IRONÍAS - Capítulo V

En mi habitación, tirado en mi cama, me acordaba del mensaje de Ezequiel y volví a leerlo, de hecho ya iban como cinco veces que lo hacía, y es que me pareció tan... no sé, tan lindo que volaba cada vez que leía esas palabras

IRONIAS –

Capitulo V

PABLO:

Al entrar a casa, me encontré con mis padres, al ritmo de unos discos de cantantes de una época totalmente desconocida para mí, cada uno estaba haciendo sus quehaceres. Mi madre, quien ya estaba terminando de preparar el almuerzo me vio entrar  y notó enseguida que algo en mi semblante se adivinaba diferente a lo que había sido el día anterior, me miró y me echó una mirada cómplice mientras seguía en lo suyo, yo la salude con un beso, al igual que a mi padre quien estaba limpiando su equipo de pesca.

Subí a mi cuarto, me cambié de ropa, arreglé un poco el tiradero que allí había y que se escapaba por todos lados y luego me tomé un tiempo para pensar en lo que pasó en la mañana… no me molesté en siquiera prender la computadora, la verdad es que tenia cosas en qué pensar, así que solo me dedique a darle un poco de merecida limpieza a mis cosas.

Un momento después ya nos encontrábamos almorzando tranquilamente todos juntos, sin hablar de mucho como siempre, cosa que no me sorprende, generalmente siempre es así. Mi padre miraba la televisión y mi mamá simplemente parecía hablarle al aire comentando sus vivencias durante el día… “ajam, no.. si.. ah si?”- eran las respuestas por parte mía y de mi padre, a las preguntas y comentarios que hacia mi madre…

Por momentos atrapaba a mi madre escudriñándome con la mirada, tratando de sobrepasar la muralla que yo mantenía, mi cara inexpresiva, mi expresión de pura neutralidad.

La verdad es que ya estaba acostumbrado a que tanto mi madre como mi padre siempre estuvieran encima mío, en el sentido de que llegaban a ser un tanto bordes en lo que a “atención” se refería, y es que al ser su único hijo, estaban siempre al pendiente de todo lo que me pasaba. Irónicamente yo más trataba de cerrarme en mi mismo ante tantas preocupaciones innecesarias y asfixiantes, que al final me generaban eso: el sentir de querer ocultarme todo el tiempo…

Sobre todo por parte de mi vieja, quien se desempeñó toda su vida como psicopedagoga, era quien tenía un poco más de inquietudes respecto a mi desarrollo siendo hijo único y lo que generalmente eso conlleva, estando constantemente preocupándose y estando al tanto de mi vida. Mi padre por su parte, siempre trató de darme lo que él consideraba lo mejor para mí.

-“Pablin”,  quién era ese chico que te acompañó esta mañana? Nunca lo vi… Es del Club?- dijo mi madre sacándome del ensimismamiento…

-Ejem!- Ezequiel?!?- tosí- Bueno… si, es del Club, compañero de quipo, y bueno, él se ofreció a acercarme porque yo estaba algo apurado, y bueno eso… Por?- le dije, esperando para ver a dónde quería llegar…

-No, por nada, es que me sorprende que no haya sido con alguno de tus tres íntimos con el que hayas vuelto del club, es muy lindo ese chico eh?, apuesto a que es un buen “pibe”… - En su tono sentía como denotaban las dudas por saber mas.. y no la culpo, ya que generalmente mi vida suele ser bastante rutinaria…

-Sí, así es má, es un buen chico, jugamos juntos en el equipo y la verdad que me cae muy bien- dije pensando un poco en lo último.

-Los chicos, Maxi, Marcos y Lucas, son amigos de él también? –Preguntó un tanto emocionada por saber más acerca de Eze (la verdad es que cuando mi madre se pone en plan de interrogaciones, no hay quien la supere...)

-No, con ellos casi nada… la verdad es que sólo conmigo se animó a hablar o a hacer algo, es muy retraído, casi no se habla con nadie, salvo que sea necesario, pero es… digamos, tranquilo…- dije, un poco más suelto al vaivén de preguntas y respuestas que se generó de repente.

-Aaah… ha de ser tímido, pobre… como vos Pablo, cuando recién entraste en el equipo te acuerdas?- dijo mi madre, y en sus ojos se veía como me recordaba de pequeño, tímido y debilucho y por demás de retraído…

  • Si mamá, me acuerdo, gracias…- solté sarcástico…

-Mmm mucho cuidado con ese chico entonces, mira que los “calladitos” suelen ser los peores..- acotó mi padre, haciendo que tanto mi madre, como yo nos sorprendamos un poco por su sorpresiva aparición en escena, mirándolo un tanto incrédulos.

-No creo que sea una mala persona- dije para mis adentros, mirando mi plato…

- Ja! Eso sí puedo creértelo! Mira que eras un calladito de primera antes de conocernos jajaja - Soltó mi madre haciendo que vuelva en sí y que a mi padre se le formara una grata sonrisa…

-Emm.. Ya me voy a dormir, tengo sueño y no doy más…- les dije a mis padres mientras me levantaba satisfecho de la mesa.

-Está bien hijo… ah! Antes que se me olvide, no me ayudarías esta tarde, luego de la siesta, a arreglar el jardín?- Me preguntó mi madre, que con una expresión “compradora” esperaba una respuesta…

-Emm..  Mamá, es que tenía planes para esta tarde, quedé con Ezequiel, te puedo ayudar mañana???- esperaba poder convencerla, ya que de verdad tenía ganas de encontrarme con Ezequiel.

-Bueno, está bien, andá a donde tengas que ir, que yo pondré a trabajar a tu padre, después de todo, fue él quien quiso un jardín tan grande…- Dijo mi madre algo satisfecha, aunque no fue de satisfacción la cara que puso mi papá..

Subí a mi cuarto y en mi celular vi unos mensajes nuevos, uno era de Marcos, que la verdad me pareció de lo más confuso, luego vi otro mensaje de un número desconocido, era el de Ezequiel, no supe muy bien que era, pero al parecer me envió… ¿¿un fragmento de una canción??

Debo reconocer que estas cosas son totalmente nuevas para mí, ya que nunca dediqué y mucho menos me dedicaron nada de esto y jamás se me hubiera ocurrido que un chico lindo y varonil como Ezequiel me pudiera dedicar algo así. Llámese cursilería o lo que sea que fuera, pero en ese instante un calor subió de repente por mis mejillas, haciendo que mi rostro ardiera y una boba sonrisa apareciera en mis labios a medida que leía el mensaje.

Me tumbé en la cama con una expresión de completo idiota pintada en la cara leyendo cada palabra de la canción, no sabía qué hacer, si reír o llorar, pero lo que sí sabía era que en ese momento me sentía extrañamente feliz…

LUCAS:

Mierda!- No había cruzado la puerta de casa todavía, cuando noté que no traía mi reproductor de mp3, puteé a medio mundo, incluso a mi mismo por ser tan descuidado. Seguramente lo había dejado en el locker del club junto con la ropa de gimnasia sin darme cuenta, o eso es lo que esperaba…

Lo peor era que ya estaba demasiado fuerte el sol del mediodía como para ir y volver a pie al club. Además sumando que mi camioneta estaba rota; la bicicleta estaba desinflada… -Bueno, sería cosa de ir a pie… LA PUTA MADRE!- Vociferé molesto.

