IRONÍAS - Capítulo VII
Me quedé observando la actitud de Ezequiel en la cancha y nuevamente sentí una leve inquietud en mi interior y sin poder evitarlo, mis ojos buscaron a Pablo
IRONIAS VII
PABLO:
Un agudo e irritante sonido me sobresaltó, era una de las pocas veces que no me despertaba justo antes que el despertador que tenía en mi velador. A tientas lo agarré y desactive la horrible alarma. Lentamente estiré todas mis extremidades, las cuales tronaron fuertemente, y uno a uno los recuerdos de lo que había pasado en la noche me envolvieron y una sonrisa boba se asomó en mis labios. Y recordé los suyos… recorrí los míos con la yema de los dedos, rememorando las suaves caricias de los de Ezequiel, delicados y tibios al tacto. Vinieron a mí todas esas sensaciones nuevas que me regaló anoche mi novio…
Me sentía algo cansado, y no era para menos; hacía sólo unas horas había tenido una sesión de sexo y amor como nunca, con un lindo chico que además me amaba y respetaba. Sólo podía alegrarme y dar gracias por ello, la verdad que me sentía tan bien al convencerme a mí mismo de que ahora ya no estaba sólo y que alguien correspondía a mi corazón. Finalmente comenzaba a disfrutar de un amor real y correspondido, por fin alguien apareció y sacó a la luz, lo que en mi interior se estaba apagando… mientras me levantaba de la cama pensaba en lo afortunado que era, ya que Ezequiel surgió en el momento y el lugar indicado, sin desearlo, pero como predestinado a mí… Caminé hasta el baño, para desperezarme y darme una buena ducha.
Eran las 8 en punto de la mañana y el sol estaba inusualmente más fuerte, estaba en todo su esplendor y todavía faltaba mucho para llegar al mediodía. Hoy tendríamos la última práctica semanal en el Club, por lo que ya no nos tocaría hacer ejercicios, sino que jugaríamos un partido real contra nuestros propios compañeros. Debía hacer algo al respecto, así que decidí que una buena ducha de agua fría me ayudaría a “recargar las pilas” para lo que sería un día bastante movidito.
Elegí ropa un tanto liviana, para evitar el calor y me metí a la ducha. El agua estaba bastante fría, por lo que un escalofrío me recorrió de pies a cabeza al cubrirme por completo- Mi novio… -no pude evitar que su recuerdo me invadiera nuevamente, su piel, sus manos recorriéndome suavemente mi piel caliente, en su cama, en su habitación; la cual fue testigo silenciosa de nuestro pacto de amor… Mis manos se movían lentamente por mi cuerpo, andando por donde pasaron las de Ezequiel, mas luego llegaron por las zonas donde ejecutó las más deliciosas y placenteras reacciones en mí, comencé a frotar despacio mi pene, el cual ya estaba semi-erecto, estimulado por las caricias de mis manos, imitando las de mi novio.
Mi novio… aun me resultaba un tanto extraña la palabra, así que trataba de repetirla muchas veces, por lo bajo y para mí, para poder ir acostumbrándome a la idea de que por fin era amado… mierda, me estaba excitando y se me había olvidado por completo que debía recuperar fuerzas para el partido y no estaba haciendo más que desperdiciarlas con ese intento de paja… decidí que lo mejor era terminar de ducharme rápidamente y dejar ese calentón para más tarde, después de todo ahora tenía con quien sacármelo.
Me vestí y junté las cosas que iba a llevar al Club, y bajé las escaleras rápidamente, renovado en parte, por la ducha y en parte por el nuevo giro que dio mi vida. De seguro mi madre y mi padre ya estarían desayunando o empezando con sus actividades. Pero al llegar a la cocina, vi que todavía estaban allí. Desayuné con mi madre, quien también lo hacía, mientras miraba las noticias, mi papá en cambio, estaba leyendo el diario en el jardín.
-Hola, má, buen día!- le dije y salude con un sonoro beso en la mejilla y una gran sonrisa, poco frecuente en mi rostro.
-buen día hijo, bueno… hoy se levantó animado el niño!- dijo ella con una cándida sonrisa, al parecer era obvio mi buen humor.
-jajaja, nada que ver, siempre soy así- respondí yo, denotando más mi tan poco frecuente buen humor, era inevitable no rebosar de alegría encontrándome en el estado en el que estaba.
-Cuidado con el sol, mira que parece que va a estar muy bravo hoy, eh?- me advirtió a ver desde la cocina el resplandor del sol entrando fuertemente por la ventana.
-Ok, espero que sea liviano el entrenamiento de hoy porque no doy más…- dije y pesadamente me senté en la silla, frente a mi madre, quien ahora me miraba un poco más curiosa.
.Mmm… A qué horas viniste anoche? Tu papá y yo nos dormimos y no escuchamos la puerta del frente, no me gusta que andes hasta tarde en la calle- Me preguntaba mientras me servía un poco de café.
-Ay mamá… que ya no tengo ocho años… - espeté un poco rezongón por el comentario.
-Llegué como a las dos, más o menos, y Ezequiel me trajo en su moto…-mentí, no necesitaba que se enterase que volví solo, eso no contribuía a una próxima salida, ya que al parecer, a los ojos de mi madre, todavía tenía ocho años.
-Que bueno, ése chico me cae muy bien!- volvió a sentarse, y la “normalidad” se sentía nuevamente.
Desayuné rápida y abundantemente. Necesitaba recuperar mis energías para poder rendir durante el partido que de seguro se tornaría pesado, por el sol y las modificaciones en la formación... Pero el tema de mis energías pasó rápidamente a segundo plano, cuando recordé también que iba a encontrarme con mis amigos. Por poco y olvidaba que las cosas quedaron lo demasiado turbias para los cuatro, como para que sean pasadas por alto, tanto por ellos, como por mí. Marcos y Maximiliano se notaban sumamente tensos en el momento en el que nos encontramos casual o accidentalmente en la plaza anoche, sabía que ellos no olvidarían esa situación y aunque traté de que ésta pareciera de lo más natural, algo llegaron a sospechar, estoy muy seguro de eso.
Mientras devoraba mi tostada, pensaba que de ahora en más tendría que hacer lo imposible para que nadie, tanto dentro como fuera del Club, sospecharan nada, por un lado me dolía bastante y me daba una bronca terrible, pero por el otro sabía que si quería que la relación funcionara, debía hacerlo. Al fin y al cabo fui yo quien propuso tal cosa, sólo esperaba que Ezequiel lo haya entendido y aceptado. Me aterraba al imaginarme la reacción de los chicos al enterarse de lo mío con Eze por algún desliz por parte de cualquiera de los dos.
Marcos… para mi mala suerte, el estaba allí anoche, él más que ninguno sabe leerme, y de seguro cazó al toque lo que yo traté de aparentar en ese momento. Pero había en su actitud algo que no me cuadraba también, ya que yo igualmente entendía sus ojos y su comportamiento y estaba completamente seguro de que había algo en él que quería salir, pero que así mismo esforzaba por ocultar. En cambio Maximiliano, él sí que es y será siempre un instructivo en chino para mí… nunca pude leer más allá de sus ojos, así que lo que pude rescatar de lo de anoche fue que sólo se veía bastante incómodo y frustrado. Pero su arrogancia me molestó, después de todo, para qué necesitaba yo saber que él iba a salir con su chica y que estaba haciendo tiempo allí. De verdad que me molestó eso, pero su actitud, para conmigo y Ezequiel, me dejó en la duda…
Aunque… él mencionó que fue hasta mi casa, osea sí; el suele hacerlo, al igual que los demás, pero esta vez no encontraba las razones para que él solo haya querido hablar conmigo en mi casa… de qué? Para qué? Lo que él me dijo; de que fue sólo para hacer tiempo, de primera me molestó, pero en estos momentos y tras analizarlo más detenidamente, me llamó la atención, había cosas que no encajaban en lo inusual de la situación…
Dejé a un lado mis ideas de imposibles y terminé mi desayuno. Tomé las cosas para el Club; al cruzar la puerta empezaría mi nueva rutina, la de fingir frente a todos que nada había con Ezequiel y menos que menos nada había cambiado en la amistad entre los cuatro. Me despedí de mi madre con un beso y me dispuse a salir, de seguro alguno de los chicos de seguro ya estaría en la plaza, Lucas seguramente, después de todo él siempre fue el más responsable del grupo y nos esperaba sentado en la placita del barrio…
MARCOS:
Un profundo y sentido bostezo, terminó de despertarme. Me senté en la cama, las sabanas cubrían mi cuerpo semidesnudo, froté mis ojos y cogí mi celular, en él había un mensaje de texto, era de Enzo. Su nombre retumbó en mi cabeza, haciendo que terminara de despertarme con ello. “vas a ir a la práctica hoy?” es lo que decía el mensaje. Recordaba lo que hicimos en la noche, su revelación, mi revelación y el nuevo camino que ambos nos marcamos, con lo dicho en su departamento.
