Irene la luchadora 7: la nueva Dómina.
La relación Ama-esclava entre Xana e Irene fue fructificando poco a poco, aunque la asiática apenas sacaba aquella relación del dormitorio, lo que cada vez estaba poniendo más ansiosa a Irene, cuya cabeza no paraba de calentarse con la posibilidad de ser sometida por su entrenadora en el exterior...
Irene, aburrida de la tibia dominación de Xana decide pedir a su entrenadora algo más intenso…
Después de unos cuantos meses sin subir nada por falta de tiempo os dejo la séptima parte de la saga, la cual lleva ya unos días colgada en mi nuevo blog (a partir de ahora subiré primero mis relatos en mi blog y después aquí para que tengan una mayor difusión). Espero que lo disfrutéis...
Con aquella nueva fase en su relación con Xana, Irene aceptó con gusto ir a vivir con su Ama, pero esta no permitió que compartiesen los gastos de la casa, ante lo que Irene protestó un poco al inicio, aunque cedió, ya que si bien no iba a pagar ni un solo céntimo por vivir en la lujosa casa de su entrenadora, si tendría que ceñirse a un horario que Xana le había planificado.
En ese horario la asiática respetó todas las clases de la universidad de Irene, además de modificar ligeramente sus horarios para poder ir a recoger a Irene algunos días de la semana para que no perdiese demasiado tiempo en desplazamientos y tuviese tiempo para realizar sus nuevas tareas entre las que se encontraban hacer la comida, mantener limpia la casa, hacer las compras y demás quehaceres domésticos…
Por supuesto Irene también estaba atenta a los gestos de Xana para atenderla rápidamente, o insinuarse de forma evidente para tratar de seducirla y abandonar así las tareas domésticas para dedicarse a “otras tareas más interesantes”
Gracias a aquella planificación de Xana el agobio de Irene fue desapareciendo poco a poco sintiendo que encontraba la estabilidad de la que tanto había andado necesitada desde que se había enterado de los problemas económicos de sus padres.
La rutina habitual de Irene desde que había entrado a vivir con su exótica Ama consistía en: despertarse sobre las 7:30, para estar unos 15 minutos despertando de manera cariñosa a Xana, a las 7:45 salir de la cama para darse una ducha juntas y comenzar el día con fuerzas, sobre las 8:00 desayunar para que Xana pudiese llegar a su trabajo a las 9:00 e Irene a la facultad 15 minutos antes.
Después de las clases, si Xana no podía ir a recogerla su amiga Verónica se ofrecía a llevarla hasta casa. Tanto ella como el resto de sus amigos y amigas sabían que vivía con Xana. La joven luchadora aún recordaba el primer día que había ido a recogerla y había salido del coche, llevándose la asiática las asombradas miradas de sus amigos y las envidiosas miradas de algunas de sus amigas por no poder tener un cuerpo tan hermoso como el de su “novia”.
Aquel día ni Xana ni Irene habían hecho nada por ocultar su relación e Irene le había dado un beso en los labios ante el que la asiática se dejó llevar agarrando de manera posesiva las nalgas de la rubia.
Una vez en casa, Irene se encargaba de preparar la comida para ambas, y después de que Xana saliera por la tarde para cumplir con la otra mitad de su jornada laboral, Irene tenía la tarde libre para emplearla en lo que necesitara (estudiar, hacer tareas de casa que tuviera retrasadas, hacer algunas compras) pero eso sí, a las 7 de la tarde tenía que estar preparada para su entrenamiento como luchadora.
Durante los entrenamiento Irene iba notando como su cuerpo había ganado fuerza desde que Xana había comenzado a instruirla, sintiendo como cada vez se iba cansando menos y como las peleas entre ella y la asiática se iban volviendo un poco más igualadas, aunque cada vez que Xana se ponía seria Irene no tenía nada que hacer, no tenían nada que ver los fuertes y suavemente marcados músculos de Xana con los que Irene, que si bien estaban cada vez más firmes no podían competir ni en dureza ni en resistencia con los de su mentora.
