Irma y Jacinto

Irma sospecha de la bisexualidad de su novio y en complicidad de Jacinto, su primo gay, confirma sus sospechas.

Irma y Jacinto

Después de cumplir los dieciséis años y haber terminado la secundaria, mi familia consideró que sería bueno que continuara mis estudios en la capital del país. Así que vine a la ciudad de México a presentar el examen de admisión a la preparatoria y conseguí el ingreso. Dada la situación de mi edad y la economía familiar sugirieron que me alojara con mi prima Irma, una chica de 22 años que se había venido también a la capital a estudiar.

Al principio la idea me desagradaba pues sabía que de alguna manera ella sería la encargada de vigilarme y mantener al tanto a mis padres. Sobretodo porque por mi mente había pasado la idea de estar solito y poder hacer algunas cosas que en mi pueblo no se pueden. Pero con el tiempo me daría cuenta que vivir con mi prima sería algo muy, pero muy especial.

Al llegar a su departamento mi prima me recibió con los brazos abiertos y de inmediato me ayudó a instalar, me acomodó en un pequeño cuarto de servicio que estaba pegado a su recámara. No era muy grande pero cabía bien una cama y un pequeño closet. Además, tenía unas ventilas que daban hacia su recámara y hacia un cubo de luz.

  • Bueno Jacinto, pues este es tu cuarto, ya te enseñé dónde está todo así que siéntete en completa libertad de usar todo lo que hay en el departamento.

  • ¿Todo? – pregunté un tanto admirado por la confianza de mi prima.

  • Sí, claro… bueno, todo menos mis calzones jajaja – soltó la risa y ambos terminamos riendo a carcajadas.

  • Pues muchas gracias prima, sólo espero no darte muchas molestias.

  • No te preocupes, creo que nos vamos a llevar muy bien… sólo te quiero pedir un favor.

  • El que Tú digas prima – respondí de inmediato.

  • Pues quiero que seas muy discreto con lo que veas aquí… sabes, luego viene a visitarme mi novio y ya sabes como son en el pueblo, mis padres no lo verían bien y no quisiera molestarlos.

  • Sí, es cierto, pero por mi nada sabrán, te lo juro.

  • Ves como nos vamos a llevar muy bien.

Y así inició mi vida en la ciudad. Era realmente diferente a todo lo que estaba acostumbrado. En la escuela había todo tipo de ideas e incluso mi prima tenía una mente muy abierta. Me sentía muy a gusto viviendo con Irma y a pesar de la diferencia de edades pronto hubo un gran entendimiento y mucha confianza.

Cierto día en que llegó noche noté que la acompañaba Antón, su novio, pero en lugar de despedirse lo invitó a pasar a su cuarto.

  • ¿Por qué me tienes con hambre, mi amor? Desde que llegó tu primito no me das oportunidad de nada

  • Shhhht… Déjame ver si está dormido para ver si aprovechamos… - dijo ella y Yo de inmediato me acomodé en la cama y cerré los ojos.

  • ¿Jacinto? ¿Estás despierto?... ¿Jacinto?... – preguntó ella detrás de mi puerta, pero como no contesté ella se asomó, abrió la puerta con cuidado y al ver que no me movía la volvió a cerrar.

  • Vente mi amor… está dormidito… quítate la ropa y déjame ver tu deliciosa vergota - le dijo ella en voz baja y se metieron a su cuarto.

  • Hoy te toca hasta por las orejas – le dijo Antón y añadió – me encanta tu culito… ah que rico.

  • Ayyy papito había olvidado la vergota que te cargas… ah dámela toda – gimió ella.

Así inició una tremenda sesión de sexo que terminó hasta la mañana siguiente. Una cosa era saber que mi prima tenía novio y que seguramente tenían relaciones sexuales, pero otra muy diferente era oir con detalle la manera en que se la cogían. No podía dormir mientras los escuchaba tratando de imaginar las posiciones en que se la metían. Cuando terminaron los gemidos por fin pude dormir pero en mis sueños veía a mi prima y a su novio desnudos cogiendo sin parar, sobretodo él que resultaba ser un semental que le clavaba su descomunal verga por el culo.

En fin, al día siguiente me levanté, preparé el desayuno para tres y los fui a despertar.

  • Ya es tarde… ¿quieren que les lleve el desayuno a la cama? – les dije en la puerta.

  • ¡Jacinto! ¿Pero? ¿Es qué Tú…? – respondió mi prima asustada.

  • No tienes que decir nada prima, es tu casa y eres mayor de edad, así que a desayunar – le dije viendo una sonrisa en el rostro de mi prima.

Nos sentamos a la mesa los tres y hasta ese momento me dí cuenta que mi prima era un mango, estaba buenísima y la batita semitransparente que se había puesto le permitía lucir su cuerpo a la perfección. En cambio Antón sólo se puso los calzones, por cierto unos calzoncitos atléticos tipo bikini bien ajustados que permitían distinguir a la perfección el perfil de su pene y en los que fijé mi atención de manera inconsciente por unos instantes.