Le dije a mi madre que iría hasta el club a buscarlo inmediatamente porque además de reproductor de música, lo usaba también como un Pen Drive para cargar otros archivos, como los de la universidad y cosas así.

Me puse una gorrita y con una bebida isotónica en la mano salí pateando piedras, de muy mala gana, pero a paso veloz ya que todavía no había almorzado y en casa iban a estar esperándome.

Llegué bastante rápido al Club y por suerte todavía quedaba gente allí. Le pregunté a uno de los conserjes de la limpieza si es que aun seguían abiertos los vestuarios y me dijo que si, le expliqué porqué iba y me indicó que estaba todo bien y no había problema, que todavía no llegaron a limpiar ese sector.

Al llegar allí, estaba como lo habíamos dejado, aun se sentía en el aire un aroma a sudor, mezclado con jabón y desodorante, era un tanto extraño el encontrarme ahí sólo. Busqué en mi locker al dichoso aparato, el cual allí estaba entre mis medias sudadas y mi calzado lleno de tierra y pasto; lo tomé, cerré todo y me dispuse a salir.

Iba despacio por los pasillos del club, pasando las canciones, eligiendo cuáles escuchar de camino a casa. Sin darme cuenta, don Arturo que también iba pasando por allí, me vio algo sorprendido y confuso.

-Y vos? Que haces por estos lados todavía?- dijo extrañado

-Vine porque me olvidé esto- le dije mostrándole el reproductor de mp3.

-Aaaah ya veo.. ah si!, no me haces un favor? – me preguntó mientras buscaba algo entre las cosas que llevaba consigo.

-Toma, le podes llevar el cronometro a Ramón?, el de natación. No traje el mío, así que le pedí prestado el suyo. Anda entrégaselo y dile que muchas gracias …- decía el viejo, mientras me ponía en las manos el cronometro (sin siquiera preguntar si yo podía o tenía ganas de hacerlo

-Eeeeh bueno, ahora se lo llevo- le dije con una cara de incredulidad que daba risa…

-Gracias “Colo”, nos vemos mañana !- decía don Arturo saludando con la mano mientras se alejaba rápidamente.

-Natación?!? Eso quedaba en la otra punta del Club! Mierda! No quiero caminar hasta allá…- pensé y suspiré, mientras empezaba a moverme pesadamente hacia el lugar. Por lo que sé los de natación, tanto las chicas como los chicos, tienen el mismo entrenador, Ramón Echeverría, el cual fue medalla de plata en no sé qué olimpiadas…

Al parecer este club tenia gente a toda hora, ya que se paseaban por los pasillos personas de todas las edades, yendo y viniendo de aquí para allá, observaba cómo recorrían el lugar y pensé que cómo es que no se daban cuenta de que era mediodía y aun estaban en este lugar! Y yo que no veía la hora de irme de allí…

Por suerte ahí estaba ya el gran predio cubierto donde practican natación. El lugar es simplemente enorme! La piscina es de tamaño olímpico, toda preparada reglamentariamente e impecablemente cuidada. Todo estaba cubierto de azulejos blancos y celestes en paredes y pisos; y el techo era de cemento y cristal, por lo que permanecía iluminado con luz natural durante el día y con grandes reflectores durante la noche. Un gran y hermoso lugar.

Me quede en la entrada tratando de ubicar con la vista al Entrenador, al cual no veía por ningún lado. Allí solamente estaban practicando más o menos unos diez chicos, al parecer de mi edad, todos en traje de baño, en slips negros, azules y celestes. Parece que este era el horario de práctica masculina porque no vi ni una sola mujer en el área. Los muchachos esos, estaban en el agua dando brazadas y  nadando al estilo “mariposa”  y otros simplemente chapoteaban y hablaban entre ellos tranquilamente.

De un momento a otro me quedé viéndolos atento, tratando de entender un poco más esta disciplina deportiva, que dentro de todo, perece bastante interesante. Lo que me llamó poderosamente la atención fue que todos los chicos esos desarrollaban tremendamente la espalda y los hombros quedando notablemente más anchos que lo normal. Ni hablar de su altura, todos bastante altos y bien musculados.

Inesperadamente se posicionaron de forma automática en el borde de la piscina, como si fueran a salir. No vi quien dio esa orden, pero todos lo hicieron. Salieron del agua y se ubicaron en los puestos de largada. De una entrada cerca de los palcos de los espectadores salió Ramón con una libreta y un bolsito que le colgaba de la cintura.

Todos lo miraban ya que al parecer les estaba dando unas indicaciones. Desde donde estaba yo, no podía escuchar nada. Me di cuenta que tenía el cronometro en la mano y cosas que hacer en casa y todavía seguía allí en el club. Me acerqué unos metros cerca de Ramón y como vi que les estaba recalcando algunas cosas a esos chicos, no me entrometí para nada.

Al parecer el entrenador terminó con lo que les estaba diciendo, ya que todos se ubicaron nuevamente en sus posiciones y Ramón procedió a subirse a una silla bastante alta, como las que usan los vigías de las playas, y observaba a todos los chicos en sus filas. Ni por asomo se dio cuenta que estaba yo ahí…

En la tercer fila un chico se quedó viéndome un momento, al parecer fue el único que se percató de mi existencia, pero solo fue por un momento, ya que después de eso puso una cara de seriedad extrema o incomodidad y procedió a colocarse esas gorritas bien apretadas y las antiparras.

Me quedé parado allí cerca, viendo al muchacho ése, ya que me llamo la atención su actitud inesperada. Tendría mi edad e incluso mi altura, era delgado al igual que sus compañeros, pero él era el más atlético, de musculatura mejor proporcionada y de cabello muy rubio y de rizos grandes que divisé antes de que se pusiera la gorra, su piel era  blanca y lechosa y hacia resaltar una cara aniñada, de finos rasgos junto a unos ojos claros; que por la distancia no distinguí su color.

Ubicado como estaba, ya en su sitio, y con la gorra y antiparras puestas, noté que miraba donde estaba yo nuevamente, a decir verdad no sé si miraba al entrenador o me miraba a mí, pero así estuvo un instante. Un chico de portentosa voz gritaba unas ordenes y según eran estas, los demás obedecían ubicándose hasta llegar a la posición de largada. Yo estaba muy expectante mirando. Todos ellos también, ya que esperaban la orden de largada.