Alrededor de las 9, Irene y Xana salían de la sala que había en la casa, acondicionada para pelear, para ir ambas al baño y relajarse un poco antes de tomar una cena ligera y finalmente ver un poco la tele hasta que alguna de las dos amantes encendía la mecha que desembocaba en caminar hasta el dormitorio donde ambas tenían casi todas las noches deliciosas sesiones se sexo lésbico y dominación.
Irene, que siempre se había sentido interesada por las relaciones Ama-esclava no podía creer lo placentero que era, y esperaba con grandes deseos que Xana se mostrase aún más dominante con ella. La muchacha sabía que aquello podía deteriorar su relación si Xana comenzaba a excederse con ella, motivo por el que la asiática estaba siendo tan suave, pero cada vez sentía más deseos de sentirse abusada por la asiática, entregándose enteramente a ella.
- ¿De verdad quieres que sea más Dominante contigo?- preguntó Xana con la voz ligeramente cansada después del orgasmo que Irene le acababa de proporcionar con su cada vez más hábil lengua.
- Si mi Ama- dijo Irene acercándose mimosa y pegando sus grandes pechos sobre los duros senos de la asiática- esto me encanta, ya lo sabe, pero quiero sentir algo más fuerte.
- ¿En qué sentido? ¿En dolor? ¿humillación?- preguntó la mujer sonriendo.
- Lo que usted desee mi Ama, yo lo cumpliré- le aseguró Irene excitada al ver como Xana al menos valoraba la posibilidad de ir un poco más allá del sexo en su relación.
- Vale- dijo Xana quitándose a Irene de encima, para colocarse ambas de costado, pegando Xana sus duros pechos a la espalda de Irene y abrazándola acabando por posar sus manos en los grandes y suaves senos de la chica- esta noche lo pensaré- dijo dando un besito sobre el cuello de la joven- y mañana te daré una orden para ver si la cumples, si lo haces subiré el nivel de dominación de la relación, si no lo logras lo dejaremos como está durante un par de semanas más.
- Me parece bien- dijo Irene excitada ante aquel desafío.
Aquella noche Xana logró quedar dormida mucho antes que Irene, cuyo corazón latía emocionado ante lo que la cabeza de su Ama le tendría preparado para el día siguiente. La muchacha confiaba plenamente en su entrenadora pese a que apenas se conocían desde hacía un mes, pero las peculiares circunstancias en las que se habían conocido hacían que la muchacha sintiese que conocía a Xana desde hacía mucho más tiempo.
Irene abrió los ojos unos cuantos minutos antes de las siete, con lo que decidió comenzar a acariciar el cuerpo de su Ama para que esta también se despertase de buen humor. Xana, a la que no hacía falta mucho para estimularla comenzó a usar también sus manos para excitar el cuerpo de Irene.
Retozaron en la cama durante unos minutos hasta que finalmente Xana le levantó para ir a la ducha acompañada de Irene donde prosiguieron con sus tocamientos hasta que Xana finalmente llevó al orgasmo, cosa que era tremendamente inhabitual, ya que solía ser casi siempre la segunda en lograr el placer.
- ¿Quieres un orgasmo tú también, mi perrita caliente? – preguntó la asiática cuando aún estaban debajo de la ducha, acariciando el sexo empapado de la joven.
- Sí Ama, lo deseo- dijo la chica sobreexcitada mirando suplicante y caliente a su Dominadora.
- Lo siento pero no- dijo Xana divertida alejando su mano de la vagina de Irene que miró frustrada a su entrenadora- Creo que rendirás más estando caliente y cumplirás mis órdenes mejor.
- ¿Va haber más de una?- preguntó la muchacha mirando a Xana sorprendida.
- Por supuesto, te voy a preparar una yincana- dijo la mujer sonriendo.
- ¿Cuál es la primera prueba? – preguntó jadeando a la espera del inicio de aquel excitante día.
