IRONÍAS - Capítulo III
Un chico por conocer, uno por olvidar, uno a quien follar y uno en demasiados problemas...
Bueno, aquí está el tercer capítulo, perdon por la tardanza, y mis sinceros agradecimientos a quienes siguen esta historia...
PABLO:
Llegué a mi casa más rápido de lo que había tardado en salir en la mañana. Entré velozmente y sin mirar a mis padres que extrañados veían entrar a su único hijo, todo sudado, agitado y por demás de sonrojado. Oí a mi madre a mis espaldas hablándome por lo alto, notable alarmada por mi estado.
Yo subía rápida y torpemente la escalera que llevaba a mi habitación, para perderme en ella sin responderle algo a ambos.
Entré cerrando de un portazo la puerta, y trabándola con pestillo me acosté en mi cama rodeando con mis brazos mi almohada, ahogando mis ásperos sollozos.
Aun sentía en mi cuerpo su olor, su aroma, el olor a Ezequiel que bien supo impregnar con cada beso y con cada caricia en mi blanca piel. No lo aguantaba así que rápidamente me desvestí y me metí en mi gran baño. Al entrar me encontré con mi figura desnuda reflejada en el gran espejo empotrado que se erguía frente a mí. Pero en ese reflejo no me veía a mí, no era yo el que se encontraba allí, me desconocía. Era ese ser que se manifestó ante Ezequiel haciendo todo lo que hizo en esa cama, en ese cuarto hacía sólo unas horas. Lo veía reírse de mí con la más diabólica maldad.
No pude seguir viéndole más tiempo, así que aparté mi vista para entrar bajo la ducha y derrumbarme en el piso frio, para volver a estallar en un amargo llanto esta vez más fuerte que el anterior, acallado en parte, por el ruido del agua que caía bañando mi todavía ardiente cuerpo. Afuera de mi habitación, ya podía escuchar a mi madre claramente preocupada, tocando mi puerta, preguntando si estaba bien.
Un nudo en mi garganta no me dejó articular palabra al principio, pero luego de respirar profundamente le contesté que estaba bien, que en un segundo bajaría para verles, tranquilizándola al parecer, ya que no volví a escucharla afuera de mi habitación.
Me sentía terriblemente mal, mi cabeza me dolía muchísimo y un sofocón me entrecortaba la respiración por momentos. El alcohol además del fuerte sol que había dado de lleno en mi cabeza y cuerpo mientras huía de casa de Ezequiel, me estaban pasando factura.
Un agudo dolor en el estomago me doblegó. Sabía lo que venía, así que rápidamente me volví hacia el retrete y vomité de una forma espantosa. Me tumbé desnudo al lado de él, prácticamente abrazándolo y devolviendo todo lo que aun quedaba en mi interior, retorciendo mis piernas por los dolorosos espasmos que me producía cada arcada. Lloraba mientras lo hacía, recordando cada cosa que hice y dije. Dios! Dios! Que dolor en mi conciencia, que dolor en mi cuerpo!... me levanté a tientas, algo mareado y sosteniéndome en el retrete con algunos intensos dolores en el estomago por la contracción que sufrió con el terrible vomito.
Me introduje nuevamente en la ducha, con un asqueroso sabor en la boca y con los ojos inundados de lágrimas que me supieron de lo más amargas. Me terminé de duchar como pude, me vestí y caí rendido sobre mi cama donde me dormí profundamente en sólo un segundo con los ojos hinchados por el llanto.
No soñaba nada. Ninguna imagen, ningún recuerdo, nada….
…………
Toc, toc, toc! Escuchaba retumbar en mi cabeza… toc, toc, toc! Nuevamente oía el sonido, esta vez seguido de la voz de una mujer que repetía mi nombre… lentamente abrí mis ojos miel, recibiendo de lleno la luz del sol en ellos, cegándome completamente.
Mi madre, volvió a llamar a mi puerta con sentida preocupación en su voz, por lo que me levanté algo desorientado para atenderle.
-Hola mamá, perdón estaba muy cansado y me urgía ducharme y recostarme un momento y me quedé dormido, adelante pasa- le dije con una voz quebrada.
-Ay hijo, es que al verte entrar tan presuroso y con la cara roja, me preocupé mucho… creí que habías pillado una insolación o un golpe de calor! – dijo con el mismo tono de intranquilidad.
-Siento haberte asustado má, don Arturo nos hizo correr y la verdad que el calor que estaba haciendo esta mañana estaba muy fuerte. Pero no creo que sea nada grave, en serio, tal vez sea solo el cansancio – dije tratando de tranquilizarla… pero conociéndola como la conozco, sabía que no se iba a quedar con esa simple explicación e iba a pasarse todo el día analizándome hasta dar con el meollo del asunto…
-Bueno hijo, toma bastante liquido y baja a almorzar, aunque ya sean las tres de la tarde, ven a comer algo - dijo ella levantándose de mi cama mirándome algo más tranquila.
-Me cambio y bajo en un momento, gracias mamá- le dije tratando de colocar una serena sonrisa en mi demacrado rostro, para no causarle más preocupaciones
Ya en la puerta se volteó mirándome nuevamente, esta vez con un semblante serio, agregó:- hijo las chicas están esperándome abajo, voy a salir..- dijo, mientras me miraba con serenidad… Y Pablo, puedes contar conmigo para lo que sea y lo sabes… no te tardes hijo- me dijo cerrando suavemente la puerta mientras se alejaba.