El potente sonido de un disparo me hizo dar tal brinco que casi se me caen el mp3 y el cronometro de las manos! El entrenador dio la orden de largada con esas pistolas de salva que se usan para ese propósito. Cosa que yo no me esperaba y que me puso el corazón en la boca. Estaba con algo de taquicardia y agitado, por lo que disimuladamente me sostuve de la alta silla de madera en la que estaba el cabrón del entrenador, a recobrar el aliento…

Ni aunque estaba a su lado se dio cuenta de mi presencia, pude ver que estaba muy atento a sus chicos y los movimientos y velocidad de estos. En fugaces anotaciones en su libreta ponía lo que veía. Tratando de no perder detalle de lo que hacían en el agua. En cuestión de segundos, menos de un minuto casi, llegaron los diez chicos al final de la gran piscina. Eran increíbles, veloces como peces, con movimientos tan gráciles que parecía que el agua no fuera un gran obstáculo… la verdad que me sorprendieron.

Los muchachos salieron del agua y comenzaron a caminar hasta nuevamente el punto de partida, sin volver nadando como creí que iban a hacerlo. Iban alongando y sacándose las gorras y antiparras. Unos mas bueno que otro pensé, yo miraba disimulando desinterés, pero al parecer ellos estaban más desinteresados que yo porque nadie se percataba de mi. Noté que cerca mío y alejado del resto iba el muchacho que me miró antes, iba tronándose los huesos de la nuca y hombros y nuevamente me vio…. Y esquivo la mirada fríamente de nuevo!

-Muy bien “Juampi” eh? Muy bien, vas mejorando!- le dijo Ramón al chico, mientras cerraba sus anotaciones.

“Juampi”?- pensé- A lo mejor se llama Juan Pablo aquel pibe- me dije mientras lo miraba alejarse observando su espalda ancha con esa piel blanca y perlada por el agua, además de su atlético culo, que se bamboleaba a cada paso…

-Y vos? Qué necesitas?- dijo Ramón, el entrenador mientras bajaba de la silla, sacándome de mis cavilaciones…

PABLO:

En mi habitación, tirado en mi cama,  me acordaba del mensaje de Ezequiel y volví a leerlo, de hecho ya iban como cinco veces que lo hacía, y es que me pareció tan... no sé, tan lindo que volaba cada vez que leía esas palabras…

Me levanté y me conecté en el Facebook, estaba con otro humor. Unos cuántos conocidos estaban conectados y unos “bastantes” desconocidos también. Marcos estaba en línea, y un momento después se conectó Maximiliano, ambos me saludaron; les pregunté qué hacían, qué onda y si tenían planes. Maxi me dijo que a la tarde saldría… (Seria innecesario preguntar a qué o a donde) y lo dejé estar… Marcos en cambio, sólo saludó y poco rato después se desconectó.

Tenía tantas ganas y tantas cosas que contarle a mi amigo Marcos, que me odié a mi mismo en ese instante por no tener los huevos para haberlo hecho, a decir verdad ya comenzaba a molestarme esta inseguridad y miedos sin sentido que tengo, que si bien antes pudieron ocultar lo que realmente era, para poder disimular, para poder ser lo que todos esperaban que fuera; hoy me está consumiendo y temo perder a los que quiero por ello. Qué ironía, el no poder decirle a mi amigo lo feliz que estaba hoy…

-Marcos, Marcos… mi amigo, me lees como a un libro, pero yo debo esconderte lo que en realidad tengo ganas de contarte. Maldito miedo, maldita inseguridad, esto que me enmudece es lo que me mantuvo en pie durante años y es lo que a la vez ahora me consume. Quiero tener a alguien a mi lado, quiero que me entiendan… Es mucho pedir?- me preguntaba a mi mismo…

Si, es mucho pedir, y eso me lo demostró la vida de una bofetada, cuando descubrí que estaba enamorado de Maxi y que él nunca sería para mí…

-Nunca serás para mi…- dije en un suspiro, tan pesadamente que me supo amargo en la garganta. Pero luego, con el móvil en la mano, recordé a Ezequiel, ese chico que el destino puso delante de mí sin que yo lo buscara y una sonrisa se me pintó en los labios.

Él se abrió conmigo y expuso sus sentimientos sin dudarlo, me confesó que me quería y lo hacía desde hace tiempo, pero mi corazón aún se negaba a aceptarlo, pero así también sufre, porque no se resigna a la maldita idea del imposible que es suponer algo que no existe, con alguien que nunca me verá más que como a un amigo…

Ezequiel no se merece que sus sentimientos sean pisoteados por la falsa esperanza que guarda mi aturdido corazón, por un espejismo, por una ilusión. Ezequiel se merece una oportunidad, la oportunidad de amar y ser amado. Yo también tengo la chance de no seguir sufriendo y brindarle este amor que guardé en vano tanto tiempo, tengo la opción de darle una oportunidad a esa persona que lo ha anhelado desde hace tiempo.

Seré yo quien se la dé, yo le voy a dar la oportunidad y voy a intentar amarle igual; no, voy a amarle mucho más fuerte de lo que amo a Maximiliano, por mi bien y el de mi corazón. Aunque me cueste estoy dispuesto a enamorarme de Ezequiel y sacarme de la cabeza a mi amigo Maximiliano…

-Te amo Maxi, pero no puedo más... es hora de arrancarte de mi vida y seguir... Tengo que sobrevivir con o sin vos.

Cuanto tiempo me quedé pensando en todo esto, que me quedé observando a la nada, como desconectado de la realidad, con la mirada perdida, algo ido, pero ahora con un propósito, con una razón para sonreír… mi celular sonó un par de veces, no le presté atención y me volví a tirar en la cama, esta vez un poco más seguro de lo que haría de ahora en más, respecto a mi vida.

-No quiero equivocarme, no quiero sufrir más- me dije a mi mismo mientras veía pasar las nubes por la ventana, sellando con ellas y con el destino una gran apuesta.

LUCAS:

Ramón se me quedo viendo, extrañado y esperando una respuesta, yo caí en cuenta de lo que hacía en ese lugar y le mostré lo que llevaba en la mano.

-Eeeeh.. Se lo manda don Arturo, dice que muchas gracias- dije

-Gracias muchacho, pero esto parece un mp3... jajaja! – dijo mostrándome mi aparatito de colores.

-Ah si! Perdón, tome- le dije medio avergonzado, mientras intercambiábamos objetos, qué vergüenza!

- Ahora si, dile a Arturo que cuando lo necesite aquí está…  para eso estamos los colegas, adiós chico, voy a ver a mis muchachos, - dijo y estrechándome la mano se alejo hacia donde se dirigieron los chicos esos. Yo me puse los auriculares y caminé hacia la salida, allí le eché un último vistazo al lugar.- Definitivamente volvería por este territorio- pensé…

Salí del club y el calor del mediodía me inundo de lleno, rápidamente aceleré el paso, puteando por haber perdido tanto tiempo en ese Club, pensaba que en casa de seguro ya se encontrarían almorzando mis padres y mi hermana, o peor, ya habrían terminado y estarían haciendo la sobremesa…

Casi corriendo llegué… todo sudado y rojo, por suerte recién estaban sentándose en la mesa…- ¡Me esperaron!- Pensé, mientras subía a cambiarme de ropa y lavarme la cara.