- Que bajes a preparar nuestros desayunos y que no hablemos más del tema- dijo la asiática sonriendo- Tú estate muy atenta al móvil durante la mañana, el juego puede comenzar el cualquier momento.
Irene, como siempre, sirvió un completo desayuno tanto para ella como para su Ama: leche con cacao, zumo de naranja, tostadas, fruta… un auténtico desayuno que daría a ambas energía para toda la mañana.
Aquella mañana Xana llevó a Irene a la facultad, dejando a la muchacha bastante excitada ya que esta no sabía cuándo recibiría el primer mensaje de su Ama para comenzar con las pruebas que le permitirían ascender en su nivel de sumisión hacia la asiática.
Irene trató de abstraerse de aquel tema ya que no porque más pensase en él antes Xana le enviaría el primer mensaje, pero pese a que trataba de centrarse en las clases la atención de la joven estaba más pendiente de su teléfono móvil, el cual tocaba cada poco rato con la esperanza y el deseo de ver un mensaje de la Dómina.
- ¿Qué pasa Irene?- preguntó Verónica, que casi siempre se sentaba a su lado, al ver que su amiga no dejaba de mirar su móvil- ¿Esperas alguna llamada importante?
- Sí- respondió la chica en un susurro ya que no quería ser escuchada por el profesor que en aquel momento se encontraba bastante cerca de ellas- He echado algunos currículums y ayer me llamaron para un trabajo nuevo, me dijeron que hoy se pondrían n contacto conmigo- mintió la chica ya que no iba a contarle la verdad.
Pese a que los deseos de que la primera orden de Xana llegase seguían dentro de la joven, Irene consiguió centrarse en las clases poco a poco, ya que sabía que no hacerlo podría suponerle un problema a la hora de realizar sus exámenes más adelante. Pero el corazón de la joven bombeó con fuerza cuando vio como la pantalla de tu teléfono móvil, que estaba en silencia, se iluminaba.
Irene al sentir que estaba cerca del profesor lo introdujo un poco para dentro en su estuche, pero lo sacó disimuladamente, esbozando una ligera sonrisa cuando vio que el mensaje, tal y como esperaba, era de Xana.
- Ve al baño y deshazte de tus bragas (grábalo todo)
El calor en el cuerpo de Irene comenzó a subir con rapidez cuando leyó el mensaje, que pese a ser muy corto dejaba claro lo que quería que la muchacha hiciese. Irene miró con urgencia su reloj deseando que acabase la clase para poder ir al baño a cumplir con la petición de su Ama, pero aún quedaban 30 minutos para que finalizase la clase y la muchacha apenas pudo aguantar 3 minutos desde que recibió el mensaje hasta que comenzó a moverse inquieta en su sitio para finalmente levantarse y procurando hacer el menor ruido posible y no atraer hacia sí la atención de profesor.
Irene recorrió el pasillo con rapidez mientras sentía como su corazón latía cada vez con más fuerza. El baño de la facultad como siempre estaba perfectamente limpio, si se exceptuaban algunas pintadas con rotulador en alguno de los blancos baldosines o en el interior de las paredes de los cubículos en los que se encontraban los retretes.
La joven sacó su teléfono móvil y comenzó a grabar cuando estuvo sentada en el retrete con la falda bajada hasta las rodillas. Irene usó el teléfono con su función grabadora todo lo bien que le fue posible, ya que le costó bastante conseguir una buena grabación ya que tenía que usar una sola mano para quitarse su ropa interior, la iluminación era bastante deficiente y el lugar era pequeño con lo que no podía moverse con la libertad que le hubiese gustado, además de la posibilidad de llamar la atención, por su ruido excesivo, si realizaba aquella operación con demasiada rapidez.
Después de 3 minutos y 40 segundos de grabación en los que Irene acababa dejando sus braguitas detrás del retrete, en la parte de abajo, la muchacha se subió la falda y caminó con rapidez hacia su clase mientras enviaba el vídeo a Xana para que viese como había cumplido con sus órdenes mientras notaba aquella extraña y excitante sensación de caminar sin ropa interior.
