Irma (la otra historia) (Ivette)

no solo Pablo e Irma vivieron una noche unica, Juan nos cuenta su historia con Ivette...

A pesar de ser el hijo del presidente de una compañía llevo una vida laboral sencilla ya que trabajo allí pero no en un alto rango como suele suceder sino en un cargo promedio ya que mi padre quiere fomentar en mi el valor del trabajo (cosas de viejos…) en fin, mis amigos Pablo y Camilo funcionarios de archivo me han acompañado en este lugar desde que entre a la compañía. Me recibieron, saludaron y congeniaron conmigo; desde entonces pasamos buenos ratos ya sea charlando, tomando unos tragos (y eso que a mis 19 años no suelo beber mucho) o pasando toda una tarde jugando cartas en mi casa.

Ya mi padre se acostumbro a su presencia y los recibe con gusto a veces también entra en nuestras partidas de poker contándonos sobre su vida….

Pero el centro de mi historia no gira alrededor de mi padre o mis amigos Pablo y Camilo, no, se basa en una mujer que sin querer o queriendo me hizo sentir una experiencia que jamás habría pensado vivir. Ivette, como se llamaba, toda una mujer en el sentido de la palabra a pesar de ser mayor a mi unos 8 o 9 años era de esas mujeres que ya maduras son mas atractivas, mas atrayentes (ustedes entenderán) recuerdo la primera vez cuando ella presento su currículum vitae en la compañía de mi padre junto con una joven muy bella llamada Irma. No solo él la acepto sino que se enamoro de ella y tenia planeado casarse con ella, yo al principio sentía aversión por ella ya que pensaba que mi padre no respetaba la memoria de mi madre que murió de cáncer hace ya varios años y venia a reemplazarla con aquella mujer.

La pobre de Ivette trataba de compenetrarse conmigo, yo solo respondía con evasivas y malas palabras. Hasta que un día, mi querido padre decidió hacer una fiesta de integración en una cabaña-club a las afueras de la ciudad invitando a todos los trabajadores desde los mas altos ejecutivos hasta los conserjes y mucamas. Obviamente ese plan incluía a mi ¨perversa madrastra¨ y no quería estar integrándome con ella exactamente. Todos vinieron en trajes informales y sencillos al igual que Ivette, pero, al llevar esa ropa deportiva algo ceñida dejo ver sus formas femeninas tan esplendidas que me quede embobado en sus pechos tan redondos y firmes sin contar esas piernas largas y contorneadas se notaba que le gustaba hacer ejercicio; en momentos mi idea de aborrecerla se cambiaba por envidiar a mi padre por semejante prometida que tenia, junto con Irma, las dos eran el centro de atención entre mis amigos y compañeros pero aun así desde esa despampanante exhibición de curvas por parte de Ivette, estaba empezando a provocar ese interés en saber mas de ella a diferencia de Pablo que moría por Irma a pesar de ser nuestra jefe de área pero ella para mi no paso de ser una buena amiga y compañera.

Toda la noche bebieron, bebieron y bebieron contando experiencias, riendo a causa de las graciosas peripecias del ebrio de Camilo, no habían diferencia de rangos allí, los gerentes y secretarios cantaban alegres abrazados de los conserjes y hasta el guardia de la cabaña que habitábamos. En esos momentos de alegría me encontraba hablando con mi amigo Pablo que no le quitaba la vista a su ´amada¨ Irma y me dijo.

mi querido Juan, creo que debo dejarte solo.- mientras se levantaba

Suerte con Irma mi amigo Pablo- le respondí con unas palmadas en su espalda.

En ese momento Ivette me abordó sentándose a mi lado, yo iba a levantarme pero ella me detuvo tomándome del brazo y devolviéndome a mi asiento.

¡HEY!, que rayos te pasa – le grite.

Deseo hablar contigo y averiguar porque te portas así conmigo- respondió con serenidad

Me importan un rábano lo que quieras o hagas con…….

Sin dejarme terminar de hablar se levanto al igual que me levanto a mi, me abrazo y empezó a bailar conmigo aunque yo me quede inmóvil por el fugaz movimiento por parte de ella. Se pego tanto a mí que podía sentir las puntas de sus pezones rozando mi pecho.

Agarrate de mis caderas o pensaran que te estoy haciendo algo – me susurro

Yo, sin mediar palabra le obedecí y pose mis manos en sus caderas, las movía al ritmo de la música de lado a lado, suavemente, el sentir esas caderas moviéndose tan cerca de mi y rozando peligrosamente por mi entrepierna que no demore en excitarme y mi hombría en ponerse como una roca.