La noche anterior:
-Marcos, vos no…- dijo el mirándome entre serio y confuso, tras notar mis manos deteniendo las suyas cuando iban en camino hacia mi bragueta.
-No estoy seguro- dije un tanto tímido, pero escondiendo parte de las verdaderas razones, ya que no sabría cómo manejar lo que vayamos a hacer, el día después me inquietaba, ya sea en el Club o en todos los lugares donde nos toque volver a vernos las caras. O sea, él no es como el chico con el que me crucé en el gimnasio la otra vez, y al cual quien sabe si volveré a ver. Enzo es alguien a quien voy a ver todos los días en el Club y la idea de que se le llegara a escapar algo de lo que suceda en su casa, me tenía rayando las ideas.
-Pero no te preocupes, no es nada del otro mundo… Marcos, déjalo ser, no te escondas más, estás conmigo…- dijo, con una sonrisa compradora, pero que transmitía seguridad. Yo y mis inquietudes cedimos poco a poco a sus palabras, pero siempre analizándolo todo, ya que si bien él y yo estábamos conscientes de que era prácticamente inevitable que termináramos en esa situación, no podía dejar de pensar en el día después, porque tanto él como yo, nos íbamos a ver una y mil veces en ese club y definitivamente enrollarme con un chico, que además pertenecía al equipo, iba a hacerme bastante difícil el manejo con el entorno.
-Sí pero…- no logré terminar lo que iba a decir, cuando el colocó un dedo en mis labios y se aproximó hasta mi rostro y mirándome por un momento a los ojos, sonrió y me besó. Yo correspondía a las caricias de sus labios, mientras que él se aferraba a mi cintura. El beso fue suave, calmo y lentamente me llevaba a su ritmo.
Decidí no seguir diciendo nada, luego hallaría una salida a mis inquietudes, después de todo, siempre hacía lo posible por encontrarle la vuelta a mis problemas… sus labios, expertos en el tema, daban una lección terrible a los míos, casi los devoraban. Sus manos recorrían mi cuerpo, sobándome desesperadamente mi torso y espalda, yo trataba torpemente de seguirle el ritmo, pero por momentos extraviaba mis manos en las partes más obvias de su cuerpo: culo y bulto…
Nos separamos por momentos, para mirarnos y sonreírnos, para luego volvernos a besar. A decir verdad ya estaba cómodo en esa situación, pero no contaba con que José quería pasar niveles tan rápidamente. Me alarmé por un segundo, al volver a notar sus manos en mi bragueta, desesperadas tratando de deshacerse de mis pantalones. Aun no me sentía en condiciones de tener sexo con él, aunque ya tuve sexo con un chico, aún quedaban bastantes cosas en las que pensar, y aunque sabía que “pensar” en una situación como ésa era ser un tanto borde, aun así me mantuve firme y nuevamente tuve que detenerle.
-Qué pasa? Ya te dije que no te tenés que preocupar…- dijo, levantando mi rostro, tomándome del mentón.
-Sí, pero aun no estoy seguro… -dije apenado, atrás quedaba el Marcos que se las sabía todas…
-Marcos, no confías en mí? Bueno… no te puedo obligar a nada que no quieras hacer.- dijo dando un paso hacia atrás, mirando a un costado, al parecer estaba frustrado.
-Enzo, no es por vos, escuchame, solo soy yo… no sé como decírtelo, pero me preocupa lo que pueda pasar… después, allá afuera, si alguien se entera…- dije apenado
-“Si alguien se entera”!? A ver… creo que sé lo que te pasa- dijo dando un fuerte suspiro, sip, estaba cabreado y fue por mi culpa…
-Vení…- le dije, tomándolo por la cintura y tirándolo hacia mi cuerpo. Le dí un pequeño pico en los labios, pero aún permanecía en su postura, estaba frustrado por mi actitud tan patéticamente infantil.
-Entendéme… qué es lo que pretendes de todo esto? Acepto que por fin asumí lo que soy, pero aún me está costando bastante el asimilar todo esto y me da mucho miedo lo que vaya a pasar si esto se vuelve público; qué me dices de vos, no te pasaba lo mismo? ah?- dije tratando de convencerle. Le acariciaba una mejilla suavemente, después de todo, no quería tensionar más el ambiente.
-Yo no te voy a obligar a nada, ya te lo dije, pero es que pensé que después de todas las molestias que te tomaste en venirte hasta acá, sería para algo más… Lo habrás asumido, pero todavía estas bastante lejos de saber qué es lo que realmente querés…- dijo y se alejó de mi, esta vez dándome la espalda y dando varios pasos. Eso no me lo esperaba y aunque tenía mucha razón, esas palabras hicieron como si algo se soltara en mi interior, e hizo que me acercara hasta él rápidamente, tomándolo de un brazo de forma brusca, al punto de hacerlo girar por la fuerza ejercida y pegándolo contra mí, quedando paquete a paquete. – A dónde te vas… - dije un tanto cabreado y poseído por un deseo irrefrenable por hacerlo mío, algo en su actitud de reproche se encargó de sacar afuera a esa persona la cual ahora se encontraba devorándole el cuello, succionando y besando tan salvajemente que tuvimos que apoyarnos contra la pared.
Tiré hacia arriba su camiseta, sacándosela rápidamente. Él hizo lo propio con la mía, con una mueca de desconcierto, pero con una sonrisa. Me dirigí hasta su cuello nuevamente, besando, lamiendo y succionando. Mis labios iban descendiendo, hasta llegar a sus pezones, a los que atendí con pequeños mordiscos y lamidas, los gemidos de Enzo iban en aumento, seguidos de pequeñas risas y resoplidos, mis manos sobaban su espalda, y de vez en cuando su hermoso culo.
Enzo, quien estaba contra la pared, me tomo de los brazos y me giró, quedando ahora yo de espaldas contra la pared, levanto mis brazos con sus manos y clavó su rostro en mis axilas, aspiró profundamente y con su lengua lamió la parte sensible de éstas, un escalofrío me recorrió la espalda, estaba gozando con tantas experiencias nuevas en mi cuerpo, que mis piernas apenas si podían mantenerme en pie. Su lengua descendió hasta mi amplio pecho, lamiendo y restregándose contra mis pectorales. Me mordía el labio tratando de aguantar el placer que me producía esa lengua cada vez que pasaba por mis pezones, lamiendo y mordisqueando, succionando. Mi verga ya dolía en mis jeans, apretada a más no poder.
José se incorporó y nuevamente nos comimos las bocas, qué ironía, momentos atrás estaba cerrado en que no quería que nada pasara entre nosotros, por un miedo sin fundamentos, y ahora me encontraba deseando saber hasta dónde era capaz de llegar este chico con sus habilidades, y yo con las mías… me miró un momento, como pidiendo aprobación para lo que iba a hacer, yo le sonreí y con un movimiento afirmativo de mi cabeza accedí y sonriente él dirigió su labor a mis pantalones. Sus manos desabrocharon mi cinturón y rápidamente desabotonaron mis pantalones, éstos cayeron al piso, mitigando el dolor de la presión de mi pija embutida ahora en mis bóxers. Yo un tanto torpe, entre beso y beso, le saqué el suyo sin mucha dificultad, ya que se trataba de una bermuda.
Ambos nos quedamos en bóxers, devorándonos a besos y caricias, la temperatura nos calentó de tal forma que ambos comenzamos a movernos hacia su habitación, sin dejar de besarnos. Llegamos torpemente hasta allí, y a tientas él encendió la luz. Su cuatro estaba pintado de color rojo o bordó y el techo era blanco, lo que pude divisar a primera vista, fueron unas grandes fotos en blanco y negro y enmarcadas de Madonna… no les presté mucha atención, pero si me sorprendió un poco… eran un icono para la comunidad gay, no me importaba, pero me llamó la atención.