Me quedé sentado en mi cama, en silencio. Trataba de no pensar, solo esperaba poder relajarme para luego debatir conmigo mismo todo lo sucedido. Me vestí ligeramente y aunque dudoso todavía, bajé al comedor, donde sólo encontré el almuerzo para uno en la mesa y sin nadie más. Ya que mi padre trabajaba en horario vespertino y mi mamá, como todas las tardes, se iba con sus amigas a jugar a las cartas.
Luego de unos intentos por comer algo, no pude hacerlo, porque con cada pequeño bocado que daba, mi estomago volvía a estrujarse amenazando con devolver nuevamente.
Lavé todo con lentitud de anciano por el hecho de seguir algo mareado y me dirigí a mi habitación llevándome a la boca dos analgésicos para el dolor de cabeza que empezaba a irritarme cada vez más. Mi casa se encontraba sumida en un silencio espectral que, hacía sentirme algo incomodo porque percibía más claramente mis pensamientos taladrándome. Pensaba y repensaba lo que había hecho con Ezequiel.
Tuve sexo y además me enteré que él se estaba enamorando de mí. Y por otro lado estaba Maximiliano, a quien empezaba a odiar en cierta forma ya que todo esto que ahora me pasaba, en parte era “su culpa”. Me acosté en mi cama, con las persianas de mi habitación cerradas. Todo estaba enmudecido y completamente oscuro. Me calmé y nuevamente empecé a analizarlo todo minuciosamente.
Debatí conmigo mismo lo sucedido concluyendo de la siguiente forma mi terrible situación:
1ro: Amo a Maximiliano, pero él no me ama y solo me considera un buen amigo, (cosa que no puedo aguantar, pero que tampoco me atrevo a abandonar)
2do: Cada vez que intento apartarle de mi cabeza, me termina resultando peor.
3ro: Apareció Ezequiel en mi vida, dándome una posibilidad de poder olvidar a Maximiliano. Pero con el detalle de que yo no siento nada por él, sin embargo está la opción de PRUEBA Y ERROR
4to. Claramente depende de mí el aceptar o rechazar la oferta que Eze me propone.
5to. (y más importante) Podré hacerlo? Resistirá mi corazón si acepto seguir con esto? Cómo afecta a Ezequiel mi actitud de mierda? Esto me está pasando y no es otro producto de mi imaginación.
No decidí nada y el cansancio me sumió nuevamente en un profundo sueño…
MARCOS:
Me sorprendió que Pablo no nos esperara, pero bueno al parecer sus padres le encargaron algo de camino a su casa. Lo que más me llamo la atención fue el hecho de que se haya ido con Ezequiel González, ¿desde cuándo se hicieron amigos?...
Reconozco que parece ser un buen tipo Ezequiel (además de estar muy bueno) pero nunca me hubiera creído que después de todos estos años que más o menos lo conozco, se haya acercado a alguno de nosotros. Si bien no he tenido mucho trato con él, es a simple vista una excelente persona aunque bastante reservado y algo antisocial.
Ya estaba en casa, cuando por un momento sentí la necesidad de mandarle un sms a Pablo. No supe porqué pero debía hacerlo. No sabía qué ponerle por lo que solamente le envié un “ qué haces?”.
No obtuve respuesta inmediata de su parte (algo muy raro viniendo de él), pero no le di mucha importancia, tal vez mas tarde si debía salir a hacer compras, pasaría por su casa un momento.
En mi hogar sentí el agradable olor del almuerzo que mi querida madre preparó. Mi padre, que al igual que yo, también estaba recién llegando, pero del supermercado, con su típica botella de vino tinto, que como buen esposo de una italiana de cepa, le resultaría difícil el evitar tener presente en cada almuerzo o cena.
Dejé mi ropa de deporte, toda sudada y apestosa en el cesto de la ropa para lavar y ayude a poner la mesa. Con un potente “A LA MESAAA!” por parte de mi padre, bajaron por las escaleras mis dos hermanos menores, Mateo de 12 y Sofía de 10, dando alaridos y riñendo entre ellos.
En el almuerzo, le comentaba de toda mi jornada en el club a mi padre, que me miraba atentamente, preguntándome de sus antiguos colegas que aun seguían asistiendo al club de sus amores.
Mi madre por su parte, no dejaba de reprender a mis hermanitos, que se enfrascaban por cualquier pequeñez inclusive en ese momento tan sagrado que teníamos a la hora de sentarse en la mesa, sacándola un poco de sus casillas…
Terminado el almuerzo y de lavar los trastes, era gracioso ver en cada uno de nuestros rostros, la expresión de saciedad y placer, seguido de la típica somnolencia que invita dulcemente a echarse una merecida siesta.
Por mi parte decidí salir al patio trasero y tumbarme en una reposera al lado de nuestra gran piscina, para relajarme, ver mi página de Facebook desde la notebooky disfrutar del día, aunque sofocante pero que invitaba a darse un chapuzón. Miré mi celular y noté que Pablo no me devolvió respuesta alguna. Definitivamente iría a verlo más tarde. Lo conozco desde hace ocho años y algo no me estaba cuadrando.
Mi cuenta en Facebook estaba como el día mismo: silenciosa, aburrida y con las mismas penosas caras de siempre, por lo que me puse mis lentes oscuros (de superestrella) y me apuré a meterme en la pileta (piscina).