Al bajar me topé con mi hermana (menor que yo y en extremo fastidiosa)… - Te olvidaste el ultimo cachito de cerebro que te quedaba? Con tantos golpes que se dan, deben tener una cosita del tamaño de una nuez- dijo la muy pesada, en un tono sarcástico que supera al mío por mucho…

-Ja! Que chiste.. se te ocurrió a vos solita o lo buscaste en internet…- respondí yo, mientras ayudaba un poco con la mesa.

-Mmm no hace falta, me sobra el léxico para burlarme de todos ustedes, horda de brutos!- Devolvió, esta vez metiéndose con el rugby.

-Léxico? Horda? Wow hermanita, están surtiendo efecto las clases de lingüística del colegio, estas cerca de convertirte en una ciudadana normal jajaja, solo trata de no usar palabras complicadas como esas, te puedes atragantar con alguna jajaja, el segundo paso es sacarte el demonio- solté yo haciendo que me soltara una de sus miradas fulminantes jajaja!

Basta ustedes dos… o quieren que volvamos a recurrir a la vieja usanza para calmar las fieras?- dijo mi madre señalando el CUARTO que no era más que un cuartito pequeño pero que estaba lleno de material de lectura vieja y aburrida, en donde nos “encerraban” de chicos, hasta que nos amistáramos.

Mi hermana Ariana es menor que yo por tres años y está en el secundario, ella tiene o mejor dicho tenía el cabello del mismo color que el mío, pero a principio de año se lo tiñó de un negro azabache por su afición a la cultura gótica o dark o punk o lo que fuere… la verdad que siempre me dio gracia lo que hacía, ya que eso de vestirse con ropa ceñida y oscura en una ciudad tan calurosa como la nuestra, era de por sí, una pésima idea…

Nuestro carácter es casi igual en cuanto al notable deje de sarcasmo que siempre tengo al hablar, pero a veces ella me superaba por lejos… es muy lista y subversiva, siempre en contra de lo que uno espera. Mis padres si bien no aprueban sus gustos, siempre trataron de darle todos sus caprichos consintiéndola por ser la menor, incluso el que se haga llamar con sus amigos con el seudónimo de “Lilith” [léase demonio femenino hebreo], que aunque haya horrorizado a mi madre al principio, se lo terminaron permitiendo, obviando el hecho de que seamos una familia judía…aunque para nada convencional u ortodoxa.

Debo reconocer que aunque esté medio chiflada, la quiero mucho y siempre estaré allí para lo que surja… salvo que lo que surja sea un Marilyn Manson, ahí sí que no sé…

Nos sentamos a la mesa, mi madre, mi padre y mi excéntrica hermana “oscura”. Hablamos poco, más que nada lo que fue de nuestro día, mi padre en el trabajo, mi hermana en “su mundo”, mi mamá en la casa y yo en el club con mis amigos.

Yo me acordaba en silencio de lo que paso en el predio de natación hace un rato atrás, recordando la cara de seriedad o tristeza que mostraba aquel chico, Juampi. Me pareció haber estado viendo un animalito en cautiverio, con anhelo de libertad en sus ojos, como si se le hubiera apagado la luz que todos tenemos dentro. Tal vez me equivoque pero a veces suelo tener ojo clínico…

Me acordé también de Pablo y de lo extraño que estaba últimamente. En fin estaban pasando cosas que desestabilizaban la rutina que manteníamos los cuatro, empezando con los cambios producidos en la formación, hasta los que traía este chico Ezequiel que muy amigo se volvió de Pablito.

Luego del almuerzo me dediqué de lleno a arreglar el motor de mi camioneta; esa cosa no me iba a ganar, no, ya lo arreglé antes y esta vez iba a ser igual!

Y herramientas en mano me metí de cabeza a trabajar con ese montón de fierros, tornillos y tuercas…

MAXIMILIANO:

Luego de  la sobremesa, me puse a ejercitar un poco bíceps y pectoral. Ahorré dinero en mi adolescencia y pude comprarme un juego de pesas y mancuernas para ejercitarme en casa, a veces no soportaba los gimnasios, no por acomplejarme con todos esos disque fisicoculturistas, sino porque no me gustaba la arrogancia que podía generarse en esos lugares, la verdad es algo que no soporto.

Habré estado como dos horas haciendo pesas y ya estaba exhausto y empapado en sudor, pero en el baño, el espejo me demostró que la sesión dio sus frutos, mis bíceps estaban duros como piedra y mis pectorales un poco más abultados, brillantes de sudor.

Me metí en la ducha, el agua estaba fría, deliciosa, mi cuerpo lentamente iba enfriándose, y mi piel se erizaba. Mi cabello caía sobre mi frente y el agua que bañaba todo mi cuerpo recorría cada centímetro de piel desnuda… estaba simplemente parado allí bajo el chorro de agua, relajado totalmente, pensando o mejor dicho tratando de no hacerlo, trataba de estar desconectado de mi y de todo.

No sé ni cuánto tiempo habré estado en la ducha, solo sé que después de eso sentí unas ganas enormes de tirarme un rato en la cama, la deseaba, no tenia sueño, lo único que quería era estar cómodo, así que sin más me tumbé en la cama, puse música un tanto baja y me acomodé tranquilo en ella.

Con la mirada recorría mi habitación, vi las fotos que colgaban de las paredes, las fotos de cuando era más chico, fotos de mis parientes y mías, de mis compañeros de clases, y de mis amigos, Lucas, Marquitos y Pablo…

La verdad que lo que estaba pasando a Pablo, me seguía llamando la atención, no porque llegue a ser algo malo, él es libre de andar con quien quiera, lo que pasa es que esas actitudes que ha estado teniendo últimamente desestabilizan lo que ya asumimos como habitual, pero bueno…

Nunca me cayó bien Ezequiel y ha de ser por eso que llega a molestarme en cierto modo el que Pablo, que siempre fue inseguro (aunque no quiera admitirlo), se esté amistando con este chico, que nunca llegó a cuadrarme del todo, es la clase de personas que aparentan ser una cosa y resultan ser otras…y no es especulación mía, ya que quiso el destino que ambos nos cruzáramos de jóvenes en el club y saltasen las fichas de la personalidad de cada uno…

Pero los buenos recuerdos y todas las cosas que pasamos los cuatro en ese club, desde el día que nos conocimos, hasta hoy,  no dan lugar a sentimientos que se generen por alguien que tan poco se merece la pena como este chico, Ezequiel.

Jessica me llamo y me propuso una salida como la de anoche, pero que esta vez no habría nada más que eso, porque sus padres estarían en su casa y no podríamos tener algo más. Acordamos que a las 22:00pm saldríamos a dar unas vueltas en mi motocicleta y tal vez al cine, por lo que todavía tenía un rato largo hasta la noche…

Antes de verme con Jessica pasaría por casa de Pablo, hablar como en los viejos tiempos no estaría nada mal como para corroborar que eso que nos hermana aun sigue ahí, y que es una simple suposición mía lo que estoy sintiendo últimamente.