Ambos nos tumbamos en su amplia cama, rodando abrazados, sintiendo el calor del otro y la dureza de las pijas de ambos, las cuales se saludaban, cual amigas. Comencé a frotarme sugerentemente contra su paquete, el sólo se abría de piernas para sentir más el contacto de mi bulto en su entrepiernas, mis labios comenzaron a recorrer su blanco pecho, para nuevamente concentrarse en sus pequeños pezones rosados, mordí y lamí a cada uno, José gemía y se relamía los labios en voz baja, yo lo miraba y esa expresión de placer en su rostro, me invitaba a seguir y hacerlo un poco más salvaje, sí… le daría lo que quería sin medirme un poco si quiera, esto es lo que él quiso, así que aquí me tiene…
Descendí un poco más, hasta su ombligo, donde un fino camino de vellos, me guió hasta más abajo, allí tenía su tatuaje, ese hermoso tribal, un poco brillante por el sudor, lo lamí un poco y con un dedo comencé a levantar de a poco el elástico del bóxer de José, el cual se encontraba tirante, por la erección bajo la tela. Tenía un aparente buen tamaño y algo me decía que hasta se parecería al mío, metí mi mano completa, para palpar ese gran falo, el cual se sentía bastante rígido y caliente. En la punta, una gotita de pre-seminal humedeció mis dedos, oh Dios… estábamos tan calientes en esa situación que tenía que hacer algo sí o sí, José se retorcía al sentir mi mano en su miembro, que gemía y suspiraba con los ojos cerrados al sentir que mi mano seca, rozaba su glande.
Le saqué bruscamente su bóxer y lo tiré por ahí, su piel era tan suave, que mis manos no querían perderse un milímetro de ella, recorriéndola y sobando su culo, firme y paradito y sus muslos, sin casi nada de vello y níveo en extremo. Comencé a sacarme el mío, con cuidado de no dañar a mi pija, la cual rogaba por salir… me lo saqué y se lo aventé por la cara, éste solo rió y lo tomo y lo arrojó por ahí, mordí mis labios con fuerza, este chico me estaba sacando, me estaba sacando terriblemente!
-Acuéstate, te voy a enseñar algo…- me dijo, mientras se incorporaba, sosteniéndose en sus codos. Yo hice caso y me tumbé boca arriba, con mi pija como un mástil, apuntando al techo, crucé mis brazos tras mi cabeza, esperando lo que José tenía en mente. Lo ví levantarse, prender una lámpara color roja, apagando la de la habitación, su cuarto quedó teñido por la luz roja, y la verdad que parecía un hotel transitorio…
-Jajaja! Esto me encanta!!…- le dije, al ver la escena que preparó y el ambiente que se formó de repente, le indiqué que podía hacer lo que quisiera conmigo, al comenzar a masturbarme sugerentemente y sobarme los pezones con gracia de actor porno…
-Vas a ver lo que te voy a hacer Marquitos…- dijo y se abalanzó sobre mí, a besarme y descender velozmente hasta mi entrepiernas, tomo mi verga suavemente y comenzó a masturbarla, yo empecé a sentir esa electricidad que se originaba en mi pija, haciéndome retorcer un poco y soltar leves resoplidos. No quería forzarlo a hacer algo que no quería, pero tenía unas ganas terribles de que se metiera mi verga en su boca y comenzara a mamarla, quería saber hasta dónde podía llegar, así que sus manos no me convencían del todo…
Pero antes de que haya podido decir algo, tomo firmemente la base de mi pija y se la llevó a la boca, sus labios humedecieron mi glande y la sensación enseguida me inundó. –Ohhhh!!- se me escapó un sentido y poderoso gemido al sentir su lengua enrollarse en mi hinchado glande, me sentía en la gloria, definitivamente la sensación de una mamada bien hecha era algo incomparable... lentamente iba tragando mi pija, embadurnada de pre-seminal y saliva, yo retorcía los dedos de mis pies y con ambas manos tiraba de mi cabello, realmente estaba en un puto cielo y nada de lo que estaba viviendo se asemejaba al sueño que tuve, esto era mil veces mejor. Él comenzó un vaivén de arriba abajo, presionando sus labios y succionando a la vez, mis gemidos ya no eran para nada disimulados y gruñía de forma bestial.
Tuve que detenerlo porque de otra forma acabaría allí mismo, la verdad que la habilidad de su boca y lengua eran inigualables, pero quería seguir disfrutando de todo lo que el cuerpo de Enzo tenía para darme. – Déjame a mi ahora, quiero saborearte… un poco- dije agitado, y rojo de la excitación, mezclada con timidez y nervios. –Está bien, te voy a dar lo que quieras, solo disfrútalo, disfruta porque soy todo para vos…- él gimió y rió con estas palabras y se acomodó en la cama. Tímidamente yo tome con mis manos su pija, estaba húmeda y caliente, como la mía pero más rígida. Lamí con sumo cuidado la punta rosa de ese palo de carne, despegándole de los pulmones a Enzo, suspiros ahogados con cada roce de mi lengua, lo mojé bien en saliva y luego la comencé a tragar, era suave y dura a la vez.
Enzo se restregaba contra la cama, al sentirme tragar su pija, se retorcía prácticamente, esto me animaba a hacerlo mas y mas hábilmente, sacando lo mas guarro que tenia
– oh… mierda… así, si… mmm… aah…- soltaba Enzo entre quejidos, con los ojos cerrados, tomándome con una mano el cabello, marcando el movimiento. Sentí espasmos en el interior de mi boca, provenientes de su verga, parecía que estaba por acabar, me aparto e hizo algo que no esperaba, se puso en una posición sumisa, dándome la espalda, poniendo el culo en pompa.
Giró su cabeza y con una sonrisa de lo más salida, me dijo: -Si sos macho, te vas a comer mi culo… ahora!- y se volteó, riendo seguramente, esperando. Su culo, prieto y sin un solo vello, esperaba por mí, un momento repensé la propuesta, pero luego de ver mi pija chorreante de saliva y pre-seminal, no dudé mas. Me metí de cabeza prácticamente, a devorarle primero la raja, la cual abrí con mis manos y lentamente fui llegando con mi lengua hasta su pequeño botón rosa, el cual estaba muy cerrado. La primera impresión no fue mala, de hecho me estaba olvidando lo que estaba haciendo, y mi lengua recorría por si sola ese terreno tan desconocido.
Le estaba comiendo el culo a un tipo! Pero poco me importaba, sus gemidos profundos y el sudor que manaba de sus poros, eran señal de que lo estaba haciendo muy bien. – Tengo que cogerte, tengo que hacerlo ya!- le dije en tono de orden más que de pedido. Recorrí con mi lengua la columna vertebral de su espalda, sentía el regusto salado de su sudor y me encantaba, era la situación más nueva, cerda, y excitante que jamás tuve, y no iba a negarle a mis sentidos ningún detalle que el cuerpo de Enzo tenia para ofrecerles. –Tie- tienes un preservativo?- le dije, a medida que me pajeaba suavemente con una mano y con la otra agarraba fuertemente mis huevos.
-Sí, espera, aquí tengo unos cuantos creo…- y buscó en el cajón de su mesa de luz y sacó una tira de cuatro “forros”.
-Te son suficientes cuatro forros, Marquitos? Jajaja- dijo burlonamente, meneando la tirilla de preservativos.
-A decir verdad, son pocos…- dije yo rematando con más picardía. - Anda pásame uno, que no doy más, mira como me tenés…- le dije, moviendo mi verga, muy colorada y venosa.
Me puse rápidamente el preservativo y escupí en mi mano, para luego embadurnar con la escupida, mi verga enfundada en el forro. –Méteme un par de dedos primero…- dijo él, mientras se acostaba boca arriba en la cama, abriéndose de piernas y pajeándose de tanto en tanto.
-Está bien, aquí voy…- dije, y con sumo cuidado, puse la punta de mi dedo índice, y presioné levemente, miraba su rostro para ver sus reacciones, no quería hacerle daño. Con una afirmación de su cabeza, introduje el dedo medio, con lentitud y por último el anular. El se retorcía y gemía suavemente, con una sonrisa en sus labios. – Así Marcos, bien…- decía, como si estuviera drogado o ebrio. Giré mis tres dedos dentro de él y procedí a meterlos y sacarlos, ya estaba totalmente dilatado. Ahora tocaba meter lo más importante. Dudé por un segundo, ya que no creía del todo que por ese agujerito podría pasar mi verga, que cabe recalcar, es un tanto gruesa. Pero nuevamente su rostro me dio el sí, por lo que apunté y metí muy despacio la punta de mi verga. El sonido del látex abriéndose paso a través de él, me excitaba extrañamente. Una vez situado en su interior, toda la cabeza, lo dejé allí por un momento, la estrechez de ese orificio y la presión que ejercía en mi glande, hicieron que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza.