Aaaaaaaawww el agua estaba realmente deliciosa y el entorno de mi casa, sumido en un relajante silencio. Me acosté apoyando la cabeza en el borde de la piscina en una honda sensación de relax.
No pensaba en nada más que en lo bien que la estaba pasando ahí flotando como una hoja. De repente vino a mí el recuerdo de aquél desconocido que me había dado un show erótico privado (breve, pero muy morboso) en los vestidores del club. Empecé a tratar de identificar su voz acordándome de aquellos susurros que soltaba mientras se sobaba bruscamente la picha dentro de esos bóxers carmesí, visualicé en mi mente la envergadura de aquella anaconda de cabeza rosa y del hermoso tatuaje tribal que remataba la base de sus abdominales. Hice memoria lo más que pude para dar con aquel misterioso chico, que irónicamente era un compañero de equipo, pero que no lograba reconocer. Sin frutos y algo frustrado, decidí no darle más importancia de la que mereciere a ese tema. Mientras tanto, quería relajarme en esta tarde. Mi cuerpo se movía al compás del agua, como si de un nenúfar se tratase y volví a desconectarme de mis pensamientos relajándome como si estuviera en un spa.
Me estaba adormilando con la tarde tranquila y el agua tibia y en un flash recordé que tenía que ir a casa de Pablo.
Pablito es mi amigo desde hace ocho años y entre ambos forjamos una solida amistad tanto dentro, como fuera del club. Se podría decir que es mucho más fuerte que como lo sería con Maxi o con Lucas, que si bien son mis dos mejores amigos también, no es tanta la conexión con ellos que como la que comparto con Pablo.
Nos decimos cosas con la vista y entendemos en cierto punto todos los códigos invisibles que usamos para expresar aquello que nos pasa. Es por eso que me estaba empezando a incomodar el no haber recibido respuesta de Pablo a mi mensaje.
Me salí de la piscina y rápidamente me alisté para ir a verle. Ya eran alrededor de las cinco de la tarde, por lo que de seguro iba a encontrarle haciendo nada, pegado a su computadora, como siempre enviciado con el Facebook o el Twitter…
Me fui caminando, ya que no tendría ninguna gracia sacar mi pesada moto del desordenado garaje de casa, para conducir las apenas tres cuadras que separaban nuestras casas. En unos pocos minutos ya estaba allí…
Toqué el timbre un par de veces, sin respuesta. Me estaba cansando un poco de estar ahí con calor y esperando (algo que me desespera y enerva fácilmente) toqué nuevamente, apretando un largo rato el botón del timbre nuevamente sin que nadie contestara.
-Bueno, tal vez hayan salido, después de todo es miércoles y están todos de vacaciones – me dije disponiéndome a marcharme de allí algo frustrado por tan innecesaria espera.
Estaba alejando mis pasos de ese lugar, cuando a mis espaldas escuché en un débil y confuso tono mi nombre:
-Marcos? Que haces aquí? – era Pablo, quien con sólo un short, una camisa de cuello y unas pantuflas estaba parado en la puerta de su casa, con una expresión de cansancio y los ojos sumamente hinchados.
-Bueno! Por fin!, un minuto más y te orinaba la puerta! (típica expresión argentina que se usa para denotar enojo cuando no te quieren salir a atender =D)
-Perdón, no hay nadie en casa, solo yo y estaba durmiendo… adelante, pasa- dijo con el mismo tono apagado en su voz. Pasé un tanto extrañado por el semblante enfermizo que mantenía mi amigo, que ahora distaba de ser el que hace unas horas, en la mañana había visto como todos los días.
Entramos y nos sentamos en los sillones de la sala de su casa.
-Te pasa algo? Te mandé un mensaje a eso del mediodía – le dije sin dejar de analizar su rostro detalladamente.
-¿A si? A ver… es verdad! No escuché sonar el celular, es que por el sol que me fumé en la cancha y mientras venia para aquí, me hizo mal parece – decía tratando de recuperar su típico timbre de voz- y me dormí como un oso, hasta recién- agregó.
-Pero si te viniste en moto o no? No debiste haber estado taaaan expuesto al sol, si te trajo Ezequiel Gonzales o no?- le dije con clara duda en mis palabras.
El enmudeció por un momento y me miró desconcertado. -Es.. es verdad, si me vine con él, y pasé por una farmacia para comprar eeeemmm… analgésicos..- dijo esto último mas dubitativo que antes.
-Aaaaaaahhh… tal vez fue el cansancio de la prueba de velocidad, porque yo también me sentí un poco mareado al llegar a casa.
-Si, tal vez eso haya sido…- soltó junto con un suspiro.
-Y desde cuando te hablas con Ezequiel?, Ése no es muy social que digamos. Y la verdad que tanto a mí como a Maxi y a Lucas nos sorprendió- le interrogué con tono detectivesco.
-Ezequiel? Aaammm eeeh, él solo se ofreció a llevarme y nada más, y si se acercó a platicarme en las duchas fué porque ya había hablado con él en la cancha, en la prueba de velocidad, te acuerdas?. – dijo, como si yo le estuviese exigiendo que me confesara un crimen.
-Mirá vos… la verdad que parece ser tranquilo… bueno y que tal es?- proseguí yo con mi interrogatorio, ya que me interesaba saber más de aquel chico del que no sabía mucho.
-Como tú dices, es tranquilo y buena onda, me llevó a toda velocidad en su moto y me dejó en mi casa rápidamente… parece que es cuestión de que se sienta en confianza para “poder soltarse” un poco jeje- me decía desviando la mirada hacia el techo como rememorando algo que pasó hacía unas cuantas horas solamente, o como si lo estuviera, no sé… ¿inventando?