MARCOS:

No tenía ni la más pálida idea de lo que haría. Yo tenía bastante que perder si esa invitación se trataba de una treta que él pretendía tenderme con tal de sacar provecho, o simplemente burlarse de mí… tantos años de mantenerme lo más discreto posible frente a todos, mostrando una pseudo-perfección, para que en un desliz se fuera al caño…era mucho que perder. Pero también estaba el hecho que él me pilló observándolo en los vestuarios, así que eso agravaba el problema.

Definitivamente yo llevaba las de perder si ese chico se proponía a ventajearme con lo que vio. Pero recordando todo lo que paso en la mañana, él no dejó ver segundas intenciones en lo que dijo; es que realmente quería tener algo y no le importaba, o es que quería utilizarme a su conveniencia y la tenía muy clara… la verdad es que estas dos cuestiones dieron vueltas en mi cabeza toda la tarde, y el sueño que tuve antes, en poco ayudó…

Si tuviera a Pablo a mi lado… me dije a mi mismo, como si por tan solo pensarlo fuera a hacerse realidad, pero la verdad es que necesito de mi amigo y una de sus simples pero precisas palabritas, tal vez sean lo que me está faltando y que por algún motivo yo sólo no puedo descubrir cuál es, necesito de su ayuda.

Debo reconocer que estaba muy raro últimamente, mas cerrado y retraído a lo que era hace un tiempo atrás, pero no debo olvidarme que cada uno es dueño de su vida y cada uno tiene sus problemas y desventuras… con tan solo ver lo que me pasaba a mí y lo que les pasaba a los demás, esta reflexión me quedó muy clara…

El reloj de mi celular marcaba ya las 19:00pm y decidí dar por muerto el asunto, ni loco iría a donde me citó Enzo, ya no habría porqué. Y si mañana el muy cara dura se acercaba a querer insistir con el tema, lo arreglaríamos a las trompadas.

Me acosté en el sofá de la sala a ver la televisión, esperando entretenerme con algún programa de TV o algo que me despabilara un poco. Nada… estaba aburridísima como nunca! la programación de TV en vacaciones es terrible, al final me la pasé haciendo zapping sin ver nada en especial…

Mis ojos inconscientemente buscaban la hora en cualquier reloj, en la computadora, en el celular, mientras me quedaba sin opciones para matar el tiempo y sin uñas por un nerviosismo irracional que me invadía… decidí hacer otras cosas. Escuchaba música en el móvil, limpié mi motocicleta,  ordené mis apuntes de la universidad; hasta subí al cuarto de mis hermanos Mateo y Sofía a ver qué onda con ellos…

19:55pm; me encontraba subido en mi motocicleta, decidido a ir a ver a mi amigo Pablo. Después de todo, la última vez que fui, muchas cosas se sucedieron extrañas, y a lo mejor esta vez comprendía un poco más lo que estaba pasando con él. O si simplemente no había nada y sólo era yo haciéndome la cabeza sin sentido, en fin, iría para aclarar las cosas.

PABLO:

-En un rato va a venir Ezequiel a buscarme- me dije, mientras me terminaba de duchar y me contemplaba en el espejo del baño. No sabía cómo tomar esta salida, ni que es lo que podía esperar de ella, sería la típica “cita”? Poco me importaba ahora, dejaría que todo fluyera y le daría rienda suelta a todo lo que al destino se le viniese en ganas, la verdad es que pensaba que ya no tenía nada que perder.

Me vestí de manera informal, con una camiseta mangas largas, que de por sí me quedaba perfecta ya que el color verde oliva era el que mejor me sentaba, y que además resaltaba cada contorno de mi físico.

Me puse unos jeans grises, algo gastados y unas zapatillas, para nada formal. Unos últimos retoques de perfume, algo de gel para el cabello y ya estaba listo.

El timbre de casa sonó y desde abajo mi madre me llamó desde la escalera, ya sabía lo que me esperaba…

-Pablo, ahí está tu amigo, no lo vas a hacer pasar ?-dijo mi madre con las herramientas del jardín en la mano y un pañuelo en la cabeza.

-Lo que pasa es que estamos de salida má! – dije mirando por el cristal de la puerta a Eze, quien estaba subido en su moto, mirando los alrededores.

- Pero aunque sea para que conozca a tus viejos, él no conoce la casa además - insistió ella.

-Es necesario ahora? En este momento?- inquirí algo fastidiado, la verdad quería salir de casa.

-Y si! Dale, tengo ganas de conocerle un poco más, dale, no seas tan chiquilín, que te cuesta - dijo tomándome de una mejilla.

Era el sentido de familiaridad que caracterizaba, era la dichosa sangre italiana de mamá!- pensé.

-Ay mamá...- chasquee la lengua y de muy mala gana me acerqué hasta la entrada de casa, donde Ezequiel me miraba entre confuso y divertido por la cara de fastidio que llevaba.

-Emm, quieres pasar un rato? Es que me falta terminar de guardar unas cosas en mi habitación- mentí- y bueno, para que no estés todo el rato afuera…- rodaba mis ojos al hablar, esperando que acabase todo para salir de allí.

-No hay problema?- pregunto mirándome, al parecer se había enterado gracias a mi expresión, la verdadera razón y lo que eso implicaba.

-Ninguno! dale pasa, no hay drama!- dije palmeándole un hombro a la vez que dejaba su motocicleta estacionada cerca del garaje de casa.

-Estás seguro?- volvió a preguntar, más dudoso que en la primera vez.

-Que si! – dije un poco sacado por los nervios que por otra cosa. Mi padre dejó por un momento lo que hacía en el jardín del frente de casa, para voltearse y ver más detenidamente a Ezequiel, que con un tímido “Buenas tardes” le saludó, mientras yo lo hacía pasar adentro. Con un gesto de manos, como diciendo “fue idea de mamá”, le hice saber a mi padre el porqué seguíamos todavía allí.

Al verlo pasar, mi madre esbozó una amplia sonrisa, al parecer la primera impresión que tuvo de él fue favorable, ahora me empezaba a preocupar un poco, ya que de seguro seguiría el tedioso cuestionario al que mamá sometería a Eze… En ese momento lo compadecí bastante. Esperaba que no se sintiera incomodo o cohibido por lo que llegase a ser toda esa avalancha de preguntas y más preguntas hacia él…

- Hola, buenas tardes señora, permiso …- dijo él, mientras que lentamente se ubicaba a mi lado, como si yo fuera en ese momento lo más seguro que tenía a mano. Me miraba algo preocupado y no sé porqué, pero su carita se me hizo de lo más tierna y un calor interno se apoderó de mi ser…

- Ay pero no tengas vergüenza !, dijo ella y se acercó hasta nosotros saludándole con dos besos en las mejillas,- Así se saluda en esta casa, como lo hacemos en Italia !- dijo, esta vez levantando la voz alegremente. Por el rabillo del ojo pude ver que Eze, rígido y noté que me miraba alternando su mirada entre la de mi madre y la mía, con una forzada sonrisita en el rostro.

Luego de que nos invitara a sentarnos en los sofás de la sala, se perdió rápidamente para la cocina, seguramente a buscar algo que ofrecerle…Recuerdo esa escena perfectamente, lo hizo siempre, cada vez que llevé amigos o compañeros de clases a casa y siempre es igual.