Ya iba por la mitad, cuando sentía cada vez más presión, pero que lentamente cedía y se amoldaba al grosor de mi pija. No aguanté más así que metí de un solo golpe lo que faltaba por entrar. Nuevamente esperé un poco y también observé el rostro de Enzo, la cara de satisfacción que tenía decía todo, una línea de rubor pasaba sobre sus mejillas y nariz, se veía tan sexy que comencé a penetrar lentamente. Mis movimientos eran más suaves que como lo fueron cuando debuté con una chica, eso me extrañaba, por un lado no quería dañarle, quería hacerlo bien.
Pasaban los minutos y yo aumentaba paulatinamente mi velocidad, mi pelvis llegó en cierto momento a adoptar un ritmo propio y autómata, dejándome a mí solamente sintiendo placer de esa penetración. El ritmo aumento a tal punto que ambos movíamos la cama, parecíamos salvajes y nuestra respiración estaba agitada, resoplábamos y gemíamos roncamente, Enzo soltaba unas guarradas inentendibles, pero que me resultaban cachondas a más no poder. Me reía, como un poseso viendo mi pija entrar y salir de ese agujero tan fácilmente. Quité la mano de Enzo bruscamente de su pija y comencé a masturbarlo frenéticamente. Él con sus manos libres, comenzó a arañarme los brazos y a sí mismo, estábamos locos… sentí su verga ponerse inmediatamente tiesa y su culo también, esto hizo que comenzara a vaciarme como loco dentro suyo, y a su vez él en mi mano. Seguí dando las ultimas estocadas, dolían si, pero quería que sintiese de mí hasta el final…
Caí rendido a su lado, respiraba sumamente agitado al igual que él. Anudé el preservativo y lo dejé a un lado, en el piso. Él se incorporó sobre sus hombros y me observaba complacientemente. Le devolví la mirada, agradecido a decir verdad, por todas las sensaciones que me regaló. Me acerqué hasta él y nos devoramos los labios. La verdad que el pibe besaba bastante bien y eso me gustaba… -Decime, podrías decirles a tus mieditos qué tal estuvo todo esto? Jajaja!- dijo riéndose burlonamente, mientras tomaba mi rostro para volvernos a besar…
-ja ja ja… que gracioso… dije golpeándole levemente en el pecho, ambos apenas si podíamos respirar, pero reíamos por todo lo pasado.
-La verdad que estuvo muy bueno, uff!!- resoplé secándome el sudor de la frente. Un silencio nos cubrió de repente, era de reflexión, ambos reflexionábamos en silencio. – Tenés un cigarrillo?- dije, tratando de romper el silencio. – Si, acá tenés… tomá – y del mismo cajón de los forros, sacó una caja de cigarros y me dio uno. Prendí el mío y el hizo lo mismo. Nos sentamos y fumamos, nuevamente en silencio…él agachó su cabeza y miraba al piso. Yo estaba haciendo nuevamente reflexiones en mi cabeza, miraba mi cigarro consumirse a sí mismo en la media luz en la que nos encontrábamos en esa habitación.
El sonido de fondo, tanto dentro y fuera del cuarto, sólo eran perros ladrando a lo lejos, autos y grillos ya que nadie decía una sola palabra. Me puse a pensar qué sería de mí a partir de ese momento, ya que yo no iba a poder mantener una relación a escondidas si es que a él se le ocurría querer iniciar una, eso no era lo mío, sabía que también era algo egoísta pretender que solamente basemos esa “relación” en sólo sexo casual, pero a mí me convenía que fuese así, que lo llevemos como los “follamigos” o touch&go… pero si él pretendía noviazgo, no estaba muy seguro de poder aceptar.
Nuevamente eran bastantes cosas por perder si mi secreto, el ser homosexual, el cual siempre mantuve bajo siete llaves, saliera a la luz por él, por la vida que llevaba, despreocupada del qué dirán y aceptándose como era. Yo no podía darme tal lujo, mis padres no lo tomarían nada bien, sobre todo mi viejo… giré para verlo, aun miraba a ningún lugar, solo veía su espalda, y el humo de su cigarrillo. Volví mi mirada a su habitación, sus cuadros en blanco y negro de la diva que le gustaba… Esto era su mundo y no tenía muchas ganas de adentrarme en él…por lo menos por ahora no…
Me acerque hasta él y acaricié suavemente su espalda.
– Y ahora?... qué vamos a hacer? Digo, ya nada va a ser lo mismo ¿no?- y dejé la frase colgada en el aire. Él no respondió nada. Ladeó su cabeza, como si estuviera pensando y suspiró, para luego voltear a verme.
-Creo que me… me gustas, un poco… sabes?- dijo de lo más tranquilo, como si fuera la cosa más natural del mundo-
-Yo?, pero… a mi me gustó esto, pero sabes yo…- volví a enmudecer, sus ojos en los míos, no dejaban que articule palabras sin poder evitar sentir que esto se me estaba yendo de las manos.
-Sí, ya sé, vos no querés una relación, es eso… sabes Marcos, caí las veces suficientes como para darme cuenta de las intenciones de la gente… Sé que no vas a dejar tu vida perfecta por arriesgarte con alguien como yo, pero no te culpo, la verdad que estas en todo tu derecho de pensar así…- volvió a darle una pitada a su cigarro – y la verdad me alegra que te haya gustado, si es eso lo que buscabas de todo “esto”, me alegra haberte ayudado, prefiero que seamos amigos con derecho, a no ser nada…- sonrió, al parecer leyó en mis ojos mi incertidumbre y eso en gran manera me tranquilizaba.
-No sé qué decir…- le dije medio apenado, ya que sentía cierta culpa, pero sus ojos me demostraron una resignación que parecía calmarle.
-No digas nada, está todo bien, ok? mejor vamos a ducharnos…- sonrió y se incorporó, me tomo de una mano y los dos salimos de la habitación hacia un pequeño baño. Nos duchamos, cada quien por su cuenta y después de esto y sin más volvimos a besarnos, esta vez más tranquilamente, sin miedos, sin presiones, un beso y nada más…
Mientras me duchaba, el recuerdo de la noche me dejo más tranquilo, las cosas se dieron como yo esperaba y sólo tenía que actuar normalmente, ya que él dejó en claro que nada iba a cambiar, tanto en el club como fuera de él. Bajé a desayunar tras haberme cambiado y sin querer recordé un detalle no menos importante de la noche anterior: Pablo…
MAXIMILIANO:
El recuerdo de su actitud tan arrogante, tan… poco usual para con nosotros, dejó en mí muchas dudas, dudas que de verdad hicieron nada más que enojarme, frustrarme y llenarme de cosas que nunca sentí, a decir verdad no supe porqué seguía dando vueltas en mi cabeza esa imagen, la de Pablo yéndose con Ezequiel así sin más, como si fuera cosa de siempre… Nosotros somos sus amigos y no entendía porque actuaba tan raro últimamente, se estaría hartando de nosotros? Que mierda le pasaba, y además, porqué Ezequiel, osea… quería amistarse con él de la noche a la mañana?
Paré un minuto de ejercitar mis brazos con las pesas, llevaba media hora haciéndolo y el fuerte calor hizo que desistiese por un momento. Respiraba agitado, sudando profusamente, pero mis pensamientos seguían allí. Decidí ejercitar porque ya no tenía nada de sueño, últimamente estaba durmiendo de forma irregular y en la mañana el sueño se me cortó de forma imprevista a eso de las siete.
Miré mi reloj de pulsera y vi que aun tenía media hora para juntarme con los chicos en la plaza para ir al Club. Tomé las pesas nuevamente, esperando despejarme un poco la cabeza, pero los recuerdos aun insistían. La noche anterior, después de que Pablo se fuera con Ezequiel, me fui de allí ya que debía encontrarme con mi novia, pero mientras iba a su encuentro, un gran desánimo me descolocó y la verdad ya no supe que es lo que quería hacer en realidad. Pero un nuevo mensaje de Jessica me hizo recapacitar y fui a recogerla.
La noche con mi novia pasó lentamente y la verdad parecía que era yo quien veía pasar los minutos a paso de hombre, porque llegué a sentirme bastante aburrido en cierto momento, cenamos en un lugar concurrido, pero para mí parecía estar desierto, ella me hablaba de sus amigas, de su equipo y honestamente debía hacer un gran esfuerzo por seguirle el ritmo a la conversación.