  • Ponte aunque sea los pantalones – dijo Irma a su novio.

  • Para qué si ahorita nos toca repetir ¿o no?... Además tu primo es hombre y no creo que le importe.

  • Por mi no hay problema, si quieren pueden andar en cueros – le respondí anhelando que se animara a quitarse los calzones, pero no lo hizo.

  • Ves… bueno, vamos a desayunar y nos echamos otro por "detroit" – le dijo Antón a Irma acariciándole las nalguitas.

  • Bueno, está bien pero ya saca tu manita de ahí.

Los tres desayunamos rápidamente, Yo tenía que ir a clases y ellos a "echarse otro por Detroit".

Ese día por la noche mi prima me pidió que platicáramos de cosas más íntimas, confidencias. Yo estaba por cumplir 17 años el siguiente fin de semana y ella creía que ya podíamos hablar de ciertas cosas. Así que me dijo – Tu actitud el día de hoy me hizo darme cuenta de que ya eres un hombrecito, fuiste bastante maduro y creo que podemos hablar con más confianza de otras cosas.

  • ¿De sexo? – la interrogué.

  • Claro, si quieres – me respondió - ¿Qué quieres saber?

  • Pues ayer los oí toda la noche y me imaginé lo que estaban haciendo, pero cosas como "hacerlo por Detroit" no me quedan claras.

  • Jajaja pues no sé bien como explicártelo, "hacerlo por Detroit" es hacerlo por el ano… a Antón le encanta meterme su pene por ahí, dice que es mas rico porque está mas apretadito.

  • ¿Y no te duele? ¿la tiene muy grande Antón?

  • Pues honestamente sí, Antón la tiene bien grande, pero afortunadamente sabe como hacerlo y ambos disfrutamos bastante… aunque la primera vez duele un poco pero como te digo si lo saben hacer se siente bien rico… deberías probarlo… aunque Antón la tiene muy grande para estrenar jejeje.

  • ¿Qué pasó prima? ¿a poco crees que me hace agua la canoa?

  • Pues eso a mi no me importa… cada quien sus nalgas ¿o no?

  • Pues eso sí… pero… bueno, Yo… - me detuve sin saber que decir.

  • Mira primo no estoy ciega, eres un chavo a todo dar, eres muy guapo y lo sabes, no tienes novia y tímido no eres, compras revistas para hacer ejercicio en donde salen unos chavos en shortcitos que se les ve todo el paquete y hoy por la mañana le aventaste el calzón a mi novio grueso

  • ¿Por qué dices eso?

  • ¿Crees que no vi como te le quedaste viendo el paquete que se le formaba en el frente de los calzones y cómo lo retaste a que se quitara los calzones?

  • Perdóname prima, no lo hice a propósito, es que… pues sí, Tú ya te diste cuenta, me atraen los hombres, me gustan desde hace tiempo, pero en el pueblo… ya sabes, no entenderían… en cambio aquí parece que es posible conocer a "alguien"… incluso he llegado a ver en los puestos de periódicos algunas revistas para hombres, lo malo es que no me las venden.

  • Que caliente resultaste primo, pero gracias por la confianza, sabía que no andaba tan equivocada, y por las revistas esas déjame ver si te puedo conseguir alguna… y dime, ¿tienes algún amiguito cariñoso?

  • No, como crees… no he llegado a tanto.

  • Y a poco no te gusta ninguno.

  • Pues sí prima, hay algunos chavos que se ven cuerísimos pero la verdad no sé como acercarme… además no sé nada de sexo entre hombres y que tal que me quieran hacer algo o que les haga algo y yo no sé.

  • Vaya, pues sí que está complejo… tal vez si te consigo una película para que la pongas en la videocasetera

  • Eso estaría genial… ¿A ti quién te enseñó?

  • Uyyy pues no me lo creerías

  • ¿Lo conozco?

  • Sí, claro, fue Paco, el que era sacristán de la iglesia del pueblo… bueno, él y un amigo suyo.

  • ¿De verdad? Pero si ya está muy grande, debe tener como 45 años… ¿Cuándo y cómo ocurrió?

  • Uy esa es una historia muy larga.

  • Pues tenemos tiempo jejeje – me reí nervioso esperando que me tuviera la confianza suficiente para contarme y así fue.

  • Pues sí, fué ese Paco, aunque en esa época él estaba más joven. Ocurrió poco después de mi fiesta de quince años, acudí a la iglesia para confesarme pero el padre no estaba y Paco me dijo que el padre había salido y que regresaría hasta la hora de la misa. Yo le comenté que necesitaba confesarme urgentemente porque había pecado, bueno, al menos yo creía que era un pecado. Entonces Paco me dijo que si quería él me podía confesar, ya que en ausencia del padre él podía incluso oficiar la misa, así que con mi ingenuidad caí redondita.

  • ¿Cómo pasó entonces? ¿te confesó y qué te hizo?

  • Pues me pidió que lo acompañara a la sacristía y ahí se comenzó a quitar la ropa. Yo le pregunté que qué hacía y él me dijo que necesitaba ponerse la sotana del padre para confesarme, así que una vez que se quedó en calzones se puso la sotana y comencé la confesión.