-Y quiénes son sus amigos en el equipo, digo, como nosotros, el debe tener también sus amistades dentro o no?
-La verdad que no hablamos mucho. Como te dije, el me dejó en casa en cuestión de minutos y no hablamos de mucho de nada en particular.- dijo algo nervioso, como tratando de dar por concluido el tema Ezequiel.
-Mira vos…
-Y ustedes que hicieron? - me decía, con clara intención de cambiar el tema.
-Nosotros terminamos de ducharnos y nos fuimos cada uno para su casa, el calor estaba muy fuerte como para quedarse a perder el tiempo. Ah! El que sí se quedó un rato fue Maxi, que se dispuso a esperar a Jessica, pero la entrenadora de Vóleibol le dijo en ese momento que ella se había retirado temprano.
-El se terminó yendo con nosotros. Y eso es todo. Ay cierto!!! al “colo” le salió sangre de la nariz por el calor! Es una niñita! Jajaja – y me eché a reír con esto último, junto con Pablo que no disimulaba una extraña mueca de intranquilidad.
-Voy a encender el aire acondicionado, ya vengo- me dijo y se levantó y miré su torso desnudo, blanco como marfil perlado por el sudor, cuando estuvo de pie y se dirigió al comedor.
Me quedé en el sofá, leyendo los mensajes en el buzón de mi celular.
-Hey Marcos, podes venir a darme una mano acá????- escuché a Pablo gritar a mis espaldas. Me acerqué a donde estaba él y lo vi parado sobre una silla, agarrando el frente desmontable del aire acondicionado, con ambas manos.
-Qué haces?? – le dije sorprendido al verle haciendo equilibrio con el aparato.
-No sé que tiene esta mierda, al parecer es el “cosito” del termostato otra vez… ven y sostenme esto por favor.. Trae una silla y agarrá esto.- me ordenó y con una silla me acerqué a ayudarle.
-Sabés lo que estás haciendo no?- le pregunté dudoso, ya que no quería que pase ningún accidente por querer hacerse el técnico…
-Si, no te preocupes, ya lo arregle un par de veces, es siempre el mismo problema, pero no puedo hacerlo solo, necesito que sostengas esto, mientras yo ajusto el “cosito” este.- decía mientras señalaba unos cables.
-Ok, pero mirá que confío en vos eh?…- le dije, provocándole una sonrisa, poniéndome a su lado para sujetar la tapa del frente del aire acondicionado.
Estábamos bastante cerca el uno del otro, por lo que sentía el calor que emanaba su delgado cuerpo, junto con su olor típico a desodorante de notas marinas.
Mientras Pablo toqueteaba peligrosamente los cables del aparato, yo podía notar aun mas fuerte el olor a su perfume invadiéndome mis sentidos, por un momento me perdí en la blanca anatomía de mi amigo, sintiéndome bastante excitado, no al punto de empalmarme allí, pero me recorría la típica electricidad por la espalda, que me hacia vibrar mi interior.
Volteó su vista para mirarme y pedirme que levantara la tapa plástica, para atornillarla nuevamente al aparato. En ese momento el agradable olor a desodorante, cambió por un notable olor a alcohol que se coló de lleno en mis fosas nasales, haciéndome salir de mi ensimismamiento.
-Pablo! Vos estuviste bebiendo?- le inquirí sorprendido por el tufo de su aliento, que denotaba más de un vasito de lo que parecía claramente cerveza.
-Estuviste tomando cerveza, no?- volví a preguntar algo perturbado. No es que sea nada malo, pero conociendo a Pablo como lo conozco, el beber alcohol, no era uno de sus vicios ni mucho menos su fuerte.
-Eeeemm- eeeh- sssi, si me tomé unos cuantos vasos con mi viejo mientras mirábamos la televisión, estábamos mirando el partido- dijo, algo nervioso, terminando de armar el aparato de aire.
-Por cierto me hizo bastante mal, por lo que me dormí hasta que vos llegaste jeje- agregó con la misma expresión tensa.
-Mmmm si, me imagino…-concluí yo pero con la duda ensartada en la cabeza, algo no me pintaba bien y no sé por qué pero me parece que el tal Ezequiel tuvo algo que ver.
MAXIMILIANO:
No daba más del cansancio al llegar, y el calor extenuante, no ayudaba para nada… la verdad que me hubiera gustado encontrarme con Jessy a la salida del club, y ciertamente me sorprendió que se haya retirado más temprano, en realidad me sorprendió que no me lo haya dicho…
Esta tarde espero quiera aceptar que la lleve al cine, ya que no tendré nada que hacer y me iba a aburrir estando sólo en casa.
Nada me costaría llamar a los chicos, para que vengan a casa a jugar a la PlayStation en casa, pero en verdad quiero pasar esta tarde al lado de mi chica y ver una pelicula, y quien sabe, si la tarde se presta también para otra cosa…
La llamé por teléfono, y del otro lado de la línea, su hermosa y sensual voz me atendió. Dios como me gustaba tanto ese deje de sensualidad que usaba al hablar! Acordamos vernos a las siete, iría a buscarla en la motocicleta, para recorrer de paso la ciudad…
Le mandé un mensaje a los chicos, para preguntarles que iban a hacer ellos. Es miércoles y el shopping (centro comercial) se pone y a lo mejor ellos irían por ahí.