-Me vas a contar que te pasa o vamos a seguir hablando de mis amigas toda la noche?- dijo en tono de reproche, haciendo que levantara mi cabeza la cual estaba apoyada sobre mi mano, sorprendido por su repentina actitud.
-Ah?... – fue lo único que atiné a decir. Su cara lo decía todo, se dio cuenta y se veía molesta…
-No sé, decime vos… llevo hablando más de diez minutos de mis amigas y no me has cortado la conversación, con rugby o lo que sea! Dale, que te pasa?- me dijo mirando a ambos lados seriamente.
-Estoy cansado, es sólo eso… hoy nos reventaron en el Club – mentí, no encontré la necesidad de hacerlo, pero lo hice. Ella me miraba y tras un momento de duda, me estiré hasta besarla. Juntamos las sillas, ya que estábamos de frente y nos besamos bastante tiempo…demasiado y al parecer eso también fue un error de mi parte, ya que inesperadamente se separo de mí y nuevamente sus ojos se clavaron en los míos buscando una respuesta.
-Qué?- pregunté más confundido que ella.
-Qué te pasa?! Osea, desde que llegamos estas perdido, me enferma que estés como en la luna!- dijo ella levantando la voz, pero guardando un poco las apariencias, ya que estábamos en público.
-Ya te dije, estoy un poco cansado amor… porqué no nos vamos a otra parte?- le sugerí con voz pasiva, tratando de menguar la tensión que se generó de repente.
-Sabes qué? Está bien, llévame a mi casa, porque no tengo ni los ánimos ni la paciencia para estar viéndote como a un florero ahí sin hacer ni decir nada!- Dijo, y esta vez se levantó repentinamente de su asiento, haciendo que las personas cerca nuestro voltearan a vernos confundidos.
-Pero que te pasa… ya te dije que estoy un poco cansado por la práctica. Porqué te pones en ese plan?- dije tratando esta vez de no parecer desconsiderado, pero buscando sosegarla, estaba un poco nerviosa.
-Maxi, si estas tan cansado, me hubieras dicho que no salíamos y punto! Sabés que odio quedar como una tarada! Ya me…- no pudo terminar lo que iba a decir cuando su celular dentro de su cartera comenzó a sonar. Su gesto de sorpresa al ver la pantalla hizo que bajara la velocidad de sus movimientos y los decibeles. – Ya vengo…- dijo con el celular en la mano, tapando la bocina, atiné a hacerle un gesto afirmativo con la cabeza e inmediatamente caminó hasta el baño de mujeres. Resoplé fuertemente y quedé allí sentado, jugando con las gotas que resbalaron de mi vaso y quedaron en la mesa de vidrio, haciendo figuras con ella, otra vez empecé a llenarme de pensamientos y recuerdos.
Al cabo de unos minutos, Jessica regresó del baño, esta vez más tranquila, incluso más dócil. Se sentó junto a mí y no dijo nada, la calma había regresado, pero ella con voz tranquila y pausada me dijo que sería mejor que nos vayamos de ése lugar, no me dijo esta vez los porqués ni adonde ir, pero simplemente hice caso, ya que tampoco quería quedarme un minuto más allí. Salimos del restaurant y afuera moví mi motocicleta, la cual estaba estacionada en un costado del lugar, bajándola hacia la calle.
-Vamos a tu casa o a donde?- le pregunté, mientras encendía mi moto.
-Sí, a mi casa; tengo cosas que hacer.- dijo suavemente, atrás había quedado la de hace un momento y me extrañó su cambio de actitud.
-Quien te llamó? Era de tu casa?- pregunté.
-Emm, sí, era mi papá, necesitaba una mano con unos papeles… y eso…- dijo sonriéndole, como si fuera cosa de poca importancia, se colocó atrás mío y tras haberse acomodado, partimos hacia su casa, no era medianoche aún.
Estaba nuevamente sudando en mi habitación, haciendo repeticiones en cada brazo, pero no podía dejar de sentir esa sensación de incertidumbre por la que estaba atravesando, lo más gracioso es que no encontraba el porqué, pero el sentir que la estabilidad entre la amistad que mantenía con Pablo empezaba a fallar en cierta forma, me preocupaba, él ya no era el mismo, ya no se lo sentía igual. Por mi parte empezaba a percibir que yo estaba dejando que suceda, que yo estaba descuidándome en cierta forma de aquello que me había dispuesto a proteger, tanto a él como a cada uno de los chicos. No entendía sus razones y mucho menos su actitud, y mucho menos entendía qué era lo que le motivaba a hacerlo.
Ya estaba realmente extenuado, de tanto ejercicio y de tanto pensar, lo mejor sería que dejara de hacerme la cabeza, sin razón y sin motivos, y me concentrara en rescatar lo que tenía a la vista, lo que se podía sentir como real y no amarrarme a suposiciones y cosas que no se merecían la pena. Estaba seguro de que en el Club, cuando nos juntemos allí para hacer lo de siempre, lo verdadero, aquello que nos identificaba como grupo, como hermanos, iba a seguir estando allí, sin ningún atisbo de cambio; todo seguiría igual, completamente igual…
Me fui a duchar, en mi cama estaba todo lo que llevaría para la práctica, y por algún motivo que desconocía quería ir sí o sí.
PABLO:
Caminaba a paso lento porque salí con algo de tiempo de casa. Miraba a las personas pasar cerca de mí por la acera en la que caminaba hasta la plaza. Podía esta vez mirarles a los ojos con seguridad, pude saludarles más cordialmente que de costumbre y hasta sonreír… estaba feliz, porque ahora estaba experimentando la felicidad y nada me importaba ya, sólo ser feliz junto a Eze, junto a mi novio el cual me amaba sinceramente…
Llegué a la plaza y aun no había nadie, esto me sorprendió en cierta forma, ya que pensaba que por lo menos Lucas estaría allí… No le di mucha importancia e inmediatamente saqué mi celular, debía hablar con Ezequiel, de lo que sea, pero quería escuchar su voz y sentir nuevamente ese amor que me transmitió anoche con sus palabras y con todo lo que me dio… marqué su número y en un instante contestó:
-Hola? – escuche su voz algo grave y ronca, tal vez recién se levantaba…
-Hola Amor, como despertaste?- pregunte con un deje de timidez que hasta me pareció demasiado cursi.
-Pablo!, mi vida, no pude dormir anoche cuando te fuiste, te extrañé demasiado…- sus palabras hicieron aparecer una boba sonrisa en mi rostro y el calor en mis mejillas subió de golpe. – no puedo creerlo aún, no puedo creer que me esté pasando esto, sabes?- agregó.
-Yo también aun no caigo en todo esto, pero me gusta mucho…- dije, y sentí como reía despacio, al igual que yo – vas a ir al club?- le pregunté. Quería que estuviera allí, mis ojos deseaban volver a verle.
-Por supuesto que sí! Por nada perdería esta oportunidad de poder verte de nuevo amor…- sus palabras y su voz se animaban más y más. – Pablo?- dijo.
-Mmm? Si?- pregunté, escuché un suspiro en la bocina del teléfono y tras un momento volvió a hablar.
-Tus amigos, no crees que ellos sospechen de algo? No nos traerán problemas?- su pregunta me descolocó un poco, después de todo, anoche actuaron de forma extraña cuando nos vieron aparecer a Eze y a mí, aunque creo que simplemente pudo haber sido por la sorpresa de verme con alguien más que no sean ellos o mis compañeros de la Facultad…no, no creo que hayan sospechado de nada, aunque su comportamiento reacio para con Ezequiel me hizo pensar en varias cosas, además porque estaba Marcos allí.
-No, ellos no saben nada y dudo que sospechen de algo, créeme que los conozco lo suficiente como para estar seguro de eso…- dije, aunque sonaba lindo, no era del todo cierto… - Tranquilo, que lo nuestro es nuestro y a nadie le importa más que a nosotros- le dije y escuche nuevamente suspirar detrás de la línea.
-Te amo tanto… no voy a dejar que nadie nos quiera joder, eso te lo aseguro… te amo “chiquito”- nuevamente sus palabras me electrificaron de punta a punta. –Te veo en un rato, mi vida…- dijo y me sentí como un helado derritiéndose en el sol de mediodía…
-Dale, nos vemos en un rato Eze… Te… te quiero mucho… dije bastante apenado, y con cara de idiota.
-No sabes cuánto esperé para escucharte decir eso… te amo mi amor- Dios, sus palabras se agolpaban en mis oídos!