Una vez hubo enviado el vídeo, la muchacha lo borró de su teléfono, ya que no quería arriesgarse a perderlo y que alguien pudiese descubrir sus nuevas actividades. Verónica, como buena amiga que era supo que algo le pasaba a Irene y apenas tardó unos minutos, desde que la joven luchadora regresó a su asiento en el aula, para preguntarla si se encontraba bien, ante lo que Irene trató de mostrarse lo más despreocupada posible.
La joven sumisa tuvo que andar con cuidado durante el resto del día, para asegurarse de que su sexo no era descubierto por ninguno de sus compañeros de facultad, ya que la muchacha no quería ni imaginarse la cantidad de rumores que se inventarían sobre ella si callera en malas manos la información de que se encontraba sin ropa interior.
Irene estuvo excitada el resto del día, mirando de forma constante su teléfono móvil, pero este no le revelaba nada sobre el siguiente paso que debería dar. Por supuesto Verónica le preguntó en infinidad de ocasiones que era lo que le sucedía, ya que lógicamente la notaba mucho más inquieta de lo habitual, ante lo que Irene insistía en que todo estaba bien y que su desasosiego no estaba producido más que por la inminente oferta de empleo para la que no debía fallar.
La joven salió de la facultad a las 2 en punto y su mirada no pudo evitar ir al lugar donde Xana, cuando iba a recogerla, acostumbraba a aparcar su coche, pero en aquella ocasión no estaba lo que hizo que la excitación de la chica se rebajase un poco.
Irene, pese a que no tenía apenas hambre se dio la vuelta y se metió de nuevo en la universidad. Caminó hasta la cafetería, donde comió un plato de pasta que dejó a medias, un vaso de agua y una manzana, la cual dejó medio mordisqueada cuando vio cómo su teléfono móvil volvía a reclamar su atención con la melodía que tenía puesta para diferenciar los mensajes normales de los de su querida Ama Xana.
El mensaje de aquella ocasión adjuntaba un archivo, que constaba tan solo de un simple mapa con un punto del que salía una flecha que ponía: ve ahí ahora.
Irene, con las manos temblorosas por la excitación trató de controlarse para que ninguno de sus compañeros se diese cuenta de lo que acababa de pasar, y sin siquiera dejar su bandeja en el lugar ideado para ello salió a toda velocidad, con tiempo apenas para despedirse de sus compañeros.
La chica pensó la forma más adecuada de llegar al punto que su Ama le había indicado, pero no tardó en darse cuenta de que tan solo había una forma posible de llegar: caminando. Ya que el punto se encontraba en medio del parque que lindaba con la universidad en la que Irene estudiaba.
Irene comenzó a caminar mirando para todos los lados, pero sus deseos no tardaron en hacerse con el control de sus piernas, obligándola a correr deseando que Xana ya se encontrase allí para llevar a cabo la actividad que está hubiese planeado, sin siquiera importarle que pudiera estar al aire libre…
Irene aceleró el paso más aún, lo que provocó que la chica comenzase a jadear, no porque aquello le estuviese cansando físicamente, ya que con Xana hacía entrenamientos muy intensos, ni porque la prenda que llevase fuese incómoda para moverse con más rapidez, sino porque al carecer de ropa interior sus muslos se frotaban el uno contra el otro de manera constante, de forma que también rozaban ligeramente su sexo, lo que en aquel momento estaba provocando un calor desmedido en el interior del cuerpo de la joven luchadora.
Después de casi 10 minutos andando a buen ritmo la chica llegó al punto en el que había quedado con Xana. A Irene no le gustó el lugar, ya que si bien estaba bastante apartado, lo que hacía que las posibilidades de ser descubierta en una situación comprometida se minimizaran, el aspecto del lugar era bastante desolador: había un parque infantil con columpios que tenía un aspecto abandonado, una fuente grande en la que parecía que llevaba meses sin haber agua, media docena de bancos de madera que estaban rotos y con pintadas… pero después de unos minutos allí encontró algo que destacaba: una pequeña caja rosa, que la muchacha no comprendía como había pasado por alto hasta aquel momento.
