Irene la luchadora: el casting.

Irene está en Barcelona estudiando su carrera de derecho cuando se entera de que sus padres pasan por problemas económicos, con lo que la chica se presenta a una oferta de empleo poco convencional

Irene se removió inquieta en su cama tratando de conciliar el sueño, pero al parecer aquella noche no iba a poder dormir. En esta ocasión el motivo de que no fuera capaz de dormir no era que sus ruidosos vecinos se estuviesen dedicando a realizar actividades nocturnas que incluyesen crujir de muelles y gemidos de toda clase: en aquella ocasión la preocupación la venía por lo incierto que iba a ser el día siguiente.

Desde hacía casi tres años la muchacha estaba en Barcelona estudiando derecho para tratar de tener un buen futuro. En un principio Irene había considerado aquello como una auténtica aventura ya que tendría que vivir muy lejos de sus padres, que vivían a más de 400 km de ella, con lo que tan solo podía recorrer aquella distancia dos o tres veces en cada curso.

Todo marchaba razonablemente bien hasta que a oídos de Irene llegó que su madre se había quedado sin empleo, lo que quería decir que solo quedaba el sueldo de su padre para pagar la casa, mantener una familia de cuatro miembros y además pagar el alquiler y comida de su hija universitaria.

Cuando Irene se enteró de que ya en casa solo entraba el dinero que ganaba uno de sus padre la muchacha decidió informar a sus padres de que buscaría un trabajo a tiempo parcial para costearse su manutención, ante lo que ni su padre ni su madre puso ninguna queja, con lo que fue muy sencillo para la muchacha regresar a Barcelona y llamar una semana después para contarles que ya tenía trabajo en una cafetería, que no cobraba mucho pero suficiente como para no necesitar la ayuda de sus padre: obviamente una mentira.

Pese haber puesto empeño en su búsqueda de empleo la muchacha no había conseguido nada, con lo que no tardó en tener que cambiar el pequeño piso céntrico en el que vivía hasta enterarse del despido de su madre por uno más alejado del centro, más pequeño y con menos comodidades, eso le había supuesto poder mantenerse con lo que había estado ahorrando y que sus padres no se enterasen de que les había engañado en los relativo al empleo de camarera.

La situación se había comenzado a volver insostenible hasta que finalmente, siendo ayudada por una de sus compañeras de facultad, y más en broma que en serio, su amiga Verónica, la arrebató el ordenador para hacer ella una búsqueda relacionada con sexo y trabajo.

Irene no se indignó, no porque estuviese dispuesta a vender su cuerpo por pagar unas cuantas facturas, sino porque vio un anuncio de refilón que la llamó poderosamente la atención:

Lucha erótica: se buscan chicas de buen físico y poco pudor para luchas eróticas. No se necesita experiencia. Salario más que interesante.

Irene no había llegado a leer el anuncio completo, pero cerró la página al momento para que su amiga no notase que había siquiera valorado la posibilidad de tomar en serio aquella posibilidad, pero las palabras “salario más que interesante” no paraban de repetirse en su cabeza. La idea de vender su cuerpo con dinero no la agradaba en lo más mínimo, pero pelearse con otra chica ante la mirada de otras personas, aun siendo una opción que tampoco la gustaba demasiado, sí que la veía factible.

La idea de prestarse para aquel trabajo tan solo necesitó un par de días para obligarla a mandar un e-mail al correo que aparecía en el anuncio, no tardando el oferente en contestar pidiéndola que se describiese físicamente, ante lo que Irene se sitió aliviada ya que se habría sentido muy violenta si hubiese tenido que mandar una foto suya a un anuncio de aquel estilo.

Irene sintió que era un poco tonta cuando después de un par de días no recibió respuesta al correo con su descripción, considerando que debía haber exagerado un poco más sus atributos. Al parecer su altura de 1,67, sus 60 kilos de peso, piel clara y suave, pelo largo y rubio, cuerpo duro, sin llegar a estar marcado pero bastante trabajado en gimnasio y sus pechos medianos tirando a grandes, redondos y bien alzados, no eran suficiente para conquistar a quien fuera que debía contratarla.