-Chau, nos vemos…- y corté rápidamente, un minuto más y comenzaría a irradiar corazones por todos mis poros… y eso no era lo mío…
Pero aun así me quede mirando la pantalla de mi celular por un momento largo, con los ojos idos en el display luminoso, absorto en… nada.
MAXIMILIANO:
Terminé de ducharme, y agarré todas las cosas que necesitaría en el Club y me fui de casa despidiéndome de mis viejos. No tomé la calle de siempre, sino que corté camino por un pasaje que quedaba a mitad de cuadra, que salía directamente a la calle que llevaba a la plaza. Mis ideas estaban en calma, ya no tenía nada en qué pensar así que caminaba tranquilamente. Saludaba a las personas a las que siempre me cruzaba por esa acera, a los comerciantes de las distintas tiendas de la cuadra, de la misma forma de siempre.
Levanté la vista del piso, y vi la espalda ancha y el cabello rizado de mi amigo Marcos, el cual iba a paso tranquilo, distraído al parecer porque se sobresaltó cuando le di una palmada en la espalda y me coloqué a su lado.
-Mierda que te asustaste! jajaja- le dije mientras lo saludaba rodeando sus hombros con un brazo.
-Andá! – me dijo sonriente, pero desairado y me dio un ligero codazo. – Y esto? Ah la mierda!!- dijo algo sorprendido, al tantear la dureza de mis brazos, que aun seguían tensionados por el ejercicio de minutos atrás
-Nada, estuve ejercitando un poco esta mañana, no me gusta estar hecho un flan jajaja- ambos reímos por el comentario, pero había algo en Marcos que parecía extraño, no supe que era y la verdad ya muchas ganas de querer saber, no tenía.
Me separe se su cuerpo, ya que el intenso calor de la mañana se estaba tornando insoportable, así que le sugerí que también acelerase el paso. En un punto del recorrido, comenzamos a hablar de lo que sería el entrenamiento de hoy. Yo estaba emocionado en parte, porque me encantaban los viernes de partidos, osea patear unos cuantos culos, derribar a cualquiera y pasarla genial con los chicos, y por otra parte porque ya mañana seria fin de semana y podríamos salir a cualquier lado con Marcos, Lucas y Pablo…. Que buena falta que nos hacía en estos momentos, el salir a tontear un rato, los cuatro como siempre lo hacíamos.
Marcos estaba un poco dubitativo y no hablaba mucho, solo si yo sacaba algún tema en específico, ahí recién obtenía respuestas de su parte. Terminamos hablando de la nueva formación y de cómo pretendía yo que nos movamos, por lo menos él y Lucas con Pablo, los demás no me interesaban, sólo quería que se movieran a la vieja usanza, la de siempre y que nosotros sabíamos cómo manejar. Hablando y poniendo ejemplos gráficos con las manos, mi amigo Marcos, caminaba a mi ritmo hasta que llegamos a la esquina de la plaza, desde la distancia pudimos divisar al que parecía ser Pablo allí sentado en una banca de la plaza, a la sombra de un árbol, esperándonos seguramente, pero con su celular en la mano…
Aceleramos un poco el paso y me extrañó no ver al “Colorado” por ningún lado, ya que generalmente era él quien siempre llegaba antes que todos al lugar, pero allí solo estaba Pablo. El calor estaba siendo demasiado insoportable y rápidamente llegamos hasta donde él se encontraba.
MARCOS:
Iba despacio, sin prisa y aunque sentía arder mi cabeza bajo los rayos del sol, no variaba la velocidad de mis pasos, llevaba varios minutos dándole vueltas a la actitud de mi amigo Pablo la noche anterior, estaba raro y eso era notable, es mas juraría que algo traía entre manos… y no digo que esté mal, solamente pienso que es muy raro que no me haya comentado nada acerca de cómo estaba últimamente, cosa que siempre hacíamos cuando pasábamos por esos momentos típicos de incertidumbre. Y después estaba Ezequiel, el chico que ahora aparecía demasiadas veces con él, de aquí para allá… Pablo nunca fue del chico que se echaba encima amistades de un día para el otro y su repentina amistad me tomó por sorpresa, al parecer a mí y a los demás ya que anoche, en la plaza, noté como Maxi también se incomodaba un poco por la presencia de este chico, que para peor de males, nada bien le caía…
Pero en mi interior sentía que nada podía reprocharle a Pablo por cualquiera sea la actitud que tomase, sería muy hipócrita de mi parte el hacerlo, puesto que yo me encontraba en una posición en la que superaba la simple amistad de esos dos, así que decidí no darle más importancia al tema Pablo y compañía, solamente apoyarlo en lo que decidiera, después de todo somos casi como hermanos y entre los dos nos entendemos.
El calor se estaba tornando un tanto insoportable, estaba a punto de apurar el paso, pero con la mirada perdida en el piso, que me sobresalté demasiado al sentir una fuerte mano sobre mi hombro – Mierda que te asustaste!- dijo Maximiliano riendo un poco, colocándose a mi lado y rodeándome los hombros con un brazo, yo aminoré el paso y di un respiro por la exaltación.
-Andá- le dije, la verdad que me había sorprendido el muy desgraciado y le di un codazo en las costillas. Además de estar vestido muy lindo, por alguna razón sus músculos se apretaban bajo su ropa, marcándose sensualmente, sobre todo los bíceps y los pectorales. No pude evitar soltar un tonto halago a sus músculos los cuales de verdad se notaban duros al tacto. Me dijo que había estado ejercitando desde muy temprano y seguimos caminando.
Por un momento volví a quedarme pensativo, ya que el calor del cuerpo de mi amigo me recordó inmediatamente al de Enzo, aunque no se parecían en nada, recordé que el también estaría allí y esperaba que por su parte, hiciera lo que acordamos. Maxi se separó de mí, tal vez por el intenso calor y salió el tema rugby mientras seguíamos el camino hasta la plaza que dá al Club.
-Ustedes tres no se me van a despegar cuando nos toque la defensa, dejen que los otros dos hagan lo que quieran, pero ustedes mantengan la jugada que siempre hicimos- decía él, los otros dos eran claramente los nuevos agregados que Don Arturo había hecho en la nueva formación.
-Si, además sabemos cómo movernos, los otros van a tener que moverse según les marque Don Arturo y no sabrán que hacer- dije yo mientras intentaba apartar los pensamientos innecesarios con una buena conversación de Rugby…
PABLO:
A lo lejos, doblando una esquina, aparecían Marcos y Maximiliano hablando entre ellos, Marquitos iba gesticulando con las manos, algo muy típico de él… Maxi en cambio le escuchaba atentamente con su bolsito en la espalda, llevándolo con el brazo flexionado. Llevaba puesta una camiseta blanca y celeste y por alguna extraña razón se veían sus músculos mucho más marcados que antes. No pude evitar quedarme viéndoles atentamente y busqué en sus rostros algún rastro de “algo” que me haga encender las alarmas. Pero no, no había nada en sus rostros que me hiciera dudar, pero aun así me mantuve atento.
Se acercaban y pude escuchar un poco de su charla, al parecer era sobre el partido y de rugby y eso me tranquilizó bastante… se pararon frente a mí, yo me levanté algo dudoso, pero aparentando seguridad. Saludé a los dos y me correspondieron de la misma forma que hace años, daba gracias en mi interior, todo iba bien, la normalidad y estabilidad allí parecían estar. Saludé a ambos con un apretón de manos y una palmada en el hombro a cada uno, como era costumbre.
-Sonríen, eso es bueno- pensé mientras trataba de sacar algo de qué hablar sin parecer sospechoso.
-Lucas no llegó todavía?- preguntó Maxi, mirando los alrededores, su cuello se notaba mas hinchado y rojo cuando giró su rostro buscando por los alrededores.
-No, yo llegué hace un rato y él no estaba aquí… a lo mejor se durmió…- dije yo, Marcos y Maximiliano se sentaron a ambos lados de mí, un silencio se formó de repente y comencé a sentirme algo nervioso con los chicos a mis costados, no podía moverme a ningún lado. Miraba de soslayo a cada uno, buscando algún gesto que me pudiera dar una pista de lo que estaban pensando, pero nada, ambos estaban sentados allí, mirando a cualquier lugar. Yo me sentía un espía atrapado tras las líneas enemigas… Mierda.
En eso, Marcos me dio un leve puñetazo en el muslo, y me miró con una sonrisa picara en su rostro levemente bronceado y con aire de niño bueno… - Que tal anoche, que hicieron al final Ezequiel y vos?- preguntótranquilamente Marcos, sin dejar su expresión serena. No supe que decir, pero mi mente maquinó una idea en un flash.