Tal y como intuyó en la caja venía escrito su nombre. La muchacha la sopesó y la abrió, encontrándose en su interior con una nota y un par de esposas abiertas, pero sin llave.
- Si has llegado hasta aquí, buen trabajo zorrita- leyó Irene en un susurro con la voz un poco temblorosa debido a la excitación – he quedado con una amiga para que vaya a tu encuentro ahora, pero si quieres pasar esta prueba tienes que esperarla desnuda, y con las manos esposadas en un árbol cercano, lo reconocerás porque tiene una cinta rosa atada, ella te liberará y te llevará hasta mi…
Irene reconoció la letra de Xana, pero dudó en hacer lo que su Ama le ordenaba. Desnudarse y esposarse allí significaba quedar expuesta ante cualquier persona que pasara, y a juzgar por el lugar, aquel lugar no debía estar frecuentado por compañías muy recomendables. Aun así la vista de la chica rápidamente se afanó en la misión de encontrar el árbol que la hermosa asiática le había indicado.
La joven tuvo que tomar aquella decisión rápidamente, ya que si la amiga de Xana llegaba y la encontraba allí plantada sin haber cumplido la orden que su entrenadora le había escrito, lo más seguro sería que Xana decidiera que no merecía la pena pasar de la dominación light con ella, y seguirían con esa dominación tan suave que a Irene le estaba comenzando a resultar tediosa.
Con sus pechos subiendo y bajando tras cada respiración la muchacha se acercó al árbol para mirarlo. Estaba un poco alejado del parque, y si se esposaba a él por el lado contrario al que daba el parque infantil sería casi imposible ser divisada por nadie, salvo por la amiga de Xana que ya sabía lo que debía buscar.
Irene se liberó de toda su ropa en un visto y no visto, encontrándose en menos de un minuto totalmente desnuda. Pese a que hacía un poco de frío el estar resguardada entre aquellos árboles hacía que aquello pudiera aguantarse perfectamente, con lo que ya solo le quedó una duda: podía atarse con las manos por encima de la cabeza a una de las primeras ramas que nacían del tronco, o podía atarse las manos a la espalda rodeando la tronco con sus brazos…
La muchacha pensó que daría lo mismo ya que quedaría igual de indefensa, con lo que se decantó por esposarse las manos a la espalda rodeando el tronco, de aquella forma sería más fácil de divisar por la amiga de Xana que iría a buscarla.
En cuanto escuchó el segundo clik de las esposas, que sellaban su destino a aquel árbol hasta que la amiga se Xana se dignase a aparecer la muchacha comenzó a jadear aún más, sintiendo como pese al fresco que hacía en su interior el calor no hacía más que subir y subir hasta límites que la chica nunca había imaginado.
Pese a que la rugosa textura de la corteza del árbol hacía que la muchacha se moviese un poco buscando una posición más cómoda lo que más le incomodaba era la sensación de tierra húmeda bajo sus pies descalzos, ya que al igual que había hecho con el resto de su ropa sus zapatos también habían quedado escondidos detrás de uno de los árboles cercanos a en el que voluntariamente se había encadenado.
- ¡Irene!- dijo una voz a lo lejos que hizo que se la pusieran los vellos de punta- ¿Dónde estás?
Irene quedó callada al momento, dejando incluso de respirar. No podía creerse de quien era aquella voz, ni que Xana le expusiera a una situación como aquella… la amiga que había ido a recogerla no era una amiga de Xana, sino suya; era Verónica.
- Por favor Irene, si estás aquí contesta- pidió la chica. A Irene aquel tono de voz le enterneció, conocía a Verónica desde hacía casi dos años y siempre había sido una buena amiga… se notaba que estaba realmente preocupada por ella, y todo por culpa de un juego que tenía con Xana.