Pero se equivocaba,  al tercer día un correo bastante más formal que el primero la indicaba que si todo lo que había dicho era verdad que llamase a un número de teléfono para concretar una entrevista.

A Irene la asaltó una duda enorme en cuanto terminó de leerlo, si iba a aquella entrevista estaba segura de que no la iban a ofrecer un trabajo convencional, y sus dudas se vieron incrementadas cuando llamó al número que le indicaba el correo y una señorita muy amable la informó de que las luchas serían grabadas e irían con la cara descubierta para mayor morbo de los espectadores.

Tras oír aquello Irene necesitó otros cuantos días más para pensárselo. La mujer con la que habló no la hizo mucha gracia escuchar las dudas de Irene, pero aun así aceptó y la marcó una fecha límite para que se decidiera.

Irene, como era normal, no habló de aquel tema con nadie durante los siguientes días. Sabía lo que supondría para ella si se corriese la voz de que sacaba dinero de una forma tan poco habitual, y ni siquiera era capaz de confiar en ninguna de sus amigas para poder pedir consejo, por temor a que se fueran de la lengua, ya no por poder convertirse en la puta de la facultad, sino porque esto pudiese llegar a oídos de sus padres y las consecuencias que esto podría acarrear a su vida familiar.

Pese a todos estos inconvenientes Irene acabó por ceder a las necesidades económicas que tenía, y se prometió a si misma que solo haría aquello una vez, mientras llamaba al mismo número al que había telefoneado unos cuantos días atrás, citándola la mujer para la semana siguiente, en el último casting.

Después de una noche en la que apenas pudo pegar ojo, Irene se levantó y se dio una larga ducha, tratando de despejarse lo máximo posible antes de dirigirse al lugar donde se celebraría el casting.

Irene miró su teléfono móvil antes de salir hacia el lugar donde se celebraba el casting, lo último que deseaba era que en mitad de aquel ambiente alguna de sus amigas pudiese interrumpirla e intuir a lo que se estaba dedicando para conseguir dinero, lo que supondría el hundimiento de la fama de buena estudiante que tenía entre sus amigos y compañeros.

A medida que el autobús urbano se acercaba a su destino, Irene sintió que sería mucho más fácil llevar aquello acabo si no pensaba más en las repercusiones que podría tener en su vida cotidiana si algún amigo o conocido la descubría, y se centraba en conseguir aquel trabajo.

Irene se sintió un poco más tranquila cuando descubrió que el lugar en el que se celebraban las pruebas se encontraba en un barrio bastante agradable, de grandes edificio y tiendas bastante caras, lo que tranquilizó bastante a la muchacha, ya que desde que había aceptado presentarse a aquella “entrevista” la muchacha se había imaginado peleándose en alguna especie de burdel.

Después de asegurarse bien de que el número y la calle coincidía, Irene llamó con fuerza a la puerta trasera de un gimnasio, ya que la amable mujer con la que había concertado la cita la había indicado que así lo hiciese, ya que lógicamente el gimnasio no iba a estar abierto al público.

-         ¿Vienes por lo del casting?- preguntó al momento la mujer que abrió la puerta de par en par.

Irene agradeció que le preguntase aquello, ya que no se veía capaz de haber explicado su presencia allí si la pregunta de la mujer hubiese sido ¿Qué deseas? De aquel modo con un simple asentimiento de cabeza la mujer le cedió paso con una sonrisa y le indicó que la siguiese.

Pese a que aquella mujer, de unos 35 años, piel morena, pelo largo y castaño y figura bastante voluptuosa, había conseguido mediante su cháchara tranquilizarla un poco, los nervios de Irene volvieron a aflorar cuando llegó al centro del gimnasio, donde había entre 25 y 30 mujeres a la espera de hacer la prueba.

-         ¿Todas están para lo mismo?- preguntó Irene un poco insegura.