Lucas me respondió que tenía que arreglar el motor de su camioneta. Marcos, por su parte me dijo que saldría junto con Pablo al gimnasio.
Me sorprende que Pablito quiera ir al gym, ya que no creo que le haga falta, y es porque creo que su bien formado cuerpo no lo necesita, en cambio Marcos disfruta pasar el tiempo allí, asi sea que necesite o no, es su pasatiempo el formar “tubo”.
Bue, al parecer todos estaremos ocupados por la tarde.
Estaba en el patio trasero de mi casa, cambiando la bujía de mi motocicleta, para luego también darle una buena y merecida lavada, no iba a salir en esa cosa llena de tierra y barro junto con mi chica, ella no lo permitiría...
Mientras limpiaba ese montón de tierra, grasa y demás suciedad, me acorde que Pablo se fue del club acompañado por Ezequiel, me sorprende de ambos, sobre todo de ese chico, Ezequiel, más que nada por lo que ocurrió hace tres años… al parecer a él ya se le olvidó, pero yo no y no lo haría tan fácilmente…
Los había visto hablando a Pablo y Ezequiel durante la práctica, en la prueba de velocidad, además de que le haya ganado a Pablo, me sorprendió bastante que se haya acercado a hablar con él nuevamente en el vestuario y mucho más aun cuando se fueron juntos los dos.
Pablo es grande, sabe lo que hace y es libre de hablar con quien quiera, al igual que cada uno de nosotros, pero es que lo que llega a molestarme es que ese chico, Ezequiel, es muy falso y esconde tras esa cara de niño bueno, a un verdadero hijo de puta….
Nunca me cayó bien ese chico y siempre me producía cierta desconfianza, pero solo después de ese altercado de hace tres años, en el club, me terminó de cerrar todo acerca de ese tipo…
Solo espero que Pablo no le dé mucha cabida a ese chico, porque las cosas se les van a poner grises- pensé mientras me llenaba de lodo limpiando la motocicleta.
MARCOS:
Todo me estaba confundiendo, tal vez era simplemente yo, haciéndome un enredo de ideas, pero ahí estaba la duda, carcomiéndome la cabeza.
Pablo claramente se embriagó y demasiado, y no creo que en su propia casa, y mucho menos con su padre.
Desde hace ocho años que conozco a su familia y no creo que su padre don Armando, un respetado policía haya estado tan de buen humor como para pasarse de copas con su hijo, si bien Pablo es mayor de edad, dudo que su madre, doña Flor, haya permitido ver a su único hijo borracho en su sala, ella es una gran mujer con un gran sentido moral y no creo que haya permitido tal espectáculo en su propia casa.
En medio aparece Ezequiel, quien estuvo hablando varias veces con Pablo, tanto en el predio como en las duchas, algo sorprendente por parte de ambos, ya que Ezequiel es el antisocial y Pablo por lo consiguiente…
Podría estar equivocándome, tal vez estoy sacando conclusiones apresuradas, pero no dejo de pensar, hay cosas que no cierran y lo que llega a molestarme un poco, es que Pablo no me esté diciendo la verdad.
Mientras Pablo terminaba de echar a andar el aire acondicionado, yo volví hacia la sala porque escuché el sonido de mi celular en la mesa, era un mensaje de Maximiliano que preguntaba que haría por más tarde.
En ese momento se me ocurrió una idea, la cual me podría ser útil para poder hablar un poco mas con Pablo respecto a Ezequiel, que ahora empezaba a intrigarme más.
Le voy a proponer a Pablo que vayamos al gimnasio, a hacer un poco de bicicleta y pesas. Eso siempre funciona para sacar una buena charla, debate o cuestionamiento acerca de cualquier tema. Le contesté a Maxi que iríamos al gym con Pablo y me dirigí hasta donde estaba él para proponérselo.
-Al gimnasio?? - dijo muy sorprendido luego de escuchar mi propuesta
-Si, vamos un rato, aquí todo está demasiado aburrido, dale!- que además hay nuevo equipo- le inquirí esperando convencerlo.
-No sé, mis viejos no están, y tengo cosas que hacer aquí en casa- trato de excusarse, pero yo saqué mi mejor arma… la persuasión!
-Como quieras, de hecho yo no tengo ganas tampoco… después le pregunto a alguno que tal están las maquinas nuevas…
-Bueno ya! Ya! Vamos... - dijo este, para nada complacido y odiándome por verme de repente tan sonriente ante su afirmativa.
El se puso ropa cómoda, y salimos de su casa, hasta la mía para irnos en mi motocicleta, ya que el lugar quedaba algo lejos. Llegamos al gym, yo mas emocionado que mi amigo, que miraba para todos lados, me encantaba el estar en ese lugar, así que entramos (por lo menos yo) de lo más campantes. Saludé a los dueños y a algunos conocidos del lugar y junto a un desmotivado nos Pablo fuimos hasta las bicicletas fijas.
A nuestro alrededor, chicos de nuestra edad y alguno que otro cuarentón, se ejercitaba, o simplemente se pavoneaba mostrando lo suyo, sacando a lucir pectorales, bíceps de roca, muslos como barriles y traseros esculturales… tanta musculatura para disimular su cara de bulldog.
El lugar es grande y cuenta con todo tipo de aparatos e instrumentos para ejercitar la zona del cuerpo que quieras, incluso tiene bolsas para boxeo y hasta un baño sauna. Es un lugar muy “Top” y me encantaba pasar el tiempo allí, no podría decir lo mismo de mi amigo, que ya estaba sudando profusamente y con una expresión de agotamiento.