  • ¿Pues qué habías hecho que necesitabas la confesión tan urgente?

  • Lo que ocurrió fue que ese día en la casa de los vecinos hubo una fiesta y un chico de sus invitados me dio un beso en la boca y me acarició las nalgas. Así que eso se lo dije al sacristán y de inmediato puso cara de espanto diciendo que ese era un pecado muy grave, que sólo cuando el demonio invade tu cuerpo haces cosas semejantes.

  • ¡Qué jalada! ¿Y a poco le creiste?

  • Pues sí, era muy ingenua y él lo supo aprovechar. Así que en cuanto me dijo lo del demonio me asusté y pregunté que qué era lo que debía hacer para sacar ese demonio de mi cuerpo. Él de inmediato me dijo que me tenía que quitar la ropa para saber si tenía la marca. Yo, con algo de pena pero muy asustada, me quité la ropa quedándome sólo con el brassiere y la pantaleta. Entonces vino la auscultación, me recorrió con sus manos todo el cuerpo y me quitó la poca ropa que me quedaba buscando la dichosa marca. Y entre mis pocos pelitos del pubis encontró un lunar y dijo que posiblemente esa era la marca, que necesitaba actuar de inmediato antes de que se posesionara completamente de mi.

  • ¿Y que hizo?

  • La sotana se le levantaba al frente y cuando le pregunté que qué era, me respondió que era mi salvación, que era un báculo con el que iba a recorrer todos los rincones de mi cuerpo para limpiarme. Y con mi susto y viendo cómo se levantaba la sotana para mostrarme su báculo en completa erección, sentí un calorcillo y me mostré dispuesta a colaborar en todo. Me pidió que me arrodillara y metiera en mi boca su báculo para limpiar el beso que me habían dado.

  • ¡Qué cabrón! Hizo que se la mamaras.

  • Admito que al principio me dio miedo, pero como su pene comenzó a babear el sabor se me hizo agradable y poco a poco estaba mejorando mi técnica. Entonces me acomodó en un sillón y se arrodilló entre mis piernas para buscar otra marca, cosa que hizo con sus dedos inicialmente, acariciando mi clítoris, calentándome al máximo y haciendo que mi vagina lubricara lo suficiente para introducirme su báculo. Fue un dolorcillo ligero y de pronto el sacristán ya me estaba bombeando. Me había desflorado y lo hacía muy rico. Entonces me la sacó del coño y me la metió en la boca para llenarla con su leche tibia y viscosa.

  • ¡Qué rico te jodió!

  • Sí, fue muy rico, pero después vino lo mejor.

  • ¿Lo mejor? ¿Qué hicieron?

  • Pues entró su compañero, el que le ayudaba a arreglar las cosas de la iglesia y de inmediato fue invitado a salvar mi cuerpo, este chavo ni siquiera se presentó, simplemente se quitó la ropa quedando completamente desnudo en pocos segundos. Era mucho mas joven, no tendría más de 20 años y tenía una verga en plenitud, más gorda y mas larga, así que solita me senté en ese báculo mientras el sacristán me pedía otra mamada para poner nuevamente erecto su báculo. El chavito se dio cuenta que me acababan de desflorar y trató de controlarme para que gozara más. Mientras yo seguía ocupada con mi boquita en la verga del sacristán y en cuanto estuvo listo nos reacomodamos, Yo sobre el mas chavo ofreciéndole mis tetas mientras me la metía por el coño y el sacristán detrás de mi, besando y mamando mi culito. Y después sentí que me untaba algo frío en el culo, me dijo que era necesario para sacar al demonio y un terrible dolor me invadió en mi agujerito, grité al sentir como se me dilataba al paso de semejante verga, pero poco a poco me la fue metiendo hasta los cojones. Poco a poco nos fuimos acoplando en el mete y saca hasta que el sacristán comenzó a venirse en mi culito en tanto que el chavito se venía en mi coño haciéndome sentir en la gloria. Así quedé desflorada de boca, coño y culo el mismo día y debo mencionar que el pobre chavito quedó con su verga bien rozada por la estrechez de mi coño.

  • Todo eso suena delicioso, dos vergas para ti solita.

  • Realmente inolvidable, de sólo acordarme ya tengo húmedas las pantaletas. En fin, así fue mi primera vez y gracias a ello cuando conocí a Antón le pude aguantar el tremendo pene que se carga.

  • Sí, se le ve bien grande. Te sacaste la lotería con ese hombre.

  • Tranquilo primo, ya sé que se te antoja mucho Antón para estrenarte… no te creas, todo el día lo he estado pensando, y quizás te preste a mi novio para un rapidín jejeje.

  • ¿De verdad? ¿Cuándo?

  • Tranquilo primo, no estoy segura que a él le gusten los hombres, aunque tratándose de un culito creo que siempre se apunta.

  • ¿Tú crees?

  • Pues si te fijaste, en la mañana, cuando te le quedaste viendo el paquete, se lo acarició y te sonrió.