-         Sí, pero tranquila- dijo Marisa, que así se llamaba su acompañante- normalmente se quedan pocas en cuanto pasamos las normas- Irene se dispuso a preguntar algo pero la mujer la cortó- ahora quédate aquí y espera unos minutos.

Irene miró para todos lados de forma disimulada tratando de asegurarse de que no había ninguna conocida en la sala. El corazón la latía con fuerza a medida que examinaba los rostros y cuerpos que la rodeaban, había de todo tipo, desde las chicas medio gorditas que no parecían haber pisado un gimnasio en su vida hasta las más fuertes, que lucían unas abdominales bien definidas al llevar tan solo ropa deportiva ajustada que dejaba su tripa al aire.

La chica comenzó a relajarse cuando vio que no reconocía a nadie de las que estaban en la sala, pero aquel estado en el que su corazón latía a un ritmo normal no duró mucho ya que este volvió a desbocarse en cuando una puerta se abrió de golpe y la mujer que había acompañado a Irene se situó en el centro del gimnasio con un taco de folios en la mano.

-         Buenos días a todas- saludó la mujer entregando el taco de folios a la chica que estaba más cerca de ella- ir cogiendo una hoja cada una- pidió mientras escrutaba con la mirada a su audiencia- ¿De las que estáis aquí hay alguna que no sepa en que consiste la lucha erótica?- ninguna de las asistentes dijo nada, con lo que Marisa dio por sentado que nadie desconocía a que había ido- Cuando todas tengáis las hojas leedlas, dentro de 10 minutos regresaré, las que estén de acuerdo con las condiciones que se queden, las demás ya saben dónde está la puerta.

Irene estaba tan pendiente de lo que la mujer decía que no se había dado cuenta de que ya tenía la hoja que Marisa había pasado entre las mano, así que bajó la vista con rapidez para leer su contenido.

Normas de la lucha

La lucha se desarrollará en una zona acolchada de radio de cinco metros en el que las contendientes pelearán durante 10 minutos, transcurrido ese tiempo se designará a la ganadora por puntuación.

Puntuaciones

Quitar el sujetador a la rival: 5 puntos.

Quitar el tanga a la rival: 10 puntos.

Quitar sujetador y tanga a la rival: 20 puntos.

Expulsar a la rival del círculo de lucha: 2 puntos.

Inmovilización de la rival espalda contra suelo: 3 puntos.

Inmovilización de la rival pecho contra suelo: 4 puntos.

Motivos de descalificación

1- Hacer una herida sangrante a la rival.

2- Hacer una lesión a la rival.

3- Fingir una lesión.

Motivos de amonestación por el árbitro

1- Agarrar del pelo a la rival: -5 puntos.

2- Golpear con pies o rodillas a la rival, las piernas solo se usarán para inmovilizar a la rival: -10 puntos.

3- Golpear con el puño cerrado en cualquier parte del cuerpo salvo la tripa de la rival: -15 puntos.

Dos amonestaciones supondrá la descalificación de la infractora.

Castigo Final

La ganadora someterá a la perdedora hasta que el árbitro consideré oportuno, siempre en los siguientes términos.

1- La ganadora podrá utilizar toda clase de objetos que se pondrán a su disposión para someter a la perdedora.

2- La perdedora no podrá hacer ABSOLUTAMENTE NADA POR INTENTAR DEFENDERSE.

3- La perdedora OBECERÁ LAS ÓRDENES de la ganadora durante su tiempo de castigo.

4- La ganadora podrá abusar de la perdedora haciendo con ella todo lo que se la ocurra (incluso cosas fuera del reglamento de combate) siempre deteniéndose si el árbitro así lo indica.

5- La ganadora no podrá causar lesiones a la perdedora.

Cuando Irene finalmente terminó de leer aquella hoja levantó la cabeza aturidad, no esperaba aquello, y al parecer la mayoría de las mujeres que la rodeaban tampoco, ya que la gran mayoría comenzaron a buscar la salida para abandonar el local.