- Estoy aquí- dijo Irene gritando de forma moderada para ser oída, mientras que cruzaba sus piernas para que cuando Verónica estuviera ante ella no viese su sexo depilado, que en aquella situación era lo único que podía tapar.
La muchacha atada agachó más y más la cabeza cuanto más cerca escuchaba los pasos de su amiga, hasta que finalmente vio las botas de esta ante ella. Irene subió poco a poco su mirada por los vaqueros de su Verónica, los cuales enfundaban unas piernas no demasiado largas pero delgadas, acabadas en unas caderas estrechas.
A Irene le costó levantar la vista aún más debido a la vergüenza, pero llegó hasta el anorak amarillo de su amiga, que en aquel momento dejaba casi imperceptible su pecho moderado, que si bien estaba muy firme, y desde que conocía su lado bisexual Irene le había dado más de un “repaso” con la mirada, tenía un gran atractivo para ella.
Finalmente Irene llegó al rostro de su amiga, que la miró con estupefacción, sin poder creer lo que tenía delante. Verónica tenía un rostro fino y bastante agradable, con unos grandes ojos castaños, unos dientes perfectamente colocados que la dotaban de una sonrisa perfecta, además de una larga melena de pelo negro que la hacía parecer aún más atractiva, a ojos de Irene, ya que por alguna razón pocos chicos flirteaban con ella.
- ¿Qué ha pasado, Irene?- preguntó la chica visiblemente preocupada acercándose a su amiga para intentar liberarla- ¿quién te ha hecho esto?- preguntó exaltada.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí?- preguntó sin poder ocultar su nerviosismo.
- Me llegó una llamada al móvil, me dijo que me diera prisa, que sino podrías tener problemas.
Verónica estaba a punto de formular otra pregunta a Irene mientras veía como las esposas estaban cerradas y no había posibilidad de sacar a su amiga de allí sin forzar la cerradura de las mismas, pero entonces el móvil de la recién llegada volvió a sonar, en esta ocasión era una vídeo llamada.
- ¿Has encontrado ya a Irene? – resonó la voz de Xana, como si un tambor se tratase en la cabeza de la joven esposada.
- Sí- respondió la chica con firmeza- ¿la has hecho tu esto? Ahora mismo voy a llamar a la policía.
- Por mi perfecto, pero eso solo dará problemas a Irene.
- ¿Pero qué dices? Irene, ¿Qué dice esta loca?
- Por favor, no llames a la policía, Vero- pidió la chica esposada, con la cabeza fija en las botas de su amiga.
- Pero, ¿por qué? –inquirió sin comprender
- Porque me he esposado yo misma- confesó la chica con el correspondiente sonrojo.
Aquella frase cayó muy mal en Verónica, que no esperaba aquella respuesta y tardó un buen rato en reaccionar, siendo Xana la primera que volvió a hablar después de la confesión.
- Parece que tienes muchas cosas que explicar a tu amiga, Irene- dijo Xana con una sonrisa mientras observaba el cuerpo desnudo de su sumisa- puedes preguntarla lo que quieras, Verónica, yo estaré aquí para ver si dice la verdad.
- Irene ¿Qué es todo esto?, esto es por ese trabajo ¿verdad? No eres camarera.- Irene negó con la cabeza – ¿Qué has estado haciendo este tiempo?
- Hago lucha erótica- dijo la chica avergonzada de tener que confesar a su amiga aquello en una situación así – peleo contra otra chicas por dinero.
- ¿Pero esto que tiene que ver con eso? –preguntó Verónica que no comprendía del todo bien lo que allí estaba aconteciendo.
- Ella es mi entrenadora- explicó mirando al teléfono móvil de su amiga- pero poco a poco hemos ido consolidando una relación más fuerte, y ahora vivimos juntas.
- Yo también vivo con compañeras de piso y nunca ha pasado una cosa así- dijo la chica un poco exasperada.