  • No, no me fijé… ¿cómo podríamos estar seguros?

  • Mira, Yo le comenté que a ti te gusta nadar y como le mencioné que el fin de semana cumples años pues él se ofreció a llevarnos a una casa que tiene en Cuernavaca, con piscina y toda la cosa, así que prepárate para ir a nadar en tu cumpleaños. Y ahí podremos ver si se anima.

Durante toda la semana esperé con ansiedad que llegara el viernes, no podía dejar de pensar en las posibilidades de estar junto al novio de mi prima sólo en traje de baño incluso imaginaba la manera en que lo podría seducir, en fin, fue una semana de fantasías eróticas constantes.

El viernes por la tarde pasó Antón a recogernos y salimos rumbo a Cuernavaca. Obviamente me puse unos shorts cortitos y ajustados con la intención de llamar la atención de Antón, pero no tuve éxito. Sin embargo, al día siguiente las cosas cambiaron ligeramente. Me puse mi traje de baño, unos shorts tipo surfista que según yo me hacían lucir muy sexy y salí a la piscina para nadar un rato.

Poco después aparecieron Irma y Antón en traje de baño, realmente lucían como una pareja hermosa, mi prima tenía sus tetas y nalgas del tamaño ideal y una cinturita que lucía a la perfección en la diminuta tanga que usaba. Él traía un bikini pequeño y lucía su cuerpo atlético. Entonces me pidieron que saliera a partir el pastel que me habían comprado, así que después de las mañanitas partimos el pastel y mi prima y su novio me dieron unos regalitos.

  • ¡Que se lo ponga! ¡Que se lo ponga! – gritaban Irma y Antón.

Decidí abrir primero el de Antón y casi me voy de espaldas, era un juego de tres calzoncitos como los que él usaba.

  • Gracias, están bien padres – le dije mientras los sacaba de la cajita para verlos mejor.

  • Que bueno que te gustaron, me di cuenta que te quedaste viendo los míos el otro día y tu prima me dijo que le habías preguntado dónde los había comprado – me respondió aquel hombre con gran naturalidad mientras encontraba la mirada de complicidad de mi prima.

  • Bueno ahora abre el mío y póntelo de una vez – insistió Irma.

Abrí el regalo de Irma y al sacarlo me sentí cómo se me subía el calor a la cabeza, era un traje de baño bien chiquito de esos que son a la cadera, tipo bikini, de color rosa.

  • Gracias prima, está muy padre… pero está muy chico ¿no? – le dije con el corazón acelerado pues sentía la mirada de Antón analizando mi reacción.

  • No, para nada, es de tu talla, póntelo para ver como se te ve – volvió a insistir Irma, sabiendo que me había encantado pero que sin duda me daba pena ponerme esa prenda frente a su novio.

  • Sí, ve a cambiarte, estoy seguro que te quedará bien, es muy parecido al que Yo traigo – me dijo Antón poniéndose de pie y modelando su bikini.

Así que me fui a cambiar, en cuanto me lo puse me vi al espejo y me encantó lo que vi, efectivamente el bañador era de mi talla y se me ajustaba al cuerpo como un guante. Sentía que mis nalguitas se resaltaban y el paquete al frente se marcaba a la perfección. De sólo verme comencé a imaginar las posibles expresiones de Antón al verme así. Pero decidí que lo mejor sería comprobar esas reacciones en la realidad, así que regresé con mi prima y su novio.

  • Vaya, vaya, pero si hasta pareces modelo… ves como si es de tu talla – exclamó Irma en cuanto me vió.

Entonces sentí la mirada de Antón recorriendo todo mi cuerpo, de arriba abajo, y entonces me di cuenta de que se acarició el paquetote y se lo acomodó discretamente.

  • Sí, se te ve bastante bien, ahora a estrenarlo a la piscina – me dijo Antón mientras salíamos los tres al jardín.

  • Me ayudas a poner bronceador, mi amor – le solicitó mi prima dándole la espalda como ofreciéndole sus nalguitas al macho que tenía por novio y añadió – yo sólo me quiero asolear un poquito.

Así que Yo me fui directo a la piscina para bajarme la excitación que me había generado toda la situación mientras que Antón le aplicaba el bronceador a Irma por todo el cuerpo, aunque lo hacía en repetidas ocasiones en las nalgas. Creo que mi prima sabía que su mayor encanto eran sus nalguitas y lo aprovechaba al máximo, pues el bulto al frente del bikini de Antón era cada vez mas grande, incluso daba la impresión de que en cualquier momento el bikini sería desbordado. Pero como mi prima no daba señales de querer tener sexo con él en ese momento, pues no tuvo más remedio que dejarla en el camastro y meterse conmigo a la piscina.

  • ¿Qué tal está el agua? – preguntó él parándose en la orilla y luciendo su impresionante cuerpo.

  • Pues está bien rica, anda métete para que se te baje… - le respondí mirando directamente la tremenda erección que se le había formado por culpa de mi prima y él comprendió que era lo mejor, así que de un salto se zambulló.