Irene caminó media docena de pasos hacia la puerta, pero finalmente se detuvo, tan solo quedaban tres chicas aparte de ella, lo que quería decir que si se quedaba tenía muchas opciones de conseguir el puesto.

-         Habéis quedado bastantes más de las que esperaba- dijo Marisa mientras miraba alternativamente a las cuatro chicas que aún permanecían en el gimnasio- la mayoría de las que vienen se creen que lo único que tendrán que hacer es vestirse sexy y revolcarse por el suelo con otra mujer para excitar a nuestros espectadores- como ninguna abrió la boca para decir nada Marisa sonrió un poco y siguió hablando- La que quiera seguir adelante debe hacerse a la idea de que estas son luchas serias, en las que las normas que os he pasado se seguirán de manera tajante.

-         ¿Pero esta clase de luchas no estaban trucadas?- preguntó una chica de la altura de Irene, pero de pelo largo y negro y piel morena y que aparentaba tener como mínimo un par de años menos que Irene.

-         Normalmente esta clase de luchas están orquestadas, pero en nuestro caso no, gana la más hábil, pero aparte de saber moverse en el círculo de lucha también es preciso que sea morbosa a la hora de castigar o de recibir los castigos. Espero que todas halláis estado ya con mujeres, porque si no va a ser un problema- dijo la mujer mirando los rostros de todas las candidatas que asintieron suavemente con la cabeza- mejor así- dijo Marisa entre sorprendida y satisfecha de haber dado con cuatro candidatas útiles, cosa que no solía presentarse en todos los castings- tú serás la primera- dijo Marisa señalando a Irene- sígueme.

Irene, cuyo corazón cada vez latía con más intensidad vio multiplicada su actividad cuando atravesó la puerta que Marisa había abierto, encontrándose al otro lado con una sala perfectamente iluminada. Irene no necesitó mucho para darse cuenta de que se encontraba en una zona de pelea de aquel espectáculo para el que se estaba prestando; suelo acolchado de color negro, una final línea de color blanco que delimitaba un círculo en el que en breve tendría que batirse con otra mujer, un arsenal de artículo como cuerdas, látigos cortos, pinzas… que nunca había usado ni para castigar ni para ser castigada.

-         Quédate en ropa interior, ahora evaluaré tus habilidades- dijo Marisa- ¿Cómo te llamas?- preguntó la mujer.

-         Me llamo Irene- respondió la chica mientras trataba de desabrochar sus pantalones vaqueros entre los temblores de sus manos.

-         ¿Alguna vez has peleado así, aunque sea con amigas?- preguntó Marisa mientras observaba la agradable figura de la primera candidata.

-         La verdad es que no- respondió Irene mientras desabrochaba su blusa para acabar en ropa interior.

-         No importa- dijo la mujer mientras sacaba un corta uñas de su bolso para dárselo a la joven- córtate las uñas, las tiene un poco largas y no querría descalificarte en la fase de prueba.

-         ¿Voy a pelear ahora con usted?- preguntó la chica un poco desconcertada. Marisa rio de forma agradable.

-         No cariño, yo luchaba antes, pero ya no- confesó la mujer sonriendo- pelearás con una de mis luchadoras habituales.

Irene estuvo a punto de romperse una uña, cuando después de cortar todas las de su mano derecha y tres de la izquierda una puerta se abrió en la sala para dejar paso a una mujer que caminaba con paso firme y confiado.

Se trataba de una mujer de unos 30 años, piel ligeramente bronceada, pelo largo negro y liso, con los ojos bastante rasgados, de cuerpo fuerte y atlético y de una altura similar a la de Irene. La muchacha estuvo segura de que perdería aquella pelea cuando vio el desparpajo con el que la recién llegada se quitaba su ropa no tardando Irene en poder contemplar toda su anatomía desde sus pechos firmes y redondos, pasando por sus marcadas abdominales y acabando en sus torneadas piernas.

-         ¿Esta es la única que se ha presentado esta vez? – preguntó la mujer mirando a Irene con un gesto de desaprobación.

-         No, hoy hay tres más, Xana- dijo Marisa sonriendo amigablemente a la recién llegada.