-Fuimos a su casa, y jugamos con su play 3 un rato, estuvo bueno…- dije sonando igual de tranquilo que mi amigo, el cual no mutó su postura en ningún momento.
-Que bien, si… dicen que está buena… Nunca nos inviten no?!?- dijo en tono de reproche, dándome un codazo. Maxi no decía nada, solo miraba los alrededores achinando los ojos por el reflejo del sol.
-Ah, pero se hubieran prendido acaso? Jajaja- a donde iba a llegar todo, no lo sabía, así que le seguí la corriente sin más.
-Si nos decían que vayamos, por lo menos yo, iba de una, ustedes dos se cortan solos! ya va a ver “ése” cuando lo vea! Jajaja- su repentino cambio de actitud, respecto del de anoche me dejó totalmente descolocado, sólo atiné a reírme con su comentario.
-Bueno, arreglamos un día una salida entre todos y listo, no?- giré a ver disimuladamente a Maxi, miraba hacia un costado, en dirección a la calle por la que él y Marcos vinieron y sus ojos apuntaban a una silueta conocida, alta, delgada y de cabello rojo… Lucas venía trotando, ya que odiaba el sol y el calor, esta vez no traía su típica gorra y de seguro se estaría odiando por eso. No tardó mucho en llegarse hasta donde estábamos. Sudando y casi jadeando nos saludó. Esperamos un rato, para que él se pudiera refrescar y relajar un poco, y luego emprendimos la marcha hacia el Club.
Caminamos por la misma acera que conducía en línea recta hasta el club, nuevamente las caras conocidas de los comerciantes nos saludaban con carisma y así también les saludábamos. Iba charlando con Lucas, hablando de cosas triviales, adelante nuestro, Marcos y Maximiliano decidieron hacer la punta y según pude escuchar, volvieron a hablar de lo que sería el partido de hoy. Nuestra rutina diaria era la misma y agradecía por eso, ya que yo no había hecho que cambiara en nada. Realmente daba gracias por ello…
MAXIMILIANO:
Llegamos al Club bastante más rápido que de costumbre, y era entendible puesto que no éramos tan tontos como para asolearse de vicio en esa acera. Llegamos a la entrada del enorme predio del Club San Martin e inmediatamente busqué con la mirada a Jessica, pero no estaba por ningún lado, esto me sorprendió ya que siempre solía esperarme y si no lo hacía, pues me mandaba un mensaje de texto, cosa que tampoco hizo. Marcos me dio un leve empujón y seguí caminando junto a ellos.
Al pasar por el predio de la cancha de Vóleibol, pude ver que allí estaba ella, ya se encontraba practicando al igual que sus compañeras y al parecer estaban jugando un partido, puesto que estaban en la cancha y se veían sumamente concentradas tratando de anotar tantos, ella se diferenciaba de entre todas, ya que no dejaba que el balón tocase el piso de su área. Ágil, ése era el adjetivo que mejor le cabía a Jessica al verla correr y acaparar el balón y golpearlo con fuerzas para mandarlo al área contraria, se veía muy bien vestida de blanco, camiseta y short… y su oscuro cabello ondeándose al ritmo de su cuerpo… Me quedé mirando por un momento y aunque ella no se daba cuenta que estaba viéndola, no me importaba. En eso, Lucas me dio una palmada en el hombro, trayéndome a la realidad, mostrándome que tanto Pablo como Marcos ya se habían adelantado, rumbo a los vestuarios.
Lucas y yo llegamos a los vestuarios y allí ya había otros chicos, algunos ya listos, otros en bolas, cambiándose y hablando entre ellos, Lucas y yo saludamos a todos y nos ubicamos en una banca junto a Marcos y Pablo, que estaban comenzando a desvestirse. Hicimos lo mismo y en un momento estábamos los cuatro listos para salir a la cancha. –Mierda, no sé ni para qué vine, no tengo ganas de estar asoleándome con este calor…- dijo Lucas incorporándose al lado mío. – Si, espero que sea leve el juego de hoy, hace bastante calor- dije yo terminando de colocarme los protectores de las pantorrillas debajo de las medias. –Se quejan de todo, en invierno es lo mismo! Jajaja- dijo Pablo bastante animado, él al igual que Marcos ya estaban listos . –Maxi, explícales a estos dos que vamos a hacer hoy por favor- Dijo Marcos en tono despectivo, pero burlón… los otros dos me miraban algo confundidos.
-Bueno, vamos a mantener nuestra jugada tal como la hicimos siempre- dije un poco por lo bajo y para nosotros cuatro, ya que no me gustaría que todos se enteren. –Pero y Don Arturo?- preguntó Pablo. –Sí, se va a dar cuenta, acordate de que ya no somos sólo los cuatro, ahora se nos agregaron otros chicos y ellos tienen que hacer lo mismo que nosotros, queramos o no…- agregó Lucas. –Ustedes no se preocupen, hagan lo que yo les digo, que así no va a ir bien…- dije yo poniéndome de pie, ya estábamos para salir a la cancha. Pablo se quedó atrás y habló: -Y Ezequiel? Y los demás? Maxi, Don Arturo se va a dar cuenta…- sus palabras me molestaron un poco, más allá de que haya mencionado a Ezequiel, me molestó que no confiara en mí y que se hiciera a un costado en algo que siempre hicimos, o sea el mantenernos siempre los cuatro, como equipo y amigos, realmente sentí algo parecido a la decepción, pero no pude decir más nada… simplemente lo dejé pasar y seguí caminando, nadie más dijo nada.
PABLO:
Sabía que había metido la pata al haber sacado el nombre de Ezequiel en medio de la conversación con los chicos, pero no pude evitarlo, primero porque no me parecía justo para los nuevos agregados de nuestra formación y otra, porque quise ver si tirando una indirecta algo directa de querer integrar a Eze al grupo, tal vez fuera a funcionar, pero claramente me equivoqué, subestimé a Maxi y al resto de los chicos, y lo peor, casi quedo en descubierto por un impulso estúpido.
Los chicos continuaron caminando hasta salir al predio, yo me quede en el vestuario, y aun había chicos allí, busqué disimuladamente a Ezequiel con la mirada, ya había visto su motocicleta estacionada en la entrada y por eso ahora quería verle nuevamente. Saludé a varios de los chicos que salían directo a la cancha, Enzo, un compañero del equipo, pasó a mi lado y me dio una palmada en el hombro y me dedicó una sonrisa, me pareció un gesto raro viniendo de él, ya que nuestra relación se basaba en un simple hola y chau, pero le correspondí a la sonrisa. Caminé hasta detrás de una fila de lockers y allí estaba él, estaba en shorts, con los botines y las medias hasta debajo de las rodillas, pero sin camiseta, con su torso delgado pero musculado, tan níveo y perfecto como lo vi la última vez en su casa. Ambos nos cercioramos de que no hubiese nadie allí y luego me acerqué hasta él y besé sus labios, él me tomó del rostro y correspondió algo salvaje y me apoyé en su pecho, olía a su perfume habitual y su calidez me reconfortó, nos separamos y ambos teníamos una boba sonrisa pintada en los labios.
-Como estas amor?, te extrañé- dijo él con esa típica línea de rubor que surcaba sus mejillas al hablar conmigo . – Yo también … - me costaba sacar algún tema de conversación y estaba algo nervioso, sus ojos pardos tenían un extraño poder intimidante que me hacia desvariar cada vez que me miraba tiernamente como lo hacía en ese momento. - Tenemos que salir, ya están todos afuera …- dije, seguramente los chicos notaron mi ausencia. –Bueno, mejor vamos… me va a gustar estar en la defensa junto a vos, chiquito…- me dijo acariciándome la espalda. –A mi también, veremos qué sale de todo esto…- le dije. Él terminó de vestirse y salimos a la cancha. El sol pegó de lleno en mis ojos y el calor del aire sofocó mi respiración, definitivamente iba a ser un juego bastante pesado el que íbamos a tener.