  • Así que cumples 17 años y ¿qué te regaló tu novia? - me preguntó mientras nadábamos.

  • Nada, bueno, es que no tengo novia – le respondí tratando de ver si algo podía suceder.

  • ¿Y eso? A esa edad uno no puede andar sin novia, siempre se necesita poder tener con quien "descargar" las calenturas ¿no? – me interrogó con una sonrisa pícara que me hizo sentir escalofrío.

  • Pues sí, pero no he conseguido una – le dije y me salí para tenderme al sol en la orilla de la piscina.

Pues ni modo, ya te encontrarás una que coja rico… deberías ponerte bronceador o protector solar en la espalda, porque si no al rato vas a tener un ardor terrible – me dijo él casi en tono de ofrecimiento.

  • ¿Me ayudas a ponérmelo? Igual y a ti también te hace falta – le respondí intentando averiguar sus intenciones.

  • Claro, tráelo, está en la bolsa de Irma – me dijo y lo obedecí de inmediato, me dirigí a buscar el bronceador y ví como mi prima me guiñó el ojo en señal de aprobación.

  • ¿Tú o Yo? – le pregunté a Antón quien seguía nadando.

  • Tú primero, acuéstate aquí – me ordenó y de inmediato me tendí en la orilla de la piscina mientras él desde dentro me untaba el bronceador en la espalda con ambas manos y poco a poco iba bajando hasta llegar a la cintura y al nacimiento de las nalgas. Yo instintivamente levanté mis nalguitas esperando una caricia pero él se las brincó y siguió aplicando el bronceador en mis muslos y piernas. Finalmente me dio una palmada en las nalguitas y me dijo – listo ahora me toca a mi.

Entonces cambiamos posiciones y él se dejó que le pusiera el bronceador de igual manera que me lo había aplicado a mi. Pero cuando le palmeé las nalgas para decirle que había terminado, él se metió el bañador entre las nalgas lo más que pudo y me dijo - ponme un poco más ahí.

Sin dudarlo lo obedecí y le apliqué bronceador en sus preciosas nalgas, bueno, en la parte que quedaba al descubierto y en cuanto terminé le di otra palmada – listo, ya quedó.

  • ¿Me pondrías al frente? – me preguntó girándose boca arriba.

  • Claro, no hay problema – le dije y él cerró los ojos dejándome en libertad de aplicarle el bronceador como Yo quisiera.

Recorrí todo su cuerpo e incluso rocé el bulto con mi antebrazo accidentalmente, pero al notar que no decía nada volví a rozarlo intencionalmente varias veces y en consecuencia noté como se le iba hinchando poco a poco. Lo que estaba ocurriendo era sumamente excitante y decidí arriesgarme más. Le acaricié directamente el bulto con mi mano pero eso sí lo hizo reaccionar.

  • ¿Qué haces? – me preguntó mientras de incorporaba.

  • Nada, ya terminé – le respondí y me zambullí en la piscina pensando en que me había equivocado.

  • Bueno… te reto a una carrera de 10 vueltas ¿aceptas? – me preguntó y al dar mi aceptación iniciamos la zambullida.

Nadamos un buen rato y me demostró que tenía una excelente condición física y que era un gran nadador. Así nos la pasamos jugando un rato en la piscina sin que nada fuera de lo normal ocurriera. Incluso lo caliente que me había puesto ya se me había pasado y solamente nos divertíamos como niños. Al poco rato Irma se metió al agua con nosotros y se unió a la diversión. Los jueguitos se hicieron un poco más cachondos pues consistían en bajarle el traje de baño al otro, hasta que en una de esas Antón terminó con la tanguita de mi prima en sus manos y ella con el calzón de baño de él en las suyas. El roce de los cuerpos desnudos fue calentando el ambiente y fue Irma la que le dijo a Antón que lo esperaba en la recámara.

  • Bueno campeón, el deber me llama, ahorita regresamos – me dijo Antón mostrando en completa erección su vergota mientras iba tras Irma.

Yo me salí de la alberca para ir a espiarlos y conseguí un lugar ideal, rodeando la casa encontré un pequeño acceso a la ventana de su habitación. No podía oir nada pero todo se veía, ella estaba encima de él mamándole la verga mientras él le comía el coño y le acariciaba las nalgas, formando un 69 delicioso. A continuación ella se giró y se clavó la enorme verga en el coño, dándose sentones vigorosos mientras él se apoderaba de sus nalgas. No aguanté más y me saqué la verga para masturbarme. Entonces cambiaron de posición, mi prima se puso "a gatas" en la orilla de la cama mientras él le separaba las nalgas para iniciar una penetración anal. El sólo ver como era sodomizada mi prima me provocó una eyaculación de inmediato. Ya no seguí viendo, me acomodé el bikini y me regresé a la piscina. Al poco rato regresaron ambos ya vestidos.

  • ¿Qué tal les fue? – les pregunté sabiendo de antemano la respuesta.

  • Muy bien, primo, Irma es una chica deliciosa – respondió Antón mientras abrazaba a Irma.