-Porque te portas así conmigo, que te he hecho – me seguía susurrando mientras bailaba. – Lo único que he hecho es intentar acercarme a ti, ser amable contigo, ser tu amiga y tú me respondes con agresiones y majaderías, ¿Por qué? Juan. – con solo sentir su caliente aliento en mi nuca y su voz tan voluptuosa como ella me ponía los pelos de punta de lo excitado que estaba.

-Po…porque viniste a reemplazar a mi madre y no lo voy a permitir – lo decía simulando apatía pero por dentro estaba que me derretía por ella.

Yo no puedo reemplazar a tu madre porque ella es única, jamás he tenido pensado eso, date cuenta que tu padre aun es joven y que debe ser feliz otra vez como cuando tu madre vivía, acaso, no quieres que él sea feliz conmigo…tu también lo puedes estar - contesto mirándome a los ojos con una mirada triste.

No conteste nada y esquive su mirada mirando hacia un lado, en ese instante se detuvo, me tomo de las manos y me dijo:

Vamonos al balcón, necesito aire fresco.

Asentí con la cabeza y ella me llevo hasta allá, durante el camino vimos a Pablo que llevaba a Irma en sus brazos hacia el patio trasero de la casona.

Parece que a ellos les va bien en lo que hacen, no crees Juan, ¿por que no igual con nosotros? – comento Ivette con una sonrisa de picardía.

Eso parece, pero que quieres decir con ¨nosotros¨ - le respondí algo desconcertado.

Recuerda el propósito de tu padre con esta fiesta Juan, integración entre nosotros….-contesto.

Una vez allí, me contó sobre ella, que se había casado antes pero no funciono y nunca tuvo hijos (con razón ese cuerpazo que tiene…) vivió sola por mucho tiempo, por los motivos del divorcio tenia que encontrar un trabajo rápidamente, cuando encontró el aviso de empleo en la compañía de mi padre ella y su amiga Irma se dispusieron a presentarse allá, y ahí hasta ahora yo simplemente oía sin terciar ni una sola palabra. En mis adentros me culpaba por lo canalla que fui con ella.

Perdóname Ivette por ser tan tonto e inmaduro- le dije con la mirada hacia abajo

No tienes porque pedirme perdón querido, pero me alegra que hayas entendido al fin, ven, dame un abrazo- respondió mientras abría los brazos.

Así lo hice, y jamás había sentido esa sensación desde que mi madre me abrazaba cuando yo era aun un pequeño. Se notaba que extrañaba mucho a mamá porque apreté fuerte a Ivette contra mí.

Uy, que fuerte eres, corazón – decía riendo.

Oh, disculpa jeje – conteste algo sonrojado.

Una sombra nos interrumpió en ese momento, era mi padre:

Por lo que veo ya te entendiste con Ivette, verdad hijo.-decía con una sonrisa de confianza en su rostro.

Si papá, ella me hizo entender- respondí algo serio.

Buen trabajo querida, creí que no ibas a lograrlo jaja.

Efrén…no digas eso, bueno, perdóname Juan pero debo ir a descansar el alcohol me esta empezando a afectar- dijo mientras se arreglaba su cabello rubio y rizado

Me dio un beso en la mejilla cosa que me dejo muy emocionado ya que era la primera vez que ella me daba un beso así, le dio un beso a mi padre y le dijo:

Cariño, no olvides descansar también ¿bueno? te esperare- le guiño el ojo disimuladamente y con mirada insinuante se fue yendo a su habitación

Por supuesto – contesto casi gritando.

-Bueno te dejo hijo, voy a mirar que los demás la estén pasando bien y no hagan estragos – y se fue. La fiesta siguió su rumbo normalmente hasta que ya estaba mareado y quería irme a acostar, estaba oscuro así que camine por el pasillo prácticamente tanteando con mis manos donde quedaba la puerta de mi habitación. Al fin encontré una puerta y pensé que había llegado, al abrir la puerta una mano me agarro y me entro, por la fuerza caí en la cama que se encontraba ahí, voltee para incorporarme y saber quien me había entrado de esa forma.

Te estabas tardando mucho Efrén….pensaba que no vendrías- era Ivette que tenia una pijama roja, de esas translucidas que dejan ver un poco.

No conteste nada, y acto seguido la bella Ivette se desvistió frente a mí deslizando lentamente las tiras de su pequeña pijama y quedando completamente desnuda se acercaba hacia mí. Ella pensaba que yo era mi padre; petrificado, simplemente me limitaba a esperar lo que pasaba.

Efrén, no sabes las ganas que tengo que me folles como una bestia- dijo mientras estaba encima de mi.

Me lamió la nuca y metió la punta de su lengua en mi oído, y yo, aun sin mediar palabra. La situación prácticamente me dejo mudo. No sabía lo que pasaría……pero pronto lo averiguaría.

CONTINUARA