Ezequiel, quien estaba frente a mí, me dedico una cándida sonrisa, como dándome a entender que estaba bien….Le devolví la sonrisa y en silencio como estábamos, nos quedamos viendo a los ojos, nadie decía nada, era como si una conexión se estableciera en ese lugar y nuestros ojos hablaran por los dos.

Sonreíamos, no hablábamos, aunque al final fui yo quien rompió el silencio, preguntándole cómo se sentía, y de alguna forma disculpándome  por lo que le había hecho pasar.

-No hay drama; esto es algo que siempre quise hacer, saber más de vos - dijo sonriendo francamente, sin despegar sus ojos pardos de los míos.

-Gracias, debería ser yo quien esté más tranquilo o no? Jejeje- reí irónicamente mirando al todos lados.

- Ya, no te pongas tan nervioso, o te va a dar algo jajaja - se rio, haciendo que me tranquilizara por el simple hecho de saber que no la estaba pasando mal.

- A ver, a ver! aquí les traigo algo fresco y unas galletas que hice por la mañana. Sírvanse, dale !- dijo mi madre, quien luego de dejar la enorme bandeja sobre la mesa, se sentó en un sillón frente a los dos… - Aquí vamos…- pensé

Ambos nos miramos nuevamente y tomamos lo que mamá nos ofreció.

Y… empezó mamá.

- ContámeEzequiel, hace cuanto que estás en el Club?

-Desde hace siete años, mis padres trabajaban y querían que me distrajera con algo y bueno, elegí el rugby a quedarme sólo en casa -dijo él

- ah entraste un poco más tarde que Pablo …- dijo mamá

-Sí, es que mis padres no querían dejarme sólo allí, hasta que estuvieran seguros de que podía- dijo Ezequiel, yo sólo observaba.

-Cómo? sos hijo único?-pregunto un tanto sorprendida por la coincidencia.

- Sí, mis padres solían viajar mucho por sus trabajos y pensaron que con un solo hijo iba a funcionar jejeje, ahora ven que tenían razón...! - dijo él, y yo al igual que mamá escuchaba atentamente, sonriendo bobamente por compartir llanamente una misma forma de vida.

- Te entiendo, con Pablito nos pasó igual, sin darnos cuenta los años se nos vinieron encima y tuvimos que descartar la idea de más hijos, pero dentro de todo, hicimos lo posible por que funcionara - dijo mi madre y con una sonrisa miraba a Ezequiel, tomándole una mano, mirándome a mí también.

- Y dime, estudias algo, que es lo que te gustaría ser…

-De grande?- agregué yo sarcásticamente, haciendo reír a Ezequiel y cambiar la cara a mi mamá

- Estudio abogacía, en la Universidad del centro, no es algo que me fascine, pero es… interesante.- dijo él.

-Ay me alegro porque estudies algo, además en una universidad tan buena como lo es la del centro… es Privada o no Pablo?- me preguntó.

-Si má, de hecho es bastante prestigiosa, por no decir costosa jejeje- agregué, haciendo que Ezequiel me mirara complaciente.

-Y vives cerca de aquí?, podrías invitarlo a almorzar un día de estos, no Pablito? No es que me guste alardear, o creer que por ser “della terra mediterránea” sea buena con las pastas, pero me salen unos ravioles…- dijo ella, llenándose de orgullo con cada palabra.

-Sí, vivo a unas cuantas cuadras de aquí y me encanta la idea de las pastas jeje - dijo, haciendo que mi madre esbozara una sonrisa de pleno orgullo.

-Ay qué bueno! Me encantaría que un día de estos vinieras a almorzar, de hecho ya te estoy invitando! Jajaja - decía mamá quien parecía estar en un estado mental que yo desconocía…

-Ok ok un día de estos arreglamos- le dije a mi madre para que su nivel de emoción descendiese un poco.

-Eres un chico muy lindo, tienes novia? Debes de ser todo un don Juan con las chicas no? Basta con mirar esos ojitos!- dijo, mientras tomaba al pobre de Ezequiel por una mejilla, en ese momento, sentía más pena yo que él.

-Ya mamá, por eso no traigo gente muy seguido!- dije medio en serio, medio en broma, por lo que ella simplemente rió y me sacó la lengua.

-Emm, no todavía no …- dijo él, por lo que mi madre y yo nos quedamos viéndole.

-Eh? Cómo que “todavía”?- dijo mi madre confundida, yo solo observaba.

-Es que estoy esperando a que me acepte, y estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea por su amor…- dijo, y en un segundo, en el que me pareció que el tiempo se hubiera detenido, nos miramos nuevamente a los ojos, creando nuevamente una conexión que nos unió sin saber cómo, pero que lo hizo, y en ese instante eterno, un escalofrío me recorrió internamente el cual luego se convirtió luego en una tibieza que inundó mi rostro…

-Ay pero si sos un amoorr!!- gritó mi madre de la emoción, sorprendiéndonos a los dos.

-Ya mujer, deja que esos dos vayan a donde tienen que ir de una buena vez, y vení a ayudarme con esto querés?- dijo mi padre sacándonos de nuestra burbuja, haciendo que nos giráramos para verle.

-Ay viejo, pero si estábamos conversando tan bien… es muy buen chico Ezequiel, ay Pablo porqué no supimos de él sino hasta hoy? - dijo mi madre, mientras que Eze y yo nos levantábamos y retirábamos lo que antes mi madre nos dejó en la mesa de la sala.

Yo simplemente no dije nada, y junto con Ezequiel llevamos todo a la cocina. Allí, el dejó las cosas en el fregadero y yo guardaba algunas cosas en el refrigerador y la verdad que hice eso, sencillamente para evitar tenerle frente a frente y que se diera cuenta del rubor de mi cara,  pero él por su parte se quedó atrás mío mirándome.

- Voy a esperar el tiempo que sea necesario - dijo a mis espaldas, por un momento me quedé allí parado, asimilando lo que había dicho…Cerré el refri y casi temblando por lo que acababa de escuchar… lentamente voltee a verle, y nuevamente ese silencio que a la vez lo decía todo, inundo nuestro entorno. Me acerque a él, y dudoso tomé con ambas manos su rostro y lo besé, lo besé como si mis labios pidiesen a gritos por los de él, lo besé como si esa unión fuera algo simbiótico y el uno dependiera de la boca del otro, creo que él notó mi temblor, porque me tomó con ambas manos de la cintura, aferrándome a su cuerpo.

Fue un beso dulce, suave y a la vez apasionado, fue fogoso y lleno de ternura. Nos separamos un momento, nos miramos a los ojos y luego nos volvimos a unir en esa manifestación de afecto irrefutable de amor.