Me dispuse a querer entablar una conversación, pero sin sonar obvio, así Pablo no se incomodaba o descubriera mi verdadera intención, que era saber el porqué del estado en el que se encontraba.
Así que sólo hablamos por un rato de cosas como el lugar, la gente y de tanto en tanto nos divertíamos con el gordito rezagado en la cinta para correr, aunque se notaba el esfuerzo que mi amigo hacía para sonreir…
Y asi estuvimos, pedaleando en las bicis, mirando quien iba o venia, hablando de vez en cuando de simples banalidades que no llevaban a ningún lado.
Opté yo por sacar el tema “club” para ver si se prendía de la conversación, pero sin fruto aparente, y en realidad ya me estaba cansando de todo este jueguito, ya que suponía yo que no había necesidad alguna de estar haciendo esto teniendo la confianza que “tenemos” el uno con el otro.
Por lo que en un momento en lo que lo vi más atento a mis palabras, volví a preguntarle por Eze, como si nunca lo hubiera hecho en el día.
Su velocidad se fue aminorando, mientras trataba de articular palabras, algo agitado por el ejercicio.
-Es buena onda, se parece un poco a vos, en el poco trato que tuvimos me recordaba a vos en lo que es sentido del humor y esas cosas- dijo mirando a todos lados menos a mí.
-Es gracioso acaso? No parece serlo… aunque sería bueno que lo demostrara ante todos y dejara de ser tan, nosé… cerrado- le dije esperando que siguiera hablando.
-Si, es una buena persona, lástima que no sepa desenvolverse, al parecer no tiene amigos en el club- dijo, a la vez que me daba información que antes, en su casa no me dio.
-Vive lejos del club?, digo, a lo mejor un día le caemos en su casa, como quien conocernos mejor o no?
-Creo que vive cerca de allí, en el mismo barrio- dijo, algo más relajado.
-Y no opina nada acerca de nosotros?, no te dijo?- le pregunté, siguiendo el vaivén de preguntas y respuestas.
-No, además qué puede querer saber de nosotros?, si en el club, todos nos conocen y por es….- pablo se calló de repente, poniéndose muy pálido y oprimiéndose con una mano la zona del estomago. Y con la otra tapándose la boca.
-Pablo estas bien?- le pregunté preocupado por su expresión
-Do-donde hay un baño??- me preguntó sin dejar de taparse la boca
-Por allá, vamos, vamos!- y lo conduje hasta los baños al final del pasillo.
Llegamos, y apenas se situó cerca del primer lavabo que encontró, vomitó bestialmente! Yo me asusté un poco por la escena y le alcancé un poco de agua con las manos, para luego salir a buscar a alguien, el me paró en seco, tomándome de un brazo y mirándome con los ojos rojos, me dijo que ya estaba mejor, que fue por la agitación en las bicicletas.
Yo seguía observándolo atento, para ver si no continuaba devolviendo, pero al parecer eso era todo. Se incorporo y lavándose la cara se mojó el cabello, quedándose apoyado en el lavabo.
-No sirvo para tomar siquiera, no sirvo para nada….- dijo esbozando una irónica sonrisa que para nada me hizo gracia.
-Pero qué decís? Pablo ya estás bien? Te duele el estomago?- le preguntaba sin dejar de verle su ahora muy sonrojado rostro.
-Si, ya estoy bien, eso fue lo último… creo que mejor me voy, quiero dormir.. Dijo, mientras se sacaba la camisa algo sudada, para echarse algo de aire al rostro.
En eso, pude notar una clara marca roja en su cuello, cerca de la clavícula. Eso es.. lo que yo creo que es????-me dije a mi mismo, sorprendido por tan clara evidencia de que mi amigo estuvo con alguien!
-Vos te quedas? Yo me voy. Disculpa por el espectáculo jeje- dijo, sacándome del ensimismamiento que tenia por ver esa marca que antes, en su casa no noté por que la llevaba bajo la ropa.
-Q-querés que te lleve?, estas bien?-dije muy confundido sin dejar de mirar la zona roja de su cuello.
-Si, si, no te preocupes ya estoy bien, voy a ir hasta la esquina y de allí tomaré el colectivo (autobús urbano) que me deja en el barrio, cerca de casa. Estoy bien, en serio. Vos seguí estrenando las maquinas. Yo te mando un mensaje apenas llegue ok?- dijo mientras se volvía a colocar la camisa, con clara intención de marcharse.
-Bueno, pero me avisas apenas llegues ok?
-Ok, no te preocupes…- dijo, mientras salía del baño.
Le vi marcharse y no dejaba de recordar ese claro chupón que se lucia en la blanca piel de su cuello.
Ya no tenía muchas ganas de quedarme en el gimnasio por lo que solamente me paseaba de un lugar a otro mirando a los tipos que estaban en las maquinas y a los que hacían pesas.
Me dirigía a la salida, cuando vi entrar a un pequeño grupo de tres chicos, todos rubios y altos, como de mi altura, perfectamente moldeados y trabajados, parecían modelos en realidad.
Exhibiendo cada uno distintos grados de musculatura: buena, muy buena y excelente! Parecían trillizos, todos de ojos verdes muy claro y sonrisas perfectas, además de vestir ropa bastante ajustada, pero deportiva que hacia resaltar cada atributo anatómico de éstos.