  • Bueno Jacinto, vamos a ir a comprar comida, ¿quieres acompañarnos o te quedas? – me preguntó Irma.

  • Me quedo, quiero aprovechar la piscina otro rato – les respondí y ellos se fueron.

Al poco rato sentí curiosidad de ver la zona de combate, aprovechando que estaba solo fui a su recámara para ver si había algún resto pero lo único que encontré fueron los trajes de baño húmedos. Algo decepcionado me dispuse a salir de la habitación y vi una mancha en la orilla de la cama. Me acerqué y me di cuenta que era semen, el simple hecho de olerlo y tocarlo me excitó en exceso. Era demasiado por ese día así que preferí volver a la piscina.

El resto del día fue muy agradable y aunque me di cuenta que entre ellos hablaban en secreto no hice mas que disfrutar mi estancia ahí. Al día siguiente regresamos a casa y mi prima me contó todo lo que hablaron entre ellos.

  • Creo que se te va a hacer que te estrene mi novio, me dijo que tienes buenas nalguitas y que le acariciaste la verga – me dijo ella sonriendo maliciosa.

  • Sólo fue un rozón pero ¿qué te dijo? ¿le gustó? – pregunté ansioso por conocer la respuesta.

  • Pues yo le conté que tenía ciertas sospechas sobre ti y que no me importaría si él se apuntaba para estrenarte, pero le dije que teníamos que hacer que pareciera casualidad.

  • Jajaja pero si de eso pido mi limosna - le dije riendo.

  • Pues sí, Yo lo sé, pero él me dijo que nunca lo había hecho con un hombre pero que Tú te le antojabas mucho y que tampoco quería que pensaras que era maricón.

  • Ah ya entiendo… eres bien lista prima… él va a pensar que me va a seducir y así ni él ni yo quedamos como putos jejeje… ¿y para cuando se me hace?

  • Pues ahí viene el problema, resulta que quiere invitar a otro amigo que es bisexual y dice que tiene una verga mas grande que la suya, así que si a la hora buena no se anima contigo pues te echa al amigo y si no pues yo me quedo con el amigo.

  • ¿Y conoces al otro chavo?

  • Pues no, y eso es lo que no me gusta, así que Tú dime, ¿nos arriesgamos o no?

  • Ay prima pues es que yo ya quiero probar lo que tanto te hace gozar y

  • Y nada, ya está decidido, el próximo viernes dejarás de ser virgen, así que hay que comprar un buen tarro de vaselina para que entre fácil.

Durante esa semana mi prima me llevó una revista de sexo entre hombres para que aprendiera posiciones, una película porno de sexo anal aunque era hetero se veía con lujo de detalle la manera en que sodomizaban a las chicas que gustosas meneaban sus nalguitas a la hora de coger. Pero adicionalmente, mi prima me pidió que me dedeara con cuidado el culito untándome vaselina para esperar el gran momento.

Fue la semana más larga de toda mi vida, el plan de Antón era llegar con su amigo antes que Yo y comenzar el cachondeo con Irma para que cuando Yo llegara los sorprendiera y ante las circunstancias me uniera a la fiesta. Era una idea que me gustaba, así que mi prima me dijo a qué hora debería llegar y todo. Incluso me sugirió que me pusiera los calzoncitos que me había regalado Antón.

En fin, ese día me fui a clases y me apuré a regresar para estar justo a la hora que habíamos quedado, no me pude concentrar en nada esperando lo que ocurriría por la tarde, aunque ahora que estaba frente a la puerta del departamento me surgieron muchas dudas. Pero me dí valor y entré. Casi no podía creer la escena que estaba viendo, mi prima, Antón y un chavo de raza negra estaban sentados en el sillón. Ella en medio se apoderaba de sus vergas besándolas de manera alternada.

  • Perdón… no sabía que… Irma… bueno, al rato regreso – dije titubeante mientras Antón se ponía de pie.

  • No, no te vayas – me dijo Antón y me presentó a su amigo – mira este es Sam un amigo, Sam este es Jacinto el primo de Irma y de quien ya te había hablado.

  • Hola, mucho gusto – dijo Sam, se puso de pie y extendió su mano para saludarme, pero yo ni me di cuenta porque sólo tenía ojos para la enorme verga que se erguía entre sus piernas.

  • Hoo…la, tanto gusto – respondí todavía medio desconcertado.

  • ¿Por qué no te quitas esto y te unes a la fiesta? – me dijo Antón mientras me desabrochaba los jeans y la camisa dejándome sin saber que hacer.

  • Bueno, será mejor que vayamos a mi cuarto, ahí podremos estar mas cómodos los cuatro – dijo Irma mientras jalaba a Sam para que la acompañara.

  • Que onda primo ¿no quieres? – me decía Antón quien ya me había dejado en calzones – mmm te quedaron muy bien los calzones, ándale vente y si no quieres unirte sólo mira como nos jodemos a tu prima.

Me pasó la mano por la cintura y me guió hasta la recámara. Irma estaba recostada en la orilla de la cama mamándole la verga a Sam mientras Antón seguía a mi lado pero había bajado su mano hasta mis nalgas y sentía como me las acariciaba suavemente.

