, pero ya terminé (por fin) este capítulo, que dicho sea de paso es el último... que escribo de esta forma, ya que recibí dos mails y un mp en facebook, diciendo que esta historia avanza “a paso de oruga” (literalmente me pusieron esto) y la verdad que tienen razón, no me puse a pensar que no han pasado ni dos semanas siquiera y la historia no avanza en cuanto a los acontecimientos. Dicen que “divago” u.u... En fin, los próximos serán más concisos, por lo tanto no tan largos como éste o los anteriores, pero la trama va a avanzar más rápido, sin “divagar” demasiado. No daré los nombres de quienes se tomaron el trabajo (o atrevimiento [?]) de aconsejarme, pero creo que optaré por hacerles caso esta vez. Bueno, si se acuerdan como seguía esta historia, los animo a seguir leyendo. La lectura los hará libres! CHAU un saludo a tod@s !