Ellos se acercaron hasta el mostrador del dueño, parecía que esta era su primera vez en el lugar. No pude evitar el darme cuenta que me había quedado parado en medio del salón mirándoles como estúpido, por lo que regresé velozmente hasta una bicicleta fija en donde tenía una vista perfecta de esos tres hermosos chicos, que rondarían los 20 años cada uno.
En un momento, noté que uno de ellos, el más delgado de los tres, pero muy lindo, clavó su mirada en la mía, notando que yo lo observaba, por lo que aparté rápidamente mi vista a los botones de mi maquina, tratando de disimular.
Me fijé a ver si ya se movieron hacia otro sitio, pero seguían allí y ese muchacho seguía mirándome muy detenidamente, como si me estuviera escaneando con la mirada de pies a cabeza. Por mi parte comencé a pedalear rápidamente y así también a sudar, por el ejercicio y por esos cristalinos ojos verdes que me seguían observando.
Ya mi sudor se colmaba por mis poros de manera bestial, bañando mi frente, mi cabello y mi pecho, no daba más y el aire acondicionado del lugar no lograba refrescarme. Asi que algo inconscientemente me saqué la camisa, secándome con ésta el rostro y mi fornido pecho.
Pude ver en la mirada de aquél muchacho un vestigio de lascivia que brotaba por sus ojos, mientras yo me restregaba la camisa por mis pectorales cubiertos de ahora mojado vello. Si yo me estaba derritiendo por el calor del ejercicio, ese chico lo hacía por mí al parecer, y no se molestaba en disimularlo…
Los tres se dirigieron hacia el sector de pesas, y a su paso el muchacho me sonrió sensualmente.
Esto me hizo acelerar tremendamente el ritmo de la bicicleta, que creí poder romperla.
Estuve un rato mas allí, ejercitando las piernas y elongando un poco. Ya no había zona en mi cuerpo por donde no escurriese sudor, estaba bañado en éste. Así que decidí ir a tomar una ducha para refrescarme e irme a casa.
Pagué por las toallas y productos de baño en caja y con estos me dirigí a las duchas del gimnasio. No había nadie en estas así que me quedé un rato frente al espejo de los lavabos, con la toalla anudada a mi cintura, observando los frutos del deporte y las horas de gym, haciendo hinchar mis bíceps, mis pectorales y mi espalda, me encantaba sentir todo más duro en mi, perdiéndome de lleno en el volumen de mis “bebés”
Tan ensimismado estaba, que no noté que alguien entraba al baño, silenciosamente. Pude verlo a través del espejo, cuando estuvo parado tras de mí con una expresión de sorpresa y morbo en sus ojos, que me sorprendieron a mí, haciendo que me cubriera con otra toalla mi pecho. Era el muchacho de hace un momento.
Jajajaja! Ya se acabó tan rápido el hermoso espectáculo?- dijo con una voz sensual y una mirada felina, mientras se acercaba a mi sin dejar de clavar su mirada en la mía.
Que tienes miedo que alguien como yo te haga algo? No sabía que este gimnasio contara con tan buenos especímenes… me miraba y se acercaba, yo retrocedía a la vez.
N-no, es que me sorprendiste, no te vi entrar- dije, tratando de mantener un tono calmo.
A mi no me molesta, sigue si quieres. De hecho, podríamos hacer comparación, no te parece? -dijo al instante en el que comenzaba a sacarse su ajustada camisa negra sin mangas, exponiendo un blanco pecho, con pectorales definidos, rematados con dos pezones rosa y una generosa tira de abdominales.
Ahora muéstrame que tienes… -dijo esperando que hiciera algo.
Retiré la toalla que cubría mi peludo pecho inflando mis pectorales, haciendo que el muchacho sonriera complacido por lo que estaba viendo.
Ahora muéstrame que otras cosas tienes-le dije, ya envuelto en su sensual juego.
Mmmm, quieres ver solamente? - se acercó repentinamente pegando sus labios a los míos, con un salvajismo que me hizo vibrar. Nuestras lenguas de envolvían mutuamente y nuestros labios compartían la tibieza de la saliva de cada uno.
El comenzó lentamente a lamer mi cuello y mi garganta, haciéndome soltar leves gemidos. Me besaba y lamia, me lamía y mordisqueaba; era todo un experto al parecer, recogía con su lengua el sudor de mi piel y disfrutaba su sabor. Su aroma me inundaba y el calor de su lengua recorriéndome me extasiaba.
Yo me preguntaba si esto en realidad estaba pasando. De ser así, tan obvia era i homosexualidad? Era correcto esto que estaba pasando?
Descendió mas, hacia mis pectorales besando mis pezones y humedeciéndolos con su lengua. Bajo la toalla, mi pene ya reaccionaba a tales caricias, creciendo rápida y monumentalmente haciendo crecer el bulto en la toalla, como una carpa de circo, haciendo que esta vez sólo pensara en lo bien que la estaba pasando...
Mis manos recorrían su lampiño pecho, pellizcando sus pezoncitos erectos. Dios que momento! Estaba en las nubes de tanto placer, comencé a amasarle esas dos esferas respingadas de su culo, apretándolo contra mi cuerpo. Él gozaba como yo porque oía sus gemidos ahogándose en mi boca.