Salimos de la cocina, decididos a irnos de casa, él saludo a mi madre con otros dos besos y a mi padre con un apretón de manos, yo simplemente con la mano en alto. Sacamos su motocicleta y salimos velozmente, sin un rumbo fijo. Me sentía feliz, pleno, pero a la vez con esa inseguridad de no saber si lo que me estaba sucediendo, en realidad estaba pasando. Sentía todo más liviano en mí, hasta una especie de paz me inundó, no más miedos, no más dolor, simplemente paz…

MARCOS:

Al llegar a casa de Pablo, no supe que hacer, simplemente me quedé en la calle, afuera de la casa. Estaba confundido pero no por algo que tuviese que ver con Pablo, simplemente estaba confundido conmigo mismo y es en lo que en cierto punto me molestaba más que nada, ya que esto jamás me había pasado, siempre controlé todo y ahora las cosas se daban vuelta desfavorablemente para mí.

Es que me encontraba entre la espada y la pared por el infortunio de haberme cruzado con Enzo ese puto día en los vestuarios. Pero qué iba yo a saber, qué iba yo a saber que el chico iba a estar ahí o mejor dicho que yo iba a ser testigo casual de lo que estaba haciendo él ahí.

Y ya no aguantaba más, me sentí en la necesidad de contárselo todo a mi amigo Pablo, no había nadie más a quien ir, sino a él… a él. Decidido toqué el timbre de su casa, me atendió su madre, que con sus típicos dos besos en las mejillas me invitó a pasar, mientras preguntaba cómo estaba mi madre.

-Buenas doña Georgina, y Pablo?- dije mientras tomaba asiento.

-Ay Marquitos, recién acaba de salir, y ni siquiera me dijo a donde..- dijo ella algo apenada, la verdad que la madre de Pablo era un amor, desde chico me agradaba venir a su casa por la calidez de su persona, y por qué no, de su deliciosa comida…

-Salió? Qué raro… no... no me dijo nada..- le dije frustrado.

-Sí, es que lo vino a buscar un amigo del Club, Ezequiel se llama, vos lo debes de conocer o no?- me comentó ella, por lo que me quedé pensando en lo que dijo… Ezequiel?!?!

-Y no le dijeron adónde iban?- le pregunté disimulando un poco la molestia o frustración que sentía en ese momento.

-No hijo, no dijeron, y eso que estuvimos hablando de todo, como yo no lo conocía muy bien, digamos que me puse al día jeje - agregó ella. La verdad que no tenía más nada que hacer allí, por lo que respetuosamente me despedí de ella y del padre de Pablo al que me lo crucé de salida y que me dijo:

-A lo mejor te lo cruzas por ahí, hace poco que salieron, no deben andar lejos-

-Si, a lo mejor me los cruzo…- y me fui a dar vueltas por el barrio, en el que lentamente se empezaban a encender las luces de las calles, ya que la noche iba cayendo en la ciudad.

Conducía algo fuerte, sin saber bien a donde ir, en mi cabeza muchas cosas daban vueltas, primero lo que recién acababa de enterarme en casa de Pablo, lo que me dijo su madre me dejo algo perturbado, ya que esperaba encontrar a Pablo allí y decirle de una vez por todas lo que me estaba pasando, porque sentí la necesidad de hacerlo y también porque creí que sólo él me entendería.

Pero el no encontrarlo en su casa y enterarme allí que salió con su “nuevo amigo” Ezequiel, fue algo que me supo amargamente mal. Por otro lado estaba el tema Enzo, el cual si bien ya había dado por muerto, seguía rondando mi mente, generando más dudas e inseguridades en mí, acerca de lo que podría llegar a significar eso, si abría la boca.

La frustración y el sentir que nada me estaba resultando sencillo, rápidamente se transformaron en una especie de rabia, y ya nada me importaba; esto que al parecer era creación mía, llegó a extremos desconocidos.

Frené un momento, cerca de un kiosco a comprar unos chicles y cigarrillos, aunque yo sólo fumaba cuando tenía algún examen próximo o simplemente para calmar los nervios, esta ocasión no iba a ser la excepción, y aunque a mi condición de deportista esto le acarrease problemas a la larga, no pude en ese momento decirle que no a los cigarros, mucho menos cuando ya tuve uno en mi boca, saboreando el humo que recorría mi garganta.

La noche ya estaba encima y seguía transitando los alrededores del barrio. Miré mi celular y vi la hora, 21:00pm, luego de echar un poco de gasolina a mi motocicleta, me fui hasta la plaza, aquella desde donde partíamos los cuatro para el Club. Me senté en un banco y encendí otro cigarrillo, miraba la gente pasar, yendo y viniendo…más de una pareja acarameladamente se paseaban cerca de mí hablando de lo lindo y patéticamente romántica que era su vida en ese momento. Yo simplemente miraba a la nada pitando y echando humo, esperando que el día acabase y la rutina empezara nuevamente mañana.

Estaba a punto de irme cuando vi pasar en motocicleta a Maxi, el cual me reconoció y no dudó en acercarse hasta mí.

MAXIMILIANO:

Mierda, Pablo se fue con Ezequiel, la verdad pensaba encontrarlo en su casa, pero la respuesta negativa de su madre me tomó por sorpresa, quería que hablemos, no sé aunque sea por unos minutos y allí mismo en su casa, como en los viejos tiempos, de nada en particular, pero como buenos amigos, por la amistad de tantos años más que nada.

Pero no… decidió salir por ahí con ese imbécil, prefería que anduviese con cualquiera, menos con esa persona, mi instinto de querer proteger a los míos me lo repetía, es mas creo que fue eso más que nada, lo que me hizo salir de mi casa y llegarme hasta ahí.

Bueno, mañana no dudaré en hablar con él, así sea que tengamos que llegar a enfrentarnos, lo haría por su bien, no seré yo quien lo deje, menos a él quien siempre me inspiró una especie de instinto protector hacia él mismo por lo tímido e inseguro que fue desde que lo conocí y que aun lo seguía siendo.

La noche de mi ciudad, me llevó por sus calles hasta la plaza del barrio, no sé a qué iba, pero aun así me llegué hasta allí. No me quedaría, pero ese lugar, tan propio de los cuatro, a lo mejor me ayudaba a calmarme, además para hacer un poco de tiempo antes de pasar por Jessica.

Di una vuelta alrededor de la plaza, la cual estaba bastante transitada, y en un banco cerca de una fuente, creí ver a Marcos allí sentado. No creí que fuera él, pero al ver su motocicleta allí estacionada, supe que era él. Me acerqué y su cara en ese instante no parecía la típica suya… Lo saludé y me senté a su lado.

-Qué haces?- dijo, estaba fumando y miraba el cigarro cada vez que calaba.

-Nada, fui por casa de Pablo, y…-

-Y no estaba- dijo él cortándome lo que iba a decir.

-Si, cómo supiste? Vos también fuiste hasta allá?- le pregunté por la coincidencia.

-Si, creí que iba a estar ahí, pero salió con-

-Ezequiel- Ahora corté yo lo que él iba a decir.

-A donde habrán ido esos dos…- dije yo, mientras le quitaba el cigarrillo, para darle una pitada.

-No sé… y tampoco sé  qué le pasa, está raro últimamente o no?- dijo Marcos, mirándome.