  • Bueno, Yo si me voy a unir para gozar un rato – me dijo Antón y se acomodó entre las piernas de Irma para comenzar a mamarle el coño.

  • Ándale, anímate – me dijo Sam mientras se sentaba en la cama e Irma se arrodillaba entre sus piernas para mamarle el enorme pene negro y Antón se acomodaba detrás de ella para restregarle la verga contra las nalgas.

  • Es que si quiero pero somos primos y eso no estaría bien – les dije y entonces Antón se volvió a parar y me sentó junto a Sam parándose justo frente a mi mostrando su vergota balanceándose frente a mi rostro.

  • ¿Te gusta? – me preguntó Antón y me acercó su verga a la boca.

  • Es que Yoooo… - intenté decir algo pero él me sujetó por la nuca, acomodó su pene contra mi boca y lo empujó lo suficiente para que me callara.

Así comencé a mamar mi primera verga, mientras mi prima hacía lo propio con el otro chico. Antón y Sam gemían de placer mientras les mamábamos sus vergotas. Yo de reojo veía a mi prima y las dificultades que tenía para meterse la verga gigante de Sam en su boquita hasta que de plano le dijo a Sam que quería sentirla en su coño.

  • Mi amor quiero sentir la vergota de Sam dentro de mi, ¿me dejas? – suplicó Irma a Antón.

  • Pues si se la aguantas, hazlo – le dijo Antón mientras me acomodaba detrás de Irma para ayudarle a guiar aquel pene en la ruta delantera.

  • Ah que sabrosa verga tienes Sam, pero no sé si te la voy a aguantar toda – gimió Irma.

Antón sacó el frasco de vaselina y mientras Yo le lamía los cojones a Sam él comenzó a hurgar entre mis nalguitas untando poco a poco la vaselina hasta que levantando mis nalgas acomodó la punta de su verga en la entrada de mi culito, arrancándome un gemido de dolor.

  • Ay no, eso no, me duele… - le dije meneando mis nalguitas para evitar que me ensartara.

  • Pero si lo estás pidiendo a gritos ¿o lo vas a negar? – me dijo Antón mientras volvía a acomodarse para intentarlo de nuevo.

  • Ah Sam… ya me la clavaste toda ah que rico – gimió Irma distrayendo nuestra atención pues era impresionante la manera en que Sam se estaba cogiendo a mi prima, que sólo gemía y gemía de placer.

  • Ah tómala… ah me vengo… ah… - gimió Sam mientras sujetaba con firmeza las nalgas de mi prima para evitar que se zafara de su verga, evidentemente le estaba inyectando una buena cantidad de leche.

  • Antón tu amigo coge divino, creo que lo tendremos que invitar mas seguido – dijo Irma acostándose a un lado de Sam dejando la vergota rendida y bañada en una mezcla de líquidos sexuales.

  • Claro, pero sólo ocasionalmente, porque no quiero que te vayas a acostumbrar – le dijo Antón mientras Yo veía de cerca la vergota de su amigo y decidí comenzar a lamerla sin que nadie me dijera nada.

Entonces me arrodillé entre sus piernas para poder mamarla a gusto, poco a poco comenzó a respingar haciendo suspirar a Sam mientras Antón aprovechaba para comerme el culo de una manera deliciosa. Era el momento más placentero en mi corta vida. Irma se acomodó sobre Sam para que le mamara el coño y en ese momento ocurrió, Antón me separó las nalgas, pero en lugar de volverme a clavar su lengua me intentó meter la verga. Protesté nuevamente pero en esta ocasión él no hizo caso, simplemente me sujetó por la cintura firmemente y empujó.

  • Ayyyy noooooo… eso noooo… ayyyy sácala… por favor… ayyyy… nooo… nooo… - gemí pero sentí como aquella verga se abría paso en mi interior, aunque el dolor era menos intenso.

  • Como que no, si este culito estaba pidiendo verga a gritos – me dijo él palmeándome las nalgas bien fuerte y haciéndome sentir la realidad de estar siendo enculado por un macho.

Decidí aguantarme pues el dolor había disminuido y en cambio el roce de su verga entrando y saliendo me generaba una sensación de placer. Además la vergota de Sam requería de mis caricias y de pronto estaba siendo penetrado por la boca y por el culo. Antón se recargaba en mi cuerpo y remolineaba su cadera haciéndome gozar cada vez mas mientras me decía al oido lo rico que estaba mi culito y cuanto estaba gozando. Entonces, y ya entrado en calor, comencé a corresponder instintivamente con apretones de nalgas, meneos y empujones a sus embestidas y en pocos minutos sentí como me abrazaba y con una embestida profunda me hacía suyo completamente bañando mis entrañas con su leche.

  • Ay primo que rico culito tienes, se me hace que es de familia – me dijo mientras me la sacaba.

  • Ay eres un cabrón, duele pero es sabroso… ¿quieres repetir? – le pregunté repegando mis nalguitas contra su verga que ahora colgaba sin vida.