Lentamente fui bajando su pantalón corto, hasta dejarlo caer en sus tobillos, bajo su bóxer celeste se erguía una torre de más o menos 17 cm, pero bastante gorda, la cual comencé a masajear con suavidad. Gemíamos los dos al compas del masaje que nos dábamos mutuamente, y así con nuestros labios unidos, nos metimos a tientas a un cubículo de ducha tumbándonos en el piso frio, olvidándonos en donde estábamos. Yo quede debajo de él.
Con suaves besos comenzó a descender desde mi ombligo hasta mi pelvis y con su boca saco la toalla que cubría mi enhiesta polla que ya estaba en todo su esplendor, babeando pre seminal.
Comenzó a darle unos cuantos lametones al glande, que se estremecía con cada pasada de esa ardiente lengua, y luego introduciéndoselo en la boca suavemente, masajeándolo con la lengua y el paladar. Yo me retorcía del placer sintiendo esa cálida boca y sus manos acompañando la mejor mamada de mi vida.
Con una mano me apretujaba las bolas, haciéndome gemir y sudar. Comenzó a tragar mi polla como un profesional, haciéndola llegar hasta el fondo, ya que sentía su nariz en el vello púbico y mi glande en lo más profundo de su garganta.
Estaba a mil, y el vaivén de su boca imitaba a la perfección el de una buena paja. Saco mi polla de su boca, para acercarse a besarme, mas bestialmente que la vez anterior, pude sentir el sabor de mi pija en sus labios y esto me puso como una fiera. Me incorporé y esta vez lo tumbé a él. Mire su polla blanca y rosa un segundo y me dispuse a devolverle el favor, no tenía mucha experiencia dando mamadas, pero un par de películas de lo mas didácticas me hicieron recordar los “pasos básicos”.
El me miró y se dio la vuelta, poniendo su rostro bajo mi entrepiernas, quedando el mío en el suyo, comenzamos un 69 caliente, disfrutando los dos por igual. Mientras el chupaba mi verga con dedicación, yo comencé a recorrer con mi lengua su raja lampiña, sus bolas y el perineo, el cual lo hacía gozar como loco. Tomé un dedo ensalivado y comencé a apretujarlo sobre ese rosadito ano que estaba escondido entre esas dos esferas perfectas, lo sentía ceder poco a poco. El seguía mamándome la polla mientras yo le abría el culito.
Luego de un dedo y de otro, su ano ya estaba a punto, y bien lubricado de mi propia saliva. El se dio la vuelta, poniendo su blanco culito en pompa, invitando amablemente a pasar a mi verga, que palpitaba por probarlo. Sobé con el glande bañado en saliva y pre semen esa raja y lentamente comencé a hacer presión para introducir los 19 cm de carne dentro de este jovencitos.
Apenas pudo entrar la cabecita y la dejé allí un momento. Pero inesperadamente el chico movió su cadera hacia atrás, ensartándoselo hasta casi la mitad, sin ningún miramiento. Esto me hizo soltar un fuerte gemido que creí que sería escuchado por alguien. Dios! Estaba gozando como bestia y solo estaba a la mitad, comencé a pujar hacia adelante y hacia atrás, lentamente, sujetando su cadera.
El gozaba y gemia, por lo que se me ocurrió abrir el grifo de la ducha, bañándonos por completo, estando tirados en el piso cogiendo como animales. El se sorprendió por el liquido bañando su piel, pero no le importó, y al parecer más caliente lo puso, porque empezó a embestir su culo contra mi verga, masturbándose a su vez, yo le ayudé aumentando el ritmo con una mano. El agua que se colaba por nuestra unión, sonaba en cada golpeteo, era tan excitante el sonido que me creí en una porno.
El vaivén no disminuía su velocidad y la corrida era inminente, seguí cabalgando ese culo hermoso gimiendo guturalmente, por suerte a nadie se le había ocurrido entrar a las duchas en ése momento. Yo seguí hasta que no pude más e inundé el interior de ese chico de espesa leche disparada en forma eruptiva. La contracción que tuvo me dio a entender que también se corrió, y así fue cuando vi que bajo su cuerpo yacía un poderoso lechazo. Nuestra respiración, entrecortada y agitada, se fundía con nuestros labios en un apasionado beso en el que nuevamente nuestras lenguas se pasaban saliva.
Nos levantamos a duras penas del piso, ya que la posición en la que estuvimos y el agua, nos dejaron adoloridos. Nos duchamos allí mismo sin parar de besarnos de vez en cuando.
-Por cierto, cómo te llamas?- le pregunté recuperando la normal respiración.
-Esteban, y vos lindo? Jajajaja- dijo con una sonrisa y una mirada provocadora.
-Me llamo Marcos- le dije nuevamente un poco apenado.
En un vistazo furtivo, vi que en su lechosa piel desnuda, yo le había dejado una marca, una marca de dientes y roja, demasiado parecida a la que vi en el cuello de mi amigo Pablo!
Esto me descolocó totalmente. Termine de ducharme, sin esperar a Esteban y me vestí rápidamente, disponiéndome a salir ágilmente de allí.
-Espera, ya te vas?- me preguntó al verme en la puerta.
-Si, me acordé que tengo varias cosas que hacer… Nos vemos- y me alejé de allí.
-Te voy a volver a ver por aquí? Digo, así te paso mi teléfono- dijo, mirándome expectante.
-No importa, yo después de esto estoy más que seguro que volveré…- y me fui, sin saber bien a dónde, todo lo que viví en un solo día, me tomó muy de sorpresa.
LUCAS:
-Aaaaggggghh!!! Motor de mierda! Y la puta que te parió!