-         Entonces haz que pasen todas a la vez, así esto será más divertido- sugirió la recién llegada que tenía rasgos asiáticos en su rostro.

-         De eso nada, pelearás con ellas de una en una- dijo Marisa mirando a Irene y sonriéndola tratando de que sus nervios fueran a menos- entra en el círculo, Irene.

Irene caminó temerosa hasta colocarse frente a frente con su rival. Xana la miró con indiferencia y se arrodilló en el suelo, movimiento que Marisa le indicó a Irene que hiciese también.

La luchadora primeriza supo en cuanto sintió las fuertes manos de Xana sobre sus hombros que no había forma posible que lograra someter aquel cuerpo tan fuerte, pero aun así sabía que debía esforzarse al máximo para que Marisa pudiese sentirse interesada por ella.

-         ¡Comenzar!

Con solo escuchar aquella palabra, Xana tiró con fuerza de los hombros de Irene para desequilibrarla, haciéndola caer sobre su hombro derecho. La joven trató de recomponerse lo más rápido posible, pero antes de que hicieres nada las fuertes manos de Xana estaban sobre sus hombros, siendo aplastado su pecho contra la lona.

Irene, que recordaba que con aquello su rival conseguiría más puntos y la alejaría de sus opciones de poder conseguir aquel trabajo, trató de levantarse, pero Xana, como luchadora experta que era, ya había apoyado sus dos rodillas sobre la espalda de Irene, haciendo para esta imposible incorporarse.

Irene tan solo pudo levantarse cuando Marisa dijo a Xana de que liberase a su rival. Irene se incorporó lentamente para volver a colocase en posición arrodillada, pero para su sorpresa cuando se colocó se dio cuenta de que había perdido su sujetador y estaba mostrando sus medianos y firmes pechos, coronados en unos pezones grandes y marrones a aquellas dos desconocidas.

La chica no pudo preocuparse mucho de aquello ya que en tan solo unos segundos Xana la hizo caer a la lona de nuevo, en esta ocasión acabando con su espalda sobre la lona, las duras nalgas de su poderosa rival entre sus pechos y su rostro.

Irene estuvo a punto de mover las piernas de forma violenta cuando notó como sus pezones eras atrapados entre los fuertes y finos dedos de su rival, por fortuna recordó que darla un golpe con la pierna casi seguro la supondría la descalificación con lo que trató de buscar otra forma para librarse de aquella presa.

La chica quedó sorprendida por la dureza de las nalgas de su rival y de la fuerza de esta cuando trató, de manera inútil, intentar levantar el trasero de Xana de sus pechos, ya que lo único que logró tratando de empujar a Xana fue que esta retorciese sus pezones con fuerza, haciéndola gritar y removerse en busca de una salida, pero Xana tenía la situación muy bien controlada como para dejarla escapar.

Irene tan solo dejó de sentir aquel molesto dolor sobre sus pezones cuando escuchó como Marisa contaba hasta 5 y ordenaba a Xana que la liberase. Irene se levantó lentamente frotándose suavemente los pezones mientras miraba de cintura para abajo a su rival, no se atrevía a alzar la mirada por temor a que esta pensara que la estaba desafiando.

-         Tienes unas tetas muy suaves, me muero de ganas de estrujarlas otra vez- dijo Xana sonriendo, sabiéndose muy superior a su rival, Irene inconscientemente se llevó las manos a los pechos, ante lo que la veterana luchadora rio entusiasmada.

La lucha volvió a iniciarse y tal y como había sucedido en las dos ocasiones anteriores, Xana volvió a dominar a Irene que acabó en el suelo. La espalda de la novata acabó de nuevo pegada al suelo y el duro trasero de la peleadora sobre sus pechos. Irene se consoló al sentir que había apoyado sus nalgas sobre sus pechos, con lo que en esta ocasión no podría torturar sus pezones, pero se sobresaltó cuando sintió como las manos expertas de Xana tiraban del elástico de sus braguitas para arrebatárselas.