  • Lo siento, ando cansado pero ahí está Sam… ¿no te lo quieres joder Sam? Tiene un culito como te gustan, bien apretadito y ya está lubricado – le dijo a Sam quien de inmediato sonrió malicioso.

  • Pues con mucho gusto nos lo echamos, bueno sólo si quieres Jacinto porque sí la tengo muy grande – me dijo Sam acariciando la descomunal verga y haciéndome dudar un poco.

  • Pues aunque sea la puntita – dije goloso.

Y Sam de inmediato me tomó la palabra, me tendió en la cama viendo al techo y colocó mis piernas sobre sus hombros y sujetando mis manos me inmovilizó. Me miró a los ojos y me plantó un beso en la boca. Yo no supe como reaccionar y simplemente le correspondí, nuestras lenguas se unieron. Sentí como su verga comenzaba a presionar mi culito recién desflorado y me relajé, la sensación era tremenda, su vergota dilataba mi ano al máximo haciéndome sufrir un poco pero poco a poco lo fui asimilando, mi culito se fue adaptando a aquel robusto visitante y unos instantes después él continuó el avance en mi interior.

  • Te la comiste toda mi amor, nadie me la había aguantado toda por el culo mmmm que rico – me dijo Sam, orgulloso de sentirse completamente dentro de mi.

  • Sí papacito siento que me partes pero no me importa… soy tuyo – le dije mientras nos volvíamos a besar.

La sensación de aquella vergota palpitando en mis entrañas era tan sabrosa que cuando comenzó el mete y saca comencé a venirme sin siquiera tocarme la verga. Él se dio cuenta y comenzó a bombearme más y más fuerte pero sin separar su boca de la mía y en una embestida profunda sentí como su vergota respingaba en mi interior antes de comenzar a regar mis entrañas con su leche.

  • Ah que sabroso culito, tómala toda – me dijo Sam mientras terminaba de venirse.

Entonces, sin sacarme la verga, me acomodó boca abajo y volvió a la carga, sí, aquella vergota seguía firme y él estaba dispuesto a seguir jodiéndome. En esa posición él se acomodaba sobre mi totalmente para iniciar otro mete y saca, aunque más delicioso que el anterior y nuevamente me llenó el culo con su leche. No lo podía creer. Era lo que siempre había soñado y lo había disfrutado muchísimo. Al grado que había olvidado en dónde me encontraba y sólo reaccioné cuando mi prima me habló.

  • Vaya primito, creo que ya encontraste la horma de tu zapato jajaja – se rió mientras salía de la habitación con Antón, dejándonos solitos.

  • ¿Quieres ser mi novio? – me preguntó Sam mientras sacaba su vergota de mi culito.

  • Sí papacito, quiero ser sólo tuyo – le respondí a Sam sin dudarlo y me arrojé sobre él y de un solo sentón me clavé su descomunal pene tomando la iniciativa, aunque él impulsaba su cadera hacia arriba buscando penetrarme más profundo.

No sé cuantas veces cogimos esa noche pero sólo lo dejé que se vistiera hasta que le exprimí toda la leche que cargaba en sus cojones. Jamás hubiera imaginado que aquel día iba a perder completamente mi virginidad con un semental como aquel y que además termináramos convirtiéndonos en novios. Cuando Sam y Antón se fueron mi prima de inmediato me interrogó.

  • ¿Qué te pareció? Salió mejor de lo que pensábamos ¿no? – me dijo ella.

  • Pues sí, ahora sé lo que es gozar con un macho y me encantó… aunque creo que no me voy a poder sentar en un buen rato – le dije acariciándome las nalgas pues había quedado un poco adolorido.

  • Jajaja te pasas, Yo jamás hubiera dejado que me metieran una vergota de ese calibre por el culo pero te admiro porque la aguantaste enterita – se rió ella y revisándome el culito me dijo – déjame ponerte esta cremita para que no te arda tanto, es la que uso cada que Antón me da por el culo.

  • Creo que la voy a necesitar en grandes cantidades – le dije sonriendo.

  • Ah si y ¿por qué lo dices? – me miró y de inmediato se lo imaginó – no me digas que lo vas a volver a ver.

  • Sí… me pidió que fuera su novio, y yo acepté – respondí suspirando.

  • Ay que rico, lo bueno es que te vas a acostumbrar rápido, ese hombre es todo un semental, sólo espero que así como yo compartí a mi novio contigo, de vez en cuando me dejes probar la vergota del tuyo jajaja – ambos terminamos riendo.

Por fin lo había conseguido, un macho para mi solito, con una vergota de casi treinta centímetros y siempre dispuesto a joderme. Ya no me importaba lo que dijeran en el pueblo, así que en cuanto cumplí la mayoría de edad me mudé a su casa. De eso ya tiene más de diez años y él sigue siendo mi macho, aunque ocasionalmente vemos a mi prima y a su ahora esposo Antón, quien admitió su bisexualidad. No sé cuánto más duraremos, pero en este momento creo que será para siempre.