-Dímelo a mí, que no me banco al tarado ese- dije acabándome lo que quedaba del cigarrillo y tirando la colilla con fuerza.

-Ah sí, cierto… seguís con eso?- preguntó él, yo sabía a qué se refería, pero dejé que continuara.

-Sí y me fastidia que el otro (Pablo) no sé dé cuenta del parásito que es ése- dije con un limpio tono de bronca.

-Pero de esa vez ya pasaron años, cómo es que seguís con eso, a lo mejor el chico ya cambió, además éramos chicos- dijo Marcos.

-Habrá sido hace años, pero Marcos, esas personas no cambian, sólo aprenden a disimular mejor- dije, mientras miraba la hora en mi reloj.

- Vos decís?, no sé vos, pero a mí me parece que no, y es mejor pensar eso ahora que lo tenemos dentro de nuestra formación, o te olvidaste que lo está?- dijo

-No, no se me olvidó y no me lo recuerdes querés?… mientras no se quiera hacer el “vivo” con alguno de nosotros cuatro, lo voy a tener que aguantar, pero no sabe con quién se mete si llega a querer joder a alguno de nosotros, ok? Que no se te olvide- le dije

-Y que vas a hacer ahora?- le dije cambiando el tema

-No sé, me voy a quedar un rato más por aquí y tal vez vaya a dar unas vueltas en moto, estoy aburrido… Y vos? Tenés planes?- preguntó, mientras sacaba otro cigarro.

-Sí, quedé con Jessica ahora en un rato, tengo que ir a buscarla- dije mientras volvía a ver la hora, 21:35pm.

-Aaaah, pillo! Y adónde la vas a llevar?- dijo, mientras se apresuraba a encender su cigarro.

-Al cine tal vez, o al shopping a comer algo, están sus viejos en casa, así que no creo que haya más- dije sonriendo.

PABLO:

Recorríamos las calles de la ciudad, llegamos hasta el centro y lo recorrimos de punta a punta, la idea de ir a su casa a jugar a la PlayStation, rápidamente pasó a segundo o tercer plano, ya que los dos estábamos disfrutando enormemente la compañía del otro en esa moto.

Yendo y viniendo a toda velocidad y a la vista de todos. Yo reía de cada cosa que él decía, nunca creí que llegara a tener tan buen sentido del humor y que de su boca salieran tantas cosas graciosas acerca de todo lo que veíamos. Reía sin parar, por un lado por sus ocurrencias y por el otro, de felicidad, reía de felicidad, como pocas veces lo había hecho hasta ahora.

Estaba como en un trance de alegría, sintiéndome como un ave, a toda velocidad en ese vehículo, riendo como un loco aferrado a la cintura de Ezequiel, escuchando todo lo que me decía y sintiendo el calor de su proximidad. Las horas pasaban y no me importaba, simplemente quería que el viaje en esa motocicleta fuese eterno.

Pero frenamos un momento, para recuperar un poco el aliento y distender los músculos por el estar sentados por horas. Compramos unas gaseosas las cuales acabamos rápidamente. Nos mirábamos y sonreíamos agachando la mirada tímidamente, éramos como las parejitas cursis que siempre aparecen en las pelis o telenovelas.

El centro ya no nos parecía tan atractivo luego de haberlo recorrido completamente, así que decidimos volver al barrio, y de allí iríamos a casa de Ezequiel, no íbamos a dar por terminado el día sin pasar por allí. Nada me importaba ahora, sólo el estar con él.

LUCAS:

-Mierda no!, no me hagas esto ahora, ahora no!, un poquito más!- decía apretujando los dientes mientras hacía fuerzas para terminar de colocar los conectores del motor de mi camioneta, estaba a un paso de saber si la arreglé o no. Ah! Listo- dije mientras se conectaron los cables correctamente. Ahora faltaba la prueba de fuego; tenía que probar si arrancaba o no.

-Dios, Dios dale, esta vez que sea, que sea! Rezaba al cielo por que el trabajo de toda la tarde haya valido la pena… Bruummm!!! SIII ARRANCOOOO!!! –Pegué un alarido que creo todo el barrio me escuchó! Me secaba la transpiración y  me lavaba las manos, llenas de grasa, aceite y gasolina- tenía una sonrisa triunfante en la cara y no era de menos, me costó un triunfo el hacer andar ese motor.

Decidí que lo que faltaba era salir a probar el motor y ver cómo se comportaba ese bebé con todas las refacciones nuevas que le puse. -Arranque bien, sonido, bien, ahora echemos a andar esta belleza- me dije y salí, con el propósito de dar unas vueltas.. Ya tengo camioneta!!!!

Fui despacio, no quería forzar demasiado al recientemente “trasplantado”, así que lo hice con calma. Estuve en el barrio dando vueltas y sin notarlo llegué hasta la placita. Mientras iba atento al sonido del motor escuché que me silbaban y me llamaban por mi nombre y apodo.

- Eh Colo, aquí!- escuchaba que decían

-Por aquí colorado ciego! Eh Lucas!- noté que era la voz de Maxi y al ver bien, lo comprobé y a su lado estaba Marcos, estaban sentados en un banco allí en la plaza. Estacioné cerca de ellos y así, medio mugroso como estaba, me baje a saludarles y a presumirles la nueva y mejorada camioneta.

-Y ustedes que hacen por aquí- pregunté algo confuso

- Nada, yo andaba dando unas vueltas en moto - dijo Marcos

-Yo estoy haciendo tiempo por aquí, es que tengo que pasar por Jessica y me queda tiempo todavía. Y bueno me lo encontré a “éste” aquí - dijo Maxi, mientras  le revolvía el cabello a Marquitos

-Aaaahh.. Che y que me dicen? Ya escucharon como ronronea ese bebé?- les dije, mientras señalaba con un movimiento de cabeza a la “chata”.

-Con estas dos manos señoritas!- agregué mientras reía con ellos.

- Jaja! Yo creí que ibas a venderla como chatarra jajaja - rió Marcos

-Y cómo hiciste?, si ya iban como 6 intentos y nada que se arreglaba!- agregó Maxi, acercándose a mirar el motor.

-Era una porquería, una manguerita que hacia cagadas y eso era todo, tuve que comprar unas nuevas y ya estuvo, qué boludez no? Jajaja- dije

-jajaja – Seeeeeeee - afirmaron entre risas, los dos a la vez.

-Che ese no es Pablo?- dije yo al notar que por la calle y montado en una motocicleta en el asiento de acompañante iba Pablito y alguien más.

- Si, “son ellos”…- dijo seriamente Marcos mientras los veía pasar.

Yo los miraba pasar algo confundido. En eso, Maxi llamó por su nombre a Pablo, el cual de seguro escuchó, ya que fue tal el grito que pegó, que todo el mundo que andaba cerca, se volteó a ver. Marcos y yo, o por lo menos solamente yo, me sobresalté por tan portentoso grito.

Al parecer sí escuchó, ya que inmediatamente dieron la vuelta, aunque lentamente, y se aproximaron hasta donde estábamos. Seguía sin entender del todo, lo que estaba pasando…