Me acerqué hasta donde estaban los chicos, quienes estaban alongando un poco, Eze en cambio, se acercó hasta donde estaban otros compañeros, al parecer sí había entendido eso de guardar las apariencias y me alegraba por ello… Don Arturo se acercó hasta nosotros con su silbato, libreta de anotaciones y el balón oblongo, el cual se lo pasó en el aire a Enzo . –Buenos días chicos, como amanecieron eh?- preguntó animadamente el viejo, se lo veía algo mas vivaracho que otras veces, así que sentí una leve preocupación… todos le devolvimos el saludo al entrenador y él prosiguió .-Bueno, hoy vamos a ver qué tal quedó la nueva formación, delanteros y defensa, van a demostrarme si hice bien o si estamos igual que antes…- caminaba con las manos detrás suyo, nosotros solo escuchábamos. –Ayer recibí un llamadito y adivinen qué, el juego que teníamos programado, contra Vallibián, se nos adelantó para la semana que viene; de este viernes al otro.- dijo, supongo que ese era el motivo de su humor. –Así que hoy me van a demostrar que NO voy a tener que arrepentirme por los cambios que hice y me van a mostrar que ustedes si pueden- dijo don Arturo, todos reímos e inmediatamente se escuchaban murmuraciones por parte de todos. Maximiliano nos dedicó a los tres, una mirada cómplice, y al ver que tanto Marcos como Lucas asentían, yo también lo hice. Definitivamente Maxi iba a seguir con su plan de jugar como siempre, sin importar lo que dijo Don Arturo…
-Bueno, troten un poquito que ya empezamos, hoy nos vamos a ir más temprano; jugamos y nos vamos, así que vamos! A trotar!- dijo don Arturo dando palmadas. Los cuatro nos miramos y comenzamos a caminar en dirección a donde trotaban los demás. Arrancó Lucas a trotar y tras él nosotros, Marcos iba a su lado y de forma extraña Maxi se colocó junto a mí, la verdad que me sorprendió que lo hiciera… -Dile a Ezequiel que cuando comencemos el juego, haga lo mismo que vos, que no le haga caso a don Arturo y nos siga a nosotros…- esas palabras me dejaron descolocado totalmente, definitivamente era un giro de 180° en la personalidad de Maxi, me quedé sin poder decir nada por un momento. –Bueno yo… yo le digo- le dije, él me sonrió y aumentó la velocidad del trote hasta ubicarse al lado de Lucas y Marcos, yo me sentía extraño, era un nuevo sentimiento el que estaba experimentando que no supe como catalogarlo, no era una sensación de triunfo, pero tampoco de derrota, era extraño, pero no le di mucha importancia, era algo…
Trotamos por al menos 15 minutos, el calor sofocaba el ambiente, el vapor del césped complicaba un poco más el tener que correr y el sudor que chorreaba de los cuerpos de todos, generaban una especie de “vaho de testosterona” que llegaba directo a mis fosas, era embriagadora la esencia de esos casi veinte adolescentes, atléticos y por demás de atractivos, pero por ahora sólo eran dos las fragancias que ponían en estado de alerta a mis sentidos, las delicadas notas marinas del perfume de Ezequiel, que tan bien se mezclaba con su sudor y la inconfundible fragancia cítrica del perfume de Maximiliano, el cual aún producía un cosquilleo en mi estómago al sentirla de forma fugaz en el aire…
MAXIMILIANO:
Nos reunimos nuevamente en círculo alrededor del entrenador, estaba por indicarnos la forma de juego y designar a los que serian nuestros “rivales” en esta ocasión. Escuchaba atentamente lo que decía don Arturo, pero a la vez no podía dejar de observar a Ezequiel, quien estaba alongando, sosteniéndose de otro chico, hablando y riendo con él. Todavía me preguntaba en mi interior si había sido buena idea el haberle dicho a Pablo que Ezequiel podía integrarse a la jugada… él lo tomó muy bien y bueno, aunque sabía que se alegraría por ello, yo no me sentía del todo seguro, pero que más da, con tal de que Pablo no siguiera “cerrándose” del resto, tuve que ceder…
El entrenador designó a quienes enfrentaríamos y nos dio bastantes recomendaciones, haciendo hincapié en las incorporaciones que hizo, tanto en la defensa como en los delanteros, mucho caso no le hice, después de todo seguiríamos con el plan original aunque con la participación de Ezequiel, después de todo yo había querido que fuese así.
Nos saludamos con el que ahora sería el “equipo rival” y nos formamos, ocupando cada quien la posición indicada. Pablo estaba atrás mío, junto con Marcos, y otro chico. Lucas estaba a mi derecha, como siempre, en cambio a mi izquierda, ahora se encontraba Ezequiel, a quien miré de reojo por un instante. El no me miraba, pero noté cómo varias veces echaba miradas hacia atrás suyo, observé a Lucas, él estaba atento a lo que hicieran los delanteros, ya que dependiendo de lo que ellos hicieran, nosotros nos moveríamos o no. El balón estaba en medio de la cancha y como al equipo contrario le tocó la patada inicial, fue uno de ellos quien dio el saque al sonar el silbato. Miré a mi izquierda y pude ver los ojos pardos de Ezequiel mirándome fijamente, pero sólo por un momento, ya que sentí como los que estaban alrededor mío comenzaron a moverse. El juego había comenzado y por poco no me doy cuenta, es que una extraña luz que ya había visto antes en los ojos verdes de ese chico encendió mi instinto y una señal de alerta es lo primero que se me cruzó.
Comenzamos a correr, Lucas era uno de los mejores defensores al igual que yo, por lo que ambos permanecimos juntos atentos a que ninguno de los chicos rivales traspasara la línea imaginaria que trazamos como “zona de fuego”. Ezequiel se mantenía cerca también, y aunque sabía que era bastante bueno bloqueando, lo dejé en ese sitio. Marcos y Pablo eran buenos corredores, izquierdos y derechos, así que ellos se ubicaron junto a otros dos chicos a ambos lados por si la pelota traspasaba la zona de fuego y había que mandarla a la zona contraria para pasárselas a los delanteros. Por suerte éstos estaban haciendo un buen trabajo ahí adelante, ya que fueron pocas las veces que los contrarios se acercaron hasta nosotros. Esperaba que nos mantuviéramos así el resto del partido, ya que el calor se estaba tornando inaguantable. Muchas veces tuve que secarme el sudor con la camiseta ya que me escurría del rostro y me molestaba al correr.
Los minutos corrían al igual que los muchachos y el calor hacía difícil la carrera en la cancha, por suerte no estábamos en desventaja con respecto al otro equipo, llevábamos la delantera por 8 tantos y el tiempo iba a favor nuestro. Marcos corría llevando el balón las veces que invadían el costado izquierdo que él se dispuso a defender. Pablo por su parte, recibió el balón de mis propias manos cuando logré arrebatárselo a un contrario que quiso sobrepasar mi defensa, Pablo lo tomó e inmediatamente salió disparado, pero tras un pequeño momento de dubitación no supo a quien devolvérselo y un chico que vino por detrás lo tacleó volteándolo al suelo, pude ver que su cabeza daba contra el césped. Para ser un partido amistoso, entre colegas del mismo equipo, el chico que lo volteó, Rodrigo, parecía haberse pasado un poco… pero mi amigo se recompuso, en ese instante llegó hasta él Ezequiel y le tendió una mano y lo ayudó a levantarse, hablaron un momento y luego continuaron con el juego.
-Eh Rodrigo! Que a los que hay que matar son a los de Vallibián, cuidado con Pablito eh?- gritó don Arturo desde el costado de la cancha, quien estaba mirando atento todo el juego. Pablo solo sonrió y siguió con el juego. Volvimos a armar la formación, esperando actuar por si los delanteros fallaban, el balón llegó hasta nuestra zona de fuego y comenzamos a correr, esta vez Rodrigo, del equipo contrario llevaba el balón, dispuesto a anotar, yo me largué a la carrera, por nada iba a dejar que él hiciera el tanto, Lucas no me pudo seguir, estaba bloqueando a otro chico, pero sin darme cuenta hasta que estuvo junto a mí, Ezequiel llegó y me sobrepasó, tacleando fuertemente a Rodrigo el cual no lo vió venir, cayendo al piso y perdiendo el balón. Realmente me había sorprendido la destreza y fuerza de Ezequiel, mucho había cambiado desde que lo conocí hacía varios años. Ni siquiera se ocupó de tenderle una mano a Rodrigo, el cual se quejaba un poco en el suelo, algo adolorido, Ezequiel sólo siguió jugando como si nada hubiese pasado, perdiéndose entre los demás, Rodrigo se levantó sacudiéndose el césped para volver al juego, aunque un tanto ultrajado. Me quedé observando la actitud de Ezequiel en la cancha y nuevamente sentí una leve inquietud en mi interior y sin poder evitarlo, mis ojos buscaron a Pablo…
Un enorme saludo a todos los que siguen esta historia, algun comentario o sugerencia, porfa, háganmelo saber... o no...como quieran n_n Saludos!!