- Desde hace unas semanas, hemos comenzado con una relación un poco especial- dijo Irene en voz baja- Xana es mi Ama, y yo soy su sumisa –confesó temiendo una mala reacción por parte de su amiga, que llegó en forma de una violenta bofetada que dejó ardiendo la mejilla izquierda de la joven.
- ¡Serás puta!, entonces lo estás gozando con esto- dijo acercándose y metiendo la mano con la que acababa de golpearla, en su sexo, comprobando lo mojada que estaba- todo este tiempo me has tenido preocupada- dijo la chica enfadada agarrando con los dedos mojados en fluidos de su amiga la melena de esta, para obligarla a mirarla a los ojos.
- Lo siento de verdad, Vero- dijo la chica arrepentida, ya que no sabía que su amistad con aquella chica fuera tan profunda.
- Ahora que sé que te gusta que te humillen y te traten como a una perra, puedes pedírmelo de rodillas- ordenó la chica de forma tajante, sorprendiendo a Irene con aquello, pero sorprendiéndose aún más cuando sus rodillas se clavaron en el húmedo suelo, a los pies de su amiga- Veo que no hace falta que te repitan esta clase de cosas, las haces con mucho gusto – dijo Verónica con prepotencia, una prepotencia que excitó una barbaridad a Irene, mientras apoyaba una de sus botas sobre el muslo plegado de la encadenada sumisa.
- Vaya, esto está saliendo mejor de lo que esperaba- dijo Xana sonriendo, satisfecha con cómo estaban sucediendo los acontecimientos – Oye Verónica, ¿te apetece que la compartamos? Podrías encargarte de tenérmela vigilada mientras el tiempo que está en la facultad contigo.
- Ufffff, eso me encantará- dijo la chica mirando a Irene- hasta ahora has conocido a la Verónica simpática y amable, a partir de ahora vas a conocer a Verónica perversa… creo que te llevarás mejor con ella.
Irene no podía creer lo que salía de boca de la que hasta hacía tan solo unos minutos había sido su mejor amiga desde que había llegado a Barcelona, pero lo que la resultaba aún más increíble era que el solo oír aquellas frases de boca de Verónica estaba haciendo que su excitación se multiplicase, sin importarla ya el frío ni el poder ser pillada en cualquier momento por alguien.
Después de aquello Xana indicó a Verónica que podía quedarse con Irene aquella tarde, para que la joven luchadora fuese conociendo a la Verónica perversa, pero antes de eso le indicó donde estaba la llave para que pudiese liberar a la apresada sumisa, dejando el teléfono con ella para que Xana pudiese hablar con su sumisa antes de prestarla.
- Has superado la prueba con nota Irene, pero ahora vas a tener dos Amas, así que vas a tener que trabajar el doble ¿aceptas este nuevo desafío?- dijo la asiática.
- Sí Ama lo acepto, sé que será más difícil Ama pero estoy motivada –dijo la sumisa.
- La verdad es que no esperaba que esto saliera así, ha ido un poco más lejos de lo que calcule, pero supongo que te servirá como castigo.
- ¿Castigo por qué, Ama?
- Por mentirosa- dijo la Dominante- el otro día cuando te folle el culito de putita que tienes me dijiste que era virgen, pero ya te lo había follado antes, perrita estúpida.
- Lo siento Ama- dijo la chica recordando aquel momento – es un mal hábito que tengo, para que el que me folla le dé más morbo siempre digo que tengo el culo virgen- dijo la chica avergonzada por haber olvidado que su actual Ama ya la había penetrado por aquel agujero en su primer encuentro.
- Yo me encargaré de educarla, Xana- dijo Verónica apareciendo ya con la llave- a mí tampoco me gustan las perritas mentirosas, y esta zorra me ha mentido mucho durante las últimas semanas- dijo Verónica sonriendo, deseosa de poder quedar a solas con la que hasta hacía unos minutos y ahora sería su sumisa.
- Te la confío, devuélvemela de una pieza que tiene que pelear mañana– y sin decir más cortó la comunicación.
Continuará…
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