Irene apretó sus rodillas la una contra la otra para que Xana no pudiera arrebatarla la última prenda que la separaba de la desnudez integral. La luchadora rio al ver los intentos de esta por evitar lo inevitable, eliminando por completo la resistencia de la novata dándola un fuerte puñetazo en el estómago, que hizo que Irene no dudase en separar las piernas para que Xana la arrebatase lo que deseaba.

Xana se levantó triunfante con las bragas de Irene y tensó sus músculos para romperlas ante las narices de la novata, que quedó impresionada de la facilidad con la que había logrado rasgar la tela, reduciendo a cero sus opciones de poder hacer algo con aquella poderosa luchadora.

Aun así Irene se lanzó al ataque de nuevo tratando de derribar a Xana. Estaba segura de que Marisa sabía que no podía derrotarla, pero también estaba convencidad de que si lo hacía lo suficimentemente bien quizás la reclutase para pelear con luchadora de menor categoría, ya que la extrañaba mucho que hubiese muchas luchadoras de las características de Xana.

Pero pese a las buenas intenciones de Irene no tenía nada que hacer con aquella portentosa mujer, todo lo que se la ocurría que podría dañarla mínimamente tenía un alto riesgo de descalificación, con lo que siempre acababa dudando y acabando en el suelo bajo los prietos músculos de su oponente.

Irene soltó un quejido de dolor por enésima vez después de que Xana clavase sus rodillas sobre sus riñones para inmovilizarla por enésima vez. La muchacha buscó con la mirada a Marisa, mirándola suplicante para que mandase a Xana liberarla para seguir peleando, pero en esta ocasión esperó unos segundos más.

-         Ya he visto suficiente- dijo Marisa y Xana liberó a Irene de su presa- encajas bien los golpes, Irene, pero no sabes pelear- Irene agachó la cabeza, en otra situación habría discutido aquello, ya que estaba convencida de que habría logrado vencer si la hubiesen hecho pelear con alguna de las otras candidatas novatas, pero allí, desnuda ante otras dos mujeres, y con el cuerpo dolorido no se la ocurrió otra cosa más que callar- ¿A ti que te ha parecido, Xana?

-         Es blanda y débil- dijo la mujer que ni siquiera había sudado durante la pelea.

-         ¿Crees que serías capaz de convertirla en una luchadora?- preguntó a Xana.

-         Quizás, nada es imposible- dijo la mujer sonriendo haciendo que el corazón de Irene latiese con emoción al ver posibilidades de ser aceptada.

-         ¿Quieres seguir adelante con esto Irene, o es demasiado duro para ti?

-         Quiero seguir- dijo Irene con bastante más entusiasmo del que su magullado cuerpo le pedía.

-         Perfecto, pero antes de ser aceptada debemos cumplir con las reglas del combate- dijo Marisa mirando el cuerpo desnudo de la espirante, acercándose hasta esta para meter su mano derecho entre las pierna de la chica para palpar su sexo depilado de labios pequeños y rosados- la ganadora debe someter a la perdedora.

-         De acuerdo- dijo Irene un poco intimidada, si Xana ya había hecho todo lo que había querido con ella tratando de defenderse, no quería ni imaginarse lo que aquella luchadora haría si ella no podía hacer nada por protegerse.

-         ¿Quieres que la someta yo o lo haces tú, Marisa?- preguntó Xana.

-         Hazlo tú- dijo la mujer madura- quizás me anime luego.

-         Vale, pero no creo que lo soporte- dijo la musculosa luchadora acercándose a su presa con una sonrisilla que denotaba superioridad.

-         Lo soportará, si no lo hace quedará fuera- dijo Marisa tomando asiento en la silla en la que había estado acomodada mientras combatían.

Irene se sintió pequeña y vulnerable en comparación con Xana, motivo por el que para no hacer nada que no debiese, se agarró con fuerza la muñeca derecha con su mano izquierda, dejando las dos detrás de su espalda, eliminando así cualquier barrera que Xana pudiese tener entre ella y el cuerpo de la perdedora.

Continuará…

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